Kakashi despertó con la sola idea de que era su último día en Suna. Se marcharía el día siguiente antes de que siquiera el amanecer se mostrara cerca, así que no les quedaba mucho tiempo, eran horas contadas. Estaba acostado en la cama, junto a Sakura que dormía en el otro extremo hecha un ovillo. En esa ocasión la médico no se acercó a él, lo dejó dormir tranquilamente y sin moverse mucho, apenas podía sentir su calor a esa distancia. No tenía idea de cómo había logrado mantenerse alejado de él, pero parecía tan cómoda que Kakashi pensó que no le era tan difícil, que no extrañaba tenerlo cerca, que podría dormir bien incluso cuando la dejara. En cambio Kakashi pensaba en su cama, en su apartamento, y todo le parecía tan rutinario, aburrido y frío.

Suspiró, de todos modos no había mucho que pudiera hacer.

La noche anterior habían paseado hasta la madrugada, horas caminando y hablando, disfrutando de la noche, del clima un poco más fresco y un viento que calmaba el calor tan sofocante de la tarde. Kakashi no estaba acostumbrado a tener algo que podría considerarse o que estaba cerca de ser una cita, descubrió que no era nada incómodo ni aburrido, y se encontró deseando que cuando Sakura volviera, hicieran lo mismo pero en Konoha. No exactamente tener una cita, porque ellos sólo eran sensei y alumna, pero sí dar algunos paseos y conversar sobre cualquier cosa.

Cuando volvieron al departamento, bien entrada la madrugada, entraron al dormitorio con una actitud llena de confianza y de naturalidad, intercambiaron algunas palabras mientras se cambiaban, y se escucharon algunas sonrisas cuando las luces se apagaron. Sakura le deseó buenas noches con una vocecita suave y dulce.

Kakashi intentó dormir, pero no lo conseguía, en su pecho había una emoción a la que no estaba acostumbrado, era la satisfacción. Estaba satisfecho con el paseo, con la compañía de su alumna, con lo que estaba sucediendo. Había una sonrisa en su rostro discreta pero absolutamente sincera por el deseo de que ese momento se alargara más de lo que hubiera sido posible. Se desveló observando a la médico dormir, contando las horas que les quedaban antes de separarse. Ni siquiera era necesario repetirse la sorpresa por sentir algo así por su alumna, por anhelar tanto su compañía, por ser tan cursi, por las fantasías que surgieron, pero en especial, por esa fracción de segundo en el que se imaginó una familia. Esa fantasía era la que le arrebataba el sueño porque surgió de la mano de Sakura.

Nunca se imaginó con una familia, lo máximo a lo que anhelaba era una pareja estable, e incluso eso se le antojaba difícil de alcanzar, estaba seguro de que no encajaría en una situación así. Sin embargo, el día anterior, sentado a la mesa con Sakura una imagen irreal parpadeó ante sus ojos, la imagen de estar con ella cuando el día acabara, de preparar la comida, dormir y despertar a su lado. Fue como si toda una vida se resumiera en segundos, y su alumna estaba con él, ella era la mujer de su vida. No sólo una compañera, sino parte de su familia.

-Buenos días, sensei- esa era la voz que por unos segundos se imaginó escuchar toda su vida, el primer sonido cuando despertara, el último antes de dormir. Sakura se había despertado y ahora se giraba para verlo y ofrecerle una sonrisa adormilada.

-Buenos días, Sakura.

-Espero que mi cama sea más cómoda que el sofá.

-Nunca había dormido tan bien- seguían manteniendo una distancia prudencial, cada uno en una orilla de la cama. Se quedaron en silencio, asimilando que era el cuarto día -Planeaba preparar el desayuno, así que por qué no te quedas aquí y descansas, te llamaré cuando esté listo.

-No es necesario, sensei, le ayudaré.

-Por favor, Sakura, déjame hacer esto por ti. Has tenido tantas atenciones conmigo que esto es lo menos que puedo hacer. Quiero hacerlo.

-De acuerdo, gracias.

La médico se quedó acostada sintiéndose un poco culpable, hubiera querido ayudar para pasar más tiempo con el ninja. Sabía que era el último día, pero no estaba triste, o por lo menos no tanto porque lo volvería a ver pronto cuando se reunieran en Konoha. En una semana podrían continuar con las conversaciones que se quedaran inconclusas, quizá salir un par de veces por semana, pasear cuando ninguno tuviera misiones. Sonrió ante esa idea, ante todo lo que les esperaba.

