Nosocomio capitulo 2

Unternehmen Barbarossa

(Una disculpa por la demora tras mi derrota en el concurso de fics, sumemos le que me tomo mas tiempo el armar la linea de tiempo, espero que conforme avance la historia esta, no se vuelva pesada por el uso de temas militares, fechas y demás detalles de este mundo alterno de ucronia, un saludo a quienes aun me leen, se les agradecen muchísimo sus reviews y no, esta historia no estará mas en hiatus, tratare de actualizarla lo mas seguido que pueda)

En algún lugar de Alemania Julio de 1941

No puedo decirte mucho, pero para cuando leas esta carta probablemente ya estemos arribando con éxito a Smolenks, tenemos la enmienda de atacar el corazón de los rojos en los proximos tres meses, aunque se, por experiencia que esto podría llevar mas que eso, tendré el honor una vez mas de llevar el mando de capitán en el frente, la noticia me sorprendió, aun pese a mi herida que se ha vuelto bastante molesta con los cambios de clima o el golpe sonoro del mortero, el coronel me ha dado la facilidad, evidentemente por mis logros durante la primera guerra, mi experiencia en el campo es valiosa, tu ya sabes de que hablo.

Hemos tenido avances feroces en cuanto a toma de territorios, ningún ejercito se compara con nuestra experiencia y brutalidad en el arte de la guerra, si todo sale de acuerdo a lo planeado por el comandante Frankz le daremos un golpe mortal a los rojos y entonces seremos imparables y estaremos mas cerca de nuestro sueño.

Espero enviarte buenas noticias una vez lleguemos a nuestro objetivo, no hay nada que me regocije mas que pensar en la navidad de este año, imagina recibir el año próximo en un nuevo mundo.

Me intriga saber que avances hay en tu lugar de trabajo, la ultima carta que recibí me la enviaste de Sachsenhausen, he escuchado rumores sobre los avances y descubrimientos médicos en tu campo, magnifico uso que han encontrado para la plaga que yacía en Alemania, así mismo llevo conmigo siempre el puñado de cartas muy cerca de mi corazón, espero vernos pronto, sea oficial o extra oficialmente Saeko.

Capitán Ekhardt Kruger

Los ojos verdes del capitán brillaban al amparo de un quinqué de petroleo mientras doblaba con cuidado la hoja de papel impregnada con olor a pólvora y hierro, por fuera del sobre lucia con bella caligrafía su nombre -llévela de inmediato y recoja el resto de cartas, mañana antes del amanecer deben ir en camino, ya sabe usted el riesgo que significa que cualquier carta caiga en manos de enemigos-

El alba comenzaba a despuntar en un azul celeste, sobre las montañas que asomaban por el este, las risotadas de un par de guardias sacaban de su descanso imprevisto a una ya cansada Shizuru, miro su reloj de bolsillo, demasiado temprano para un desayuno, mas no para el medicamento de su paciente, suspiro al mirar la precariedad a su rededor, ella que siempre había trabajado en los mejores psiquiátricos ahora se veía obligada por las acciones irracionales de su país a migrar con premura de su amado Kioto, desde el ataque a Pearl Harbor sus padres temían alguna represalia de los americanos, y con gran insistencia en que se refugiara en el país aliado, ahí al menos podría huir a otro lugar, por otra parte los alemanes perdían Stalingrado, incapaces de soportar ya el empuje de la ofensiva y con ello se había visto en la penosa necesidad de recurrir a las ultimas lineas que aun podía defender la Wehrmacht.

Dejando atrás las comodidades, aun con el espíritu en alto, ver un Berlín en decadencia le propino un duro golpe de realidad, estaban perdiendo y ahora estaba en medio de una guerra y con la responsabilidad de cuidar de la hija de uno de los capitanes mas sanguinarios.

Se levanto y para sorpresa suya Natsuki miraba hacia la puerta, ausente como siempre, sentada con medio cuerpo contra la pared maltrecha, bajo la mano que en un movimiento involuntario llevo sobre su corazón, recupero con disimulo su postura relajada y profesional -apuesto a que puedes escucharme y entender lo que te digo, es una buena señal que te hayas casi incorporado por ti misma- le dedico una sonrisa a su paciente, se giro y con una ultima ojeada al archivo arrojo este dentro del cajón, basto un movimiento para que la manija de bronce abandonara la madera y reposara en su mano, los ojos de la castaña rodaron por la pésima suerte que una ves mas, le recordaba que ya no estaba en casa.

