Disclaimer: los personajes y el Universo Panem son propiedad de Suzanne Collins.

Esta historia participa en el reto "Pidiendo Teselas" del foro "El diente de león"


Peeta

El nombre retumba en mis oídos, destrozándome los tímpanos y haciendo que mi corazón se rompa en pedazos. Sin embargo no es Effie Trinket, nuestra flamante escolta, quien profiere el grito que reverbera en mi alma, sino Katniss.

El nombre de Prim brota de sus labios en un grito agónico y yo debo moverme más rápido de lo que lo he hecho nunca para evitar que ella se salte la barrera de seguridad y corra hacia su hermana. El castigo por interrumpir en la Cosecha es pasar veinticuatro horas en la penitenciaría que se encuentra en las afueras del distrito y aún cuando Katniss es lo suficientemente fuerte como para soportarlo, eso impediría que ella pudiera despedirse de su hermana.

La reacción de Katniss es registrada a cámara lenta por mi cerebro: abrir los ojos, tomando nota de lo que ha pasado; entreabrir los labios, formar una O perfecta con su boca a través de la cual el nombre de Prim sale disparado como un millón de cuchillos que se clavan en cada centímetro de mi piel; echarse hacia adelante para empezar a correr…

—¡PRIM! —mis brazos rodean el cuerpo de Katniss en el momento en que ella está doblando las rodillas para saltar la barrera. A pesar de lo pequeño que es su cuerpo, ella se debate con fuerza. Pies, manos, uñas y dientes… lucha con mi agarre con todo lo que tiene, dejando marcas rojizas y sangrantes en la piel de mis brazos y mi rostro y golpes que mañana serán moretones en mis piernas.

—Katniss— siseo en su oído.

—No, no, no— jadea ella mientras continúa debatiéndose— ¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡PRIM!

La vocal se alarga hasta volverse infinita, mientras la multitud en el sector de las chicas se parte en dos, revelando el espacio en que Prim, muy pálida pero sin derramar ni una sola lágrima, empieza a avanzar hacia las escaleras.

La visión de ver a su hermana avanzando, hacia el frente, donde Effie sonríe y se inclina extendiendo una mano con una elaborada manicura, parece reactivar la energía de Katniss, que utiliza sus codos para intentar liberarse. A mis espaldas, escucho la voz de mi padre y de mi hermano, llamando a la madre de Katniss por su nombre, pero no tengo el interés ni la energía para voltearme.

—¡No! ¡Prim! —grita Katniss en mi oído— ¡Me presento voluntaria! ¡Soy voluntaria! ¡Por favor!

La cabeza de Effie se gira, visiblemente emocionada al oir que alguien se está presentando voluntario en nuestro distrito, lleno de víctimas y no de héroes. Pero su sonrisa se desvanece cuando localiza a Katniss fuera del área cercada en la que se encuentran los posibles tributos.

—Oh, no. Katniss no…

—Por favor, por favor suéltame— solloza ella— ¡Prim! ¡Soy voluntaria! ¡Soy voluntaria!

—No puedes— le digo introduciendo un pie entre los suyos para derribarla, de manera que ambos caemos al suelo, yo sosteniéndola firmemente entre mis brazos—. No puedes Katniss, ya no estamos en edad de ir a los Juegos.

—Prim— suelta ella en un sollozo mientras la gente a nuestro alrededor, incluyendo a un par de Agentes de Paz, nos mira con cautela. Uno se lleva la mano a la cintura, de la que cuelga una gruesa porra, pero niego con la cabeza, indicándoles que no les daremos problemas.

Prim se encuentra en el escenario, a la izquierda de Effie que sonríe alegremente mientras anuncia que ha llegado el momento de elegir a los chicos.

—Prim— gimotea Katniss, ya sin fuerzas, y esa única palabra, el nombre de su hermana, es lo último en salir de sus labios.

—Y ahora los chicos— dice Effie mientras introduce los dedos entre los papeles con los nombres. Sus uñas, pintadas de color rojo, destacan entre el mar de papeles bancos como gotas de sangre sobre la nieve. Un papel es atrapado entre sus dedos y la siguiente víctima de los Juegos del Hambre es seleccionada. Ella camina, tambaleándose sobre tacones altísimos hasta ponerse frente al micrófono y sus labios emiten un POP que resuena por toda la plaza cuando lee el nombre:

—¡Timothy Greygrass!

