Sakura siguió observando al ninja, esa cicatriz en el ojo izquierdo, era la única visible; y aunque normalmente la ausencia o presencia de cicatrices no era un indicador del talento, en el caso de su sensei era la reafirmación de sus múltiples habilidades. Era como una evidencia de lo difícil que resultaba acercarse y herirlo. Siempre la había impresionado, era como estar con una auténtica celebridad del mundo ninja. Le impresionaba cuando alguien lo reconocía fuera de Konoha y se llenaba de orgullo por haber sido entrenada por él. Lo admiraba más de lo que era capaz de admitir, nunca se lo había dicho.
En ese momento no sentía exactamente orgullo, sino algo más intenso. Ahora que lo veía recostado, tenía una enorme curiosidad por saber sobre su pasado, cómo era cuando entró a la Academia Ninja, su carácter, personalidad, el comportamiento fuera de la vida ninja. Era tan prudente y cuidadoso que debió ser siempre de la misma forma.
No se había puesto a pensar en él más allá de lo profesional, pero ahora que lo veía sin máscara la sensación era completamente diferente, era como pensar en el hombre y no en el ninja. El deseo de conocerlo de una forma más íntima, más personal era tan fuerte como ver su rostro completo. Demasiado tentadora esa idea. No podía creer que antes no notara lo atractivo que era, quizá porque no hubo alguna oportunidad para hacerlo, porque durante las misiones no podía verlo como otra cosa que como su sensei, protector y habilidoso. Ahora que lo tenía recostado en su cama, sin camisa, las ideas que le pasaban por la cabeza eran muy diferentes.
Deseaba concentrarse en otra cosa, recordar que no era cualquier hombre el que dormía a su lado, que las barreras que los separaba, o que nunca los habían juntado, no disminuían sólo porque ahora estaban tan cerca. Una de sus manos tocó la espalda del ninja que no mostró señales de despertar, recorrió su piel que seguía tibia por el masaje.
El perfil del rostro que alcanzaba a ver le mostraba algo tan distinto a lo que estaba acostumbrada. Era un hombre diferente, o eso le parecía a ella, por un instante se olvidó de que se trataba de su sensei.
Cerró las cortinas, usualmente también corría las ventanas, pero esa noche no tenía tanto frío. Tomó una manta y cubrió a su sensei para después recostarse a su lado. No tardó en distinguir el calor que emanaba del cuerpo a su lado, el perfume también. Detalles que nunca notó, ahora eran obvios.
Había algo preocupante en las ideas que le cruzaban por la mente, el deseo de seguir tocando su piel, de que esos brazos fuertes la rodearan y que sus pulmones se inundaran del aroma del ninja. Esos pensamientos estaban surgiendo en plena noche, pero esa atracción, porque era atracción, se extinguiría cuando los primeros rayos de sol aparecieran.
Kakashi despertó perezosamente. No olvidaba dónde ni con quién estaba, así que cuando un perfume extraño invadió sus pulmones, supo inmediatamente quién era la responsable. Su alumna estaba acostada a su lado, su melenita rosa estaba regada por toda la almohada y cubría su rostro. Ambos estaban completamente cubiertos por las sábanas, por lo que le era imposible ver el cuerpo de Sakura, aunque eso no evitaba que una fantasía matutina rondara por su cabeza.
El masaje de la noche anterior había sido sumamente placentero, sentir las manos de la joven por su espalda, sus piernas en su cadera, su cuerpo sobre el suyo... le ocasionó un cosquilleo que recorrió todo su cuerpo, fue tan difícil contener algunos jadeos que cuando salieron de su garganta se ahogaron en la almohada. Pensó que ahora que había amanecido, recapacitaría, pero no, incluso con los rayos de sol las secuelas de la excitación del masaje seguían presentes.
El calor que compartían era tan cómodo que no quería moverse y prefería seguir durmiendo sin averiguar qué tan tarde era. Sin embargo, sí se movió, y lo hizo para retirar algunos mechones rosados y ver el rostro de su alumna.
Entonces pudo ver a Sakura, con los ojos cerrados, con la boca ligeramente abierta mientras hacía algunos pucheros adorables que indicaban lo inquieto que podrían ser sus sueños.
