Disclaimer: Beyblade le pertenece a Takao Aoki y Hasta el viento tiene miedo fue dirigida por Carlos Enrique Taboada. Yo sólo he hecho esta parodia con fines de diversión.


HASTA AL VIENTO LE DA RISA

Por Selesme Cari

Capítulo 1

"Un sueño medio raro"

Era media noche cuando en el instituto para varones Chico Feliz, se escuchó al viento soplar con fuerza y un sollozo angustiante.

— ¡Oh, no vuelvo a comer tanto! —ese era Tyson saliendo del baño.

Unos misteriosos pasos se escucharon y el moreno hizo a un lado su dolor estomacal para concentrarse en identificar a la persona que se acercaba.

— ¡¿Quién anda ahí?! –preguntó en voz alta el moreno de cabellera azul, tratando de aparentar seguridad.

No hizo falta que le respondieran, la persona ya se encontraba frente a él. El recién salido del baño, suspiró aliviado al ver que se trataba de su amigo Max.

— ¿Qué haces despierto a esta hora? —le interrogó su rubio amigo— ¿Y qué es ese desagradable olor?

—¡Silencio, Max! Alguien puede escucharte. Lo que pasa es que ando mal del estomago, comí muchos dulces.

El rubio parpadeó. ¿Qué le preocupaba a Tyson, despertar a algún compañero o qué alguien más se enterara de su parada nocturna al baño?

Por cierto que, él estaba dudando mantener en silencio aquella ida de Kinomiya al baño. Sobre todo porque resultaba muy misteriosa la procedencia de los dulces mencionados.

—Mi abuelo me los dio antes de venirme al internado, en primer grado —dijo con ojos soñadores Tyson, acabando cruelmente con la ilusión detectivesca de Max.

Un momento… ¿Había dicho que desde niño los guardaba?

— ¡Estás loco, viejo! —le reprendió Mizuhara—¡Seguramente ya ni servían! ¡¿Por qué te los comiste?!

—Porque estaban muy sabrosos —le contestó con simpleza y sin señal de arrepentimiento.

Max suspiró resignado. Pero, se sintió aliviado al recordar el refrán "lo que no mata, engorda y si no te da diarrea"

—Mejor vamos a dormir —dijeron los dos amigos al mismo tiempo.

El viento nunca dejó de soplar con coraje, durante todo el trayecto de los dos amigos hacia su cuarto.

Y había pasado una hora aproximadamente desde el encuentro entre Max y Tyson, cuando una voz se dejó escuchar:

—Kai…

Tan sólo un nombre era lo que pronunciaba.

A duras penas el nombrado se levantó, miró hacia la cama de Kenny —quizás era él quien lo hablaba porque no podía dormir— ¡Nada! Kenny dormía como una roca.

—Kai…

La persona volvió a llamarle.

¡Oh, que fastidio! —pensó Kai somnoliento— ¿Por qué me hablan a mí, habiendo más personas en este mugriento colegio? No puede dormir uno en paz, aquí.

De muy mala gana, Kai se levantó de la cama dispuesto a averiguar quien lo llamaba.

Sí, claro… lo que la autora diga —el hastío invadía a Hiwatari—. Al menos se da cuenta.

—Kai…

Nuevamente su nombre pronunciado por aquella voz… masculina.

Masculina… ¡Bah! -pensó mientras abría la puerta del dormitorio

Salió del dormitorio y del edificio, después de atravesar por uno de los jardines del instituto, llegó hasta un Torreón. Empujó la puerta y entró. Todo estaba obscuro, sólo se distinguía una escalera.

—Kai…

De nuevo la insistente voz…

— ¡Y molesta! Si ya estoy en camino, ¿por qué la presión?

Para saber de quien era la voz, debía subir por la escalera.

¡Perfecto! ¡Con tantos escalones haré buena pierna! —pensó sarcásticamente.

Subió lo más rápido que pudo o mejor dicho, lo más rápido que se le pegó la gana. Al final de la escalera se encontraba una puerta muy vieja y de color rojo. La cerradura estaba oxidada.

—Vaya, ¿en que gastan el dinero de las colegiaturas? ¡En que mal estado tienen las instalaciones de esta escuela! —exclamó perplejo.

Abrió la puerta y lo vio

¡Un chico ahorcado!

