¿QUIÉN?

¿Quién les dará una caricia en las mañanas?

Y un beso al despertar, y los abrazara

Dos pequeños hermosos, tan bellos con rasgos perfectos estaban mirando aquellas viejas ruinas, contrastaban en esa imagen tan débiles y tan inocentes, con ropas que demostraban su estirpe y una pequeña maleta, el futuro es muy incierto, pero siempre debe haber ¿alguien? o ¿algo que proteja? a dos jóvenes almas...

Nunca nos separaremos hermano.-dijo uno de ellos.

Nunca te prometo que siempre estaremos juntos, nadie ni nada nos podrá separar.-y se dieron un tierno abrazo...los esfuerzos se tenían que hacer presente en cada momento, nunca un error podría ser tan fatal.

El solo esta brillando de una manera muy hermosa.-dijo uno de los gemelos.

Brilla por nuestro porvenir.-expreso el otro, entraron en medio de las ruinas.

¿Quién les dirá que el desayuno esta en la mesa?

Que se hizo tarde ya, que tienen que estudiar.

¡A entrenar! niñitos mimados.-gritaba un hombre, a los dos pequeños, ambos corrían.

Si señor-ambos corrían.

¡MÁS RÁPIDO!-les ordenaban.

Si señor.-no estaban acostumbrados a hacer ejercicios tan fuertes...ambos solo tenían 6 años.

Eres muy duro con ellos Tristan.-dijo una voz.

No te metas Cristal, buenos aprendices me dio el maestro dos niñitos mimados, no pueden correr ni si quiera.-respondió

Tristan-recrimino Cristal, los pequeños se caen, ya estaban exhaustos...

Ya vete.-ordeno Tristan.

¡SI serán inútiles!-les da un latigazo. las lágrimas de ellos querían salir a flote, pero no lo podían hacer debían de volverse fuertes para demostrar que no necesitaban de nadie más solo de ellos, en realidad solo se tenían a ellos, ambos se ayudan para levantarse y este se acerca y tira una patada que les golpea el estomago, era la fuerza de un toro, provocando que estos dos caigan al suelo y les propina más latigazos que tal vez no serían capaces de soportar, pero muchas veces ese golpes no eran comparados con otros que lastiman mucho mas y causan heridas que ni si quiera el tiempo puede borrar.

Recordó Tristan:

¡Pero maestro!-remilgaban un hombre de cabello rojo sangre, piel quemada por el sol y en sus ojos se reflejaba su altanería.

Lo tienes que hacer Tristan, además tu eras el que me pedía nuevos aprendices.-dijo el Gran Patriarca, que tenía a su lado a los dos pequeños, que lucían firmes y seguros de si mismos.-Pues aquí los tienes además ellos mismo me han pedido que los acepte como aspirantes, que ellos son capaces de hacer todo lo que se proponen.

A leguas se ven que son unos mocosos mimados.-dijo Tristan

Lo tienes que hacer y es mi ultima palabra Tristan.-afirmo el hombre, se tubo que llevar a los mocosos como el decía, los entro a una especie de desván...

¡Hay se quedaran!-les grito.- ¡NO QUIERO NI UN RUIDO! SI ME MOLESTAN LE IRA MUYY MAL

No te preocupes hermano.-dijo Saga.

No nunca lo haré si estamos los dos juntos.-afirmo Kanon.

En una enorme Mansión, se celebra una...

Coronas de flores adornaban la casa, parecía que había un enorme festín.

¿Estas seguro?-pregunto un hombre sorprendido

Si se han marchado, ahora el que debe estar muy feliz debe ser "ya sabes"-afirmo un hombre de cabello blanco.

Si, que suerte al perderse los mocosos y el viejo ya estiro la pata-respondió un hombre.

¡Bravo! vivan los novios.-grito una mujer de unos 45 años, de baja estatura y sonrisa bobalicona, con un traje color uva.

La farsa comienza.-se dijeron, la fiesta de le boda daba comienzo, exquisita comida...

Un gruñido se oyó en el estomago de los pequeños...

jijiji hermano tengo hambre.-dijo Saga, mientras curaba las heridas de su hermano.

jijijiji yo también.-expreso Kannon, le sonrió a Saga.

El exquisito vino rodeaban todas la mesa, nadie parecía preocuparse por la ausencia de dos niños, ambos hermosos y adorados aparentemente por todos, pero ahora ni si quiera eran recordados...por nadie.

Muchas felicidades.-le decían a la pareja.

Gracias, gracias.-la mujer llamada Greshia, tan hermosa era la mujer estaba espléndida con su vestido blanco, comiendo y bebiendo.

Mama.-dijo Saga, ambos pequeños habían caído dormidos, con hambre y dolor, pero no el del cuerpo que es fácil de curar sino el del alma.

¿Ya ni si quiera te acuerdas de nosotros?-se pregunto Kannon entre sueños.

Días pasaban y la joven pareja de esposos despilfarraba el dinero en caprichos tan absurdos...

Me gusta este caballo lo agregare a mi escuadra.-decía el hombre

Disculpe señora le podemos mostrar unos hermosos ponis que sus hijos los adoraran.-dijo el vendedor de caballos.

Yo no tengo hijos.-respondió secamente la mujer.

Es cierto, pero espero que pronto podamos tener uno.-dijo el Yoir, el esposo de ella.

Notas;

Esta es la re-edición del fic; corrección de ortografía y un poco de redacción.

Muchas gracias a las personas que leen este fic por dedicarme unos minutos de su tiempo, después de la re-edición del fic subiere ya el capitulo nueve.

Todos los derechos sobre Saint Seiya le pertenecen al señor Masami Kurumada.