No era una escena cualquiera, por lo menos para Kakashi que no estaba acostumbrado a compartir la cama, mucho menos escenas así. No era un mujeriego que dormía en una cama distinta cada noche, ese no era su estilo de vida y nunca lo sería. Sí, obviamente había tenido algunas relaciones en su vida, pero eran escasas. Cada mujer con la que estuvo le recordó a Rin, y eso no era una coincidencia. Rin había estado enamorada de él, él que nunca pudo corresponder a su sentimientos cuando estaba viva; y ahora buscaba en las mujeres el amor que un día su compañera le tuvo. Ahora sentía que nadie que no fuera ella lo podría querer, y si milagrosamente encontraba a alguien parecida, entonces las esperanzas de algo más sólido aumentaban. Eso no funcionó, todas sus relaciones anteriores fracasaron, y aunque estaba resignado a pasar su vida solo, los fracasos eran el recuerdo doloroso de que tal vez la única persona que pudo llegar a quererlo sinceramente fue Rin.
En todo eso pensaba mientras sostenía un mechón de cabello rosado, mientras veía el rostro apacible de la joven que compartía su calor y dormía soñando algo que estaba completamente fuera de su alcance, mientras la excitación de los recuerdos pasaba. Lo cierto es que Rin y Sakura no se parecían, sus historias eran similares, las circunstancias también, enamoradas del que no debían, pero eran distintas...
Quizá debido a algunos de sus sueños la jovencita se acercó tanto a Kakashi que terminó por refugiarse en su cuerpo. Lo estaba abrazando, como de seguro abrazaba a Kankuro cuando dormían juntos; el rostro de la joven estaba en su pecho, descansando con tranquilidad. Podía sentir parte de su piel desnuda porque la camisa con la que dormía estaba tan arriba que sólo alcanzaba a cubrir sus senos, por otro lado pudo comprobar que la jovencita además dormía con una bragas porque rozaban su piel.
El ex ANBU carraspeó un poco incómodo, reprimiendo el deseo que ya se instalaba en su cuerpo. Era casi inevitable no excitarse por la situación en la que estaba, pero todavía conservaba el sentido común, por lo que intentó apartarse. Solo que su alumna se acercó siempre que fue necesario hasta que al final estaban tan a la orilla de la cama que no le quedó más remedio que quedarse en su lugar. No le quedó más que sonreír por la situación en la que se encontraba, Sakura no lo dejaba ir, rió como hacía mucho tiempo no lo hacía. Pero eso no fue todo, la jovencita pasó la pierna por encima de su cadera y entonces se fueron al suelo. La sensación de tenerla tan íntimamente cerca, sus bragas que tocaban un punto muy específico de él, y la descarga de placer, duró apenas un segundo.
El ninja la abrazó para que ella no se lastimara, no era una gran distancia pero de igual forma se encargó de que tuviera una manera más cómoda de despertar; suponía que sus brazos eran más suaves que el suelo. Cuando cayeron, ella terminó arriba de él, en sus brazos y entre las mantas. La jovencita estaba encerrada en su cuerpo, en su pectoral desnudo. Al intentar alejarse, lo que obtuvo fue más cercanía.
-¿Estás bien?- le preguntó a la joven que se incorporaba sobre él. Tenía las manos en su piel desnuda, su rostro estaba tan cerca del suyo que las respiración de ambos se encontraban en los labios del otro. El ninja la tenía de la cintura, y aunque no fue a propósito, sus manos se deslizaron de la cintura, por debajo de la camisa, hasta las piernas tibias de la joven. Cuando ella se dio cuenta de lo que sucedía, y de dónde estaba, se levantó de un brinco y le dio la espalda, aunque era tarde, Kakashi ya había visto su rostro completamente sonrojado, por segunda vez. Lo que menos parecía importar era que ella hubiera visto su rostro sin máscara.
-Lo lamento tanto, sensei.
El ninja, que seguía en el suelo, rió divertido por la mañana tan peculiar que había tenido, primero su alumna que se aferraba mientras dormía y no lo soltaba, y ahora estaba en el suelo. Sakura le daba la espalda avergonzada de caer sobre él cuando minutos lo abrazaba. Se puso de pie con una sonrisa traviesa.
