Capítulo 13

– ¡Adelante Baihumon, despeja esa entrada! dijo Nishijima.

Baihumon abrió la boca y las llamas metálicas estallaron contra la pared obstruida de la cueva donde Hikari y Meiko estaban encerradas. Las piedras se resquebrajaron y fueron cayendo una por una. Taichi inmediatamente vio a Meiko cerca de Hikari, que yacía en el suelo.

– ¡Hikari! exclamó, saltando sobre los escombros.

Se arrodilló cerca de su hermana. Ella parpadeó, reconociéndolo:

– Hermano…

– ¿Se ha desmayado? le preguntó Taichi a Meiko.

– Sí, pero no mucho tiempo. Creo que... estaba soñando.

– Hikari, ¿cómo te sientes?

– Estoy bien, contestó al mismo tiempo que se sentaba. Solo un poco aturdida, pero se me va a pasar.

– ¿Y tú Meiko, estás bien?

– Sí, gracias Taichi.

Meiko miró más allá de la cueva y vio el desierto silencioso.

– ¿Y los Siete Señores Demonios?

– Los hemos enviado de vuelta al Mar Oscuro por ahora, dijo Taichi con una sonrisa.

Se dio la vuelta, se levantó y se acercó Nishijima y Baihumon.

– Gracias a vosotros pudimos lograr todo esto. Gracias, dijo, inclinándose.

Todos los demás Niños Elegidos le imitaron. Hikari se levantó y susurró:

– Vi a Meicoomon...

– ¿Qué? exclamaron en coro los otros.

– ¿Dónde? preguntó Meiko.

– En un mundo extraño, lleno de datos...

– ¿Quieres decir... el mismo donde Tailmon ya te había hablado? recordó Takeru.

– Sí...

– ¿Meicoomon está allí? preguntó Meiko. ¿Está viva?

– No, solo era una imagen... pero me dijo, Meiko, que confía en ti.

Meiko miró hacia abajo, visiblemente triste por esta falsa esperanza. Sintió lágrimas en sus ojos, pero decidió ser fuerte y no llorar.

– También vi a Wizardmon, continuó Hikari. Era realmente muy extraño... pero estoy segura de que no fue un sueño.

Los otros la miraron perplejos. La voz profunda de Baihumon resonó detrás de ellos.

– Los Siete Señores Demonios han sido rechazados, pero no eliminados. Yggdrasil no se dejará vencer tan fácilmente. Enviará a sus demonios de regreso, y solo, no voy a poder derrotarlos.

– Yo también lo creo, asintió Koushiro. Ahora que tiene la Sra. Himekawa a su servicio, Yggdrasil puede volver a abrir un pasaje al digimundo cuando lo desee.

– Sí, aunque hay que relativizar todo esto, dijo Baihumon. Las barreras del Muro de Fuego son poderosas; lleva tiempo crear un puente entre los dos mundos, incluso para un humano con un digivice. Pero Yggdrasil lo intentará de nuevo, seguramente.

– ¿Qué podemos hacer para evitar esto? preguntó Joe.

– Creo que no tenemos otra opción, dijo Koushiro, pensativo. Hay que encontrar a las otras tres Bestias Sagradas y liberarlas. Con su apoyo, quizás podamos esperar derrotar a los Siete Señores Demonios.

– Cada una de las Bestias Sagradas se encuentra en un punto cardinal en el mundo digital, dijo Baihumon. Azulongmon protege la región oriental del mundo digital, Xuanwumon al norte y Zhuqiaomon al sur. Allí es donde fueron encarcelados.

– ¿Cómo las liberaremos? preguntó Sora.

– No lo sé. Por mi parte, pude liberarme porque Daigo se encontraba en un peligro inminente. Este sentimiento me llenó de una energía que me permitió romper el mecanismo digital que mantenía cerrada mi prisión.

– Sí, dijo Nishijima, pero para las otras Bestias Sagradas es diferente. Ya no contamos con sus compañeros humanos...

