Tres Días en la Mansión Kido

Capitulo I

¡Baja a desayunar!

por Anako Hiten

Nueve de la mañana. En la mesa esperaban al único que faltaba para dar inicio al desayuno.

Nueve y cuarto...

Nada, el muchacho no bajaba a desayunar.

—¡Es suficiente!— exclamó mohíno el chico robusto de ojos y cabellos azules— ¿Ése pato del demonio esta dándose mas importancia de la cuenta? Ahora mismo verá qu——

—¡Ay niisan, relájate!— le dijo dulcemente el chico que está a su lado— El pobre no ha podido dormir en toda la noche...

—¿Cómo sabes que no durmió?— le preguntó su hermano aprensivamente— ¡No me digas que espías a ése pato, Shun!

Shun miró a su hermano, contestándole con una dura mirada.

—¿Espiarlo¡Por favor hermano¡No me digas que sigues con eso! Claro que no lo espío, lo que pasa es que anoche hablé con él, tratando de averiguar lo que le sucede, pero no me quiso decir nada.

En ése momento, se oyó desde una esquina de la mesa una voz muy seria:

—Francamente me preocupa su actitud, ha estado muy distante últimamente. No logro entender qué es lo que le sucede.

—¡Bah, Shiryu! Mejor déjenlo así, no podemos dejar de desayunar cada vez que le dé una crisis emocional— dijo sarcástico el moreno de ojos castaños— Además, saben que no es la primera v——

—¡SEIYA¡No hables de esa forma!— le reprendió la única mujer presente— A decir verdad has estado insoportable últimamente¿qué es lo que te pasa?

—Saori tiene razón, Seiya, deberías cambiar tu estúpido comportamiento, ya nos molestas con tus tonterías— le dijo odiosamente el hermano de Shun.

—¡Y tú qué hablas Ikki, si vives viendo como amargarnos el día!— farfulló Seiya y luego se dirigió a Saori más calmado— Ah, Saori, sabes que me importa mucho Aurora, pero si no quiere decirnos nada, no podemos obligarlo. Además— agregó con un guiño— sabes que el aburrimiento me tiene diciendo estupideces, como tengo tanto tiempo sin hacer nada...

—¡Tu cerebro está dejando de funcionar!

—¡IKKI!

—Sí, por falta de uso, y por dormir y comer todo el día¡ja, ja, ja!

—¡SHIRYU!

—¡Creo que la televisión y las cantidades de dulces que comes te están consumiendo las neuronas Seiya!

—¿También tú, Shun?

En el rostro de Seiya se observaba una cómica expresión de indignación y rabia, parecía un niño malcriado. Aunque él siempre sabía como responder a esa clase de burlas en su contra, esta vez no quiso, sencillamente tardaría demasiado y tenía mucha hambre para discutir.

—Bien, continúen, no me interesa lo que digan— dijo Seiya cerrando sus ojos con resignación y levantándose de la mesa— Un caballero no se ofende con chilindrinas como esas. Mejor iré a despertar a Aurora, con permiso.

Sin más, Seiya se retiró, dejando a los demás patidifusos; no era normal que Seiya pasara por alto tantas burlas en su contra.

—¿Y a este qué?— preguntó Ikki desconcertado por lo sucedido— ¿Ahora se cree el muy serio?

—Creo que el hambre es lo que lo tiene así— dijo Shiryu muy sonriente— son más de las nueve de la mañana y aún no ha probado ni un bocado.

Seiya subió las escaleras directamente hacia la última habitación. Se detuvo frente a la puerta para intentar escuchar algo. Ronquidos. Entró sigilosamente en la habitación oscura y vio a su amigo profundamente dormido. Sólo llevaba puesto unos ajustados calzoncillos y la sábana yacía en el piso. Seiya observó bien la habitación: había plumas por todos lados... ¿plumas?... Deslizó sus ojos por el piso... ¡las almohadas! Seiya sonrió al pensar lo que Ikki hubiese dicho de esto. Las almohadas estaban totalmente destruidas, al parecer el muchacho tuvo un ataque de ira y las destrozó, regando las plumas por todo el suelo y unas cuantas se enredaron en sus rubios cabellos.

—Debo despertarlo, y me tendrá que decir lo que pasa— pensó Seiya. Se acercó lentamente al muchacho para despertarlo y susurró— Hyoga... despierta Hyoga... Hyoga...— nada, Hyoga no se despertaba. Seiya levantó un poco más la voz— ¡Vamos Hyoga! Es muy tarde para que estés durmiendo... Hyoga... ¡el que debería estar durmiendo soy yo!... Hyoga...— ni se inmutó. Seiya, perdiendo los estribos decidió agarrarle un mechón de cabellos a Hyoga y...

