Disclaimer: los personajes y el Universo Panem es propiedad de Suzanne Collins. Yo me limito a escribir sobre ellos.
Este fic participa en el foro "El diente de león" en el reto "Pidiendo teselas". En este caso, la tesela la dejó AlwaysEverlark… y yo la estoy disfrutando.
Capítulo 5
Peeta POV
–No te duermas- dice Tax mientras me sacude el hombro.
Suelto un gruñido y me reacomodo en la cama, enderezándome sobre las mantas y almohadas que han apilado en mi cama para que esté cómodo.
–No te duermas tú- intento bromear yo- no vaya a ser que intentes matarme de nuevo.
Cuando veo la forma en que su rostro se torna blanco, como papel, me doy cuenta de que he metido la pata.
–Aaaay… no era para que te pusieras así- digo mientras me estiro para sujetarle el brazo- Ya sabes que no te culpo, ha sido un accidente.
–¡Ni siquiera me acuerdo de nada!- se queja él mientras se hace un ovillo y se recuesta a mis pies- Estaba dormido y, de repente, papá me estaba arrojando agua helada en la cara- masculla mientras se pasa las manos por el pelo, rubio como el mío.
–Nos costó mucho trabajo despertarte- explico yo.
–Sí, eso me han dicho- dice con amargura- Pero supongo que no sirve de nada ¿no? He metido la pata a lo grande.
–No has hecho nada malo- intento consolarlo.
–¿No? ¿Entonces no pasa nada con el hecho de que tienes la cabeza como si fuera un balón?
Me llevo la mano a la cabeza y siento el pequeño bulto, ahí donde la piel aún no termina de desinflamarse, las yemas de mis dedos resiguen el hilo con que la madre de Katniss ha cosido mi piel para asegurarse de que las dos partes consigan unirse una a la otra. Intento encontrar algo que decirle para que se sienta mejor.
–Hoy he hablado con Katniss.
Supongo que no se lo espera, porque mi hermano alza la cabeza y me mira con las cejas enarcadas.
–¿Ah sí?
–Aja. Supongo que tengo que darte las gracias por eso, dudo que de cualquier otra manera yo hubiera conseguido decirle… decirle como me siento sobre ella.
–¡¿Se lo has dicho?!- grita él mientras se sienta en la cama, haciendo que el delgado colchón se mueva y un ramalazo de dolor me atraviese.
–Shhh… Baja la voz- le advierto y él se pasa el índice y el pulgar sobre los labios, como si estuviera sellando una cremallera.- Más o menos. Aunque estoy bastante seguro que ella fingirá que no ha pasado nada. Creo que estaba un poco ido en ese momento- digo echándome a reír histéricamente.
–¿Estabas?
–Créeme, ha sido peor- murmuro mientras cierro los ojos.
–¡NO TE DUERMAS!- grita Tax haciendo que me sobresalte- ¿Qué le dijiste exactamente?- pregunta como si no acabara de gritarme, con una expresión grave en el rostro.
–¿Por qué quieres saberlo?- pregunto mientras reacomodo las almohadas y ajusto mi posición, apoyando el costado derecho de mi cabeza sobre la pared.
–Porque te tomó trece años, así que más te vale que haya sido un discurso de lo más enternecedor.
Se me escapa una sonrisa.
–Lo fue. Le solté toda la historia de que no he podido dejar de pensar en ella desde que tenía cinco.
–Y seguro que eso le encantó…- replica él con sarcasmo- Esa chica es un témpano de hielo- dice Tax mientras menea la cabeza con cansancio y finge estremecerse.
–¿Katniss?- pregunto parpadeando mientras pienso en la forma en que sus ojos brillaban con obstinación mientras me ayudaba a llegar a mi cama- ¿Te parece? Yo más bien creo que ella tiene… algo cálido, como fuego, en su interior.
–Así que fuego ¿eh?- dice mi hermano mientras levanta sugestivamente las cejas- Ya sabía yo que no habían estado solo charlando todas estas noches.
–¡Cállate!- le digo mientras le arrojo una almohada y él se ríe. Sus risas se vuelven más ruidosas cuando nota el rojo granate que se ha instalado en mis mejillas- Hablo en serio- digo en un susurro que casi espero que él no oiga.
–Fuego entonces. ¿Quién lo habría dicho? ¡Katniss Everdeen, la Chica en Llamas!- dice imitando el tono pomposo de Caesar Flickerman, el presentador de los Juegos del Hambre.
Y con eso ambos nos echamos a reír.