El otoño llegaba a su final, una de las épocas que mas disfrutaba, pues era un contraste melancólico y una dualidad hermosa, arboles en un cobrizo frondoso sobre sus ramas, el viento helado, un cielo brumoso y gris la mayor parte del día, aquella mañana solamente noto a tres de los mas de ocho pacientes que encontró el día de su llegada, su paciente permanencia tan taciturna como de costumbre, contradiciendo en todo la prescripción y diagnostico de Saeko.

Al paso de un guardia no dudo en acercarse para indagar sobre la ausencia de pacientes, quedarse con la duda no era algo que le gustase -disculpe que lo moleste-

incapaz de ignorar el tono dulce se paro en seco sin soltar la correa de su fusil, a lo lejos el chasquido del combate parecía mantenerlo intranquilo, y en un pésimo ingles le respondió -¿que necesita señorita?- un vano intento de sonrisa se escapaba de sus duras facciones.

-he notado que faltan algunos pacientes... y- la risa ácida del guardia coarto la pregunta, el ceño de la castaña se frunció levemente ante tal grosería, sin una palabra el alemán señalo hacia el patio trasero.

-el invierno esta cerca, ninguno de ellos lograra ver la siguiente primavera -las facciones burlescas perdieron su brillo, mientras la brisa gélida sacudía los arboles, que respondieron la caricia con un chirrido agónico- y eso nos puede incluir- termino con desgano mientras daba vuelta para seguir en su ronda, una que ya era por mera obligación, pero lo suficientemente excusable con tal de no estar en el frente, entro para perderse dentro de la obscuridad del complejo.

Shizuru guiada por la curiosidad rodeo el patio hasta la zona señalada previamente , y ahí, con horror vio los cuerpos demacrados de al menos veinte personas, las batas blancas denotaban que habían sido pacientes de aquel lugar, a medio sepultar y aun con la tierra ennegrecida por la humedad; yacían sin zapatos y con una notoria desnutrición, golpes y ojos hundidos, incapaz de mirar aquella escena regreso al lado de su paciente, quien parecía no haber notado siquiera su breve ausencia.

-supongo que no podre hacer mucho por ellos- susurro para si, mientras la impotencia le crispaba las entrañas.

Con el mismo esfuerzo de siempre Shizuru llevaba a Natsuki hacia el comedor, ahora casi por completo vacío, un puré de papas, un vaso de vino blanco y una hogaza de pan les era entregado, a los pacientes restantes se les vaciaba sobre las manos el puré y una lata a modo de vaso con un par de sorbos de agua.

-doctora Fujino...- Saeko hablo con seriedad mientras dejaba un folder ocre sobre la mesa

Shizuru que aun divagaba con las perdidas de pacientes de un día a otro se limito a arrastrar la mirada sobre la mesa, asintiendo con la cabeza.

-tengo que salir en los próximos días, y usted es la única persona con la suficiente preparación para mantener este centro de pie, ya solo quedan unos pocos...bueno, cinco pacientes contando a Natsuki, mañana partiré al amanecer y no se hasta cuando este de vuelta, mientras tanto usted se queda a cargo y lamento decirle que no es una petición, es una orden del general de la armada- bebía un trago del vino para continuar -Natsuki permanecerá en una celda de aislamiento para que usted pueda cuidar de los otros pacientes-

-por eso no se preocupe, e manejado un piso con mas de cuarenta pacientes, seis no serán un problema...-

-señorita Fujino, con todo el respeto, puedo asegurarle que no ha manejado a ningún paciente como Natsuki, es un caso...especial, no se deje engañar por su apariencia dócil, bastara una falta en su medicación para que se convierta en un dolor de cabeza, tiende a salir del terreno de la institución, creame, ya una vez tuvimos que salir una noche entera tras ella, quiero evitar esos errores, en la situación que estamos, no tenemos ni el personal mínimo para que alguien le ayude a salir por un paciente-

