Disclaimer: los personajes y el Universo Panem son propiedad de Suzanne Collins.
Esta historia participa en el reto "Pidiendo Teselas" del foro "El diente de león"
Rory POV
El centro de entrenamiento consta de doce plantas más un sótano en donde se encuentra el área en que nos entrenaremos propiamente.
Me han asignado un avox. Es un hombre corpulento, con barba y cabello rojo y los ojos de color azul oscuro. Cuando le he preguntado cómo se llama, ha hecho un montón de señas. Supongo que mi mirada de confusión fue suficiente para él, porque esbozó una sonrisa y sacó una libreta de uno de sus bolsillos.
P-O-L-L-U-X.
Pollux.
Se supone que todos los avox son criminales, pero no siento miedo de él. No parece una mala persona e inclusive creo que, si las circunstancias fueran diferentes, podría caerme bien. Pero Pollux debe ser un ciudadano del Capitolio y es casi una cuestión de principios que no me agrade, no importa cuánto haya sufrido.
Los ciudadanos de los distritos no tienen esa opción, o al menos es lo que decía Gale. Si nosotros rompemos las reglas, nos liquidan. Inclusive en eso es injusto el Capitolio.
Me pongo el uniforme, unos pantalones de un material resistente de color rojo oscuro y una camiseta gris que tiene el número de mi distrito estampado en la espalda y en una de las mangas.
Intento que no me moleste el hecho de que esta ropa, preparada para mí como preludio a mi muerte, me queda mejor que cualquier cosa que tenga en casa.
Pollux me pregunta que si quiero que me traiga el desayuno a mi habitación o si prefiero salir al comedor.
Elijo el comedor, porque sé que Prim hará lo mismo. Es demasiado considerada como para poner a alguien a trabajar de más solo porque sí. Pollux me detiene antes de salir y me desea buena suerte. O al menos eso creo.
Resulta difícil no sonreírle, pero lo consigo. Sin embargo cuando llego al comedor, no puedo evitar sonreír cuando veo a Prim sentada frente a Effie, de espaldas a la puerta. Se ha recogido el cabello en un peinado de apariencia complicada, una especie de moño en donde puedo ver varias trenzas. Lleva la cara libre de maquillaje, volviendo a lucir fresca y hermosa como siempre. Ayer se veía imponente, pero hoy luce más como ella.
Anoche fue difícil conciliar el sueño. Lo único en lo que conseguía pensar era en la sensación de tener su mano entre la mía. Aún ahora, horas más tarde, siento un suave cosquilleo en la piel de los dedos.
—Buenos días.
Ella deja caer el tenedor, que rebota contra el piso con un tintineo.
—¿Te asusté? —le pregunto mientras me dejo caer a su lado y robo una tostada de su plato.
—Me sorprendiste— me corrige ella mientras me lanza una mirada falsamente resentida y estira la mano para tomar una tostada de la gran pila que hay en un plato—. ¿Pudiste dormir?
Me encojo de hombros.
El desayuno tiene una pinta excelente. Lleno mi plato de huevos, salchichas y unos discos dorados que Effie llama panqueques, a pesar de que Prim me lanza una mirada de advertencia.
—Lo llevaré con calma— le prometo—. Me comeré la mitad, pero la verdad es que quiero probarlo todo.
Ella me regala una sonrisa comprensiva.
—¿Y ustedes para qué son buenos?
La pregunta de Haymitch nos sobresalta.
Prim clava la mirada en su plato y sus mejillas se sonrojan.
—Para matar no— dice con un hilo de voz—. Estoy aprendiendo a ser sanadora. Como mi madre.
Haymitch suelta un suspiro.
—Tenía la esperanza de que fueras una rareza como tu hermana.
Prim levanta la mirada. La caza furtiva de Katniss es algo así como un secreto a voces en el distrito.
—Pues no— dice levantando la barbilla—. No lo soy. Lamento decepcionarte.
