SENSEI Y ALUMNA
Sakura se levantó inusualmente temprano para un día que sabía que era de descanso. Ni siquiera intentó volver a dormir porque no lo conseguiría, no estaba cansada así que no consideraba necesario seguir acostada esperando que pasara el tiempo. Por su ventana, y a unas cuantas horas de distancia, ya se asomaba un amanecer brillante y despejado, la tormenta eléctrica había quedado atrás.
Se vistió y observó la cama destendida, fue una noche solitaria, no hubo ni había nadie más allí y tampoco lo habría, por lo que era mejor tenderla y dejar el dormitorio organizado y limpio. Aunque deseaba tardar horas, como por ejemplo descubrir que la limpieza era más lenta de lo que imaginaba, o entretenerse organizando papeles del Hospital, (por primera vez deseó no ser tan aburridamente organizada) esas acciones no le llevaron más de media hora. No tenía más remedio que salir y enfrentarse con su sensei y la extraña relación de los últimos días.
Seguramente saldría, intercambiarían algunas palabras incómodas y no tendrían nada qué hacer por la tarde más que desear que el día terminara lo más pronto posible, usando cualquier tipo de excusa dormirían en habitaciones diferentes; el día siguiente sucedería lo mismo, y entonces el ninja se marcharía según lo previsto, con una despedida corta, con palabras contadas y olvidarían todo lo que sucedió en Suna. Después volverían a verse y... Ya estaba creando una historia completa en su cabeza, se adelantaba demasiado a todo y eso no era bueno, debía calmarse.
Suspiró.
La sala estaba en completo silencio, el ninja seguía durmiendo tranquilamente; la médico sonrió ante la escena, todo ese futuro que había creado en su mente desapareció, estaba feliz de tener alguien de la Hoja con ella, en especial alguien que era tan cercano, incluso cuando eso le ocasionara una confusión terrible. Lo cubrió con la manta y se enfiló a la cocina para preparar el desayuno.
Su sensei pareció despertarse con el aroma de la comida, o simplemente porque ya había dormido suficiente, pero lo cierto es que cuando Sakura terminaba de servir la comida, el ninja se levantaba del sofá y se estiraba cómodamente. Ella estaba lista para saludarlo con una sonrisa sincera.
-Buenos días, sensei.
-¿Qué tal, Sakura? Me quedé dormido en el sofá, y no fue una buena idea, me duele la espalda.
-¿De verdad? ayer parecía tan cómodo que no quise despertarlo. Si lo desea puede ir al dormitorio y descansar un poco.
-En realidad tengo hambre. No te ofendas, pero deberías deshacerte de ese sofá.
-Ese sofá no es para dormir, sensei. Es para muchas otras cosas, pero no para dormir- contestó ella con buen humor- Es muy útil en otras situaciones y en otras circunstancias.
-¿Te estás burlando de mí, Sakura?- la médico no esperaba que él se diera cuenta, así que soltó una risita. El ambiente entre ambos estaba lleno de diversión.
-Coma algo, por favor.
-Sin duda eres una jovencita muy interesante.
Sensei y alumna quedaron sentados frente a frente. Ambos estaban decididos a olvidar lo que había sucedido en los días anteriores. Esa atracción tan evidente y que ninguno de los dos adivinaba que fluía en ambas direcciones la enterraron en una relación sensei-alumna, en la cordialidad de los buenos días y sonrisas discretas, aunque claro, con algunas pequeñas bromas. Un fuego controlado.
Kakashi tenía bastante hambre y la comida se veía deliciosa, si quería comer debía bajarse la máscara, y lo hizo. Su rostro quedó al descubierto, no era la primera vez que Sakura lo veía, pero sí la más directa. La reacción de su alumna consistió en una sonrisa discreta y un sonrojo que nunca terminó por mostrarse, la jovencita lo reprimió a tiempo. Otra escena completamente cotidiana. Por una fracción de segundo, Kakashi imaginó que así sería tener una familia.
