Nosocomio Capitulo 4
Maquis
1 de Mayo 1942
París 2000 horas.
La noche se alzaba ya por la bóveda, acunada bajo una bruma de nubes blancas, las calles reinadas por un silencio que solo logra el temor y la tiranía, los rededores de la torre Eiffel eran testigo del paso monótono, despreocupado de los guardias de la Wehrmacht, a la distancia detonaciones secas y gritos ocasionales rompían el pesado silencio, la luna observaba el paso sigiloso que empuñaba una Walther P38, después de un par de años insistentes se le presentaba un llamado a defender su país y luchar por arrancar de las manos alemanas toda Francia, el mirar de los ojos violeta no se turbó al mirar a través del acero y detonar, un tiro certero derribaba al guardia, el cuerpo cayó secamente aun lado de la fuente circular que aun guardaba agua de un tono ya verdusco, tan usual resultaban aquellos sonidos en medio de la noche que los soldados alemanes ignoraron, sin saber que la mujer de cabello turquesa los abatía uno a uno hasta abrirse paso bajo la torre, ahí en una esquina bien camuflado por el amparo de la oscuridad estaba su padre Damon, rayaba los cuarenta años, de ojos ámbar, cabello negro corte reglamentario,de figura larga y esbelta, un suéter negro a juego con su pantalón una boina vasca descansaba sobre su cabeza, ello le daba esa facha tan típica, el toque que mas sobresalía era un paliacate azul cielo que anudaba alrededor de su cuello, la única pertenencia que la guerra le dejó de su esposa.
-te escuche avanzar hasta aquí, eres muy buena, sígueme, tú ve por la derecha y yo iré por el otro lado, así vamos a dejar limpia la calle de estos desgraciados- Damon hizo una seña sin que la sonrisa se desvaneciera, esa que solo un padre ostenta al ver crecer a su hija.
Ambos cargaron sus armas, claro está que durante su camino la joven llevó consigo una ametralladora, un par de granadas y cartuchos de los enemigos a quienes arrasó en su paso, un poco de fuego extra nunca venía mal, la lucha contra los alemanes era algo de todos los días en más de una ciudad, la misión era simple, llegar hasta un cuartel general, por un informante infiltrado sabían que esa noche estaría vacío, habría información valiosa para la resistencia francesa, podrían dar un golpe fuerte contra las reservas de armamento e inteligencia.
El trayecto no fue nada del otro mundo, ambos estaban habituados a los enfrentamientos en las pequeñas calles,la oscuridad y los laberintos que eran la cerradas y callejones, la confianza excesiva de los alemanes les dio amplia ventaja de llegar hasta las puertas del cuartel, solo faltaba forzar la cerradura para acceder al complejo -cúbreme, no bajes la guardia sabes que pueden llegar en cualquier momento- canturreo con un bello acento francés.
Tomoe asintió y se dispuso a cumplir las órdenes, aunque se sentía nerviosa por luchar esta vez casi en solitario, estaba feliz de compartir su cumpleaños número dieciocho al lado de su padre en una misión tan importante, donde todos los de su regimiento improvisado empeñaron años, vidas y sacrificios por lograr mermar de a poco las operaciones alemanas, pasos pesados y el repique de metales le alertaron, un grupo de al menos 4 soldados alemanes gritoneaban a lo lejos, acercando su marcha a su posición, aun bajo las circunstancias Damon confió su vida a la eficiencia de su único tesoro, ya solo el y Tomoe quedaban de toda su familia, la guerra destruía miles y miles más cada día, que encontraban en sus perdidas las fuerzas y el coraje para luchar y dar su vida por expulsar a los infames invasores.
La joven no sintió ni un atisbo de miedo, evito un choque de frente, dejó a los soldados avanzar, las sombras cobijaban a su padre que inteligentemente vestía de negro esa noche, los flanqueo lo suficiente cubriéndose tras los muros de la esquina próxima, los arbustos le sirvieron de cortina cuando paso casi con las rodillas en el piso, una vez sintió que era el momento apuntó y de un tiro por cabeza abatió a dos de la Wehrmacht, solo el repique grave de los cascos sonó por la noche, las armas alemanas eran un botín preciado, pues para los de la resistencia cada enemigo abatido eficazmente significa munición abundante, entre otros bienes escasos, como los insumos médicos, abrigos y con buena suerte algún souvenir.
El movimiento fue eficaz, la sorpresa confundió a los enemigos, que en vano soltaron ráfagas de metralla en dirección de las detonaciones, la mp40 repico en respuesta, a sus espaldas los impactos pasaron a través de los torsos que cayeron entre gritos silenciados por el gorgoteo de la sangre, el seguro del portón cedió bajo las ganzúas hechizas de Damon, se reunieron rápidamente y cubriéndose mutuamente entraron a la antigua biblioteca, en su interior reinaba el silencio y la oscuridad.