—¡HYOGA LEVÁNTATE CISNE PEREZOSOOOOOO!

—¿Eh?— el muchacho brincó de su cama muy alarmado y agarrándose la testa — ¡Aaaay, mi cabeza!... ¿Seiya?— primero lo miró sorprendido, luego, hecho una furia le gritó:— ¿POR QUE ME JALAS LOS CABELLOS¿QUÉ DIABLOS TE SUCEDE?

—Lo siento, pero es que——

—¿Es que acaso no has comido¿ahora también debo soportar tus absurdas bromas¿…

—¿QUÉ PASÓ AQUÍ?— interrumpió Ikki, entrando al cuarto y viendo el desorden— ¡jajajajaja¿Es tu día de muda, pato? Asqueroso, la próxima vez que mudes el plumaje ¡vete a un estanque!

—¿pato?... ¿PATO!— Hyoga se puso rojo de rabia— ¿ME HAS LLAMADO PATO¡Y DIME TÚ QUÉ DEMONIOS TE CREES¡NO ERES MÁS QUE UN PAVO ROSTIZADO!

—El que se cree más de lo que es eres tú¡ganso estúpido!— le replicó Ikki— ¡Durmiendo a estas horas y haciéndonos esperarte como idiotas para poder desayunar!

—Oh... lo lamento— dijo Hyoga clavando los ojos en el piso— No era mi intención hacerlos esperar, no me di cuenta de la hora— miró al reloj que colgaba en la pared— ¡Vaya que es tarde! Por favor, vayan a comer y discúlpenme con los demás, no bajaré hoy.

—En serio estás mal Hyoga, es la primera vez que no le contestas a Ikki— le dijo Seiya preocupado— ¿Es que también has perdido tus ganas de pelear con él?

—Ya lo ves Seiya, no es más que una gallina desplumada. No quiere pelear porque sabe que no puede conmigo.

—No Ikki— dijo Hyoga afligida pero firmemente— No quiero pelear porque no le veo sentido¿por qué insistes en eso Seiya?

Seiya se sintió como una basura y bajó la cabeza avergonzado. Ikki no hacía mas que provocar a Hyoga, pero sin resultado, no quería pelear.

—Bueno ganso, si tú lo dices¡me largo!— bufó Ikki mirándolo con desprecio— Me voy a comer porque ya tengo mucha hambre y no pienso seguir mirándote en ése repugnante estado¡VÍSTETE!

Finalmente el fénix se marchó dando un fuerte portazo. Se quedó pensando que Hyoga estaba realmente deprimido si desistía de pelear con él. No le gustaba para nada que estuviera en ése estado, a pesar de sus incesantes discusiones, Hyoga era su amigo y debía ayudarlo de alguna manera.

Entretanto, Seiya seguía en la habitación con Hyoga, tratando de persuadirlo para que le contara lo que le ocurría.

—¡Vamos Hyoga¿Qué te sucede?— dijo Seiya sacudiéndolo por los hombros— Debes decirme por qué has estado así últimamente, nos tienes muy preocupados.

—No se preocupen por mí— dijo Hyoga con voz apagada— Ve a comer Seiya, debes estar muriéndote.

—Tienes razón, me estoy muriendo, pero por saber lo que te tiene así. ¿qué acaso no somos amigos? El hecho de que a veces me comporte como un tonto no significa que no puedas confiar en mí. ¡Vamos Aurora!— agregó Seiya con un guiño— ¡Habla, desahógate!

—Gracias, pero no...— Hyoga hablaba entrecortadamente y se cubrió el rostro con las manos. Seiya vio lágrimas que escapaban de entre ellas— ...no necesito esto...

—¡Hyoga¿Por qué?...

—¡NO¡No insistas! Éste es un problema sólo mío, de nadie más. Vete Seiya, por favor déjame solo.

Seiya se rindió y obedeció a su amigo. Entendió que éste no le diría nada y decidió dejarlo así por el momento. Al bajar al comedor todos estaban ya desayunando. Por lo visto Ikki ya había dado del mensaje de Hyoga.

—¿Cómo lo viste¿Está bien?— le preguntó Shun preocupado al sentarse.

—No Shun, se ve realmente decaído— respondió Seiya en voz muy baja— Lo dejé llorando. Además no me quiso decir nada, y me pidió que lo dejara solo. ¿Tienes alguna idea de lo que lo tenga así?

—No, pero necesito saberlo, no puedo soportar verlo así— dijo Shun apartando su comida y mirando pensativamente hacia el cuarto de Hyoga.