Shizuru medito la respuesta mas correcta, aun con la molestia de semejante locura, le estaba poniendo en una situación comprometedora y bajo circunstancias que de ninguna manera lograría sacar adelante con prácticamente ningún suministro o forma de defenderse en el peor de los casos, suspiro tranquilamente y se mojo la garganta con un sorbo cálido de vino -Doctora Saeko, entiendo la precariedad y las circunstancias que nos rodean, pero si quiere que haga mi trabajo, debe entender que al menos debe darme acceso o facilidad de estar no solo en contacto con los demás pacientes, también con Natsuki, entiendo y la medicación de ella sera una prioridad, yo seguiré sus ordenes al pie de la letra, para mantener el control sobre el complejo, si gusta dejar a algunos guardias que me ayuden con la vigilancia le estaría muy agradecida-

el rostro inflexible de Saeko permaneció en silencio por un par de minutos, mirando hacia el fondo del comedor -me llevare a Edward, Karl se quedara con ustedes...- el sonido de varios zumbidos agudos a la distancia anunciaba una decena de detonaciones a varios kilómetros de distancia, ambos guardias salían fusil en mano, cesando sus risas, la luz de los pocos focos languideció por momentos, para restablecerse unos segundos después, mas los guardias permanecieron fuera por un largo rato, la directora regreso la vista hacia el rostro de extrañeza de la castaña -los órganos de Stalin, poder escucharlos después de silbar es una buena señal... mañana le dejare ordenes claras con Karl- y con una mueca de nerviosismo cenaron en silencio

De nuevo y con relativa facilidad, Natsuki había aceptado la cena, que cada noche se hacia mas escueta y pequeña, el frio que se colo al entrar los guardias le recordó a Shizuru la falta de un abrigo o alguna prenda mas adecuada para los pacientes restantes, era hora de ir a dormir, pero el zumbido de los ataques rusos aun le provocaban un calosfrío inexplicable a la castaña, quien caminaba guiando a su paciente, los demás marcharon tan rápido como los habían formado, a través del largo pasillo, podía escuchar las voces de los que estaban ausentes, algunos parecían incluso soldados, que recordaban algún evento traumatico en el frente, ¿los misiles de hace un momento habían revivido algún recuerdo? -vamos Natsuki, tenemos que llegar al dormitorio, supongo que el invierno aquí en mas crudo que en japón- reía con ironía mientras sujetaba la mano de Kruger, que era fría y rígida, los medicamentos podrían ser causal, o tal vez seria la falta de vestimenta correcta, mala alimentación.

-vaya Fujino, pensé que ya estaría en su habitación, Karl ya sabes...- ordenaba mientras bajo la mirada de Shizuru el uniformado sujetaba la muñeca con un claro exceso de fuerza, Saeko ni se inmuto al ver los hematomas en el antebrazo de su hija, y en unos segundos el medicamento estaba ya entrando en su organismo, una facción de molestia y la leve lucha le hacían ver que aun en ese estado pasivo, Natsuki se oponía a la medicación

-si se lo piden seria mas fácil doctora Saeko- refutaba con una clara muestra de enfado, ¿como era posible que una doctora con el curricular de Saeko tratara así a su hija, y peor aun, que no hubiera encontrado un tratamiento mas apropiado

-no necesito pedir permiso, soy la autoridad y no voy a desperdiciar mi tiempo en tratar de entrar en razón con ella- la severidad en su voz retumbo por el pasillo, y las voces que flotaban al amparo de la noche cesaron de golpe, como si aquella voz, fuera aun peor que los Katiusha. Y sin una palabra de cortesía la directora y el guardia regresaban a las oficinas.

Los ojos cerrados con fuerza y los dientes apenas mostrados en el rostro de Natsuki previeron la caída, Shizuru le sujeto sin un resultado favorable, la espalda de su paciente golpeo la pared para caer raspando su cuerpo contra esta, aunque estaba medicada parecía hacer un esfuerzo inhumano para evitar una caída vergonzosa, le castañearon los dientes por un segundo antes que Shizuru le revisara con rapidez los signos vitales, tan rápido como le afecto se fue la debilidad, y con el ayuda de la psiquiatra ambas retomaron su camino a la cómoda que compartían.