– Pero tenemos nuevos Niños Elegidos, dijo Gennai a Nishijima. Encontraréis una manera de liberarlas, dijo a los adolescentes. Por el momento, os sugiero que regreséis a su mundo y descanséis un poco.

Todos asintieron de la cabeza.

– Gennai, ¿puedes hacer una videollamada al mundo real para que podamos irnos a casa? preguntó Koushiro.

– Claro.

En las orillas de Odaiba, Sakae había esperado ansiosamente a su hermana y a sus amigos. Después de la batalla que había presenciado entre los demonios de Yggdrasil y los digimons de los amigos de Meiko, admiraba aún más el coraje de su hermana. Se necesitaban muchas agallas para luchar frente a esos monstruos sin perder la compostura y frente a todas las posibles víctimas que podría causar un ataque a los digimons ... De repente, se abrió una ventana en la computadora de Koushiro y la cara del joven apareció:

– ¡Sakae! ¡Todavía estás aquí, gracias!

– ¡Koushiro! ¡Dime que tengo que hacer!

– Abre la ventana llamada portal en la parte inferior de la barra de tareas y actívala.

Sakae se ejecutó y se abrió una brecha digital entre el mundo real y el mundo digital. Del otro lado, Sakae adivinó a Meiko y a sus amigos. ¡Todos estaban a salvo! Sakae se sintió aliviada. Uno por uno, los Niños Elegidos y sus digimon regresaron a la Tierra. Nishijima pasó el último. Antes de abandonar el mundo digital, se acercó a Baihumon y lo miró durante mucho tiempo.

– Quisiera tanto llevarte conmigo, dijo con una sonrisa.

– Tengo que proteger el mundo digital. No puedo abandonarlo.

– Lo sé…

El profesor vaciló, luego se acercó a Baihumon, le envolvió con su gran cuello de piel blanca y añil y lo abrazó.

– Gracias. Te he echado de menos, amigo mío.

– Yo también te extrañé, Daigo. Los dos hemos crecido. Tenemos ahora responsabilidades. Debemos proteger los dos mundos y estos nuevos Niños Elegidos.

– Lo sé.

Nishijima se separó de Baihumon, le sonrió y luego cruzó el portal hacia el mundo real.

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Para encontrar a las Bestias Sagradas, los Niños Elegidos necesitaban un plan que les permitiera determinar aproximadamente dónde podrían estar encerrados. Koushiro empezó a investigar en esta dirección los días siguientes, así como continuar mejorando el portal entre el mundo real y el mundo digital.

Por su parte, Nishijima, aunque todavía estaba lejos de haberse completamente recuperado, decidió volver a la Agencia Administrativa donde trabajaba. Sin duda, sus superiores querrían una explicación respeto al ataque contra Leviamon y Laylamon; y el, era quien mejor podía informarles. Al llegar a la agencia el día siguiente de que los Siete Señores Demonios atacaron, Nishijima se encontró con el Sr. Mochizuki. Este último pareció sorprendido de verlo. Se inclinaron para saludarse.

– No pensé que usted volvería a trabajar tan pronto, dijo Mochizuki. Perdóneme por no venir a verle al hospital. Las cosas se han acelerado en los últimos días. ¿Cómo están sus heridas?

– Se están recuperando, gracias. Pensé que la seguridad del mundo estaba antes que mi salud.

– La Agencia está en crisis, entre la desaparición de la Sra. Himekawa, el ataque de Ordinemon y el de la noche anterior... es probable que le pidan un informe sobre la situación.

– Me lo esperaba.

– Meiko me dijo que usted intervino anoche para ayudar a los Niños Elegidos. ¿Es cierto que su digimon los salvó?

– Es verdad. Baihumon es mi compañero digimon, pero sobre todo es una de las Bestias Sagradas que protegen el mundo digital.

– Gracias por protegerlos.

– No hay de qué. Estos niños tienen una gran fuerza en ellos. Sin embargo, dada la magnitud de la amenaza que representan los demonios de Yggdrasil, quieren encontrar a las otras Bestias Sagradas para garantizar una mejor protección de los dos mundos.

