No entendía bien qué es lo que había cambiado. Si bien, Worick representaba un peligro para los gremios por su habilidad mental, también era un gran beneficio. Atacar Ergastulum a mansalva era algo que jamás esperó. Prostitutas, drogadictos, gente que no le importaba a nadie y que nadie iba a extrañar ¿por qué? Worick no entendía la razón. Atacar Benriya tendría más sentido que eso, pero… sin mediar razones, podía cargar el arma y salir con Nic y cargarse al pueblo entero si hacía falta.
Nic era un monstruo, un Twilight, una abominación de la naturaleza; siempre recordaba todo lo que había aprendido de aquellas bestias, de sus límites inexistente y del temor que infundían sólo verlos a los ojos. Nic era su escudo, sin embargo, era su amigo, el único puto amigo que tenía en todo el mundo y era cuando lo veía en batalla cuando recordaba especialmente esos límites entre los dos mundos en que habitaba Nic: siempre estaba a punto de perderlo. Él se debajo llevar por ese instinto impulsivo de mierda y sobrepasaba sus límites y lo hacía tener miedo, miedo como el que no había tenido ni siquiera cuando vio a Nic matar a sus padres de manera tan violenta y dura: iba a quedarse solo. Él, el Twilight, la bestia, aquel desastre de la naturaleza que era él, era todo lo que tenía. No importaba cuánto lo pensara, incluso, cuando tenía esa dicotomía en su cabeza, Worick había llegado al punto en que odiaba a todos por igual: personas normales y twilight, pero Nicolas estaba en un lugar en medio donde era imposible catalogarlo, porque todavía recordaba su primer encuentro, cuando lo vio como un niño escuálido, con la mirada perdida mientras era agredido por su padre. Todavía era su amigo.
Siempre iba a ser su único amigo.
Sin importarle nada, él salía siempre a respaldar a Nic. Aún medio ciego y con su única destreza para disparar, no lo dejaba solo. Ahora, no había sido diferente, pero Worick, como cada vez que tenían una batalla, sabía que él no haría la diferencia. Podía ser muy bueno cuando tenían un plan bien hecho, una estrategia bien trazada, pero todo había sucedido tan rápido y Nic había tomado parte en la acción de manera tan brusca, que no tuvo tiempo de decir nada y ahora, ¿qué iba a hacer? Nic no lo escucharía y no llegaba a su campo de visión. Bajo los efectos del cerebret tampoco lograría mucho. El estado de excitación aumentaría y Nic no pararía hasta acabar con todos y lo que más temía Worick es que era capaz de hacerlo. Podría bien arrancarle el cuero cabelludo sólo con las manos y seguir con fuerza para hacer lo mismo repetidas veces.
La imagen desató un recuerdo en Worick, deteniéndose un momento y tapando su ojo con su mano, fue apenas un instante: el ojo le dolía y le dificultaba seguir, sin embargo, no tenía permitido hacer algo como eso. Ambos estaban en el campo de batalla y no había tiempo para tonterías pues, la vida de los dos peligraba. La vida que nunca habían tenido y que siempre habían luchado por tener; por sobrevivir cada día en un mundo donde no eran necesarios.
«Probablemente estaría mejor sin él» pensó en más de una ocasión Worick, sin embargo, jamás se animó a intentar averiguarlo. Si él no fuera su amo y Nic no fuera su esclavo, su vida sería diferente; quizá. Aunque tenía miedo de pensar que estaría completamente solo sin Nic. Y no se animaba a hacerlo, sin embargo, ellos iban a permitirle experimentarlo.
