Después de un largo y extenuante día de trabajo en la empresa donde llevaba más de un año contratada, se cambió de ropa, compró una botella de vino y fue a casa de sus amigos, Isabella y Gastón French, cumplían aniversario de casados y la invitaron para una cena.

"¡Regina Mills!", exclamó su amigo cuando le abrió la puerta.

"Gastón, pero qué guapo y elegante andas hoy, cualquiera diría que asaltaste una boutique", estaban acostumbrados a sus comentarios, esos que se caracterizaban por estar llenos de sarcasmo e ironía.

"para el día de aniversario con mi bella y amada esposa reservé lo mejor", ninguno se molestaba con ella, al contrario, el día que no hubiese una reunión sin los comentarios de Regina, no era una fiesta divertida.

"en fechas como la de hoy, siempre dices eso mismo, amor", intervino Bell, como todos, de cariño la llamaban, "solamente mi marido no asaltó una boutique", la miró de arriba hasta abajo, lucía una pantaloneta blanca de tiro alto y una blusa roja de vestir mangas tres cuarto, conjunto acompañado por un par de tacones medianos, "parece que trabajar en una empresa famosa, te ha dado clase", Regina rodó los ojos con molestia, "¿o será el hecho de tener un jefe tan guapote?", Gastón la miró con asombro por esa expresión.

"deja de molestarme con ese tema, mi jefe y yo somos como el aceite y el vinagre", su amiga le decía que detrás de tanta apatía entre ellos, había algo escondido.

"el brillo en tus ojos cada vez que hablas de él, me dice lo contrario", la rectificó.

"mi jefe me odia, Bell", replicó con resignación.

"si te casas con él tengo que ser la madrina de la boda", seguía empeñada en ese tema.

"esa boda no me la pierdo por nada del mundo", ambos se unieron en su contra, "ver a mi amiga Regina, quien siempre dijo que odiaba los matrimonios y los compromisos, felizmente casada y con su jefe, nada más y nada menos, sería un logro importante, ¿no crees, amor?", Bell asintió en aprobación.

"me rindo", la dejaron sin argumentos.

"¿aceptas que sientes algo por el amargado de tu jefe, entonces?", la batalla la tenía ganada, o eso creía.

"sí", se quedó ahí, la expectativa y la incógnita en el rostro de sus amigos fue como si se hubiesen acabado de ganar el premio Oscar, "lo odio con todas mis fuerzas", los desilusionó.

"¡ahhh!", dijeron a la misma vez.

"mejor vayamos a comer", durante todo el día, casi no pudo probar bocado, trabajaba demasiado, no podía darse el lujo de tomarse un descanso para comer.

"apruebo", Gastón la apoyó y los tres caminaron hasta el comedor, al parecer, la conversación había quedado olvidada.

"nuestra empleada estrella, nos ha preparado una receta familiar", promocionó Bell, la mesa estaba servida y perfectamente decorada.

"muero por probarla", Gastón se relamió los labios, mientras ayudaba a las damas a sentarse a la mesa.

"gracias, muy caballeroso mi amigo", agradeció Regina.

"mi esposo es un amor", elogió Bell.

"todo un príncipe encantador", añadió.

"no más que tu jefecito", estaba segura que si por su amiga fuera, ella estuviera casada y con muchos hijos, qué aburrido, "cuéntale a Gastón, cómo fue que terminaste durmiendo en su habitación", supo desde el primer momento que le contó lo ocurrido en aquel viaje, que había cometido un error.

"cambiemos de tema", era el aniversario de bodas, mejor elegir una conversación más apropiada para la fecha, "hablemos sobre la noche que Gastón trepó por la ventana de la mansión de tus padres y tuvimos que esconderlo debajo de la cama", los tres rieron, esa anécdota era inolvidable, a partir de ese momento, la casa se colmó de sus historias de la adolescencia, degustaron de la deliciosa cena, luego se sentaron en la sala de la casa para beber el vino que Regina compró.

"siempre lo digo, tienes un gusto exquisito para las bebidas", comentó Gastón, ella se encargaba de traer la bebida cada vez que se reunían.

"¿cómo no?, si mi amiga tomó un curso y fue la mejor de su clase", alabó Bell.

"eso fue porque Jefferson trabajaba en un hotel", su ex novio la convenció porque a ambos se les ocurrió la brillante idea de montar un negocio de vender vinos, pero, todo eso quedó en el olvido cuando su tormentosa relación terminó.

"¿lo has vuelto a ver?", cuestionó Gastón, solían ser muy buenos amigos.

"lo mejor que me ha pasado, no quiero verlo nuevamente", resultó ser un desquiciado paranoico, enfermo de celos, por eso su relación no terminó en paz, le costó demasiado librarse de él.

"ojalá que le haya ido bien", Bell con su positividad trató de interferir varias veces entre ellos para que la relación no se rompiera, fue imposible hacerle creer que Regina no lo traicionaba, como tanto alegaba.

"nadie merece estar preso en su propia mente, la paranoia es una enfermedad mental que requiere atención", razonó Gastón.

