Capítulo 17

Los Niños Elegidos se enderezaron todavía conmocionados por la batalla que acababan de librar. El bosque volvía a la calma, aunque el claro devastado evidenciaba la lucha entre los digimons. Jesmon y Alphamon se habían ido y cerca de Taichi y Yamato, Koromon y Tsunomon se estaban recuperando de la precedente fusión del ADN. Hikari miraba fijamente el lugar donde Voltobautamon había abierto el portal al Mar Oscuro.

– Ken... Gennai... susurró.

Taichi se enderezó y examinó el claro: todos, excepto Ken, estaban a salvo. Vio a Sora levantarse y arrodillarse cerca de Meiko, cuya mejilla sangraba. Sacó un desinfectante de su bolso y limpió la herida. Sentado cerca de él, Yamato se recuperaba mientras cada uno de sus otros amigos abrazaba a su compañero digimon. La mirada de Taichi cayó sobre Sakae. No se lo podía creer. La chica todavía parecía aturdida por la pelea que acababa de presenciar. Se acercó a ella y le tendió la mano.

– ¿Estás bien?

Ella parpadeó y agarró la mano de Taichi para levantarse. Sus ojos recorrieron los alrededores. Taichi se percató que estaba buscando al digimon que había aparecido para defenderla. De repente éste salió de un arbusto. No era apenas más grande que Agumon o Tentomon. Ahora que la batalla había terminado, su mirada se había vuelto más dulce y mientras contemplaba a Sakae brillaba. Parecía haber estado esperando toda su vida para ella. Sakae se estremeció ante esta mirada profunda; se arrodilló para estar a su altura:

– Gracias... gracias por salvarme...

– Por fin has venido, susurró el digimon, conmovido.

Los otros Niños Elegidos y sus digimons se acercaron. Meiko, incrédula, miró sucesivamente a su hermana y al digimon. Todos los adolescentes les observaron, asombrados. Sakae se volvió hacia ellos. Parecía un poco perdida:

– No... no sabía que era una Niña Elegida, os lo prometo.

– Nunca lo hubiéramos adivinado tampoco, dijo Taichi.

– Gennai lo sabía, dijo Sora. Vino a darte tu digivice y tu símbolo.

Sakae abrió la palma de su mano: sostenía firmemente un digivice que se parecía al de Takeru e Hikari. Era de color marfil; su símbolo, del mismo color, representaba un dibujo extraño que no entendía.

– Es asombroso, murmulló Joe. Todo este tiempo y no sabías que eras una Elegida... ¿cómo es posible que solo lo sepas ahora, cuando todos lo sabemos desde hace seis años?

– Fue hace seis años mientras estábamos juntos en un campamento de verano, hizo observar Takeru. Pero Sakae no vivía en Tokio en ese momento, ni tampoco los años siguientes.

– Además, Gennai dijo que le fue difícil encontrarla, añadió Mimi.

– De todos modos, es sorprendente que el profesor Mochizuki nunca sospechara que su segunda hija también era una Elegida, cuando sabía que Meiko lo era, dijo Nishijima, pensativo.

– No es necesariamente tan obvio, dijo Taichi. Cuando tuvimos que encontrar al octavo Niño Elegido hace seis años, no pensé de inmediato que pudiera ser mi hermana.

– Os confieso que yo tampoco puedo creerme que soy una Elegida, murmuró Sakae.

Los digimons de los adolescentes no quitaban los ojos de encima al digimon que había protegido a Sakae. Parecían intrigados:

– Salvaste a Sakae, dijo Piyocomon. ¿Eres su compañero?

– Sí, confirmó con una voz ligeramente crepitante. ¡Ha pasado tanto tiempo desde que he estado esperando a Sakae!

– ¿Cómo es tu nombre? preguntó Koromon.

– Soy Ryudamon.

– ¿Ryudamon? repitió Sakae, volviéndose hacia él.

Ryudamon asintió, luego volvió su atención a los digimons.

– Hubiera pensado que me recordaríais, les dijo. Nos conocíamos hace mucho tiempo, a pesar de que estaba en una etapa un nivel de evolución más bajo...

Los digimons lo miraron sorprendidos. Motimon no apartaba la vista de Ryudamon. Su presencia le era familiar, pero no sabía por qué. Exploraba en su memoria en búsqueda de recuerdos. De repente sus ojos se iluminaron:

– ¡Claro! Me acuerdo de ti… aún éramos bebés... Gennai había salvado nuestros huevos de los Amos Oscuros y tú habías eclosionado con nosotros... habías digievolucionado una primera vez... vivíamos en la Isla File, esperando nuestro compañeros humanos... pero, un día, cuando estábamos buscando refugio de la lluvia,...