Ver a Nic convulsionar en el suelo y quedar quieto en un charco de sangre fue aún más brutal que cuando empaló a su familia; cuando partió su espada por cortarle el cuello a su madrastra. Nic estaba tieso en el suelo y por su espalda, sintió un fuerte dolor, cerca de la nuca, justo en la punta del tatuaje tribal que ambos tenían, ese que escondía su pasado para dar lugar a su futuro; un asqueroso e inmundo futuro. Pero estaba…
—Carajo. La única orden que tenías que cumplir era esta —balbuceó arrastrándose en el suelo. Las piernas no le respondían y Nic no se movía— hijo de puta —sollozó y lo agarró del brazo. La cabeza de él se sacudió y quedó mirando hacia Worick con los ojos abiertos, tiesos, sin vida. La mirada perdida que había tenido de niño se intensificaba, se volvía más turbia y más dura con la muerte sobre él…
«Tenías prohibido morir» se dijo mentalmente tosiendo sangre. Era lo único que le había dicho en serio y lo que quería que cumpliera a toda costa: no morir por él. Quería que Nic tuviera una vida plena y que fuera él quién decidiera cuando y cómo morir. Pero morir protegiéndolo era todo lo que estaba mal. Era aquello que reforzaba su contrato, que le recordaba que él era sólo una cosa más de su propiedad… ¡Y él no quería eso! Quería que su amigo muriera como la persona que era, como aquel ser querido que lo acompañó durante toda su vida.
—Espero que no hayas sufrido —musitó cerrando su ojo. Palpó el cuello de Nic y arrancó la placa que llevaba en el collar— eres libre. Aprovéchalo.
El rostro de Worick estaba cubierto por las lágrimas y la sangre, ¡la historia de su vida! Parte del cuerpo le dolía, la otra parte había dejado de sentirla desde que recibió la bala. Cerró su ojo, si la muerte iba a llegarle, quería que fuera rápido, ¿o él iba a padecer todo el sufrimiento de Nic hasta dar su último aliento?
Estaba tranquilo, no sentía nada. Ni gritos, ni pasos ni más balaceras o huesos rotos. ¿Habría terminado? Esperaba que Nina estuviera bien, que Alex hubiese escapado. Suspiró profundo e intentó no pensar en nada o iba a aumentar su dolor aún más. Se estaba sintiendo más cansado que antes, sin fuerzas, más y más con el pasar del tiempo, la muerte se veía certera frente a él.
—¡Worick! ¡Nic! —la voz familiar lo hizo abrir su ojo. Vio borrosa la figura de Alex, envuelta en la tristeza como le había pasado a él— te llevaré con el médico. Y a Nic —la voz compungida se oyó lejana, pero aún quería estirar sus brazos y calmarla, aunque no tenía fuerzas para levantar su mano.
—¿Tienes dinero? —preguntó con una sonrisa.
—No es momento para eso.
—Mi gran fortuna es lo que llevo en el bolsillo —dijo con orgullo. Su último pago, la última mujer a la que había seducido— es tuyo. Vete a la mierda de aquí.
—No me iré sin ustedes —respondió firme ella, angustiada al pensar en estar sola. Amaba a Worick y había empezado a querer a Nic sin tenerle miedo, dejarlos estaba fuera de cuestión.
—Ya estamos muertos —respondió con aquella sonrisa austera que reflejaba un poco de dolor y a su vez, una calma que no encajaba con el ambiente— sólo actúa normal. No dejes que me vaya viendo una expresión tan demacrada tuya —mintió con aquella amabilidad y coquetería tan típica de él. Apenas podía distinguir su expresión, se veía borroso, como una nebulosa llevándose lo poco que le quedaba.
—¿Qué hay para comer hoy? —preguntó Alex limpiándose las lágrimas e intentando sonreír.
—Lo que haya de oferta —respondió en un susurro. Alex sostenía su mano, pero él ya no lo sentía, sólo la vio levantar su brazo antes de cerrar su ojo y no volver a abrirlo.
Los recuerdos dolorosos se iban; la vida turbulenta; los sueños fracasados y cada puta que estaba en su lecho todos los fines de semana. Nadie los iba a echar en falta y todo en el mundo seguiría como si ellos dos nunca hubiesen estado; ningún cambio iba a suceder.
Ahora, ya no sentía nada.
Sólo había paz.
Sólo había calma.
Al fin, había llegado su tiempo de descansar.
¡Hola, gente linda! ¿Cómo están? Como verán, yo no puedo resistirme a un reto y estoy en el Angstcember y este es el primer día.
Idea por twenty-four seven angst prompts: "Tú ganas." / "…¿Qué?" / "Por favor. No puedo seguir así. Ya no quiero ser el héroe. Solo… déjame morir."
Siempre quise escribir de estos chicos, quizá no así, pero amé desarrollar a Worrick ¡jo! Espero que la autora pueda continuarlo alguna vez.
¡Un abrazo!
