Tres Días en la Mansión Kido
Capitulo VIII
Los Santos Dorados Salen a Pasear
—Ah, y por cierto ¿dónde está Athena? He traído algo para ella— dijo Aioria cerrando el bolso, que al parecer aún tenía muchas cosas dentro.
—Está en su despacho, resolviendo unos asuntos de la fundación— explicó Shiryu— Puedes entrar a verla, se emocionará muchísimo.
—Pues bien, entonces iré. Espero que les hayan gustado los regalos.
—¿Siempre siendo el centro de atención, Aioria?
—Sí¡cómo te gusta que te miren!
—¡MU¡SHAKA!
—¡Hola a todos!— saludó Mu muy risueño— ¿Aioria los está atormentando con sus consejos de moda¡Jajaja!
—No, Mu, aún no— dijo Seiya dándole la mano alegremente al Santo de Aries— Pero deja que beba un poco, ya verás cómo nos aconseja cómo vestirnos.
—¡O como peinarse!— se burló Shaka— ¿Y dónde está Athena?
—En su despacho— respondió Shun ofreciéndoles ponche.
—Gracias pequeño, pero sabes que no me gustan las bebidas estimulantes— dijo Shaka amablemente— Es tan dañino para el cuerpo y la mente. Tú eres un niño aún, no deberías tomas esas cosas.
—No soy un niño Shaka, no quiero que me sigan viendo como uno.
—Tienes razón, ya no lo eres— dijo Shaka— Porque estoy enterado de que tú tienes una relación con...
—¡SHHH¡Mi hermano aún no lo sabe!
—¡Oh, lo siento! Pero quiero que sepas que estoy muy feliz por ustedes.
—Gracias, Shaka. Estoy ansioso por que llegue— susurró Shun tímidamente.
—Y dígannos¿por qué no han venido todos juntos?— preguntó Shiryu curioso.
—¿QUE POR QUÉ NO HEMOS VENIDO TODOS JUNTOS?— exclamó Mu riéndose— ¡JAJAJAJAJA¡ENTONCES NO NOS CONOCEN!
—En realidad— comenzó a explicar Shaka con sus ojos usualmente cerrados— todos vinimos juntos, pero...
—Somos... demasiado distraídos— completó Mu, aún entre risas. A decir verdad, no había dejado de reír desde su llegada— Nunca salimos del santuario para caminar por las calles de Atenas.
—Sí, siempre nos tele transportábamos o viajábamos con el avión de la fundación de Athena— comentó Shaka sentándose.
—Pero ahora hemos salido a caminar y eso fue algo muy diferente— contaba Mu como siempre lo hacía, los cinco principales se sentaban cerca de él y lo escuchaban como infantes a su maestra contándoles un cuento.— Parecíamos búhos volando de día: vimos todas las tiendas, compramos muchas cosas extrañas, comimos golosinas hasta que nuestros nervios se alteraron——
—¿GOLOSINAS!— interrumpió Seiya excitado— ¿Y no...
Mu metió sus manos en uno de los tantos chales que llevaba y sacó una pesada bolsa con caramelos, chocolates, gomitas y se la alcanzó a Seiya.— Esto es para que sigas destruyendo tus dientes y neuronas— dijo burlonamente.
Seiya no prestó atención a las palabras del Caballero y se puso a hurgar en la bolsa, sacando un bombón cubierto de crema y tragándoselo.
—Oye, Seiya, puedes…
—¡NO, SON MÍOS!
—…Y es que tampoco hemos venido todos— señalo Shaka mientras Mu se mofaba de Seiya.
—¿Qué dices, Shaka¿Quiénes no vendrán?— inquirió Hyoga urgido.
—No te preocupes, Hyoga,— le sonrió Shaka— tu maestro Camus está en camino.
—Sí, el venía con nosotros, pero se distrajo con algo y lo dejamos— afirmó Mu.
—¿Se distrajo?— volvió a interrogar Hyoga— ¿Con qué¿O con quién?