Planeaba escribirle a Naruto anunciándole su inminente regreso, pero decidió que lo haría cuando estuviera en Konoha, así la sorpresa sería mucho mayor. Seguro que Naruto se reuniría con ella en tan sólo unas semanas, y entonces el equipo siete estaría de vuelta.

De nuevo su mente estaba creado un sinfín de escenarios posibles, todos en Konoha, las misiones, su entrenamiento con Tsunade, las reuniones con sus amigos, volver a casa, con sus padres. En esta ocasión no detuvo esos sueños, dejó que continuaran con una sonrisa entusiasta. Siguió soñando hasta que la voz de su sensei la llamó desde la cocina.

-Huele delicioso, sensei.

-Espero que te guste.

Se sentaron a desayunar con una sonrisa, como si llevaran años haciendo lo mismo y cada día lo disfrutaran más. El ninja ya ni siquiera portaba su máscara de tela, no la usaba para dormir, para hablar ni para comer con ella. Cualquiera que los viera diría que tenían alguna clase de relación, o por lo menos que estaban acostumbrados a la compañía del otro, la verdad era que su única relación era sensei-alumna, y que no se veían hacía más de un año. Esa escena era completamente engañosa, o una ilusión en todo caso. Una ilusión de todo aquello que ambos anhelaban pero que no enfrentaban, que disfrazaban. La realidad intentaba escabullirse entre esa ilusión, arañaba pero sin llegar a tocarlos.

-Debo ir con el Kazekage, quiero agradecerle por permitirme quedarme y anunciarle que partiré mañana.

-Iré con usted.

-Te lo agradezco, pero no es necesario, no tardaré- para compensar ese pequeño gesto de tristeza por parte de Sakura, Kakashi estiró la mano y acarició su mejilla con ternura -Prometo que no tardaré.

El ex ANBU sonrió ante el rostro adorable de su alumna. No quería que ella fuera, planeaba pedirle al mismo Kazekage que le permitiera llevarse a su alumna de regreso a Konoha ese mismo día, no estaba muy seguro de conseguirlo por eso prefería que Sakura se quedara. Era un impulso que tomó fuerza durante el desayuno.

Terminaron el desayuno y Kakashi se dirigió a la Torre del Kazekage con su atuendo ANBU, a excepción de las espadas que era absolutamente innecesarias. No era un día tan caluroso como el anterior, pero de igual forma extrañaba el clima de Konoha. Mientras caminaba intentaba pensar en un discurso convincente para el Kazekage, el deseo de Sakura de marcharse debía ser su principal apoyo, pero quería utilizarlo como último recurso para no ofender a Gaara. Podría decirle que le gustaría que el equipo siete volviera a reunirse y la necesitaba.

Entró a la Torre cuando le daba los últimos retoques a su discurso mental, caminó por los pasillos sujeto a algunas miradas curiosas que apenas se enteraban de su presencia allí, y los que ya sabían, de igual manera lo observaban con curiosidad. No reconocía alguna cara, y no estaba allí para reconocerlos sino para hablar con el Kazekage. La única cara que logró reconocer fue la de Kankuro que se plantó frente a él, y era la que menos deseaba ver. No le había gustado el tono con el que le habló a Sakura y seguía furioso.

-Por favor venga conmigo, necesitamos hablar- su tono no era autoritario, de otra manera Kakashi hubiera seguido con su camino, pero el ninja usaba el tono de alguien que pide un favor.

El ex ANBU asintió, sabía perfectamente de qué, mejor dicho, de quién hablarían, y era mejor que lo hicieran de una buena vez porque era la última oportunidad de Kankuro para despedirse. Entraron a una habitación que era utilizada como sala de reunión, una gran mesa con varias sillas, seguro que muchas conversaciones confidenciales se habían llevado a cabo allí mismo. Kakashi ni siquiera contempló la idea de tomar asiento, y Kankuro tampoco lo hizo. Ambos pensaban en una conversación corta.

-Imagino que pensaba hablar con Gaara para anunciarle que Sakura se marcharía pronto- Kakashi asintió sin un toque de duda.

-Y para agradecerle por su amabilidad.

