Capítulo 12
Jorge un rey justo y sabio de avanzada edad, sabía lo que atormentaba a Candy.
-Ven hablemos un poco en privado. La llevo a su despacho.
-Candice sé que estas atormentada por el castigo que he decidido para los asesinos de tus padres, pero déjame decirte querida, es poco para lo que te hicieron pasar y lo que le hicieron a tu familia, ellos fueron malvados, no se tocaron el corazón para matar a sangre fría y separarlos, un día de estos me encantaría saber que hiciste en Chicago para sobre vivir, y darle mi gratitud a todos aquellos que te ayudaron a poder estar aquí en estos momentos, Candy por favor, no te sientas mal por esas escorias, yo lo he decidido así y no cambiare de opinión, mis amigos que eran tus padres no merecían lo que les paso, así que querida, si quieres evitar un mal momento no vengas a la ejecución mañana, pero mi palabra ya está dicha y así se hará. Candice me ha pedido el duque que quiere que sigas viviendo en su casa, quiere pedirme tu mano para su hijo, yo sé que estabas prometida a él desde que naciste, ¿tú quieres casarte con Lord Andrew?, no te obligare si no es lo que quieres.
Candy dejo las lágrimas de lado, después de enterarse cuál sería el final de Eduardo y los otros delincuentes, sabía que debían de pagar todo el daño que le hicieron, pero en su corazón había bondad, esa que su madre le había heredado, le dolía ver tanto castigo, definitivamente el rey tenía razón además lo que menos se imagino era que le pedirían la mano para matrimonio con Albert.
Ella se sonrió – Si su excelencia, amo a Albert y si quiero casarme con él.
-Perfecto querida, pero vivirás conmigo hasta que sea el enlace, nadie dudara de ti y en poco tiempo te desposaras, haremos un baile para anunciar su compromiso, pequeña alégrate, tu familia recibió justicia y pronto te desposaras del hombre que tanto te busco y encontró, ¿estás de acuerdo?
-Si su excelencia estoy de acuerdo, Jorge y Candy siguieron hablando un poco de lo que había pasado con ella esos años y lo que habían hecho María y el doctor para ayudarla, como se subió al barco y como se había convertido en Jack y hasta hace unas horas era Carys, Albert y William la esperaron hasta que el Rey les dio el pase para su privado.
-William, Albert pasen por favor… he estado hablando con Candice y ella se vendrá a vivir a palacio conmigo.
Albert abrió los ojos grandes, y se preguntó si Candy había decidido no casarse con él, el quería mostrarle todo el reino, quería acompañarla y enseñarle de sus nuevas responsabilidades. Albert apenas iba a replicar cuando el rey levanto la mano.
-Espera Albert antes de que me digas cualquier cosa, ¿no quieres que se dude de la virtud de tu futura esposa verdad?
Albert sintió que un calor invadía su cuerpo, felicidad, era felicidad por saber que al fin se iba a poder casar con Candy, fue hasta ella y la abrazo, le beso la frente en ese mismo instante se hinco y de su bolsillo saco una cajita que extendió a Candy.
-Candy te conozco lo suficiente para saber que tienes un alma pura, que eres una mujer fuerte, llena de amor, con convicciones firmes, toda una dama, eres la mujer que he buscado todos estos años, te amo pequeña, ¿quieres casarte conmigo?
Candy extendió la mano dándosela a Albert para que le pusiera el anillo. -Si Albert si quiero casarme contigo, decía abrazándolo de nuevo y dándole un beso en la boca, mientras que él la giraba por el aire.
El duque y el Rey veían con alegría el amor que se expresaban esos dos, serian excelentes juntos, debían conocerse mejor, pero había amor entre ellos.
El día de la ejecución llego, Candy decidido estar ahí y cerrar ese episodio en su vida y avanzar. Neari y Daniel comparecieron primero, fueron fusilados y murieron al instante, sus cuerpos fueron retirados para la ejecución de Eduardo, la estructura para colgarlo ya estaba casi terminada, se veía cansado, no tenía fuerza para decir ni hacer nada, su cuerpo era una muestra de los despojos que quedaron de él, lo levantaron, lo ataron y lo ejecutaron tardo unos minutos para morir, pero ahí termino su vida.
Eliza para ese entonces ya iba en camino escoltada para cumplir su exilio.
Candy se fue a vivir a palacio después de ese día, lo primero que quiso hacer fue ir al cementerio familiar Albert estuvo con ella acompañándola, desde que había llegado tenia ansiedad por ir a ver las tumbas de sus padres, desahogarse, llorar hasta que sintiera que todo estaba terminado y prepararse para su pueblo, entro al castillo, vio todo lo que había modificado Eduardo, cuando volviera a casa lo regresaría todo a su plenitud original.
Albert no perdía tiempo para abrazar y consentir a Candy, darle su apoyo incondicional y que supiera que estaba para ella, le robaba besos, Dorotie era bastante permisiva.