Una vez instalada su paciente Shizuru se tomo el tiempo de atrancar la puerta con la silla que usaba al revisar los expedientes, se agacho bajo la cama buscando su llave improvisada, enrosco la manija en al cajón, mantuvo el agarre inclinado y con paciencia extrajo la carpeta con el expediente de Natsuki, buscando datos tan básicos como su ingreso, en las hojas sucias y maltratadas por el manejo descuidado pudo leer Noviembre de 1942, ¿en un año se había dado por vencida Saeko? Hasta donde su juicio le dejaba ver, Natsuki no era o no tenia facha de haber padecido toda su vida, se podía dar le lujo de imaginar que hace un año, tenia una vida normal, como la suya o la de cualquier persona, no encontró mas información relevante, solo notas en mala escritura que detallaban su súbita demencia, medicación inmediata y fin, a diferencia de los expedientes de otros pacientes el de ella no tenia actas de nacimiento, antecedentes familiares, médicos, historia clínica, y eso, le hacia dudar de la calidad o incluso de la confiabilidad de la rectora. Regreso el expediente a su lugar y arrojo la manija debajo de la cama, Natsuki permanecía boca arriba, tal como la había dejado -no lo tomes a mal, pero hace demasiado frio y no tenemos demasiadas cobijas- la castaña se acuno de espaldas a Kruger, dejando que el calor de ambas les mitigara un poco el frio, el invierno estaba próximo y en esa noche se hacia mas notorio, serian cuatro meses difíciles.

Cerca de Stalingrado. Enero 1942

Querida Saeko, te escribo desde las trincheras a las afueras de Stalingrado, los rojos opusieron una gran resistencia, el invierno ha sido mucho mas duro de lo que esperábamos, pese a las solicitudes hacia los altos mandos se nos ha ordenado resistir hasta donde nos sea posible, menos de la mitad de los hombres están en condiciones de seguir en combate, muchos mas mutilados, hemos perdido un treinta por ciento de nuestros tanques, y autos de movilización de tropas.

Las raciones apenas y nos llenan el estomago por unos minutos, en estos días un puñado de hombres ha sucumbido a la precariedad, estamos en nuestro limite, los Katiusha silban horriblemente, y hacen mella en la moral de mis tropas, durante la retirada vi a tres soldados tirarse al suelo llorando, el grito de esos misiles han hecho entrar en locura a varios, hace unos días recibí una bala en el brazo, aun así logre encontrar a las fusileras rusas, y con gran gusto les di el tiro de gracia, oh, no sabes como anclo un buen vino, una hogaza de pan caliente y la carne... de ser necesario me temo que nuestro pura sangre sera usado para mantenernos con vida unos días mas, seguimos perdiendo terreno.

Pese a esto tengo la vana esperanza de regresar a tu lado y huir a algún país que no permita la deportación, sobre nuestra hija no he tenido noticias, después de la masacre que sufrieron en la cuidad donde se encontraban, dudo que siga con vida, de llegar a encontrarla no dudare en tomar acciones, no te preocupes por ella.

Al parecer los rusos encontraron algunas investigaciones en los campos de exterminio y han quedado horrorizados, sin saber los grandes avances que logramos con unos pequeños sacrificios, emprendieron una cacería hacia a los altos oficiales desde aquellos hallazgos, en breve emprenderemos la retirada, la victoria se ha esfumado y esta ya fuera de cualquier posibilidad al tener que retirarnos de las cercanías de Moscú, nuestro objetivo, a fallado...

no olvides llevar siempre tu Luger para casos extremos, espero volver a escribirte, y en algún momento verte de nuevo.

Capitán Ekhardt Kruger

Por la mañana un frio recorrió la cintura y pierna de Shizuru, el aroma ureo le hizo saber la causa, especialmente al recordar que su paciente estaba a sus espaldas -oh dios Natsuki...tendremos que ir a las duchas, ambas lo necesitamos- una vez de pie corroboro sus sospechas, hurgo entre las maletas, un pantalón sencillo de lana gris, y una camisa de manga larga en color café, y un par de botas de medio tiro en cuero marrón, eso ayudaría a mitigar al menos un poco del frio que acrecentaba mas conforme se acercaba el invierno.

