Tres Días en la Mansión Kido

Capitulo V

Rozan… ¡FU YUNG HA!

Salió de la mansión sin rumbo alguno, y se detuvo, pocos minutos después, en un solitario parque. Se sentó en un banco para pensar más claramente, pero sin darse cuenta se quedó dormido. Por fortuna, su mente, que seguía alterada por el ataque de Ikki, se encontraba completamente en blanco y no tuvo ningún sueño; bueno, casi ninguno. Al parecer soñaba que le jalaban el cabello.

—Recordaste a Camus¿cierto?

—mmm… ¡Shun!— Hyoga se despertó y Shun estaba sentado a su lado. Al instante supo el por qué de ése pequeño sueño— ¿Cómo sabías que estaba aquí?

—Ya es algo tarde y me preocupé porque no llegaste a cenar— explicaba el Caballero Andrómeda— Así que salí a buscarte y bueno, no es que estemos lejos de la casa.

El chico rubio no se había dado cuenta de que ya era de noche; había tomado una larga siesta.

—Gracias Shun, tú siempre preocupándote por mi y alentándome. Eres tan diferente a Ikki.

—Ah, él no te odia, y tú no lo odias. ¡Yo sé que se quieren!— dijo Shun dulcemente.

—Sí, claro, nos adoramos¿es que no se nota?

—Como sea, ahora dime¿qué sucedió cuando Ikki te atacó con su puño fantasma?

—Fue como si hubiese regresado al pasado— dijo el rubio— al momento en que vi aquella desagradable escena, con Camus y Milo… no pude más y por eso golpeé a Ikki, pensando que era Milo.

—Escúchame un momento Hyoga: si mañana viene Camus, hablarás con él, le dirás lo que sientes.

—¡Sí, y con Milo a su lado todo será más fácil!— contestó Hyoga mordazmente.

—Debes hacerlo, sabes por qué te lo digo— Shun hablaba seriamente— ¿Lo amas o no?

—¿Por qué insistes tanto? Está bien, hablaré con Camus mañana… un momento— Hyoga miró ceñudo a su amigo— … que si sé por que me lo dices… ¡AH, TÚ¡ESTÁS TAN EMOCIONADO PORQUE MAÑANA VIENE…!

—¡Shhhh!— Shun se había puesto de mil colores— Y no es sólo por eso Hyoga, es que me alegraría mucho saber que puedes estar con Camus así como yo lo estoy con… bueno, tú lo sabes…

—Yo también estaría feliz si eso sucediera— dijo Hyoga mirando las estrellas— Oye¿qué hora es ya? Perdí la noción del tiempo.

—¡Dioses, qué tarde es!— Shun miró el reloj del parque— ¡Prometí llevarte a casa para la cena!

—¿No habían cenado ya?

—Decidimos esperarte— dijo Shun levantándose— Además, son casi las ocho. Vayámonos, ya me está dando hambre.

—Sí, vamos.

Los dos amigos se fueron rápidamente a la mansión, y al llegar se encontraron con que la cena todavía no estaba lista, ya que vieron a Shiryu preparándola con la ayuda de…

—¡SEIYA¡Te dije que mezclaras los huevos con la leche, no con la nata!

—¡Ah, rayos! Sabes que no sé cocinar, Shiryu.¿Por qué me obligas a hacer esto?— protestó Seiya con cara de aburrimiento— esto es cosa de chicas, y bueno… cosa tuya¡ji, ji, ji!

—¡Cállate tonto!— le gritó Shiryu picando trozos de queso— ¡Te burlas, te aguantas¡Me ayudarás a preparar la cena y punto!

—Sí, sí, ya cálmate Dragón— se reía Seiya mientras batía muy torpemente los huevos con una cucharilla— ¡No te vaya a salir fuego por la boca!

—Seiya…— Shiryu lo miró con los ojos entrecerrados— ¿Cómo pretendes batir… ¡LOS HUEVOS CON UNA CUCHARILLA?— y metió un tenedor en la mezcla que Seiya preparaba.

—¿No es mas fácil con una licuadora? Se me cansan mucho las manos¡LAS USO SÓLO PARA ATACAR, NO PARA BATIR HUEVOS!

—Sí, claro, sólo para atacar ¿no?— dijo Shiryu sonriendo maliciosamente.

