Disclaimer: los personajes y el Universo Panem son propiedad de Suzanne Collins.

Esta historia participa en el reto "Pidiendo Teselas" del foro "El diente de león"


Capítulo 19

Prim POV

Todos piensan que me echo a llorar por la emoción. Cinna me da palmaditas en la espalda y Effie Trinket propone un brindis. En cuestión de segundos, estoy rodeada por todas las personas de la habitación, todas felicitándome, excepto una…

Solo yo parezco notar el momento en que Rory se aparta del grupo y se va, sigilosamente, hacia la puerta. Alejándose de nosotros, alejándose de mí, porque cree que lo he engañado.

¡Vean a Primrose Everdeen, el arma mortal del Distrito Doce!

¿Cómo pueden ser tan crueles? ¿No les ha bastado con cosecharme? ¿No les basta con traerme aquí para morir o para ver morir a Rory?

Acepto los abrazos, porque parece lo correcto. Finjo una sonrisa satisfecha, porque no tiene sentido preocuparlos. ¿Cuál es el punto de que ellos sepan que me dibujaron una diana en la cabeza?

Esa no es la calificación que me merecía. Alguien como Katniss, con sus habilidades, podría haber conseguido una proeza como esa, pero en definitiva yo no. No con mi actuación. No con mi negativa a participar en los Juegos del Hambre bajo las reglas de estas personas.

—¿Estás bien, Primrose? —el afectado acento capitolino de Effie, ese del que Katniss suele burlarse, de repente se torna insoportable.

—Un poco cansada— no es una mentira, pero tampoco es la verdad—. Ha sido un día muy largo. Creo que me iré a la cama.

—Mañana ensayaremos para las entrevistas— me avisa Effie

—De acuerdo.

—Haymitch les ayudará a encontrar su enfoque y yo les enseñaré modales y protocolo.

—Los veremos en el desayuno—dice Haymitch, extrañamente perceptivo—, deja que la pequeña descanse, Trinket.

Effie fulmina a Haymitch con la mirada, pero asiente y ambos voltean a verme a mí, por lo que siento la necesidad de rellenar el silencio con algo:

—Claro— digo con una sonrisa que espero se vea dulce—. Estoy deseando ver qué tipo de enfoque usaremos Rory y yo.

Me hace sentir horrible el ser tan falsa, pero lo único que realmente quiero en este momento es ir a tocar en la puerta de Rory y saber que las cosas entre nosotros están bien. No es justo que lo haya superado. No es lógico que haya ganado a los profesionales tampoco y sé que lo pagaré en cuanto entremos a la Arena. Todo esto es solo una treta, la forma de los Vigilantes de que me eliminen rápido por no seguir las reglas.

Lo único que hice en todo el tiempo que me dieron fue quedarme parada en medio de los maniquíes de entrenamiento, rehusándome a tocar los hologramas para identificar plantas y venenos o hacer una demostración de lo mortífera que puedo ser con un cuchillo diminuto si logro acercarme lo suficiente a los puntos vitales de las personas.

Cuando pasaron los primeros cinco minutos sin que me moviera de mi lugar, Seneca Crane, el Vigilante en Jefe, notó que algo pasaba. No me habían estado prestado demasiada atención hasta ahora, demasiado ocupados con la fuente de comida al fondo de su balcón, pero supongo que mi falta de movimiento debió alertarlo, porque empezó a hablarme a través del sistema de sonido del gimnasio en donde tenía que hacer mi prueba:

—Primrose Everdeen, su prueba ha empezado hace cinco minutos y treinta y seis segundos.

Pudo haber resultado intimidante. Probablemente lo fue, pero lo único en lo que podía pensar era en lo enfadada que estaba, en el fondo, desde que mi nombre había salido en el sorteo.

En el rostro de Katniss cubierto de lágrimas y su voz silenciada por el pánico.

No tenía miedo. Lo había perdido casi todo cuando me separaron de mi familia, pero había perdido lo poco que me quedaba cuando Rory se presentó voluntario.