-Sakura se ha convertido en una ninja muy apreciada y reconocida aquí- comenzó Kankuro con calma, seguro que él también había memorizado un discurso -No olvido sus principales metas, ella misma me las ha contado y no han cambiado desde que llegó; Sakura sólo desea ayudar a su equipo, a tantos ninjas como pueda, darles una oportunidad más. Espera que cuando regrese a Konoha también lo haga Naruto y entonces su equipo se forme de nuevo. No soy ajeno a sus deseos, es imposible olvidar algo que Sakura cuenta con tanto entusiasmo, sus ojos brillan de alegría e incluso su tono de voz se vuelve más fino y hasta dulce.

Ese es un gran sueño, pero no me parece que sea adecuado para Sakura- Kankuro suspiró y continuó -Sé que Suna no está al nivel médico de la Hoja, no desde que la Sannin es la Hokage, y que Sakura sea su alumna definitivamente la ha beneficiado; nosotros no podemos ofrecerle más de lo que ya hemos hecho, cuando su entrenamiento termine y aprenda nuestros secretos médico, no tendremos más que enseñarle, no habrá motivo para que se quede. Seguramente volverá a Konoha, continuará bajo las órdenes de su Kage, y aunque eso parecería lo mejor, no lo es. El talento que tiene Sakura como médico es asombroso y suena cruel, pero para desarrollarlo necesita alejarse de las misiones, y por tanto de su equipo, sus metas son dulces y tiernas, no deja de nombrar a Naruto o a su sensei, pero eso mismo la limita. Lo Hoja la va a limitar porque en lo único en lo que podrá concentrarse es en Naruto y su sensei.

-¿Crees que debería quedarse aquí?- Kakashi preguntó con ironía que fue aceptada con una sonrisa condescendiente por parte de Kankuro. Los ninjas eran entrenados de manera muy diferente en cada Aldea y en cada País, lo que ocasionaba un pensamiento diferente. Kankuro se concentraba en el potencial de Sakura, en hacer lo que fuera necesario para desarrollarlo.

-Por lo menos seis meses más. La Roca se ha enterado de que una alumna de la Sannin está con nosotros, entrenando a nuestro equipo médico, y estoy seguro de que le harán una oferta a Sakura si se queda con nosotros. No espero que usted lo entienda, aunque es evidente que es cercano a Sakura, ni siquiera Naruto porque la quiere demasiado; creo que el único que puede entenderlo es el encargado del equipo siete, el hijo de Colmillo Blanco.

-¿Por qué crees que él estaría de acuerdo contigo?

-Él es el único que no pierde la perspectiva porque su deber es hacer lo mejor para sus alumnos. El resto es sentimentalismo.

-¿Qué sucede con los deseos de Sakura, también son puro sentimentalismo?

-Hay deseos útiles, ayudar a su equipo es lo que la ha llevado tan lejos, lo que en primer lugar impulsó su entrenamiento médico. Pero no todos los deseos son tan útiles, no creo que ir en búsqueda de Sasuke le traiga algo bueno, por ejemplo. Algunos deseos son un buen punto de apoyo, pero no deben cumplirse.

Kakashi entendía ese punto, uno de los deseos de Sakura, por lo menos cuando estaba enamorada de Sasuke, era redimirlo, y, con el tiempo, formar una pareja, seguro que tener una familia y resurgir el Clan Uchiha, incluso con la juventud de Sakura, Kakashi sabía que ese deseo llegó a impulsarla a traerlo de vuelta, a convertirse en médico. Kankuro tenía razón, había deseos que no debían cumplirse. Kakashi nunca dijo en voz alta que Haruno y Uchiha no debían estar juntos, no desde su punto de vista; el deseo de Sakura de formar una familia con Sasuke no debía cumplirse, no cuando condenaba a la jovencita a estar a la sombra de su compañero, siempre detrás de él, siempre tras sus pasos pero nunca caminando a su lado.