– ¿Qué le parece?

– Creo que es una buena idea.

– ¿Irá usted con ellos?

– Sí, si tengo el acuerdo del Consejo...

– Me temo que sean reacios a su solicitud. La mayoría de los miembros de este Consejo no saben que usted es un Elegido, y no saben por qué les reclutamos a usted y a la Sra. Himekawa.

– ¿No es hora de decírselo?

– No lo sé... no debe usted olvidar que la Sra. Himekawa se unió a Yggdrasil. A los ojos del gobierno, es culpable de traición. ¿Quién no dice que el Consejo no va a tener miedo de que usted haga lo mismo? Si saben quién es, la Agencia podría seguirlo, o peor aún, podrían detenerlo como medidas cautelares. Tenemos que tener cuidado.

– Entiendo.

– Daremos otro pretexto para que usted pueda irse con los niños.

– Vale. ¿Profesor?

– ¿Sí?

– No tuve tiempo de agradecerle a su hija. Si no hubiera venido a buscarme en medio de la noche, no hubiera podido llamar a Baihumon para salvar el mundo digital. ¿Puede usted agradecerla por mí?

– ¿Mi hija, Meiko?

– No, su segunda hija, profesor. Sakae.

Los ojos de Mochizuki se abrieron.

– ¿Sakae estuvo con los otros adolescentes anoche? ¿En medio de la batalla?

– Sí. Creía que usted ya lo sabía.

– No, no estaba al tanto.

– No quise preocuparle. Pero tranquilícese, está bien. Su ayuda nos fue muy útil.

– Mmm... Le transmitiré su agradecimiento.

Con estas palabras, se fueron a la reunión. Todos los altos miembros superiores de la Agencia estaban allí, con el rostro oscuro. Nishijima y Mochizuki se sentaron en sus sitios respectivos. Nishijima no pudo evitar notar el asiento vacío donde hubiera tenido que estar Maki. El presidente de la reunión empezó:

– Señores, hoy estamos aquí para hablar del grave incidente de seguridad nacional que ocurrió anoche. Profesor Mochizuki, ¿no nos dijo usted que la muerte de Ordinemon marcaría el final de las invasiones de digimons en nuestro mundo?

– Eso creía. Pero no es tan simple. No tenemos control sobre lo que pasa en el mundo digital.

– ¡Tendríamos que tenerlo! De todos modos, tenemos preguntas para el Agente Nishijima, dijo girando hacia él. Estuvo usted ausente de su puesto durante varios días y, según nuestra información, estuvo involucrado en la batalla que tuvo lugar anoche. No estaba usted localizable. Así que esperamos sus explicaciones sobre su comportamiento.

– Según lo solicitado por el Consejo, me he ocupado de los Niños Elegidos. Esta misión me llevó a ausentarme de la Agencia.

– También supimos que usted pasó varios días en el hospital. ¿Se hirió durante su misión?

– Sí.

– ¿Ha tenido noticias de la Agente Himekawa? ¿Sabe usted dónde está?

Nishijima parpadeó y miró a Mochizuki.

– Lo ignoro. No he tenido contacto con ella desde su desaparición.

– La agente Himekawa, por rango, tuvo acceso a mucha información clasificada por nuestra agencia como secreta. ¿Cree usted que ha considerado vender esta información a otro país?

– No creo. En mi opinión, la Agente Himekawa no está en el extranjero y no tiene la intención de vender la información de la cual dispone.

– Entonces, ¿por qué desapareció?

– No lo sé.

El presidente de la reunión miró a Nishijima como si estuviera buscando mentiras en su expresión. Nishijima permaneció imperturbable.

– ¿Sabe usted que la retención de información podría llevarle a ser acusado de complicidad con la Agente Himekawa? ¿Qué está escondiendo, Agente Nishijima?

– Nada.

– En cuanto a los ataques de anoche, habríamos enviado al ejército si tres digimons de los Niños Elegidos no les hubieran enviado de vuelta a su mundo. Los perjuicios son nuevamente considerables, aunque no haya víctimas. ¿Estaba usted ahí?

