Capítulo 11
Cuando Joe llegó enfrente de la casa de Chisako se encontraba sin aliento. Para llegar a su piso, había tenido que esforzarse por avanzar entre la muchedumbre para retomar el metro. Varias veces, había sentido vibrar su móvil mientras estaba en los transportes. Cuando finalmente salió de los pasillos del metro, abrió su teléfono: Koushiro. Probablemente se tratase de Mimi. Le daba pena su amigo, pero le contestaría más tarde. Tenía ahora que lidiar con sus propios problemas. Bajó la calle, llegó al edificio de Chisako, subió a su piso que se encontraba en un pasillo abierto al exterior y tocó el timbre. Cuando la chica vino a abrirlo, Joe tuvo la impresión de que un gran peso se evaporaba: le sonreía. Al mismo tiempo, un grito desgarró el aire. Joe se dio la vuelta y quedó mudo de horror: un enorme dragón rojo acababa de aparecer en el cielo de Tokio. Abrió su larga boca y una devastadora luz azul y verde salió expulsada. ¿Qué había pasado en el mundo digital? Joe sintió que el miedo crecía dentro de él. Chisako se había puesto pálida.
– Joe, ¿qué... qué es eso?
– No tengo idea... pero seguro que no es algo bueno ¡Llamo a Koushiro!
En la pared donde estaba sentado, Koushiro acababa de ver a los dos digimons demonios surgir en el cielo. A su lado, Sakae abrió ojos horrorizados. El móvil de Koushiro sonó: Joe. Descolgó inmediatamente:
– ¡Joe, por fin! ¡No conseguía contactarte!
– Lo siento por no haber respondido antes. ¿Qué diablos está pasando en el cielo?
– Espera, te digo... es Leviamon. Uno de los Siete Señores Demonios al servicio de Yggdrasil. No ha venido solo, está con... Laylamon. Ambos están en el nivel mega.
– ¿Cómo es posible que hayan llegado hasta nuestro mundo?
– Daemon les ha abierto un camino desde el mundo digital.
– Daemon... ¿el mismo Daemon al cual Takeru, Hikari, Daisuke, Iori, Miyako y Ken se habían enfrentado?
– El mismo.
– ¡Qué horror! ¡Hay que reenviarlos de vuelta al mundo digital inmediatamente! ¡Sino lo destruirán todo!
– ¡Lo sé! Pero acabo de enviar a los demás al mundo digital donde están todos los demás demonios del Mar Oscuro.
– ¿Podemos luchar contra Leviamon con Gomamon?
– No sé si podréis vencerlo, es muy poderoso.
– ¡Vamos a intentarlo!
– Vale, ¡te envío Gomamon! ¿Dónde estás?
– ¡En casa de Chisako!
– Vale ¿y eso dónde está?
– ¡Yo sé! exclamó Gomamon, tirándose hacia Koushiro.
– Joe, Gomamon va a juntarse contigo. Yo me voy a encargar de Laylamon ¿Sabes dónde está Mimi? No consigo dar con ella.
– Ni idea.
– De acuerdo, voy a ver qué puedo hacer.
Koushiro colgó, marcó de nuevo el número de Mimi, sin respuesta. En el cielo, Leviamon estaba fuera de control. Con su mano dorada enguantada, Laylamon lanzaba rayos negros que corrompían todo lo que tocaban. En ese mismo instante, se abrió una ventana de video llamada y apareció la cara de Gennai:
– ¡Koushiro! ¡La situación es crítica en el mundo digital!
– ¿Qué ocurre? entró en pánico el joven.
En el mundo digital, Daemon estaba haciendo avanzar su tornado de fuego hacia los Niños Elegidos. Omegamon estaba tratando de contenerlo sin éxito. Sin darles el menor respiro para huir, Beelzemon los acribillaba con sus pistolas, Barbamon arrojaba lava del suelo que Holydramon estaba tratando de extinguir, Lucemon multiplicaba las bolas de energía que Seraphimon estaba luchando por contener, y Belphemon lanzaba descargas eléctricas que producía con sus cuernos. El aire comenzó a oler humo y fuego. Todos los adolescentes se pusieron a toser.
– ¡No aguantaremos mucho más! gritó Yamato.
