Capítulo 27

Con las manos en los bolsillos, Taichi caminaba delante de él en dirección recta a grandes zancadas. Las ramas muertas crujían bajo sus pies. La última frase de Meiko resonaba en sus oídos todavía. Había hecho lo mejor posible para estar a la altura en tanto que jefe del grupo. Había estado vigilante a cada uno de sus amigos haciendo todo para protegerlos, para evitar que ningún conflicto estallase entre ellos. Había sacrificado su relación con Meiko para no dejarse invadir por los sentimientos durante su misión. Pero no había sido suficiente. Takeru, Hikari y Meiko habían podido haber muerto esa noche, y el no pudo haberlo anticipado. Había estado demasiado preocupado en tomar las buenas decisiones y por saber el avance sobre Yggdrasil, aunque hubiese terminado por considerar a sus amigos como un grupo, un todo, olvidando que son también personas con sus propias emociones. Había sido incapaz de ver que su hermana estaba mal, que Meiko se encerraba sobre sí misma. Él había querido asumirlo todo para que nadie tuviese que cargar este fardo tan pesado. Y había fracasado. Cerró los puños en sus bolsillos. Jamás había sentido tanta impotencia e injusticia.

Llego al borde del rio que pasaba por el interior del bosque. En este lugar, su cauce se alargaba. El agua discurría lentamente, sobreponiéndose a las piedras que le obstaculizan y chocando contra ellas. Las tres lunas del digimundo se reflejaban como si de un espejo se tratase. Taichi se sentó en la ribera y levantó los ojos: miles de estrellas brillaban en el cielo. ¡Que placido parecía el cielo en comparación a lo que lo que acababan de vivir! Asustaba imaginar que mientras que él se encontraba solo, Joe, Koushiro, Mimi y Sakae estaban de camino para liberar Zhuqiaomon. ¿Qué peligros encontrarían de camino? Cuando amaneciese, los otros y él deberían ponerse en camino para unirse a ellos. Cerró los ojos con el corazón pesado. ¿Qué debería hacer para ser un mejor jefe? ¿Un mejor amigo? Tantas cuestiones se agitaban en su cabeza. Tenía la impresión de haber echado todo perder. Especialmente con Meiko. Cogió una piedra y la tiró al agua.

– ¿Taichi?

Se dio la vuelta: el señor Nishijima se encontraba en el borde del bosque, con una maño apoyada contra un árbol. Al contrario que Taichi que se agitaba interiormente, él parecía estar muy tranquilo. Avanzó:

– ¿Puedo sentarme?

Taichi hizo un gesto de desagrado: no tenía especialmente ganas de hablar en ese momento. Sin embargo, le hizo un signo con la mano:

– Adelante.

Nishijima se puso con las piernas cruzadas cerca de él. Taichi mantenía los ojos fijos sobre el rio; Nishijima también. Permanecieron algunos minutos en silencio. Finalmente, Nishijima dijo:

– Sé lo que sientes. Lo he sentido antes que tú.

– ¿Cómo? dijo Taichi girando la cabeza hacia él.

– Yo también fui jefe de los primeros Niños Elegidos.

– ¿De verdad?

– Sí, y sé que responsabilidades esto supone. Sé lo que es el temor constante de equivocarse, de no estar siempre a la altura, de no tener suficiente valor….de no poder ni ayudar, ni salvar a tus amigos. Sé que te preocupas mucho por tu hermana, por los otros…veo también como miras a Meiko.

Taichi se puso rojo. Avergonzado, tartamudeó:

– Usted... ¿sabe lo que yo…siento por ella?

– Lo adivino, afirmó Nishijima con una sonrisa. Pero no quiero que cometas con ella el mismo error que cometí con Hime.

Una arruga de arrepentimiento se cruzó en la frente de Nishijima. Su nariz y sus ojos habían formado arrugas de pena. Taichi lo miraba. Sentía que lo que iba a decirle no tenía nada que ver con una conversación entre un profesor y su alumno. Era algo más personal. Taichi bajó los ojos y con una voz dudosa dijo:

– ¿Es que usted….ha sentido este tipo de sentimientos por la señora Himekawa?

Temía ser indiscreto. Sin embargo, cuando levantó la cabeza hacia Nishijima, no leyó ninguna reprobación en los ojos del profesor. Solo tristeza.

– No supe comprenderla cuando tuvo necesidad de mí. Si lo hubiera conseguido, ella no estaría quizás ahora al servicio de Yggdrasil. Lo que hemos vivido en el digimundo nos ha hecho sufrir, nos ha empujado a adoptar posiciones diferentes….y al final, nos separamos.

– ¿Qué quiere decir?

– Después de que Hime perdiese su compañero digimon, dejo de ser la misma. Se ensombreció. Pero fue algo lento, paulatino. No supe verlo.

Taichi frunció las cejas diciéndose: "Como yo con Meiko".