"si te dejas ayudar", concluyó Regina, muchas veces intentó hacerle ver que necesitaba la opinión de un experto en la materia, su furia aumentaba al escucharla insinuar siquiera que pudiera estar loco.

"basta de temas tristes", repentinamente, la alegría del momento, cambió de tono, ellos vivieron en carne propia todo el sufrimiento de Regina durante aquellos días que Jefferson se descontroló, temieron que ocurriera lo peor, "tengo mucha curiosidad", la picardía en el rostro de su amigo, abrió los horizontes de su imaginación, de inmediato dedujo por dónde venía, "hay algo que necesita explicación", les sirvió más vino y continuó, "¿cómo fue?", ya Bella no podía aguantar las carcajadas.

"esto es culpa tuya", le apuntó con el dedo.

"disfruto hacerte rabiar", su expresión de rostro era indescifrable.

"me las pagarán", tomó un sorbo de vino de su copa.

"admite que te sientes en desventaja ante nosotros", Gastón pensaba que era invencible.

"les demostraré que nunca habrá nada entre mi jefe y yo", segura de sí misma afirmó, "además, debe tener a muchas detrás de él", sabía que recibía visitas de mujeres poderosas, refinadas y famosas, pertenecientes a la alta sociedad, ni en otra vida se fijaría en una insignificante empleada como ella.

"por favor, ninguna de esas se puede comparar contigo", su amiga quería tener la razón costara lo que costara.

"el tiempo se inclinará a mi favor", argumentar con ellos era una batalla perdida.

"lo mismo digo", Bell habló en tono de desafío.

"con esa seguridad creo que esta apuesta la ganará mi amada esposa", Gastón actuó como el mediador entre las dos.

"son imposibles", negó con la cabeza, "me tengo que ir, es tarde", miró su reloj de pulsera y se dio cuenta de que el tiempo se les fue volando.

"una reunión inolvidable", se despidieron y Regina salió de la casa, tenía la idea de caminar hasta llegar a su departamento, pero era demasiado tarde, cambió de opinión, le hizo seña a un taxi.

"buenas noches señorita, ¿a dónde la llevo?", saludó educadamente el chofer.

"al centro, por favor", el auto emprendió su movimiento.

Durante todo el viaje, no pudo evitar pensar en la conversación que tuvo con sus amigos, recordó cuánto cambió su vida en solo meses.

La relación con Jefferson acababa de terminar, le costó mucho trabajo recuperarse emocionalmente, con sus celos mató el amor que sentía por él y cuando quiso terminar la relación, se negó a dejarla ir, convirtiendo su vida en una verdadera tortura, hasta que apareció su hermana Grace, quien la ayudó convenciéndolo para que la dejara en libertad, le agradecía porque convivir con una persona que no quería reconocer su enfermedad y se negaba a recibir ayuda, era como un castigo.

Cuando las aguas tomaron su rumbo, tuvo que comenzar a buscar trabajo, en el bufete de abogados donde trabajaba como secretaria ni se atrevía a regresar, Jefferson le hizo pasar una gran vergüenza alegando que sostenía una relación a sus espaldas con el dueño del lugar, entonces luego de días de estresantes entrevistas y llamadas que nunca recibió, encontró trabajo en una famosa compañía que comercializaba bicicletas deportivas.

"¿es usted Regina Mills?", esperaba en el recibidor de la empresa cuando escuchó una voz masculina que mencionó su nombre.

"sí", la seriedad del apuesto hombre parado frente a ella, la intimidó tanto que ni pudo fijarse en sus bellos ojos azules como el cielo, ni en su cabello rubio, ni en sus tan bien formados músculos, los que tuvo tiempo de admirar, luego que su nerviosismo pasó.

"acompáñeme", le viró la espalda y la guió hasta una oficina, "tome asiento", le ofreció, su voz le seguía pareciendo tan fría como el hielo.

"grac…", la interrumpió, pero, ¿dónde estaba su educación?

"mi nombre es David Nolan, soy el presidente de la empresa, quien la contrató y quien da las órdenes en este lugar", si existía alguna interrogante, quedó aclarada con esas afirmaciones.

"tengo entendido que seré su asistente personal", habló con temor a que la despidiera sin haber firmado su contrato.

"efectivamente", marcó una tecla en el teléfono, del que salió una voz femenina, "haga pasar a mis asistentes", dio la orden y de inmediato la puerta se abrió para dar paso a dos mujeres, "ellas son Ana y Elsa, mis empleadas de más confianza en la empresa", ambas le dieron la mano en señal de presentación.

"mucho gusto", correspondió.

"pueden retirarse", la presentación ni terminaba y ya las estaba echando, al parecer todos estaban acostumbrados a lidiar con su mal carácter, "firma tu contrato", le ofreció unos documentos, "puedes leerlos antes", debía enterarse del contenido de los papeles, de lo contrario, ni muerta los firmaba.

Pasados unos minutos de un gran silencio entre los dos, se dispuso a firmar.

"veo que está de acuerdo con los términos impuestos por el contrato", Regina asintió, "me alegro mucho, porque a partir de ahora, su vida me pertenece", palabras que terminaron por demostrarle que había caído en las garras de un gran depredador y ella era la presa, indefensa, débil y aterrada, pero tendría que armarse de valor, haría hasta lo imposible por conservar su lugar allí, necesitaba trabajar.