– Sí, ¡yo también, lo recuerdo ahora! dijo Patamon. Habíamos encontrado una cueva para protegernos... pero un trueno retumbó más fuerte y de repente... las paredes de la cueva se agrietaron...

– Todos logramos salir... murmuró Pukamon. Todos menos tú. Cuando quisiste seguirnos, se desprendió un muro y te...

–...te cayó encima, terminó Tsunomon, con la voz quebrada.

– Mis datos fueron borrados ese día, murmuró Ryudamon sombríamente. Debería haber renacido bajo forma de un digi huevo en el Pueblo del Inicio... pero, por una razón que ignoro, mi huevo se reformó muy lejos de vosotros, en el Continente Servidor... Estaba solo, y tuve que aprender a arreglármelas. Pero guarde la esperanza de que algún día conocería a mi compañero humano...

– Pero, ¿cómo es que nunca te habíamos visto antes, si ya vivías en el digimundo hace seis años? le preguntó Taichi.

– Nunca me visteis, pero yo si os vi una vez. Era cuando erais mucho más jóvenes que ahora y estabais luchando contra los Amos Oscuros. Vi a vuestro grupo, y mi corazón comenzó a saltar en mi pecho. Me dije: ¡humanos! ¡Por fin voy a encontrar mi compañero y juntarme con los amigos que habían perdido! Pero cuando vi que ningún humano estaba solo, que todos teníais a vuestro digimon, entendí que la persona que estaba esperando no había venido aun. ¿La razón? La desconocía. Pensé que no me querría, que no querría conocerme. Entonces, no me atreví a acercarme a vosotros, y llevé una vida solitaria...

Sakae, con lágrimas en los ojos, contempló a su compañero digimon.

– Ryudamon... si hubiera sabido antes que era un Niña Elegida, ¡nunca, nunca te habría dejado solo durante tantos años! Siempre quise un compañero digimon, y por nada del mundo te habría abandonado... pero no lo sabía, estaba lejos de Tokio...

Ryudamon se conmovió, luego murmuró:

– Nunca podría culparte. Ahora sé que siempre quisiste conocerme, y esto es lo más importante para mí. Todos estos años pasados no son nada, porque ahora estoy contigo.

Sakae tomó a Ryudamon en sus brazos y lo abrazó. Meiko los estaba mirando fijamente. Un sentimiento extraño se apoderó de ella. Durante tantos años, Sakae la había observado con Meicoomon; Meiko sabía que la envidiaba. Hoy las tornas habían cambiado, y era ella quien la miraba con envidia. Un digimon que había esperado tanto a su hermana y ahora estaban juntos. A Meiko ya no la esperaba ningún digimon. Una lágrima que nadie vio corrió por su mejilla,

– Esta historia es increíble, dijo Takeru, sorprendido. Debes haber pasado por tiempos difíciles, Ryudamon. Ahora que Sakae se ha unido a nuestro grupo, nunca te sentirás abandonado.

– Es cierto, se alegró el digimon. ¡Nunca más seremos separados, Sakae! ¡Y juntos lucharemos contra Yggdrasil!

– Todavía no me creo lo que me está pasando, dijo la chica. Conocerte Ryudamon me hace muy feliz... pero la batalla que acabamos de presenciar también me ha hecho consciente de las responsabilidades que ahora me incumben... al igual que a todos vosotros, dijo mirando a todos los adolescentes.

– No te preocupes, te ayudaremos, dijo Mimi tomándola del hombro. ¡Con amigos siempre será más fácil!

– Sí, no estarás sola para enfrentarte a todo esto, asintió Sora.

– Gennai arriesgó su vida para permitirte que seas una Niña Elegida, añadió Joe. ¡Ahora nos toca a nosotros ayudarte!

Hikari, que había compartido la felicidad de Sakae, titubeó oyendo la última frase de Joe. Con una voz grave, dijo:

– Sí, Gennai arriesgó mucho para que pudieras ser parte de nuestro grupo Sakae; pagó un alto precio por él y Ken también. No pudimos salvarlos de Voltobautamon.

