¡Hola a todo el mundo! No he podido actualizar antes porque estuve ingresada en el hospital. No voy a responder reviews porque no me da tiempo (no estoy en mi casa) pero os doy las gracias porque, en serio, me ha hecho muy feliz.
Espero que paséis una feliz navidad y un próspero año nuevo.
Shashira
**********************************************************************************************
Sweet Home: Capítulo 2
Londres seguía siendo la misma ciudad ruidosa que Hermione Granger había dejado años atrás para viajar a París. Respiró hondo, llegando a sus pulmones aquel aire inglés que en el fondo echaba tanto de menos. A su alrededor familias enteras se reencontraban después de un largo tiempo de espera, y de vez en cuando podías divisar a todo un convoy de chinos parlanchines con sus cámaras de fotos al cuello dispuestos a captar cualquier objeto inglés que mostrara un mínimo de interés para ellos.
Aquello le recordó a Colin Creevey, cuando perseguía a Harry tan solo para captar una imagen de él comiendo, jugando al quidditch, o entrando en los servicios. Y sin saber cómo su mente la había transportado a un día en el que Colin tomó una foto a escondidas de ella y Ron besándose en la sala común de Griffyndor. Ron montó en cólera, y por una vez en su vida se aprovechó de ser el prefecto de la casa y castigó a Colin limpiando la sala común, no sin antes arrebatarle el carrete de fotos y la cámara, con la patética excusa de que él consideraba "Sumamente peligrosa esa cosa muggle".
Cuando quiso darse cuenta, Hermione se encontraba en un pequeño taxi que había conseguido a la salida del aeropuerto de Gatwick e iba de camino al centro del mismísimo Londres. A su paso vio los almacenes Harrods, los numerosos árboles que adornaban las amplias avenidas y las típicas cabinas de teléfono color rojo. El Big Ben se veía imponente bajo las pequeñas nubes que se arremolinaban en el cielo y las tiendas de Armani y Chanel seguían siendo tan elegantes como la última vez que las vio, solo con la diferencia de que ahora podía darse el pequeño lujo de comprar en ellas.
El taxista la miraba de vez en cuando por el espejo retrovisor con una sonrisa en su mulato rostro. Tenía unos ojos grandes y oscuros, su melena negra llena de trencitas pequeñas le daban un aspecto hippie de los años sesenta. Vestía una chaqueta azul con rayas blancas y a su cuello llevaba una bufanda de colores vivos y alegres.
- ¿Es la primera vez que viene a Londres? – tenía una modulación simpática en la voz, que en cierto modo te tentaba a la confianza.
- No – respondió Hermione, mirando aquellos ojos del retrovisor y sonriendo con melancolía – Viví aquí toda mi vida solo que... – suspiró y al parar el taxi en un paso de cebra se quedó observando a una pareja que paseaba por la avenida – Hace tiempo que no venía ¿sabe? Tal vez demasiado.
- Entiendo lo que me dice, señorita – el hombre volvió su rostro de piel morena, dejando ver unos dientes blancos y alineados cuando le dedicó una agradable sonrisa a la chica – Yo soy de Argel, un país situado al Norte de África, y hace ocho años que no veo a mi familia – volvió a mirar al frente cundo el semáforo cambió de color, cambiando la marcha y girando a la derecha – Me gustaría ir un día de éstos ¿La dejo aquí?
- Sí – ambos chicos se bajaron del coche. Mientras que el hombre dejaba las maletas de Hermione en la acera, ella buscaba en su cartera algo de dinero muggle con el que pagar al taxista. El hombre le hizo una leve inclinación y dedicándole una última sonrisa se introdujo en el coche para dirigirse calle abajo a una de las avenidas principales.
Cuando Hermione giró se encontró con un bar en nefastas condiciones. Tenía la puerta de la entrada muy ajada por el paso de los años y justo encima colgaba un cártel que decía "El Caldero Chorreante". La morena lo miró atentamente, viendo cómo los muggles pasaban por su lado sin apenas atender al pequeño local. Respiró hondo, intentando calmar con ello todos los nervios que sentía, pero aquello no se iba, y dedujo con certeza que no se iría hasta que no regresara a Francia con los papeles de divorcio firmado bajo el brazo. Se abrochó los botones de la chaqueta negra que llevaba, recogiéndose su cabellera en una cola alta y agarrando con fuerza el bolso de piel que aún conservaba en la mano, mientras observaba de nuevo el aspecto destartalado y dejado del bar.
Había pasado tantos momentos buenos en aquel lugar, con los Weasley cenando o simplemente tomando un helado en el Callejón Diagon después de realizar las interminables compras para el regreso a Hogwarts. La sala común, rebosante de risas cuando los gemelos armaban una de las suyas, probando todos sus trucos con los alumnos, o cuando Griffyndor ganó la Copa de Quidditch gracias a Harry y Ron en el último año de su estancia allí.
Ron...