Los puntajes en las pruebas no demostraban nada. Johanna Mason había sacado una nota mediocre en su prueba y había ganado los Juegos.

Y yo estaba enfadada.

Dejé caer los brazos a ambos lados de mi cuerpo y luego me senté en el suelo, con los ojos cerrados, ignorando cada vez que Seneca Crane o alguno de los otros Vigilantes intentaba motivarme a hacer algo.

No había hecho nada de nada. La alarma anunciando el final de mis quince minutos sonó por fin y yo evité a toda costa alzar la vista hacia el balcón desde el cual, estaba segura, aún estaban viéndome.

Ahora, mientras atravieso el pasillo para llegar a nuestras habitaciones, siento todo el miedo que no tuve mientras desafiaba a los Vigilantes. La mirada en los ojos grises de Rory, un segundo antes de retirarse, resultó desoladora. Se veía tan roto… tan traicionado.

—¿Rory? —mi palma abierta golpea un par de veces la puerta de su habitación. No oigo nada adentro, pero una débil franja de luz blanca se recorta contra la base. Debe seguir despierto. Vuelvo a golpear —-. ¡Rory! Soy Prim. ¿Podemos hablar?

No hay respuesta, pero la línea de luz se recorta un poco. Lo imagino al otro lado de la puerta, con la frente recargada contra la superficie pulida.

Apoyo la mano en la puerta, como si pudiera atravesarla.

—¿Puedo explicarte? —intento.

No hay respuesta.

—Por favor, Rory. No quiero sentirme más sola de lo que ya estoy… Por favor.

Espero que la puerta se abra. Que él note la necesidad en mi voz. Deseo dejar de sentir la puerta entre los dos, una representación perfecta de la barrera que se ha formado en donde antes no había nada.

—Rory… ¿Aún somos amigos?

Hay un golpe seco. Como si él dejara caer la cabeza contra la puerta.

—¿Rory? —vuelvo a preguntar.

—Hace mucho que dejé de pensar en ti como una amiga, Prim.

Me aparto, como si la puerta me hubiera quemado.

Mis ojos se llenan de lágrimas. Me tapo la boca con ambas manos, ahogando cualquier sonido que pueda salir de ella y me tambaleo hacia mi habitación. Busco a tientas el picaporte y me dejo caer en el suelo en cuanto he conseguido cerrar la puerta detrás de mí.

Nunca, hasta ahora, me había sentido así de abandonada.

Entierro mi rostro en las rodillas, decidida a dejarlo salir todo, pero me encuentro a mí misma incapaz de llorar. A pesar de que tengo los ojos húmedos y que el nudo en mi garganta resulta doloroso, soy incapaz de derramar ni una sola lágrima.

Tal vez la pena sea demasiado grande como para poder expresarla así.

Me arrastro a mi cama, formo un capullo con las mantas y me dejo llevar a un vacío que, al menos, resulta indoloro.

Me despierto mucho antes de que las primeras luces aparezcan en el cielo. Por un momento pienso en lo increíble que resulta el hecho de que haya conseguido mantenerme en una sola pieza durante la noche. Las cosas habrían sido diferentes si hubiera salido elegida hace unos años. No sería tan valiente. Katniss habría tomado mi lugar, eso ni dudarlo…

Y Rory tal vez no estaría aquí. Me pregunto si se habría presentado voluntario si hubiera sido una chica al azar y no yo quien…

Pero no tiene sentido pensar en eso.

Me quedo mirando un punto fijo en el techo, rezando para dormirme de nuevo, más o menos durante una hora, antes de darme por vencida y levantarme para darme una ducha.

Me entretengo en el interior del baño, frotándome con jabones llenos de cristales que parecen azúcar y que huelen a flores y hierbas. Su fragancia me hace pensar en mamá. Me enjuago antes de que las emociones me ganen la partida y el desagüe se lleva el débil recuerdo de mi madre. Permito que el sistema de secado inteligente me deje el cabello como una cascada rubia sobre la espalda y me visto con mi ropa de entrenamiento.