– Estaba.

– ¿Cómo se enteró?

– Les recuerdo que, aparte de esta Agencia, soy el profesor de los Niños Elegidos. Confían en mí y fueron ellos los que me llamaron. Pudimos evitar lo peor.

– ¿Pudimos?

– Solo asistí a la batalla.

– ¿Y cómo evalúa la situación ahora? ¿Existe el riesgo de otro ataque?

– Lo hay, sin duda.

– ¿Cómo se puede controlar este riesgo?

– Desafortunadamente, de ninguna manera.

– ¿Cómo, de alguna manera? ¿No deberíamos desplegar nuestro cuerpo de élite?

– Pueden llamar al ejército, pero debo advertirles: no vencerán la amenaza que se nos acerca. Debemos confiar en los Niños Elegidos. Solo ellos pueden ayudarnos. No deben considerarlos simplemente como un auxiliar de sus fuerzas armadas, sino como la mejor ventaja de Japón.

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Cuando Mochizuki salió de la sala de reuniones, se dirigió al ascensor. Sacó su tarjeta de acceso y la acercó a los botones que indicaban el número de las plantas: emitió un pitido. La reja utilizada para las llamadas de emergencia se deslizó hacia abajo en ese momento: detrás estaba un botón oculto. Indicaba el sótano – 4. Solo cuatro personas tenían acceso a este sótano secreto: el Primer Ministro, el Director de la Agencia de Defensa de Japón, él y el hombre que iba a ver. El ascensor bajó a las profundidades de la Agencia y finalmente se detuvo. La puerta se abrió y el Mochizuki atravesó el pasillo hasta una puerta al fondo. Marcó el código secreto que permitía abrirla y entró. Grandes instalaciones informáticas cubrían las paredes desde el piso hasta el techo. Equipos de alta tecnología, la vanguardia de las innovaciones. Frente al puesto principal, un hombre estaba sentado. Giró su silla y se volvió hacia Mochizuki.

– Ah, eres tú, dijo. No esperaba verte tan pronto. ¿No estabas en reunión?

– Está terminada, respondió Mochizuki. Tenemos que hablar.

– Lo sé. Una vez más estuvimos cerca del desastre la noche pasada. Detecté a los Siete Señores Demonios de inmediato: su aura digital es increíblemente poderosa. Es un milagro que no hubiese víctimas. Debería haber previsto que Yggdrasil no admitiría ser derrotado tan fácilmente.

– Sin la intervención del agente Nishijima y de su digimon, no hubiéramos vencido.

Los ojos del hombre comenzaron a brillar.

– Entonces, ¿fue esa la increíble fuerza que mi computadora detectó en el mundo digital anoche? ¿Una Bestia Sagrada?

– Es el compañero de Nishijima. Éste vio a la agente Himekawa. La cual sirve ahora a Yggdrasil, y mientras esté en el Mar Oscuro, no tenemos control sobre ella. Representa una gran ventaja para Yggdrasil.

– Todavía no lo puedo creer... era la mejor agente en esta oficina. La única en la cual confié lo suficiente como para hablar cara a cara con ella. La última vez que lo hice, fue al comienzo de las distorsiones causadas por Meicoomon. Si hubiera sabido que en ese momento ya nos estaba traicionando...

– Uno puede siempre equivocarse. En calidad de Niña Elegida, era difícil imaginar que optaría por este camino. Nishijima me dijo que lo habría hecho para volver a ver a su ex compañero digimon, que fue sacrificado hace mucho tiempo para salvar el mundo digital. Sabía que al colaborar con Yggdrasil y forzar a Homeostasis a iniciar un reboot, obtendría lo que quería.

– El reboot...

– La situación es grave. Sin Baihumon, los Niños Elegidos no habrían logrado repeler a los Siete Señores Demonios.

– ¿Planean encontrar las otras Bestias Sagradas?

– Eso dijeron.