-No esperaba que fueras tan inquieta en la cama- dijo en su oído. Se arrepintió de su comentario porque, aunque deseaba mantener el sonrojo en el rostro de su alumna, no esperaba ese ligero brinco en su ritmo cardíaco y la aparición de una imagen poco conveniente para una mujer que era su alumna.
No estaba bien esa electricidad que sentía, no era correcto que la despertara su alumna, mucho menos de un día para otro.
Sakura sentía que su rostro enrojeció aún más con el comentario de su sensei, y para disimular que no pensaba en algún doble sentido intentó reír, pero sonó demasiado nerviosa para su gusto, así que mejor se refugió en el baño sin voltear hacia atrás.
Cuando estuvo sola puedo respirar más tranquila y dejar que su sonrojo se desvaneciera tranquilamente ¿desde cuándo se sonrojaba tanto?, bueno, ese último estaba bien justificado porque despertar en los brazos de su sensei, envueltos en una sábada y en el suelo, no era situación que estuviera en su imaginario, así que no tuvo oportunidad de reaccionar de una manera más relajada. La mejor opción no era huir, pero era eso o enfrentarse a su sensei, no fue muy valiente pero sí inteligente.
Ya antes había compartido alguna noche con el ninja, pero era una cosa muy diferente despertar en sus brazos, y él sin camisa.
Lavó su cara y fue entonces cuando pudo sonreír por todo lo que estaba sucediendo, por la situación que era tan diferente a lo que se imaginó, porque extrañaba a su sensei, y porque sospechaba que los próximos días su rutina sufriría un cambio muy agradable. Además, pronto regresaría a Konoha por lo que la oportunidad de seguir conociendo al ninja de una forma más cercana se volvería más real. Estaba emocionada.
Cuando salió del baño, pensó que se encontraría al ninja vestido y listo para empezar el día, la realidad era que estaba acostado en la cama, boca abajo, seguía sin camisa y sólo con pantaloncillos. No era justo que no supiera lo atractivo que era, que se veía, como la noche anterior, con el rostro de perfil y una fina sonrisa que la tenía embobada.
-Pensé que podríamos descansar un poco más antes de levantarnos. Ayer fue tu día de descanso y lo interrumpí, y hace mucho que yo no me tomo un descanso.
-En realidad me parece una buena idea- dijo la médico acostándose a su lado e ignorando los rayos de sol que ya anunciaban la avanzada mañana. No creía que pudiera volver a dormirse, en sus días de descanso dormía hasta tarde, pero la situación en la que se encontraba era muy diferente como para poder dormir. Se quedó acostada observando el perfil de su sensei que ni siquiera intentaba cubrirse, sin tener idea de cómo estaba provocando la curiosidad de la joven a su lado. Era su sensei el que dormía a su lado, era ella la que no dejaba de verlo.
Si hubiera rechazado la oferta de Suna, y hubiera vuelto a la Hoja, ¿su sensei y ella estarían experimentando esa misma cercanía? francamente le parecía imposible, pero también era igual de improbable que no se acercaran y convivieran como ahora lo hacían. Esa chispa debería surgir en cualquier situación.
Cuando volvió a recuperar la conciencia, porque se quedó dormida en algún momento, estaba en los brazos de su sensei, de nuevo. Compartían un abrazo, él la encerraba en su cuerpo, en su pecho desnudo, y ella sin oponer resistencia lo rodeaba y correspondía a su abrazo. Estaba un poco dormida para sentir vergüenza o incomodarse por la situación, sólo deseaba volver a dormir, por lo que se acercó más al ninja, ignorando completamente lo inapropiado de la situación y cerró los ojos dispuesta a dormir de sensei, lejos de incomodarse, la abrazó con más fuerza. Suspiró plácidamente.
Ambos estaban dispuestos a seguir durmiendo en la posición en la que estaban, pero los ruidos inconfundibles de alguien que tocaba a su puerta, eran demasiado ruidosos como para ignorarlos.
¿A dónde vas?- preguntó el ninja con la voz ronca y negándose a soltarla cuando ella intentaba alejarse. La tenía sujeta de la cintura, por debajo de la camisa, sus manos se deslizaron por toda su espalda, era prácticamente una caricia.
