Capítulo 24
Taichi, Yamato, Sora y el Nishijima retrocedieron. Sus digimons estaban delante de ellos, listos para intervenir. Solo Baihumon guardó distancias y se quedó detrás. Daemon percibió este gesto y miró a la Bestia Sagrada con una sonrisa despectiva:
– Bueno, Baihumon, ¿cómo te atreves a aventurarte en nuestro mundo? No pintas nada aquí, y además tu poder se encuentra disminuido en este mundo, pero a pesar de que lo sabias, viniste con estos humanos.
Taichi sintió que su corazón latía más rápido:
– Baihumon, ¿lo que Daemon está diciendo es verdad?
– Aunque sea así, respondió Baihumon con fiereza, sigo siendo más poderoso que ellos.
– Es lo vamos a ver, replicó Beelzemon cargando sus pistolas.
Taichi, Yamato y Sora extendieron sus digivices frente a ellos: Agumon, Gabumon y Piyomon digievolucionaron en Greymon, Garurumon y Birdramon. Luego alcanzaron el nivel perfecto: Métalgreymon, Weregarurumon y Garudamon aparecieron. Mientras avanzaban, Nishijima agarró a Taichi por el brazo:
– Baihumon acaba de decirme que os va a abrir un paso hacia al mar. Id a ayudar a Hikari y Takeru, me quedaré con Baihumon mientras detiene a los demonios.
– Entendido.
– Cuidaos.
Cuando los Señores Demonios echaron a volar para lanzar sus ataques, Baihumon saltó y abrió la boca: un líquido metálico brotó y congeló el fuego que Leviamon había escupido. Luego con su cola el gran tigre golpeó a Belphemon y Laylamon que cayeron al suelo.
– ¡Ahora! gritó Nishijima.
– ¡Vamos! exclamó Taichi.
Taichi, Yamato y Sora corrieron hacia el mar. Angewomon y MagnaAngemon se debilitaban bajo los chorros de tinta de Marine Devimon y no podían repeler las hordas de Divermons que les asaltaban. Uno de ellos agarró a Hikari nuevamente por una pierna e intentó arrastrarla al Mar Oscuro.
– ¡Hikari! exclamó Takeru, agarrándola por el brazo.
– ¡Hikari! ¡Takeru! gritó Taichi.
– ¡Giga-blaster! atacó a Métalgreymon.
– ¡Garra de lobo! lanzó Weregarurumon.
– ¡Espada alada! apuntó Garudamon.
El fuego y las explosiones golpearon a los Divermons que estaban agarrando a Hikari. Al instante fueron pulverizados y sus cuerpos se licuaron como un charco de petróleo. Hikari se derrumbó en la orilla. Takeru fue a ayudarla a levantarse, mientras Taichi llegaba corriendo:
– Hikari, ¿estás bien?
– ¡Hermano! ¿Habéis... venido?
– Hablaremos de esto más tarde. ¿Dónde está Meiko?
– Se ha ido a la pagoda para liberar a Ken y Gennai.
– ¿Sola, y sin digimon? exclamó Yamato. ¿Habéis perdido la cabeza?
Mientras hablaban, el agua del mar se agitó. Se formó un torbellino compacto; bajo los ojos horrorizados de los Niños Elegidos apareció una criatura mucho más grande que el resto de los Divermons, que asumió la apariencia de otro digimon marino. Levantó una cola que acaba en un enorme aguijón: era Scorpiomon.
– ¡Retroceded! exclamó Yamato, corriendo hacia Takeru, Hikari y Taichi.
Scorpiomon salió del agua y apuntó su aguijón hacia los Niños Elegidos. Una onda de choque se atisbó en el extremo del mismo y disparó hacia ellos.
– ¡Taichi! exclamó Métalgreymon.
– ¡Yamato! gritó Weregarurumon.
Los digivices de los adolescentes se iluminaron y sus compañeros digievolucionaron al nivel mega: Wargreymon y Metalgarurumon aparecieron e intervinieron para proteger a sus compañeros.
– ¡Gaia force! gritó Wargreymon, lanzando una gigantesca bola de fuego.
– ¡Garra de lobo de metal! lanzó Metalgarurumon.
Sus ataques barrieron la ola de Scorpiomon y a varios Divermons que intentaban acercarse. Scorpiomon entonces agitó sus patas y unos remolinos de arena aparecieron para cegar a los Niños Elegidos. Se tumbaron en el suelo, tapándose los ojos con las manos para protegerlos. Sora miró a Garudamon y sacó su digivice:
– Garudamon, ¡aléjalo de aquí!