No lo conozco, al menos no por su nombre, y una mirada a Katniss me dice que ella tampoco. Rebusco entre la multitud, tratando de localizar a Timothy y lo encuentro parado entre los chicos de trece años, temblado como una hoja.

La cara de Prim se vuelve más pálida.

—Ven aquí, cariño— dice Effie mientras los chicos alrededor de Timothy se hacen a un lado. El grito de una madre me pone los pelos de punta, pero una voz se impone ante todo lo demás.

—¡Me presento voluntario!

Los ojos de Katniss se abren un poco, casi imperceptiblemente, pero no dice nada.

—Soy voluntario como tributo.

Effie parece cuestionarse la veracidad del ofrecimiento esta vez, pero sus ojos brillan cuando divisa a Rory Hawthorne entre los chicos de dieciséis años.

A pesar de su emoción, nuestra escolta no parece muy segura de cómo actuar.

—Tal parece que tenemos un voluntario— dice voltéandose hacia el alcalde Undersee, que observa a Prim y luego a Rory con las cejas enarcadas con pena—. Pero me parece que primero hay que dejar que Timothy suba aquí y luego pedir voluntarios.

—¿A quién le importa? —replica el alcalde con amargura.

Effie hace un puchero pero permite que Rory suba. Ha crecido mucho en los últimos meses y a pesar de los altos tacones de Effie, ella tiene que mirar hacia arriba para verlo a la cara cuando le pregunta:

—¿Cómo te llamas querido?

Rory no observa a Prim cuando se acomoda al otro lado de Effie.

—Soy Rory Hawthorne— dice él y su voz suena mucho más grave de lo que recordaba.

Haymitch Abernathy, nuestro único Vencedor vivo, suelta una risita seca y murmura algo ininteligible para mi, pero Prim y Rory se voltean, observándolo con los mismos ojos perplejos: unos azules y otros grises.

—…valor! —el micrófono del Vencedor se activa con un estallido de estática y él se levanta, tambaléandose— ¡Mucho valor! Y tú— dice apuntando a Prim con un dedo nudoso— pareces un corderito, pero eres guapa. Seguro que les gustas también. Suelta otra risa seca, como un perro enfermo y entonces se dobla por la mitad y vomita ruidosamente sobre los pies de Effie, que profiere un chillido agudo y se baja del escenario, resbalando un par de veces, mientras se queja con su marcado acento del Capitolio.

El alcalde Undersee debe tomar el relevo. Se para entre ambos tributos y le dedica una larga mirada a cada uno.

—Ahora, dense la mano— dice él y el mundo parece congelarse por un momento mientras Rory y Prim se ven, por primera vez, a los ojos.

La barbilla de Prim empieza a temblar y un músculo salta en la mandíbula de Rory. Una mano pequeña, blanca y delgada y otra, mucho más grande y morena, se alzan en el aire y sellan su destino con un apretón de manos.

Prim

Ya había sujetado la mano de Rory Hawthorne antes. Pero eso fue cuando éramos más pequeños y el hecho de que él fuera el chico más guapo de nuestro curso no se había convertido en un problema entre nosotros.

Estar con él era tan sencillo como estar con Katniss. Como si se tratara de un hermano. Un amigo tan querido y tan cercano que… Agito la cabeza, porque no quiero pensar en ello. Eso había sido antes. Antes de que Gale muriera, antes de que mi hermana empezara a llevárselo al bosque y le enseñara a cazar, antes de que las chicas empezaran a hablar en susurros entre ellas cuando él pasaba. Antes de que se dejara crecer el cabello para tener una excusa para apartarlo con coquetería cuando una chica bonita estaba cerca…

¿Cómo habían cambiado tanto las cosas entre nosotros dos en tan poco tiempo? ¿Cuándo se volvió un extraño para mí? ¿Cuándo se volvió raro unir nuestros dedos y tomarnos de la mano?

¿En qué momento dejó de ser sencillo y agradable estar con él?