¡Perfecto! ¡Ahora no sabré porque me llamaba! —pensó con disgusto— ¡Gracias autora!

Su conciencia le habló desde lo más profundo de su ser.

Y ahora tengo conciencia… ¡Nuevamente, gracias! —miró al techo, agradeciendo mentalmente a un ser superior.

— ¡Tonto! Te hablaba para que lo vieras ahorcado —le señaló la conciencia.

— ¿Y para que quería que lo viera ahorcado?

— ¿No entiendes? ¡Un muerto te habló! —gritó su conciencia dentro de su cabeza.

— ¿Un muerto? ¿Acaso quería que impidiera que se suicidara?

— ¡No! ¡Era un fantasma!

— ¡Bah! Yo no tengo tiempo ni ganas de andar escuchando fantasmas. Me voy.

— ¡Espera! ¿Has visto un muerto y no has gritado?

—Así es. La próxima vez no haré caso, ahora me largo a dormir —el chico estaba fastidiado.

Pero al caminar hacia la puerta —y mientras maldecía a la autora por haberlo escogido a él para los contactos de ultratumba— la cuerda que sujetaba al chico ahorcado se rompió y el joven muerto… ¡lo aplastó!

— ¡Perfecto! Ahora tengo encima a un muerto —se quejó, harto.

— ¡Sólo grita y despertarás! –le dijo su conciencia, casi suplicante.

— ¿Despertar? ¿Acaso esto es un sueño? —Kai parpadeó con confusión.

— ¡Así es! ¡Un sueño! ¡O más bien una pesadilla! —su conciencia volvió a hablarle.

— ¿Y qué pasó con mi pesadilla en la que soy cantante de rancheras? —Hiwatari se mostró ofendido por el inesperado cambio de mal sueño.

— ¿Cantante de rancheras? —la conciencia dentro de su cabeza, se asombró.

— ¿Dije eso en voz alta? —Kai tragó saliva.

— ¿Tú con sombrero y traje de charro? —la conciencia se mostró burlona.

— ¿Dijiste que gritando despertaría? —Kai le cambió la conversación, era muy molesto recordar aquel horrible mal sueño.

—Así es, Kaicito Fernández —rió la conciencia.

—Entonces… ¡AHHHHHHHHHHHHHHHH! —el joven, dio un grito de lo más fingido.

— ¡Tonto! Tiene que ser un grito de terror —le explicó la conciencia.

—Yo no conozco el terror —Kai lo dijo con mucho orgullo.

Kai se puso de pie, haciendo a un lado bruscamente el cadáver que tenía sobre de él. Salió del lugar y recargándose del barandal de la escalera, miró hacía el sitio recién abandonado. De pronto, una enorme rata peluda y gorda, cruzó por encima de sus pies.

— ¡Que asco!—exclamó Kai agitando su pierna.

Al hacerlo, perdió el equilibrio y el barandal se desplomó, haciéndolo caer.

Ahora sí, Kai gritó en serio.

Antes de estrellarse contra el piso, despertó en su cama. Se incorporó y miró a sus compañeros dormir. Alzó la vista, ¡y se llevó una desagradable sorpresa! Ahí por encima de su cabeza, unos pies colgaban… ¡era el chico ahorcado!

Por primera vez en su vida, no pudo reprender un grito. Ni tampoco pudo evitar desmayarse de la impresión.


El día estaba soleado y tranquilo, como para pasear al aire libre. O en el caso de Kai, quedarse en cama.

Lo ocurrido la anterior noche era el nuevo chisme entre sus compañeros, y es que todo el colegio escuchó aquel aterrador grito que dio. Y el que sus compañeros de habitación lo encontraran desmayado, causo más polémica.

La doctora del colegio, acababa de salir de su habitación. Y sus compañeros estaban en clases, así que se encontraba solo…con su conciencia. Pero después de lo sucedido la noche de ayer, había decidido no escucharla más. Ya que aunque no tuviera forma propia y fuera tan sólo una pequeña vocecilla dentro de su cabeza, ella era la culpable de lo que le pasó.

¡Qué cómodo de la autora culpar a un ente imaginario! —Kai no sabía a quien culpar de lo ocurrido, pero lo más conveniente era seguir culpando a su voz interna.

Fastidiado, decidió sacar de entre sus cobijas una revista. La contempló, silenciosamente… ¡era un tesoro dentro de aquel encierro, rodeado de puros chicos! La revista no era suya, se la había prestado Enrique, pidiéndole que la cuidara mucho.