Para si, la castaña eligió un conjunto de lana en color negro, que consistía de un pantalón de vestir, camisa de manga larga y un saco cruzado, e igualmente una botas, pero en un color gris azulado, antes de abandonar la habitación el golpeteo al otro lado de la puerta le hizo tirar algunas prendas, después de algunas maldiciones entre dientes abrió encontrándose de frente con Karl, llevaba un par de hojas engrapadas, parecía no haber dormido en absoluto

-son las ordenes de la doctora Saeko, vengo a asegurarme de que la paciente no falle en su medicación- se abrió paso empujando con el hombro a Shizuru y tomo el brazo como la noche anterior, los ojos verdes de Natsuki parecieron brillar al amparo de la conciencia, el soldado al notar aquella reacción, dejo correr un poco mas aprisa el liquido por la diminuta boca metálica de la aguja, se apresuro y abandono la habitación sin oportunidad de un cruce de palabras.

-¿los alemanes siempre son así de bestias?- vago la pregunta en el aire tras un suspiro de enfado, leyó rápidamente las hojas y las arrojo sobre su mesa de noche -claro, lo que me faltaba- se aproximo a su paciente y recorrieron el complejo en busca de las duchas, el agua estaba helada y seria una pésima idea tomar un baño completo con esas temperaturas, especialmente con las pocas calorías y grasas que consumían al día, busco la cocina y llevo una cubeta de agua en un gran caso metálico para alistar lo básico, un lavado de cabello y quizá medianamente de cuerpo, al menos su paciente necesitaba un poco mas de atención en ese aspecto.

Durante el resto del día se dedico a acercarse a los pacientes restantes, para su disgusto uno de los seis había fallecido durante la noche, victima de una hipotermia, lo encontró sin cobijas ni colchón, se hizo un ovillo y ahí en la esquina alcanzo su final, en su pequeña cómoda encontró un par de cartas, corroboro con la lista de pacientes y en efecto, eran o habían sido escritas por el, quizá en tiempos mejores, sus sospechas eran ciertas, era un soldado de primera clase, ingresado una semana antes que Natsuki

-lo llevare a la fosa- se burlo Karl, tomando a Shizuru por sorpresa, al tiempo que jalaba el cuerpo aun rígido por el cuello de la bata andrajosa.

pensó en replicar, pero tras un momento apaciguo su enfado, no había nada que pudiera hacer por los restos del paciente, salvo entregar de alguna forma las cartas que iban dirigidas a su madre, las guardo por mero reflejo en los bolsos de su chamarra.

En el patio busco al guardia que fumaba un cigarrillo improvisado -Karl, ¿sabe si hay abrigos o alguna otra prenda que puedan usar los pacientes? No me gustaría ver que cada día voy perdiendo uno

-debería dejaros morir, las raciones son pocas, y el abasto tarda cada vez mas en llegar, ademas, una vez que la Wehrmacht pierda mas terreno estaremos en verdaderos aprietos, los rusos no dejan a nadie vivo y...no debo decir que harían con usted antes de matarla- entre una y otra exhalación de humo el cigarrillo se termino, y el vapor tomo su lugar, aun era medio día y la temperatura comenzaba a bajar.

-¿que hay en los almacenes?- indago Shizuru con voz déspota, estaba en su limite de tolerancia, y aunque el hombre frente a ella estuviera autorizado a usar fuerza letal no le importo mas cuidar su tono, eso era la menor de sus preocupaciones.

-enseres, ropa, yo que se, apenas y me ocupo de la comida, que por cierto, estará servida en unos minutos, sera mejor que no se tarde mucho, son de las ultimas reservas, probablemente con traigan mas en un par de días, busque lo que quiera, no creo que encuentre gran cosa- gruño cruzándose de brazos para ignorar a su jefa provisional

La castaña no perdió tiempo y organizo una de las habitaciones vaciás, reunió cinco sillas y con cuidado y paciencia llevo a cada uno de los enfermos, dejo incluso a Natsuki con ellos, todos parecían excesivamente pasivos o dopados, así que no se preocupo mucho por su seguridad.