"¿me puedo retirar?", cuestionó con miedo en su voz.

"la secretaria le enseñará su oficina", hasta oficina tendría, después de todo, su primer día no sería tan malo como pensó.

"gracias señor", suponía que debía llamarlo así.

"señor Nolan", añadió.

"gracias señor Nolan", rectificó su afirmación y salió de allí como por arte de magia.

Los primeros días fueron difíciles, sus compañeras Elsa y Ana se aprovecharon de que ella era la más nueva para que realizara casi todo el trabajo, llegaba muy temprano y salía extremadamente tarde, su vida social se cayó abajo, extrañaba a sus amigos Gastón y Bell, solo escuchaba sus voces cuando tenía la oportunidad de hacerles una pequeña llamadita telefónica, pero ni pensar visitarlos, porque hasta los fines de semana tenía que ir a la empresa, trabajaba de lunes a lunes sin parar, por suerte, ninguno de esos días tuvo el placer de encontrarse con su jefe, lo agradecía porque no estaba acostumbrada a conversar con personas mal educadas como él, aunque no dejaba de despertar su curiosidad, le intrigaba el hecho de saber, qué le había ocurrido para que se convirtiera en un personaje tan desagradable, del que no estaba lejos de experimentar en carne propia, su furia.

Un mes después de su primer día, tuvo que quedarse hasta tarde para entregarle al señor Nolan, un informe, el que, debían redactar entre ella y sus dos compañeras de trabajo, pero como ya era costumbre, la dejaron totalmente sola y lo terminó fuera del horario establecido para su entrega y muy tarde en la noche.

"con permiso, señor Nolan", anunció su presencia en la oficina presidencial.

"ya era hora que aparecieras", la molestia resaltó en su expresión.

"el informe que solicitó", ignoró el reclamo y le ofreció la carpeta.

"déjalo sobre el buró", cumplió su orden y se quedó parada frente a él esperando que le ordenara el próximo paso a seguir.

Lo vio ojear el documento de muy mala gana, con cada palabra que leía la furia se reflejaba en sus ojos, los que cambiaron de color, parecía poseído, "¡basta de ineptitud!", le tiró los papeles, "¡eres una incompetente, nada sabes hacer bien!", exclamó, parecía un tornado en ascenso, "después que tolero la entrega del informe fuera del plazo acordado, es completamente incomprensible que esté tan mal redactado", Regina respiró para llenarse del autocontrol que perdía con cada palabra que escuchaba, "estoy harto de tus torpezas", seguía ofendiéndola, "un error en este negocio son millones de dólares que pierdo y como comprenderás, un hombre como yo no se puede dar el lujo de perder una cantidad como esa", explicó, "supe que cometí el peor error de mi vida desde el primer día que llegaste, sinceramente no sé por qué te contraté", su falta de ética rebasaba los límites.

"¿terminó, Señor Nolan?", cuestionó con sarcasmo y al no recibir respuesta, continuó su intervención, luego de haber tolerado toda esa cantidad de insultos, se iría de allí con la cabeza en alto, nadie se atrevía a hacerla perder su orgullo ni su dignidad, "es una pena que sus empleados no tengan la envidiable virtud de ser tan perfectos como usted", se aseguró de mirarlo a los ojos, "le deseo suerte, buenas noches", sus palabras lo dejaron mudo, escuchó que la puerta se cerró y allí fue cuando se dio cuenta de la severidad con que la había tratado, ya era tarde, quizás nunca volvería a ver a tan hermosa mujer, porque hasta un ciego se podía dar cuenta de su belleza, parecía hecha por los mismos dioses, su cuerpo tan esbelto, sus estilizadas piernas, sus finas manos, su cabello tan perfecto, sus ojos tan expresivos y sus carnosos labios que invitaban a probarlos de inmediato los veía, era un pecado de mujer, se dio cuenta desde el primer día que la tuvo enfrente, por eso había evitado cruzarse en su camino, David Nolan, no se podía dar el lujo de tener una debilidad carnal, su vida había terminado después de aquel día, prometió prohibirle a su corazón que se sintiera atraído por una mujer, el amor ya no era para él.

La impotencia la obligó a caminar hasta llegar al departamento donde vivía, la actitud de su jefe era inaudita, recordaba con la desfachatez que ofendió el informe que con tanto esfuerzo realizó sin ayuda de sus compañeras, era intolerable la forma que tenía para dirigirse a sus empleados, ser el jefe y pagarles un sueldo no le daba el derecho para humillarlos, eran seres humanos, al parecer al muy mal educado le hacían falta varias lecciones de vida y ella estaba dispuesta a dárselas, por eso, al día siguiente se presentó a trabajar tan temprano como siempre y a partir de esa mañana, se esmeró en estudiar a fondo el funcionamiento de la empresa, se esforzó el doble para que su desempeño allí brillara y sobresaltara por encima de los demás, tal fue su dedicación que ocurrió lo inesperado y lo jamás visto en la historia de la empresa.