-Alguien está tocando la puerta, no tardaré.
El ninja tardó un poco, pero al final la dejó ir. Sakura se dio la vuelta antes de salir de la habitación, su sensei estaba boca arriba, con el rostro al descubierto. La médico no se atrevía a verlo con detenimiento, era demasiado prohibido, y no hace mucho tiempo estaba en sus brazos, ya eran muchos límites los que estaba cruzando como para, además, ver su rostro. Se dio la vuelta para abrir la puerta y atender a quien quiera que tuviera tanta insistencia por verla.
-¡Kankuro-kun!- exclamó como tonta, como si necesitara decir su nombre tan alto - ¿Qué haces aquí?- intentaba bajarse la camisa que con trabajo cubría sus muslos.
-Le llegó un paquete al ANBU, debe ser de Konoha. Lo estuvimos buscando por todas partes, pensé que estaría aquí, pero veo que estabas tomando una siesta. Me alegra saber que estás descansando.
-Sí... pensé que Konoha respondería en la tarde.
-Sakura, cariño, son las siete de la noche.
En ese momento la médico terminó por despertar, su departamento estaba completamente oscuro, en Suna ya resplandecían algunas luces de casas, de algunos puestos de comida, el ambiente nocturno ya se había instalado. No podía sentirse más tonta que en ese instante, más tonta, despistada, distraída y tremendamente culpable.
-Lo lamento, estos días han sido una completa locura.
-No tienes porqué disculparte, en realidad me alegra saber que has estado durmiendo, mereces un descanso.
-Sakura, ¿has visto mi ropa?- preguntó Kakashi apareciendo a su espalda, la médico se giró para responderle, por suerte el ninja se había puesto la máscara ANBU, pero no la camisa. Su pectoral estaba al descubierto y era evidente que salía del dormitorio.
-Sí, está en la mesa junto a la cama. Kankuro-kun vino para entregarte un paquete de Konoha.
-Lamento no haber ido personalmente por el paquete, me quedé dormido- se justificó su sensei con un tono realmente relajado y tomando el paquete en frente de los dos - Sólo esperaba una carta, pero parece que pensaron en todo. Iré a cambiarme. Gracias, Kankuro y lamento las molestias.
-Así que después de todo sí estaba aquí- dijo Kankuro cuando se quedaron solos.
-Por supuesto, te dije que se quedaría conmigo.
-Sí, lo sé. Entonces creo que me iré, Gaara debe saber que el ANBU ha recibido el paquete, y que se quedará aquí. Te veré después.
-De acuerdo. Gracias por venir.
El hermano del Kazekage se despidió con una sonrisa. La situación no era la mejor, entendía la incomodidad de Kankuro, y la sufría porque se sentía muy culpable por compartir la cama con su sensei y despertar en sus brazos, porque Kankuro tuviera que ver al ANBU semidesnudo y saliendo del dormitorio. Claro que pensó en ir tras el ninja que se encaminaba hacia la Torre del Kazekage, su ropa era lo de menos; sin embargo, ambos sabían que el ninja de Konoha, que era Kakashi aunque Kankuro no lo supiera todavía, era la prioridad para la médico. No era justo, su comportamiento no era el mejor, lo admitía y se avergonzaba y no había ningún "pero" nada que pudiera justificarla. Quizá esa era la prueba de que aunque ya no estaba enamorada de Sasuke, no estaba lista para una relación. El problema era que esas dudas no estuvieron hasta ahora que llegaba su sensei a alterar la rutina.
Kankuro sabía que ella no dejaba de extrañar su hogar, a sus amigos, y si la ponía a elegir, saldría perdiendo. No era justo.
-¿Todo está bien, Sakura?- preguntó el ninja a su espalda.
-Tengo hambre- respondió cerrando la puerta.
...
-Te debo una disculpa, Sakura - dijo Kakashi mientras caminaban por una de las calles de Suna. Era de noche, pero no tan tarde, muchas familias paseaban por las mismas calles que ellos, algunos niños corrían y también algunas parejas caminaban tomadas de las manos. Por supuesto el frío no era un impedimento, menos para los que estaban acostumbrados. Kakashi vestía como ANBU, pero sin la armadura y las espadas, aunque claro, conservaba la máscara, por lo que era inevitable que lo observaran. Aunque lo único en lo que estaba concentrado era en la jovencita que caminaba a su lado.