Taichi, sombrío, inclinó la cabeza. Se sentía responsable de este fracaso. Se giró hacia Nishijima:

– Baihumon no respondió su llamada. ¿Qué pudo pasar profesor?

– No... No lo sé, respondió extremadamente incómodo; es como si la conexión no se hubiera realizado. Estoy enfadado conmigo mismo.

– ¿Tal vez pudo pasarle algo a Baihumon? sugirió Takeru.

– Espero que no.

– Eso nos va a hacer conscientes de una cosa, dijo Yamato. No siempre podremos contar con Baihumon para ayudarnos. Así que tenemos que prepararnos para lo peor

– ¡Taichi, tenemos que ir a liberar a Ken y Gennai! dijo Hikari. ¡No podemos dejarlos en manos de Yggdrasil!

– ¿Pero no deberíamos ir a buscar a las Bestias Sagradas? objetó Koushiro. ¿Para contrarrestar a Yggdrasil?

– ¿Y qué haremos si Yggdrasil utiliza a Ken y a Gennai para conectar el mundo digital al mundo real? replicó Hikari.

– Es cierto, es un peligro que hay que tener en cuenta, confirmó Takeru.

– Más razón aun para encontrar rápidamente a las Bestias Sagradas y así tener una fuerza que oponer por si esto sucede, respondió Joe.

– No tenemos que enfadarnos, les calmó Sora.

– Es cierto, tenemos que mantener la cabeza fría, coincidió Nishijima.

– Pero, ¿cómo podéis dejar a Ken y Gennai tirados en el Mar Oscuro? se rebeló Hikari.

– No los abandonamos, pensamos por prioridad, dijo Yamato. Y de todos modos, ninguno de nosotros sabe cómo llegar al Mar Oscuro.

Hikari irritada guardo silencio. Todas las miradas se dirigieron hacia Taichi, para que tomara una decisión sobre el asunto. El joven sintió el peso de cada mirada sobre él y no supo qué decir. Sopesó los pros y los contras. Tras un momento de reflexión dijo:

– Joe y Koushiro tienen razón. Tenemos que encontrar las Bestias Sagradas. Son nuestro único activo contra los Señores Demonios y Yggdrasil. Ayudaremos a Ken y Gennai más tarde. Actualmente, no sabemos cómo entrar en el Mar Oscuro y desafortunadamente no podemos hacer nada por ellos. Ken conoce la oscuridad, será capaz de contrarrestarla.

Hikari miró hacia abajo, decepcionada.

– Sugiero que nos pongamos en ello de inmediato, dijo Koushiro. Podemos caminar unas horas antes del anochecer y llegar mañana al lugar donde normalmente se encuentra Azulongmon.

– Pero por cierto, dijo Mimi, ¿dónde estamos?

– Un minuto, dijo Yamato. Conozco este bosque...

– Yo también, se acordó Taichi. ¿No sería ...

– ¿Dónde nos encontramos con nuestros digimons por primera vez? susurró Sora.

– Sí, eso es, confirmó Koushiro. Hemos regresado a la isla de los archivos binarios.

– Increíble, susurró Takeru. Después de todo este tiempo...

– Según mis estimaciones, continuó Koushiro, Azulongmon debería estar encarcelado un poco más al norte.

– No correremos el riesgo de perdernos, dijo Joe.

– ¡Entonces vamos! decretó Taichi.

Cuando los adolescentes empezaron a caminar, Meiko se acercó a Sakae. Miró a Ryudamon nuevamente, luego a su hermana. Sakae notó el corte en su mejilla:

– ¿Estás bien, Meiko?

No respondió de inmediato, siguió fijándose en Ryudamon. Finalmente, miró a su hermana:

– Entonces tenías razón. Durante todos estos años me repetiste que entendías a Meicoomon, que sentías un vínculo entre tú y los digimons. Había efectivamente un digimon esperándote. Estoy feliz por ti, dijo con sin embargo con una voz triste.

– Gracias Meiko. Todavía no conozco bien los digimons y me gustaría cuidar bien de Ryudamon... ¿me podrás ayudar?

Meiko lo miró fríamente.

– Sí... yo u otra persona, habrá alguien que te ayudará, espetó. Pero sepas que ser una Elegida no es una cosa fácil. Es una carga para la que nadie nos ha preparado.