El día del baile de compromiso llego, el Rey Jorge anuncio el regreso de Candy como duquesa de White, además del compromiso de matrimonio de ella y Albert, el baile fue toda una sorpresa para el pueblo que estaba feliz por que su duquesa regresaba a casa, mientras bailaban Albert y Candy el se acerco y le hablo al oído.
-Candy ven conmigo amor, quiero que veas algo.
-Albert todos notaran que nos hemos ido, Eduardo me regañara amor…
-No te preocupes mi padre nos cubrirá…
Salieron al jardín, en medio había una mesa solo para dos, champagne y un sobre, - Querida brindemos por un nuevo comienzo, por estar juntos y por haberte conocido, por amarte como te amo, chocaban sus copas, Candy lo interrumpió.
-Por amarnos como nos amamos amor.
-Así es cariño, le extendía la mano con el sobre, Candy se extrañaba, -Ábrelo, es una sorpresa.
Candy lo abrió, no entendió muy bien lo que era, solo leía que era una propiedad en Chicago y alguna cantidad exagerada de dinero, -Albert ¿Qué significa esto?
-Amor son los papeles de una propiedad en Chicago, es una enorme casa donde podrán vivir muchos niños a los cuales María ayudara, la cantidad de dinero que está ahí, será para suministrarlos de lo necesario durante un año, no les faltara nada amor, es lo menos que podemos hacer por todo lo que hicieron por ti.
Candy derramaba lagrimas era cierto, es lo menos que podía hacer por ella, los niños lo iban a agradecer, era lo que ella quería hacer precisamente por María, sabía que iba a tardar en poderla ir a ver, pero lo que había hecho Albert era suficiente para que estuvieran bien.
La velada termino, la acompaño a su habitación y le planto un buen beso en la boca, cada vez era más difícil dejarla, se separaban para tomar aire, ponía su cabeza contra la suya y los dos suspiraban de amor, Jorge estuvo de acuerdo en que en un mes se casaran, sabia que se amaban y no había porque esperar. Al día siguiente Albert fue a ver a su prometida no le tenía muy buenas noticias.
-Cariño me temo que no te tengo buenas noticias, se que estas en medio de adaptarte de nuevo a tus obligaciones y de planear nuestra boda, pero Escocia tiene problemas y necesito ir urgentemente a mi pueblo, amor sabes que, si no fuera de vida o muerte nada me separaría de ti, pero debo ir, decía Albert amargamente, -mi padre se quedara contigo, te extrañare espero tardar lo menos posible.
-Lo entiendo Albert, sabes que te esperare, por favor llega para nuestro matrimonio, lo deseo tanto… decía ella sonrojándose, -escríbeme por favor, se despidieron con un beso, abrazándose por un buen rato, iba a ser un largo tiempo.
El duque todos los días iba con Candy para acompañarla al castillo de White para que aprendiera todo lo necesario, la administración, conociera a los sirvientes. Su dama de compañía y Lucy le ayudaban con los preparativos de la boda, Lucy había sido comisionada por el mismo rey para que Candy no tuviera mucho de que preocuparse, pasaron dos semanas y Albert le comunico a su prometida por medio de una carta que en una semana y media más estaría en Inglaterra, estaba ansioso por verla de nuevo.
Candy durante ese tiempo tuvo muchos progresos, su nana y los fieles sirvientes de su padre regresaron al castillo para atender y ayudar a Candy, todo se estaba acomodando, pudo estar entre la gente viendo las necesidades de ellos, como estaba el campo y muchas cosas mas que le demandaban como duquesa, faltaba un día para la boda y Albert no llegaba, se preguntaba ¿Por qué no había recibido alguna carta contándole el por que del retraso?
-Jorge estoy preocupada por Albert, ayúdame te lo ruego a localizarlo, tengo un mal presentimiento de esta demora, decía Candy con la desesperación en la voz.
El rey envió una cuadrilla a verificar por el camino que todo estaba bien, pero encontraron a Albert por el camino, dijo que había tenido que desviarse un poco pero ya estaba por llegar, fue el reporte que le dieron al rey. El duque de Andrew regañaba a Albert por no avisar que se retrasaría dos días, pero él tenía una justificación muy solida por lo que el duque lo dejo por la paz, Candy se quedo mas tranquila sabiendo que Albert regresaba con bien, solo que ya no lo dejaron verlo ya que era de mala suerte ver al novio un día antes del enlace, ya lo vería hasta el siguiente día.
El día de la boda llego, la nana de Candy estaba con ella arreglándola y terminando de darle los últimos toques, la boda seria en el palacio, El rey quiso entrar a hablar con ella.
-Candice hija solo quiero desearte mucha suerte, hija tienes un padre en mi pequeña, por favor acude a mi cuando me necesites, tienen mi bendición y es mi deseo que tengas toda la felicidad que te robaron durante este tiempo.
