Capítulo 11

El duque pidió una audiencia con el Rey Jorge, de inmediato lo atendió.

-Mi amigo William que gusto verte, supe que estabas en Italia, sabes que yo de todo me entero, decía orgulloso el rey.

-Jorge me da gusto que te enteres de todo, tuve que actuar rápido, encontré a los asesinos de los duques de White.

El rey se quedó en silencio asimilando la noticia, ¿Cómo era posible? Después de tantos años…

- ¿Por qué no los has traído contigo?

Le extendió las declaraciones firmadas de los dos, el rey las leyó poco a poco fue cambiando su semblante y palideció.

- Entiendo ¿Dónde los tienes William?

Los tengo en mis mazmorras, ¿quisiera que los vieras ahí, todo tiene que ser en la mayor de las confidencias, no quiero que Eduardo se escape.

-Eso no pasara William, pego un grito llamando a un mozo, empezó a escribir una misiva, era una orden para llevar a su presencia a Eduardo, seria juzgado, era considerado un criminal, su jefe de guardias se haría cargo de llevarlo a palacio.

-Vamos ahora mismo William, quiero que paguen por lo que han hecho.

El duque y el Rey llegaron a las mazmorras del castillo, nadie lo sabía excepto el cochero que había escuchado todo.

Le mando una misiva a Eduardo a el castillo para que escapara, pero él ya se dirigía al castillo del duque de Andrew a buscar a Candy junto a Eliza.

-Habla Daniel, ¿Qué fue lo que hiciste?

-Mi señor, mi rey, yo lo hice porque mi tío me lo pidió, prometió pagarme muy bien, además había deshonrado a mi hermana y amenazo en que su nombre seria repudiado al igual que el de mi familia por la vergüenza. Yo mate a la duquesa de Andrew en Chicago, Neari al duque, de la niña no supimos más, estamos seguros que algún animal se la comió.

El rey los vio con desprecio y volteo a ver a su amigo.

-William hay que llevarlos a palacio, ahí daré mi veredicto, Eduardo ya debe ir en camino como prisionero, lo tenía en alta estima, pero a ese maldito, como perro morirá.

William sabía que era momento de que Candy regresara a escena, ya todos los implicados estaban presos, era momento de que Jorge supiera que ella estaba viva.

William fue a buscar a su hijo para que estuvieran presentes en el juicio de Eduardo y compañía, los encontró en el despacho mientras hablaban, entro agitado al cuarto y se dirigió a ellos.

-Albert, es momento hijo, el momento de que se haga justicia, decía mientras lo estrujaba por los hombros.

Albert lo tomo de las manos, -Padre tranquilízate, ¿Qué ocurre?

-El rey a mandado aprisionar a Eduardo y ahora llevan a palacio a sus cómplices, necesitamos irnos cuanto antes.

-Voy a cambiarme y nos vamos William, decía Candy saliendo de la habitación exaltada, quedándose William dándole todos los detalles desde que llego a Italia.

Candy entraba a la habitación junto con Dorotie y las doncellas, Eliza golpeaba en la cabeza a las chicas, Dorotie era atada por Eduardo en una silla.

-Preciosa, jamás pensé que te volvería a encontrar, la última vez que te vi eras una chiquilla de 4 años, esos ojos tuyos sabían que los había visto en algún lado antes, ver tu pintura en el castillo fue revelador, hablaba mientras ataba y amordazaba a Dorotie.

-Déjalas ir, a quien quieres es a mi Eduardo, yo haré lo que quieras, pero déjalas ir.

-Tu y yo nos iremos de aquí, tengo cosas que hacer contigo, nos divertiremos y luego te matare, finalmente morirás… decía Eduardo con un deje de locura en sus palabras.

-Déjalas ir por favor te lo ruego… estaba temblando de miedo, pero no se lo demostraría a ese infeliz.

La tomo de las manos, estaba apunto de amarrarla cuando entro Albert a la habitación, Candy ya se había tardado mucho y tuvo un mal presentimiento, llego al umbral de la puerta y escucho voces, algo malo pasaba, le llamo a los guardias que estaban por ahí custodiando y les hizo una seña para que guardaran silencio, abrió de golpe y vio a Eduardo tomando de las manos a Candy.

-Déjala Eduardo, a ella no te la llevaras, Albert hacia monologar a Eduardo para distraerlo, le hacia señas a los guardias para que entraran, Eliza estaba lista para irse en contra de Albert, pero los guardias ya la habían aprisionado.

-Eduardo déjala ir, esto lo arreglaremos tú y yo.

-Claro que no Albert ella será mía, decía mientras le ponía una daga en el cuello y tomándola por la espalda, -tengo que matarla, debió de morir hace 5 años, ahora yo seré el duque, ella será mía, mírala es hermosa, huele delicioso, decía Eduardo mientras aspiraba el cabello de Candy.

-Eduardo, el rey ha mandado por ti, déjala ir y podremos ir a ver que quiere el rey, tal vez ya te van a nombrar Duque, a Candy no le interesa el nombramiento, déjala ir de una buena vez! Le pedía Albert mientras se iba acercando a él.