La voz de Meiko indicaba una advertencia, casi una amenaza. Se dio la vuelta y se unió a los demás. Incomoda, Sakae la vio alejarse. Durante años, había culpado al destino el hecho de que Meiko tuviese un compañero digimon y ella no. Hoy era Meiko quien la odiaba. ¿Por qué nunca podían sentir el vínculo que une dos hermanas? ¿Era quizás porque realmente no lo eran? Una voz la sacó de sus pensamientos:

– ¿Sakae?

Se dio la vuelta: Koushiro estaba frente a ella, Motimon en sus brazos. Se veía muy serio. Apenas había dicho una palabra cuando los demás la habían animado. ¿Tal vez él hubiera preferido que ella no fuera una Elegida? Incomoda, tartamudeó:

– Koushiro... yo... te aseguro que no sabía que era una Elegida...

– No tienes que disculparte, dijo sonriendo. Ninguno de nosotros lo eligió.

– Entonces... ¿no te molesta que lo sea?

– No, para nada. Al contrario. Quería decirte que... me alegra que ahora seas parte de nuestro grupo. Estoy convencido de que harás un gran equipo con Ryudamon.

Sakae se quedó sorprendida. No esperaba en absoluto ese tipo de reacción. Se relajó y le sonrió:

– Gracias.

– No te preocupes, todo va ir bien. ¿Nos unimos a los demás?

– Vale. ¿Vienes, Ryudamon?

– ¡Te sigo! se alegró el pequeño digimon.

Mientras todos los adolescentes se ponían en marcha, Nishijima sacó discretamente el dispositivo que le dio el director de la Agencia Administrativa. Rápidamente escribió un mensaje, tratando de ser claro y conciso. No tenía tiempo de ser exhaustivo; luego se unió a los demás dando grandes zancadas.

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Los Niños Elegidos habían caminado durante una hora en la selva azulada del mundo digital. La luz se había atenuado, oscurecida por espesas nubes oscuras. La mayoría de los Niños Elegidos andaban en silencio. Todavía estaban pensando en la batalla en la cual se habían opuesto a Voltobautamon y Alphamon.

Taichi estaba pensando en Omegamon. Incluso con la ayuda de Jesmon, la digievolución del ADN de su digimon y del de Yamato no fue suficiente para derrotar a Alphamon. Si Baihumon ya no respondiera a la llamada del profesor Nishijima, ¿qué harían la próxima vez que se enfrentasen a los Siete Señores Demoníacos? Prefería no pensarlo demasiado.

Detrás de él, Yamato observaba a Ryudamon avanzar junto a Sakae. El pobre, había tenido que sentirse tan solo tanto tiempo.

Sora miraba a Sakae: estaba feliz por ella y por Ryudamon, que finalmente había conocido a su compañera humana, pero también preocupada: ¿se integraría bien en el grupo? ¿Aprendería a luchar lo suficientemente rápido? Era la primera vez que venía al mundo digital. Sora también encontró a Meiko pálida, la tez cerosa. Hace varios días que no parecía estar muy bien.

Koushiro reflexionaba sobre las semillas de la oscuridad que Voltobautamon había implantado en Gennai y Ken. Lo más simple hubiera sido destruir la de Ken, hace tres años, pero él no sabía cómo hacerlo. En cuanto a Gennai, no había sabido hasta entonces que también estaba infectado. Si solo supiera como eliminar estas semillas...

Joe esperaba que encontrasen a las Bestias Sagradas rápidamente, ya que los problemas se multiplicaban. Primero los Siete Señores Demonios, ahora Voltobautamon, Ken y Gennai capturados... y aun que estaba feliz de que Sakae fuera una nueva fuerza para su grupo, sabía que le tomaría tiempo adaptarse al mundo digital. Además, su digimon solo estaba en el nivel infantil. ¿Quién sabía si podría evolucionar fácilmente?

Hikari miraba a su hermano de vez en cuando, con los labios apretados. Todavía no entendía cómo podía abandonar a Ken y Gennai a su suerte para privilegiar a las Bestias Sagradas. Ken conocía el mal, pero donde sea que estuviera en el Mar Oscuro, tenía que sufrir. Y eso hacía sufrir a Hikari. Del mismo modo, era una de las únicas personas, junto con Sora, que percibió el estado de ánimo de Meiko. Encontraba a su amiga aún más pálida y retraída que cuando vino a verla a su casa. Algo parecía carcomerla desde adentro. Cada vez que la miraba, Hikari estaba abrumada por el dolor. Un dolor que reavivaba la ira que Hikari mantenía oculta en su propia alma. Cuando de repente se despertaba esta ira, tenía ganas de gritar, de rebelarse contra todo y contra todos... pero luego, ocultaba este sentimiento y permanecía impasible.

