Tres Días en la Mansión Kido

Capitulo XV

Ruidos en el Techo

Por Anako Hiten

—Bueno, ya es hora de irme también— dijo Dohko, que parecía no saber dónde estaba parado— Debo mantener en forma este cuerpo, y para eso debo dormir… ah, Shiryu, tenemos que ir a un bar en éstos días¿no te parece?— no se había percatado aún de que Shiryu se había dormido un par de horas atrás— Adiós, gran Dragón, nos veremos…— trató de levantarse pero el mareo le restaba equilibrio— Adiós… a todos… fue... un bonito día…— finalmente comenzó a caminar, pero los que estaban cuerdos sabían que sin ayuda se desplomaría en cualquier momento.

—¡Matte, Dohko!— dijo Milo corriendo hacia él y agarrándolo por un brazo.

—¡No creerás que te vas a ir tú solo en esas condiciones¡Ahora te pareces al anciano que solías ser!— Shura tomó a Dohko por el otro brazo. Eso era sólo una excusa, ya que quería irse, había hablado demasiado. Él, Milo y Dohko se despidieron y finalmente se fueron.

Shun y Afrodita seguían sentados en una mesa, no se habían levantado desde la cena, y por suerte Ikki estaba entretenido con otras cosas y no los estaba observando.

—Amor, ya debo irme— dijo Afrodita en voz muy baja— Espero que la próxima vez no tengamos que vernos a escondidas.

—Sí, yo también espero… Nos veremos el viernes, no lo olvides.

—¿Cómo olvidar una cita con mi pequeño? Sabes que nunca podría hacerte eso— Afrodita besó los labios de Shun velozmente, pero Shun sintió claramente la lengua juguetona de Afrodita rozando sus labios.

Finalmente, se despidió de los demás y se fue, dejando pétalos por su camino.

Ya en la sala sólo quedaban Ikki, que tenía entre sus brazos a Shina, durmiéndose, y en el sofá estaban Seiya y Marin, profundamente dormidos y abrazados. Jabu estaba jugando solitario, pero se fastidió.

—Amigo Shun, ya me voy— dijo levantándose— tengo mucho sueño y quiero recostarme.

—Yo no quiero levantarme, tengo más de tres horas aquí sentado, y además— Shun señaló a su hermano— estoy muy entretenido observando cómo se pone mi hermano con Shina.

—Es raro verlo siendo cariñoso— comentó Jabu— Bueno, Shun, nos vemos luego— Jabu se dirigía a la puerta, pero Shina le chilló:

—¡Jabu¡Espérame!

—Ah, yo… pensé que te quedarías. Estabas muy cómoda¿no?

—¡Cállate y vayámonos!

—¡Adiós, Shina!— se despidió Ikki mirándola fijamente.

—Oh… sí… ¡adiós, Ikki!— Shina había recordado lo abrazada que estaba a él hacía unos momentos. Ella y Jabu se despidieron y se marcharon, dejando en la sala a Ikki y a Shun.

—Fue un día divertido, ototo¿no es así?— dijo Ikki.

—Sí, y también agotador— dijo Shun— pero la pasé--

¡BUM!

—¿Qué rayos fue eso?— preguntó Ikki mirando al techo— ¿viene de la habitación de Hyoga?

—N-no lo sé— respondió Shun preocupado— Debe ser que algo se—

¡BLAM!

—Sí, es del cuarto de Hyoga. ¿Qué estará haciendo ése pato a éstas horas?

—Iré a ver— dijo Shun yendo rápidamente hacia las escaleras— Ya regreso, hermano.

—¡Espera, voy contigo!

—¡NO! Yo iré, descuida— Shun subió al cuarto de Hyoga. Estaba nervioso por una posible pelea entre Camus e Hyoga. Al llegar a la puerta, escuchó unos murmullos y se detuvo a escuchar.

—…despertamos a alguien?— escuchó la voy de Hyoga. Su voz sonaba pesada— Estamos bastante tomados…

—Ya entiendo por qué su voz se oye así— pensó Shun— ¡Están ebrios, han estado todo el día juntos haciendo quién sabe qué y todavía siguen!

—Ah¡eso es a lo que yo llamo sexo salvaje!— era, sin duda, la voz de Camus, y también se escuchaba bebido— ¡Mira las condiciones en las que dejamos tu habitación!