Taichi lo sabía. Necesitaban un digimon más poderoso. Sin él, los Siete Señores Demonios estarían en situación de ventaja. Necesitarían en ese caso varios Omegamons para superarlos. ¿Pero cómo resistir? Una idea cruzó la mente de Taichi como un rayo. ¡Claro! Se dirigió a la pantalla intangible que Gennai había creado para comunicarse con Koushiro.
– ¡Koushiro! le gritó a su amigo. ¡Baihumon debe venir para ayudarnos! ¡Es una Bestia Sagrada, es nuestra única oportunidad! Él es el único que puede oponerse a los Siete Señores Demonios. ¡Ve a buscar el profesor Nishijima!
Al mismo tiempo en el mundo real, uno de los ataques de Laylamon golpeó un árbol que cayó en dirección a Koushiro.
– ¡Cuidado! gritó Sakae, tirándole por la manga.
Estuvieron a punto estuvieron de que el tronco los aplastara. Koushiro, tratando de mantener la calma, reabrió su computadora y restableció la comunicación con el mundo digital.
– ¡Taichi, Laylamon y Leviamon están haciendo mucho daño aquí! ¡Primero tenemos que enviarlos de vuelta al mundo digital!
– Koushiro, si no hacemos nada, ¡el mundo digital será destruido!
– Y si no hacemos nada aquí, ¡el mundo real será destruido! replicó Koushiro. ¡Sabes cuantos muertos podría haber Taichi!
Taichi apretó los dientes, desgarrado frente a este difícil dilema. Levantó la vista: el tornado de Daemon avanzaba, acercándose metro por metro, aunque Omegamon hiciera todo lo posible para contenerlo. A través de la pantalla de Koushiro, escuchó la devastación causada por Leviamon y Laylamon en el mundo real.
– ¡Esperad, puedo ir yo a buscar al Sr. Nishijima! exclamó de repente una voz femenina en la pantalla abierta por Gennai.
Sakae se había acercado a la computadora de Koushiro.
– Taichi, ¿confiarías en mí? ¡Puedo hacerlo! ¡Dame la dirección e iré!
Taichi, al principio sorprendido, dudó una fracción de segundo. Koushiro hizo una reserva:
– Taichi, no sé si es una buena idea confiar esta tarea a una chica que acabamos de conocer...
– ¡No hay tiempo que perder! respondió Taichi. Vale, Sakae, ¡te voy a dar la dirección! dijo sacando el papel que Nishijima le había dado.
Deletreó la dirección, que Sakae escribió en su teléfono.
– Voy, dijo.
– Cuando encuentres al profesor Nishijima, le dijo Koushiro, acercaos lo más posible a Laylamon. Estaremos sin duda cerca con Tentomon para combatirla.
– Entendido, asintió Sakae.
Koushiro cortó la comunicación con Gennai y Taichi mientras Sakae se iba corriendo. Intentó el número de Mimi una vez más. Aún nada.
– ¡Maldita sea! gritó. ¡Tentomon, Palmon, venid conmigo!
Puso su computadora en su mochila y se fue corriendo. Mimi tenía que estar en casa. Después de lo que había sucedido entre ellos, probablemente había apagado su móvil. ¡Ojala estuviese sana y salva! Se apresuró por las calles. Laylamon continuaba causando estragos, Leviamon escupía su fuego en todos los puentes de la ciudad.
– Tentomon, ¡encárgate de Laylamon! dijo Koushiro a su digimon. ¡Joe y Gomamon tendrían que estar luchar contra Leviamon! ¡Voy a buscar a Mimi!
– ¡Vale!
El digivice de Koushiro comenzó a brillar, Tentomon digievolucionó: primero se convirtió en Kabuterimon; luego, gracias al símbolo del conocimiento de Koushiro, se convirtió en Mega Kabuterimon. Mientras volaba hacia Laylamon, Koushiro vio una bicicleta volcada en el camino: la tomó sin hacerse más preguntas, se subió encima, Palmon saltó a la canasta y tomó la dirección del edificio de Mimi a toda pastilla.
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Sakae salió del metro y se abrió paso a codazos para pasar los torniquetes lo más rápido posible. Tan pronto como se encontró al aire libre, volvió a leer la dirección que Taichi le había dado. Giró para orientarse mejor y finalmente localizó la calle correcta. La subió corriendo, buscando el buen número.
– ¡Aquí es! exclamó ella.