Haymitch la observa con los ojos entrecerrados y ligeramente turbios antes de abrir una botella diminuta y lanzar su contenido a su café.
—Bueno, ya estoy acostumbrado. Ustedes en el Doce nunca suelen sorprender con nada.
Prim abre y cierra la boca para responder, pero no sale ni un sonido de ella. La veo apretar el puño junto a su cuerpo.
—Y tú, niño, ¿qué sabes hacer?
Pienso en dejarlo hablando solo, Haymitch Abernathy es solo un alcohólico que no puede ayudarme, ¿por qué habría de decirle en lo que soy bueno?
—Rory es un cazador. Katniss lo ha estado entrenando desde hace meses. Es bueno lanzando cuchillos y ha aprendido a usar el arco. También sabe armar trampas.
Mi cabeza se voltea tan rápido que debo parpadear rápidamente para no marearme.
—¿Cómo sabes todo eso?
Ella se sonroja:
—Katniss— es todo lo que dice.
Mi corazón empieza a ir muy rápido. Todo este tiempo he pensado que Prim dejó de interesarse por mí y que ya ni siquiera quería ser mi amiga. ¿Será posible que todo sea solo una confusión?
—Bueno, podemos trabajar con eso. Y si tú, chica, eres realmente buena arreglando a la gente, puede que los patrocinadores se interesen por ti. Especialmente si él hace su trabajo. Tú te encargas de mantenerlo en una pieza y él de hacerlos avanzar en los Juegos.
—Te estás adelantando, Haymitch— dice Effie Trinket con su voz aguda y su afectado acento—. Ni siquiera les has preguntado si estarán juntos en esto.
Haymitch voltea a vernos, haciendo una mueca.
—Lo di por sentado. Pero si no lo van a hacer, lo mejor será que lo escupan cuanto antes.
Prim se gira, aún con las mejillas encendidas, pero yo no la miro, porque sé que si lo hago ella podría ver a través de mí, como lo ha hecho siempre.
—No iría con nadie más.
…
Eso último resulta ser una mentira. La primera orden de Haymitch es que, cuando bajemos, debemos conseguir al menos a una persona más para que esté con nosotros al entrar en la Arena.
Las alianzas no son precisamente raras en los Juegos del Hambre. Los profesionales suelen entrar en manada, lo que hace que un cuarto de los tributos estén juntos desde el principio, aliados para matar a los dieciocho restantes.
Mientras más personas estén de tu lado al principio, más posibilidades tienes de sobrevivir, siempre y cuando consigas gente que valga la pena. Después de todo, no resultaría muy funcional aliarte con alguno de los tributos más jóvenes o los que entraron en crisis en la Cosecha. Son peso muerto y pueden acabar matándote a ti también, a traición por el miedo de que tú los mates antes o metiéndote en alguna situación peligrosa que te aniquile.
No. Nuestras órdenes son conseguir a alguien que valga la pena.
Los profesionales quedan descartados. Haymitch no sabe qué tan bueno soy yo, pero Prim se ha negado a aliarse con ellos. Ella siempre ha sido demasiado sensible. Estar con los profesionales, si lográsemos entrar en la alianza, significa que tendremos que presenciar o cometer una importante cantidad de asesinatos y Prim no lidia bien con la imagen de cuerpos ensangrentaados.
Recuerdo un día, cuando teníamos nueve o diez años, en que llegó llorando a la escuela porque Katniss la había llevado con ella al bosque y la había visto matar un conejo.
"Si lo hubieras visto, Rory. Estaba segura de que aún podíamos arreglarlo. Pudimos salvarlo, pero Katniss no me dejó. Me dijo que era comida y no una mascota".
Prim, que ni siquiera es capaz de tomar una vida para alimentarse ¿podrá tomar una para salvarse a sí misma?
—Se lo que estás pensando —dice ella cuando las puertas del elevador se cierran, dejando a una emocionada Effie al otro lado.
—¿Sí?