– Después de nuestro combate contra los Amos Oscuros, durante el cual las Bestias Sagradas fueron creadas, no volvimos al mundo digital durante los seis años siguientes, continuó Nishijima. Cuando fuimos llamados por Homeostasis, fue para combatir Apocalymon. Fue durante esta batalla que nuestros tres amigos Eiichiro, Ibuki y Shigeru se sacrificaron para dar su energía las Bestias Sagradas que habían sido sus compañeros. Hime e yo fuimos reenviados al mundo real después de su desaparición y de la de Apocalymon, justo antes de que el portal entre los dos mundos se cerrase. De los cinco primeros Niños Elegidos, nosotros fuimos los únicos supervivientes. Los meses que siguieron a la desaparición de nuestros amigos fueron muy difíciles. En tanto que jefe, me sentía…terriblemente responsable de su perdida. Continuamente me preguntaba como hubiera podido ayudarlos, como podría haberlos salvado. Todavía hoy, esas preguntas me persiguen. Me digo que si hubiera podido haber llamado a Baihumon en ese momento, mis amigos quizás seguirían con vida.

Nishijima dejó de hablar con la mirada puesta en el vacío. Taichi le miraba, preocupado, y éste continúo hablando:

– Estaba persuadido en esa época que el mal había sido vencido y que ni Hime ni yo volveríamos jamás al mundo digital. Entonces, para sobreponernos al dolor que me provocaban la pérdida de Eiichiro, Ibuki y de Shigeru, había querido olvidar. Olvidar el digimundo, olvidar los digimons.

– ¿Usted quiso olvidar a Baihumon? ¿Su compañero?

– Pensar en el me recordaba que nunca pude haber ayudado a mis amigos: era demasiado duro. Hoy, me arrepiento de haberlo querido borrar de mi memoria. Pero pienso que no lo hubiera podido hacer de otra manera hace diez años. Durante el periodo que siguió a la desaparición de nuestros amigos, mi relación con Hime se….complicó. Salimos…salimos juntos, poco antes de ser llamados por segunda vez al mundo digital por Homeostasis. Creo…que no he sido sido tan feliz toda mi vida.

Nishijima se había puesto ligeramente rojo. Después, se puso de nuevo serio y continuo:

– Lo que habíamos vividos en el mundo digital transformó nuestra relación. Algunos meses después de nuestra última batalla, Hime fue contactada por la Agencia.

– ¿Es la Agencia para la cual trabajan ahora?

– Exacto. Ignoro como la Agencia había descubierto la existencia del mundo digital. Quizás con la llegada de Parrotmon en nuestro mundo. Ésta quería reclutar a Hime en su equipo, ya que era uno de los primeros humanos que había ido al mundo digital. Uno de sus miembros, el profesor Mochizuki, estaba ávido de sus conocimientos sobre el terreno.

– ¿El profesor Mochizuki? Usted habla, ¿del padre de Meiko? ¿Es ahí cuando la señora Himekawa lo conoció?

– Sí.

– Entonces… ¿hacía tiempo que ella conocía a Meiko?

– Ella tuvo que haber conocido Meiko cuando no era más que una niña. Pero en ese momento, Meiko no tenía aun un digimon. Cuando Hime fue contactada por la primera vez por la Agencia, acababa de cumplir 18 años y había obtenido su examen de ingreso en la universidad. La Agencia le prometió que si ella aceptaba trabajar para ellos, la formarían para compensar la formación universitaria que ella no podría recibir.

– ¿Cómo reaccionó a esta proposición?

– Hime guardaba de nuestra última batalla en el digimundo un fuerte rencor hacia Homeostasis que ella consideraba responsable de la pérdida de su digimon y de la de Eiichiro, Ibuki y Shigeru. Ella veía en Homeostasis una entidad injusta que se preocupaba poco por los humanos y que no dudaba en exigir de ellos sacrificios para mantener el equilibrio de su mundo. ¿Acaso ella se equivocaba? Yo lo creo, pero siempre me planteo la pregunta. Al contrario que yo, ella estaba convencida que el mal presente en el digimundo saldría a la superficie un día. En ese contexto, trabajar para la Agencia le parecía una oportunidad que no podía desaprovechar: ella esperaba que la Agencia representase un contrapeso a los malos digimons más eficaz de lo que había sido Homeostasis. Imaginaba que podríamos entonces salvar el mundo y que ella se vengaría de aquel que consideraba responsable de la pérdida de su digimon y de nuestros amigos. Creo que Hime esperaba en secreto que los conocimientos que adquiriría durante su formación la permitirían, finalmente, terminar su proyecto de reboot. Aceptó el puesto que se le propuso en la Agencia.

– ¿Y usted?

– La Agencia estaba también interesada por mi perfil, y había sugerido a Hime hablarme de su proposición. Pero yo no quería oír nada del mundo digital. Para no sentir más remordimientos. No entendía el ímpetu de Hime a querer vengarse de Homeostasis. No quería entrar en la Agencia y ella no entendía el porqué. Fue por todo eso que nos disputamos.