—Bueno, lo dejamos co——
—¡SHHH!— Mu hizo señas a Shaka para que no dijera más.
—Oh, ya entiendo, descuiden— dijo Hyoga. Luego, muy celoso pensó:— Claro, lo dejaron para que se besuqueara un rato más con Milo
—¿Y los demás, Mu?
—Ah, los demás...— suspiró Shaka— Nosotros aguantamos la tentación, pero el resto...
—...Deben estar vaciando las tiendas— terminó Mu. Él y Shaka siempre complementaban lo que el otro decía, parecía que leían sus pensamientos. Mu continuó su explicación— comprando ropa nueva, comiendo pasteles de todos los sabores, peleando por un cojín bordado del signo de Gé... oh dioses...
—...oh dioses... no...— Shaka se había levantado, tenía un semblante de extrema preocupación— ¡No le prestamos atención al asunto, Mu!
—...oh dioses— repetía Mu, también alarmado— ¡LOS DEJAMOS SOLOS!
—¿De qué hablan?— preguntó Hyoga— ¿A quiénes dejaron solos?
—¡DEBIERON HABER DESTRUIDO TODA LA TIENDA!
—¡NO, LA TIENDA NO¡EL CENTRO COMERCIAL ENTERO!
Seiya trataba de analizar la información, cosa que era muy rara en él.— Vamos a ver... pelea... cojín... signo de Gé... y no es sólo uno... la cara de Mu y Shaka...— Seiya estaba hecho un lío pero se acercaba.
—¡DEBEMOS IR, MU¡NO PRESTAMOS ATENCIÓN A SU PELEA!
—Pelea...signo de Gé... signo de gé... no es Aries, ni Tauro, ni Géminis, ni Cáncer... un momento... Cáncer… Géminis... ¡YATTA!— Seiya había dado en el clavo— Oi, Mu¿Acaso Saga y Kanon estaban peleando?
—Estaban, pero descuiden, nosotros nos encargamos de la situación— dijo una voz tras ellos. Era Milo, acompañado de Saga.
—¡Estábamos preocupados Saga!— dijo Shaka sentándose— Milo, lamento que hayas tenido que lidiar con estos problemáticos.
—¿Estos? Yo sólo veo uno— comentó Seiya mirando alrededor del lugar buscando al otro gemelo.
—Es que Shura Y Jabu están tratando de arrastrar al otro rebelde— expuso Milo.— ¿Y cómo están los niños mimados de Athena?
—Maldito cínico, si aquí está él, entonces ¿dónde está Camus?— se preguntó Hyoga mientras masacraba a Milo con la mirada.
—No nos llames así— dijo Shiryu cortante— Y estamos bien, gracias.
—La mala respuesta estaba de más, sólo era una broma.— replicó Milo bastante irritado.
—¡NO NOS GUSTAN ESAS BROMAS!— exclamaron Shiryu, Hyoga y Seiya al unísono.
—Debes aprender a callarte, parásito baboso— Saga habló y todos lo miraron. Se veía enojadísimo, y al igual que Hyoga, estaba matando al Escorpión con los ojos— ¡eres realmente impertinente!
—¡NADIE TE DIJO QUE OPINARAS!— Milo contestó aún más enfadado, parecía que tenía un asunto pendiente con Saga.
—Tranquilícense muchachos, la fiesta no ha comenzado aún y ya andan en un pleito— dijo Mu interponiéndose.
—¡Miren¡Allá vienen Jabu, Shura y Kanon!— manifestó Seiya.
Saga se volvió y miró con odio a una imagen idéntica a la suya, caminando con apatía, y sonriéndole descaradamente. Apretó los puños con fuerza, cuando los demás no lo estuvieran observando atacaría a ése individuo de sorpresa.
—Ni lo pienses Saga— dijo Mu secamente— No queremos ningún tipo de altercado en la casa de Athena¿entendido?