Esta vez, cuando mi palma, ligeramente sudorosa, se roza con la suya, siento ganas de abofetearlo y de gritarle. No es que se trate de una reacción demasiado novedosa. Han pasado meses desde la última vez que me sentí realmente cómoda con Rory y el hecho de que durante los próximos días nos encontremos obligados a convivir lo que bien serán los últimos días de alguno de los dos o de ambos, no ayuda mucho que digamos.

La sombra de su barba le oscurece el mentón y hace que sus ojos grises parezcan más oscuros, aunque eso podría deberse también a la palidez casi fantasmal de su rostro. Tiene la mandíbula rígida, pero veo el fantasma de una sonrisa en las comisuras de su boca. Las ganas de golpearlo vuelven. Una reacción virulenta que me nace desde muy profundo y se mezcla con el asco que siento por el olor del vómito de Haymitch Abernathy, que aún flota en el aire.

¿Cuánto tiempo se supone que tiene que durar este apretón?

La mano de Rory engulle al mía y, por un momento, tengo la sensación de que mi mano ya no me pertenece.

¿Cómo ha podido hacer algo así? ¿Cómo ha podido ser tan cruel con su madre, que ya ha perdido a su esposo y a un hijo?

Admito que, aunque mi corazón se detuvo cuando vi al pequeño Timothy en el sector de los chicos de Trece, jamás habría aprobado que Rory se presentara voluntario. ¿Había sido este su plan? Si aún fuéramos amigos ¿me lo habría contado?

¿Qué pretende? ¿Cree acaso que así podrá impresionar aún más a las chicas en nuestro salón? ¿Lo hace acaso por el dinero que podrá ganar si consigue coronarse? ¿Acaso no entiende que para poder llegar hasta ese punto deberá asesinar a un montón de personas? ¿Es que no comprende que tendrá que matarme a mí?

Mi mano suelta la suya y me limpio los restos de sudor en la tela de mi vestido. El vestido de Katniss… el vestido de mamá. Mis ojos buscan a mi familia, el grito de Katniss presentándose voluntaria aun haciéndome daño en los oídos.

Encuentro a Katniss a mi derecha. Está en el suelo, de rodillas, con Peeta sosteniéndola entre sus brazos. Bien. Sé que Peeta cuidará bien de ella, pase lo que pase. No veo a mamá por ninguna parte. Frunzo el ceño repasando la multitud nuevamente. Estaba segura de que estaba cerca de Katniss durante el sorteo, pero no hay rastro de ella. El señor Mellark tampoco está junto a Peeta, donde lo vi la última vez.

Un carraspeo desvía mi atención hacia un lado y mis ojos se encuentran, por segunda vez en mucho tiempo, con los de Rory.

—Prim yo…

Por un momento suena como mi mejor amigo. Por un momento vuelve a ser Rory Hawthorne, el chico con el que jugaba a hacer pasteles de lodo en el invierno y que me ayudaba a recoger dientes de león en la Pradera cuando llegaba la primavera. Un segundo vistazo me hace tomar nota del cabello largo, ligeramente ondulado en las puntas que tan bien le sienta, hoy peinado hacia atrás y sujeto con una cinta tan oscura como su cabello, para mantenerlo fuera de su cara, de una cicatriz que no estaba ahí hace unos meses y que debe haberse hecho mientras cazaba con Katniss en el bosque. No conozco a la persona que tengo frente a mí.

—No quiero hablar ahora, Rory— le digo negando con la cabeza.

—Pero yo…

Su voz es interrumpida por el alcalde, que da la Cosecha por concluida y envía a todos a sus casas y les indica a las familias y amigos de los tributos elegidos que las despedidas se harán en el Edificio de Justicia.

—Por aquí— dice una Agente de Paz tomándome del brazo.

—Prim… —vuelve a llamarme Rory, esta vez con un deje más urgente en la voz.

—Luego— le prometo mientras intento caminar lo más erguida posible.

El Edificio de Justicia está construido con ladrillo y cemento. En un incendio en el distrito, seguramente será uno de los pocos que se mantendrá en pie, junto con las casas en la Aldea de los Vencedores. El polvo de carbón metido en la madera del resto de las edificaciones hará que ardamos como cerillas empapadas en aceite.

