Tres Días en la Mansión Kido
Capitulo IX
El Amor de Shun
Las camareras estaban sirviendo todo tipo de canapés y bebidas, Saori hablaba con Jabu, Saga no se había movido de aquél árbol, y los demás estaban animando el ambiente con licor. Ikki miraba enfurruñado a su hermano, que hablaba con Hyoga, y a su vista y opinión, estaban demasiado cerca el uno del otro. Luego, ambos se pusieron de pie y se alejaron. Ikki estaba sospechando que Hyoga estaba corrompiendo a su hermanito, así que esperó unos momentos para luego seguirlos.
—¿Cómo es posible? Espero que a Shun no le guste ése pato, no entiendo porqué Shun tiene que fijarse en ésa clase de bichos… y si no es éste es el otro…— murmuraba el fénix mientras los otros dos se detenían el una parte bien alejada del jardín.
…
Hyoga y Shun se sentaron bajo un enorme sauce, Hyoga se veía preocupado y quería hablar con su confidente, que lo escuchaba con atención.
—Es que no entiendo, no se me ocurre con qué pudo haberse distraído— decía Hyoga estresado por la ausencia de Camus— ¡No aguanto más esto, Shun, debo decírselo ya!
—¡Eres muy complicado, Hyoga!— comentó Shun— Aprende a tranquilizarte un poco y te irá mejor, pareces una mujer, como dice mi hermano¡jajaja!
—¡OYE!
—Es obvio que es una broma— dijo Shun riéndose de la cara de ofendido que tenía su amigo y lo rodeó por los hombros. A Hyoga le tranquilizaban los brazos de Shun, por la paz que transmitía.
Ikki, por otro lado, no lograba escuchar la conversación, pero la escena era, según él, muy elocuente. Detestaba que Shun fuese así de cariñoso con Hyoga, aunque bien sabía que a su hermano le encantaba abrazar a sus amigos, que era afectuoso por naturaleza. Sin pensarlo, se abrió camino y se impuso frente a ellos.
—¡SHUN¡¿QUÉ TANTO HACES CON EL GANSO!
—¡Por todos los dioses, Ikki!— Shun se levantó molesto por la intervención de su hermano, estaba harto de que se la pasara supervisándolo— ¿Qué pasa contigo?
—¡Te dije que no me gusta que estés toqueteándote con este estúpido!— Ikki señaló a Hyoga y el aludido se levantó, desafiando a Ikki con la mirada.
—¡Te dije que no hicieras un comentario así de nuevo o si no…
—¿Acaso es una amenaza, Shun?
Shun no respondió, nunca había estado tan molesto a causa de su hermano, pero esto era el colmo. Iba a callarlo de algún modo y estaba dispuesto a lo que fuera. Miró a Ikki desafiantemente y luego a Hyoga.
—Ya estoy harto de que me espíes y me molestes por estar con Hyoga¡es mi mejor amigo y lo sabes!
—¡Pues esos manoseos dicen otra cosa!
—¿Quieres ver lo que es manosearse¿Quieres saber si me gusta Hyoga¡Entonces mira!
Shun había tomado a Hyoga por la nuca y lo besó con furia, mientras agarraba el trasero del cisne con fuerza, y luego enredó sus dedos entre el cabello rubio. Hyoga se encontraba petrificado, pensando si corresponder o no al beso, pero ya que Shun estaba moviendo su lengua en su boca, él hizo lo mismo, además, eso haría que Ikki estallara de rabia.
Ikki se puso rojo de ira y de repulsión observando la escena, sabía que Shun hacía eso sólo por molestar, ya que él nunca haría eso si de verdad tuviera algo con Hyoga. Se molestó consigo mismo porque no era de Hyoga de que tenía que sospechar, era de otra persona, a quien aborrecía completamente…
Shun gemía para escuchar la reacción de Ikki, pero cuando abrió los ojos se dio cuenta de que sólo estaban él e Hyoga: Ikki se había retirado.
—¡Tienes ideas muy locas, Shun!— le dijo Hyoga arreglándose el pelo, Shun había dejado de punta su rubia cabellera— ¡Y no sabía que te enfrentaras a Ikki de esa manera!
—Amo a mi hermano, pero no soporto que me siga tratando como a un niño— declaró Shun calmadamente— Es un alivio que no sepa nada de mi verdadera relación.
…
Hyoga fue "al baño" y Shun regresó a las mesas, donde los muchachos estaban a punto de almorzar, cuando llegó Afrodita, el Caballero de Piscis, saludando en su manera habitual: dejando pétalos rojos por su camino, aromatizando el aire con rosas.
