"En el manicomio"
Por Makita.-
Se reía a carcajadas, sobándose el estómago, intentando en vano contener las lágrimas.- El paciente la miraba perplejo, pero con desesperación. Lo que él quería era que la chica le ayudara a sacudirse las baratas que subían sin rencor por su cuerpo. ¡Pero no eran baratas! Eran los lunares que estaban impresos en su piel.- Ese es el motivo de dicha de la muchacha, que ya cansada de reír se levantó emitiendo un suspiro y fregando sus ojos.-
Como notó que la joven no lo tomaba en cuenta, salió corriendo en dirección a otro lugar, pidiendo ayuda a unas enfermeras.- Ellas hicieron como que le sacudían las baratas y el enfermo se tranquilizó. Tomoyo miró la escena confundida.- ¿Cómo podía ser que esas mujeres tuvieran tanta paciencia para lidiar con tal cantidad de retrasado mental? Ella no podría, no, no se sentía capaz.- Su tía a menudo le ofrecía un trabajo allí, en su oficina, arreglando papeles, para que hiciera algo y no pasara el resto de sus días mirando y riéndose de sus enfermos.
Pero no. Definitivamente no.- Prefería estar horas, sin tener nada que hacer, a entenderse con esos locos.-Además ella practicaba a menudo su voz, que era previligiada. Aprendió a alcanzar los altos, los bajos cuando correspondía.- Eso hacía la mayor parte de día.
Y como si fuera poco, ayudaba (sólo algunas veces) a su tía, a supervisar a las enfermeras. Ellas tenían que trabajar y muchas veces las pillaba flojeando y haciendo cosas ajenas al trabajo, como tejer o leer.-
-Mi niña, ¿que está haciendo?- la doctora llegó a su lado, cojeando.
-Nada tía…sólo mirando a unos pacientes suyos.-
-¡Ajum! ¿No te gustaría atender a uno de ellos?
-No gracias.-
-Quizás encuentres...Ajum…un buen amigo…-
-Pero tía, yo no estudié para ser enfermera.-
-No es necesario ser enfermera para entender a los pacientes… ¿Porqué no lo intentas?
Diciendo esto, la doctora caminó lentamente hacia la institución y unas enfermeras la siguieron, pidiéndole un rato de descanso.- La de ojos azules lo meditó un momento.-
Quizás podría intentarlo…
……………………………………..
-Tocas hermoso.-
Una voz muy particular lo llevó a desarraigarse de lo que estaba haciendo.-Sentado bajo un árbol, practicaba con su violín, una melodía que hace mucho su madre le había enseñado. Subió la cabeza para ver al autor de dicha voz.
-Mucho gusto.-atinó a decir.-
-¡Yo soy Newton! ¡Isaac Newton!.-el gusto es mío.- dijo inclinándose.-
-Y yo soy Einstein…-dijo recordando que era Einstein.-
El muchacho de tez blanca y ojos azules se sentó a su lado y miró el instrumento.-
-Gracias a ti, Hulk no me golpeó.-Dijo hablando como si fuera muy importante.-
-No hay de qué.- Li ladeó la cabeza.-
-¿Podrías tocar una pieza para mí?
-No, no puedo…debo encontrarme con mi amigo Planck ¿sabes? Él es muy inteligente también…
-Pero no tanto como yo, claro.-
Li se levantó de su puesto y se despidió tontamente de Newton.-
-Adiós Newton.-dijo con voz dulce.-
-Adiós Einstein.- se despidió el otro.-
Lo miró largarse, su manera de caminar era como de un niño y sus ojos iban fijos en cualquier cosa que no era el frente.-Se sorprendió, realmente pensó que él, por su juventud y desplante, podría ser un miembro infiltrado de los japoneses…
Pero no…éste realmente está loco…
Permaneció sentado en su puesto, bajo la sombra de ese árbol, mientras esa dichosa música seguía acariciando cada poro de su cuerpo.- Si había algo que le fascinaba, era el sonido que producía el violín, cuando alguien con experiencia, lo tocaba.-
……………………
-Ni sueñes que te perdonaré-
El paciente jugaba con los pétalos de una flor y la miraba de cerca, para conocer de qué estaba hecha.- Ignoraba completamente a su compañero, que hace rato, le pedía disculpas.-
-De verdad no quería delatarte…tu sabes, soy Einstein todo lo hago por alguna razón.-
-No, porque la Doctora Dannenberg me retó a mi no más, a mi solito…y tu no estabas…
-¿Qué te parece esto? Si tu me perdonas te conseguiré una cita con la enfermera Meiling.-
-¡No!- y sonrojándose levemente.- a mí no me gusta la enfermera Meiling.-
-¿La enfermera Diestrish? ¿La enfermera Fiedrish? ¿La señorita Mihara talvez?
Notó un leve sonrojo por su parte, pero él permaneció en silencio.-
-No te quiero perdonar…tu me dejaste solo, ¡tonto! ¡Malo!.-
-¿Qué dices?
Li se acercó a él y comenzó a ahorcarlo, para que lo perdonara.- No tenía otro amigo en este fastidioso sanatorio y él único no quería perdonarlo. El rostro de Planck cada vez se iba tornando más y más morado, pero Li no lo soltaba.-
-¡Que haces! ¡Te vi y no podrás hacerte el desentendido!
La señorita Sakura corrió hacia donde estaban ellos y lo empujó, para luego ver a Max Planck.-
-¿Te encuentras bien?
Él asintió con la cabeza y la señorita Sakura dio media vuelta para mirar a "Einstein"
-¿Porqué lo ahorcabas? ¡No ves que es peligroso!