-No puedo creer que Naruto convenciera a Sasuke para ver mi rostro, creo que fue unas de las pocas veces que lograron ponerse de acuerdo- a la médico no le quedó más remedio que reír con ganas, nunca olvidaría esa pequeña misión de los integrantes del equipo siete.
-Creo que, incluso ahora, les sorprendería saber que yo he visto su rostro un par de veces. Sin duda que seré la envidia de Naruto, y en general de toda la Hoja, no creo que haya nadie que no quiera ver su rostro- en esa ocasión fue el turno de reír de Kakashi.
-Debo mantener un poco de misterio sobre mi vida.
-Bueno, para mí es un misterio menos.
Ambos se dieron cuenta de que las conversaciones animadas y con un toque divertido continuaban a pesar de prometerse silenciosamente mantener la distancia; el ambiente era tranquilo y relajado. Esa era la prueba de que estaban destinados a mantener una relación estrictamente profesional.
-Pensé que podríamos dar un paseo, ahora que el clima es mucho más propicio- sugirió Sakura observando el rostro de su sensei con naturalidad, aunque la verdad es que se esforzaba demasiado por no verlo detenidamente.
-Suena bien- el ninja le sonrió sin máscara, la jovencita observó esa sonrisa que seguramente deslumbraba a todas las mujeres, si tenían oportunidad de verla. Su sensei no podía verse más atractivo que en ese momento, con la cabellera gris tan rebelde como recordaba, pero mostrando que cada año no pasaba desapercibido para él- Prometí que haría el desayuno para ti mientras estuviera en Suna, pero me alegra haber probado tu comida, Sakura, estaba deliciosa y espero que no te importe que coma un poco más.
Acordaron que darían un pequeño paseo por Suna después de tomar una ducha, separados por supuesto, la conversación sobre ese asunto trajo una situación que ambos intentaban olvidar, y sobre todo, ignorar.
-¿Le gustaría tomar una ducha, sensei?- preguntó Sakura después del desayuno- No digo que conmigo; es decir, no juntos, me refiero a usted primero, o yo, pero separados...
No había nada que pudiera decir para mejorarlo así que se quedó callada y esperó una respuesta.
-¿Separados?- el ninja suspiró como decepcionado, después le ofreció una sonrisa cómplice, era obvio que se trataba de una broma, pero se dio cuenta de que no era gracioso bromear con una sugerencia así. Sacudió la melenita rosada de su alumna- Me gustaría tomar una ducha, pero lo haré después de ti.
...
Kakashi y Sakura paseaban por Suna, era un día bastante caluroso, quizá un poco más de lo habitual porque el viento no soplaba con tanta fuerza, así que acordaron que regresarían pronto al departamento para refugiarse del sol y saldrían por la noche, cuando el calor les permitiera un paseo más largo.
-Ahora entiendo el bronceado en tu piel- le dijo Kakashi a Sakura mientras se refugiaban en la sombra de la biblioteca. La joven contrastaba con el resto de las mujeres en Suna que protegían su piel del sol; ella en cambio, paseaba con una ligera blusa y una falda. Sin duda quedaría otra línea más de bronceado, pero él no estaría allí para verla.
-¿De verdad se nota? me la paso encerrada en el Hospital.
-Sí, pero te viene muy bien, resalta más el color de tus ojos, que en realidad ya son muy llamativos.
-Creo que el color de mi cabello y de mis ojos no combinan exactamente, pero el contraste termina por resaltarlos más.
-Suena como si no te gustara ninguno de los dos, y espero que eso no sea verdad. Lo cierto es que tienes una de las combinaciones más peculiares que he visto, pero también una de las más hermosas. No vuelvas a despreciar a ninguno.
-No lo haré, sensei- dijo Sakura con una enorme sonrisa que era el mejor agradecimiento que pudiera expresar con palabras. Tenía la ligera idea, aunque muy firme, de que la médico no era tan segura de su físico como sí lo era de sus habilidades, e incluso estas últimas las minimizaba.