-No creo que tenga nada por qué disculparse, sensei.
-No me despedí, hace más de un año.
-Estaba herido, necesitaba atención, y lo mejor que podía hacer, era marcharse.
-No, Sakura, debí quedarme y lo lamento- también quería disculparse por las cartas no contestadas, por no escribir, por no visitarla, por estar allí por un accidente y no por voluntad propia; pero decidió que lo haría en otro momento, no quería arruinar el paseo nocturno -Y gracias por convencerme de salir a caminar, es una noche muy tranquila.
-Me alegra que aceptara venir conmigo esta noche, y por supuesto, que se quedara.
Sakura comía un pequeño postre mientras sonreía. Sus labios estaban llenos de miel, el ninja quitó una gota de miel que escurría lentamente. La jovencita lo observó con esos grandes ojos jade que brillaron de pronto, al final le ofreció una sonrisa.
-¿Seguro que no quiere probar?
-No tienes idea de cuánto.
Pasearon tranquilamente por las calles de Suna, hacía frío, pero a ninguno de los dos les molestaba. Charlaban sobre cualquier cosa, Sakura contaba sobre su progreso como médico, lo hacía con tanta delicadeza que ella misma intentaba minimizarse, pero en realidad lo único que lograba, por lo menos ante Kakashi, era resaltar cada cualidad aún más de ser eso posible.
Kakashi escuchaba con atención, agregaba un comentario y, ocasionalmente, le contaba alguna experiencia propia que estuviera relacionado con el tema. No parecía ser la gran cosa, después de todo era una simple conversación, pero el ex ANBU estaba satisfecho con ese momento, de compartir algunos recuerdos y anécdotas, realmente estaba disfrutando de la noche, de las sonrisas de su alumna, de su compañía, de lo que les esperaba.
Terminaron de pasear bien entrada la madrugada, cuando ya no quedaba más que algunos ninjas que custodiaban la Aldea y que la saludaban siempre que la veían con una inclinación de cabeza y mirando de reojo al ANBU que la acompañaba.
Cuando volvieron al departamento de Sakura, la voz de Kakashi resonó en la oscuridad.
-¿No hay problema en que duerma contigo?
-En absoluto, sensei. Además, hace tanto frío que no podría dejarlo aquí, en el sofá.
Ambos sentía un deseo por entrar al dormitorio tomados de la mano. Sakura quería creer que la confianza entre ambos seguía intacta, por lo que consideró la idea de cambiarse allí mismo, pero de sólo imaginarlo se puso nerviosa, así que mejor tomó su pijama para cambiarse en el baño. Era un límite en el que no habría retorno.
Era tan difícil explicar la tensión que se sentía en el ambiente, no una tensión incómoda, pero sí obvia.
Kakashi por su parte, cuando se quedó solo, comenzó a desvestirse, tenía frío y sólo deseaba meterse entre las cobijas y dormir un poco, era un intento por ignorar el deseo. Se quitó la camisa y dejó al descubierto su rostro, para ese momento no le incomodaba que su alumna pudiera verlo; se quitó también los pantaloncillos para quedar sólo con unos boxers. Quizá estaba sobrepasando la línea, por más que compartieran misiones y noches como sensei y alumna, era demasiado que él durmiera en ropa interior junto a ella. Sakura podría sentirse incómoda, pero la verdad es que siempre dormía de la misma manera, y el pantaloncillo no era muy cómodo. Así que decidió resolver la situación metiéndose a la cama y tapándose completamente, cuando Sakura entró, él fingió dormir en una orilla de la cama, le daba la espalda. Era una barrera.
Sintió el calor de su alumna cuando ella se acostó a su lado, también sintió el perfume que invadía sus pulmones y la habitación entera. Era muy probable que debido a que durmieron la mayor parte del día anterior, le fuera difícil conciliar el sueño, pero se quedó placenteramente dormido en minutos. Quizá eso era lo más preocupante, que la calma que experimentaba era tan adicta como el deseo, había un balance tan placentero en esa rutina.