-Se…Señorita Sakura…-dijo él sin saber que inventar.-
-¡Nada!.-¡Estás castigado! ¡Iremos los dos donde la Doctora Dannenberg!
-Pero… ¡es que Planck tiene la culpa!
-Ehhh?
-él…bueno él…dijo que mi violín era una porquería.-
Dicho esto se arrodilló en el suelo e hizo como que lloraba.-
-¿Es verdad eso planck?
-No…cof…no dije eso señorita Sakura.-mirando el extraño comportamiento de su compañero de habitación.-
-¡Vamos Einstein! ¡No te hagas el inocente! ¡Yo te vi!
De un tirón lo levantó, Li juró en su vida no ver a una mujer mas enojona que esa.- Picado comentó.-
-Era más simpática la señorita Diestrish.-
-¡Claro! ¡Porque caía en tus engaños!
Mientras sostenía a su paciente del brazo le dijo cariñosamente a Max Planck.-
-Ve donde una enfermera pueda atenderte… ¿Bien?
Planck partió corriendo a full por el patio. Li no podía creer que la señorita Sakura no le creyera y que prefiriera la versión de Max Planck. ¿Y en que consistiría el castigo? ¿Tan terrible era que todos los locos le tenían miedo?- Se imaginó por un momento a la Doctora Danennberg pegándole latigazos y obligándolo a cargar grandes cantidades de tierra y metal.-
………………………….
Definitivamente hubiera preferido cargar tierra y metal, hasta latigazos. Pero esto era terrible.
Estar amarrado con una camisa de fuerza y mas encima, encerrado en una habitación con locos que no se movían, ni siquiera un centímetro, era lo peor que le ha sucedido en sus cortos años de vida.-
Mas menos unas cinco horas estuvo tratando de zafarse de esa camisa y los otros hombres que se encontraban allí lo miraban como si fuera un estúpido... Uno, que era regordete, macizo y con la cabeza chica, miraba el techo, babeando. Otro mas delgado, hablaba con su conciencia y a menudo discutía con ella.- Y el tercero, ladraba.
Le dolían los brazos, por ejercer tanta fuerza en forma inútil. Se tiró al suelo de cerámica, de espaldas, maldiciendo a todos, a su nación japonesa, a Max Planck y a la enfermera Sakura.-
Si ellos supieran lo que se siente estar completamente inmovilizado, incapaz de hacer tu voluntad, encerrado aparte de estar amarrado, frustrado, aburrido, con rabia……
…Pero no saben…y por eso realizan este castigo tan cruel.
-Ya te dije que no sé contar hasta diez.- Dijo el flacuchento hablando consigo mismo.-
-¡Pero si es verdad! Lo único que se, es que se parte con el número uno…
Li ya se estaba desesperando. Sudaba a mares y juraría que cuando lo sacaran de allí, mataría a alguien.-
-¿A cual de tus compañeros quisiste matar?-preguntó el gordo en forma tonta.-
-No quise matar a nadie, estoy aquí en forma injusta.-replicó el castaño.-
-Ahhhhh.-
…Debo controlarme, yo estoy aquí por un motivo específico, No estoy loco ni quiero transformarme en uno, pero si sigo amarrado e inmovilizado, ¡me convertiré en uno!...
Siguió tendido en el suelo, meditando, tratando de colocar la mente en blanco, para que la desesperación no fluyera por sus venas, para tranquilizar su corazón y su ira. Le hizo caso al flacuchento, inició una cuenta para calmar sus nervios.- Sólo siete horas habían transcurrido y para él , simplemente parecían meses.- ¿Y cual era el castigo?
"…Por intentar matar a uno de tus compañeros, estarás castigado cuarenta y ocho horas seguidas, Einstein. Y por mentirle a tu enfermera también…"
Desgraciada sea la doctora Dannenberg. Es verdad, las primeras tres horas las utilizó para maldecir a la doctora, otras dos a Planck y las últimas dos a la tonta señorita Sakura… ¡Y maldito el día en que le cambiaron la enfermera! La señorita Diestrish le creía todo…pero ésta no…tendría que aprender una forma para lidiar con ella…
…Nah, perdí la cuenta…uno…dos…tres…cuatro…cinco…seis…
De pronto se abrió la puerta de la pequeña sala blindada y un rubio alto de ojos azules le ordenó al gordo que saliera. A Li le quedaban cuarenta y un horas más.-
…………………………….
-¡Me niego, Doctora Dannenberg!
Sakura se hallaba frente al escritorio de la Psiquiatra y ella estaba cómodamente sentada en su sillón.-
-¿Porqué lo dice enfermera?
-¡No acepto el castigo que le impuso a mi paciente!
-Ese es el castigo que se les da a los que atentan contra la vida de sus demás compañeros.-
-Doctora…mi paciente es un muchacho tranquilo. No pensé que el castigo fuera tan extremo.
-Pues no es así y punto.-Dijo golpeando el suelo con su bastón.-
Sakura se estremeció y no le quedó opción que acatar lo que la dama decía.- Cruzó las manos sobre su pecho, rogando que Einstein conservara la calma allí dentro.- Muchas enfermeras le habían comentado que después de ese castigo sus pacientes no eran los mismos. Que eran más irritables, desenfrenados y nerviosos.-
Continuará!
Aquí el sexto capítulo ¿Les gustó? Espero que sí, si, si
Muchas gracias a las personas que me dejaron sus reviews, y también gracias por seguir leyendo esta incoherente historia.
Especiales a : Celina, Kanna Sagara, Kirshe Himitsu, ThiniaMilondra , Ai-Chan, a Alex a a Tenshi Akire
¡Gracias, y sigan leyendo!
Yap, yap, me voy.
Mucha suerte en el amor, dinero, salud, etc. Les desea Makita
Adiosín!!