-Ahora volvamos, no quiero que cuando vuelvas a Konoha nadie sea capaz de reconocerte.
Kakashi la tomó de la mano y dieron un par de pasos cuando notó que Kankuro los veía fijamente, no molesto, pero obviamente incómodo; Sakura no lo vio. No quería hacer un problema, así que soltó la mano de su alumna con sutileza y siguieron caminando hasta el departamento.
-Espero que ese paseo le abriera el apetito.
-Sí, demasiado. Temo que subiré un par de kilos con tu comida, Sakura.
-Creo que le vendrá bien. Regresa en dos días, así que podrá ponerse en forma pronto, no es que la vaya a perder, o que ya la haya perdido, eso sería imposible, y eso no significa que lo haya observado, aunque es imposible no verlo...- el ninja la observaba divertido por la forma en la que la jovencita se enredaba con las palabras.
-De todos modos no podría resistirme a tu comida.
En ese preciso momento alguien tocó la puerta. Sakura hizo un gesto de extrañeza delatando que no estaba acostumbrada a recibir visitas, en especial cuando pidió un descanso en el Hospital. Kakashi la acompañó a la puerta, claro que tenía la máscara ANBU puesta. Resultó que era Kankuro, eso pareció sorprenderla todavía más, a Kakashi no tanto. Le dirigió una mirada a su sensei con la que le pedía unos minutos para hablar con su pareja.
-Estaré en la cocina preparando la comida, por si me necesitas.
Sakura salió a la entrada del departamento, si se quedaba dentro su sensei escucharía todo; por fortuna había un poco de sombra en la cual refugiarse y que les permitía hablar con más tranquilidad. La médico no esperaba esa visita y deseaba que no fuera nada tan urgente como para hacerla salir del departamento, sabía de sus responsabilidades con el Hospital de Suna, pero eran las primeras vacaciones que se tomaba y de verdad las estaba disfrutando. Se quedó parada frente a Kankuro, él la había buscado, así que él debía hablar. Pensó en abrazarlo o tomar su mano, pero era evidente que no era el mejor momento, o en todo caso, que Kankuro no estaba allí para recibir un beso.
-Escuché que pediste un descanso del Hospital...
-Sí, volveré en dos días- respondió Sakura con una sonrisa y cambiando su peso en la pierna izquierda.
-¿Realmente lo harás?
-¿Por qué no lo haría?
-¿No volverás a Konoha? Supongo que él te llevará de regreso, y si no es así, te irás unas semanas después.
La médico sintió que enrojecía por verse descubierta, el calor en su rostro era la prueba de que el ninja de Suna no se equivocaba. De todas las razones para que él quisiera hablar con ella, esa era la que menos pasaba por su cabeza, no sabía qué decir, la tomaron con la guardia baja.
-Entiendo que estás emocionada y feliz por la presencia del ninja de Konoha, pero no me gustaría que abandonaras tu entrenamiento médico, no cuando estás tan cerca de concluirlo. Sólo seis meses más- Kankuro hablaba con total calma.
-Extraño las misiones, extraño a la Hoja y a todos los que están allá, Kankuro. Sé que debería quedarme, pero quiero regresar; siento que me he perdido de mucho, de momentos con mis padres, con mis amigos.
-Lo entiendo, y no quiero que sientas que mi visita es para presionarte... sólo esperaba que lo consideraras. Gaara lamentaría mucho que te fueras, y yo, bueno, no hace falta repetirte cuánto te extrañaría. Creo que no importa lo que decidas, harás que alguien, ya sea en Konoha o aquí, te extrañe. Sólo piénsalo, ¿está bien?
-Si Tsunade-sama dice que puedo volver, lo haré. Lo lamento.
-No quiero que te disculpes, quiero que te quedes- la tomó del brazo, no con fuerza, sino como un intento de hacerla recapacitar, de recordarle que eran una buena pareja, que hacían un buen equipo.
-Kankuro...