Ese había sido el primer día en Suna, y le quedaban otros tres, de repente parecía muy poco tiempo el que les quedaba.
Cuando despertó sucedió lo mismo que el día anterior, ambos estaban unidos en un abrazo. Kakashi la tenía encerrada en su cuerpo sin que ella opusiera resistencia alguna, en realidad lo estaba ella también lo estaba abrazando, sus brazos lo rodeaban por la cadera y su rostro estaba oculto en su pecho desnudo. Su melenita rosada le ocasionaba cosquillas en la nariz, pero eso no le molestaba. La camisa de Sakura estaba arriba, mostraba todas sus piernas, enredadas con las del ninja, sus bragas quedaban al descubierto, su espalda y parte de su vientre también. Su piel era blanca, Kakashi deseaba tanto averiguar si era tan suave como aparentaba. Pero no lo hizo, era su alumna, esa cabellera rosa era de aquella niña que entrenó años atrás.
Era el segundo día que sucedía, por supuesto que no era intencional, en la ocasión anterior trató de evitarlo, y ahora ni siquiera se dio cuenta de cuándo o cómo sucedió. Pero no era correcto, aunque su alumna no tuviera pareja, no debían estar tan cerca, dormir juntos y mucho menos despertar abrazados. Le costaba imaginar que alguno de sus colegas hubiera vivido la misma situación en la que él estaba, y esa era la principal prueba de que debía alejarse.
Lo hizo con mucho cuidado para no despertar a la jovencita que se negaba a soltarlo, pero que al final cedió. La única forma de alejarse de ella era bajar de la cama, ambos estaban en la orilla, parecía que a su alumna le gustaba acorralarlo, aunque en realidad ¿a qué hombre no le gustaría que una mujer como ella lo abrazara durante toda la noche?
Lo mejor que podía hacer era dejar que la jovencita siguiera durmiendo, él también deseaba volver a esa cama, pero sospechaba que terminaría por volver a abrazarla y despertar en sus brazos. Le dio la espalda y comenzó a estirarse para espantar un poco el sueño que le quedaba, por la luz que entraba a la habitación pasaba del medio día.
-¿Qué sucede?- preguntó Sakura a su espalda.
-Sigue durmiendo, ahora vuelvo- mintió.
Sakura abrió los ojos, frente a su cama estaba el ex ANBU, parado y vistiendo solamente unos boxers. La médico parpadeó un par de ocasiones, debía estar soñando todavía, o imaginando la escena frente a ella. Su sensei, semidesnudo, mostrando más de lo que debería estar viendo, de lo que alguna vez imaginó ver. Cuando el ninja salió de la habitación, Sakura volvió a respirar, no sabía que estaba conteniendo el aliento hasta que se quedó sin aire.
Nunca había visto al ninja que copia como algo que no fuera su sensei, todo lo que había escuchado y sabía sobre él, conformaba una visión más amplia, pero no podía apartarlo de lo que era para ella, su sensei. Y verlo semidesnudo, haber despertado en sus brazos, era algo que no parecía posible. Era su sensei, lo creía mayor, no era tan grande como su padre, pero sin duda no lo consideraba tan joven, después era catorce años más grande. Pero verlo de esa forma le dejó en claro que el ninja estaba muy lejos de ser mayor. Era un hombre maduro, sin duda, pero eso le ofrecía un toque que lo volvía más atractivo e interesante.
Si por un momento separara el ninja no fuera su sensei, ¿qué pensaría de él? seguro que a simple vista lo primero que resaltaba era su atractivo, era sumamente atractivo; su perfil fino, incluso su cabellera gris y rebelde le daba un toque sexy. Y cuando alguien tenía la fortuna de verlo semidesnudo, bueno, era imposible no suspirar y morderse el labio. Después estaba su actitud, se le veía relajado pero siempre alerta, consciente de lo que ocurría a su alrededor, inteligente, un líder nato, con una capacidad de respuesta envidiable, talentoso, decidido y protector. Y la lista seguía.
Cuando lo separaba del cargo como su sensei, el ninja y el hombre que se revelaban ante su vista, era absolutamente fascinante.