-Lo hare Eduardo, gracias por estar para mí, y confía en mí, te daré buenas cuentas de mi parte del reino.
Se dieron un fuerte abrazo y la escolto hasta el altar, se veía regia, toda una princesa, un vestido blanco como la nieve, el velo lo llevaba en la cara, el reverendo Russ y Albert ya estaban en el altar esperando a la novia, Candy camino por la alfombra y El rey la entrego, Albert le tomo la mano y empezó la misa, el duque fue el padrino de Albert y Candy no había querido invitar a nadie a ocupar ese lugar de honor pero sintió que no estaba sola, en un momento de la misa volteo a ver quien era la mujer que estaba a un lado de ella y María le sonrió, Candy estaba que saltaba de alegría, pero sabia que no era propio que la saludara en ese momento, solo asintió con la cabeza y volteo a ve a su futuro esposo, sabía que él lo había hecho.
Todos estaban expectantes, el "si acepto" sonó por los salones, de ambas partes palabras llenas de promesas y de planes a futuro, al finalizar Albert levanto el velo de la novia, estaba que rebosaba de felicidad, era la novia más perfecta que jamás había visto y desde ese momento era suya, solo suya. La beso suavemente y desapareció todo el mundo alrededor, la atrajo mas hacia el y profundizo el beso ¡la había extrañado tanto!
La gente estaba acercándose a felicitarlos, pero en especial se acerco una cierta mujer abrazo a Albert primero, Candy estaba distraída cuando vio quien abrazaba a su esposo grito de felicidad.
-María, María ¿pero ¿cómo? ¿Cómo es que estas aquí? Mi querida María. La abrazaba y besaba las manos de la que había sido como su madre durante el tiempo en Chicago.
-Hija me da tanto gusto que hayas llegado con bien, tu esposo hizo posible que estuviéramos aquí en este día tan importante para ti, nos recogió hace dos días en el puerto, pero mírate eres toda una princesa mi niña, no he venido sola, el doctor Martin está aquí conmigo, lo vio y también lo abrazo.
-Soy tan feliz de tenerlos aquí conmigo, gracias Albert, le dio un beso.
La tomo por la cintura y la acerco a él, le susurro en el oído, -Espero que me lo agradezcas mas tarde a solas, decía pícaramente. Ella se sonrojaba. -A mi esposo lo que quiera, contestaba Candy retadoramente.
Comieron, bailaron y se divirtieron mucho, esa noche partían a Escocia, quería que conociera de sus raises, aunque no estaba seguro de si saldrían del castillo durante el mes de luna de miel, la quería para el solo durante todo ese tiempo.
Se despidieron de todos, le pidió a William que atendiera a María y al doctor en su estancia en Inglaterra, ellos regresarían en dos semanas a Chicago así que ya no podría despedirse de ellos ni atenderlos, pero se lo tomarían como unas vacaciones, además parecía que María y la nana se habían vuelto buenas amigas. El duque no dudo en hacerse responsable y agradecerles como era debido a las dos personas que vieron por Candy todo ese tiempo.
Emprendieron el camino a Escocia, se hospedarían en un hotel su primera noche de esposos, Albert ya tenía previsto que llegarían ahí a media noche. La cargo para entrar a suite principal.
-Esposo, pero este ritual es para entrar a nuestro futuro hogar. Decía Candy mientras la llevaba en brazos.
-Lo se esposa, pero no quiero correr riesgos, será nuestra primera noche y deseo hacer todo contigo.
La recostó en la cama y le dio un suave beso, ella lo abrazo por el cuello, Candy era inexperta pero tanto tiempo en las calles había visto algunas cositas que no eran dignas de una dama, no era ignorante totalmente del tema.
Albert la beso y ella subió el tono de los besos, el propósito de Albert era ir lento para no asustarla, pero resulto que Candy estaba más que impaciente, él la desvistió rápidamente y ella a él, el vestido, las zapatillas, la camisa, todo lo que los separaba salió volando, la besaba con vehemencia y ella se perdió en los besos y las caricias, Albert fue gentil con ella, se amaron dos veces más, fue una sorpresa muy agradable la vivacidad de su joven esposa, la prueba de su virginidad quedo impregnada en la sabana de la cama, al día siguiente siguieron con su viaje, tardaron 2 días mas en llegar a Escocia, el castillo de los Andrew era hermoso e imponente, los sirvientes ya los esperaban en la entrada, Albert dejo solamente a los estrictamente necesarios para poder disfrutar a sus anchas a su jovial esposa. Pasaron una luna de miel preciosa, llena de amor, y de arrumacos por todos lados, conocieron muchos lugares interesantes, aunque no visitaron tanto la ciudad, Candy era todo un torbellino y Albert la complacía en todo lo que se proponía.