Katniss POV
Duermo cuatro horas antes de levantarme para ir a cazar al bosque. Siento la cabeza como si un mosquito hubiese decidido poner sus huevecillos en el interior de mi cráneo y ahora tuviera a centenares de ruidosos bichos dando vueltas en su interior.
Me detengo frente a la valla y aguzo el oído para asegurarme de que la cerca no se encuentra electrificada. El viento se desliza por las ramas de los árboles y los sinsajos trinan una suave canción mientras me meto por el agujero y camino sobre el suave manto de hojas que se ha posado en el suelo, indicio inequívoco de que ha llegado el otoño al Doce.
"Me importa. Peeta Mellark me importa" el pensamiento, tan inoportuno como perturbador, se abre paso en mi cabeza, haciendo que el enjambre de mosquitos vuelva a zumbar en mi mente. Agito la cabeza, intentando despejarme y rebusco en el interior vacío de un tronco hasta que consigo dar con el arco, envuelto en un saco de arpillera junto al carcaj con mis flechas.
El sentir la madera del arco, cuidadosamente pulida, en mi mano, me da seguridad. Las pulsaciones de mi corazón descienden lentamente y el zumbido en mis oídos baja su intensidad, aunque aún siento mis mejillas arder cada vez que la voz de mi madre se repite en mi cabeza "la gente que te importa".
Me muerdo el interior de la mejilla, intentando que el dolor me despeje la cabeza. Ayuda, aunque solo sea un poco. Un crujido me alerta y coloco la flecha en posición y apunto por pura inercia. Es un castor, no demasiado grande, que olisquea el aire. Le disparo sin siquiera tener que pensar en ello y la flecha se introduce con limpieza en uno de sus ojos.
Es una muerte rápida y piadosa. Ni siquiera sabe que lo ha golpeado. La he perfeccionado con el tiempo. Gale no solía ser tan limpio en sus disparos, su fuerte fueron siempre las trampas.
Recojo a la criatura, sujetándola por la cola y la meto en el saco que me he traído de casa. Dos horas más tarde tengo un puñado de presas metidas en el saco, incluyendo un bonito pavo silvestre que hará las delicias de Rooba y un par de ardillas que pienso llevarle al padre de Peeta.
"Al panadero", me corrijo mentalmente. "Pienso cambiarle un par de ardillas por una hogaza de pan al panadero." De la nada siento como el rostro se me calienta y me pregunto si habré pescado un resfriado por haber pasado toda la noche fuera. Tal vez eso podría explicar mi falta de concentración y la forma en la que mi piel se calienta sin razón aparente.
Echo un vistazo al cielo y decido que ya he cazado suficiente. Me siento en una roca y empiezo a despellejar a mis presas y a arrancarles las plumas al pavo.
Tengo que pasar a la carnicería a entregarle a Rooba los conejos y el pavo, dejarme caer en casa para darle a mamá el castor y entregarle a la madre de Gale la verdura que he recogido para ella antes de ir a visitar a Peeta. El corazón se me acelera cuando pienso en ello.
"Me importa. Peeta Mellark me importa"
La primera parada la hago en casa de Hazelle, la más cercana a la alambrada. Ella me ve por la ventana y sale de la casa limpiándose las manos con el delantal, la pequeña Posy se aferra a su falda mientras juguetea con una muñeca de trapo con su mano libre. Sigue siendo una niña pequeña.
–Katniss- dice la madre de Gale con dulzura- ¡Qué gusto me da verte!
Su sonrisa es tan sincera que jamás dudaría en la veracidad de sus palabras. En cuanto me reconoce, Posy se suelta de las faldas de su madre y estira sus delgados brazos para enroscarlos alrededor de mi cintura.
–Catnip- susurra con su voz infantil y yo me congelo, pensando en la única persona en el mundo que me llamaba de esa manera. Se me hace un nudo en la garganta y los ojos se me llena de lágrimas.
–Hola Posy- digo con suavidad, intentando que no se note lo triste que me ha puesto.
–Catnip, ¿ya no vienes a jugar?
Agito la cabeza, haciendo que mi trenza se balancee de un lado al otro.
–Hoy no- digo evitando cuidadosamente la mirada de Hazelle, que posiblemente es la única que entiende el dolor que siento con ese sutil recordatorio de mi mejor amigo- Pero traje algo de comida ¿tienes hambre?- pregunto hundiéndole con suavidad el dedo en un estómago demasiado delgado para mi gusto- Tenemos que llenar esa tripa con algo ¿no crees?- intento bromear.
La niña se ríe mientras alza sus ojos grises, mostrándome la pequeña ventana que le ha quedado en la dentadura, ahí donde ha empezado a mudar los dientes de leche.