Pensó que Enrique era un exagerado por darle tanta importancia a una publicación, pero al darle las primeras ojeadas, supo en seguida porque el chico rubio la cuidaba tanto.

Estaba completamente sumergido en la lectura y no se dio cuenta que la puerta de su habitación se abrió. Hasta que la escuchó cerrarse ruidosamente, rápidamente ocultó la revista.

— ¡Cuidado con mi revista, no te la vayan a quitar! —la voz de Enrique se escuchó con claridad.

Kai suspiró aliviado. Eran Enrique, Tyson y Max.

—Ya voy por la mitad —le explicó Kai al dueño de la revista.

— ¿Por qué la ocultas, Enrique? —preguntó Tyson viendo la revista en manos de Kai.

—Ya conocen a Boris, ¡dice que no es lectura recreativa! —se quejó el rubio italiano.

— ¿No será que es de carácter obsceno? —Max lo miró con desconfianza.

— ¿Qué te hace pensar eso, chico? —Enrique se puso nervioso.

— ¿Kai cómo puedes leer esas cosas? —el rubio pecoso lo miró con reproche.

—No confundas, Max. Yo no soy de la calaña de Enrique —Kai cruzó los brazos.

— ¡¿Qué dijiste?! ¡Si sigues tratándome así ya no te volveré a prestar nada! —el rubio más alto se indignó.

— ¡No peleen! Y mejor háblanos de tu sueño, Kai —pidió Tyson.

—Sólo te diré, que no te voy a contar nada —Kai cerró los ojos.

— ¡Kai! —se quejó el moreno.

— Vi a mi madre entrar a hablar con el señor Boris, ¿estarás en cama todo el día?—habló Max, ignorando al moreno Kinomiya

La madre de Max era el médico a cargo de la salud de los estudiantes de aquel internado.

—Sí, eso dijo la doctora. Pero yo ya me fastidié —Kai se acomodó las almohadas.

— ¡No digas eso! ¡Eres un suertudo! ¡Y hoy que tenemos algebra! ¿No podemos cambiar de lugares? —Tyson lo miró con algo de envidia.

La puerta se abrió bruscamente, alguien entró a grandes pasos.

— ¿Qué hacen aquí? ¡No pueden estar aquí! ¡El señor Boris ordenó que no recibiera visitas!

Era Kenny, el matadito y medio chismoso del colegio.

—Ahora mismo iré a informarle al señor Boris de su presencia en este cuarto —dijo Kenny muy decidido.

— ¿Ah sí? ¡Pues me alegro! Porque vas a tener mucho de que informar, ya que ahora mismo vamos a arreglar cuentas, las cuales traemos bastante atrasadas —Enrique lo empezó a acorralar, mientras lo miraba de modo amenazante.

— ¡Ay! ¡Señor, Boris, señor Boris! —Kenny salió huyendo de la habitación.

Los cuatro chicos lo vieron salir corriendo, y sintieron pena por el papel que le había tocado al pobre jefe en esta historia.

—Ya nos vamos —suspiró Max.

—Sí, el chismoso ese ya fue con el chisme y no ha de tardar en venir "el ogro" —cruzó los brazos Enrique.

Ante el gesto de Enrique, Kai recordó que su rubio amigo proveniente de Italia, era experto en imitar a Boris. Y se le antojó ver la imitación en ese preciso momento.

— ¿Enrique, cómo hace? —preguntó Kai, pidiéndole así que haga la imitación.

— ¿Qué cómo hace? ¡Yo que voy a saber! ¡No lo ando espiando en el baño! ¡No soy puerco! ¡Y además tengo cosas más importantes que hacer y ver! —Enrique se mostró ofendido.

A Kai le salió una vena en la frente.

—Y hablando de espiar a las personas en el baño, ¡ayer Max me espiaba a mí! —se quejó Tyson.

— ¡No te estaba espiando! ¡Dudo que alguien pudiera acercarse en ese momento al baño! ¡No con ese olor repelente!

Los dos amigos fueron interrumpidos por Enrique, quien les mostró que Kai se había quedado dormido.

—Mejor lo dejamos descansar —comentó Max.

—Sí. Es un suertudote —Tyson estuvo de acuerdo, pero envidioso.

