Tres Días en la Mansión Kido
Capitulo XII
Duelo de Gemelos
Por Anako Hiten
Ya era muy tarde, todos los muchachos se encontraban dentro de la mansión. Cuando Camus e Hyoga entraron, Shun les dirigió una mirada muy indiscreta. Los otros estaban muy alegres conversando; algunos estaban pasados de tragos, como Shiryu y su maestro, ahora joven, Dohko, y cantaban bastante desafinados:
—¡YUUUUUUUUUUUU AAAAARRR SOU BIUUUUUUUUUTIFOL!
—¡YU AR MAY RIIIIIIIISON TUUUUUUUUU BIIIIIIIII!
Se escuchaba muy, pero que muy mal; sin embargo sólo Shun les hacía caso. La mesa de billar se encontraba en la sala, los muchachos la habían metido porque hacía mucho frío en el patio. Seiya y Aioria jugaban billar, y a cada momento se oían los berrinches de Seiya cuando perdía.
—¡No es justo!— se quejaba el Pegaso— ¡Mueves las bolas con tus poderes!
—¡Jajaja¡Por supuesto, soy un experto con las bolas¡Jajaja!— dijo Aioria entre carcajadas— ¡Tú no sabes nada de mover las bolas!
—Con que no sé mover las bolas¿eh?— masculló Seiya desafiantemente— ¡Vamos a ver quién es mejor con las bolas!— Seiya iba a golpear una bola con el taco, pero lo dirigió a la ingle de Aioria.
—¡MOCOSO!— vociferó Aioria mientras se sostenía la entrepierna con dolor— ¡VERÁS LO QUE VOY A…
—¡JAJAJAJA¡¿QUIÉN ES EL QUE NO PUEDE MOVER LAS BOLAS AHORA¡JAJAJA!
Mientras Shina y Marin se reían de Seiya, Ikki, en otra parte del salón, hablaba con Shura.
—… No es que sea machista, pero la cocina es lugar de mujeres¿Qué hago yo con un delantal cocinando pasteles?— comentó Ikki recordando a Shiryu— ¿O soufflé? Eso no es muy masculino que digamos.
Shura, mientras escuchaba a Ikki, miraba a Shina de pies a cabeza.
—Sí… pero Shina… ¡ejem!... Shiryu cocina¿no? No siempre es cosa de mujeres. Además tú y yo sabemos qué es lo que mejor hacen.— Shura hizo un gesto obsceno con su mano sobre su bragadura, guiñándole un ojo a Ikki.
—¡Ja¿tú has estado con mujeres?— preguntó el fénix desconcertado— ¿En qué momento?
—¿No sabes que en el santuario hay Caballeros femeninos? Todas ellas son muy hermosas, y casi ninguna me ha rechazado, sólo que hay una que se ha resistido y no tienes idea de lo que daría por poseerla… por hacerla mía— Shura estaba hablando como si Ikki no estuviera, y observaba a Shina fijamente, desnudándola con los ojos— ¡Ah, Ikki, no sabes lo complacientes que son las mujeres guerreras!
—¡Eres un degenerado, Shura!— increpó Ikki— ¡No la mires como si fuera una ramera!
—¿Y para qué otra cosa sirven las mujeres si no es para consentirnos?— dijo Shura como si Ikki fuese un retardado— Fueron creadas para satisfacernos, para darnos placer... ¡Al menos me gustan las mujeres¡No creerás que soy como los otros del santuario, que se tiran entre ellos!
—¡NANDA'!— Ikki lo miró perplejo— ¿Entre ellos¿Pero quiénes?
—Bueno, algunos; tenemos, por ejemplo, a Milo, que ha pasado más de una noche en la mayoría de las Doce Casas— revelaba Shura muy afanado en su tarea— Pero hasta tú sabes lo lanzado que es Milo.
—¿LANZADO¡No es más que una perra!— dijo Ikki con su usual tono despectivo— ¡Cada semana se coge al primer ser que se le atraviese, eso lo sabe toda Grecia!
—Pero no es el único— susurró el Caballero de Capricornio— Saga anda detrás de Aioria, pero él ni caso le hace, porque a Aioria le gusta...
—¡Vaya que es chismoso!— pensó Ikki asombrado por lo que le contaba Shura.
—…Y Camus está muy enamorado de alguien, porque vive cantando a todo pulmón, y Afrodita también tiene algún romance, pues anda feliz y dejando rosas rojas por todas partes.
—¿Y no sabes de quiénes están enamorados?— preguntó Ikki anhelante por ver si era Afrodita el amor de su hermanito.
—Oh, no, no he podido enterarme de eso. Lo que sí te aseguro es que no son chicas.
Y así siguió Shura contándole a Ikki sobre los romances del Santuario, demostrándole que no pasaba por alto casi ningún detalle.
Shun y Afrodita estaban sentados solos en una mesa, hasta que Kanon y Milo se sentaron junto a ellos, riéndose hipócritamente, parecían tener algo entre manos.
—¿Y se puede saber de qué se ríen, pecadores?— preguntó Afrodita con cierta turbación— La alianza de ustedes dos no debe traer nada bueno.
—¡CÁLLATE, FLORICIENTA!— le escupió Kanon— ¡No es asunto tuyo!
—¡Esa es la energía que necesitamos, Kanon!— le dijo Milo sonriendo siniestramente— ¡Vengarás por mí la horrible cicatriz que me hizo ése miserable¿Qué esperas para que empiece la acción? Esto se está poniendo muy aburrido.
—¡No molestes, insecto¡Esto lo hago para MI diversión, no la tuya!
