Changeling: El Ensueño es propiedad de sus respectivos autores

Fuertes fueron los juramentos de amistad que nos unieron. Ante el Ensueño fuimos hermanos, y fue llamado desde entonces Ian, entre su gente los Troll y ante el resto de la Estirpe. A los 16 fue nombrada caballero, y me negué en aceptar un titulo que me diferenciara entre el resto de mis compañeros.

Fue por aquel entonces cuando encontramos la Colina de las Luciérnagas, y solo se podía llegar a esta ella atravesando duros caminos que los mortales solían evitar la mayoría de las veces. Ian delego en mi las tareas de regencia, confiando en el buen criterio de los de mi Casa, pues el seguía mas el camino de las armas que el de la política.

Nunca sabes con que rostro vendrá la muerte a verte, si será un rostro dulce o tal vez grotesco, pero siempre camina arrastrando los pies, sin que nadie sea capaz de oírla.

Ella se presento a finales del invierno, con el cuerpo malherido para levantar la piedad necesaria. Y quien la recibió fue una ingenua, aun demasiado insensata para ser considera una mujer madura...

Se aferro a las tradiciones Luminosas, que todo regente debía cumplir y no se lo podía negar a un hombre herido. Decía portar las insignias de la Casa Gwydion, y que su nombre era Shield. Ordene que le tendieran en una cama y le dieran los honores que merecía. Cayo inconsciente, había perdido mucha sangre, y los médicos temieron por su vida. Yo permanecí todos y cada uno de los días al lado de su lecho, vigilando por si había alguna mejora.

Sus cabellos eran rubios, muy claros, casi blanquecinos, y sus facciones eran más atractivas que hermosas. Sus labios sonrosados no mostraban ninguna emoción, ni dolor, ni angustia ni siquiera paz.

No fue hasta después de dos semanas, cuando Shield abrió los ojos, eran castaños casi dorados y no guardaban ningún brillo, tan solo una profundidad casi perturbadora.

"¿Donde estoy?" Su voz sonó dubitativa, y tenia una cierta musicalidad extraña.

"Estáis en la Colina de las Luciérnagas. Soy Sir Aelsan Diente de Dragón, regente del Feudo"

Me miro fijamente, casi parecía estudiar mi rostro, hizo que tuviera que apartar lo mirada

"Gracias por los cuidados que me habéis procurado Sir Aelsan, creo que ya puedo ponerme en pie"

Apoye su mano en su hombro, el miro mi gesto y después, rápidamente, volvió a cruzarse con mi vista

"Los médicos han recomendado que permanezcáis varios días mas en cama, señor..."

"Soy Sir Shield de la Casa Gwydion, milady"

Sonrió de manera seductora, y le replico con otra fría. ¿Que pretendía con tanta admiración fingida? Evite su compañía en los días que pasaron después, pero un día tendría que presentarme sus respetos y contarme los motivos por los que había llegado al lugar.

El hablo elocuentemente, relatando que había caído en una emboscada Sombría, aunque solo recibió las contestaciones corteses que merecía la ocasión, no variaron sus planes. Algunos meses después, trato de frecuentar mi compañía, y fue la primera vez que oí mencionar la Espada Negra.

La espada Negra... Solo produjo en mi temor, no el ansia que invadía los ojos de Shield cuando habla de ella.

Recuerdo aquellos días... El calor del agua contra mi piel y los brazos de Ricardo contra mi abrazándome, el aroma de rosas y vainilla que llevaban siempre consigo las noches en una habitación, en una bañera lejos de la luz de las farolas de las calles, lejos del Feudo y de las palabras de Shield que me atormentaban. Pero para Ricardo no le era desconocida mi inquietud

"Aelsan, ¿que ocurre?" su voz sonaba tranquila y el suave deje de la preocupación marcado en la inflexión de su voz. No podía ocultar las sombras que oscurecían mis pensamientos, y le hable de Shield, de su llegada, de su intentos de seducción, y finalmente de la Espada Negra. Ricardo escucho atentamente, su rostro parecía a veces un mapa en el cual no parecía verse nada.

"No m gusta... Hay algo en el que no encaja, como si existiera una mancha y se hace mas notable cuando habla de ese arma..."

"Como si estuviera maldita" dijo continuando mi frase "No puedo ofrecerte respuestas, pues no se nada de ella, pero prometo ofrecerte toda la ayuda posible. Buscare en los libros, pero ahora trata de olvidarlo, al menos por ahora..."

A fuerza de besos y de caricias, Shield quedo reducido a cenizas, y no regrese al Feudo hasta unos días después. ¡La compañía de Ricardo me era tan necesaria...! Era como una droga, como el licor que aturdía a los sentidos y una dulce capa de paz y calma...

Cuando regrese, Shield ya no estaba allí, nadie sabia que había ocurrido con el ni a donde había ido.

El mayor error que cometí fui ignorar las tradiciones. El candil que partía en la noche del Solsticio de Invierno desde la fortaleza de Tara- Nar no llego, ni antes de Imbolc ni siquiera después, y yo considere que tal vez fuera debido a la reciente creación del Feudo o tal vez el espinoso camino que conducía hasta el, pero no entendía los malos augurios que traía consigo.

Ian se había enamorado perdidamente de una Sidhe, Mirella, de ojos hermosos violetas. Trato por todos los medios conquistarla, y ella lo despreciaba, no cruelmente, como siguiendo los pasos precisos del Amor Cortes. Fue el día de El Verdor, cuando Mirella clavo sus ojos en el.Yo misma le engarce los broches mas hermosos que había obtenido durante los años sirviendo en la Orden en su pecho. Para mi esas cosas no tenían valor, lo que de verdad merecía la pena eran los rostros aliviados al divisar el Feudo del Unicornio a lo lejos, la esperanza que resplandecía en sus ojos cuando veía aparecer a un grupo de gente como ellos ansiando ayudarles.

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