Empiezo a hurgar en la bolsa y le paso a Hazelle la verdura que he recogido para ella. Termino cediéndole también uno de los conejos que he cazado para vendérselo a Rooba, alarmada por lo delgada que se ve Posy.
–¿Cómo están Rory y Vick?- pregunto mientras acompaño a Hazelle adentro y le entrego el conejo, ya despellejado.
–Ambos están en la escuela- explica ella- No he enviado a Posy porque ha estado algo enferma.
Asiento mientras veo como la pequeña se ha tendido en el suelo a jugar con su muñeca. Su cuerpo se sacude levemente por un ataque de tos.
–He pensado que tal vez podría empezar a llevarme a Rory al bosque conmigo.- empiezo diciendo- Saco cuentas y recuerdo que Rory es de la misma edad que Prim, catorce años. Una edad similar a la que tenía Gale cuando empezó a meterse en el bosque. De hecho es algo extraño que Gale no haya empezado a llevárselo ya que podría ayudarle a…
Me detengo en seco. ¿Acabo de pensar en Gale como si siguiera vivo? La cabeza me late dolorosamente.
–Estoy segura de que eso le encantará. A Gale le habría gustado poder enseñarle él mismo, pero el horario de la mina complicaba un poco las cosas. Y creo que le gustaba reservar el domingo para ti…- la voz de Hazelle se quiebra en las últimas palabras y yo, que nunca he sido muy dada al contacto físico, no estoy segura de como responder cuando ella se echa a llorar. Acabo dándole palmaditas en las manos, frías y arrugadas por haber estado lavando ropa ajena todo el día.
Me aclaro la garganta, buscando algo que pueda decir, pero no se me ocurre nada.
–Creo que Vick ya es también lo suficientemente mayor también. Seguro que consigue aprender rápidamente y tendrás el doble de ayuda para traer comida a casa. – apunto cuando decido que nada me ayudará a decir lo correcto en este momento.
Hazelle me dedica una débil sonrisa mientras se seca los ojos con su raída blusa amarilla.
– No dejes que los niños tomen teselas- termino suplicándole- Gale nunca me lo perdonaría.
Cuando ella me sonríe, luce terriblemente cansada. Como si tuviera sesenta años en lugar de cuarenta.
–No te preocupes Katniss. Nosotros confiamos en ti, del mismo modo en que Gale lo hacía.
Cuando me marcho, me siento terriblemente culpable por haber empleado mi mañana en pensar en Peeta Mellark. Considero por un momento la posibilidad de ir a la carnicería y luego hacer tratos con Sae con las ardillas en lugar de llevárselas al panadero, pero entonces recuerdo que he hecho una promesa a Peeta y que no me gustaría que, si las cosas fueran al revés, él me dejara colgada sin decírmelo. Me paso por donde Rooba y acepto su propuesta sin chistar, echándome las monedas en el bolsillo sin mirarlas y dejando que elija las piezas que ella quiera.
Camino como una autómata a través de la zona de los comerciantes y empujo, sin pensar, la puerta de la panadería.
El repiqueteo de la campana me saca de mi ensoñación y pienso, por un momento, en que no me he molestado en comprobar si la madre de Peeta estaba. Me congelo por un momento antes de que una voz amable me diga:
–Katniss, que gusto ver qué has podido venir.
Es el panadero. Mis ojos se encuentran con los suyos, de un azul un poco más oscuro que los de Peeta. Trato de componer una sonrisa, pero debe salirme una mueca porque él me observa con las cejas enarcadas.
–Esto… buenas tardes- saludo.
–Es bueno ver que Peeta tiene buenas amigas- apunta él tocándose la visera de su gorra blanca.
Asiento, sin prestarle demasiada atención a sus palabras. Levanto el saco con las dos ardillas y lo coloco sobre el mostrador.
–Yo… he traído esto para usted.
Él revisa el contenido del saco con curiosidad y su rostro se ilumina cuando ve a las ardillas, haciéndolo lucir más joven. Por primera vez encuentro el parecido con Peeta en algo que no sea sus ojos.
–Esto será fantástico para un guiso. ¿Te parece si te doy un par de hogazas cuando bajes de ver a Peeta? Supongo que estará ansiando verte, ha estado preguntando por la hora cada quince minutos. Creo que no veía la hora de que llegaras. Por cierto, gracias por cuidar de él anoche.
–Yo no…
–Y por haberlo traído a casa. ¿Recuerdas el camino a la habitación de los niños?
