Disclaimer: los personajes y el Universo Panem son propiedad de Suzanne Collins.

Esta historia participa en el reto "Pidiendo Teselas" del foro "El diente de león"


Capítulo 6

Katniss POV

Bajo las escaleras tan rápido que me sorprende no llegar a caerme en el proceso y romperme el cuello. El corazón me late con fuerza y me siento tan mareada que cuando llego a la base de los escalones, tengo que apoyar una mano en la pared para mantenerme estable.

–¿Katniss?

Levanto los ojos para encontrarme con la cálida mirada de Tax, de un color diferente a la de Peeta, pues sus ojos no son azules sino de un marrón muy claro, con motas doradas cerca de la pupila.

Inhalo profundamente y me llevo la mano libre a la cara. Tengo la mejilla caliente.

–¿Estás bien?- pregunta él mientras deja un saco de harina en el suelo. El pecho me sube y me baja a gran velocidad.

Pero ¿qué me pasa? ¿Acabo de hacer una escena allá arriba? Siento el rostro arder por la vergüenza mientras busco a la chica rubia que estaba hace un minuto en el cuarto de Peeta. Tax atrae mi atención moviendo la mano frente a mi nariz.

Recuerdo su pregunta y me limito a asentir con la cabeza, porque me preocupa que si abro la boca voy a empezar a maldecir.

–¿En dónde está Delly?- pregunto yo.

El rostro de Tax pasa de la preocupación a la comprensión en un segundo, como las nubes moviéndose frente al sol.

–¡Ah!- dice él- Así que ha sido por eso.

–¿El qué?- pregunto confundida.

–Ya sabía yo que no te era indiferente – dice con una sonrisa muy parecida a la de su hermano.

–Sinceramente, Tax, no sé de qué estás hablando- le digo cruzando los brazos frente a mi pecho y frunciendo el ceño.

Él se echa a reír.

–Sí, seguro que no lo sabes- dice soltando una risotada- Creo que me encantaría burlarme un buen rato de ti por eso, pero tengo la ligera sospecha de que mi hermano bajará en un segundo y tomando en cuenta que no se encuentra muy bien, sería algo peligroso que se cayera por las escaleras.

–No se encuentra bien por tu culpa- suelto sin pensar.

El dolor que aparece en sus ojos hace que me muerda la lengua.

–Ya lo sé. Y no es como si yo estuviera muy orgulloso de ello ¿sabes? Es mi hermano pequeño, quiero que se encuentre bien, me preocupo por él, del mismo modo en que tú te preocupas por Prim.

–¡Yo jamás le haría daño a Prim!

Él alza las manos en señal de rendición y su expresión hace que me sienta culpable, como si acabara de patear a un perro.

–Vale, eso ha sido demasiado, lo siento.

–Ya. Pero ha sido verdad ¿no es así? Le he hecho daño a mi hermanito.

–Peeta ya está crecidito- digo sin mucha convicción, intentando hacerlo sentir mejor- Y estoy bastante segura de que puede cuidarse solo. Es fuerte y es valiente, él no necesita que lo protejan.

Sus cejas se curvan hacia arriba.

–¿Qué?

–Si piensas eso de él, entonces ¿qué fue lo que pasó anoche?

–Tendrás que explicarte- digo lanzando una mirada hacia lo alto de las escaleras, solo para cerciorarme de que Peeta no ha salido de su habitación.

–Anoche, cuando te encargaste de traerlo desde tu casa y no dejaste que nadie más que tú lo ayudara. ¿Qué fue eso sino sobreprotección?

–¡Yo no sobreprotejo a Peeta!- espeto mientras siento mi rostro calentarse.- Él puede hacer lo que quiera y estar con quien le dé la gana.

–Y volvemos a hablar de Delly.- dice él con una mueca- ¿Qué no te das cuenta de lo que pasa, Katniss?

–¡No me hables como si me conocieras!