Al ninja no le quedó más remedio que asentir y desaparecer. No quería quedarse y decirle a Kankuro que tenía razón, que había logrado cambiar su opinión, que la realidad se le había presentado cuando más entregado estaba a la ilusión. Claro que sabía qué era lo mejor para Sakura, priorizar su entrenamiento médico; sin embargo, él mismo le había dicho que en ocasiones estaba bien ser feliz, quizás no debió decirlo en ese momento, sino dejar que ella misma formara su propio criterio. Quizá sus palabras la animaron a volver a la Hoja, también su repentina presencia, de no haberse quedado, o aparecido, seguramente Sakura no estuviera dudando tanto. No estuvieran en ese embrollo en el que estaban metidos. Debió manter su distancia, comportarse como el sensei que se esperaba, como lo eran todos sus compañeros. Debió hacer muchas cosas de manera diferente, pero se dejó llevar. Actuó mal desde que que correspondió a al abrazo tan efusivo por parte de su alumna, no estaba mal abrazarla, pero sí de la manera en que él lo hizo. Creyó que podría mantener un límite, pero lo cruzó en el primer día. No era un fuego controlado, lo mejor que podía hacer era apagarlo.

-Lamento que se marche tan pronto- dijo Gaara, Kakashi se había quitado la máscara y se presentaba ante él para agradecerle.

-Tengo algunas misiones pendientes que no puedo seguir retrasando- contestó con un tono perfectamente cortés. La conversación con Kankuro había cambiado significativamente su humor, pero era lo bastante maduro como para involucrar a terceros, y tampoco demostrarlo.

-Sakura...

-Lo sé, quiere volver a la Hoja- completó Kakashi apretando su máscara ANBU -Pero creo que debería quedarse, hablaré con Tsunade-sama al respecto y estoy seguro de que estará de acuerdo conmigo. Es mejor que no regrese, no por ahora.

-¿Sakura lo sabe?- Gaara estaba genuinamente sorprendido, estaba seguro de que se despediría de la médico y resultó que su intuición había fallado, aunque no del todo, de no haber hablado con Kankuro, estaría escuchando un discurso muy diferente, uno más parecido al que imaginaba.

-No, y es mejor que no lo sepa. Sakura necesita seguir mejorando, explorando sus límites, necesita concentrarse en ella, pero me temo que ella todavía no es su propia prioridad. Es mejor así.

-Haré lo que la Hoja crea conveniente.

-Gracias, Kazekage-sama, gracias por permitir que me quedara y por todas sus atenciones.

-Unn ninja de la Hoja siempre será bienvenido.

Kakashi se despidió y volvió con Sakura. Les quedaban sólo algunas horas juntos, y serían las más difíciles porque desde ese momento le estaba mintiendo. Se pasó las manos por la cabellera gris y deseó estar en cualquier otro lugar. Pensó que no podría verla a los ojos, que su semblante lo delataría. No eran muchos los momentos en que se sintió como un cobarde, pero ahí estaba, mintiéndole a su alumna que confiaba en él, que se quedaría esperando una carta que nunca llegaría. Cobarde para decirle a Sakura que se quedaría porque era lo mejor, y cobarde para aceptar que él deseaba llevarla a Konoha ignorando todo lo correcto. Había deseos que era mejor que no se cumplieran, y allí estaba uno de los suyos también.

-Sensei, ¿qué hace aquí afuera?- preguntó Sakura frente a él, con una sonrisa tan radiante, tan dulce, tan llena de entusiasmo.

En lugar de responder, Kakashi la tomó de la cintura, escondió su rostro, cubierto con la máscara ANBU, en el cuello de la jovencita y entraron al departamento.

...

Eran las primeras horas de la madrugada, Kakashi no había podido dormir ni siquiera un hora, sus ojos estaban permanentemente abiertos tan sólo esperando que llegara la hora para marcharse, casi como la noche anterior. Sakura estaba a su lado, ella sí dormía, envuelta en las cobijas; parte de su espalda desnuda brillaba como si poseyera luz propia. Su melenita rosada estaba regada por toda la almohada y contrastaba con las sábanas blancas. Repentinamente apareció esa imagen de una familia, el deseo palpitó en su pecho con tanta claridad como si le exigiera que él también se diera cuenta y se la llevara consigo. Estupideces, estaba pensando llevarse a su aumna para formar una familia, sin duda era el pensamiento más estúpido que había tenido. Todo sucedió en un par de días, los sentimientos, las fantasías, los anhelos, eso demostraba que no era más que un impulso pasajero. La atracción sí podía ser real, surgida por una mirada, una sonrisa, un toque, pero todo lo demás no.