– Si fuera ellos, es lo que haría. Pero no será fácil, ya que las Bestias Sagradas han sido encerradas.

– Lo saben. Por eso el agente Nishijima quiere acompañarlos. Ha demostrado mucho valor esos últimos días. Salvó la vida a Taichi Yagami y ha apoyado mucho a los Niños Elegidos. ¿No crees que sería hora de que él sepa de ti ahora que la agente Himekawa ya no está?

– Siempre tuve más dificultades para confiar en él que en Himekawa. Se unió más tarde que ella a nuestra agencia, y cuando lo reclutamos, parecía sospechar más de nosotros, que lo que lo había hecho ella.

– Fue hace seis años, cuando era joven. Te puedo asegurar que hoy es un hombre responsable con mucha valentía. Si Baihumon no lo hubiera salvado, en este laboratorio, habría muerto. Confía en él.

El hombre suspiró y se enderezó en su asiento.

– De acuerdo, hablaré con él.

– Hay algo más de lo que quería hablarte. Nishijima no habría llegado a tiempo anoche si no hubiera sido avisado por alguien. ¿A que no sabes quién fue a buscarlo a su casa?

– ¿Quién?

– Sakae.

Los ojos del hombre se abrieron de nuevo.

– ¿Sakae, en Tokio?

– Sí, para las vacaciones. Esta de prácticas con un maestro vidriero. Me imagino que Meiko quería presentarles a sus amigos.

– ¿Y estuvo con ellos durante la batalla?

– Sí.

– ¿Le pasó algo?

– No, está bien.

– ¡Deberías haberla vigilado mejor!

– ¿Crees que no me preocupé yo también? Sin embargo, no puedo impedirle que salga.

– ¿Crees que... crees que encontró a Koushiro?

– Es probable.

El hombre, sentado en su silla, miró hacia abajo pensativo. La imagen de Koushiro, como había visto en muchas fotos tomadas por la Agencia, voló por su mente. Le hubiera tanto gustado conocerlo. Con solo dieciséis años ya poseía una inteligencia increíble. Debía ser cosa de familia. Desde su despacho, el hombre vigilaba a distancia todas las computadoras de la oficina del joven. De este modo, había podido ver la lucha que Koushiro había librado para contrarrestar el reboot y luego el programa que había creado para materializar un portal entre el mundo real y el mundo digital. Todo esto en menos de una semana. Increíble.

Sin embargo, el hombre sabía también que en cada pelea en la que Koushiro se había involucrado su vida había corrido peligro. Ante este pensamiento, la imagen de Sakae irrumpió en su mente. Recordó las fotos familiares que Mochizuki le había mostrado cuando era pequeña. Había probablemente crecido bastante desde entonces. En el internado de Kanazawa donde Sakae estudiaba, Mochizuki y él siempre habían pensado que estaría protegida del mundo digital. Los ataques de Meicoomon les habían mostrado lo contrario. Sus dedos se apretaron con fuerza sobre los reposabrazos. Mochizuki frunció el ceño:

– ¿En qué piensas? ¿Te preguntas si Sakae es como Koushiro? ¿Cómo Meiko? ¿Una Niña Elegida?

– Estoy seguro que no.

– No lo sabemos. Nos aseguramos muy pronto de que ella tuviera el menor contacto posible con Meicoomon.

– Meicoomon era peligrosa y lo sabíamos desde el principio. No sabíamos de dónde venía. ¿Imagina que Sakae estuviera en la misma situación que Meiko?

– ¿Quieres decir que haya tenido una pareja digimon inestable como Meicoomon? ¿Qué tuviera datos de Apocalymon? Cuanto más lo pienso, menos me convenzo. Meicoomon fue un digimon único. Dudo que haya otros como ella.

– Sakae tenía demasiada afinidad con Meicoomon. Tenía miedo de que conociera a un compañero digimon que fuera tan peligroso como el de Meiko.

– ¿No deberías decir que temías que encontrara a un compañero digimon, simplemente?