Entre el puñado de llaves busco de una en una, por cada habitación cerrada, hasta que dio con una llena de ropas, zapatos y maletas con números, al parecer fechas, nombres y apellidos.

Con un extraño sentimiento hurgo y llevo los abrigos mas anchos y largos, así como zapatos que fueran de ayuda contra el frio, regreso a la habitación y encontró todo tal cual lo dejo, a diferencia que algunos pacientes caminaban, como si buscaran algo, uno a uno les calzo y abrigo, el sonido ensordecedor del silbato puso a sus pacientes en un estado cercano a crisis nerviosa, exceptuando a Natsuki y a un hombre mayor que permanecieron inmóviles, ajenos al estimulo externo que significaba para todos el sonido ya característico del almuerzo

-vengan conmigo, no pasa nada, todo esta bien- alzo la voz con un tono sereno y afectuoso, tomo de la mano a cada uno y los acerco a la puerta, donde para su sorpresa vagaron pero a paso constante llegaron al comedor, satisfecha tomo a Natsuki del brazo y le llevo acompaño hasta el lugar de siempre.

Una hogaza del tamaño de un puño y una taza de café caliente les era servido a cada uno, esta vez, no hubo diferencias en lo que comerían pacientes y personal.

Desde ese día Shizuru había llevado a los enfermos al sanitario cada vez que ella misma necesitaba atender el llamado de su organismo, igualmente Natsuki se acoplo a la ruta, y ahora simplemente le seguía, de vez en cuando con una ausencia mayor, quedándose de pie en un punto cualquiera, aquel cambio simple, mejoro en gran medida la estabilidad y obediencia de los pacientes, el único inconveniente era la falta permanente de raciones decentes, en los dos meses que llevaba ahí, había perdido al menos cuatro kilos.

Aquella noche por esa curiosidad nata, paso a la oficina de Saeko, todo estaba aun peor de lo que recordó la ultima vez, el folder que miro el día previo a su marcha estaba en el suelo, con las hojas desperdigadas por el suelo, las tomo y leyó con cuidado

Noviembre 1943

Doctora Saeko de Kruger, lamentamos informarle que se ha perdido el rastro del Capitán Ekhardt Kruger durante los enfrentamientos en Stalingrado, hemos visto la imperiosa e irrefutable necesidad de emprender la retirada, los rusos avanzan hacia su posición, solamente el rio Dnieper se interpone entre ellos y nosotros, deje de inmediato las instalaciones, traiga con sigo los avances y las anotaciones así como el archivo de nuestros avances médicos y de investigaciones, cualquier cosa extra seria un lastre, quedarse una noche mas, puede ser mortal,nuestras tropas resisten en vano, hemos mandado un transporte para usted y los allegados alemanes que desee llevar, la esperamos en el puente del rio, desde ahí la movilizaremos para sacarla del país.

Comandante Erich Von Manstein

Durante esa noche Shizuru no pudo evitar escuchar los Katiusha cada vez mas cerca, y las explosiones por cientos, cimbrar el suelo y las paredes, mañana buscaría la forma de llevarse a todos de ahí, por primera vez, noto el chasquido seco de las detonaciones de los fusiles y ametralladoras a la engañosa lejanía, entre gritos apagados por las explosiones en intervalos que supuso, eran granadas.

-espero que mañana no sea demasiado tarde- maldecía para si por la bajeza de Saeko, que no dudo en abandonar a su hija bajo mentiras de un regreso ¿tan poco corazón tenían los alemanes?

Entre reflexiones, decepciones, frio y un hambre ya permanente, el sueño le venció, el calor que emanaba apenas del cuerpo a sus espaldas le ayudo lo necesario un poco para dormir unas horas, que sintió como minutos.

Salio de su descanso por el ya conocido silbido de los misiles, un golpe ensordecedor le hirió los oídos, tanto como si le aporrearan de un golpe firme pero invisible, una nube obscura le soprendio, la debilidad y el calosfrío le recorrieron el cuerpo en un ataque de instinto de supervivencia,sin saber como, termino de bruces en el piso, escucho su corazón latir en su cien y todo le dio vueltas, el polvo le invadió los pulmones escucho gritos en alemán y ruso entre detonaciones, pasos pesados corriendo por decenas ... no supo mas de si.