Takeru observaba a Hikari a distancia. Había percibido su tensión con respecto a Taichi. Aunque ella guardaba el silencio, Takeru adivinó que una ira sorda hervía en su corazón. No quería verla así, porque entonces tenía la impresión que perdía a la dulce y generosa Hikari que conocía. Se encerraba sobre sí misma y ya no se dejaba tocar por ninguna emoción, por miedo al sufrimiento. Pero eso la hacía vulnerable, y Takeru lo sabía. Se prometió ir a hablar con ella cuando llegase la noche.

Nishijima estaba pensando en Baihumon. ¿Por qué no había venido? ¿Habrían perdido el vínculo que los unía? Si ya no estaban conectados, ¿cómo ayudaría a Taichi y a sus amigos? Se sentía culpable por la captura de Ken y Gennai, a pesar de que percibía que Taichi se consideraba responsable de ello.

Mimi, al final del grupo, encontró a sus amigos muy sombríos. Le preocupaba. ¿Podría Sakae sentirse cómoda mientras todos tenían un aspecto tan serio? Y ¿Podrían seguir unidos frente a los malos digimons si las dificultades los hacían perder la confianza en sí mismos?

Taichi, que estaba al frente del grupo, se detuvo de repente. Su cara se descompuso.

– ¡Venid rápido!

Todos se pusieron a correr. El bosque se despejó y finalmente llegaron a su límite. Allí permanecieron petrificados.

Frente a ellos se extendía una gran llanura que antaño había tenido que ser verde. No quedaba nada de la hierba que estaba carbonizada. La tierra olía a humo. Enormes dados con letras que antes formaban torres habían sido derribados y quemados. Los brasas brillantes aún crepitaban en el suelo negro.

Los huevos de digimons se esparcían en esta llanura desolada y quemada. Sus cascaras rotas yacían al aire libre. Mimi sintió que su corazón se apretaba y las lágrimas corrían por sus mejillas. Sakae, aterrorizada, tomó a Ryudamon en sus brazos y lo abrazó.

– El Pueblo del Inicio, donde nacen los digimon, susurró Joe conmovido.

– Es horrible, murmuró Nishijima.

– ¿Quién podría haber hecho tal cosa? dijo Yamato.

Takeru temblando descendió entre los escombros. Las piedras y la madera convertidas en carbón crujieron bajo sus pies. Tosió: el humo todavía le picaba en los ojos. Se acercó a un huevo: estaba vacío. Se inclinó sobre los demás. Todos los bebés habían sido eliminados.

– Takeru, no es posible, murmuró Patamon. Todos esos bebés que no pudieron renacer... incluso Elecmon ha desaparecido.

El joven se levantó y siguió caminando. Estaba buscando un digimon que pudiera haber escapado de la masacre, pero no quedaba ninguno. Takeru sintió lágrimas de ira llenar sus ojos.

– ¡Cobardes! gritó.

Cayó de rodillas y los sollozos lo sacudieron. Hikari, abrumada, dio un paso adelante a su vez. Puso sus manos sobre los hombros de Takeru para consolarlo. En ese momento, una rama se agrietó en el bosque. Todos los Niños Elegidos y sus digimons se dieron la vuelta en alerta. Una gran sombra sobresalió de los matorrales.

– ¡Baihumon! exclamó Nishijima.

El poderoso tigre blanco tenía marcas de quemaduras y parecía estar exhausto.

– ¿Estás bien? preguntó Nishijima mientras se acercaba a él.

– Me recuperaré, gracias, dijo Baihumon con voz ronca.

– Baihumon, ¿qué ha pasado? preguntó Taichi.

– Dos de los Siete Señores Demonios atacaron el Pueblo del inicio.

– ¿Los Señores Demonios? repitió Yamato. ¿Cómo llegaron al mundo digital?

– Gracias a Maki Himekawa, quien volvió a abrir un pasaje. Ella planeaba hacer pasar a todos los Señores Demonios, pero llegué a tiempo para resistirlos. Solo dos pudieron cruzar el Muro de Fuego. Empujé a los demás de vuelta al Mar Oscuro. Pero... los dos que lograron salir devastaron el Pueblo del Inicio, para que ningún digimon que pudiera oponerse a Yggdrasil pudiera nacer.