El piso se encuentra curiosamente silencioso cuando abro la puerta. Camino rápidamente por el pasillo y llego al comedor.

—Buenos días.

La avox pelirroja, Lavinia, me mira sorprendida.

—No suelo ser tan madrugadora— le digo con una sonrisa tranquilizadora—. Creo que estoy un poquito nerviosa.

Ella me dedica una sonrisa y me pregunta si quiero algo de beber, señalando un carrito con jugo de naranja y una tetera.

—Si tienes algo para los nervios, te lo agradecería.

Ella asiente y arroja dos bolsitas de té dentro de una taza y luego agrega agua caliente. Me muestra una azucarera, con pequeños cubos del tamaño del viejo dado con el que Katniss jugaba conmigo cuando éramos más pequeñas.

—Dos, por favor.

Ella asiente y empieza a revolver el contenido. Cuando me pasa la taza, el azúcar está casi disuelta en el fondo. Huele a manzanilla, a menta y a tilo. Inspiro profundamente, hasta que lleno mis pulmones con la dulce fragancia.

—Muchas gracias.

Ella me dedica una débil sonrisa y continúa arreglando la mesa para el desayuno. Me llevo la taza para la sala de la televisión y dejo que el calor del agua caliente mis dedos a través de la cerámica.

Enciendo el moderno televisor y encuentro un programa en donde Caesar Flickerman, Claudius Templesmith y Seneca Crane están discutiendo los puntajes de anoche, aunque a juzgar por la ropa y por el hecho de que ni siquiera son las ocho de la mañana, posiblemente fue una entrevista que hicieron después de los resultados, ayer por la noche. Para ellos, posiblemente, la vida no empieza hasta después de mediodía.

Estoy a punto de apagar el televisor cuando escucho mi nombre.

—…Primrose Everdeen— dice Caesar—. La mayor sorpresa en la historia de los Juegos del Hambre en al menos una década, ¿no está de acuerdo, señor?

Lo llaman el "Gran Jefe", término que a él parece divertirle. Con su barba oscura recortada en patrones curvos de lo más extraños y unos ojos de un profundo azul cobalto, supongo que Seneca Crane es un hombre apuesto. Yo, por mi parte, solo puedo pensar en él como el verdugo que juguetea con la guillotina antes de soltarla sin piedad sobre mi cabeza.

Su boca se curva en una sonrisa ensayada, que a mí se me antoja cruel.

—Sí, el carácter de la señorita Everdeen nos dejó bastante sorprendidos.

—¿Su carácter solamente? ¿Qué nos puedes decir sobre su demostración? Según entiendo las casas de apuestas están a reventar en este momento, tratando de adivinar lo que esa criatura tan adorable les ha podido mostrar para merecer ese puntaje.

Él agita la cabeza, diciendo que no.

"Nada. No hizo nada de nada", traduzco en mi cabeza.

—Sabes que no puedo decirte eso, Caesar— dice con una risa—. Secreto de Vigilante.

—¡Vamos! Danos al menos una pista.

—Solo diré que todos deben estar muy atentos a Primrose Everdeen en cuando comience el Baño de Sangre. Podrían pasar cosas muy interesantes con ella.

—Por supuesto, cosas interesantes con el enorme muto que soltaremos si logra librarse de la matanza inicial—suelto con amargura.

—¿Crees que serían tan aburridos, pequeña? Si realmente quieren verte muerta, los mutos son la elección obvia, pero recuerda que les gusta el espectáculo.

Casi se me cae la taza por la impresión, el agua hirviendo se derrama sobre el dorso de mi mano y yo suelto una maldición entre dientes.

Me sorprendo hasta yo. Nunca maldigo. Nunca.

—Haymitch— su nombre sale de mis labios de una manera seca, extraña— ¿No íbamos a vernos en el desayuno?