Las armas permanecían con los índices sobre los gatillos, a la expectativa de cualquier movimiento, avanzaron por los pasillos, de cuando en cuando las maderas del piso crujían bajo sus pasos, el padre guío la ruta y arribaron hasta la sala de dirección general, un cuarto amplio con un enorme globo terráqueo tallado en madera al centro, Tomoe sonrió, pues aun bajo el tenso momento recordó las visitas de niña; los sábados sus padres acudían sin falta a pedir un libro de ciencias, animales, plantas, o historias de fantasía para su pequeña hija, un sentimiento agridulce que no perdía el encanto pese a las circunstancias que golpearon su familia con el arribo cobarde e inesperado de los alemanes, la falta de su madre le daba fuerzas para buscar venganza cada día, mas que miedo, reencontrarse con ella era una esperanza, ideas que su padre no compartía, preferiría haber muerto el, antes que verse separado de su alma gemela.
Mientras sus recuerdos le asaltaban, distinguió voces susurrantes al fondo del pasillo, en un claro acento alemán, el crujir de la madera delato a los intrusos, y un intercambio de disparos se desató, los gruesos escritorios de roble hicieron de trinchera, el tiempo que permaneció el dúo dentro permitió una mejor visión pese a la oscuridad, los fogonazos encandilaban a ambos bandos, la siempre fiel P38 era la más eficaz para Tomoe, en esa ocasión su puntería erro un par de veces, antes de alcanzar su objetivo,pues debía agacharse, ponerse de pie y disparar, evitando un impacto y desperdiciar munición a la vez, se hizo el silencio una vez que los pesos muertos cayeron al piso ya incapaces siquiera de pedir ayuda, Damon salió de la pequeña oficina al fondo con un paquete de documentos, los envolvió y se los entregó a su hija en una pequeña mochila, avanzaron a la salida, era un error salir por donde accedieron, seguramente mas refuerzos venían en camino -lo logramos, con esto podremos debilitarlos y en pocos meses dar un golpe de estado para recuperar lo que es nuestro, al fin podremos vengar a tu madre- las manos pesadas de su padre le dieron en ese apretón de hombros aun mas fuerzas, y ánimos de luchar hasta la muerte.
A las afueras del cuartel a través de una mira acerada estaban al tanto del arribo inesperado, tal cual caían en la trampa, las circunstancias perfectas para eliminar a un cabecilla molesto de la resistencia francesa, los ojos verdes tras el lente telescópico miraban con macabra pasividad la calma una vez finalizado el tiroteo, la posición sobre el techo, la gabardina negra y la gorra de oficial le daban el cobijo perfecto, un tiro, una cabeza es todo lo que necesitaba.
Damon asomo el rabillo del ojo vigilando a los lados antes de exponer el cuerpo, detuvo a su hija tras el abruptamente con su brazo -espera- un sentimiento frio le punzó en los intestinos, tragó pesado y apartó la sensación de desasosiego, no quería preocupar a su hija, en casa un pastel sorpresa esperaba junto a un puñado de amigos de armas por su recién cumplida mayoría de edad, un detalle hecho gracias al esfuerzo de muchos colegas, los ingredientes eran comunes, si, mas no en las circunstancias y limitaciones de esos años,todas las privaciones valían la pena por su amada niña -déjame abrir esa camioneta y en cuanto arranque, abres la puerta – señaló un botón del garaje- subes al vehículo, así nos nos alcanzaran- sin más salió en dos saltos, de un golpe con la culata quebró el vidrio y entró a la cabina, solo con la luz de la luna localizó los cables, hurgó entre sus ropas y con un rápido corte hizo un puente, la camioneta encendió, Tomoe presiono el botón y el garaje se abrió con un estruendo metálico, la puerta se había trabado, los gritos en alemán se soltaron de golpe, estaban al otro lado de los barrotes y disparaban sin apuntar contra la camioneta, Damon metió reversa, los ojos violeta de su hija miraban la escena sin saber como ayudarlo, como si fuera un espectador de aquel momento, ajena al espacio o tiempo,se le oprimió el corazón y escucho la jovial voz de su padre con aquel tono gallardo -!vive hija, sigue luchando por tu país, por mi y tu madre¡- la primera velocidad crujió bajo el torque y la camioneta avanzo llevándose soldados que ingresaban por el hueco de la reja,mas de un tiro astillo el parabrisas y susurro a sus oídos,empuño la Sten con su brazo izquierdo y vació el cargador, metió reversa de nuevo y avanzo para arremeter contra los barrotes flojos, se llevaría cuantos alemanes pudiera con tal de salir o moriría dándole tiempo a su hija de huir.