Me parece curioso que use esa palabra para referirse a Peeta y Tax "niños". ¿Realmente los verá de esa manera aún? Siento que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que yo pude comportarme como eso, una niña. ¿Lo fui alguna vez? Cuando mi padre murió yo tenía once años e inclusive antes de eso ¿no pasaba todo el tiempo cuidando de Prim?
Descarto el pensamiento con una sacudida de cabeza antes de asentir.
–Sí, ¿puedo subir?- pregunto apuntando las escaleras con un dedo.
–Adelante, creo que no hará falta que toques. Debe estar botando en su cama, ya son casi las tres- dice observando el reloj, cuya manecilla más larga está apuntando las once. Llegué pronto.
Suelto una risa entre dientes para disimular mi sonrojo. Subo rápidamente los escalones, con la mano pegada a la pared de madera suave.
Me detengo frente a la puerta de su habitación y respiro profundamente. ¿Debería tocar? El anciano dijo que no lo hiciera, pero… Agito la cabeza. "No lo pienses tanto, Katniss" Giro el pomo de la puerta deseando sorprenderlo.
El problema es que la que acaba sorprendida soy yo, pues él no se encuentra solo.
Peeta POV
–Esta mañana cuando me enteré de que te habías caído y golpeado la cabeza me preocupé mucho- dice ella mientras se inclina hacia adelante y acomoda, innecesariamente, mi pila de almohadas.
–Siento haberte preocupado- contesto lanzándole una mirada ansiosa al reloj sobre la mesa, deseando que el minutero se mueva más rápido para que pronto sean las tres. Mi fuerza de voluntad parece no obrar ningún cambio en el movimiento lento y pausado del reloj, que se detiene obstinadamente faltando cinco minutos para la hora pactada.
Suelto un suspiro y Delly arroja su cabellera rubia sobre mi rostro cuando se inclina para verificar que no tenga fiebre o algo parecido. Su mano, ligeramente regordeta, se coloca con suavidad sobre mi frente, con la familiaridad de una persona que me ha conocido desde que iba en pañales.
Delly Cartwright tiene 19 años, uno más que yo y ambos solíamos jugar cuando éramos más pequeños. Fuimos buenos amigos durante bastante tiempo e incluso estuvo visitándonos de manera intermitente durante unos cuantos meses cuando estuvo interesada en Tax hace un par de años… pero las cosas no terminaron particularmente bien entre los dos y dejé de verla prácticamente por completo, hasta que esta mañana se apareció en mi habitación para hacer de enfermera.
Escucho el sonido quedo que emite la puerta al ser abierta y percibo la presencia de Katniss en la habitación de manera casi automática. Mi cuerpo, que había estado en tensión todo el día, se relaja de inmediato y a pesar de que no puedo verla por la cortina que forma el cabello rubio de Delly, sé que ella está aquí.
Mi corazón salta y una sonrisa boba se forma en mis labios. Tomo a Delly del hombro con suavidad y la aparto para darle la bienvenida a Katniss, pero me congelo en cuanto veo la expresión en su rostro.
Es como si me hubiesen sacado todo el aire de golpe. La expresión tranquila y apacible que tenía esta madrugada en la cara cuando se ha ido ha sido reemplazada por una mueca enfadada: tiene el ceño fruncido, sus labios se han convertido en una fina línea y sus ojos plateados bien podrían ser esquirlas de hielo.
Me cuesta unos segundos encontrar mi voz, por lo que Delly se adelanta a mi saludo:
–¡Oh! ¡Hola Katniss! Peeta no me ha dicho que ibas a venir. ¿Ha mandado tu madre más medicinas?- el tono alegre de Delly contrasta de una manera curiosa con la mirada amarga que le dedica Katniss cuando consigue dejar de verme a mí con el ceño fruncido.
Veo como sus manos se cierran en pequeños puños a ambos lados de su cuerpo mientras compone una sonrisa, a todas luces falsa, para responderle a Delly.
–En realidad no. He venido a dejar un par de ardillas al panadero y mi madre me ha pedido que le recuerde a Peeta que no debe hacer esfuerzos físicos innecesarios, especialmente alzar demasiado peso, podría generar que los puntos se tensen y se abran.
Un escalofrío me recorre la espalda. No hay nada particularmente agresivo o malo en lo que está diciendo, de hecho le creo por completo, habla con la propiedad de la gente que sabe que es lo que está diciendo. Sin embargo es el tono lo que hace que mis alarmas se disparen.
Es como si no me conociera. Como si las últimas noches en la Pradera no hubiesen existido. Como si aún fuésemos la chica de la Veta y el chico de la panadería y los ratos robados por las noches hubiesen sido solo un invento mío.