-No me parece bien que la presencia de ese ninja altere todas tus mentas, Sakura- para ese momento él había subido un poco el tono de voz, no como un reclamo, sino con la seguridad de que decía lo correcto, y así era- Antes de su llegada estabas decidida a quedarte, que es lo que deberías hacer. Si ese ANBU se interesara por ti, diría lo mismo que yo. Actúas completamente diferente desde que él llegó.
-No he hecho nada malo.
-No dije que lo hicieras, pero tu comportamiento tampoco ha sido el mejor. Te olvidas de ti misma y le prestas toda tu atención a él, como si fuera más importante que tu entrenamiento.
-Lo es.
-¡¿Cómo puedes decir algo así?! Te recuerdo que no está aquí por voluntad, no tuviste visitas en más de un año, y de repente alguien se queda aquí por un par de días y te olvidas de que te abandonaron durante meses y meses. Nadie es más importante que tu entrenamiento, Sakura.
-Te equivocas- en la voz de la médico resonaba el enfado -Él estaría conmigo aunque dejara de ser una médico y una ninja. Si todo esto por lo que he trabajando tanto se acabara, él todavía estaría ahí.
-¡Eso no lo sabes!, es una suposición para justificar tu comportamiento.
-¿Todo está bien, Sakura?- la médico dio un pequeño sobresalto, ni siquiera había sentido la presencia de su sensei detrás de ella, pero escuchar su voz tranquilizó el creciente enojo que ya era visible en su rostro y que estaba a punto de explotar. La jovencita era temperamental, Tsunade había intentado controlar un poco esas emociones, pero no siempre podía enfocarlas en la fuerza física.
Kankuro y Sakura se observaron un par de segundos para que al final la médico asintiera y diera un paso hacia atrás para volver a entrar a su departamento. Ese pequeño gesto lo sentía como derrota, pero no podía seguir discutiendo.
-Entonces, ya que Kankuro se va, me gustaría que entraras y comieras un poco- la voz del ANBU sonó completamente autoritaria, ese fue el recordatorio a Kankuro del rango del ninja de Konoha y que ni siquiera estando en la propia Suna, como invitado, planeaba minimizar su posición. Parpadeó y también terminó por retroceder. Parecía que iba a decir algo más, pero Kakashi se lo impidió poniéndose frente a su alumna.
Cuando cerró la puerta, la voz de Sakura resonó en el departamento.
-Debe haberlo escuchado todo.
-No te preocupes, ahora de verdad me gustaría que comieras un poco- Kakashi se quitó la máscara y le dedicó una sonrisa libre de su máscara de tela. Había cierta tensión entre la pareja, Sakura sabía que su sensei escuchó cómo lo culpaban de su comportamiento, y él sentía que era cierto.
-Se ve delicioso.
Ambos ninjas se sentaron a comer, ya era la tarde del tercer día. Kakashi comió tranquilamente, sin máscaras, mientras intentaba mostrarse tranquilo estaba pensando en la conversación de su alumna con Kankuro, no porque fuera algo incómodo de presenciar, sino por el tema que discutían. Estaba furioso.
.-Es la primera vez que se comporta de ese modo- comentó Sakura con una sonrisa desilusionada.
-Y debe ser la última.
-Entiendo que se preocupa por mi entrenamiento médico, sólo quiere lo mejor para mí.
-Levantar la voz no hace que tenga más razón. Escucha, Sakura, esto puede sonar muy cursi, y tal vez no debería decírtelo en este momento, tú debes formar tu propio criterio...- el ninja dudaba en continuar, pero creyó que su consejo podría ayudar- Hacer lo correcto no siempre trae tanta felicidad, creo que en ocasiones ni siquiera te hace feliz- Kakashi se quedó en silencio y observó a la jovencita que intentaba asimilar lo que había oído, quizá necesitaba un ejemplo- Hace un año hiciste lo correcto al quedarte, y seguiste haciendo lo correcto por más de un año; yo hice lo correcto al pedirte que te quedaras. Pero no nos hizo particularmente felices.