Tomoe camino con la espalda contra el muro de roca gris, incapaz de disparar, sabia que ello haría fútil el sacrificio de su padre, un destello capturo su atención, luego un disparo sonoro repico e hizo eco por la noche, el auto se detuvo en seco contra el muro victima de un volantazo, y el fuego emano del motor, con el parabrisas roto, el proyectil mas grande que un pulgar perforó el cristal y con el al piloto,solo el motor permaneció encendido unos momentos mas, los alemanes restantes rodearon rápidamente el vehículo, la joven alzó la vista hacia el tejado nuevamente, como si de un imán se tratara, una figura de pie le miraba con un rifle contra el hombro,el cañón aun humeaba por el frío,casi podía ver una sonrisa burlona, pensó en disparar, luchó consigo misma apartando el dedo del gatillo, apretó los dientes llena de ira, era incapaz de sollozar su pérdida, las lágrimas le corrían por el rostro sin asimilar aun que estaba a su suerte, el tirador permaneció de pie, con ese porte altivo, casi cínico y una mano en el bolsillo, aquel animal le había arrancado a la ultima parte de su familia, y se juro cobrar venganza con sus propias manos a cualquier costo, sin importar quien fuera el asesino.
Abandonó las inmediaciones en medio del caos, entre el humo del vehículo y el fuego que comenzaba a ser cada vez mayor por el combustible derramado, las catacumbas estaban cerca, ahí no la encontrarían fácilmente y tomaría las fuerzas para seguir su misión aun sin la guía de su padre.
Era momento de llevar la información al cuartel general, si es que lograba atravesar la ciudad infestada de oficiales de la Gestapo y soldados Wehrmacht.
Pasaba de media noche cuando entró por una pesada puerta de metal, los barrotes estrechos y amarillentos por el oxido delataban su fragilidad, mas no hubo necesidad de usar la fuerza, la chapa estaba abierta y el candado cerrado en la contra chapa, a lo lejos el susurro tétrico del viento parecía arrastrar voces y ecos en todas direcciones, abajo pese a la lógica, el clima era frio y denso, la impalpable peste de huesos y cadáveres aun se percibía sutilmente en los pasillos, las luces encendidas no gustaron nada a la ya única sobreviviente de la familia Margueritte, cruzo el umbral y descendió con cautela hasta entrar a uno de los infinitos pasillos, por donde sus ojos pasaban solo columnas y paredes levantadas con cráneos de múltiples tiempos y épocas edificaban aquel bello y único recinto, la P38 se afianzo a su agarre y con la espalda contra la pared comenzó a avanzar, a algunos metros el sonido de voces y algo pesado arrastrado por el suelo la puso en alerta, afino el oído y distinguió palabras en alemán y francés, si algo estaban haciendo en las ruinas de ese lugar, no debía ser nada bueno, hasta el momento ella no sabia que estuvieran llevando alguna actividad allí, probablemente seria algo que merecía la pena investigar.
No supo cuantos, el sonido en las catacumbas era engañoso, no solo era incapaz de saber en que dirección venia, si no, también era imposible descifrar cuantos hombres se dirigían a su posición, sin lugar para cubrirse se pego contra el muro y asomo por un breve momento el rostro ahí de frente caminaba un soldado del régimen de Vichy, lo mas bajo de lo bajo, un francés cobarde que decidió no pelear por su país y se doblego ante las exigencias y pautas alemanas, muchas veces también forzados a hacerlo, no tuvo tiempo de cavilaciones, era matar o morir, espero un par de metros mas y salió a su encuentro, el pánico en el rostro enemigo fue evidente, el arma se le escurrió de los brazos, dio un traspié recibiendo de lleno un impacto en el corazón, la Sten que llevaba callo y en unos segundos pasos corriendo se acercaron en alerta por la detonación, en los años que llevaba luchando jamás se vio en la necesidad de matar a alguien de su país, sabia que probablemente alguien esperaría la llegada del hombre a su hogar, y ese momento no llegaría.