–Pero en realidad te conozco mejor de lo que podrías pensar ¿sabes? Sería difícil que no fuera así. Puede que no hayas sido mi foco de atención todo este tiempo, pero a pesar de lo que puedas pensar, mi hermano me importa. Tal vez yo no me haya deslomado por salvarle la vida, como tú hiciste por Prim- dice él y yo empalidezco- pero he cuidado de él lo mejor que he podido y le he puesto atención. Me di cuenta del momento exacto en que se dio cuenta de que tú existías y luego lo tuve que ver lamentándose por casi siete años porque tú nunca parecías notarlo. Y no te culpo, ¡pero entonces él empezó a meterse en problemas por ti! -dice subiendo cada vez más el tono.- ¿Llegaste a darte cuenta de la paliza que recibió el día de los panes?

El hecho de que él conozca esa historia hace que mi autoconfianza se tambalee. De repente vuelve a ser necesario que me aferre a la pared para que mi mundo deje de dar vueltas.

–Y aun así ¡nunca te ha importado! Dime Katniss, ¿crees que es normal? ¿Crees que es normal que…?- pero nunca llego a saber que es normal, porque se oye un golpe en el piso de arriba.

No comparto miradas consternadas con Tax, ni tampoco pido permiso. Subo las escaleras de dos en dos, codo con codo con él y empujo la puerta de su habitación, que no se abre por completo, frenada por un objeto que lo impide.

–¡Peeta!

Peeta POV

Una vez, cuando tenía trece, encontré a Tax y a Phy compartiendo una botella de licor blanco. Se habían escondido detrás del cobertizo en que guardamos los ingredientes de larga duración y se pasaban la botella entre risas. Tenían las caras rojas y los ojos brillantes.

Cuando les pedí que compartieran, me dijeron que no. Cuando amenacé con acusarlos si no me dejaban participar en la fiesta que se habían armado, cedieron, pero en medio de mi mentalidad infantil no tomé nota de la sonrisa malévola que compartieron mis hermanos.

Bebí un largo trago que hizo que mi garganta ardiera, pero no quería darme por menos, así que a pesar de que el sabor del líquido resultaba asqueroso, seguí bebiendo, tomando tragos cortos cada vez que la botella llegaba hasta mí y fingiendo que me había gustado. Acabé mi gran acto de madurez tosiendo para aliviar la inflamación en mi garganta y luego vomitando durante toda la noche. Al día siguiente tenía una terrible jaqueca.

El dolor en este momento no resulta equiparable ni siquiera con eso.

Es como si de repente alguien hubiera decidido ponerse a extraer carbón, usando sus afilados picos, en el interior de mi cabeza.

Abro los ojos, lo cual es, evidentemente, un error, porque el dolor empeora. Vuelvo a cerrarlos. Siento la boca seca como un hueso. Hago el intento de nuevo, esta vez más lentamente. La luz es hiriente, pero parpadeo una vez, dos, tres… hasta que mi vista se adapta. Entonces descubro el rostro apoyado a mi lado.

Cierro los ojos y los vuelvo a abrir, convencido de que sigo soñando, pero el rostro de Katniss sigue ahí.

Me enderezo en mi cama, con cuidado de no despertarla. Está sentada en una silla junto a mi cama y tiene la espalda curvada hacia adelante, sus manos están juntas como si estuviera rezando y su mejilla se apoya con suavidad contra el colchón. Es la segunda vez que la veo dormir, pero sigo sorprendiéndome por la paz que consigue su rostro cuando ella duerme. Con dedos temblorosos aparto un mechón que se ha escapado de su trenza y lo recoloco detrás de su oreja. Ella se remueve un poco, pero no se despierta.

–Cuando la miras de esa manera, te ves algo psicópata- dice una voz conocida en un susurro.

–Tax- me quejo usando el mismo tono y apartándome, a regañadientes, de Katniss. Mi hermano está acostado en su propia cama, descalzo y en su ropa de trabajo. Tiene una quemadura reciente en el brazo derecho, una fina línea roja que va desde la muñeca hasta el codo. A veces pasa, cuando tienes que equilibrar varias bandejas de pan tiendes a usar los brazos para empujarlas, es una cuestión de mero instinto, por eso es mejor hornear usando camisas de manga larga. - ¿Te has hecho daño?