El digivice de Sora volvió a brillar y Garudamon alcanzó su nivel más alto de digievolución: Hououmon, el pájaro de fuego con plumas arcoíris apareció. Con un poderoso movimiento de alas, contrarrestó la tormenta de arena y la envió de regreso a Scorpiomon:
– ¡Explosión estelar!
El viento levantado por Hououmon arrojó a Scorpiomon al mar. Los adolescentes se levantaron. Taichi miró hacia la pagoda. Meiko había ido sola allí. Era una operación a la desesperada. Los Divermons, Scorpiomon y Marine Devimon se acercaban. Tenía que proteger a Hikari y Takeru.
– Sora, ¡ve a buscar a Meiko con Hououmon! gritó a su amiga.
– ¡Entendido! Hououmon, ¡vamos!
El gran pájaro asintió y bajó hacia su compañera. Sora saltó sobre su espalda y volaron hacia la pagoda.
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Mientras tanto, Daemon había asumido su forma de combate masiva y peluda. Él y todos los Demon Lords se desataron contra Baihumon. Leviamon vomitó todas las llamas que su cuerpo contenía sobre el gran tigre blanco. Baihumon respondió con sus olas de metal que casi destruyeron los ataques de los demonios. Pero eran cinco y Baihumon estaba solo. Mientras metalizaba el fuego de Leviamon, Laylamon lo apuntó con sus ojos capaces de producir relámpagos que corroían todo lo que tocaban. Marcas de quemaduras aparecieron en el pelaje de la Bestia Sagrada. Nishijima vio con angustia las heridas cubrir la piel de su antiguo compañero. Daemon golpeó el suelo y toda la playa tembló. El Nishijima perdió el equilibrio y cayó al suelo: la caída reactivó el dolor de sus costillas. Al mismo tiempo, Beelzemon lo apuntó con sus pistolas. Baihumon se puso delante de Nishijima para protegerlo y recibió todos los golpes. Nishijima se enderezó, sin aliento: incluso después de convertirse en una Bestia Sagrada, Baihumon seguía actuando como su compañero. Un vínculo todavía los unía.
– ¡Gracias! le dijo.
Belphemon luego voló hacia ellos y sus cuernos produjeron electricidad.
– ¡Atención! exclamó Nishijima.
Pero Baihumon congeló la onda eléctrica con sus llamas metálicas. A pesar de esto, sentía que se debilitaba. Había demasiados Señores Demonios y ningún digimon de los Niños Elegidos podía ayudarlo.
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Meiko había bajado las varias plantas que conformaban la pagoda sin encontrarse con nadie. Había encontrado una escalera que conducía al sótano. Al entrar se había topado con una sensación de humedad creciente. La escalera la había conducido a unos pasajes subterráneos que parecían un laberinto. Algunos de los pasillos terminaban en diversos callejones sin salida y Meiko tuvo que hacer varios intentos antes de encontrar su camino. Había agua que manaba de las paredes. La chica pensó que se encontraba probablemente al nivel de la cascada, quizás debajo mismo.
De repente, oyó un ruido; un ruido de cadenas. Corrió en esa dirección y se encontró en un callejón sin salida. El final del corredor estaba cerrado por una rejilla electrificada: detrás estaban Ken, Gennai y los digimons de Daisuke, Miyako y Iori. Ken inmediatamente reconoció a Meiko:
– ¡Meiko! exclamó, levantándose.
– ¡Ken! ¡Gennai! ¡Qué feliz estoy de que estéis bien!
– ¿Cómo has llegado hasta aquí? preguntó el adolescente.
– Fue gracias a Hikari. Voy a intentar sacaros de esta prisión.
– Imposible, dijo Gennai. Esta rejilla está electrificada. Moriremos si la cruzamos.
– ¿Ken, tu digimon no puede digievolucionar para derribar la puerta? preguntó Meiko.
– Ya lo intentamos, pero este subterráneo impide que Wormon digievolucione.
– ¿Quién controla la electricidad de esta reja?
– Piedmon, contestó Gennai. Nadie puede derrumbar esta reja. Solo una Bestia Sagrada lo podría.
En ese momento, una voz resonó desde el otro extremo del corredor:
– ¿Meiko?
Meiko se dio la vuelta y reconoció a la Sra. Himekawa a contraluz, que la estaba mirando fijamente.
– Sra. Himekawa...
– Sé el porqué de tu presencia aquí. Sé que quieres liberar a los prisioneros.