Retiro el seguro de la Mp40 y aun con el dolor por la muerte de su padre salto frente al par de soldados que llegaban para auxiliar al hombre tumbado en el piso, sintió pena tirar del gatillo, esos uniformes azul marino delataban sus nacionalidades, habían elegido su bando, aparto la duda, vació mas de diez tiros en línea horizontal acribillando tan rápido como pudiera a los enemigos, una bala le impacto de vuelta cerca de las costillas, apenas un rasguño, poco después hubo silencio, avanzo con rapidez y entro a un pequeño cuarto, los arcos amplios iluminados por un par de farolas de petróleo le sirvieron como guía, jamás visito este lugar y sentía que si no cuidaba sus pasos podría perderse como la multitud de legendas que rondaban parís, al centro de aquella pequeña habitación una mesa o algún tipo de tumba adornaba el centro en un tono blanquecino, el repique de una botella llamo su atención, a escasos metros un alemán con la cabeza recargada contra la pared parecía dormitar, hediondo de alcohol y balbuceando, la sangre le hirvió, avanzo hasta quedar de frente y lo miro, el otro no hizo nada, parecía mas perdido en la bebida, un solo disparo de la Walther termino el trabajo,el hueco a la altura del rostro era testigo de donde descansaba la bala. Miro hastiada su al rededor, sobrepuesta contra el muro algunos palos y clavos sujetaban una escalera improvisada, ni siquiera imaginaba que podrían tener dos pisos las catacumbas, guiada por la curiosidad subió, cuidando que no fueran a fallar las tablas raídas, una vez arriba noto las cajas de mechas para explosivos supo que algo estaba mas que mal, tomo asiento en el piso y respiro hondo.
Se llevo la mano contra los labios incapaz de sacar aquel dolor, aun estaba en shock y sabia que una vez comenzara a llorar por su padre no podría detenerse, dejo que en silencio y con leves suspiros las lagrimas cayeran, necesitaba amainar un poco la rabia y la ira que se le agolpaba en el pecho, necesitaba su mente tranquila y fría para seguir avanzando, en alguna parte cerca de la entrada turística sabia que estaba una de las muchas posadas que fungían como cuartel, solo debía llegar a una y dejar los documentos robados, ya pensaría después como tomar venganza, confiaba en que algún infiltrado o alguien de la resistencia alemana podría darle formación de quien era el tirador en servicio esa noche, lo cazaría sin importarle el costo.
No supo cuanto tiempo paso, de un salto despertó, en su mente resurgió la escena donde perdió a su padre, tan vivida y clara como si se repitiera aquel momento, se re ubico en un momento, coloco la mano contra el suelo para ponerse de pie y la tierra suelta le deslizo la palma haciendo caer la mejilla contra el piso de forma dolorosa, apretó los dientes y su expresión cambio de enfado a asombro, justo detrás de ella un hueco se camuflaba con maestría, miro con cuidado y no tuvo dudas, la cruz de Lorena pintada en el muro con algún tipo de tiza la saco de su incredulidad, examino el hueco y hasta ese momento noto el tamaño significativo de este, al otro lado no se escuchaba nada, dudo un poco pero al final se arrastro por el espacio y espero a que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad, las farolas de afuera apenas dejaban un resplandor mínimo hacia el borde del hueco, el espacio adentro era menos de un par de metros cuadrados, palpo con las manos de un lado a otro buscando que podría haber ahí, solo los miembros de la resistencia usaban ese emblema para dejar pistas o ubicaciones de algo importante, dio un respingo al tocar el cuerpo ya rígido de un hombre, en sus piernas descansaba un cuaderno pequeño, hurgo entre sus bolsos y pantalón pero no encontró una sola prenda que pudiera llevar para saber de quien se trataba, seria un héroe anónimo, salio del cuarto y se aproximo hasta el borde de la escalera donde con los destellos de la luz hojeo las paginas, algunas tintadas de negro por la sangre.
Leyó la ultima anotación:
Me han descubierto, llevo dos semanas oculto en las catacumbas, después de que alguien les diera información sobre mi servicio a la resistencia, sobreviví robando a los Vichy's provisiones hasta que fui atrapado, es una pena que nadie de nosotros sepa lo que están haciendo estos bastardos, temo que es tarde para mi, sin medicamentos ni atención medica esta herida de bala me llevara a la tumba, hace un par de meses han estado haciendo excavaciones, parece que usan los pasadizos y mausoleos como bodegas y medio de paso para movilizar a sus tropas, han saqueado innumerables tesoros, se que los llevaron a alguna parte de Casablanca en áfrica con la intención de destruirlos,no pude localizar a Jaques, espero que siga en pie la operación de hacer boletines para reclutar mas a la resistencia, las excavaciones en este lugar les toma muchos recursos y tiempo, lo único que nos daría un lapso de tiempo seria clausurar las entradas que han hecho, hasta donde conté eran cinco, eso entorpecería sus operaciones, exhibiendo su ubicación de momento, los escuche hablar de actividades importantes en áfrica, prototipos de tanques nuevos y algunas reservas significativas de armas, municiones y alimentos.