–He estado algo distraído- dice mientras empieza a cubrir la quemadura con una crema de color rosa, la que usamos siempre para tratar las quemaduras- Me he desconectado por un momento y he empujado la bandeja, ya sabes cómo es. Me han dado unos minutos para que venga a curarme- dice con un encogimiento de hombros.

Las quemaduras, aunque dolorosas, no nos causan tanto impacto como cuando estábamos más pequeños.

–Será mejor que te bebas eso- dice apuntando una jarra con algo que lanza una pequeña columna de humo- Te ayudará con el dolor de cabeza.

–¿Qué está haciendo ella aquí?- articulo con la boca mientras me estiro con cuidado por encima de ella para tomar la jarra.

Tax suelta una risita suave.

–Debiste verla ayer por la tarde cuando su madre vino a verte- dice mientras bebo el líquido que me quema la lengua. Tiene un sabor amargo que hace que mi boca se tuerza en una mueca- Si conoces a alguien que pueda ganarle en una discusión a Katniss Everdeen, entonces preséntamelo, me gustaría estrecharle la mano.

–Espera un segundo ¿ayer?

–¿No te acuerdas de lo que pasó?

Niego con la cabeza.

–Asumo que ibas detrás de ella, pero debiste marearte o algo porque no llegaste muy lejos, te caíste y perdiste el conocimiento por unos minutos. Se te abrieron un par de puntos- dice tocándose su propia nuca- Pero ya te remendaron.

–¿Y Katniss?

–Decidió que no te estábamos cuidando lo suficientemente bien- dice mientras cierra el frasco del ungüento- Así que se las arregló para que papá la dejara quedarse aquí. Se ha dormido hace apenas un rato. Aunque si me lo preguntas ella tuvo la culpa por huir así.

–¿Y nuestra madre?- digo cambiando de tema.

Tax alza las manos.

–No tengo ni idea de que le habrá dicho papá, pero anda enfadada, lo cual si lo piensas no es novedad.

Katniss se agita un poco y su boca se entreabre.

–Ha estado haciendo eso desde hace un rato, supongo que algo le preocupa.

Asiento, porque no es la primera vez que la veo así.

–Bueno, creo que es hora de que vuelva abajo, no se debe tentar a la suerte.

–Prometo ponerme bien pronto. No está bien que te recargues de trabajo por mi culpa.

Tax me da una sonrisa muy triste.

–¿No lo has oído? Todo lo que ha pasado últimamente ha sido culpa mía -dice antes de cerrar tras de sí.

Me quedo mirando la puerta, con el ceño fruncido. ¿Qué habrá querido decir?

–Creo que eso lo ha dicho por mí- dice una voz que hace que la sangre en mis venas empiece a ir más rápido.

–Buenos días- digo mientras volteo a verla. Tiene el lado derecho de la cara cruzado con pequeñas marcas, los pliegues de mis propias sábanas. Katniss Everdeen en mi cama ¡quién lo habría podido pensar!

–Esto… hola- dice ella apartando la silla un poco para que no estemos tan cerca.

–Tax me ha dicho que te quedaste cuidando de mí otra vez. Te lo agradezco, pero no debiste hacerlo.

–¿Ah no?- dice ella y su mirada gris parece oscurecerse un poco.

–Me alegra que lo hicieras, sabes que es así. Pero sé que ayer cuando te fuiste estabas muy enfadada. No sé exactamente por qué, pero posiblemente hice algo para que te molestaras. Lo lamento.

Su mirada se dulcifica y sus mejillas se tiñen con un suave rosa.

–No has hecho nada- dice apartando la mirada.

Me río un poco.

–¿Y por eso te fuiste anoche como un vendaval de mi cuarto entonces?

El tono de sus mejillas sube su intensidad. Ella no responde y una idea extraña empieza a inquietarme. Sin darme cuenta, empiezo a hablar.