Sakura asintió como señal de que lo había entendido, alargó las manos que descansaba en la mesa, y tomó las suyas con delicadeza.
-Gracias por quedarse, sensei- pero el ninja sacudió la cabeza en negación- Por favor no escuche a Kankuro, usted no me abandonó. Estoy segura de que en más de una ocasión pensó en mí, ¿no es cierto?
-Sí, por supuesto que sí.
-Creo que abandonar no implica distancia, podríamos estar en la misma Aldea durante años, pero si no pensara en mí, ni siquiera un poco, entonces creo que me sentiría abandonada.
Kakashi apretó con más fuerza las manos de Sakura, agradeciendo el intento que hacía por justificarlo. Recordó que mientras estuvo en Konoha, pensaba con frecuencia en Sakura, pensaba en las misiones que tuvieron juntos y claro que la extrañaba. La recordaba con más frecuencia de la que se atrevía a confesar, y no es que se avergonzara, pero no le encontraba el caso a confesar algo así. Bastaba con que ella supiera que no la olvidó.
La culpa se había hecho más grande cuando Kankuro los acusó de abandonarla, estaba furioso con el ninja por decirle algo así, pero era la verdad, la abandonó aunque pensara en ella con frecuencia. En el fondo se alegraba de que Sakura se marchara pronto de Suna. Cuando llegó para pedir ayuda, descubrió que no le gustaba estar allí porque de alguna forma era como si Suna le hubiera arrebatado a su alumna con esa propuesta tan generosa.
Se levantó de la mesa y se encaminó hasta su alumna, ella le veía curiosa de cada uno de sus movimientos, con una ligera sonrisa en los labios. Kakashi le ofreció una mano que ella tomó, cuando estuvieron de pie, la abrazó.
Tenía una necesidad tan insoportable de besarla, sus labios cosquilleaban con la sola idea de tocar sus labios y su piel, aunque fuera su frente o su cabellera rosa, pero incluso eso se le antojaba demasiado prohibido. La abrazó con fuerza intentando que ese contacto fuera suficiente, pero no.
Quería besarla en los labios, probar su sabor, averiguar si eran tan dulces como en ese momento lo imaginaba, un beso que continuaría en sus mejillas sonrojadas y terminaría en su cuello. Sus manos en la delicada cintura de Sakura, por debajo de la blusa, acariciando su piel, recorriendo la espalda y bajando hasta su trasero para aprisionarla más contra él. Deseaba quitarle cada prenda de ropa y ver su cuerpo desnudo, estaba seguro de que sus ojos la recorrerían, su boca se haría agua pero la tocaría con las manos para asegurarse de que fuera real, tocaría su cintura, su vientre, sus senos. Al final sus labios probarían esa suave piel, bebería cada gota de ella, se embriagaría en su cuerpo.
Imaginar cada gemido que podría arrancar de su garganta, explorar cada deseo, cada curva y cada sensación, llevarla al éxtasis, inundarla de placer sin descanso. Deslizarse en su interior, saborear cada segundo de su orgasmo. Imaginar ese momento le ocasionó un escalofrío entre el deseo y la excitación.
Se tragó cada uno de esos sentimientos. Era la primera vez que pensaba algo así relacionado con su alumna, la electricidad de días anteriores, esa atracción que parecía demasiado peligrosa no le había ocasionado una fantasía así, o quizá había sido lo suficientemente fuerte y sensato para dominarse. Nunca, jamás había fantaseado con una mujer, mucho menos con su alumna, apreciaba y valoraba su compañía, pero lo que ocurría en ese momento, lo que sentía, lo sobrepasaba.
-Me gustaría que terminaras de comer- dijo el ninja separándose- ¿Harías eso por mí? Yo me daré una ducha- era la segunda en el día.
-De acuerdo.
Sakura volvió a su asiento y comenzó a comer con una sonrisa. Se le veía tan joven, justo como era. El ninja le ofreció una sonrisa y desapareció.
