Disclaimer 1: Fanfic sin ánimos de lucro. The Loud House es creación de Chris Savino, propiedad material de Nickelodeon Intl, y está bajo licencia de Viacom International Media y Jam Filled Entertainment.
Disclaimer 2: Los materiales referidos y/o parodiados son propiedad intelectual y material de sus respectivos creadores.
Margaritas y lavandas
II
Los panqueques son mejor tibios
Royal Woods, Michigan
8 de septiembre de 2034
8:20 am
Sobre la avenida Franklin
Una vez que vieron a las chicas subirse al autobús, ambas madres decidieron volver un momento a la casa.
Lo normal entre ellas siempre era tomar un baño separadas, más que nada porque pudiera ganarles el impulso a no salir hasta estar arrugadas por el agua, y hacer cualquier cosa que no tenga que ver con la casa o su familia.
Ya solo quedaba ver que Luan no tuviera pendientes, y como hoy el Portal Chortle estará cerrado por ser lunes, es más que obvio que tendrá desocupada su tarde. O, al menos, pensó eso hasta que el teléfono fijo de la sala sonó.
-Residencia Loud, Maggie al habla -respondió casual, como si nada.
-¿Es la línea de Negocios Graciosos? -preguntó una voz femenil con marcado acento sureño-Necesito un servicio urgente para hoy.
-Lo siento -respondió Maggie mientras Luan toma la línea de la recámara-, pero…
-Es para una fiesta el viernes -continuó la voz, sin creer que no hablaba con Luan-. No me importa el precio, pero necesito el paquete completo y ayuda para organizarla.
-Eh… ajá, claro -dijo Luan, sonando algo cansada.
-¿Cree venir a las…?
Colgando, Maggie optó por preparar un almuerzo rápido. A pesar de no tener las mismas facultades para la cocina que Luan, tiene con que defenderse en esa área. Lo suficiente como para no haber pasado hambre en sus días de universidad antes de que naciera Lois.
Buscando en la alacena, se topó con la misma nota que Luan y maldijo que su hija todavía tiene esa maña costumbre de comer después de la cena. Sin duda debió venir mientras estaban en lo suyo, tomando por asalto los bocadillos.
Lo que no tomó, obviamente, fue una bolsa de harina, unos tres huevos de la docenera del refrigerador y dos cartones de leche, uno de los cuales estaba justo al lado del horno con una etiqueta que reza "para Rhonda o la vecina", mismo que tiró a la basura.
Sin pensarlo, preparó un desayuno de panqueques. Había visto docenas de recetas, pero algunas le causaron asco como la de dos ingredientes -no es nada amiga de combinar huevo y plátanos – o una simple reprobación, caso de los preparados con tocino de una serie que terminó odiando por los spin-offs.
Apurada, batió dos tazas de harina sin cernir, levadura química, dos huevos y taza y media de leche con mantequilla atemperada hasta tener una masa de consistencia suave y aterciopelada, algo grumosa pero no demasiado. Todo mientras dejaba en el sartén una tortilla hecha con el sobrante, salchichas y cebollín picado.
Le tomó un poco de tiempo acomodar la mesa del comedor, poner un florero con una rosa amarilla que robó del jardín de la vecina y sentarse a esperar. En su mente, la idea se formó en su cabeza y se arraigó un poco. Si Luan tendrá un día ocupado, al menos tendrá un grato recordatorio de que siempre está en su mente cuando hay mil y un cosas en que pensar.
En cuanto escuchó los primeros pasos de Luan, se sentó y se acomodó el cabello para lucir impecable como siempre que tiene consulta. Esperaba que Luan se sentara, tomara su almuerzo con ella y pasaran aunque sea un ratito para pasarla bien.
Entrando al comedor Luan buscó tan rápido las llaves del auto y tomó la tortilla como salió.
-Te veré en la noche -dijo Luan, un tanto secante-, no me esperes despierta.
-Luan, pero te preparé el…
-Nos vemos -se despidió Luan antes de dar cuenta de la tortilla de un bocado y cerrar la puerta.
-… almuerzo -añadió Maggie, abatida.