—Que descanses, Kai —sonrió Enrique, sin despertarlo.

Apenas los tres salieron de la habitación, Kai dejó de hacerse el dormido y volvió a su lectura. Nuevamente fue interrumpido por la puerta abriéndose.

¿Y ahora quién, autorita? —pensó fastidiado de estar ocultando la revista.

Era Tala. El joven pelirrojo entró silenciosamente a la habitación, sin mirarlo si quiera. Tomó unas cosas de su mochila y estaba por salir cuando se detuvo y giró su vista hacia la cama de Kai.

— ¿Y cómo sigues? —le preguntó el apuesto pelirrojo.

—Mejor —contestó Hiwatari secamente.

—Nos vemos después —le dijo Tala abriendo la puerta para salir.

Nuevamente se detuvo. Cerró la puerta y caminó hacia Kai. Se sentó en la cama, a un lado de las piernas de él.

—Todo el colegio sólo habla de ello —exclamó Tala.

— ¿De ello? ¿De qué? —Kai parecía no entender.

—Dicen que tuviste un sueño, que por eso te desmayaste ¿es cierto?

Kai no contestó, se limitó a hacer un breve —pero audible—sonido.

—Entonces, sí fue cierto —Ivanov sonrió con perspicacia.

—Eso a ti no te importa —Kai lo miró fríamente.

—Te equivocas, Kai. Me importa y me importa mucho.

Kai no pudo evitar sonrojarse levemente, sintiéndose muy estúpido.

Estúpido al dejarme manipular por una autora cualquiera —pensó irritado.

—Cuéntame tu sueño —le pidió el pelirrojo.

— ¿Ya eres interprete de sueños? —Kai alzó una ceja con desconfianza.

— ¡No me digas que otra vez soñaste que tus fans te perseguían después de haber cantado en un palenque y montado en un caballo!

Kai le lanzó una mirada fulminante.


Dentro de la oficina del Director, se encontraban el señor Dickenson y la doctora Judy. Ambos trataban de convencer a Boris sobre el reposo de Kai. Pero, el Director se mostraba recio a permitir que Hiwatari no asistiera a clases.

—Señor Boris, debe hacerle caso a la doctora Judy. Deje que Kai descanse —pidió Dickenson en voz alta.

—No. En este colegio no hay preferencias de ningún tipo —espetó Boris.

—Pero ese muchacho está muy estresado, sus nervios le están fallando —Judy trató de hacerlo comprender la situación de Kai.

— ¡Estresado estoy yo! ¡Y aún así sigo trabajando! —Boris habló con firmeza.

— ¡Pero…!

—Doctora Judy, hasta luego. Ya puede retirarse —dijo más en tono de orden que de sugerencia, el malvado Boris.

—Está bien, hasta luego —se puso de pie la rubia mujer.

—Le acompaño —se ofreció el anciano Dickenson.

—Señor Dickenson, espere. Necesito hablar con usted —lo detuvo Boris.

—Sí, señor Boris —contestó él, sintiéndose apenado con la doctora.

—No se preocupe por mí, señor Dickenson conozco el camino —sonrió la rubia doctora.

La doctora se fue.

—Quiero advertirle que en lo futuro se abstenga de desafiar mi autoridad delante de extraños —Boris lo miró severamente.

—Yo no trataba de desafiarlo, tan sólo…

—Silencio —lo interrumpió—. Y ahora vaya a decirle a Kai que debe salir de la cama. En unas horas daré mi clase y lo quiero en primera fila.

—Sí, señor Boris. Como usted diga.

Sin poder objetarle más nada, el anciano fue en busca de Kai.

Continuará…


N/A: Ojalá que les haya gustado este primer capítulo. El fanfic tal vez no prometa mucho, pero lo hago con mucho entusiasmo.

Es la parodia de una película mexicana, de hace algunos años: "Hasta el viento tiene miedo". La historia trata de unas chicas que están en un internado y una de ellas sueña todas las noches con una joven ahorcada. Luego son castigadas y deben permanecer durante las vacaciones en el colegio. Y es ahí donde empieza la "acción". Claro que yo le he hecho modificaciones, pero creo que también he conservado algunos diálogos del original.

Por cierto, esto tendrá cierto aire shonen ai más adelante.

Espero sus criticas, constructivas y destructivas.

¡Hasta Luego!