Cerró los ojos y vio un cabello pelirrojo, unas pecas que surcaba cada rincón de aquel rostro que tantas veces había observado o imaginado. Sus ojos azules, que cada vez que la miraban ella sentía algo dentro que la ponía blandita, soñando que junto a él todo sería diferente de cómo había sido hasta ese momento. Y recordó una lágrima, una lágrima que corría por su propio rostro cuando le escuchó decir aquel "Cásate conmigo" bañándose desnudos en la playa donde habían ido a pasar las vacaciones de verano. Y ella dijo "Sí" con tanta seguridad que hasta le dio miedo, porque fue entonces cuando se dio cuenta de que lo quería más de lo que nunca se había imaginado. O creído. O ambas cosas.
Miró de nuevo en los rincones de su mente, viendo su propia boda, su vestido blanco y a Ron esperándola al final del largo pasillo de personas junto a un cura que era mago. Vio que sonreía, y ella también lo hacía. Escuchó de nuevo con nitidez el "Sí quiero" de sus labios, y al mago que los declaraba "marido y mujer".
Sintió los labios de Ron en los suyos, y sus manos en la espalda cuando le desabrochaba el traje en la noche de bodas. Se vio a ella envuelta entre las frías sábanas de seda, aspirando el aroma de Ron, hundiendo su carne en la de él y sus ojos marrones en los azules del pelirrojo. Aferrándose a esos hombros pecosos y húmedos de sudor, mezclando el aliento de ambos en un beso que se declaraba urgente por los dos lados. Recorriéndole. Recorriéndola. Conociendo lo que ya de hecho conocía, explorando lo que ya había explorado, teniendo lo que antes de aquel día ya tenía. Sin reglas, sin leyes. Y luego lo vio descansar a su lado, con aquella sonrisa eterna que le daba aspecto de niño travieso.
- Ahora puedo besarte siempre que quiera ¿Eh? – Y lo había declarado aún con la sonrisa misteriosa en su rostro pecoso.
Y la besaría una y mil veces más después de aquello. Días, meses y años. Hasta que la historia bonita acabó como acaba cualquier cuento de hadas: Despertándose del sueño.
Entonces vinieron los momentos malos. Los días fuera de casa, las noches en vela desesperada sin tener noticias de su esposo. Y el final, aquel final que se veía venir desde el principio.
- Tú aquí y yo a kilómetros de ti – Esa fueron las últimas palabras que dijo antes de marcharse a Francia, antes de empezar una nueva vida y escribir. Antes de ser lo que era. Y Hermione Granger murió para ver renacer de las cenizas a otra Hermione que tuvo éxito, que encontró a un hombre que la ama y que se va a casar de nuevo.
- ¿Se encuentra bien, señorita? – cuando abrió los ojos vio que seguía frente al Caldero Chorreante, con las maletas a un lado y una mujer menudita y rechoncha al otro, que la sujetaba con delicadeza por el codo. Parpadeó varias veces, antes de volver a mirar al bar y a la señora de nuevo, esta vez una sonrisa despuntó en su rostro.
- Estoy bien, gracias – le dijo, y vio como la mujer sacaba de uno de sus bolsillos un pequeño pañuelo de flores que tenía bordado en una esquina la letra "A". Hermione le aceptó el pañuelo cuando la señora se lo tendió.
- Entonces no llore – Cuando se tocó el rostro vio que estaba húmedo, y sus ojos se dilataron ¿Desde cuando estaba llorando?. Miró la calle transitada, los transeúntes que paseaban y los niños con helados que corrían calle abajo. La mujer seguía en pie junto a ella, mirándola con sus ojos pequeños y verdes. Hermione sonrió, secándose con el pañuelo las lágrimas de la cara.
- Los siento, es que... estoy en casa – dijo, y dándole una última vez las gracias a la mujer rechoncha se adentró en la penumbra del Caldero Chorreante.
**********************************************************************************************
Aquel iba a ser un gran día, más que grande, sería único. Se había levantado con aquel sentimiento alegre, dibujada una sonrisa en el rostro sin un porqué aún claro, lo único que sabía con certeza era que después de la ducha matutina y un gran desayuno que incluía tortitas, pasteles, avena y zumo de calabaza seguía manteniendo aquella sonrisa de completa felicidad. Se puso unos tejanos desgastados por el tiempo y una camiseta azul muy usada. Abrió la puerta de la casa, admirando como el día había amanecido con pequeñas nubes que en esos instantes tapaban parte del sol. Entrecerró los ojos azules cuando aquel cúmulo dejó traspasar un rayo que le cegó.
- Hoy va a ser un gran día – respitió en alto, y se dirigió al jardín. Fue entonces cuando una pequeña bola con plumas voló disparada hacia uno de los enormes árboles que adornaban el lugar.
- Vienes de cazar ¿eh? – rió con ganas cuando vio que la bola con plumas se acercaba soltando a su paso hojas del árbol para posarse en su hombro. Era una lechuza pequeña que cabía en su propia mano. Se movía alegre en dirección al brazo, dando saltitos y clavando sus uñas en la piel moteada. – Nunca cambiarás, Pig.