Levantó la vista: este edificio era particularmente alto y el profesor Nishijima vivía en la quinta planta. ¡Esperemos que haya un ascensor! pensó la chica. Sí, lo había, pero Sakae rápidamente se desilusionó: tres personas mayores y una pareja con un carrito de bebe estaban esperando para subir. No entrarían todos. ¡No había otra que subir por las escaleras! Llegó sin aliento en la quinta planta y fue hasta al fondo del pasillo justo en la última puerta. Allí tocó el timbre y rezó para que el Sr. Nishijima estuviera en casa. Después de varios timbrazos repetidos, la puerta finalmente se abrió. Apareció Nishijima, con el pelo desordenado y los ojos entreabiertos por el sueño. Miró a Sakae, cuyo rostro le resultaba familiar, pero a quien no podía resituar en ese momento en su memoria. Sakae se dio cuenta:
– Buenas noches profesor, soy Sakae Mochizuki, la hermana de Meiko. Son Taichi y Koushiro quienes me envían. Necesitan su ayuda. La Sra. Himekawa ha enviado Siete digimons demonios en el mundo digital. Están al servicio de Yggdrasil y representan un peligro para ambos mundos.
Cuando oyó el nombre de Himekawa, Nishijima se estremeció, esta vez ya despierto. Entonces, ¿Maki estaba viva? ¿Y habría liberado digimons peligrosos? ¿Entonces todavía estaba sirviendo a Yggdrasil? ¿Por qué? ¿Por qué no supo protegerla mejor para evitar semejante desastre?
– Incluso con todos sus digimons en su forma más avanzada, Taichi y sus amigos no pueden derrotar a estos demonios, continuó Sakae. Le necesitan a usted y a su digimon para repelerlos, por eso me envían a buscarle.
A Nishijima se le heló la sangre. En este momento, un rugido desgarró el aire. Sakae se dio la vuelta. En el cielo, a lo lejos, Nishijima percibió una ola de llamas azules que iluminaban las nubes en la noche. Luego vio al enorme dragón que las iba lanzando.
– ¿Qué es esto?
– Dos de los digimons liberados por la Sra. Himekawa han entrado en nuestro mundo, explicó Sakae. Koushiro y Joe están luchando contra ellos en este momento.
– ¿Solos?
– Sí.
– ¿Han perdido la cabeza? ¡Vamos ahora mismo!
Nishijima se vistió lo más rápido que pudo a pesar de las costillas rotas, tomó sus llaves, su digivice y cerró el piso.
– Vamos a tomar mi coche, dijo.
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Joe, asustado, vio a Leviamon escupiendo más y más fuego. De repente, distinguió a Mega Kabuterimon en el cielo, luchando contra Laylamon. ¡Koushiro! Gomamon debía estar de camino.
– Ven, le dijo a Chisako, tomándola de la mano.
– ¿Estás seguro de que quieres que vaya contigo?
– Sí. Aquí te podría pasar algo. Con Gomamon, estaremos protegidos. ¡Date prisa!
Bajaron corriendo las escaleras. Cuando llegaron al pie del edificio, Joe escuchó a alguien gritar su nombre. Gomamon llegó por la carretera opuesta.
– ¡Gomamon! exclamó.
– ¡Joe! ¿Estás bien?
– Sí, gracias. ¡Rápido, Gomamon, debemos detener a este dragón demoníaco!
Joe blandió su digivice, se encendió y Gomamon se transformó: un huevo de datos lo rodeó, se subió al espacio digital de la digievolución y cuando salió se había convertido en Ikkakumon. Chisako, asombrada, miró alternativamente a Joe e Ikkakumon.
– Gomamon ha... ¡cambiado de forma!
– Sí, ha digievolucionado, dijo Joe con una sonrisa.
– ¿Eres... eres tú quien le permite hacer esto?
– Diría más bien que es nuestra amistad que lo hace posible, corrigió Joe. ¡Ahora podemos enfrentarnos a este monstruo! ¡Adelante, Ikkakumon!
Leviamon vio a Ikkakumon y se abalanzó sobre él. Ikkakumon atacó:
– ¡Arpón volcán!
Leviamon abrió la boca y derramó sus llamas azules y verdes por toda la calle.
– ¡Atención! gritó Joe a Chisako.