—Estás pensando en si podré hacerlo. Crees, igual que Haymitch, que soy una inútil.
Me río.
—En lo absoluto. Creo que eres muy fuerte. Pero eres demasiado buena. Sirves para salvar vidas, no para quitarlas. No es justo que alguien como tú esté en un lugar como este.
Ella se separa de la pared en que ha estado apoyada y sus mejillas enrojecen.
—Rory ¿por qué te…? —pero las puertas se abren y ella voltea asustada, luego niega con la cabeza —. Lo hablamos luego —murmura antes de tomar mi mano y tirar de mí para salir del ascensor.
Somos de los primeros en llegar, exceptuando a la pareja de niños del Once, a quienes Prim ve horrorizada y a la pareja del Ocho, un chico bajito con el pelo castaño que tiene un cardenal sobre el pómulo y la chica, a la que recuerdo tambaleándose sobre sus altos tacones.
—Esa es Ribbon Silk—murmura Prim apuntando a la chica del Ocho—. Y el chico se llama Denim Taft. No tenía ese moretón cuando lo cosecharon.
—¿Cómo lo sabes?
—Los memoricé.
—¿A todos?
Prim enrojece.
—Tengo buena memoria.
—¿Quieres que intentemos aliarnos con ellos?
Prim niega con la cabeza.
—No. La chica no me da buena espina. Fíjate en cómo la observa Denim. Creo que fue ella quien lo golpeó.
—¿Tú crees? ¿Y no se supone que eso es contra las reglas?
Ella se encoje de hombros.
—Se supone que sí, pero asumo que tampoco me delatarías si te atizara ¿no?
Me río.
—¿A mí?
—Pues en los últimos dos días me lo he pensado ¿sabes?
Me río de nuevo. Es fantástico volver a hablar con ella.
—Sí, supongo que si me lo mereciera, no te delataría.
—De todas formas no creo que sea una buena idea.
—Los del Once también están descartados —digo yo.
Prim les dedica una mirada lastimera, pero asiente.
—Son demasiado pequeños.
El ascensor se abre en ese momento y dos parejas de tributos bajan de él.
—Plexus y Tech— dice primero—, distrito Tres— reconozco a Plexus como el tributo Nariz de Ratón—. Los otros son Volt y Jules, del Cinco — pero yo no los recuerdo del día de la Cosecha.
—Realmente eres muy hábil con eso.
Ella se encoje de hombros.
—Me he acostumbrado. Trabajar con mamá hace que tengas que aprender una gran cantidad de plantas y otras cosas.
—Eso debe ser muy útil para la escuela. No es que la escuela importe mucho en este momento.
Ella asiente y alza el rostro cuando aparecen nuevos tributos.
Prim recita sin problema los nombres de los chicos del Seis, Siete y Diez.
—¿Quiénes faltan?
—Los profesionales y el Nueve— dice ella de inmediato.
Los profesionales llegan juntos, todos apretujados en el ascensor.
Sus nombres son los únicos que recuerdo: Onyx, Rosetta, Glock, Steel, Welle y Velius. A diferencia de los demás, que entran en silencio, ellos hacen un gran escándalo. Les gusta llamar la atención y lo hacen sin problema.
El ascensor sube y vuelve a bajar con los dos tributos del Nueve. El chico debe ser al menos una cabeza más bajo que yo, pero su cuerpo es mucho más musculoso. La chica tiene una cicatriz blanca que le deforma un poco la comisura izquierda de la boca y sube hasta perderse en su cabello, a la altura de la sien.
—Esos son Cyrus y Lynna Blake.
—¿Los dos son apellido Blake?
—Sí, pero no son hermanos, la escolta se los ha preguntado cuando los cosechó. Supongo que es un apellido común.
—O son primos —sugiero yo.
—Es una posibilidad—acepta Prim.
—¿Con quienes crees que deberíamos aliarnos?
—Creo que primero deberíamos ver que hacen. Además, lo más probable es que antes del almuerzo alguno de ellos se acerque a nosotros.