Saga simplemente se recostó en un árbol, observando colérico a los demás.
—Ese infeliz de Milo, ya me las pagará— pensaba irritado y algo inquieto— Decirme una vil patraña para terminar la pelea con el otro idiota...
…
—Muchachos… ¿esas son mujeres?— preguntó Shun ceñudo— no creo que sean…
—¡SEIYA!— chilló una de las chicas corriendo hacia él. Era de ojos y cabellos castaños — ¡Seiya!
—¿Acaso no la reconoces, Seiya?— dijo Jabu al tiempo que saludaba a los demás.
—¿Reconocerla?— el moreno no sabía quién era la mujer en cuestión, la miraba de pies a cabeza, pero no podía identificarla.
—¡Seiya, soy yo¡Marin!— exclamó ella abrazándolo cariñosamente. Al instante la reconoció, por su voz y su calidez, ella era la única mujer que le transmitía esa ternura, como la de una hermana mayor.
—¿Marin¿Sin la máscara?— Seiya la observó bien y luego la abrazó muy contento— ¡QUÉ ALEGRÍA¡MI MAESTRA ESTÁ AQUÍ!— festejó— ¡Eres más linda de lo que pensaba, Marin!
El resto de los muchachos estaban muy sorprendidos, jamás habían visto a Marin sin ésa máscara que ocultaba su rostro, luego observaron a la otra: sus cabellos eran verdes, al igual que sus ojos; por deducción supieron quién era, a pesar de haberla visto sin la máscara en una ocasión.
—Y nos volvemos a ver, mi querida Shina.— dijo Seiya abrazándola— ¡Cuánto tiempo sin ver ése rostro angelical!
—¿Y por qué no llevan sus máscaras?— quiso saber Shun— ¿No eran obligatorias?
—Yo les dije que no las trajeran— apareció Saori, e inmediatamente sus Caballeros dorados estaban besándole la mano y haciéndole reverencia, como si fuese la primera vez que la veían. Ikki los observaba desde su lugar, sulfurado por la conducta de los Santos. —Lamebotas— pensó.
—Muchas gracias Athena— expresó Shina tranquilamente— Aunque debo admitir que no estamos acostumbradas a estar sin ellas.
—Pues deberán acostumbrarse,— respondió Saori con una amplia sonrisa, estaba feliz de ver a sus Caballeros— porque de ahora en adelante no las utilizarán.
Entre tanto, Seiya y Shina estaban "conversando", y ella lo miraba ruborizada.
—¡… pues me incomoda que me veas!— decía ella— ¡Así que aléjate de mí!
—Sabes que no es la primera vez que veo ése rostro tan inocente, no sé por qué te ofendes.
—¡Déjame en paz!— replicó Shina apartándolo de su camino.
—¿Pero por qué tan violenta¡Si yo sé que me quieres!— dicho esto, Seiya le dio una zurra a Shina, muerto de risa.
—¿PERO QUÉ DEMONIOS TE SUCEDE!— Shina le respondió a Seiya con una sonora bofetada— ¡NIÑO ESTÚPIDO!
—¿Qué no puedes estar sin molestar a alguien?— lo sermoneó Saori— Será mejor que busques algo que hacer y dejes en paz a Shina.
—Como digas— obedeció Seiya y se puso a conversar con Marin, ambos estaban felices de verse de nuevo.
—¡Tenemos tanto de que hablar!— dijo Marin, por lo visto estaba muy emocionada por no llevar esa máscara y por ver a su valeroso alumno. Los dos hablaron un buen rato, de sus viajes, de sus vivencias, de sus amores; habían estado mucho tiempo sin comunicarse y Seiya necesitaba consejos de su maestra, a pesar de estar ahora libre de batallas, porque se sentía algo perdido sin ella. Marin tenía nuevos aprendices, pero ninguno llegaba a ser tan valiente como su travieso Seiya. Era una lástima que Marin no resultara ser Seika.