"buenos días a todos", temprano les anunciaron de una reunión con el presidente, quien quería hacerles un anuncio se suma importancia, "seré breve, el horario de trabajo es inviolable", fue la introducción a su discurso, "a partir de este momento, la empleada Regina Mills será mi única asistente personal y trabajará en mi oficina conmigo", la mención de su nombre la dejó petrificada, eso no se lo esperaba, "Regina", la llamó delante de todos, "¿estás de acuerdo?", ella movió la cabeza de arriba hasta abajo, negarse ante esa propuesta sería un pecado mortal.

"quienes no estamos de acuerdo somos nosotras, señor Nolan, llevamos más tiempo trabajando en esta empresa que ella, nos merecemos ese puesto", protestó Ana en nombre de ella y de su compañera Elsa.

"la señorita Regina se ha ganado ese lugar, ha trabajado arduamente, ha hecho horas extra, conoce los movimientos de la empresa casi mejor que yo, hasta les ha hecho su trabajo, por eso, a partir de hoy, quedan despedidas, por ineficaces", la defendió delante del colectivo de trabajadores, era lo menos que podía hacer, reconocer su esfuerzo, después de aquel encuentro tan desagradable, cuando él se portó como un patán y la ofendió de la peor manera, pensando que jamás la volvería a ver, le dio la lección de su vida, no solo, presentándose a trabajar como si nada hubiera ocurrido, también se empeñó en convertirse en la empleada ejemplar que era hoy.

"esto es una injusticia y un atropello", replicó Elsa.

"en el departamento de economía las esperan con su liquidación, ¿alguien más tiene algo que agregar?", imposible que se escuchara otra voz que no fuera la de él, "pueden continuar trabajando", la reunión terminó tan rápido como lo había prometido, "Regina, la necesito en mi oficina", se quedó inerte esperando recibir las próximas indicaciones, se dio cuenta y dio su orden.

"Señor Nolan, quisiera agradecerle po…", le impidió continuar.

"primeramente, siéntese", le ofreció asiento, eso era nuevo, "en segundo lugar, quisiera que se encargue de estudiar una nueva inversión que quiero hacer", pensó que se disculparía con ella por su mal comportamiento, por haberla ofendido, al parecer, David Nolan no pedía disculpas, "mandé a que habilitaran un ordenador y un buró para facilitarle el trabajo", ¿es que nunca dejaba de ser tan frío?, "puede utilizar el mío mientras tanto", se levantó, permitiéndole que ocupara su lugar.

"muy bien, ¿qué debo hacer?", lo vio sentarse frente a ella.

"dejé abierto el documento que quiero que estudie", dirigió su atención a la pantalla del ordenador, pero no pasó desapercibido el hecho que, examinaba sus movimientos, sus expresiones, sus reacciones, se sentía analizada y lo peor era que tendría que acostumbrarse, su trabajo sería así a partir de ese momento.

"¿qué te pareció?", cuestionó al pasar alrededor de una hora sin que ninguno de los dos mencionara una palabra.

"esta empresa no es confiable, si acepta la negociación, perderá usted y hasta puede terminar en la cárcel", su sinceridad fue explicita y directa.

"¿cómo puedes estar tan segura?", le parecía que la estaba poniendo a prueba.

"porque es una empresa falsa e ilegal", si quería su opinión, la tendría.

"lo mismo me temía", le dijo precisamente, lo que quería escuchar, siguió un silencio algo incómodo, él la miraba intimidantemente a los ojos, ella hechizada por el infinito azul de sus pupilas, le respondió con la misma intensidad.

"señor", la voz femenina proveniente del teléfono, interrumpió el momento.

"sí", respondió, claramente molesto por lo inoportuno del llamado.

"los empleados que mandó a llamar ya están aquí", se acordó del detallito que se borró de su mente con solo haber tenido el privilegio de disfrutar de la mirada de Regina.

"hágalos pasar", culminó la comunicación.

"con permiso", abrieron la puerta, traían el buró y el ordenador para que ella trabajara, aunque estaba empezando a dudar de su decisión, no sabía cuánto se podría contener al tenerla tan cerca y a la vez, tan inalcanzable, "¿dónde desea que coloquemos el buró y el ordenador?", cuestionaron.

"justo al lado del mío", sin dudar respondió.

Luego de que los empleados hicieran su trabajo y todo quedara justo como él lo solicitó, volvieron a quedarse solos, la vio levantarse de su puesto de trabajo y ocupar el de ella.

"tiene un correo sin leer", la notificación se hizo tan molesta que su concentración se había ausentado, aunque no sabía determinar cuál era el verdadero motivo de su ausencia.

"gracias", abrió los ojos del asombro, tuvo que disimular, era un gusto que no le daría tan pronto.

Continuaron tratándose como dos extraños, a pesar de compartir muchas horas juntos, coincidían en ciertos aspectos de la empresa, pero en otros, eran como enemigos en medio de una batalla a muerte, a veces le daba la impresión que la odiaba irremediablemente, sin darse cuenta, se acostumbró a convivir con su indiferencia.