—¿Por qué?
—Porque Effie dice que desde el desfile están apostando mucho por nosotros. Y tú fuiste voluntario. Para estas alturas ya ellos deben pensar que tienes un as bajo la manga.
—Pero no lo tengo.
Ella rueda los ojos.
—Claro que lo tienes.
—¿Cuál es?
Ella me ve con cansancio.
—¿Cuántos de ellos crees que han tocado un arma de verdad antes de hoy?
Recorro a los otros tributos, que han empezado a reunirse alrededor de una mujer de piel oscura, quien supongo es la que organizará los entrenamientos, y me doy cuenta que fuera de los profesionales, la chica del Siete y Cyrus, la mayoría lucen bastante frágiles y asustados.
—¿Ninguno?
—Exceptuando a quienes usan cosas como picos, hachas y machetes, muchos tendremos que aprender en un par de días los usos básicos de un arma. ¿Aún crees que no tienes una ventaja sobre nosotros? —murmura Prim antes de que la mujer nos llame al orden y nos explique las reglas.
…
Prim tiene razón. Antes de que nos envíen a almorzar, se nos han acercado dos grupos de tributos. Los primeros fueron los del Once, cuando estábamos en la sección de fogatas. La chica, Celery o algo así, resulta ser bastante hábil para encenderlas e intenta engatusar a Prim para quedarse con nosotros, pero mi compañera me sorprende cuando, de manera suave y educada, pero determinada; se niega.
—No lo soportaría— confiesa cuando nos alejamos de la chica, que ha vuelto a llorar y es consolada por su compañero de distrito—. No soportaría verla morir y si tengo que elegir entre ella y nosotros, tenemos que ser nosotros ¿verdad? —le paso un brazo alrededor de los hombros, secretamente encantado por tener una excusa para tocarla.
—Sí, tenemos que ser nosotros —le digo mientras la conduzco hacia otra estación de práctica.
—Tú fuiste el voluntario ¿verdad? Eres el Doce.
Es la chica del Siete. Tiene una mandíbula cuadrada y unos ojos castaños que se ven extrañamente pequeños para su rostro. Detrás de ella está su compañero de distrito y la chica del Ocho, Ribbon.
La veo sin parpadear, sin asentir ni negar.
Prim se para a mi lado y cruza sus esbeltos brazos frente a su pecho.
—¿Ya terminaron con esto? —pregunta Prim mientras señala el puesto al que nos dirigíamos en donde hay una especie de pantalla en donde aparecen y desaparecen fotografías de plantas.
—No lo hemos usado— dice la chica—. Todo el mundo sabe que lo único que debes aprender de verdad en el entrenamiento es cómo usar un arma de la manera adecuada.
—Bueno, eso no es del todo cierto ¿no? La señora Atala dijo que las habilidades de supervivencia eran igual de importantes.
Ribbon le dedica a Prim una sonrisa desdeñosa.
—Para los débiles que solo piensan en cómo pasar la noche, tal vez. Pero nunca ha habido un tributo que ganara solo porque logró sobrevivir a todos los demás.
—Annie Cresta— dice Prim de inmediato—. Annie ganó porque sabía nadar.
—Bueno— acepta Ribbon con cara de fastidio— pero ¿cuáles son las probabilidades de que vuelvan a inundar la Arena?
—Tantas como las hay de que resulte ser un lugar helado en donde necesites saber cómo encender un fuego antes de que se te caigan los dedos o donde la única fuente de comida sean las plantas. Buena suerte con las variedades venenosas —dice Prim mientras me toma de la mano y me arrastra a un puesto con un montón de hileras de cuchillos.
—¿Vienes aquí para hacer una salida triunfal o porque realmente quieres aprender a usar estos?
Prim resopla.