Se quedó acostada en la cama, dándole vueltas al mismo asunto durante más de una hora. No había sido una buena idea alejarlo del cargo de su sensei porque ahora no dejaba de verlo con un hombre interesante, y eso no estaba bien, no creía que alguna de sus compañeras se atreviera a ver de la misma forma a sus respectivos sensei.
Estaba sumida en sus pensamientos cuando un aroma sutil a comida inundó la habitación. Olía delicioso, su apetito le suplicaba que averiguara de dónde venía ese aroma que hacía crujir su estómago de hambre. Se levantó vestida con su típica pijama, esa camisa que llegaba hasta sus muslos y que escondía oportunamente unas bragas. Se ató el cabello en un moño alto, se moría de hambre así que no perdió tiempo.
La escena en la cocina la dejó sin palabras.
-¡Sensei!- no podía estar más sorprendida, el ninja lavaba algunos platos sucios y los acomodaba en su lugar, en la mesa había un plato de comida que se veía tan deliciosa.
-Deberías comer, espero que te guste.
La médico seguía intentando asimilar lo que sucedía, se sentó frente al plato de comida, su estómago ya rugía de hambre por lo que se apresuró a probar la comida.
-Está deliciosa- continuó devorando cada bocado.
-¿De verdad te gustó?
-Por supuesto, podría acostumbrarme a esto. Tiene que prometerme que cocinará para mí mientras se quede conmigo. ¿Dónde aprendió a cocinar así?
-He vivido mucho tiempo solo, y a diferencia de Naruto, no puedo sobrevivir a base de ramen- ambos compartieron una sonrisa cómplice.
Kakashi se sentó en la orilla de la mesa y observó comer a su alumna. Era el segundo día y ya iba a la mitad, su tiempo parecía agua que se escapaba entre los dedos. Parecía tan fácil acostumbrarse a algo así, a una vida que se acercaba a lo cotidiano y que nunca tuvo. Pensó que algo tan común no podría tentarlo, y sin embargo, se hallaba satisfecho y fascinado. Verla comer era experimentar una escena adorable y satisfactoria, no se sentía precisamente como un buen sensei exactamente porque no veía a la joven como su alumna.
¿Cómo era posible que se hubieran alejado tanto de su relación sensei-alumna en dos días? ¿era sólo él el que lo sentía? Estuvieron separados poco más de un año y ahora no podían mostrarse más unidos, eso no era posible, no era posible que la comodidad y confianza mutua creciera hasta el punto de dormir juntos con tanta naturalidad.
Los sentimientos hacia Sakura, ese cariño que le tenía como su alumna, pareció multiplicarse a un grado preocupante. La satisfacción que le traía su compañía también, y de repente se encontraba cautivado de una forma demasiado extraña. Hace más de un año lamentaba alejarse de su alumna, se obligó a no ser egoísta y dejarla en Suna, sufrió su ausencia y la extrañó; y ahora, todas esas sensaciones y sentimientos se sofocaban en la compañía de la joven que multiplicaba cualquier pequeño sentimiento que pudiera sentir.
Kakashi suspiró y aprovechó la pausa en sus pensamientos para limpiar la comisura de los labios de Sakura donde una gota de té verde se quedó atrapada. La quitó y bajó su máscara frente a la joven y después saboreó esas gotas de té que ahora tenía en los dedos.
-Gracias por la comida, sensei. Realmente estaba deliciosa- la jovencita lo veía directamente a los ojos, sin intimidarse por ese gesto tan sugerente.
-¿Sakura?
-¿Sí, sensei?
-Me gustaría que por el resto de mi estadía aquí, te olvidaras de que soy tu sensei.
-Creo que podría hacer eso- el ninja sacudió su melenita rosada, era sedosa. De repente se arrepintió de su propuesta, la médico se transformó en esa niña que entrenó, con su cabellera larga, con su vestido, con su carita inocente, golpeando a Naruto. No podía olvidar quién era, y esa propuesta era cruzar el límite, olvidar el compromiso como encargado del equipo siete.
-No tardaré, termina de comer- pidió el ninja sin dejarle tiempo a Sakura de protestar, de seguir hablando sobre la petición de él y el hecho de que ella aceptara. Salió del departamento de Sakura para recobrar el sentido común que se había perdido en los últimos días. Debía aclarar sus ideas, alejarse un poco de la situación y de la joven.