– ¿Cómo pudo usted colaborar en su captura?
– Nunca quise eso, dijo ella, acercándose.
Meiko dio un paso atrás, cautelosa.
– Ya no confío en usted.
– Quiero ayudarte. Solo quiero restaurar la justicia, como tú... pero antes de eso, por favor escúchame. Aunque Yggdrasil use a los Señores Demonios, tiene sus razones para hacerlo. Sé que crees que es tu enemigo, pero él está prisionero del Mar Oscuro por culpa de Homeostasis. Homeostasis es tan cruel como lo pueden ser los Señores Demonios.
– Es falso. Yggdrasil y los Señores Demonios han estado aterrorizando al mundo digital desde que usted los apoya.
– Homeostasis fue el primero en usar la violencia para recluir a Yggdrasil en el Mar Oscuro. Fue por eso que Yggdrasil se vio obligado a tomar represalias con sus mismas armas. A Homeostasis los Niños Elegidos no le importan nada. Nos usa a voluntad, sin dudar un instante en sacrificar a nuestros compañeros digimons. Es lo que le hizo a Megadramon y lo que le hizo a Meicoomon.
– Meiko, ¡no la escuches! le dijo Ken.
Pero Meiko había vacilado al oír el nombre de Meicoomon. ¿Y si Himekawa tenía razón? ¿Y si Homeostasis no valía más que Yggdrasil? No, no, se negaba a creerlo... De repente, una risa horripilante y sádica se hizo eco en todo el subsuelo:
– Bueno, bueno, Maki... ¿estás predicando para convencer al enemigo? Haces muy bien…
Meiko y Himekawa se dieron la vuelta: Piedmon estaba de pie al final del pasillo, con los brazos cruzados. Con su máscara en blanco y negro y su disfraz de payaso parecía aún más aterrador si cabe. Meiko dio un paso atrás.
– Meiko... susurró Piedmon. Qué buena sorpresa. No esperaba que nuestros caminos se cruzaran aquí. Eres tenaz, para una humana sin digimon... deberías escuchar a Maki, ella aprendió mucho al contacto con Yggdrasil.
– ¡No quiero escucharte! ¡Ni a ti ni ella!
– Como quieras... pero en este caso no esperes que esta rejilla electrificada desaparezca...
Mientras decía sus palabras, Piedmon comenzó a cambiar de forma. Su cuerpo adquirió la apariencia de un pirata esquelético armado con espadas y pistolas: ¡Voltobautamon! Meiko se estremeció. Voltobautamon le arrojó vapores negros que se envolvieron alrededor de su tobillo. Meiko gritó y resbaló. Himekawa la contuvo y le gritó a Voltobautamon:
– ¡Déjala!
Al mismo tiempo, un fuerte ruido resonó en el techo. Se agrietó y el pasillo se derrumbó en gran parte: las piedras que cayeron obligaron a Voltobautamon a soltar a Meiko. Hououmon apareció con Sora a su espalda. Había perforado la planta baja para llegar al sótano. Sora saltó al suelo y fue en ayuda de Meiko a levantarse, mientras Hououmon se interponía entre ellas y Voltobautamon.
– ¡Meiko nunca estará sola contra Yggdrasil, sus demonios y tú! gritó Sora a Voltobautamon.
– ¿Pensaste, jovencita, que un digimon de nivel mega sería suficiente para vencerme? replicó Voltabautamon. ¡Eres muy ingenua!
– Eso es lo que vamos a ver, dijo Hououmon, despegando para atacar.
Voltobautamon sacó sus espadas, dotadas de la capacidad de perseguir a un oponente y golpear sus puntos vitales y las arrojó hacia Hououmon. El enorme pájaro respondió, haciendo brotar una lluvia dorada de sus alas:
– ¡Explosión estelar!
La pagoda entera tembló.
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En la playa, Angewomon, MagnaAngemon, Wargreymon y Métalgarurumon perdían terreno ante la embestida de los Divermon que eran cada vez más numerosos. Marine Devimon ya estaba casi completamente fuera del agua. Abrió la boca y vomitó torrentes de tinta negra. MagnaAngemon fue golpeado y colapsó en la playa. La tinta se solidificó como pegamento, paralizando el digimon.
– ¡No! gritó Takeru, corriendo hacia él.
Taichi volvió la cabeza hacia Nishijima: los Señores Demonios hostigaban a Baihumon. La Bestia Sagrada no podría ayudar a sus compañeros digimons.
– ¡Yamato! Exclamó Taichi. ¡Tenemos que hacer aparecer a Omegamon!
