El juego, sus normas de creación de personajes, y todo lo referente a el, es propiedad de sus autores

Cuando cumplí los once años supe que era una Changeling. La tía Magda, nos había llevado a mi hermana y a mí a la casa junto al lago.

Dijo que había algo muy importante que celebrar.

El salón se parecía mas a un cuadro impresionista. Cada centímetro estaba cubierto de cintas de colores, de regalos con envoltorios brillantes y de lazos descuidados. Como su un grupo de chiquillos traviesos hubieran tirado todo por los suelos.

Y la gente que se agrupaban en torno a la tía se parecían a ella. Había personas con patas de cabra y cuernos retorcidos, charlando con hombres altísimos de pieles azuladas y hachas enormes. Hombres con rasgos de pájaro, de gato como la tía y de zorro. Mujeres bajitas de aspecto amigable trataban de ayudar al resto.

No sabia cual era la razón pero yo no me sentía como un extraño allí.

Los rumores que se oían era cada minuto mas extraños y muchos me miraban sonrientes, esperando a que dijera algo, expectantes a que gritara que era lo que estaba pasando. En mitad de la fiesta, la tía me agarro del brazo y me llevo a un cuarto más pequeño, obligándome a sentarme en un sillón gigantesco.

Las paredes ahora estaban cubiertas con papel de flores, rosas y margaritas se entrelazaban, en torno a figuras de Hadas pequeñas con alas pequeñas. Sin decir nada, tomo la tetera que reposaba sobre la mesita de cristal del centro de la estancia, y sirvió dos tazas. La fragancia se parecía a la de los bosques después de llover.

"Cariño... "comenzó a hablar en un tono dulce, creo que como nunca la había oído "Dime, ¿qué ves?"La pregunta me pillo de sorpresa mientras bebía el te. Parecía que este me relajara y me invitara a hablarla libremente.

"Dime, que ves cuando me miras, Natasha..."

Debía de ir en serio, porque nunca me llamaba por mi nombre completo, y comencé a contarla como la veía. Le dije que veía sus ojos verdes escuadrillando desde la esquina, que a veces había dos orejas de gato entre su pelo rojizo, y una cola que sobresalía por detrás de su falda, que toda los invitados de fuera se parecían a ella.

Como única respuesta sonrió, y acerco su mano a la mía, apretándola con fuerza. Parecía que ella estuviera tan asustada como yo. ¿Y ahora que pasaría? ¿Se enfadaría? ¿Diría que estaba loca?

"He esperado mucho tiempo para contártelo, Natasha, pero nunca encontraba las palabras necesarias. Eres una Changeling, cariño"

Torcí el gesto preguntándome que significa esa palabra, y antes de que pudiera decir nada siguió hablando.
"Tu alma es el alma de una de las antiguas Hadas que caminaron por la Tierra, ha llegado el momento de que conozcas tu historia"

Narro toda la historia de las hadas, contemplando el pared y sin mirarme a los ojos. Hablo sobre la Danza y los rigores que traían consigo, y recordé las noches de insomnio revolviendo entre las sabanas, contemplando cosas extrañas, y Sarah venia a mi cama a dormir conmigo, asustada por mí. Cuando acabo m tomo de la mano, y m acerco a un espejo.

Y lo que vi se me quedo grabado para siempre. Una niña rubia de alas azules me devolvía la mirada igual de asustada. Mi tía, tal y como yo la veía a veces, también miraba la imagen sonriendo.

"Esa eres tu, cariño. Una Sidhe" abrazándome salimos de la salita. El mundo que ahora veía me seguía pareciendo extraño, pero al fin me encontraba en casa.

Esa misma noche, la tía Magda me saco en mitad de la madrugada, mientras Sarah dormía profundamente ajena a todo el revuelo que comenzaba a formarse. Descalza y con un abrigo cubriendo mi camisón, me llevo por el bosque que rodeaba el lago. La Luna llena se sumergía en el espejo que eran las cristalinas aguas, ofreciendo el aspecto irreal que merecía con creces aquel día.