—Espero que se las coman los mutos el primer día —suelta ella y luego empalidece, tal vez al darse cuenta de lo que acaba de decir—. Yo no quería decir… Yo…
—A fin de cuentas terminará sucediendo— le digo con suavidad y ella asiente—. Ya lo dijiste tú, son ellos o nosotros. Aunque posiblemente los terminará matando lo que predijiste: el clima o la comida.
—No me gusta sentirme como una mala persona.
—No serías una mala persona ni intentándolo. Ahora— le digo mientras le hago una seña al instructor que se ha acercado a nosotros—, practiquemos algo en lo que sí soy bueno.
—¿Crees que pueda aprender? —pregunta mientras pongo un cuchillo en su mano.
—Lanzarlos no es tan difícil como parece y lo mejor será que cuando entremos a la Arena cada uno consiga al menos uno de estos— le digo mostrándole un cuchillo lo suficientemente pequeño como para poder esconderlo dentro de la ropa—. Ahora acerquémonos a las dianas ¿te parece?
Ella me sonríe.
—Es bueno ver que en realidad no has cambiado.
No estoy seguro de a qué se refiere con eso.
…
Prim resulta ser pésima para lanzar cuchillos. Yo no lanzo ninguno, porque Haymitch me ha dicho que debo guardarme algo para el día de las pruebas con los Vigilantes, pero luego pasamos por una sección que el instructor llama "Mapa Anatómico" y ella me deja completamente en vergüenza.
Prim logra encontrar cada arteria posible en el maniquí interactivo, que cuando aciertas a un punto vital enciende luces rojas o corta tendones que dejan al oponente imposibilitado para atacar o para huir.
El hombre del Capitolio, que en un principio no parecía particularmente interesado en nosotros, termina incluso aplaudiéndole, haciendo que los chicos del Cinco, con quienes estamos compartiendo la estación, nos vean con curiosidad.
—No sabía que conocías tantas…
—¿Formas de matar a alguien? —dice ella cuando, una vez que suena la campana, nos dirigimos al comedor para almorzar—. En realidad he estado poniendo en práctica algo así como la lista de cosas que no debes hacer porque puedes matar a un paciente. ¿Quién diría que tanto tiempo intentando aprender cómo salvar una vida podía enseñarte tanto sobre cómo quitarla? —dice volteándose hacia mí—. ¡Lo siento! —por ir hablando ha terminado estrellándose contra el chico del Nueve, que por algún motivo se encontraba acuclillado en el suelo.
Él se voltea y le dedica una amplia sonrisa, que de inmediato me hace arrugar el ceño.
—Ha sido mi culpa— dice levantándose—. Estaba atando mis cordones— dice señalando sus zapatos.
—Y tiene la mala costumbre de andar por ahí estorbando— dice la chica con la cicatriz en la cara—. No olvidemos eso.
—Muy simpática, Lynn— dice él con una mueca.
Prim deja de disculparle y se ríe.
—¿Van al comedor? —pregunta él y hay algo en la forma en que la mira que no me gusta nada.
Prim asiente.
—¿Quieren comer con nosotros? —pregunta la chica—. La verdad es que íbamos a esperar hasta la sesión de la tarde —murmura intercambiando una mirada con su compañero —pero ya que estamos, queremos agrandar nuestra alianza. Cy y yo tenemos pensado estar juntos en la Arena. Y nos gustaría ver cómo nos va con ustedes.
Prim voltea a verme.
—Bueno…
—No tienen que decidir ya— dice Lynna alzando las manos—. De momento podríamos simplemente comer juntos, ver si podemos llevarnos bien.
Me encojo de hombros, aunque sigo sin estar contento por la forma en que Cyrus observa a Prim.
—Supongo que está bien.
Katniss POV
Nuestra casita en la Veta, demasiado pequeña en un principio, se encuentra tan atestada que si quisiera levantarme de mi sitio tendría que sacar un brazo por la ventana.
Esta noche presentan las puntuaciones de Rory y Prim y todos saben lo decisivo que resulta este momento. Si no obtienen una buena calificación, será difícil, por no decir que imposible, que los profesionales se interesen por ellos.