– Es terrible, susurró Sora.

– Pero, ¿podrán los bebés renacer más tarde? preguntó Takeru.

– Si expulsamos a los Señores Demonios, quizás sí. Luché con todas mis fuerzas, pero no pude detenerlos. Son muy poderosos y estaba solo. Por eso no pude responder a tu llamada Daigo.

– ¿Quiénes son los Señores Demonios que lograron pasar el Muro de Fuego? preguntó Joe.

– Lucemon y Barbamon. Daemon estaba a punto de pasar, pero pude repelerlo.

– Yggdrasil no es estúpido, observó Koushiro. Mientras estábamos ocupados luchando contra Voltobautamon y Alphamon, hizo otro intento para derribar las barreras del Muro de Fuego y liberar a los Siete Señores Demonios de nuevo...

– Y todo esto gracias a Hime, dijo Nishijima sombríamente.

– El tiempo apremia, dijo Baihumon. Debéis encontrar las otras Bestias Sagradas. Mientras no nos reunamos, corremos el riesgo de ver a más Señores Demonios invadir el mundo digital cada día... y, en última instancia, vuestro mundo.

– Vamos en esa dirección, le informó Taichi. Si todo va bien, Azulongmon estará libre mañana. Ya no estarás solo, Baihumon.

– Confío en vosotros. Mientras tanto, poneos en guardia. Lucemon y Barbamon pueden surgir en cualquier lado. Tal como están las cosas, tienen probablemente que esperar las instrucciones de Yggdrasil ya que no han dado más señales de vida. Por lo que me concierne, tengo que irme y vigilar, en caso de que quieran enfrentarse a otros digimons. Vosotros avanzad en vuestra búsqueda.

Con un salto elegante, Baihumon brincó sobre los arbustos del bosque. En apenas unos instante se fue.

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El director de la Agencia Administrativa abrió su correo electrónico y descubrió que el agente Nishijima acababa de enviarle un mensaje. Tuvo un mal presentimiento y lo abrió. Mientras leía, sus ojos se abrieron, sus puños se apretaron. Levantó su teléfono y marcó el número de Mochizuki:

– ¿Sí? respondió éste último.

– Baja, rápido, dijo el director.

Unos minutos más tarde, Mochizuki entró en la habitación secreta en el cuarto sótano.

– ¿Qué pasa?

– El agente Nishijima acaba de enviarme un correo electrónico. Mira.

Mochizuki se inclinó poniéndose pálido.

– Sakae es una Elegida, dijo el director en voz baja. Voltobautamon la arrastró al mundo digital y... y un digimon la estaba esperando. Ella tiene un compañero. Esto significa que todos nuestros esfuerzos para mantenerla alejada de los peligros del mundo digital han sido en vano.

Mochizuki se enderezó y miró a su amigo.

– Fue la elección Homeostasis. No podíamos oponernos.

– ¿Pero te das cuenta de lo que significa? ¡Ahora Sakae va a tener que luchar como los demás! Será como Meiko y Koushiro, en peligro constante...

– No está sola y su digimon la protegerá, especialmente si la ha esperado durante tantos años.

– Efectivamente, asintió una voz detrás de ellos.

Se dieron la vuelta: Hackmon acaba de aparecer en la habitación secreta. Miró acusadoramente al director de la Agencia Administrativa y al Sr. Mochizuki.

– Homeostasis tuvo muchos problemas para encontrar a Sakae. Durante todos estos años, ustedes la han sustraído a su misión.

– ¡Para protegerla! exclamó el director. Homeostasis ya había tomado a Koushiro y Meiko, ¿por qué necesitaba a Sakae? ¿Es para castigarme a mí y al Sr. Mochizuki?

– ¿Castigarles? Ustedes no cometieron ninguna falta.

– Entonces, ¿por qué elegir a estos niños?

– Por una razón que solo ellos podrán descubrir. No hay tiempo que perder. Yggdrasil lo está buscando. Ha enviado a sus esbirros.

– ¿Qué está buscando? preguntó Mochizuki.

– Deben ustedes volver a estudiar lo que les dejó su amigo fallecido. Actualmente, Homeostasis debe garantizar la estabilidad del mundo digital y para permitir que Sakae descubra que es una Elegida, Gennai es ahora prisionero de Yggdrasil. Por el Muro de Fuego han pasado ya dos señores demonios. La carga sobre los Niños Elegidos es inconmensurable ahora.