parece que la temperatura esta bajando, me siento mas liviano y creo que ha dejado de punzar mi vientre, mañana espero que la entrada que da a la biblioteca este mas despejada, con un poco de suerte podre escapar por ahí, mañana es domingo y me gustar...
dentro del cuaderno encontró un mapa de la ciudad, con algunos círculos marcados, que podrían ser ubicaciones de importancia,documento robados, notas copiadas con rapidez,la letra descuidada era testigo inequívoco de la premura, mapas de complejos, coordenadas, algún superior probablemente le encontraría utilidad para las operaciones que se podrían llevar a cabo con semejante información, de momento tomaría la iniciativa, sellar las entradas a las catacumbas y llegar al cuartel mas próximo de la resistencia.
15 de julio 1944
París, cuartel general de la Waffen
El ronroneo áspero del motor se apago, de la cajuela descendieron mas de una docena de soldados de la Wehrmacht, panzer y un oficial de la waffen ss polizei, detrás de ellos descendió la castaña, que se contuvo de auxiliar a su paciente pese al esfuerzo que le suponía la tarea, con los escasos días conoció el orgullo y el carácter áspero, aun le fallaban los reflejos y el calculo al levantar su propio peso, las risas en bajo y murmullos en alemán no pasaron inadvertidas por Shizuru, se mordía la lengua para sus adentros al saber la sarta de vulgaridades habladas entre los soldados, parecía que hacia un buen tiempo no veían una mujer, no era ajena a sus encantos, en mejores circunstancias hasta habría reído de la lastima que le daban los infelices, un quejido disimulado le volvió la concentración, Natsuki se acomodaba el rifle en la espalda y se encaminaba al interior del recinto, durante todo el camino no se dirigieron la palabra, ello no impidió que Kruger se la pasara mirando con enfado a la mayoría de soldados, de cuando en cuando apretaba la cacha del rifle y suspiraba con cierta rabia, fueron las primeras en subir por consejo de Engel, y así fue, primero la castaña,detrás de ella su acompañante, le tomo del brazo y le indico con la cabeza la esquina izquierda, se sentó a su lado quedando, Fujino separada de cualquier contacto físico con los alemanes, eso le hizo el camino mas soportable,y evito algún disparo "accidental".
Mientras descendía Natsuki le hecho una mirada rápida a las calles, aun estando en manos alemanas, sentía que ya no tenían la misma autoridad que en su ultima visita, parecía zona de guerra y las divisiones de guardia se notaban nerviosas, sin dejar sus armas ni un momento, las ojeras marcadas y el uniforme sucio delataban un claro exceso de trabajo, pasaron al lado de un puñado de soldados jóvenes, y sin dudarlo chasqueo la lengua murmurando entre dientes, se detuvo y se miraron un momento, la hostilidad era creciente, sujeto el rifle con toda la firmeza que le permitieron sus rebeldes manos, eran soldados recién salidos de entrenamiento, la peor época para estar de servicio, los meses donde cada uno se cree invencible, hasta que una bala alcanza con suerte una zona no mortal, la noche anterior en su breve charla con Freder, se puso al tanto de la perdida paulatina de parís, y la cantidad asombrosa de sabotajes y atentados de los maquis contra cualquier fuerza alemana, debido a esto, los altos mandos estaban mandando jóvenes menores aun de edad a servir en las filas como apoyo en los países ocupados, aun así, no estaba segura de que sus manos reaccionaran con la misma velocidad que sus deseos de golpear a los cabos.
-¿que crees que haces?- inquirió casi en un grito el oficial de la waffen polizei, el altercado no paso desapercibido, desde el camino noto la hostilidad de la teniente hacia la mayoría de tropas, algo en ella se le hizo conocido, y aprovecho la oportunidad para indagar un poco mas al respecto
-nada que le interese- gruño sin dejar el agarre a la cacha, relajo un poco su postura, mirando de reojo, noto la insignia de la zeta con la línea horizontal, rodó los ojos y giro para saludar al mayor.
-¿a que división perteneces?- gruño, con la conmoción de tamaña grosería en el rostro, mantuvo la postura por mero protocolo, nunca un soldado de la Wehrmacht tomo una actitud tan despreocupada con alguien de mucho mas alto rango.