La lechuza ululó suavemente antes de darle un picotazo cariñoso y emprendió el vuelo hacía la jaula situada en el porche de la casa para meter la cabeza bajo el ala y dormir plácidamente. El chico se giró para admirar un día más su jardín.
De la entrada de la casa partía un camino empedrado que llevaba hasta la carretera de gravilla. Al otro lado, apenas a un par de metros estaba el embarcadero, donde había un pequeño velero blanco, donde a un lado tenía grabado en letras doradas "Sweet". Por todos lados había frondosos árboles, y en uno de ellos podía verse una casa situada en la copa. Era pequeña, de madera oscurecida por el paso de los años y desmejorada por el poco cuidado que recibía. Alrededor no se veía ningún vecindario o casa, y es que habían comprado el terreno pensando en que así podrían hacer lo que quisieran, y todo teniendo Londres a escasos cincuenta kilómetros.
Regó un poco las vinagretas y las rosas bajo el sol estival, que se regía anunciando que debían ser ya mediodía. Se acercó a una de las rosas, admirándola. Éstas crecían de diferentes colores gracias a un conjuro que le había echado a las semillas antes de plantarlas, el único problema era que a veces salían mitad rosa y mitad roja, mezclando de ese modo colores inimaginables para una planta cualquiera.
- Ronald Weasley estas hecho todo un jardinero – se dijo con tono orgulloso, dejando a un lado la manguera y enjugándose el sudor de su frente.
El flequillo pelirrojo se le pegaba a la cara y la camiseta despintada ya le resultaba agobiante. Pensó seriamente en refrescarse dando una vuelta en su escoba, una Nimbus 2004 que se había comprado hacía pocas semanas, pero al divisar en el horizonte a una lechuza gris que terminó posándose con elegancia en la barandilla blanca del porche desistió de su intento. Se acercó al animal, que ya bebía agua del bebedero de Pig y le desanudó una carta. Procedía del Ministerio de Magia, ya que el sello no dejaba duda alguna de ello.
Señor Ronald Weasley:El Ministerio de Magia tiene el gusto de invitarle a la fiesta con la que se homenajea a todos los aurores veteranos que pasaron por nuestras filas y no perdieron sus miembros en el intento por vencer al Señor Tenebroso.
El lugar de celebración será ésta noche en el Castillo de la familia Forbain, situado al Este de Escocia. Se exige túnica de gala y se deja vía libre para la forma de llegada siempre y cuando no sea por medio de algún objeto muggle. Puede ir acompañado si lo desea.
Atentamente
Arthur Weasley
Ministro de Magia
Del sobre contenía dos entradas para la fiesta y otra carta dónde reconoció la letra de su propio padre. Entró a la casa, sentándose en el sofá para leerla.
Querido Ron: Espero que sepas la importancia de que asistas a éste evento, sin ponerme ésta vez una excusa tan tonta como la de plantar calabazas en tu jardín. Aunque sea por una vez cumple con tu deber como auror. Todos tus hermanos, incluida tu madre, estarán allí. Harry hará los honores éste año, deberías felicitarlo. Besos de mamá. Arthur Weasley (Tu padre, por si lo habías olvidado ya)
Suspiró hondo y con resignación, maldiciéndose una y mil veces por ir a aquella estúpida fiesta. Solían ser aburridas, llenas de viejos conocidos a los que Ron veía como mínimo una vez a la semana en el Ministerio. Lo bueno eran als chicas, claro, que en aquellos eventos abundaban considerablemente. Sonrió ésta vez, preguntándose si debía invitar a Lisa Brown a esa fiesta, tal vez se haría divertida...
Estaba pensando en ello cuando vio por una de las ventanas como un taxi paraba enfrente de su casa. La puerta trasera se abrió para ver salir a una chica que le resultaba desconocida. Frunció el ceño, dejando las cartas encima de la mesa pequeña del salón y decidió salir al exterior para observarla mejor.
Era una chica morena, con el pelo liso y recogido en un moño. Llevaba un traje celeste a juego con las gafas de sol y unos zapatos de verano negro que combinaban a la perfección con un enorme bolso de piel. La chica tenía una mano en la cintura y miraba a Ron con el ceño levemente fruncido y los labios tensos. El pelirrojo seguía en blanco ¿quién era? La verdad es que no estaba mal ¿Y si la invitaba a esa fiesta? Bueno parecía muggle, tal vez no fuese tan buena idea.
- ¿Puedo ayudarla en algo? – preguntó cortésmente, saliendo de la confortable sombra del porche en dirección a la chica. Ella se quitó las gafas, dejando ver unos ojos marrones que sí reconoció enseguida, haciendo que el pelirrojo parara en seco. La morenas mantenía los brazos en jarra.
- ¡¡¡Podrías ayudarme si movieras ese trasero y firmaras los papeles del divorcio de una buena vez, Ronald Weasley!!!
- ¿Hermione?
**********************************************************************************************
Pues aquí se queda, espero que no me matéis. Besos, Feliz Navidad y dejad opiniones.