Me he pasado el día convertida en un saco de nervios, motivo por el cual, posiblemente, Peeta se ha marchado desde la mañana.
Veo la puerta por lo que parece ser la enésima ocasión de la noche.
—Debe estar por venir— me consuela Hazelle dándome palmaditas en una mano mientras acomoda a Posy sobre su regazo. La niña ya está demasiado mayor para sentarse ahí, pero supongo que sabe que su madre necesita notarla cerca y viva, del mismo modo en que Vick no protesta cuando Hazelle, de la nada, lo abraza pegándolo a su costado.
Compongo una sonrisa.
—Sí. Ya vendrá.
Peeta escoge ese momento para entrar en la casa. Cuando se acerca a besarme, noto que huele de una manera extraña. No huele a canela o a humo, los aromas que ahora asocio con la panadería, sino a algo que me recuerda más bien a Gale o a mí misma.
Peeta huele a bosque.
—¿En dónde estabas? —le pregunto de inmediato mientras él me levanta de mi asiento y se sienta, para luego ponerme sobre su regazo.
Casi espero que él me mienta, pero clava su mirada en la mía y niega con la cabeza.
—Luego te cuento— me promete dándome un golpecito en la nariz, una costumbre que adoptó cada vez que se sorprendía por lo fino que resulta mi olfato—. ¿Ya ha empezado?
Lo observo curiosa, pero acepto su respuesta.
—No. Caesar y Claudius han estado discutiendo sobre la media histórica de cada distrito.
—¿Qué tal nos ha ido en el Doce? —pregunta él con curiosidad.
Yo frunzo los labios.
—Cinco punto siete— dice Tax desde algún lugar detrás del sillón.
Somos demasiadas personas aquí dentro: mamá, Peeta, Tax, el señor Mellark, Hazelle, Vick, Posy y yo.
—Ni siquiera llegamos a la mitad de puntos posibles— me quejo yo.
—Bueno, eso solo hará que cuando Prim y Rory consigan un doce cada uno, resulte más impresionante.
Le sonrío al señor Mellark, porque su optimismo ha sido encantador, pero no me ciego. Prim es maravillosa, pero no tiene el tipo de características que hará que los Vigilantes la puntúen alto. Si las cosas salen bien, tal vez consiga un seis o un siete. Haymitch Abernathy tendrá que arreglárselas para trabajar con eso.
Caesar y Claudius anuncian que empezarán a revelar las puntuaciones. El sistema es bastante sencillo: van en orden de distrito, primero el Uno, luego el Dos y así sucesivamente. En primer lugar ponen una foto del tributo y luego, debajo, aparece la calificación, un número entre uno y doce. Caesar hace algún comentario o recalca cual ha sido la puntuación y pasan al siguiente.
Los profesionales sacan, como mínimo un ocho. La calificación más alta la obtienen Onyx, del Uno y Steel, del Dos. Un brillante diez aparece debajo de sus fotografías.
Los otros profesionales obtienen entre ocho y nueve puntos. Los del Tres obtienen ambos un cinco. La chica del Ocho obtiene un siete, la nota más alta de los distritos no profesionales, lo cual no resulta tan impresionante, pero es lo que hay. Los del Once obtienen un tres, en el caso de la chica, y un cinco el chico. Siento pena por ambos, pero no les dedico demasiados pensamientos, pues sé que ha llegado el turno de nuestro distrito.
Hazelle suelta un suspiro y Posy, que posiblemente no llega a entender aun lo que pasa con su hermano, un chillido emocionado.
La calificación parece tardar una eternidad en aparecer, hasta que sale un brillante nueve bajo el rostro de Rory.
Un nueve.
Hay una serie de gritos, algunos de ellos provenientes de mi garganta.
¡Un nueve!
Hazelle me abraza y me pierdo el comentario de Haymitch.
—¡Gracias, Katniss! ¡Gracias!