—¿A qué te refieres¿Y por qué sonríes de esa forma?

—No, nada, sólo que estoy seguro de que ya has utilizado tus manos para "batir" otro tipo de "huevos".

—¿Qué dices?— Seiya no entendía nada de lo que decía Shiryu— ¡Déjate de rodeos y habla!

—Yo que tú— el Dragón aún sonreía— cerraría la puerta de mi habitación con llave cada vez que "batiera huevos" en solitario, creo que me entiendes.

Eso le cayó a Seiya como una lluvia de meteoros; ¿su mejor amigo lo habría visto?

—¿Pero por qué tan pálido, Seiya?

—¡No puede ser!— pensaba Seiya— ¿Será que…¡Oh, no, qué vergüenza!

—Oye, pareciera que Ikki te hubiese dado con su puño fantasma¡ja, ja, ja!— se reía Shiryu muy complacido por ver a Seiya tan nervioso.

—Sabes como fastidiarme¿no?— resopló Seiya mirándolo con rabia— Eres un…

—¿Un qué¡Estoy aprendiendo del mejor fastidioso del mundo!— sonrió Shiryu dándole un sonoro coscorrón.

En la sala, Hyoga se encontraba mirando por la ventana, haciendo un intento por apartar de su mente lo sucedido en la tarde.

­—¿De nuevo deprimido, Hyoga?— escuchó una voz a su espalda.

—¿Ikki?— Hyoga se volvió, muy sorprendido— ¿y por qué lo preguntas?

—Mi puño diabólico te hizo recordar lo que te tiene tan mal¿verdad?— le preguntó Ikki con preocupación.

—Si, pero por favor no preguntes más, no quiero pensar en eso— contestó Hyoga apartándose.

—Lo lamento, Hyoga, sólo quería que te distrajeras un rato, peleando conmigo. Pero… empeoré las cosas.

—¿Que me distrajera peleando contigo?— Hyoga se asombraba cada vez más con las palabras de Ikki.

—¿Sabes? A mí también me preocupa verte tan triste y callado, porque ya no peleamos como antes— Ikki sonrió pícaramente— y además eres… mi amigo y… bueno… yo… ya sabes… yo… sabes que yo… este… ¡Oye, ayúdame, no sé decir estas cosas!

—¡Ja, ja, ja, sí Ikki!— dijo Hyoga entre risas— yo también te quiero. No me esperaba esto de ti.

—Bueno, menos mal que me entendiste. Verás, se me hace muy difícil expresar mis buenos sentimientos, pero como no pienso decírtelo de nuevo...— en el rostro de Ikki se dibujó una hermosa y sincera sonrisa, nunca antes vista por Hyoga.

—Entonces, pavo rostizado¿enemigos?— bromeó Hyoga guiñándole un ojo.

—¡De por vida, patito de agua dulce¡Ja ja ja!

—¡LA CENA ESTÁ SERVIDA!— chilló Seiya alegremente.

Antes de que terminara de hablar, ya todos se habían sentado en la mesa.

—Esto huele muy bien Shiryu— dijo Shun sirviéndose soufflé.

—¿Y qué es esto?— preguntó Ikki mirando la comida despectivamente.

—¡Es un soufflé de cuatro quesos con salmón!— dijo Seiya orgulloso— ¡Y lo hice yo!

Todos dejaron de servirse soufflé, temiendo intoxicarse con él.

—Descuiden, yo lo supervisé, le quedó muy sabroso— dijo Shiryu— De hecho, tuve que decirle unas cosillas para que le saliera bien¿no es así, amigo Pegaso?

A Seiya se le borró la sonrisa del rostro.

—¿Y tú que preparaste, Shiryu?— le preguntó Hyoga.

—Unas deliciosas tostadas de maíz con salsa de ostras— dijo Shiryu con aires de superioridad— Se llama Fu Yung y es un plato cantonés. Espero que les guste.

—Sí, ya cállate, tenemos hambre— dijo Seiya mientras comenzaba a comer.

Saori y sus caballeros comenzaron a comer, y no se escuchaba más que el ruido de los cubiertos. El silencio era muy elocuente, ya que nunca dejaban de hablar mientras comían: eso quería decir que la cena estaba realmente deliciosa. Seiya y Shiryu se sintieron muy orgullosos de su cena.