Su amigo asintió y los dos muchachos sacaron sus digivices: en ese momento se iluminaron y los cuerpos de Wargreymon y Métalgarurumon se disolvieron en números binarios, naranja para Wargreymon, azul para Metalgarurumon. Los digimons entrelazaron su ADN para dar a luz a Omegamon. La armadura que cubría los brazos del gigante blanco tenía la forma de las cabezas de Wargreymon y Metalgarurumon. El poderoso digimon levantó su arma y apuntó a Marine Devimon: la explosión tremenda le estalló en el pecho. El coloso se inclinó y cayó de rodillas en el océano. Lentamente, se derrumbó en el agua y su cuerpo se derritió en un charco oscuro similar al de los Divermons derrotados.
– ¡Bien hecho, Omegamon! le lanzó Yamato.
Takeru corrió hacia MagnaAngemon: el duro y pegajoso chorro de tinta de Marine Devimon estaba empezando a resquebrajarse. MagnaAngemon hizo un gran esfuerzo y al fin pudo mover sus músculos. El pegamento viscoso terminó partiéndose y el ángel se enderezó.
– MagnaAngemon, ¿estás bien? preguntó Takeru, preocupado.
Su compañero se volvió hacia él con una sonrisa.
– Contigo a mi lado... puedo vencer a todas las criaturas en el Mar Oscuro.
Takeru sonrió a su vez y levantó el puño:
– ¡En ese caso adelante!
En ese momento preciso cientos de Divermons aprovecharon la maniobra de distracción que había constituido la lucha de Omegamon contra Marine Devimon y se lanzaron sobre Takeru y Hikari. Los digivices de los dos adolescentes se iluminaron y sus compañeros alcanzaron el nivel mega: Seraphimon y Holydramon despegaron. Con la ayuda de Omegamon, diezmaron a los Divermons. Taichi se dio la vuelta: Baihumon estaba teniendo una mal racha de ataques por parte de los Señores Demonios. Ahora que los digimons de Takeru y Hikari habían alcanzado su máxima digievolución, tenían que echar una mano a la Sagrada Bestia.
– Omegamon, ¡vamos a ayudar a Baihumon! le gritó Taichi.
El digimon asintió y se apresuró a ayudar a la Bestia Sagrada. Unió el fuego de su cañón a las olas metálicas del tigre blanco e índigo: sus ataques golpearon a Leviamon, que cayó al suelo. Omegamon se encargó de Laylamon, desviando con su espada los láseres corrosivos que la criatura demoniaca hacía emerger de sus ojos. Mientras tanto, Baihumon metalizó todas las ondas de electricidad que Belphemon produjo con sus cuernos. Nishijima los vio pelear juntos y tuvo una extraña impresión: Omegamon y Baihumon parecían entenderse sin hablar y actuaban en perfecta sincronización. Como si estuvieran conectados por el pensamiento. Como si fueran hermanos.
Exasperado por este aumento de las fuerzas enemigas, Daemon levantó los brazos al cielo. El viento sopló, el aire se enfrió. Desde el fondo de la playa, los Niños Elegidos vieron volar la arena que formó remolinos. De repente, las ráfagas se encendieron. El torbellino creció, sus llamas aumentaron en intensidad. La atmósfera se calentó bruscamente y les llegó un olor a humo. ¡Un tornado de fuego! La espiral incandescente avanzaba directamente hacia Baihumon y Omegamon. Era más poderoso que Daemon. Taichi tragó saliva: aunque Baihumon fuera una Bestia Sagrada y Omegamon la fusión de dos digimons, era posible que no pudieran contener este ataque infernal.
Al mismo tiempo, un rugido sonó desde el Mar Oscuro: una tempestad levantó enormes olas como si fuera un tsunami. Brotó de las profundidades de un enorme monstruo, peor que cualquier cosa a la cual los Niños Elegidos se hubieran enfrentado hasta ahora. Parecía un gigantesco pulpo azul cuyas docenas de tentáculos se unían mediante cadenas para formar cuatro patas sobre las que se movía la criatura. Dos colosales membranas de pez de color rosa se extendían por su espalda para formar un par de alas. Sus ojos rojos provocaban terror. Era Dagomon.
¡Espero que este capítulo os haya gustado!
Samy : Muchas gracias por tu último comentario :D Takeru y Hikari desempeñarán un papel importante en el próximo capítulo, así que ¡espero que te guste! ;)
Agradezco también a todos los lectores que han dedicado tiempo para leer esta historia :)