Eduardo se exalto, ¿para que lo quería ver el rey? - ¿Qué dices? ¿Jorge quiere verme?, preguntaba el soltando un poco el agarre de Candy, ella aprovecho y levanto su bota, ahí siempre llevaba una daga pequeña para defenderse, desde que andaba en las calles ella cargaba una navaja o algo que le sirviera para escapar y ahora la necesitaba más que nunca. Saco discretamente la daga, la empuño con fuerza y rápidamente la clavo en la pierna de Eduardo girándola, ella se escapo de su agarre, Albert se movió y atrapo a Eduardo, le sujeto la mano para que soltara la daga, él siendo mas alto y atlético pudo desarmarlo rápidamente, lo noqueo y callo al suelo, Eliza solo gritaba y estaba desesperada por escapar, los guardias no la soltaban, Albert amarro a Eduardo y lo empezó a golpear como la basura que era, llegaron mas guardias, con los gritos de Candy para que Albert se detuviera y no lo matara, era tanto el odio por Eduardo porque había osado tocar y tratado de matar a Candy, quería asesinarlo con sus propias manos, dos guardias llegaron y desataron a Dorotie, vieron que las doncellas estaban bien, Candy estaba atónita con todo lo que había pasado, solo abrazaba a Albert para poderse tranquilizar, Eduardo ya hacia tirado en el piso inconsciente y ensangrentado. Los amarraron y el duque se adelantó para hablar con el rey y decirle todo lo que había pasado, hablándole de Candy, recordándole el compromiso que habían hecho sus padres y el para sus hijos.

-Llegaban a palacio con los prisioneros, Eduardo y Eliza, él iba ya despierto, pensando como se iba a defender, el rey siempre lo había tenido en gran estima y estaba seguro que no tenían pruebas, saldría de ahí mataría a Candy y se largaria por una temporada lejos, el ducado difícilmente se lo darían por lo que había pasado.

Los cuatro prisioneros estaban atados y de rodillas ante el rey Jorge con la cabeza agachada, solo podían mirar al rey cuando estuvieran declarando.

-Eduardo, tu serás el primero, dime ¿Cuál ha sido tu participación en el asesinato de los duques de White?

-Ninguna mi rey, no he tenido participación alguna.

-Bien como no quieres declarar escucharemos a tus cómplices.

-Neari seré benévolo contigo si declaras la verdad sin que tenga que leerte tu declaración firmada.

Neari declaro todo lo que había pasado incluso lo de Eliza con su tío, la relación amorosa que sostenían en las sombras, Daniel también declaro todo lo firmado.

Eliza solo lloraba y lloraba no pudo negar ni confirmar nada, era tanta su vergüenza y desdicha que no pudo dejar de lamentarse lo que había hecho.

Jorge se levanto y dio su veredicto:

-Mañana a primera hora Neari y Daniel serán fusilados, tendrán una muerte rápida por haber cooperado, sin embargo, no podrán despedirse de nadie.

-Eduardo por ser el autor intelectual, serás torturado en las mazmorras, toda la noche el verdugo tendrá carta blanca para hacer contigo lo que él quiera, sus más perversos castigos serán aplicados a tu persona, la lengua se te cortara y ya veremos que mas quiere hacer el verdugo contigo, mañana al amanecer serás colgado y tendrás una muerte lenta y dolorosa.

-Elizabeth tu serás desterrada sin posesiones, sin nada a Somalia, mañana partirás, el exilio será tu castigo, ordeno que jamás puedes pisar tierras inglesas ya que te mataremos en cuanto pises nuestro territorio.

Eduardo palideció, gritaba insultos para todos, sabia que lo harían sufrir lo indecible, que el rey no le creería y que ya no había salida, los maldecía a todos, los odiaba, ¿porque no se había muerto esa maldita mujer?

Eliza gritaba y lloraba, sabia que era un lugar horrible, les hacían a las mujeres cosas denigrantes, estaba perdida, suplicaba la muerte, pero era un castigo demasiado benévolo como para solo matarla, el rey pidió que todos fueran llevados a las mazmorras pero que Eduardo estuviera en una celda solo, tendría una noche muy larga.

Albert y Candy escuchaban con atención la sentencia del rey, había sido justo como lo había imaginado, Albert supo que los castigos habían sido suficientes para corregirlos, veía la cara apesadumbrada de Candy, el rey la llamo a su presencia.

Candy parada frente sentía que le temblaban las piernas, estaba muy nerviosa, e hizo una reverencia.

-Lady Candice, el duque de Andrew me ha dicho que te encontró, se paro y la abrazo tiernamente, -hija lamento todo lo que paso con tus padres, sabes que tu gente te espera y quiero que tomes el lugar que te corresponde, ser Duquesa de White, no te preocupes ahora estas entre familia.

Hola mis queridas lectoras amigas, este es el penultimo capitulo, espero poderles subir el final mañana por la noche, les agradezco su apoyo para este reto que disfrute escribiendo, amo de verdad leerlas, las quiero... nos seguiremos leyendo!

Las lagrimas corrieron por las mejillas de Candy, era lo que había soñado.