En un claro del bosque me sentó en un tronco, mientras miraba entre los árboles esperando a alguien que se debía de retrasar. Se volvió hacia a mi y dijo.

"Tranquila, es un buen amigo, cuidara de ti bien y t enseñara"

De repente, los arbustos se agitaron con violencia, para dejar ver a un hombre. Alto y esbelto, vestía todo de plata, un color parecido al de sus ojos que eran como el mercurio... Sus cabellos acariciaban su cuello, de un suave color miel. Sus finos bigotes se rizaban hacia arriba gracias a las caricias de sus dedo, dándole un aspecto similar al de Dalí.

"¿Amigos? Una Pooka y un Sidhe, ¿Amigos? ¡Arranca inmediatamente tus zarpas de mi protegida!" su voz era como la del viento entre las ramas, hermosa y al mismo tiempo, profunda y tranquila.

Pero mi tía, a pesar de la reprimenda se rió con verdaderas ganas.Yo les miraba a ambos extrañada, arrebujada cada vez mas en el abrigo, sin saber ni que decir ni a quien mirar.

"Será tu nueva alumna, ¡pero primero es mi sobrina! ¡Y es gracias a mi por la que hoy la tienes aquí!"

El recién llegado no pareció tener ganas de pelea, solo me miraba rizando sus bigotes, acercándose lentamente a mí.

"¿Y bien? Tu eres..." su mirada me ponía nerviosa, sus ojos no podían pertenecer a nadie humano

"Natasha" oí un carraspeo de mi tía "Aelsan, si eso, Aelsan"

El nombre me vino de repente a los labios, sin ni siquiera pensarlo, como si acabara de recordar algo de muchísima importancia, que se encontraba perdido dentro de mi.

"¿Aelsan Diente de Dragón?" parecía terriblemente sorprendido, pero de repente volvió a la tranquilidad ¿Acaso ya me conocía? Fruncí el ceño esperando una explicación "Esta no es la forma habitual de hacer las cosas, Mildraed"

Mildraed? Contenía una risa al oír el nombre feerico de mi tía, ¡Me sonaba tan extraño!

"Ya lo se, pero no hay tiempo!" replico ella.

El visitante se cruzo de brazos, imponente. Sus ojos brillaban con fuerza como dos luceros furiosos.

"Voy a llevarla ante el Conde, y no hay nada mas que hablar..."

La tía se encogió de hombros riéndose.

"Como quieras, pero no creo que esta sea la mejor formar de presentarla. Mientras intentas encontrar el camino, déjame que la traiga unas zapatillas..."

Salio corriendo hasta la casa, mientras el extraño la seguía con la mirada. Yo tiritaba sentada en el tronco.

"Nunca guardaran un mínimo de respeto hacia los Sidhe esos malditos Pooka..." exclamo enojado.

"Eres... Un Sidhe tu también?" pregunte tímida

"Lo soy, y comienza a tratarme de vos, ya que soy Sir Weasly ap Gwydion, regente del Feudo del Unicornio, y una Infantil como yo ha de tratarme de vos!"

¿Gwydion? ¿Infantil? ¿Feudo? ¿Un caballero?

Tantisimas palabras sonaban nuevas para mi, y me confundían.

"Disculpe... eh... Disculpadme, Sir Weasly... ¿QUE es un Feudo?"

El Sidhe abrió las ojos sorprendido

"¡Es que a Aelsan Diente de Dragón no la han enseñado nada! ¡Ahora la tengo que enseñar todo!" suspiro resignado "Un Feudo es a donde te voy a llevar ahora"

¡Otra vez me llamaban así! No me sonaba de nada el nombre, pero en el fondo intuía que me pertenecía desde siempre e indudablemente para la eternidad.

"¿Porque me llamáis por ese nombre?"