El ninja no podía seguir así, se levantó, buscó su ropa inmediatamente para vestirse. Guardó sus cosas con la idea de marcharse a la sala y esperar allí; pero como en los últimos días, cedió a sus impulsos, prometiendo que sería el último y se quedó sentado al lado de Sakura, observándola.

-Sakura, debo irme- le susurró a la jovencita cuando hubieron pasado un par de horas.

-Deme un momento, lo acompañaré a la entrada.

-No es necesario, quédate y sigue durmiendo, ¿está bien?- la médico se incorporó, algunas de las sábanas que la cubrían cayeron y mostraron su cuerpo.

-Por favor tenga mucho cuidado- dijo la médico con cierta desilusión por la negativa del ninja.

-Lo haré- dijo el ninja mientras acariciaba el hombro desnudo de Sakura y le sonreía por última vez. Un último beso, el primero y el último.

-Lo veré pronto.

La desaparición tan rápida del ninja debió ser una señal para la jovencita, la forma en la que se acercó, como si fuera a besarla también debió serlo, pero ella estaba tan satisfecha porque en esa ocasión por lo menos sí pudo despedirse que no notó nada extraño, o mejor dicho, no quiso notarlo. Sakura se quedó acostada, sonriendo porque estaba segura de que volvería pronto, soñando que la carta de Konoha llegaba ese mismo día, decidiendo si empacaba todas sus cosas por la mañana o por la noche, haciendo una lista mental de todos los que quería despedirse. Enterró esos ligeros miedos que le acariciaban la espalda, las dudas que tocaban sus manos y le susurraban que algo andaba mal.

Estaba segura de que en máximo una semana estaría despertando en su hogar, en la casa de sus padres.

Eso no sucedió, Kakashi emprendió su camino de vuelta; durante todo el camino se prohibió pensar en la decisión que ya había tomado; y por supuesto que habló con la Hokage cuando llegó, pero sus palabras fueron muy distintas a las que le prometió a Sakura. Era un traidor y aceptaba la culpa por sus acciones, pero en su defensa realmente creía estar haciendo lo mejor para su alumna.

-¿Cómo está Sakura?- Tsunade sonrió con ternura al pensar en su alumna.

-Los ANBU ya debieron contarle un poco, y aunque no tuve la oportunidad de verla trabajar personalmente, estoy convencido de que es más asombrosa de lo que mis compañeros pudieron decirle- la Quinta asintió -Está mejor en Suna.

-¿No quiere regresar aún?

-Usted más que nadie más sabe del potencial de Sakura, lo que es mejor para ella. Confío en que tomará la decisión correcta.

-Creí que estaría lista para volver, y sé lo que es mejor para mi alumna; pero me gustaría saber tu opinión al respecto, como su sensei. Es muy joven todavía para forzar sus habilidades, Suna podrá ser lo mejor, pero si quiere volver, lo hará. No creamos ninjas perfectos, Kakashi, ya se ha intentado antes y los resultados marcaron la historia de Konoha.

-Sólo seis meses más, Tsunade-sama, ya ha resistido un año- la Quinta lo pensó durante varios minutos, no estaba completamente convencida, y, además, también le sorprendía que Kakashi no pidiera el regreso de su alumna.

-Tú la conoces mejor que yo, Kakashi, ella pudo haber sido mi alumna más reciente, pero has ido de misión con ella y la mejor forma de conocer a alguien que durante las misiones, creció contigo, al menos los primeros años de formación... Confiaré en ti, Sakura se quedará en Suna.

Kakashi sabía que si él llegaba a decirle que Sakura quería volver, o que él la quería de vuelta, la jovencita habría vuelto al día siguiente. Pero no dijo una sola palabra, ni siquiera permitió que una pequeña sombra de duda apareciera en su voz.

Entonces esa carta que Sakura estaba esperando nunca llegó, la médico esperó ese primer día con tanta emoción, y cuando no la llamaron de la Torre Kazekage, se mantuvo entusiasta creyendo que sucedería al día siguiente. El siguiente tampoco hubo cambio, tampoco la llamaron. Pasó una semana, un mes. Fue entonces cuando Sakura continuó con su rutina y dejó de esperar, cuando desempacó todo lo que había guardado. No volvió con Kankuro, pero sí al Hospital, todos los días.

Escribió a Naruto como siempre, pero no a su sensei.