La chica quiso alejarse, pero era demasiado tarde. Ikkakumon se colocó delante de ella: las llamas de Leviamon llegaban sobre ellos. Joe sintió que su corazón saltaba al ver a las dos personas que más quería en peligro.
– ¡Ikkakumon, Chisako! gritó.
En ese momento, el digivice de Joe se iluminó de nuevo: el símbolo de Joe cubrió Ikkakumon y digiveolucionó en Zudomon.
Con su martillo, Zudomon rechazó las llamas de Leviamon. Chisako levantó la vista, temblando, y se quedó estupefacta ante la nueva apariencia de Ikkakumon. Joe ayudó a Chisako a levantarse y se refugiaron detrás de un edificio. Chisako miró a Zudomon, luchando con Leviamon. Un digimon poderoso y aterrador. Sin embargo... acababa de salvarle la vida. Incrédula, miró a Joe:
– Él... él... ¿me ha protegido?
– Gomamon es mi compañero, el me protege, dijo Joe. Pero también cuida a los que amo.
Chisako miró a Joe, quien le sonrió. Nunca lo había visto tan confiado, tan determinado.
– ¿Cómo evolucionó por segunda vez?
– Cada uno de los Niños Elegidos tiene un símbolo, esto permite que nuestros digimons lleguen a un nivel más alto.
– ¿Y cuál es el tuyo?
– La responsabilidad.
Chisako sonríe de nuevo.
– Está hecho para ti.
Joe parpadeó, conmovido por el halago. Le estrechó la mano a Chisako y se inclinaron para ver la pelea de Zudomon.
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Koushiro llegó al pie del edificio de Mimi, dejó caer su bicicleta y subió los escalones de cuatro en cuatro para llegar hasta su piso. Llamó.
– Siento que está aquí, dijo Palmon.
Koushiro insistió, volvió tocar el timbre. La puerta finalmente se abrió. Mimi apareció, en pijama, con la cara dormida. Cuando lo vio, la sorpresa se pintó en su rostro:
– ¡Koushiro! ¿Vienes a hablar conmigo?
– No, no realmente. La Sra. Himekawa trajo a los Siete Señores Demonios en el digimundo. Son de nivel mega y dos de ellos han llegado a nuestro mundo. Tenemos que enviarlos de vuelta al mundo digital si queremos evitar que causen más daño. Taichi y los demás luchan contra los demonios que se han quedado en el mundo digital. Joe y Gomamon se encargan de Leviamon y Mega Kabuterimon está luchando contra Laylamon, pero necesito... necesito tu ayuda, Mimi.
Mimi lo miró, asombrada por el tono suave con el que Koushiro le hablaba a pesar de la urgencia de la situación. Hubiera pensado que no hablaría con ella por días. La chica entró en su piso, se puso pantalones cortos y una camiseta a toda velocidad, agarró su digivice y cerró la puerta.
– ¡Vamos!
Bajaron el edificio corriendo. Koushiro miró hacia el cielo y pronto vio a Laylamon. Estaba siendo perseguida por Mega Kabuterimon que estaba teniendo una mal racha de ataques enemigos. Cada ataque de corrosión dejaba manchas negras de quemaduras en su caparazón.
– ¡Estamos aquí! gritó Koushiro.
– ¡Palmon, vamos a ayudarlo! gritó Mimi.
Blandió su digivice que se encendió: Palmon se convirtió en Togemon. Entonces el símbolo de la sinceridad de Mimi rodeó a Togemon: de una flor rosa brotó Lillymon. Se fue volando y se lanzó contra Laylamon:
– ¡Cañón de flor!
El ataque se dirigió hacia la creatura demoniaca, pero Laylamon, sin la menor prisa, extendió su mano enguantada. Un fluido negro empezó a emanar de su mano rodeando y corroyendo el misil de Lillymon haciéndolo explotar.
– ¡No! gritó Mimi. ¡Lillymon, no la dejes escapar!
– ¡Mega Kabuterimon, ¡ayúdalos! lanzó Koushiro.
– ¡Cuerno mortal! lanzó Mega Kabuterimon.
Laylamon detuvo otra vez sus ataques sin mucho esfuerzo. De repente, sus ojos se llenaron de energía oscura y se dispararon destellos negros como la tinta. Los cuales vinieron y golpearon a Mega Kabuterimon, quien se tambaleó y cayó al suelo.