Adentro el aire se encuentra frío. Hay un montón de columnas de un material blanco y reluciente que proyectan extrañas sombras bajo las luces blanquecinas que vienen del techo. Mi cuerpo proyecta formas extrañas en las paredes que me hacen temblar.

Es la primera vez que entro en este lugar y me siento cohibida y sorprendida a partes iguales. Es casi demasiado lujoso para pertenecer a nuestro humilde distrito.

Nos llevan a través de un pasillo con una hilera de puertas a ambos lados. Me meten a mí en la de la derecha y no me entero que hacen con Rory, pero supongo que debe entrar en alguna de las otras habitaciones. La puerta se cierra a mis espaldas. Y el peso de los acontecimientos de la última hora cae sobre mí, encorvando mis hombros. Pero no puedo echarme a llorar. Lloraré mas tarde, cuando le haya dicho adiós a Katniss y a mamá, tal vez por última vez.

No… No puedo pensar así. Si pienso que estoy derrotada desde ahora, entonces no duraré ni cinco minutos.

Me siento en uno de los mullidos sillones de la salita y acomodo la falda de mi vestido. Mis dedos se clavan en mis rodillas, como garras mientras empujo las lágrimas de vuelta.

Lloraré después. No ahora.

El pomo es girado y en un parpadeo estoy en los brazos de mi hermana.

No dice nada. Solo me abraza con fuerza, empujando mi cabeza hacia su hombro. Soportar las ganas de llorar se vuelve cada vez más difícil. Siento algo cálido derramarse sobre mi hombro y comprendo que está llorando. Curiosamente eso ayuda, porque de alguna manera termino yo consolándola a ella.

—Oh… ¡oh Katniss! No. No, no, no— susurro besándola en lo alto de su cabeza y apoyando la mejilla—. No llores.

En respuesta ella solloza con más fuerza.

—Todo saldrá bien— le prometo, aunque la promesa suena hueca hasta para mí. Ella sabe, igual que yo, que ni siquiera los profesionales pueden dar garantías cuando se trata de los Juegos del Hambre.

Levanto la mirada y me encuentro con los ojos de mamá. Idénticos a los míos. Por un momento tengo miedo, miedo de volver a encontrarme con aquel vacío que se apoderó de ella después de la muerte de papá. Uno de los recuerdos más claros de mi infancia. Pero ella sigue ahí. Pálida y aterrorizada, sin embargo sigue siendo mi madre. Rodeo los hombros de Katniss con un brazo y estiro una mano hacia mamá, que suelta un sollozo y se inclina hacia nosotras, envolviéndonos a las dos en una abrazo.

Ambas lloran, sus cuerpos sacudiéndose en dolorosos espasmos, pero yo no me permito derramar ni una lágrima.

No me permito desperdiciar el tiempo, porque sé que solo nos quedan unos preciosos minutos juntas.

—Tal vez no sepa usar un arco como tú, pero puedo sobrevivir— le digo primero a Katniss, separándola de mi cuerpo y viéndola a los ojos—. Puedo cuidar de mí y de Rory si nos hieren. Tal vez pueda… —niego con la cabeza—. Intentaré hacerlo lo mejor que pueda. Me esforzaré y tú tienes que hacerlo también. Tú tienes que estar bien. Tienes que resistir— le digo sujetando sus manos con fuerza—. Prométemelo, Katniss.

Sus ojos lucen muy oscuros cuando, finalmente, ella asiente.

—Bien— le digo besando su cabeza—. Mamá— digo girándome hacia ella—. Esta vez no puedes irte— le digo con suavidad y su barbilla tiembla ligeramente—. Katniss te necesita. Se necesitan la una a la otra. Tienen que cuidarse las dos.

Mamá vuelve a empezar a llorar, pero asiente y me abraza de nuevo.

Me siento agotada. Como si en cualquier momento mis rodillas fueran a rendirse en la tarea de sostener mi cuerpo. Utilizo mis energías para abrazar a mi familia. Contando mentalmente los segundos, saboreándolos por última vez, hasta que la puerta se abre.

La separación resulta atroz: Katniss lucha con uñas y dientes cuando el Agente de la Paz las obliga a salir, pero finalmente la reducen entre dos guardias. Sus gritos desesperados llegan a mí a través de la puerta cerrada.