–Conocí a Delly cuando tenía tres o cuatro años- empiezo a decir y ella suelta un gruñido que me hace sonreír- Solíamos jugar en el mismo lugar, supongo que a ti te pasaba lo mismo con los otros niños de la Veta. Ella acostumbraba decirle a la gente que yo era su hermanito, supongo que nos parecemos en ciertas cosas…

–Ustedes no se parecen en nada.

–… por el cabello rubio y todo eso- continúo yo- Nos llevábamos bien, pero hace un par de años Delly descubrió que tenía un inusual interés en Tax. Salieron un par de veces pero mi hermano… tiene la mala costumbre de no poder mantener la atención en una sola chica ¿sabes?

–Todo lo contrario a ti- responde Katniss.

–Supongo que no ha encontrado una chica lo suficientemente interesante- contraataco yo, haciendo que ella vuelva a bajar la mirada azorada- Las cosas no terminaron bien con Tax y habíamos perdido el contacto- le explico- Pero se enteró por mi madre de que había tenido un pequeño accidente y quiso ver cómo estaba. No me pareció que fuera algo malo.

–No lo…

–Delly nunca me ha interesado en ese sentido. Sé que no me lo has preguntado, pero me parece importante que lo sepas. Nunca he tenido ojos para nadie más, Katniss- y mientras las palabras salen de mi boca yo me pregunto de donde he cogido el valor para hablarle con tanta franqueza.

–Entonces, ¿ni siquiera te has fijado en las otras chicas desde que teníamos cinco años?

–Me fijaba en casi todas- admito yo- pero tú eras la única que me dejaba huella.

–Seguro que a tus padres les encantaba que te gustase una chica de la Veta- dice con una mueca.

–No mucho, pero no me importaba nada- digo apartándole el mismo mechón que parece siempre escaparse de su trenza- Aún no me importa y no me importará nunca.

Un débil suspiro sale de entre sus labios.

–¿Peeta?

–¿Hmm?

–Perdona por haberme molestado.

Me pregunto qué tan extraño resulta esto para ella, cuantas veces habrá tenido que pedir disculpas en su vida.

–Acepto tus disculpas.

Katniss POV

Esta vez, cuando bajo por los escalones, dejando a un Peeta profundamente dormido en su cama a causa del medicamento para el dolor que mi madre ha puesto en su té, me siento ligera como una pluma.

–Bueno, parece que eso ha salido bien- bromea Tax mientras camina por la cocina batiendo algo en un tazón- Un cambio agradable, Chica en llamas.

Lo observo enarcando las cejas ante el apodo, pero la verdad es que después de haber pasado la mayor parte de la mañana hablando con Peeta, me siento tan tranquila que no tengo interés en empezar otra discusión con su hermano.

–Me marcho- digo alzando un dedo- Se ha quedado dormido mientras hablaba, así que lo mejor será que descanse.

–Cuándo pregunte que cuándo vas a volver, y créeme que lo hará, ¿qué quieres que le diga?

–Vendré mañana- respondo con seguridad.

–Delly le ha dicho lo mismo a papá hace un rato- dice él viéndome con suspicacia.

–Oh… pues eso está bien. Ellos son amigos ¿no?

La boca de Tax se curva en una sonrisa que tira hacia un solo lado.

–Podría decirse- asiente él- Aunque tengo entendido que han perdido relación.

–No te hagas el inocente- digo rodando los ojos- Ya me contaron esa historia.

–¿En serio?- pregunta él abriendo los ojos con fingida inocencia- ¿Ya te dijeron la horrorosa persona que soy?- dice llevándose el dorso de la mano a la frente, con todo y la cuchara que ha estado usando para revolver la mezcla del tazón, en un gesto muy teatral. Muy a mi pesar, consigue sacarme una sonrisa, porque la expresión horrorizada de su rostro es completamente ridícula.

Tax parpadea, luciendo confundido. Mi sonrisa desaparece.

–¿Qué?

Su boca se curva, su comisura derecha subiendo muy por encima de la izquierda.

–Nada. Es que nunca, hasta hoy, había podido ver lo que Peeta había visto en ti.

No sé si tomarme el comentario como un insulto o un cumplido. Al final, me gana la curiosidad:

–¿Y qué ha sido?

Él menea la cabeza.