Sin embargo el pareció ignorarme mientras se acercaba a uno de los árboles mas cercanos, pasando las manos por la rugosa corteza, murmurando palabras inteligibles, cuando la tía se acerco con unas zapatillas

"Se que resulta un tanto... extraño. Pero es un buen Changeling, tan noble y firme como todos los de su Casa, incluso mas" susurro mientras me las colocaba suavemente "estaremos siempre en contacto de acuerdo?"

Solo afirme con la cabeza, antes de que la tía se acercara al Sidhe y le murmurara unas palabras en la misma lengua desconocida que antes había utilizando el recién llegado. Solo recibió de el una mirada dura, y un resoplido.

"Veo que tu horrible memoria no ha cambiado lo mas mínimo" rió abrazándome con fuerza y llevándome hasta el Sidhe.

De repente el tronco del árbol pareció abrirse, primero una raja y después se hizo tan grande como una puerta. Viento y una brillante luz azul me dejo ciega, sintiendo que algo me atraía hacia dentro. Después todo se volvió oscuro.

La primera vez que vi el Feudo de los Hilos de Plata, pensé que seguía en la casa junto al Lago, y que debía de ser un Sueño. Solo la mano del Sidhe que estrechaba la mía con fuerza, me convenció de que aquello debía de ser real.

Arañas casi trasparentes, como luz de luna y de cristal, tejían puentes sobre los olmos, torres imposibles que se sostenían entre las hojas, mantos relucientes por debajo de mujeres de belleza exquisita de cabellos blanquecinos, y ojos de estrella, sillas labradas, juguetes para niños que reían alborotados

Sentí deseos de interrogar sin descanso a Sir Weasly, preguntándole como todo eso era posible, y donde debíamos de estar, por que el gris mundo que yo había conocido, no tenia nada que ver con lo que ahora se me ofrecía.

Sin embargo, comenzó a avanzar, subiendo por unas escaleras, que no parecían tener fin. Yo caminaba lentamente, temiendo que fueran a derrumbarse con un mal paso, y memorizando todo el paisaje, ansiosa por contárselo todo a Sarah.

En el final de la escalera, había un trono y un hombre que parecía el príncipe del mejor de los cuentos de Hadas. De seda debía de ser su pelo que se desparramaba por el respaldo, y con los reflejos de la Luz que regalaban las telarañas, parecía una cascada. Los ojos grises, pero no como los de Sir Weasly, esos siempre han parecido túneles sin fondo, hacia una tierra soleada. Los de el que tome por un príncipe, resplandecían, como dos faros que guían en mitad de la noche mas oscura. Los rasgos afilados, como cincelados con muchísimo cuidado. Sus ropas, largas como una túnica de monje, eran de tonos azules y plateados. Y en su boca no se sabía si había una sonrisa o era el reflejo de una pena inconfesable.

Yo miraba sin palabras, asombrada, aquella visión maravillosa, hasta que sentí la mano dl Sidhe tirando del bajo de mi camisón, para que me inclinara

"Que el Ensueño os proteja siempre, mi señor, Conde Ivhar, hijo de la Casa Dougal"

"Y que vuestra espada nunca se quiebre, Sir Weasly ap Gwydion. Veo que habéis traído con vos a la infantil"

Sus ojos se clavaron en los míos, y sentí que mi lengua se resecaba.

"Cual es tu nombre, jovencita?"

Su voz sonaba a océano, a gaviotas, a barcos que se hacen a la mar, en busca de peces brillantes resplandecientes como su mirada.

"Soy Aelsan Diente de Dragón... mi señor..." respondí tratando de dar a mis palabras algo de firmeza y buena educación. Sir Weasly miraba alternativamente, al Conde y a mí.

"Llevadla junto a los de su Casa. Yo os la entrego como vuestra protegida, pues se que vos la guiareis con firmeza por el camino de la Luz"

después no volví a pisar el Feudo de los Hilos de Plata, y sin embargo, en lo mas profundo de las noches sueño con poder regresar, pues la imagen del lugar, y de su gobernante, siguen siendo claras, a pesar de estas tinieblas...

Este si quedo largo… Pero al fin pude narrar como se convirtió en una linda Hada

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