Mirando la mesa, se sintió como una total estúpida. Todo el trabajo que resultó preparar un almuerzo para dos, en balde, y todo culpa de un trabajo que le salió de la nada.
No le gusta desperdiciar la comida, y mucho menos su tiempo. El desaire de verdad fue un duro golpe para su propia estima, y ver que Luan apenas y se inmutó de los arreglos que hizo por y para ella resultó ser el remate de un chiste de verdad malo.
Probando, apenas y le supo a nada. Fuera de la miel y la mantequilla, no tenía casi sabor, y lo peor es que están un poco secos, demasiado hechos en realidad. Eso necesitaba bastante más café del que está dispuesta a beber, pero dado que esta semana tenía cita para su examen médico anual debía evitarlo para que no la diagnosticaran con presión alta.
En el autobús, las cosas no fueron mejor. Hace años que no lo toma, ya que Luan siempre la dejaba en el consultorio y de ahí a donde ella tuviera que ir, pero con la clase de gente que había, recordó por qué no le gustaba. Entre el idiota del dueño de la tienda Trapos para Guapos arrimándose a su retaguardia, un niño afroamericano que llenó su saco de caramelo y saliva y un sujeto, tal vez oficinista, le apretó el trasero y el que se subiera al transporte una mujer castaña de aspecto zarrapastroso y peor hedor por la que tuvo que aguantar semejante suplicio, su buen humor de la mañana se desvaneció por completo.
-¿Qué tenemos para hoy? -preguntó a su secretaria una vez que llegó.
-Tiene al menos un par de citas de aquí a las doce -señaló Cristina, quien con el tiempo terminó ganando bastante peso desde sus días de preparatoria en que fue coronada Reina de su promoción-, su reunión con el fiscal de distrito para presentar pruebas de que la señora Nilsson no ha tenido atrasos en los pagos de las terapias de Axel, su cita con Axel a las tres y media, una consulta a las cinco con un tal Lyndon Load… -añade con desprecio disimulado.
-Mi cuñado, DiMaggio, las cosas como son -espetó Maggie-, y se llama Lincoln Loud.
-¡Agh! Como sea… -suspira Cristina, ya sin disimular-… termina con una visita de la maestra de música de la preparatoria. Dijo algo de que quiere tomarse terapia de pareja.
-Mueve esa última para la semana entrante -ordenó Maggie-. No quiero verle la cara a mi cuñada solo porque su esposa es un desastre.
Dejando una caja en su escritorio una vez que entra, mira al retrato que tiene sobre el mueble. Tal y como Luan y su suegro en su momento, ambas iban disfrazadas de vaca y Lois de ternera para celebrar su cuarto cumpleaños en Lactolandia. Y conforme las citas del día fueron pasando, más hastiada se hallaba. Mención especial merecía la visita al fiscal, un sujeto de humor más que avinagrado y una disposición para las damas de grandes atributos que solo cabría calificar de "el placer es mi negocio, y el negocio va bien".
Abriendo la caja unas horas más tarde, da cuenta de lo que pudo ser un encantador almuerzo y terminó siendo una comida que solo un soltero disfrutaría antes de su primera cita del día. Y eso, si el soltero es un optimista empedernido que solo busca validación de todo mundo antes que la de su interés en cuestión.
~o~
9 de noviembre de 2022
Día 2 (atrasado)
Almuerzo
De verdad odio que una salida de la mañana se prolongue lo suficiente como para encimar compromisos que me hagan subir a altas horas de la noche cuando ya debería de tener todo en claro.
Ok. Ya tenemos que a Maggie le salió una decepción por un imprevisto. ¿Y saben algo? Esto promete ponerse como para buscarse unas palomitas.
J0nas Nagera, siempre es grato verte por aquí. Entiendo que el trabajo agobie, así que tú tranquilo, yo nervioso. Sobre el texto, ¿por qué no darle algo de variedad al historial de Linc antes de su paso por el helado trasero de Norteamérica? Voy a tratar de ir más en onda con lo que al rato toca subir. Y créeme, solo diré que The Cure es algo que de plano me desubica por completo par... ok, hablé de más.
Día tres, chance y mueva unas cuantas fibras por un sentido menospreciado. Ahora...
sigan sintonizados
Sam the Stormbringer