Otras personas pasan a despedirse: Rooba, la jefa de Katniss; el padre de Peeta, que me entrega una bolsita llena de galletas que yo acepto y agradezco con un beso en su mejilla que lo hace enrojecer; Kassy, una de mis amigas en la escuela, que me trae un ramo de flores. Pero las más significativas son las dos últimas: Peeta Mellark y Hazelle Hawthorne.

Hazelle aparece primero, con Posy colgada de su cintura. Le entrega a Posy a Vick y entra sola. Tiene el rostro enrojecido, pero no está llorando.

—Prim— dice casi sin voz.

—Cuidaré de Rory lo mejor que pueda— le prometo—. Si lo hieren, haré todo lo posible por sanarlo. Lo juro.

Una triste sonrisa aparece en el rostro cansado de Hazelle.

—No he venido para eso— dice atrayéndome en un abrazo que me saca lo que me queda de aire y hace que las lágrimas amenacen con dejar mis ojos. Levanto la mirada hacia el techo y la fijo en los fluorescentes—. Sabes que te quiero ¿cierto, cielo? Cuida de ti misma y deja que Rory cuide de ti también— me suplica y sus palabras me desarman, porque Hazelle ha perdido a uno de sus hijos hace apenas un año y aun así está aquí, deseándome suerte, ofreciéndome una protección que ni siquiera sé si Rory estará dispuesto a darme.

—Yo…

—Y lucha. Tienes mucha fuerza en tu interior, Primrose— dice ella con voz serena mientras se aparta de mí, observándome con esos ojos tan parecidos a los de su hijo.

Niego tristemente con la cabeza.

—Yo no soy… Katniss es la que…

—Hay muchas formas de ser fuerte— me dice ella dándome un beso en la frente—. Tú tienes una forma completamente distinta a la de Katniss… o Gale. Pero estoy segura de que lo harás muy bien. Sé fuerte. Ninguna madre debería tener que perder a un hijo.

Y se levanta y se marcha antes de darme tiempo de responder.

—Última visita— anuncia la voz del Agente de la Paz.

Peeta Mellark.

Tiene el rostro cubierto de finos arañazos y cojea un poco.

—¿Qué te…? —digo levantándome — Ah… Katniss…

—No es nada— dice él encogiéndose de hombros y dedicándome una mirada cálida. Su mano encuentra la mía y me da un apretón cálido— ¿Cómo lo llevas?

—Estoy…— empiezo a mentir, pero sus ojos azules resultan tan cálidos y reconfortantes que termino negando con la cabeza—. Estoy aterrada— admito finalmente y mi voz tiembla en esas únicas dos palabras.

—Estarías loca si no fuera así. Y estoy admirado por el hecho de que no hayas llorado. Estoy seguro de que si fuera yo, ya habría llorado mucho.

—¿En serio? —pregunto enarcando las cejas.

—Definitivamente. Y eso me habría costado un montón de puntos con tu hermana.

Me río un poco.

—Te he traído algo— dice él rebuscando en uno de sus bolsillos—. Lo encontré hace un par de semanas. Pensaba dárselo a Katniss, pero creo que podría ser un amuleto para la buena suerte— dice mientras toma la pechera de mi vestido y prende algo de él.

Es un pequeño broche, con la figura de un pajarito con las alas extendidas, listo para emprender el vuelo.

—¡Oh! —digo sorprendida y admirada— ¿Qué clase de ave es?

—Creo— dice Peeta— que es un sinsajo.

—El ave cantora— replico yo—. Tiene sentido que te hiciera pensar en Katniss.

Él sonríe con tristeza.

—Aún tengo pensado dárselo a Katniss, así que solo te lo estoy prestando. Tienes que asegurarte de volver aquí para devolvérmelo. ¿Vale?

—Peeta yo…

—Te dejan llevar algo de tu distrito a la Arena ¿sabías? Se me ocurrió que este podía ser tu algo. Así, cada vez que lo veas, podrás pensar en tu hermana. Katniss es muy fuerte, cuando veas el sinsajo, entonces podrás pedirle algo de su fuerza. Y entonces sobrevivirás y volverás a casa. Y estaremos bien.