—Te ha tocado conmigo a ti primero— explica él—. Le he pedido a los avox que traigan el desayuno aquí.

—¿A mi primero? Pensé que íbamos a entrenarnos juntos. ¿No vamos a ponernos de acuerdo con el enfoque?

La sonrisa de Haymitch resulta de lo más triste:

—Rory ha ido a buscarme ayer por la noche— explica él—. Quiere seguir por su cuenta.

Peeta POV

—Lo va a hacer fenomenal— le prometo a Katniss, pero ella continúa caminando de arriba abajo por la habitación, como Buttercup cuando se queda encerrado en alguna parte.

—Mucho mejor de lo que lo haría yo— conviene ella—. Prim es encantadora, estoy segura de que todo el mundo la adorará.

—¿Entonces por qué estás tan nerviosa?

—Es Rory— me dice y sus ojos buscan los míos—. Anda, dilo— dice con el ceño fruncido.

—¿Qué diga qué?

—Quiero que me digas que estoy siendo estúpida.

Abro mucho los ojos.

—¿Por qué debería decir eso?

—Porque lo soy.

—Claro que no— le digo agitando la cabeza.

—Es estúpido aferrarme a la idea de que por algún milagro Rory y Prim volverán.

—La esperanza no es mala, Katniss.

—La esperanza me matará— me contradice ella—. Obviamente si se trata de elegir, quiero que gane Prim. Pero solo pensar en que Rory no volverá… es como si me sacaran el aire, Peeta— por fin ha dejado de caminar. Cruzo la minúscula habitación y estoy frente a ella en un par de zancadas. Pongo mis manos alrededor de su cara y ella cierra los ojos, sintiendo el contacto.

—No puedes pensar así.

—No quiero que Rory muera— me dice—. Sería como perder a… a…

—A Gale— completo yo sin inmutarme y ella asiente.

—Sería como fallarle. Pero Prim… si pierdo a Prim…

La rodeo con los brazos, empujando con suavidad su cara contra mi pecho.

—Otra vez hueles a bosque— dice ella en un susurro.

Apoyo mis labios en su frente y sonrío.

—Tienes el olfato de un perro.

—Es bueno para el negocio. ¿Qué has estado haciendo en el bosque?

—Te lo diré cuando sea conveniente.

—¿Conveniente? —pregunta ella con curiosidad.

—No eres muy buena para mentir, Katniss.

—¿Disculpa? ¿Cuál de los dos se ha pasado los últimos siete años dedicándose a un negocio ilegal?

—¿Cuál ha pasado casi el doble de tiempo enamorado en silencio?

Su piel se calienta contra la mía.

—No soy tan buena para disimular— admite ella—. No como tú.

—No creo que yo lo fuera tampoco. Todo el mundo parecía enterarse menos tú. Pero confía en mí en esto. Te prometo que en cuanto tengas que saberlo, te lo contaré todo.

—No me gusta tener secretos entre nosotros— se queja ella y sus pequeñas manos sujetan con fuerza los laterales de mi camisa.

—Pronto— le prometo.

—¿Está relacionado con los chicos verdad? Con Rory y Prim…

Asiento.

—¿Tendrás cuidado?

Le sonrío.

—No tienes que preocuparte por mí.

—Pero lo hago— dice ella—. Tú y Prim, esas son las dos personas más importantes en mi vida.

—Katniss…— le digo sin aliento y como no encuentro nada que responder, la beso.

—Esta noche serán las entrevistas— dice después de un rato, cuando ambos hemos recuperado el aliento.

Me río un poco.

—Sí, ya habíamos establecido eso.

—Se me va un poco la cabeza.

—¿Debería sentirme halagado?

Ella no llega a sonreír, pero me mira de una manera que nunca creí que pasaría. Cuando me mira así, me entran ganas de pellizcarme, solo para cerciorarme de que no estoy soñando.

—¿Quieres verlo aquí o iremos a la plaza?

—Aquí está bien— me dice ella—. No quiero estar rodeada de mucha gente.