En cierta ocasión, tuvieron que viajar juntos, era la presentación de un nuevo modelo de bicicletas, el cual lo vendieron a una importante compañía alemana, allí asistirían a un evento de alto rango en el mundo de los negocios, varios de los inversionistas más importantes del mundo asistirían, además de ganar cierta popularidad en el mundo del comercio de bicicletas, tendrían la oportunidad de hacer negocios con otras empresas, de ahí la importancia de la presencia de Regina, David sabía perfectamente que su excelente visión para el negocio no lo traicionaría, y no se equivocó, efectivamente, luego de cerrar las negociaciones con la empresa alemana, ella le consiguió una cita con el mayor exportador de metal de Europa.

Esperaba su llegada justo en el restaurante donde se hospedaban, cuando apareció Regina, llevaba un vestido rosado corto, ceñido a su figura, cuello de tortuga, mangas largas de encaje, y un escote extendido en sus espaldas, dejándolas totalmente descubiertas, unos tacones color beige y un monedero en combinación con los zapatos, sus ojos quedaron abiertos de par en par, su belleza era indescriptible.

"buenas noches", saludó a su llegada, "perdón la tardanza", tenía planificado ir a bailar luego que la reunión terminara, esa era la última allí y no quería irse sin haberse distraído por lo menos unas horas.

"todavía estás a tiempo", disimuló su impresión como pudo.

"¿puedo?", salió de su estado de enajenación, se levantó y la ayudó a sentarse, "gracias", agradeció el gesto.

"¿interrumpo?", el sonido de una garganta aclarándose, desvió su atención.

"licenciado Jones", Regina era quien lo conocía.

"señorita Mills", ni se molestó en disimular la zalamería de su voz.

"le presento al Señor David Nolan", estaban allí con un objetivo.

"su asistente me habló maravillas de su empresa, además, me tomé el atrevimiento de hacer mis propias investigaciones, espero no se moleste", un empresario como él, no cometería el error de comenzar una negociación con una empresa mediocre.

"entiendo, también haría lo mismo", hablaban el mismo idioma.

"si nos entendemos, nos auguro una negociación muy ventajosa para ambas partes", previamente, Regina le había comentado sobre los intereses mutuos, por eso, aceptó asistir a esa reunión.

"aquí tengo los documentos oficiales con los acuerdos legales y los beneficios para ambas empresas", le ofreció una carpeta con un sin número de papeles, "se los dejo para que los analice, ya tienen mi firma, solo falta la suya", siempre era tan decidido y atrevido para los negocios, por eso dio el primer paso.

"agradezco la confianza", comprobó lo anteriormente dicho, abriendo la carpeta, "nos mantendremos en contacto", comenzó a guardar los documentos dentro de su portafolios, "por cierto, debo elogiar a su asistente, cuídela mucho, no todos los días uno se encuentra con una empleada con la combinación perfecta entre eficiencia, eficacia y belleza deslumbrante", David lo miró, enfureció al escuchar esas palabras.

"privilegios que gozamos unos y desdichas que sufren otros", una indirecta, perfectamente directa, claramente le estaba declarando la guerra si se equivocaba con Regina.

"les deseo una excelente noche", se fue con una sonrisa en sus labios, la actitud posesiva de David le resultó graciosa.

"hablando de noche, te invito a un club cerca de aquí", ¿acaso escuchó bien?, eso era una invitación, la primera que escuchaba de sus labios, "no te ofendas", siguió hablando, le pareció que sobrepasó algunos límites, "mi intención no fue faltarte el respeto", seguía soñando, no dejó de tutearla durante toda su intervención, "mejor me voy a dorm", la respuesta de Regina lo hizo callar.

"vamos", la vio levantarse de la silla y extenderle la mano, la que no dudó en tomar, en el momento que logró unir sus manos, todo le dio vueltas, casi cae desmayado al suelo, pero logró controlarse.

"caminemos, el club no está lejos", ella asintió sin ofrecer resistencia.

"la noche está preciosa", elogió, jamás había viajado tan lejos, aunque el cielo, las estrellas y la luna eran iguales en todas partes del mundo, ella los veía con otros ojos.

"¿prefieres que compremos algo de beber y compartamos en un lugar hermoso que conozco?", durante esos días, no tuvo la oportunidad de visitar su lugar favorito de Alemania.

"me gusta más la idea", siguieron caminando.

"solo tomamos el tranvía y nos llevará a ese maravilloso lugar", como tenía mayor experiencia, se dejó llevar por él.

"soy toda suya esta noche, Señor Nolan", se lo dejó saber con esa afirmación.

"espera aquí", aprovechó para comprar una botella de wiski, además, debía tomar distancia, con lo que acababa de escuchar, estaba seguro que si continuaba allí, perdería el control nuevamente y ahí sí no habría vuelta atrás, "nada mejor que un trago de esta botella para asimilar la belleza natural de lo que veremos en solo minutos", comenzaba a intrigarla.

"entonces no perdamos más tiempo", lo animó, tomaron el tranvía que los dejó justo en el lugar deseado.