—Mejor nos quedamos calladitos— dijo Hyoga bajando la voz— Si te llegan a ver aquí… conmigo… y en éstas fachas…

—¡Bah¿Qué van a decir¿Que somos amantes¡Pues que lo digan, porque eso es lo que somos!

—¿ESO ES LO QUE SOMOS¿YO SOY SÓLO TU AMANTE?— dijo Hyoga con una horrible voz chillona— ¿ESO SIGNIFICO PARA TI?

—¡Oh, no! No quiero que peleen estando ebrios— pensó Shun. Muy decidido, tocó la puerta para entrar. Hubo otro "BLUM" y más murmullos. Luego, un Hyoga muy sudoroso y con una sábana atada a su cintura, le abrió la puerta.

—¡Shun¡Menos mal que eres tú! Por favor… no le digas a nadie que Camus está aquí… bueno— Hyoga miró hacia su cama— ahora está escondido, pero…

—No te preocupes, Hyoga, pero dejen el escándalo, que mi hermano está abajo y quería subir a ver qué ocurría. No lo dejé subir, pero ¿Qué tal si hubiese sido él?

—Lo siento, Shun, es que… bueno… hubo un pequeño accidente…

—¡NO FUE UN ACCIDENTE!— la voz de Camus se escuchó desde algún lugar de la habitación— ¡Sabes que no lo fue!

—¡Cállate Camus!— le gritó Hyoga— Nosotros nos vamos a dormir, Shun, gracias por todo. Y no molestaremos con más escándalos.

—Buenas noches Hyoga— se despidió Shun— Y ten cuidado con lo que haces.

—No te preocupes, amigo. Que duermas bien— dijo Hyoga y se encerró rápidamente.

Shun bajó a la sala y vio a Ikki sentado en un sillón, bebiendo algo que parecía ser whisky.

—¡Shun!— Ikki escondió su vaso cuando vio llegar a Shun— ¿Qué pasó con Hyoga?

—Todo está bien, Ikki, sólo se cayeron unas cosas de su armario— contestó Shun mirándolo con apatía— ¿y tú qué estás tomando?

—Eh… bueno… yo… tenía sed, sólo eso. No pensarás regañarme¿o sí?— dijo Ikki altivamente.

—No es eso y lo sabes. Sabes cómo te pones cuando tomas— Shun lo veía ahora preocupado.

—Es sólo una copa. Verás que la termino y me voy a dormir.

—Ya sabrás lo que haces— dijo Shun fríamente y volteándose— Yo me voy a dormir.

—Shun¿no me vas a esperar?

—No, vas a tardarte bastante y yo tengo mucho sueño— el peliverde se marchó hacia su cuarto pisando fuerte; estaba disgustado por la necedad de su hermano.

—¡No¡No me tardaré¡Shun!— Ikki estaba asombrado por dureza con la que le habló su hermano y escuchó la puerta de su habitación cerrarse— No soy un alcohólico, sólo me tomaré otra copa y ya…

Mientras tanto, Hyoga y Camus seguían despiertos, acostados muy juntitos en la cama.

—Gracias por quedarte conmigo, Camus— le dijo Hyoga tiernamente, abrazándolo por un costado— Ha sido el mejor día de mi vida.

—Ah… si supieras el gusto que me da estar aquí, abrazándote— susurró Camus con sus ojos cerrados, y acariciando la espalda de Hyoga— ¿sabes algo?

—Sé que te amo y que quiero que jamás te separes de mí.

—Y no lo haré, y me siento muy contento de haber sido el primero——

—Y el único— lo interrumpió Hyoga— Y si me llegas a dejar… ¡te congelaré lentamente el cuerpo para luego romperte en mil pedazos!

—¡Jajajajaja¡No te jactes de tu poder, cisnecillo!— dijo Camus al oído de Hyoga— Si me llegas a cambiar por otro… ¡te golpearé con mi Ejecución de Aurora y luego te encerraré en un ataúd de hielo y lo pondré en mi templo de adorno!

—No lo harías, porque me amas demasiadOOOOOOOWWW— Hyoga bostezó y se abrazó mas al cuerpo de Camus— Buenas noches, amor.

—Buenas noches mi cisne— respondió Camus quedándose dormido— Que sueñes conmigo.