—Todo el distrito se siente optimista— le digo—. Ambos tuvieron una increíble calificación.

—Aún no lo tengo claro— admite ella—. Es Prim… Prim…

—Debe haberlos impresionado. Prim sabe mucho sobre sanación.

—No creo que arreglar cosas sea más impresionante para ellos que destruirlas. Curar a la gente nunca será tan útil en los Juegos como poder herirla.

—Se tienen el uno al otro— le recuerdo yo—. Y a Rory lo ha entrenado la mejor.

—Me habría gustado empezar mucho antes— le digo—. En cuanto pasó lo de Gale… Yo debí…

—No es tu culpa. No puedes seguir culpándote por esas cosas.

—¿Crees que Prim lo haga realmente bien?

—Ya tú lo dijiste, ella es encantadora. Y seguro que todo el mundo estará muy interesado en saber cómo consiguió ese once.

—Seguramente— conviene ella—. ¿Tienes que ir a la panadería?

Niego con la cabeza.

—Tax se ofreció a cubrir todos mis turnos. Creo que es su forma de apoyar a Prim.

Ella parece sorprendida.

—Tax no me gustaba mucho.

—Francamente me sentiría algo celoso de otra manera— le digo dando un respingo.

Ella se ríe un poco.

—Pero ahora que lo conozco mejor…

—¿Debería empezar a preocuparme?

Ella me da un golpe juguetón en un brazo.

—Por supuesto que no… Es solo que ya no lo detesto. Después de lo que te hizo…

—Fue un accidente— le recuerdo y de manera inconsciente me paso los dedos por la cicatriz, ligeramente abultada, que tengo bajo el cabello.

—Lo sé. Lo sé. Pero aun así… Creo que odiaría a cualquiera que te hiciera daño.

—Eso resulta perturbadoramente reconfortante.

—Así que supongo que lo que estoy intentando decir es que antes solía odiar un poco a Tax, pero ya no. Creo que ha cometido errores, pero creo que realmente te quiero.

—Sí, yo creo eso también.

—Y por eso creo que no puedo odiarlo.

—Menos mal, es mi hermano del que estás hablando— intento bromear con ella.

—¿Podríamos acostarnos?

La observo con los ojos abiertos como platos y una lenta sonrisa extendiéndose por mi cara.

—No me refería a eso —dice enrojeciendo—. Yo no quiero… es decir, si quiero… pero no ahora. Ahora solo puedo pensar en Prim… y yo…

Me río.

—¿Estás cansada?

Ella asiente.

La atraigo hasta el sillón y hago que se recueste, con su cabeza sobre mis piernas.

—Duérmete— le susurro—. Te despertaré cuando empiecen las entrevistas.

Ella se acurruca como un gato y cierra los ojos.

—¿Peeta?

—¿Hum?

—Te quiero.

—Yo también.

La sala de las Everdeen vuelve a estar repleta.

Posy se pasea de un lado al otro sosteniendo una galleta con un glaseado medio derretido que ha embadurnado sus pequeños bracitos.

Katniss despertó con sus ojeras de un tono menos oscuro, así que me siento un poco más tranquilo.

Cuando la transmisión empieza, ella suelta un gritito ahogado al ver a Prim. Luce hermosa, con los rizos rubios en un delicado recogido y un vestido de un suave color naranja, como una puesta de sol. No hay nada en su postura que me diga el tipo de enfoque que va a darle a su entrevista, pero sin duda su estilista ha hecho un gran trabajo con su apariencia.

Lo único que resulta preocupante es que a pesar de estar uno junto al otro, ella y Rory ni siquiera parecen mirarse.

Los tributos pasan en orden de distrito, primero la chica y luego el chico. La primera en ser entrevistada es Rosetta Gold, a quien le han puesto un vestido color champagne salpicado de piedras diminutas que reflejan la luz. Su cabello rubio está peinado en tirabuzones que la hacen parecer delicada y ella asume el control de su entrevista rápidamente. Onyx, su compañero, resulta ser mucho menos desenvuelto con Caesar, pero el presentador de los Juegos siempre ha tenido una gran maestría para conducir las entrevistas.