"bienvenida a las cataratas del Niágara europeas", tenían su nombre, pero algo enredado de pronunciar, por eso se decidió por llamar a las asombrosas cataratas como eran comúnmente conocidas.

"esto es un espectáculo asombroso, David", aunque era de noche, no podía dejar de reconocer lo impresionante de la naturaleza.

"te dije que no podías asimilar lo que tus ojos verían", impresionada era poco para como se sentía en ese momento, "esto nos ayudará", comenzaron a beber del wiski que había comprado, el intercambio de palabras fue casi nulo, ambos le tenían pánico a recibir una respuesta que no querían escuchar, por eso, se limitaron a beber en silencio y acompañarse del maravilloso sonido que hacía el agua al correr tan libremente frente a sus ojos, así pasaron las horas, eran casi las cuatro de la madrugada cuando la botella por fin quedó totalmente vacía.

"parece que la botella no quiere cooperar con nosotros", la lengua de Regina se le enredó en tan sencillas palabras.

"tienes razón como siempre", sin emitir medio sonido más, la ayudó a llegar al tranvía, sin levantar la mínima sospecha de su estado, sorprendentemente se dejó guiar por él, tampoco estaba en condiciones como para negarse, por eso pudieron llegar al hotel, esperaron el ascensor.

"David", se sostuvo con fuerza de él, un mareo la dejó casi sin equilibrio.

"permíteme", la alzó en sus brazos, su estado de embriaguez era inferior al de ella, "mi habitación está más cerca", Regina entendió perfectamente a lo que se refería, escondió su rostro en su cuello y asintió, esa autorización fue suficiente, cuando las puertas se abrieron, no perdió el tiempo, se dirigió a su habitación y la depositó con extrema delicadeza encima de la cama, luego fue al baño, se lavó el rostro y al regresar, Regina dormía como un angelito, la observó con detenimiento, se animó y fue acercándose más a ella, hasta acostarse a su lado para admirarla detalladamente, sus dedos se perdieron en su cabello, bajó la cabeza para embriagarse de su aroma y respirar el mismo aire, su corazón lo estaba traicionando de la peor manera, lo escuchaba gritar fervientemente lo que por terco, se negó a ver durante todos esos meses que trabajaron juntos, en los que empezó a verla desde todos las versiones, comenzó por admirarla como una excelente empleada, cada día se reprendía por no enfrentarla y pedirle disculpas por su mal comportamiento, por haber sido tan insufriblemente desagradable con ella, pero tendría que explicarle que su actitud se debía a que se sentía intimidado por su belleza infinita, por lo que despertaba en él cada vez que la tenía cerca, entonces continuó admirándola silenciosamente, ahí fue que la admiración se convirtió en algo más, quería conocerla, saciar la curiosidad que le provocaba por descubrirla en toda su extensión, en muchas ocasiones se descubría embobecido mirándola sin que ella lo advirtiera, estudiándola como la nueva lección de un alumno universitario, luego la necesidad de protegerla lo golpeó inesperadamente, sentía que podía evitar que sufriera, quería enfrentarse al mundo por ella y por último, todos estos niveles por los que fue escalando, lo llevaron a una sencilla conclusión, la que le confesó con plena libertad, sabía que ella estaba tan perdida en sus sueños que jamás lo sabría, pero la vida es una niña caprichosa que no entiende de razones.

"te amo, Regina Mills", esas palabras no se le borraban de la mente desde aquel día, tenía que ser un sueño, porque aseguraba que David, la odiaba con todo su ser, los efectos del alcohol de esa noche jugaban con su mente, alucinaba y no le gustaba, ni un poquito.

"llegamos, señorita", el chofer anunció.

"gracias", pagó, se bajó del auto y la figura de quien ocupaba sus pensamientos, la esperaba frente a la entrada del edificio.

"Regina", luego de haberle confesado sus sentimientos esa noche en su habitación del hotel, se acurrucó a su lado y se quedó profundamente dormido, el amanecer los sorprendió, dejándolos atónitos por la posición en que estaban, ella, salió de allí sin mencionar palabra, el silencio era común entre ellos, entonces, los próximos días fueron incómodos para ambos, su actitud lo dejaba desconcertado, dudaba que hubiese escuchado la voz de su corazón, pero tenía que averiguarlo y esa noche, como no podía dormir, se aventuró a ir a verla a su departamento.

"¿David?", su presencia allí, estaba completamente fuera de lugar, "¿qué…?", la interrumpió antes de que llegara la pregunta que no quería escuchar.

"no quiero que estemos así", reconocer sus sentimientos por ella, había derrumbado todas sus barreras protectoras, aquellas que levantó cuando sobrevivió a los días más tenebrosos de su vida.

"¿así como, David?", su relación era un desastre que empeoraba con los días.

"enojados", hablaba sin llegar al punto, "lo que ocurrió en mi habitación aquella noche", al fin especificó.

"nada, no ocurrió nada en tu habitación", esclareció su preocupación.

"cuánto me hubiera gustado cambiar ese nada", acortó la distancia, tocó su cabello, la miró a los ojos, "y que hubieses escuchado mis palabras", suavemente pasó el nudillo de su dedo índice por sus suaves mejillas.