– ¡No! gritó Koushiro, corriendo hacia su digimon. ¡Mega Kabuterimon!
– ¡Lillymon! Digievoluciónate! gritó Mimi.
El digivice de Mimi volvió a brillar, y Lillymon se convirtió en Rosemon. Despegó, cruzó los brazos en X y apuntó a Laylamon:
– ¡Tentación prohibida!
Los rayos rojos de Rosemon derrotaron a los de Laylamon y protegieron a Mega Kabuterimon. El choque de sus dos ataques causó una explosión que destrozó las ventanas de los edificios a su alrededor.
– ¡Cuidado! gritó Koushiro, agarrando la mano de Mimi.
Lo atrajo hacia él para protegerla. Al mismo tiempo, Mega Kabuterimon se levantó y protegió a los adolescentes de su gran caparazón. Mimi se enderezó y miró a Koushiro, sorprendida. Cuando este último se dio cuenta de su proximidad, se sonrojó y la soltó:
– Perdón.
Por encima de ellos sonó de repente una voz extraña. Tenía un tono sensual pero frío, femenino pero cruel: era el de Laylamon. Había detenido sus ataques. Se dirigió a Rosemon y Mega Kabuterimon:
– Yggdrasil dice que no sois nada sin vuestros compañeros humanos... y que ellos no son nada sin vosotros. A ver si es verdad...
Sus ojos se llenaron de oscuridad nuevamente, pero esta vez los dirigió a Koushiro y Mimi. Mimi de repente se sintió extraña, con náuseas. Sin que ella lo quisiera, malos pensamientos la invadieron. Se escuchó nuevamente decirle a Koushiro la verdad, en su oficina. Decirles estas palabras sin piedad... le había lastimado con su sinceridad. Era solo una amiga despiadada, era despreciable... y un ser despreciable no merece vivir...
– ¡Mimi! exclamó Rosemon.
Rosemon sintió que sus extremidades se paralizaban y que su fuerza la abandonaban. Mimi estaba en la oscuridad... Laylamon sonrió. Yggdrasil tenía razón: funcionaba. ¡Qué débiles eran estos digimons para depender de los seres humanos! Reforzó su control sobre la mente de Mimi: más pensamientos oscuros entraron en la chica, debilitándola e impidiendo que su digimon luchara. Laylamon extendió su brazo hacia Rosemon y lanzó sus rayos de corrosión: Rosemon, cubierta de quemaduras, cayó al suelo. De repente, Koushiro entendió cuál era el secreto del poder de Laylamon. Corrió y se puso delante de Mimi:
– Mimi, Mimi, soy yo, Koushiro! ¡Despiértate! ¡No dejes que Laylamon te posea!
– Soy inútil, cruel...
– ¡Es falso! ¡Eres la chica más generosa que conozco!
– Te lastimé...
– No, me ofreciste tu amistad. Mimi, cálmate, ¡Rosemon te necesita! ¡Y yo también, Mimi, te necesito!
Esta última frase tuvo el efecto de una onda de choque en Mimi. De repente recordó a Rosemon, a Koushiro. Sus amigos... tenía que ayudarlos. Podía hacerlo. No, no era inútil. No, no era despiadada.
La chica sacudió la cabeza y recuperó el control sobre sus pensamientos. Rosemon se sintió libre de nuevo. Se enderezó, despegó y atacó a Laylamon. La creatura demoniaca se desató con una furia de venganza. Mega Kabuterimon se unió a Rosemon y lanzó descargas eléctricas. Pero Laylamon no había dicho su última palabra: si la chica se le había escapado, quedaba el chico. Dirigió su mirada maliciosa hacia Koushiro.
El joven titubeó de repente, sus sienes le dolieron. Pensamientos oscuros le invadieron. Miró a Mimi, y todo lo bueno que veía en ella hace unos minutos se desvaneció. La amargura le invadió el corazón. Una hora antes, ella le había rechazado. Le había humillado. No le quería y había sufrido todo esto sin decir una palabra. Sin embargo, ya no quería ser tratado desea forma, ser despreciado. Un deseo de hacerla sufrir como le había hecho sufrir le invadió. Intentó luchar, pero cuanto más luchaba, el dolor de sus sienes más se acentuaba. Tuvo la impresión que su cabeza iba a explotar. Cayó de rodillas y gritó.