–¿Katniss?- hago el ademán de levantarme de la cama porque los tres metros que nos separan bien podrían ser treinta o trescientos, así de infranqueable se siente esta distancia. Si ella atraviesa esa puerta siento que la perderé para siempre. Me detengo cuando el cambio en mi postura hace que el dolor se dispare en la parte trasera de mi cabeza. ¿Cuánto ha pasado desde la última vez que tomé el medicamento para el dolor?
Katniss me observa desde la puerta con el rostro convertido en una fría máscara de desinterés.
–Yo… Voy a marcharme ya- interviene Delly antes que ninguno de los dos tenga tiempo para decir nada- Me alegra saber que estás bien – ni siquiera soy capaz de mirar a la chica a mi lado, demasiado mortificado intentando sondear los sentimientos de Katniss en este momento.- Adiós, Peeta- dice Delly inclinándose para besarme en la frente, del mismo modo en que lo haría una hermana mayor.
No consigo despegar mi mirada de la figura de Katniss, que aparta la mirada mientras Delly se despide de mí.
–Que tengas un buen día, Katniss- dice mientras pasa a su lado. Delly se detiene en el umbral de la puerta y, sin dudar, envuelve a Katniss en un abrazo- Muchas gracias por cuidar de Peeta.
Resulta una cosa equivocada para decir, porque el gesto de Katniss se vuelve más agrio, si es posible, y se apresura a desasirse del abrazo de Delly, sujetándola con suavidad pero con firmeza de los codos.
–Yo no hice nada. La sanadora es mi madre. De hecho bajaré contigo.
–Pero…- empezamos Delly y yo al mismo tiempo.
–Ya he hecho lo que tenía que hacer- dice Katniss mientras da un paso hacia atrás, regresando al pasillo - Que te mejores, Peeta.
Delly le lanza una mirada confundida antes de caminar por el pasillo delante de ella.
–Katniss- la llamo- Katniss espera.
Ella se detiene, pero no se gira.
–Me hiciste una promesa- le recuerdo- ¿Eres una mentirosa?
En cuanto las palabras salen de mi boca me arrepiento de haberlas dicho, pero no hay nada que pueda hacer.
–No lo soy- dice ella girándose y viéndome directamente a los ojos, infinitamente cansada. Hay una chispa brillando en ellos, muy distinta al fuego del que le hablé a Tax hace horas- Prometí que vendría a verte y lo hice ¿no?
No hay ningún sentimiento en su voz. Me dedica una sonrisa triste antes de darse la vuelta y marcharse, dejándome con un dolor muy diferente al que había estado experimentando hasta ahora.
Cuando la puerta se cierra tras ella, siento como si hubiera llevado un pedazo de mí.
Hola! El capítulo se hizo esperar, pero aquí está. Espero que sepan entender que entre las obligaciones del foro, el intercambio, mi trabajo y mi vida personal, a veces mi tiempo es limitado, pero me esfuerzo por hacerle frente a todo y, con algo de tardanza, aquí tienen este capítulo, antes de acabar el año!
Katniss es oficialmente una saboteadora de relaciones. Que alce la mano ¿quién quiere verla celosa a rabiar por lo que cree que ha visto? A ver como hace Peeta para solucionar esto XD.
A quienes agregan la historia a favoritos y follow, muchas gracias. ¿Saben como pueden ganarse más amor aún de mi parte? Si me regalan un minuto de su tiempo y me dejan un comentario, aunque sea pequeñito, de lo que van pensando conforme avanza la historia.
Como siempre gracias a quienes han comentado: Ctlmasobliviate, paula. bana. 1, Nina Berry, Clary Herondale, HikariCaellum, Butterball, Brenxitha chan, GPCS. Sonitha Pico, Alphabetta, Lee dani, Yessi, Barbs Odair- Eaton, Kiks Cullen, Ge Potter, Amber Swan, Dominique Mont, Darkmatter Black, Imagine Madness, Jacque-kari y las personas que me han dejado bellos reviews sin firma. De verdad se aprecia que se tomen el tiempo de dejar un comentario.
Para quienes disfrutan de estas historias alternativas, los invito a pasarse por el regalo de intercambio navideño que escribí, se llama Tintes de Esperanza y trata sobre un mundo alternativo en que los rebeldes rescataron a Peeta en lugar de a Katniss, quien fue tomada por el Capitolio. Espero que puedan darse una vuelta por ahí y darme su opinión al respecto.
Espero tardar menos con el próximo, pero en cualquier caso ahora el siguiente en actualizarse será mi SYOT.
Un abrazo, E.