"¿de qué hablas?", siguió la dirección de sus ojos y se deleitó con el pequeño cosquilleo que inundó todo su cuerpo por las pequeñas caricias en su rostro.

"de esto", actuar, eso se había prometido a partir de ese momento, por eso, se adueñó de sus labios, en un beso que llevaba meses añorando, al principio, la falta de respuesta por parte de Regina, entorpeció el movimiento de sus labios, los que exploraban ávidamente los de ella que permanecían inertes, pero, inesperadamente, lo siguió, entonces, juntos emprendieron un ritmo perfectamente sincronizado, el que en un momento no muy lejano, se subió de tono.

"hasta mañana, David", se separó de sus brazos y huyó, se sentía acorralada.

Su contacto fue tan efímero que ni tiempo tuvo para definir con exactitud el sabor de sus labios, estaba entre la gloria o el paraíso, indeciso en su elección, se alejó de allí, sabía que el resto de esa noche no dormiría, solo que nunca supo que Regina tampoco pudo sacar de su cabeza sus palabras y en un largo tiempo, se borraría de sus labios ese beso que estremeció todo su ser.

Las próximas dos semanas las pasó repitiendo una y otra vez lo ocurrido esa noche, no tuvo el valor de enfrentarlo, tenía miedo descubrir que había sido un sueño, y no quería despertar, pero la incertidumbre la estaba matando, una mañana, se armó de valor y fue hasta la empresa.

"dime que no soñé nuestro beso", entró a la oficina y sin saludar habló como en carretillas, "dime que no me enamoré sola, porque me estoy volviendo loca", cerró los ojos para decir las últimas palabras.

"no", sintió su aliento tan cerca, que todo su cuerpo vibró, "fue la realidad más hermosa que pudimos vivir", al verla entrar por la puerta, los cielos se despejaron, la escuchó hablar tan rápido y sin abrir los ojos, por eso, aprovechó para levantarse de la silla y acortar la distancia que los separaba, "no te enamoraste sola", la atrajo hacia él despacito, la abrazó con miedo de no quebrarla, pero fue imposible, al escuchar el latir de sus corazones retumbar en sus pechos, perdió el control, la besó tan apasionadamente, tan desesperadamente que ambos luchaban por respirar cuando sus labios se separaron, "esto tampoco fue un sueño", Regina sonrió por su advertencia.

"espero que estés en lo correcto porque no me quiero despertar", acariciar su suave piel se convertiría en su pasatiempo favorito.

"pero quiero que comencemos de cero", se separó de ella y le extendió la mano, "mi nombre es David Nolan, encantado", se presentó.

"Regina Mills", correspondió.

"como ya no somos extraños, ¿aceptas salir conmigo?", esta versión de David le encantaba.

"quiero pedirte algo", comenzó.

"lo que sea", a su lado se sentía tan libre que sus miedos ya no existían.

"esta noche no quiero que la bebida interfiera entre nosotros", tenía que estar perfectamente sobria.

"trato hecho", selló su pacto con otro beso, debidamente correspondido.

"hasta la noche, David Nolan", tenía que marcharse, de lo contrario, no respondería por tenerlo tan cerca.

En contra de su voluntad, se despidió de ella, no le quedaba otro remedio que esperar hasta la noche, la que demoró toda una eternidad.

"puntual y elegante, tal y como lo imaginé", por mensajes de texto, acordaron la hora a la que se encontrarían, él insistió en ir a buscarla al departamento, aceptó, moría por verlo nuevamente.

"y tú tan o más hermosa de lo que me imaginé", traía una rosa y se la ofreció antes de consumirse en un beso, al que le dieron rienda suelta.

Regina lo hizo caminar hasta el sofá, por el camino, fue dejando sus piezas de ropa, "nuestra cita", entre besos pudo hablar, llevaba soñándola durante meses, pero era su primera cita, no quería irrespetarla de ninguna manera.

"cállate", orden que llevaba implícita una autorización, que no desaprovechó, le siguió el ritmo que llevaba, aún la ropa le impedía tenerla en total esplendor, por eso, comenzó a explorar su cuerpo con caricias, sin dejar de admirar sus reacciones, quería aprender a leerla como un libro abierto, la tuvo en ropa interior frente a él, más rápido de lo que pensaba, la inclinó para acostarla en el sofá, se posesionó encima de su cuerpo, sin que sufriera por su peso, entonces besó su cuello, le habló al oído, erizando su piel, pasó sus manos por debajo de sus espaldas para zafar el sostén, permitiéndole el libre acceso a sus pechos, los que al hacer descender la pieza por sus brazos, también besó y probó cuidadosamente, Regina respondió envolviendo sus piernas en su torso y encajando sus uñas en sus espaldas descubiertas, ella se había encargado de eso, su sabor era un elixir intoxicante, continuó con sus caricias, encendiendo la llama entre los dos, por eso, como aún llevaba sus pantalones puestos, se levantó y apresuradamente se deshizo de ellos, también sus zapatos y los de Regina volaron por el aire, así como la única pieza de ropa de ella que le quedaba para dejarla a su completa disposición, entonces, regresó a su posición, ahora deleitándose con tenerla en el contacto más íntimo que un hombre puede obtener de una mujer, le estaba entregando su desnudez, quería decir que debía comportarse como un verdadero caballero y hacerla sentir la mujer más especial del universo entero, pasó una mano por el medio de ambos, tenía que comprobar su excitación, la que no lo decepcionó.