"Estaremos". Su uso del plural resulta significativo. Katniss no estará bien si yo no regreso. Peeta no estará bien si Katniss no lo está. Así que para que las cosas vuelvan a estar bien, tengo que regresar.

—Prométemelo— dice con ojos brillantes.

—Lo prometo— le respondo y él me sorprende cuando me rodea con sus brazos y me da un fuerte abrazo—. Lo prometo.

Cuando Peeta se marcha, nos sacan del edificio y nos meten en un auto. Nunca he estado dentro de un auto. Los sillones son mucho más suaves que los que tenemos en casa y las ventanas tienen una película negra que oscurece la visión del exterior. No veo a Katniss ni a mi madre, ni a Hazelle, ni a Vick, ni a Posy, ni a nadie en realidad. Es como si el distrito estuviera desierto.

Effie se mete en el auto detrás de mí, lo que me obliga a pegarme mucho al costado de Rory, que mueve el brazo de manera que este queda detrás de mi cabeza, apoyado a lo largo del asiento.

—¿Estás bien? —susurra detrás de mí.

La verdad no, pero el está metido en tantos problemas como yo, así que no le veo mucho sentido a decírselo. Por otro lado, decirle que sí sería mentir, así que me encojo de hombros en un gesto displicente que tendrá que ser suficiente.

—No te preocupes— dice mientras baja el brazo. Encuentra mi mano y le da un apretón—. Vamos a estar bien.

Y con esa promesa el auto arranca, rumbo a la estación, donde tomaremos el tren que nos llevará nuestros últimos días.

Al menos para uno de los dos.


Holaaaa! Me tardé, pero siempre vuelvo! Acabo de terminar este periodo de exámenes (me queda otro más para acabar el semestre) y lo celebro con nuevo capítulo.

¿Qué les pareció este capítulo? ¿Qué opinan de este nuevo narrador? ¿Quién quiere ver el POV de Rory? ¿Qué creen que va a pasar con Katniss y Peeta?

Estoy loca de contenta porque con el último capítulo esta historia llegó a los 400 reviews ¡con solo trece capítulos! ¿verdad que es increíble? Estoy super agradecida con todos y todas ustedes por tomarse el tiempo de leerme. Espero que los retrasos valgan la pena y que les vaya gustando el rumbo de esta historia.


También vengo a hacerles a TODOS una propuesta que, de verdad, de verdad, espero que acepten. No se si están enterados, pero junto con HikariCaelum, Alphabetta y Coraline T estoy manejando un Foro de los Juegos del Hambre llamado "El diente de León". En este foro tenemos temas de discusión sobre los libros, las películas, otras sagas, series, etc… Y este fin de semana abrimos las inscripciones para un intercambio de regalos navideño.

Para quienes nunca hayan participado en un intercambio de este tipo, es de verdad muy divertido. Te pasas por el foro (cuyo únicos requisitos son tener una cuenta en fanfiction y que te guste THG) y dejas tres propuestas para que te regalen. Al mismo tiempo, estás asumiendo el compromiso de escribir una historia, de mínimo 1000 palabras, tomando alguno de los temas que otro de los participantes haya dejado.

El intercambio, para comodidad suya, no se hace sorteado, sino que el día en que se abren las selecciones, me envían un PM a mi diciéndome los temas de quién les han gustado y si nadie los ha pedido antes, esa persona se convierte en su regalada o regalado. Eso ayuda mucho porque saben que escribirán sobre algo que les gusta. Hay más de un mes de tiempo para escribir y el mínimo de palabras se alcanza muy rápido.

Espero de verdad que se animen porque mientras más personas participen, más bonito se vuelve.

Si tienen alguna duda, la que sea, estoy a un clic de distancia.


Los agradecimientos: lightscales15, Darkmatter Black, Amberswan, Lenna0813, Sheenaggp11, marizpe, anonimus, wenyaz, brujita22, Lucy N. Mellark Eaton, IamPeterPan, Misaki uzumaki, Lixs, jacque-kari, HikariCaelum, MCMB, AnaB y los cuatro guest no identificados.

Gracias a gente maravillosa como ustedes la historia está subiendo en el listado de fanfics de THG en español.

¿Me merezco un review?

Un abrazo gigante, E.