– ¡Koushiro! gritó Mimi, corriendo hacia arriba.
– No te acerques...
Mimi miró a Laylamon que paralizaba a Koushiro. Mega Kabuterimon también se había quedado inmovilizado, incapaz de luchar. Laylamon extendió su brazo izquierdo, que podía estirarse como lo deseaba: rodeó a Mega Kabuterimon varias veces y le aprisionó como una serpiente constrictora. Mega Kabuterimon se estaba asfixiando. Mimi sintió la ira aumentar en ella:
– ¡Deja a Koushiro y a Mega Kabuterimon! gritó. Rosemon, ¡corta este contacto visual!
– ¡Entendido!
Mimi se arrodilló frente a Koushiro y le puso las manos sobre los hombros:
– ¡Koushiro, mírame! ¡No dejes que entre en tu cabeza! No dejes que juegue sobre lo que sientes por mí.
– Vete, Mimi, o te lastimaré...
– ¡De ninguna manera! Tú eres mi amigo.
– Voy… voy a…
– Koushiro, ¡piensa en nuestra amistad! Es pura, nos protege. Cualesquiera que sean tu sentimientos por mí, ¡somos amigos! ¡Me lo acabas de decir! Es esto nos hace fuertes, y sé que jamás podrás hacerme daño. ¡No dejes que Laylamon gane! ¡Mírame!
Koushiro levantó la cabeza hacia Mimi y su mirada se encontró con la suya. En el alma del joven, algo se estremeció. Sí, Mimi tenía razón: no podía hacerle daño. Siempre habían sido amigos y eso no iba a cambiar. La ayudaría y ella lo ayudaría. No era quien Laylamon quería que fuera. ¡Nunca! Entonces su espíritu se rebeló contra la influencia de Laylamon. Luchó, luchó, luchó y finalmente la apartó. Cuando logró sacarla de su cabeza, Laylamon gritó de rabia y rencor. Al mismo tiempo, Mega Kabuterimon recuperó su libertad de movimiento. El digivice de Koushiro se encendió y Mega Kabuterimon alcanzó el nivel mega: apareció Herakle Kabuterimon.
– ¡Giga-blaster! gritó.
Koushiro recuperó la conciencia. Giró la cabeza hacia Laylamon: un destello de determinación se podía leer en sus ojos:
– ¡Vamos a acabar con este demonio! dijo, sacando su computadora.
– ¿Qué haces? exclamó Mimi.
– ¡Abro un pasaje al mundo digital! Es hora de enviarla de regreso al lugar de donde vino.
Se enderezó y le gritó a Herakle Kabuterimon y Rosemon:
– ¡Atráela al portal!
Rosemon y Herakle Kabuterimon asintieron. Combinaron sus ataques para debilitar a Laylamon. Rosemon se abalanzó sobre ella, se chocó y se aferró a su kimono.
– ¡Te voy a hacer pagar el mal que hiciste a Mimi! exclamó.
Desenrolló su látigo hecho de enredaderas e inmovilizó a Laylamon. Giró su brazo detrás de ella y se arrancó el guante dorado que le daba el poder de lanzar destellos de corrosión. Mientras tanto, Herakle Kabuterimon había pasado detrás de Laylamon y lanzó:
– ¡Giga-blaster!
Rosemon se apartó y el ataque propulsó a Laylamon hacia adelante. Antes de que pudiera reaccionar, fue absorbida por la computadora de Koushiro y enviada de vuelta al mundo digital. Koushiro cerró su ordenador.
Jadeando, Mimi y Koushiro retomaron aliento. Herakle Kabuterimon y Rosemon se posaron cerca de ellos. Koushiro se enderezó. Mimi, con las manos sobre las rodillas, estaba completamente despeinada. La miró agradecido.
– Gracias Mimi. Eres una verdadera amiga.
Mimi lo miró por un largo rato, luego le sonrió. Había tenido tanto miedo de perder a Koushiro y de que el la odiase para siempre.
– Gracias a ti, Koushiro.
Al mismo tiempo, se escucharon explosiones. De repente Koushiro recordó a Joe y Leviamon.
– ¡Joe y Gomamon necesitan ayuda!
Un coche se detuvo junto a ellos. La cabeza de Nishijima apareció por la ventana:
– ¡Koushiro, Mimi! ¡Subid!