"¿estás segura?", cuestionó, después de esa noche, no habría vuelta atrás, ni arrepentimientos, Regina asintió con los ojos cerrados, sabía lo que venía y sentirlo era lo único que quería en ese momento, sus deseos fueron concedidos cuando David, se levantó un poco y se alineó en su entrada, la que lo recibió como si toda la vida lo hubiese estado esperando, solo que…, "eres tan…", se detuvo a medio camino, era tan estrecha que temía dañarla, "¿me detengo?", cuestionó y recibió la negación del rostro de Regina, continuó hasta fundir sus cuerpos en uno.

"espera", casi sin aliento, lo detuvo antes que comenzara a moverse.

"¿te hice daño?", su respiración entrecortada lo preocupó.

"eres perfecto, David", abrió los ojos, respondiendo a su pregunta.

"y tú eres perfecta para mí", lentamente, comenzó ha hacerle el amor, hasta que ambos alcanzaron el máximo punto de placer y se disfrutaron tan intensamente que no hubo rincón de sus cuerpos que se hubiese estremecido por sus caricias de amor.

"¿puedo hacerte una pregunta?", reposaba su cabeza encima del pecho de David, él los había cambiado de posición.

"a mi salvadora le responderé todas las preguntas que quiera", la acariciaba con devoción, tenía pleno acceso a su cuerpo.

"¿qué ocurrió contigo?", tenía esa inquietud esperando ser saciada, desde el primer momento que lo vio actuando de esa forma tan parca y fría.

"entrenaba ciclismo desde muy niño, amaba ese deporte, mi sueño siempre fue participar en los Juegos Olímpicos, cumplir esa meta consumió mi vida entera, entrené noche y día, participé en competencias, regionales, nacionales e internacionales, gané medallas, las que me permitieron, por fin, hacer realidad mi gran sueño, entonces, el día de la carrera final, llovió y en medio de la competencia el pedal de mi bicicleta patinó por la humedad del terreno, perdí el equilibrio, rodé varias veces por la carretera, cuando logré detenerme, caí encajado encima de la bicicleta, el pedal atravesado en mi tobillo izquierdo, provocándome una lesión de por vida, la que me obligó a decirle adiós al ciclismo para siempre, pasé por cirugías dolorosas, estuve meses en cama, asistí a rehabilitación y logré recuperar la habilidad de caminar sin secuelas del accidente, el único problema que tuve estaba en mi mente, no me resignaba a la idea de no poder pedalear otra vez, por eso me convertí en el monstruo que conociste, pero tú, Regina Mills, me salvaste de la oscuridad", terminó su triste historia y un sollozo le permitió darse cuenta de su llanto, "no llores, amor, mira, juré jamás enamorarme, sentencié a mi corazón, me encerré en mi pasado, no me permití vivir el presente, hasta que llegaste tú, me hiciste tragar cada una de mis maldiciones, calmaste mi mal humor, mi odio a la vida se transformó en este amor tan grande que siento por ti el que ha crecido mucho más con lo que ha acabado de ocurrir entre los dos", se inclinó para besarla.

"¿por qué yo, David?", cuestionó, "soy simplemente una empleada más, tan insignificante como cualquier otra, ¿por qué yo?", le parecía increíble que él, tan lejano de su círculo social, se hubiese enamorado de ella, y más con lo tormentosa que comenzó su relación.

"porque solo tú, fuiste capaz de darme la lección más importante de mi vida, porque solo tú, tuviste el valor de acercarte a mí, sin miedo, sin prejuicios, porque solo tú, atravesaste la coraza que protegía mi negro corazón para llenarlo de esta luz infinita que alegra mis noches y mis días, porque solo tú, entre un millón de mujeres tan refinadas, supiste aceptarme tal como soy, y porque nuestros corazones fueron amándose en silencio sin que ninguno de los dos lo pudiera evitar", esta vez fue Regina quien atrapó sus labios.

"si mi amiga Bell nos viera, tendría su repertorio para rato", comentó.

"quiero conocerla", la besó nuevamente, "de hecho, quiero conocer todo de ti, memorizarte con los ojos cerrados", confesó entre sus labios.

"eso tiene solución", se le ocurrió la idea más absurda que jamás pudo habérsele ocurrido.

"dime, haré realidad tus sueños", anunció.

Detuvo el beso, lo miró intensamente antes de decidirse a hablar, "cásate conmigo", esa propuesta vino desde lo más profundo de su corazón.

"solo tú, podrías hacerme una propuesta como esa", los sueños con ella, se quedaron en el olvido comparados con la realidad, esa, era maravillosa, "acepto", con esa palabra, pasaron el resto de la noche, entregándose aquel amor que nació en el silencio y fue capaz de cambiarles la vida radicalmente.

FIN