– ¡No pudimos evitar que Koushiro fuera elegido! gritó el hombre, golpeando el reposabrazos con el puño. Meiko tampoco. Quiero creer que todavía es posible preservar a Sakae. ¿Me culparías?

– No. Pero tal vez hemos actuado en vano. Si es una Niña Elegida, no podremos ir en contra de la voluntad de Homeostasis.

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Daemon gritó. Debido a este maldito Baihumon, su salida del Mar Oscuro había durado demasiado poco tiempo. Después de que los Siete Señores Demonios fueran reenviados al mundo de Yggdrasil, éste ni siquiera apareció en persona ante ellos. Habían sido encerrados en uno de los grandes salones de la pagoda oscura de su amo, esperando saber sus decisiones de cara al futuro. La humana que estaba a su servicio estaba conversando con él. El sirviente más fiel de Yggdrasil estaba probablemente allí también. Daemon estaba celoso de este ser pretencioso que siempre estaba al lado de Yggdrasil cuando no se podía comparar a Daemon ni con su fuerza ni con su esencia maligna. Pasase lo que pasase, él y sus compinches pronto saldrían al mundo digital. Con la humana era posible. ¡Por fin abandonaría el sombrío Mar Oscuro! Pero aun así, la espera era larga y Daemon sintió que la ira aumentaba en él.

Sentados en los sofás de la sala de estar, los otros demonios esperaban también. Laylamon yacía lánguidamente en uno de los bancos y Lucemon la miraba.

– Solo tienes que acercarte a mí, le susurró Laylamon.

– ¿Rebajarme para sentarme cerca de un demonio como tú? replicó con desdén. ¡Espero que estés bromeando!

– Y yo, rogó Leviamon que se arrastraba hacia Laylamon, ¿puedo acercarme a ti? Nunca me invitas...

– ¡Es porque eres asqueroso! respondió el demonio femenino, empujándolo lejos.

En el centro de la habitación se había dispuesto algo de comida. Nadie la había tocado excepto Beelzemon, que había guardado sus pistolas y se estaba dando un verdadero atracón. Belphemon estaba sumergido en una siesta que nada parecía ser capaz de molestarle.

– ¡Belphemon, despierta! le ladró Daemon.

Belphemon dio un salto, gimió y luego abrió los ojos. Giró la cabeza para identificar al que lo había molestado y miró a Daemon:

– ¿Quieres que te haga pedazos?

– Inténtalo si te atreves. Eres realmente inútil. Cada vez que te veo, quiero estrangularte.

– ¡Silencio! siseó Barbamon, que estaba sentado con las piernas cruzadas en un rincón de la sala de estar. No se podría escuchar una moneda de oro cayendo con vuestros gritos.

– ¿Por qué tienes que hablar siempre de dinero? suspiró Lucemon.

– Me pregunto qué está diciendo Yggdrasil a la humana en este momento, dijo Barbamon.

Todos intercambiaron una mirada perpleja. Sin lugar a dudas, todos habrían dado mucho por saberlo.

Dos pisos más abajo, Maki Himekawa estaba de nuevo frente a Yggdrasil. A su lado estaba el sirviente más fiel del amo del Mar Oscuro, en quien la mujer no podía confiar todavía. Yggdrasil sonrió, pero cuando hablaba sus labios no se movían. Le dijo a Himekawa:

– Nuestra prueba ha funcionado. Ahora sabemos que puedes crear un pasaje a través del Muro de Fuego. Y sirve como una maniobra de distracción. Los Niños Elegidos van a temer que los Siete Señores Demoníacos regresen a la Tierra y por eso van a estar vigilantes... Pero no dónde deberían estar. Debemos aprovecharlo. Todavía no puedo salir de este mundo. Incluso tú, Maki Himekawa, no eres lo suficientemente poderosa como para permitírmelo. Pero ustedes serán mis ojos y mis manos. Maki tengo una misión para ti, si es que aún quieres liberar a los dos mundos de la influencia de Homeostasis…

– Si, lo quiero, contestó Himekawa fríamente.