No entiendo por qué me lo agradece. No me molesto en analizarlo tampoco, porque en ese momento aparece la fotografía de Prim en la pantalla.
La saliva parece haberse convertido en melaza en mi garganta o tal vez en algo como la brea, porque me encuentro a mí misma incapaz de tragarla.
Pasa un segundo, luego otro y otro más.
Y entonces aparece la calificación de mi hermana. El número que definirá si los patrocinadores apostarán por ella o no. Deseo, con toda mi alma, que por lo menos obtenga un siete. Estoy segura de que con un siete, sumado a lo encantadora que será mañana en la entrevista y al papel que hizo en el desfile, los patrocinadores la querrán.
Nada más lejos de la realidad, porque cuando aparece la calificación bajo su rostro, se hace un silencio casi sepulcral en la sala. Tal vez porque todos estamos esperando que Caesar diga que se ha tratado de un error, porque el número bajo la fotografía de mi hermana no puede ser correcto, por mucho que yo desee que lo sea.
Pero la corrección no llega y no llega e incluso Caesar parece algo confundido. Finalmente él se aclara la garganta y dice:
—Del distrito Doce, Primrose Everdeen, con una calificación de —hay un silencio dramático, como si se dispusiera a revelar una sorpresa— ¡once puntos!
Y entonces me echo a llorar.
Hola, hola, queridxs! Aquí me tienen, creo que no me tardé tanto, pero ustedes dirán!
Estos capítulos de los Juegos en realidad me gustan mucho y me pareció justo que los tributos que Prim o Rory tendrán que matar o que podrían matarlos a ellos aparecieran por aquí. Porque sino sería muy impersonal verlos ya en los Juegos.
¿Qué opinan de las puntuaciones de los chicos? ¿Les parecen justas? Traté de hacerlas equilibradas y lógicas, exceptuando la de Prim, que tiene tooooda una explicación que saldrá en el próximo capítulo. Por cierto, en el que sigue tendremos la parte de las entrevistas y ahí también habrá sorpresita. Y tal vez sepamos qué es lo que anda haciendo Peeta todo el día en el bosque.
Aprovecho para agradecer públicamente a AlwaysEverlark por la hermosa portada que hizo para esta historia. :) ¿Verdad que luce hermosa?
Gracias también a HikariCaelum, Alphabetta y Coraline T por haberme ayudado a tomar una decisión sobre las calificaciones de Rory y Prim. También aclaro que la idea de que Pollux pudiera haber servido como avox en el Centro de Entrenamiento salió del intercambio Navideño del foro "El diente de león" de una historia de HikariCaelum.
Los agradecimientos de este capítulo son para: Triss Odair, ImagineMadness, Anna Scheler, pilarz, IAmPeterPan, mizaki uzumaki, Alphabetta, Kylo Jean, wenyaz, Nina Berry, Sofitkm, marizpe, Darkmatter Black, Sheenaggp11 y un par de Guest por ahí que no me dejaron un nombre por el cual llamarlos.
¿Alguna teoría sobre qué pasó con Prim? Más importante aún, como creen que se viva este momento en la sala en que Rory, Prim, Effie, Haymitch, Portia y Cinna están viendo las puntuaciones?
Aprovecho el espacio y les extiendo una invitación a participar en un reto que estamos preparando en el foro "El diente de león". Es un reto especial celebrando el amor en el marco del Día de San Valentín y el Día Blanco. La misma consiste en plasmar la forma en que aman los diferentes personajes que componen la saga de los Juegos del Hombre. Para poder participar, tienen que visitar el foro "El diente de león". El topic se llama "¿Qué significa el amor? - Reto especial San Valentin/Día Blanco" y ahí están las instrucciones. Para acceder al foro pueden encontrar el link en mi perfil. También pueden poner "El diente de león fórum fanfiction" en google y ahí les sale.
¡Me encantaría que se apuntaran!
Ok, creo que eso sería todo.
Un abrazo y gracias por leer.
E.