La médico no tuvo oportunidad de decirle al ninja lo deliciosa que estaba la comida, y sobre todo, agradecerle por lo que hacía por ella. Ya era el tercer día, y más que nunca estaba lista para regresar a Konoha, volver con sus padres y amigos, volver a las misiones. Sabía que probablemente lo mejor era quedarse y terminar su entrenamiento médico, pero también quería disfrutar de su formación, y estaba segura de que sería más feliz en Konoha. En definitiva estaba lista para volver.
Terminó de comer con una sonrisa optimista. No estaba muy segura de los términos en los que quedaba su relación con Kankuro, parecía muy evidente para ella que todo se había terminado, aunque pudieran resolver la discusión anterior, de todos modos se marcharía pronto, en una semana si todo salía bien. No tenía caso que intentaran posponer lo inevitable, y Kankuro estaba de acuerdo, habían hablado del asunto por lo inevitable que era la partida de Sakura, pero la tenían prevista en seis meses más. Quizá por eso la incomodidad de Kankuro, todo estaba sucediendo demasiado rápido y ella no ocultaba su entusiasmo por marcharse, aunque eso significara separarse.
Terminó de comer y organizar la cocina, el calor estaba en su punto más sofocante, por lo que era seguro que no saldrían por el momento, quizá podrían descansar un poco, conversar y relajarse. Era el penúltimo día, por lo menos la alegraba la esperanza de que pronto se reuniría con él en la Hoja.
Se quedó parada frente a la puerta del baño. Le era tan difícil no imaginar lo que estaba sucediendo en esa habitación, el ninja completamente desnudo. De nuevo esa punzada de deseo palpitaba en su cuerpo, una punzada que era tan prohibida como placentera, que no encontraba razón más lógica para surgir que el que su sensei fuera tan atractivo. Y eso no era exactamente el problema, sino que su atractivo no pasaba desapercibido para ella, había otros hombres atractivos, pero no llamaban su atención. Era tan prohibida cada idea que le pasaba por la cabeza.
Tocó la puerta, sus dedos se aferraron a la madera y contuvo la respiración. Kankuro tenía razón, no era la misma desde que llegara Kakashi, su comportamiento y pensamientos eran diferentes. La atracción que surgió de una manera tan natural, tan fluida y delicada, entorpecía su juicio.
En ese momento no pensaba en que el ninja que se duchaba era su sensei, para ella sólo era un hombre que despertaba su interés y su deseo. Quería abrir la puerta, desvestirse y entrar a la ducha con él, tocar su piel, besar esos finos labios que se escondían detrás de la máscara, tomar su calor, enredarse en su cuerpo y explotar de placer en sus brazos. La idea de que el ninja era un hombre apasionado no dejaba de atormentarla, presionó la puerta con más fuerza para que al final terminara por alejarse.
Entró a su habitación y se recostó en la cama, tomaría un baño apenas saliera su sensei, lo cual fue unos minutos después.
-No tuve oportunidad de agradecerle por la comida, de verdad estaba deliciosa- el ninja estaba sin camisa, con unos pantaloncillos solamente. El paquete que la Hoja le envió contenía una buena cantidad de ropa, la necesaria para cuatro días, eso había solucionado un problema. Si la Hoja no hubiera sido tan previsora su sensei no tendría nada más que ponerse, ¿sería posible que justo en ese momento estuviera sin los pantaloncillos? sonrió maliciosamente ante esa idea.
-¿En qué estás pensando?- por un momento se olvidó de que su sensei estaba frente a ella, viéndola intrigado por la sonrisa traviesa que no ocultaba. Sakura rió y negó con la cabeza- ¿Así que no planeas decirme en qué estabas pensando que ocasionó esa sonrisa? Bueno, ojalá pudiera hacer algo para que cambiaras de idea- el ninja se acercó más a la cama donde ella estaba recostada.
-Estoy segura de que se le ocurrirá algo.