Sakura se quedó sentada intentando asimilar lo que estaba sucediendo. El plato vacío estaba frente a ella, pero no quería levantarse todavía. Lo único en lo que podía pensar era en que no debió aceptar. ¿Cómo explicar la sorpresa tan placentera que experimentó con esa propuesta?
El primer trueno retumbó pero no interrumpió los pensamientos de la jovencita. No llovía en Suna tan sólo algunos relámpagos y truenos que brillaban en el cielo oscuro; eran tormentas eléctricas que duraban varias horas y oscurecían todo el ambiente. Sakura no les prestó atención, su mente estaba ocupada en otros asuntos.
Quizá estaba malinterpretando todo, la propuesta del ninja era para que se olvidara de que era su sensei, pero no un ninja, quizá pedía que se trataran como colegas, una relación menos estricta pero conservando la profesionalidad. Ahora se daba cuenta de su error, de su terrible error. Su rostro enrojeció de vergüenza, ¿cómo podría volver a verlo a los ojos? Toda esa electricidad que estaba sintiendo, fluía en una sola dirección, estaba sólo en su cabeza y en su cuerpo. Y también debía ser pasajera, era sólo que de repente notaba lo atractivo que era el ninja, la cercanía era porque lo echaba de menos, pero seguro que cuando regresara a Konoha y volvieran a la rutina de las misiones, todo volvería a normalidad.
Se pasó las manos por el rostro, era obvio que su sensei no estaba pensando lo mismo, y ella tampoco debía estarlo haciendo.
Se levantó y lavó su plato, además de organizar todo y dejarlo en su lugar. Se prometió que cuando el ninja regresara, se comportaría como era debido, guardaría su distancia porque lo más problable era que él se sintiera incómodo por su actitud. También tomó una ducha aprovechando que tenía tiempo y estaba sola, se vistió con unos shorts y una delgada camisa delgada y de tirantes. Los relámpagos seguían iluminando el cielo negro, y apesar de que no era tan tarde, lucía como la auténtica noche, por lo que prendió algunas lámparas. Por experiencia sabía que así sería el resto del día, no podría salir más de lo estrictamente necesario, y sospechaba que cuando alguien viera al ANBU de la Hoja le aconsejaría que se quedara en casa.
No se equivocó, su sensei volvió un par de horas después, cuando la tarde ya caía. Ese era el tercer día.
-Suna es muy agradable, Sakura, ahora entiendo por qué no volviste a la Hoja- el tono del ninja no era nada brusco, sino que simplemente había hecho un comentario, pero a Sakura no le gustó en absoluto- Todos son muy amables aquí- y seguramente había conocido a una mujer.
-Sí, en realidad lo son- respondió con una sonrisa neutral- Preparé comida, no creo que sea tan buena como la de usted, pero espero que le guste. Debe tener hambre. Yo debo ordenar algunas notas, así que estaré en el dormitorio.
No tenía mucho por ordenar, un asunto sin importancia y que podía esperar a que su sensei se marchara, pero necesitaba estar sola, y darle su espacio al ninja que seguro no volvió tan pronto por voluntad propia, sino por la tormenta eléctrica.
Se quedó en el dormitorio cerca de dos horas, y cuando volvió a la sala se encontró al ex ANBU dormido en el sofá. Era mejor no molestarlo, ya era de noche, pero no podían salir a pasear como el día anterior, no se podía hacer mucho con un día así, lo más probable es que estuviera aburrido y no encontró otra solución que dormir.
La médico preparó la cena y volvió al dormitorio para tomar una manta con la que cubrió al ninja. En esa ocasión no se quedó observándolo. Se acostó en la cama sin esperanzas de tener compañía.
No estaban destinado a ser más que sensei y alumna. Su relación podría fortalecerse con esa visita, ayudar a conformar un equipo siete más sólido, eso si llegaban a reencontrarse. Era una buena oportunidad, un buen descanso para ella de la rutina, pero nada más. Su sensei siempre sería su sensei, en cualquier situación, no importaba el tiempo o la distancia que los separara.
El segundo día había llegado a su fin.