-décima división, equipo de tiradores,teniente coronel Kruger Natsuki- finalizo casi entre dientes, mirando divertida el cambio en el rostro del coronel
-eres hija de Ekhardt Kruger...?- el porte altivo se relajo, una de sus curtidas manos sostuvo su mentón como si fuera a caerse, camino en breves círculos cavilando en silencio -tu división fue eliminada en Stalingrado, hace dos años cuando perdieron el rio Volga -¿que haces aquí, cómo estas aquí?-
-estoy buscando al general a cargo, necesito hablar algunos asuntos privados con el, asuntos que son delicados por la naturaleza de la información- Shizuru respiro de nuevo, sin saber desde cuando sostenía el aliento, estuvo segura que probablemente un intercambio de disparos se daría de no intervenir aquel hombre.
Se aproximo con la misma cautela y elegancia de siempre, tomo el brazo de Kruger y con sutilidad le instigo a caminar al edificio frente a ellas, sintió un sobresalto en su paciente, que le robo una sonrisa que no quiso ocultar, el brillo en los ojos verdes permaneció mirándola, noto una facción de vergüenza por el salto que le hizo dar, y se dejo guiar dentro del edificio, el hombre se adelanto y le hizo una seña, ambas le siguieron, cruzaron los pasillos, y subieron un par de pisos antes de ingresar a una oficina pulcra, decorada con finas estatuillas griegas de mármol.
-tomen asiento, imagino que si entraron ambas es por que es de tu confianza- aseguro cerrando las persianas de su despacho, rodeo con pereza el escritorio y se tumbo en el sillón de cuero color chocolate que chillo al instante.
-vera general, aquí nuestra invitada me parece que esta arriesgándose demasiado permaneciendo en el país, me gustaría saber si hay alguna forma de que un buque la lleve de vuelta a japón- Natsuki quería apartar a Fujino del peligro, las cosas iban a peor en los territorios, los sabotajes, las escaramuzas y la rendición mermaban de a poco la capacidad ofensiva de Alemania, sabia que no seria capaz de cuidar de su psiquiatra si los franceses llegaban a revelarse.
-me temo que eso no será posible de momento Kruger, estamos cortos de tropas, camiones, munición y alimentos, los malditos franceses están haciendo un alboroto, tenemos que cuidar cada bodega de suministros, armas y los documentos de las operaciones, te puedo ofrecer una estadía cerca de aquí, si puedo ayudarte en otra petición dime- saco de un cajón un puro, sobre el escritorio un tanque panzer fungía de encendedor, una vez el vientre del tabaco ardió en llamas escarlata, le extendió a ambas la caja de puros, al tiempo las dos rechazaron la oferta con aparente amabilidad.
-quiero que me reincorpore al servicio, las cosas no le están saliendo bien ¿cierto?- la voz queda dejo en claro que sabia muy bien la forma de operación, las circunstancias y las cifras se ocultaban a las tropas regulares para no bajar la moral, ambos sabían que estaban en números rojos y un poco de bajas en los maquis no vendrían mal a las operaciones en Francia.
Hablaron largo y tendido sobre la situación comprometida de la ocupación en el país, en los últimos dos años, los franceses habían hecho mucho mas que detener avances y operaciones, se anotaban tanques, cuarteles, bodegas, armas, depósitos importantes de combustibles y municiones, las cabezas de la Gestapo y la Waffen incluso tenían acuerdos mutuos para no pasar los datos vergonzosos de perdidas de pueblos al fuhrer, poco a poco la resistencia les ganaba terreno y retrocedían con los meses, aunado a las tropas de maquis, los americanos trabajaban en conjunto mediante el oss (organización del servicio secreto) desde su desembarco en África en noviembre de 1942, sabían que una mujer siempre estaba un paso adelante en conjunto con un agente americano, las operaciones para darles caza eran infructuosas, dejando como resultado bajas en las ya débiles divisiones, el ultimo avistamiento de ella fue a las afueras de Notre Dame, pisándoles los talones.
Ambas fueron llevadas a una posada, los guardias en cada esquina o detrás de las minúsculas cabinas de vigilancia se agazapaban manteniéndose alerta, de cuando en cuando algún grupo se reunía al silbido de una alarma, cargaban sus armas y emprendían el camino a trote, poco después cientos de disparos a la distancia, gritos y silencio, con algo de suerte un herido volvía con la tropa sin mas perdidas.
Natsuki permanecía mirando la continua actividad por la ventana, el ceño de preocupación era evidente, su rifle cerca del marco a la espera de usarlo.
-¿crees que pierdan parís?- indago Shizuru a sus espaldas, calzándose un traje mas apropiado, en tono vino con camisa blanca de vestir debajo, abrigador para el clima frio de aquel país, japón tenia un clima mas crudo en invierno, su cuerpo con las recientes mejoras en alimento y sueño le ayudaron a recuperar su aclimatación, ahora el clima le parecía encantador.