Sakura no podía creer que coquetearan de esa manera, que siguieran ese juego que estaba a segundos de volverse peligroso. Se levantó y se dirigió al baño para tomar una ducha, también era la segunda.
Era plena tarde, aún les quedaban unas horas de luz, seguro que encontrarían algo interesante que hacer.
Resultó que el resto de la tarde conversaron recostados en la cama, ella con unos pequeños shorts y una blusa ligera, y él sólo los pantaloncillos. Sakura podía ver su rostro en todo momento, ver cada expresión y cada gesto, era tan raro ver cada pequeña sonrisa que parecía hechizarla. No era de esos hombres que sonreían a menudo, no una sonrisa condescendiente, de ironía o de desinterés que eran más frecuentes, sino una sonrisa sincera. Ese gesto era mucho más fascinante en un hombre como él por su irregularidad, no era un gesto frecuente, ni generado por un motivo cualquiera, por eso era tan hipnotizante verlo de ese modo.
-Debes estar pensando en algo muy interesante- dijo el ninja pasando los dedos por la pequeña nariz de la joven- Tu nariz luce adorable cuando lo haces.
-No me había percatado.
-Quizá no lo haces siempre- dijo el ninja sin dejar de tocar su nariz- Como sea, no necesitas hacer esto-dio un pequeño toque a su nariz- para ser adorable. ¿Ahora me dirás en qué estabas pensando?
-Me sigue pareciendo tan extraño ver su rostro- confesó la jovencita con una sonrisa ligera- La situación en la que estamos, hace un año no pude despedirme de usted, terminábamos una misión, una que demostró un poco de lo que el equipo siete era capaz de hacer, creí que seguiríamos una pista más sobre Sasuke... Llegué a pensar que un año después él estaría de vuelta, el nivel de Naruto era bueno, y usted siempre ha sido extraordinario, y resulta que ahora estamos aquí.
-¿Te molesta el rumbo que tomaron las cosas?
-No, pero sí me sorprende. Me sorprende estar aquí, viendo su rostro.
-A mí también me sorprende estar aquí, acostado a tu lado.
Se quedaron en la misma posición durante un largo rato, viéndose, asimilando los cambios en el otro, en su relación, en lo que los rodeaba, cada cambio les gritaba que no volverían a ser los mismos, que todo lo que hace un año creyeron y sintieron no existía más.
Podría ser que estuvieran destinados a ser estrictamente sensei y alumna, todo lo demás estaba prohibido; sin embargo, él no sería el mismo sensei, ni ella la misma alumna, su relación había cambiado definitivamente. Podía sentir que cuando ella volviera a la Hoja, por más que intentara volver a un sitio seguro con Sakura, volver a un punto en donde no coqueteaban, no sería lo mismo. A menos, claro, de que volvieran a romperse.
...
Salieron cuando la noche estaba avanzada, cuando el calor no fue impedimiento para que pasearan por las calles tranquilamente. Sakura eligió un vestido ligero y color rosado, el único que tenía en su guardarropa, su madre se lo había enviado, por equivocación sin duda. Debía verse bastante extraña; sin embargo, su sensei la había halagado.
¿Cómo podrían volver a acostumbrarse a su rutina? Sakura en el Hospital de Suna, entrenando y ayudando a los ninjas, pasando el día entero allí, sin la oportunidad de pasar un buen rato conversando sobre cualquier cosa con el ninja que estaría muy lejos de ella. Y Kakashi volvería a las misiones frecuentes fuera de Konoha sólo para volver y descubrir que nadie lo esperaba, que las comidas en compañía se habían quedado en Suna, con su alumna. Esas dos rutinas ahora se antojaban tan desesperanzadoras que a ambos les costaba imaginarlas, por más real que fueran. A ambos les costaba imaginar algo que no implicara la cercanía del otro. Habían sido tres días tan cómodos y placenteros, tan cotidianos y por lo mismo tan fácil de acostumbrarse.
La realidad que les esperaba era otra, una demasiado cercana, a días de distancia