–No seas tramposa, si quieres saberlo tendrás que preguntárselo tú misma.

Sí… eso no va a pasar. Ni siquiera he podido sacar en claro que me pasa con Peeta Mellark, fuera del hecho de que, si puedo creer en la palabra de mi madre, el chico me importa. Nunca pensé en estar realmente con nadie. La mayor parte de mi energía siempre ha estado enfocada en conseguir el bienestar de Prim, preocuparme por mis posibilidades de salir elegida en la Cosecha y mantener bien abastecida nuestra mesa.

Ahora que los Juegos han dejado de ser un motivo de pánico constante para mí, podría pensarse que puedo enfocarme más en ese tipo de pensamientos, pero apenas había conseguido respirar después de saber que me hallaba fuera de la Cosecha y entonces, en menos de lo que tarda un parpadeo, ya Gale no estaba.

¿Cómo disfrutar de esto entonces? No importa lo que pueda sentir, ahora o más adelante, por Peeta, porque lo cierto es que Gale ya no está. No volverá a estar aquí nunca más. He perdido a mi mejor amigo y me siento como una traidora por hacerle esto, por ser feliz cuando él ya no volverá a ser feliz… nunca.

Siento la burbuja que se había estado construyendo en mi pecho estallar de golpe, como las que papá hacía para Prim y para mí utilizando alambres retorcidos y agua jabonosa.

De repente tengo un fuerte deseo de tumbarme, de hacerme un ovillo y esconderme bajo las mantas.

–No hagas eso- dice Tax de repente.

–¿El qué?

–Se lo que estás pensando, he estado ahí un millón de veces desde el accidente, Katniss. Pero ellos no querrían que viviéramos así.

Lo observo sin pestañear.

–No sabes lo que Gale querría- digo al final- No sabes nada sobre él.

–En realidad te equivocas. Estábamos en el mismo equipo de extracción, él y yo ¿sabes? Solíamos trabajar juntos todo el tiempo.

La declaración me sorprende. ¿Por qué nunca lo mencionó Gale?

–Así que en realidad si tengo idea de cómo era él, con todo y que no solía hablar mucho, pero cuando lo hacía, solía hablar de ti.

Abro los ojos por la sorpresa.

–Al principio creí que ustedes eran novios. Pasé unas cuantas semanas pensando cómo se lo diría a Peeta- dice rascándose la nuca- Pero un día los oí hablando y me di cuenta de que lo tratabas como si fuera tu hermano o tu primo. No había nada romántico entre ustedes dos y no porque él no lo quisiera así.

Sacudo la cabeza en negación. Necesito que se calle, que deje de meterme ideas en la cabeza.

–Siempre me pareció curioso- dice mientras empieza a rellenar unos pequeños moldes circulares con la mezcla que ha estado batiendo- Gale y yo éramos de la misma edad y créeme, las chicas nunca fueron un problema para él. Sin embargo contigo pasó… ¿cuánto? ¿Cinco? ¿Seis años?- no parece esperar una respuesta- Y nunca encontró el momento para decirte que le interesabas de esa manera ¿o sí lo hizo?

Estoy muda. No se me ocurre nada coherente que pueda decirle.

–Creo que nunca se le ocurrió la posibilidad de que el tiempo de les acabara- dice con algo de tristeza- Es decir… ambos habían salido ya de los Juegos y supongo que él pensaba, de alguna manera, que el que ustedes acabaran juntos era inevitable.

–¿Por qué?- pregunto sentándome, sin pensar, en uno de los bancos de madera que hay junto a mí- ¿Por qué habría sido inevitable?

Tax abre con cuidado la puerta de horno y empuja la bandeja que acaba de llenar en su interior. El calor me golpea en la cara, ayudándome a disipar parte del hielo que parece haberse formado en mis venas.

–Porque- empieza él- ustedes se habían acostumbrado el uno al otro. Es difícil borrar algo así. No sé si alguna vez has pensado en casarte Katniss o en tener niños- la sola idea hace que mi cuerpo se estremezca- pero lo cierto es que a veces resulta difícil el cambiar un hábito y ustedes solían estar todo el tiempo juntos.