-no, por que parís esta perdido desde hace meses, desde la perdida que sufrimos en Stalingrado el ejercito no fue lo mismo, ese día fue como una advertencia, no vamos a ganar esta guerra- el tono en la voz era cansado, odiaba recordar esa fecha, aun le faltaba el aliento y el nudo en su estomago volvía con cada mención.
El repique al otro lado de la puerta les puso en alerta, en un segundo ambas tenían ya en las manos sus respectivas armas, Natsuki su Karl, Shizuru la luger de cargo al cinto desde la partida de Kiev.
-le traigo sus uniformes teniente... y- tras la madera solida un carraspeo dudoso busco las palabras adecuadas -ropa para la estadía casual y nocturna de la señorita-
La aludida arrojo sobre la cama el arma y abrió la puerta -sabes si hay agua caliente o al menos agua corriente, necesito usar el baño- soltó sin rodeos al cabo de primera clase que le extendía una maleta de cuero café, con la insignia del águila, debajo de esta una bolsa de lavandería cubría un par de pijamas de algodón dobladas con precisión casi milimétrica, junto algunos conjuntos de trajes adecuados para el clima destinados a la castaña.
-el baño de las habitaciones tiene agua teniente, no debería tener problemas para usarlo como le apetezca, si necesita algo mas no dude en solicitarnos- dijo con la mirada al piso, una vez hecha su encomienda, saludo y dio vuelta para cerrar la puerta al marcharse.
-es tuya- extendió el paquete a Fujino, esta le miro con cierto desconcierto, su inconformidad amaino cuando su paciente tomo asiento en la cama, la podía ver de perfil, quitándose el nudo de las botas.
-¿no tienes miedo de entrar sola al baño?- pregunto con genuina preocupación, podría engañar a todos en el edificio, incluso a sus amigos de tropa, pero no a ella, a sus perspicaz rubíes no se escapaba la falta de equilibrio, fuerza y coordinación fina. Temía que el calor del agua o el vapor le sentaran mal durante su ducha, ella lo sabia y sabia que Natsuki igualmente estaba al tanto de sus propias debilidades.
-bueno... si me caigo, entras por mi claro esta- con vergüenza le miro, ya que mas daba, no era la primera vez que la viera como vino al mundo, aun recordaba sus cuidados en el psiquiátrico y lo mucho que le debía a Fujino -es en serio- reforzó su comentario anterior y entro al baño llevando la maleta, dentro ya estaba todo lo necesario para la tarea.
Afuera Shizuru solo escuchaba el correr del agua unos minutos y el cierre de la llave, mantuvo sus oídos al tanto de cualquier ruido fuerte o inesperado, parecía que su paciente tomaría su tiempo, desde su llegada no se había tomado el tiempo de admirar la ciudad, que aunque algo malherida por las circunstancias y constantes enfrentamientos, mantenía ese aire de romance y elegancia.
Sus lecturas ocasionales le daban una idea vaga de la vida parisina y sus costumbres, el cielo en un tono azul profundo con destellos plomizos y una luna melancólica casi oculta tras su rostro mas obscuro, no sabia con certeza si se daría la oportunidad de una taza de café, o degustar quizá una pasta con alguno de esos quesos que tan inusuales le resultaban, se imagino entonces viviendo una salida romántica, visitando una cafetería, un buen vino y una rica cena, pero eso no pasaría, aun menos la cita con quien desearía probar suerte, tenia un carácter demasiado desinteresado de esos aspectos tan soñadores y eso le dolía un poco. Tener a una mujer interesante tan cerca que solo pensaba en que la mataran de un tiro en alguna próxima salida, por que eso era la guerra para ella, una total idiotez, personas que no se conocen, peleando por cosas en las que no creen, para personas a quienes no les importan.
La manija de la puerta a sus espaldas se abrió, el aroma del jabón mentolado abarco de a poco la habitación como una bruma invisible, los ojos de la castaña permanecieron mirando las luces de las farolas, el paso casi fortuito de los ciudadanos, las marchas de guardia en los soldados curtidos, la niebla ligera que envolvía permanentemente escasos centímetros del piso, dándole un aire casi irreal.