Los tributos profesionales tienen diferentes enfoques: Rosetta es encantadora, mientras que Steel, la chica del Dos, se muestra de lo más arrogante. Welle apuesta por ser seductora, con risas roncas y sonrisas ladeadas hacia la cámara en los momentos precisos. Glock dice que es el mayor de tres hermanos y que todos encuentran fantásticos los Juegos.

Katniss hace una mueca.

—Por supuesto que los encuentras geniales, has entrenado toda la vida para llegar a ahí.

La chica del Ocho logra encandilar a Panem con una entrevista muy dinámica, en la que prueba que su distrito es el especialista en la parte textil y que ella sabe sobre moda, porque parece encantada por los zapatos de una reconocida marca que le han puesto. Caesar parece encantado.

Los chicos del Nueve lo hacen bien, respondiendo a las preguntas de Caesar con soltura y logrando ser recordados, o al menos eso me parece a mí. La chica cuenta que encontró un gatito en un callejón y que les ha venido maravillosamente en casa para combatir los intentos de las plagas, como ratones, por ingresar a los silos en los que guardan el grano.

—Te apuesto a que Prim la adora— dice Katniss mientras su mano busca la mía.

—Si van a aliarse con alguien más, creo que ellos serían la mejor opción— acepto yo.

No consigo poner atención a lo que dicen los chicos del Diez, pero el rostro del niño del Once se me queda grabado para siempre en la retina, atropellándose a sí mismo en sus respuestas y mirando nerviosamente a su compañera, quien tiene el maquillaje completamente corrido por haber estado llorando durante su propia entrevista. La mano de Katniss se aferra a la mía con tanta fuerza que creo que mis huesos se romperán.

Y entonces llega el turno de Prim.

Luce absolutamente encantadora y tiene una sonrisa deslumbrante.

Cuando le preguntan por su puntuación, justo después de que Caesar termine de saludarla, ella se sonroja.

—Si te soy sincera creo que tuvieron lástima de mi— dice con una sonrisa calculada—. Lo que hice no fue para tanto.

Está mintiendo, pero me pregunto si alguien más lo habrá notado. Nunca había notado lo buena mentirosa que podía ser Prim.

—¿Puedes contarnos algo sobre eso?

Ella suelta una risita.

—Podría, pero entonces tendrían que volver al Doce por un tributo, porque creo que a nuestros Vigilantes no les gustaría nada ¿no es cierto?

Seneca Crane se ríe. No lo conozco como para notar si su alegría es fingida o no, pero parecen tener una extraña complicidad entre ellos. El ceño Rory en una de las tomas secundarias se frunce un poco.

—Creo que mejor lo dejamos como un secreto, Caesar.

—Una lástima, me habría encantado saber que hizo una criatura tan encantadora como tú para ganarse el respeto de nuestros Vigilantes.

—Quien sabe, tal vez ser encantadora es mi único talento —dice ella con un encogimiento de hombros.

—Lo dudo mucho, he hecho mis averiguaciones y oí que te estás formando en casa como sanadora ¿es eso cierto?

Prim se anima con esa pregunta.

—Así es. Estoy aprendiendo de la mejor. Espero que eso resulte útil para mí y mi alianza en la Arena— dice ella con una cálida sonrisa—. Quiero ser útil para los demás

—Nos dijiste que estás aprendiendo de la mejor. ¿Puedes decirnos un poco más sobre eso?

—Mi madre— responde ella—. Deberías verla, Caesar. No imagino lo que podría hacer con todo lo que ustedes tienen aquí, es decir, ayer me quemé con mi té y mira— dice mientras retira unos delicados guantes de encaje y muestra una mano reluciente—, ya no se ve ni siquiera rosa. Pero mamá… ella es como un ángel en casa. Ha ayudado a nacer a unos ocho de cada diez bebés del Doce en los últimos años. Se encarga de hacer jarabes para la tos de los mineros, o de curar quemaduras, o de hacer bálsamos para espaldas lastimadas. Lo he aprendido todo de ella.