–No últimamente- se me escapa- Últimamente solo lo veía los domingos. Ya no éramos tan…

–No estoy diciendo que él no te quisiera de verdad, ni tampoco estoy asumiendo que tú lo querías de una determinada forma. Pero si alguna vez hubieses decidido estar con alguien ¿no habría sido Gale tu primera opción?

Mi cabeza se mueve hacia los lados en una negativa automática.

–Nunca me puse a pensar en ello. Tenía otras cosas en la cabeza.

Él abre los ojos con sorpresa.

–¿Nunca?

Ni siquiera entiendo porque le estoy diciendo estas cosas a Tax. Tal vez porque a final de cuentas no somos tan diferentes él y yo. Ambos hemos perdido a personas importantes y nos sentimos impotentes por ello. Peeta no comparte nuestro problema, él es el chico agradable, el que siempre parece saber qué decir, el que no mete la pata todo el tiempo.

–Desde que papá murió he tenido una sola cosa en mi cabeza: Prim. Nunca he tenido tiempo para nada más.

–Pero Prim ya ha crecido bastante. Y está bien. Es decir, tu familia tiene un tipo envidiable para cualquier persona de la Veta. Estoy seguro de que la mayor parte del tiempo tú comes mejor de lo que lo hacemos nosotros- dice él mientras limpia la mesa con un trapo sin dejar de verme a los ojos.

Aún sigue resultando sorprendente para mí lo difícil que la pasaba la familia de Peeta también. Debe ser frustrante preparar cosas que huelen tan bien todo el tiempo y saber que no puedes comértelas.

–Prim siempre será mi hermanita. Nunca estaré tranquila hasta que sepa que se encuentra a salvo de los Juegos y puede que ni siquiera entonces.

–Eso no es nada saludable. Si Prim saliera elegida en los próximos Juegos ¿qué harías?

–No quiero hablar sobre eso. De hecho no quiero hablar sobre nada. Ya es hora de que me vaya.

El rostro de Tax se suaviza.

–Lo siento, Katniss. No pretendía ponerme pesado.

–Hmmm…

–No le des demasiadas vueltas- dice dándome una palmadita en el hombro. Sus manos están calientes- Solo hay un espacio para Prim cada año y estoy seguro de que nunca ha tomado una tesela en su vida, tú debes haberte encargado de eso- dice con una sonrisa- Sus probabilidades de salir son casi nulas. Y ya no tiene sentido hablar sobre Gale.

–Tu madre debe estar a punto de venir- es todo lo que digo- Será mejor que me escabulla antes de que me encuentre aquí.

–Sí, creo que sería lo más saludable.

Cuando salgo, la vida ha continuado. Nadie parece percatarse del torbellino que tiene lugar en mi interior. Peeta, Prim, Gale… Y resulta demasiado, demasiado para tomar en un solo día.

¿En qué momento se volvió mi vida tan complicada?

Ceno en silencio y me voy temprano a la cama. Esa noche, cuando sueño, los ojos azules de Peeta Mellark y los ojos grises de Gale me acompañan.


Chan, chan! Aquí vengo con el nuevo capítulo. Espero que les haya gustado. Tax empezó como un personaje muy secundario en mi cabeza pero resulta que él tenía otros planes y ahora ¡veánlo! consiguió escabullirse en cada escena en este capítulo. Creo que se las arregla para poner a todo el mundo a pensar a pesar de que el pobre chico tiene sus propios problemas.

Si les gustó, díganmelo en un review.

Como siempre, gracias a: Coraline T, Valeria Luis, Darkmatter Black, yukikandavobifield, katnisspeetax100pre, Readers Forever, ELI.J2, TheBlueJoker, Imagine Madness, Yessi, AlwaysEverlark, Jacque-kari, Alphabetta, lee dani, Gpe77, THGkarlamayorga, 123, Mariana Regalado, Nina Berry, GPCS. Sonitha Pico, Ana, Lenna0813, Bellamybell, mdc, sandyaurora.15 y a los tres guest.

Saludos, E.