Natsuki miro con interés a Fujino, parecía absorta en el triste paisaje que daba la ventana, extrañaría su hogar, a sus padres, ella no sabia de esas fortunas, pero sentía un peso de responsabilidad por la mujer frente a ella, sabia poco de japón, pero admiraba los paisajes que conocía por libros, sus alimentos crudos que asombraban por la frescura casi inhumana, sus festividades y hasta su religión tan espiritual, cada noche pensaba como llevarla de vuelta a casa sana y salva, no dudaba que su invitada ya odiaba los paisajes tan burdos y simples de ese continente que no tendrían nada que ofrecer a sus ojos sangría, seguramente el tedio del mismo clima gris terminaban por fastidiarla, con esa mascara a veces era difícil descifrar lo que pensaba su psiquiatra, el aire frio no era un impedimento para la mujer de pie frente a la ventana, el viento suave se colaba al interior de la habitación meciendo con elegancia la cabellera castaña y llevando con el un perfume dulce, nato de su portadora, un repique lejano de alguna detonación fue suficiente para sacarla de sus vagos pensamientos, las ordenes de que permaneciera en ese hotel eran indeterminadas, según el general Hermman Muller de la división, se mantendría en el recinto hasta nuevas ordenes,podría ser mañana, pasado o esa noche, en circunstancias así nada era seguro, suspiro aun dolorosamente pero con mas profundidad que los días anteriores, se calzo los guantes negros de cuero y solo llevo una luger reglamentaria al cinto -espera, no tardo-
las palabras de hace un momento le sacaron de sus ensoñación al clic de la puerta cerrándose, sonrió para si divertida por dejarse perder en sus imposibles fantasías, ser una mujer de ciencia no le eximia de soñar con una vida mas allá de pasillos, medicamentos y papeles interminables, regreso la vista al frente, era tarde, el cansancio de los días en vela, los viajes interminables en camiones, las inclemencias del tiempo, aun le pesaban a la espalda, cerro la ventana corrió las cortinas y entro al baño,se dio una ducha rápida, al salir con la pijama de algodón se encontró la habitación aun vacía, los pasos afuera le advirtieron la llegada de Natsuki, su caminar al igual que las huellas dactilares era único en cada persona a oídos de la castaña, se quedo sentada al borde de la cama cuando una pequeña mesa de madera de patas plegables descanso sobre las sabanas cafés.
-es lo mejor que pude conseguir, hay algunas dificultades con los ingredientes, tu comprenderás- se excuso, la expresión en su invitada era mas que clara decepción, pensó para si la teniente, no podía llevarla a su país prontamente pero, le ofrecía lo mas cercano a la comida típica de la región, no era la primera vez que comía al estilo de parís, en sus memorias la comida era buena, tenia la esperanza de no decepcionarla.
La cena transcurrió en relativa paz, por primera vez, Shizuru pudo ver la apariencia mas próxima a lo que alguna vez fue Natsuki, y eso le encanto, no lo dijo, pero no escatimo en admirar el porte tan altivo y enérgico que le daba el uniforme, de vez en cuando ambas se quedaban mirando, vencidos los esmeraldas al peso intenso de los sangría, si la comida no estaba a la altura paso inadvertido por Fujino, que disfruto mas la compañía y la breve charla, daban los últimos tragos al café cargado, el sabor amargo e intenso con toques de especias que no supo identificar equilibrado con el dulzor correcto, cuando tocaron a la puerta nuevamente.
Natsuki se aproximo rauda a la puerta, abrió y sin mas recibió una botella de vino y un par de copas, hizo un ademan con la mano y cerro con seguro. -hace mucho que no bebo...pero sería bueno para retomar la costumbre- hurgo en la maleta de cuero, en busca de un sacacorchos, comenzaba a impacientarse, no encontraba alguna forma de abrir la botella, a sus espaldas el corcho rebotaba con una explosión seca y sonora contra el techo, acto seguido la risa de Shizuru y la facción de asombro en Kruger.
-se hacer muchas cosas, no necesitas protegerme ni hacer tanto por mi- tomaron asiento y las copas fueron llenadas, una y otra vez, hasta que el cristal verdusco quedo vació.
Entraron a las sabanas, Kruger tuvo que retirar su uniforme, llevarlo con arrugas o descuidado al servicio le valdría un castigo, de varias noches en guardia seguramente, y no podía darse ese lujo.
Como siempre Fujino le brindo un poco de apoyo en las acciones mas tediosas, desabrochar botones, y doblar con cuidado el saco y el pantalón, ayudo a recostarse hasta que las manos aun frías de Natsuki le tomaron por la mandíbula con delicadeza, el aroma dulce del vino impregno su aliento antes de que le fuera robado un beso en la obscuridad, fue mas allá de eso, ninguna estaba en estado inconveniente, pero la oportunidad del momento no seria desperdiciada.
*mil gracias por leer, espero actualizar pronto, como siempre reciban mis mejores deseos*
Saludos cordiales