—¡Hola a todos!— saludó caminando hacia Saori— Mis respetos, Diosa Athena— se arrodilló y besó la mano de Saori.
—Gracias por venir Afrodita¡es tan maravilloso tenerlos reunidos de nuevo!— dijo ella sonriéndole dulcemente.
—Es un gran honor para mí su invitación, Athena¿Cómo fallarle a mi diosa?
—¿Pero qué clase de zalameros son estos hombres?— pensó Ikki exasperado al escuchar las palabras de Afrodita— ¡Si escucho una estupidez como esa otra vez golpearé a quien lo diga¡Una cosa es honrar a Athena, pero otra es ser unos estúpidos lambiscones!— Ikki dio la media vuelta y se metió en la casa.
Afrodita se sentó al lado de Shun, aprovechando la ausencia de Ikki.
—Hola pequeño Andrómeda. ¿Cómo has estado, mi dulce chico?
—Muy bien, gracias— respondió Shun ruborizado totalmente, debido a que el Caballero de Piscis acariciaba sus cabellos— ¿y… y cómo has estado tú, Afrodita?
—Extrañándote— susurró Afrodita sobre los labios de Shun, que sintió sus mejillas ardiendo, si alguien los veía… Pero por suerte los muchachos estaban muy entretenidos atracándose de comida y jugándose bromas.
—A… Afrodita… mejor vayamos a dar una vuelta por el parque, no sería oportuno si alguien nos ve…
—Mi amor¿Cuánto tiempo pretendes esconderlo? Porque si seguimos viéndonos a escondidas tu hermano podría enterarse y no sabemos lo que pueda hacer— advirtió Afrodita, a la vez que caminaban.
—Lo sé, pero aún no estoy listo para enfrentarlo— musitó Shun bajando la cabeza— Supongo que aún le temo.
—Estaré contigo, cariño— dijo Afrodita delineando con un dedo las mejillas de Shun— Sé que me odia, si supiera cuánto te amo no se comportaría de esa manera.
—Gracias por ser…
—Shun— dijo Afrodita con determinación— me debes algo.
Afrodita tomó de la mano a Shun y se escondieron detrás de unos arbustos. Se acercó y lo besó suavemente, haciendo que cada poro del muchacho de verdes cabellos se estremeciera. Siguió besándolo y acariciando su cuerpo, pero Shun se detuvo.
—Hoy no… si mi hermano se da cuenta de mi ausencia sospechará. Sólo caminaremos un rato para estar a solas, pero nada más.
—Está bien— aceptó el Caballero a regañadientes.
Cuando se dirigían al parque, encontraron a Hyoga recostado en un árbol, cerca de las rejas de la entrada, aparentemente inquieto.
—Creo que pierdo mi tiempo aconsejándote— opinó Shun conociendo la causa de la inquietud de su amigo.
—¡Shun¡Afrodita!— Hyoga sonrió a ambos— Veo que van a salir.
—Sí¿y tú esperarás a Camus aquí afuera?
—Ajá— contestó Hyoga incómodo por la presencia de Afrodita, no quería que más nadie supiera de su amor por Camus— Será mejor que te vayas con tu koibito, no vaya a ser que Ikki los vea.
Shun asintió y se fue rápidamente con Afrodita, sin apartar la vista de su mejor amigo.
—¿Dónde está Camus, amor?— pregunto Shun tomándolo de la mano.
—Antes de venir lo vi en una joyería— respondió él feliz ante la acción de su pequeño Andrómeda— ¿Por qué no le dijiste a Hyoga lo que te dije?
—Porque debe aprender a valorarse y a no complicarse tanto.
—Pero se ve que está sufriendo, el pobre está como yo hace unos meses— Afrodita sonrió ante el recuerdo del día que se le declaró a Shun.
—¿Tú también estabas nervioso?— dijo Shun abriendo los ojos con asombro.
—Mostré mucha seguridad cuando te robé aquel beso, pero en realidad mis manos estaban heladas de los nervios, no sabía que hacer en el caso de que me rechazaras— confesó Afrodita con la cara tan roja como una de sus rosas.
—Nunca imaginé que fueras inseguro— dijo sinceramente Shun— Siempre muestras ése aspecto de auto-confianza, me cuesta creerlo.
—Si supieras cómo se puso Camus cuando nos avisaron sobre la reunión en casa de Athena— dijo Afrodita riéndose— No pudo dejar de cantar y de hacer figuritas de hielo, y estuvo hasta esta mañana buscando algo para ponerse en mi cómoda, el pobre sólo cuenta con la armadura y la ropa de entrenamiento.
—Ya quisiera ver a Camus como tú, agobiado por no saber qué ponerse¡jajajaja!— rió Shun dulcemente.
