Tres Días en la Mansión Kido

Capitulo II

El Secreto de Hyoga

Por Anako Hiten

—Caballeros, hoy es un día hermoso¿no lo creen?— dijo Saori levantándose de la mesa muy alegre— ¿qué les parece si almorzamos en el jardín? Al aire libre, sentados en la hierba...

—¿Algo así como un picnic?— preguntó Shiryu interesado.

—¿O una barbacoa tal vez?— dijo Saori pensativa.

—¡Sí, la barbacoa es una excelente idea Saori!— dijo Seiya muy animado— Además, es una ocasión perfecta para sacar a Hyoga de su depresión. Espero que baje, necesita algo de aire fresco.

—Sí, porque esa habitación huele a pato encerrado¡jajaj——

—¡IKKI¡Debes aprender a reprimir esos comentarios tan molestos!— le dijo Saori muy severamente.

—Sí, Saori— murmuró Ikki con mala cara.

Shun apartó su plato y se levantó, estaba muy preocupado como para terminar su desayuno, así que se excusó y se dirigió al cuarto de Hyoga. Antes de entrar, se detuvo al escuchar una voz proveniente de la habitación...

—¿Por qué me enamoré de él¿Por qué?— era la voz de Hyoga, al parecer hablaba solo. Shun continuó escuchando las palabras de su amigo— Yo no soy más que un simple pupilo, sólo eso... tan insignificante como uno de los pilares de su templo... por eso, por eso es que lo quiere, porque es un caballero dorado como él... y yo... enamorado del Gran Camus... ¡AHHH, QUÉ ESTÚPIDO!—y luego se escuchó un fuerte golpe.

—¡No lo creo!— pensó Shun— ¡Está enamorado de Camus¡No puedo creer que no me lo haya dicho! Ah, debe desahogarse, será mejor que entre.

Abrió la puerta y entró sigilosamente. Vio a Hyoga de espaldas a la puerta, y una toalla lo cubría desde la cadera hasta las rodillas. Miraba fijamente por la ventana.

—Hyoga, siento haber entrado así a tu habitación, pero te escuché——

—¡Shun!— Hyoga se volvió hacia él— ¿Me escuchaste?

—Bueno, sí...— sus mejillas se tornaron ligeramente rojas— Lo siento, pero yo, todos estamos muy preocupados por ti; no hablas, no comes...

—Shun— Hyoga se volteó nuevamente hacia la ventana y miró fijamente al cielo— ya que escuchaste lo que dije, te agradecería que permaneciera solamente entre nosotros.

—¿Somos mejores amigos o no, decirme eso está de más. Lo que sí me molesta es que soy tu amigo y no me dices lo que te pasa.— Shun se sentó en la cama de Hyoga, viendo a su amigo suspirar con tristeza— ¿Por qué no me dijiste que estabas enamorado de Camus?

Ante esto, Hyoga cerró la ventana de golpe mi miró a Shun de reojo.

—No quería molestarte... Estás muy feliz con tu——

—¡Pero eso no significa que me molesten tus problemas Hyoga! Me preocupa bastante verte así, sufriendo... por amor.

—¡Sí, claro, por amor¡Oh Shun, es que no estabas ahí!— Hyoga estalló en llanto, cubriéndose la cara con las manos— ¡NO ESTABAS AHÍ SHUN¡NO VISTE LO QUE YO VI!

—¡Hyoga!— Shun se acercó y apoyó suavemente una mano sobre el hombro de su amigo— ¿Qué sucedió¿Qué fue lo que viste?

—¡No¡NO!— Hyoga gritaba mientras sacudía su cabeza violentamente— ¡Ése imbécil de Milo¡ÉSE INFELIZ!

—Tranquilo Hyoga... dime qué te ocurrió.

—Fue hace casi dos semanas— comenzó Hyoga serenándose un poco— iba al Santuario para así hablar con Camus, iba a decirle lo que sentía, lo que aún siento— suspiró profundamente y siguió— Cuando llegué a su Templo vi a alguien más... era ése idiota.

—¿Quién?

—¡Milo!— bufó Hyoga con desprecio— Estaba muy cerca de Camus, ambos estaban riéndose, y... y... ¡se besaron!

—¿Qué¿Y cómo... cómo viste eso?

—Me oculté tras uno de los muros— dijo Hyoga cerrando los ojos con fuerza— y no sólo eso...

—?— Shun lo miró adivinando lo que le iba a decir.

—¡Se desvistieron!— dijo Hyoga abriendo sus ojos intempestivamente— Los dos allí frente a mi y... ¡AHHH!— Hyoga lleno de furia dio un fuerte golpe en la pared haciendo que toda la habitación temblara— lo siento... es que de sólo recordarlo me hierve la sangre.

—¡Cálmate Hyoga, no es para que destruyas la casa!

—Lo, sé pero es que no viste aquello, fue tan... ¡LO HICIERON SHUN¡HICIERON EL AMOR!... ¡Y yo estaba ahí!— terminó Hyoga rompiendo en llanto de nuevo y cayendo de rodillas al suelo. Shun fue hacia él, tomándolo entre sus brazos para reconfortarlo.

—Hyoga, lo más probable es que haya sido una aventurilla, sabes cómo es Milo: cada semana tiene una pareja distinta, no te desanimes por eso.

—Es que no puedo dormir, cierro los ojos y recuerdo ése momento, los gritos de placer de Camus, su rostro lleno de... ¡arghhh, qué asco!

—Aún así debes hablar con él, debe saber lo que sientes.

—¿Qué dices¡Estás totalmente loco si piensas que se lo diré!— dijo Hyoga separándose de Shun— ¡Va a rechazarme, Shun!

—Eso no lo sabes Hyoga, además, él te quiere mucho, — y vaya que te quiere — pensó Shun disimuladamente— puede que te corresponda.

—No lo creo, sabes que me quiere sólo como su pupilo y nada más. Y debe querer a Milo, porque si se le entregó de esa manera...

—No seas así, Camus debe saber lo que sientes, si no lo haces nunca sabrás lo que siente hacia ti. No tienes nada que perder Hyoga, hazme caso. –terminó Shun sonriéndole a su amigo.

—Gracias Shun, muchas gracias— dijo Hyoga abrazándolo— No tienes idea de lo mucho que te necesitaba.

—Déjate de tonterías, debemos bajar. Saori ha planeado una barbacoa en el jardín. Te hace falta salir de tu cuarto.

—Me parece una excelente idea pero...— Hyoga señaló sonriente la toalla sujetada a su cadera— ¡no creerás que bajaré con esta pinta!

—Bueno, apresúrate, te estaremos esperando— dijo Shun con una dulce sonrisa y marchándose de la habitación, ahora mucho más tranquilo.