—¿Quieres diversión, hermano?— apareció Saga y de pronto se hizo un sordo silencio en el lugar— ¿Por qué no jugamos una partida de billar? El que pierda hará LO QUE SEA que el otro decida. ¿Hecho?
—¡Más que hecho… hermano!— Kanon dijo esto último con repulsión, y con un gran odio en sus ojos. Se levantó y se acercó a la mesa de billar, donde Seiya y Aioria retrocedieron automáticamente, dejando los tacos en manos de los gemelos. Todos los Caballeros, tanto masculinos como femeninos, se agruparon para el espectáculo; sabían de antemano que algo interesante sucedería, pero no sabían qué era lo que harían esos peligrosos mellizos.
Kanon ordenó las bolas y Saga inició el juego. Cada vez que golpeaba las bolas las dirigía con mucha fuerza a Kanon, que en repetidas ocasiones omitía las esferas y utilizaba el taco como bola, arrojándosela salvajemente a Saga. Las bolas permanecían casi intactas, los gemelos estaban más concentrados en agredirse que en jugar.
—¡MALDITO BASTARDO!— gruñó Saga metiéndole una de las bolas en la boca a Kanon— ¡POR POCO ME SACAS EL OJO CON ÉSE PALO!
Kanon no podía responderle, ya que su hermano lo estaba ahogando con una esfera. Para defenderse, golpeaba repetidas veces la cabeza de Saga con el palo, sin éxito.
—¡SAGA¡VAS A MATARLO!— Shun quería detenerlos, Kanon ya se estaba poniendo azul— ¡BASTA!
—¡NO!— Saga le enterraba cada vez más la bola a Kanon en la garganta— ¡ME LAS PAGARÁS! Ere—— ¡AYYY!
Kanon había logrado darle en el ojo a Saga, luego de tomar una bocanada de aire. Lo agarró por la camisa y lo estrelló contra la mesa, reventándole palo por palo en la cabeza a su gemelo. No les quedaba otra opción que pelearse con sus propias manos, ya que sus poderes habían sido refrenados por Athena, para evitar que se matasen el uno al otro. En una ocasión, estuvieron a punto de morir por uno de sus "pleitos"; de ahí que Saori tomó la determinación de reprimir sus violentos ataques, a "simples" golpes carentes de energía cósmica.
Los otros no intervenían, ya que habían tenido malas experiencias tratando de separarlos; muchas veces sus amigos se interpusieron y quedaron gravemente heridos, como Aioria, Shaka, Mu, y hasta el propio Aldebarán. Milo estaba muy a gusto, a pesar de que no le gustaban esas peleas, pero quería ver a Saga sufriendo.
—¡NO ERES MÁS QUE UN ENVIDIOSO!— gruñía Kanon aún magullando a Saga.— ¡SIEMPRE HE SIDO MÁS PODEROSO QUE TÚ!
—¡NO… ME… HAGAS… RE——!
—¡CÁLLATE!— Kanon le propinó un golpe en todo el centro de la cara, rompiéndole la nariz. Realmente parecía querer matar a su hermano— ¡TE MATARÉ, ESTÚPIDO!
Saga finalmente se zafó de Kanon, lo sujetó firmemente por los cabellos y lo arrastró fuera de la casa, dejándolo cubierto de tierra. El jardín estaba muy oscuro, pero los muchachos, asomados por la ventana, podían ver claramente lo que sucedía afuera.
—¡NO ENSUCIARÁS LA CASA DE ATHENA!— exclamó Saga mirando a Kanon que se levantaba. Kanon le saltó encima y comenzó a golpearlo de nuevo, esta vez sin piedad alguna. Saga, como podía, le arrancaba grandes mechones de cabello a su gemelo, porque sabía que ése era su punto débil.
—¿ACASO PIENSAS DEJARME CALVO, MAL NACIDO!
—¡LES ORDENO QUE SE DETENGAN!
—¡ATHENA!— exclamaron los gemelos al unísono.
Saori había salido histérica de la casa, no se había enterado de la riña antes, ya que sus otros Caballeros no le habían dicho nada.
—¡Esto es una vergüenza¿Qué no fue suficiente frenar sus poderes¡SON HERMANOS!
—¡EL DEBIÓ PENSAR ESO ANTES DE INFUNDIR SU MALDAD EN MÍ!— dijo Saga con lágrimas asomándose en sus ojos.
—ERES UN… UN…— Kanon finalmente rompió a llorar— ¡UN IMBÉCIL!
—¡SI QUIERES MATARME, HAZLO¡QUEDARÁ SOBRE TU CONCIENCIA!
—¡YO NO TE…— Kanon estaba irreconocible, lloraba como un niño lastimado— no te quiero matar…
—¿AH, NO¿ENTONCES POR QUÉ TU IRA HACIA MÍ? Soy yo quien debería estar lleno de odio, porque me manipulaste a tu antojo¡porque me obligaste a matar a Athena!— Saga todavía tenía los ojos llorosos, pero no soltaba ni una lágrima.
—¡Quise que lucharas a mi lado, que gobernáramos juntos este mundo¡Y me rechazaste¡Preferiste quedarte con Athena¡ME ABANDONASTE POR ELLA!
—¡NO SEAS ESTÚPIDO¡SÓLO QUERÍAS USARME PARA NO ENSUCIARTE LAS MANOS!
—¡BASTA HE DICHO¡ENTREN A LA CASA Y NI PIENSEN EN PELEAR DE NUEVO!
—Sí… Athena— ambos entraron y se sentaron en lugares separados.