La señora Everdeen, sentada en una esquina apartada, ahoga un gemido.

—¿Tienes hermanos, Primrose?

—Una hermana— dice ella—, a la que adoro. Se llama Katniss y es la persona más fuerte e increíble del mundo.

Las lágrimas se derraman por el rostro de Katniss.

—¿Katniss es sanadora también?

Prim se ríe.

—Ah, ah… ¡que va! Katniss es todo lo contrario. Trabaja en la carnicería del Doce— dice ella y Caesar se ríe.

—Una sanadora y una carnicera. ¡Vaya par!

Supongo que si supiera cual es la verdadera profesión de Katniss se sorprendría aún más.

—Nunca has visto a nadie más hábil para despellejar a un animal— dice Prim con un estremecimiento fingido.

—Suena a una chica fuerte.

—Lo es— dice Prim—. Y muy inteligente también. Es una de mis personas favoritas en el mundo— y sus mejillas se tiñen de rosa.

—¿Una? ¿He escuchado bien?

Prim le sonríe, avergonzada.

—¡Vamos, Primrose! No puedes soltar una bomba como esa y dejarnos a todos con la curiosidad.

Prim le dedica una mirada abochornada y pone el dorso de la mano sobre una de sus mejillas, como si quisiera comprobar cuan caliente se encuentra.

—Sería un poco injusto si lo dijera aquí— dice ella en un susurro que todo Panem escucha—, a fin de cuentas ni siquiera se lo he dicho a él. En realidad, no se lo he dicho a nadie en lo absoluto.

—Él— dice Caesar con voz soñadora—. Entonces hay un chico.

Prim le dedica una triste sonrisa.

—Bueno, no realmente. Es decir, él siempre me ha… —Prim guarda silencio por un momento.

—Vamos, cariño… nos quedan— Caesar consulta su reloj— veinte segundos ¿quién más tendrá la oportunidad de sincerarse ante todo Panem antes de…?

—¿Morir? —la sonrisa de Prim es cortante, como una navaja—. Yo también lo he pensado, que tal vez lo mejor sea ser sincera, solo en caso de que yo no… Es decir… sé esta historia no tendrá un final feliz.

Los ojos de Prim se humedecen, pero no llega a derramar ni una sola lágrima. A estas alturas, no se si esto es una actuación o no, pero imagino a todo Panem en el borde de su silla, esperando a que la chica del Distrito Doce que obtuvo la puntuación más alta cuente su secreto.

—No pienses así. Piensa en que puedes ganar. Volver con él… ¿Y quién podría resistirse a ese rostro?

Prim lo ignora y continúa hablando.

—Creo que he estado enamorada desde que tenía unos once años. Y ahora uno o ambos moriremos.

—¿Ambos?

Y entonces todo sucede al mismo tiempo. La alarma que anuncia el final del tiempo de Prim, el aullido del público cuando lo comprende y, en un primer plano, el rostro sorprendido de Rory, aún en su silla.

—Estoy enamorada de Rory Hawthorne— dice ella antes de levantarse y caminar a su asiento.


Me cuesta horrores actualizar esta historia, pero prometo terminarla.

Entre la actividad gigante que tenemos en el foro, el proyecto enorme en el que estuve trabajando durante el último mes y mis clases, es duro sacar el rato, pero espero que este capítulo les haya gustado.

¿Qué creen que haga Rory ahora?

Mil gracias a Paulina A, Chica-botnica, lucegreen, Alphabetta, marizpe, IAmPeterPan, Anna Scheler, wenyaz, Sofitkm, pilarz, Darkmatter Black, PrettyLu, HikariCaelum, jacque-kari, GPCS Sonitha Pico y los maravillosos guest que me dejan amor en cada capítulo.

Un abrazo, E.