Nishijima se paró de nuevo, sumergido por los recuerdos. No olvidaría jamás esta disputa. Estaba grabada con ácido en su memoria. Se veía hacia 17 años en su pequeño apartamento en frente de Hime. Se acordaba de la expresión determinada y rencorosa que arbolaba, esta agresividad con la cual ella ocultaba su sufrimiento, y se acordaba palabra por palabra de lo que ella le había dicho.

"¿Daigo, por qué no quieres trabajar para esta Agencia? ¡Con ella, seremos más fuertes, podremos combatir mejor las amenazas del digimundo que cuando éramos Niños elegidos!

– No tengo más ganas de volver al mundo digital, ni que me encomienden una misión que tenga algo que ver, replicó.

– ¿Y por qué?

– ¿Por qué? ¡Porque me hace daño, Hime! Me siento terriblemente mal por nuestros amigos que murieron sin que nosotros pudiéramos hacer nada.

– Ya veo, ¿y te quedas con los brazos cruzados en lugar de vengarlos?

– ¿Vengarlos? ¿Pero por qué quieres vengarlos? Ellos han elegido ayudar a las Bestias Sagradas, salvar el mundo digital…los únicos culpables, somos nosotros de no haber sabido ayudarlos…

– ¡No! Aquí el único culpable es Homeostasis. Es él, el responsable de la injustica que vivimos hoy.

– Homeostasis tenía necesidad de nosotros para mantener el equilibrio del digimundo.

– ¡Mentira! ¡Él nos necesitaba para ser sus peones! Le enseñaré que podemos salvar los dos mundos sin sacrificar un humano o un digimon.

– ¿Por qué eres tan agresiva?

– Y tú, ¿por qué te resignas?

– No podemos cambiar el pasado.

– Me importa un bledo, ¡podemos cambiar el futuro!

Daigo había mirado intensamente a Hime, con el corazón henchido de pena y de tristeza. Con una voz ronca, había murmurado:

– Si trabajas para el gobierno, podrías meterte en problemas. Me gustas Hime. No quiero perderte a ti también. Para mi eres más importante que el digimundo.

Hime se había sorprendida, confusa por esta confesión. Pero la cólera la había de nuevo invadido rápidamente:

– ¿Quieres impedirme actuar?

– ¡Quiero impedir que cometas un error! había replicado Daigo, exasperado. Piensas que actuando, harás desaparecer tu dolor. ¡Si quieres entrar en esta Agencia a cualquier precio es para huir de la realidad!

Hime le había mirado condescendientemente:

– ¿No eres tú quizás quien huye de la realidad Daigo? No paras de auto-compadecerte. ¡No eres más que un cobarde!

– ¡Te prohíbo que me trates de cobarde! Desde la muerte de Eiichiro, Ibuki et Shigeru, la cólera y la amargura te invaden. ¡Si nuestros amigos te importasen de verdad, aceptarías su muerte en lugar de ir directa con la cabeza gacha a ese trabajo!

Hime había dado paso hacia atrás. Con una voz asesina le había gritado:

– ¡¿Crees que eres el único que sufre Daigo?! Hemos perdido quizás amigos, pero por si no te habías enterado, he perdido también a mi compañero digimon! Si Homeostasis no me hubiera tomado Megadramon, habría podido hacer algo, habría podio ayudar a nuestros amigos… ¡pero Megadramon ya no existe más! He vuelto al mundo digital sabiendo muy bien que os seré inútil. ¿Te has preguntado solamente que lo que me podía suceder de poner de nuevo los pies en el digimundo sin Bakumon? ¡No, porque tú no sabes lo que es perder a tu compañero digimon!

Esta vez, fue el turno de Daigo que había vacilado. Había tratado de defenderse con una voz temblorosa.

– Cuando vinimos al mundo digital, yo quería solamente protegerte, a ti y a nuestros amigos.

– Ah pues sí, lo conseguimos, así que ya puedes sentirte todo lo orgulloso que quieras.

– ¡Para! había gritado. ¡No tienes corazón!

– ¡Y tú, no tienes coraje! Si tú no quieres honrar la muerte de nuestros amigos trabajando por esta Agencia, allá tú. Pero te lo advierto: yo no podré amar a un hombre que huye de su deber.

Esta vez, Hime había ido demasiado lejos. Desgarrado, Daigo la había mirado, indignado por tantos reproches. Con una voz sorda, había declarado:

– En ese caso, no hay nada más que hablar."

Se habían mirado fijamente, y nunca habían tenido tanto odio el uno al otro. Hime había quitado el apartamento dando un portazo. Daigo se había sentado en el sofá y abatido, había tomado su cabeza entre sus manos.

Entonces ignoraba que Hime, mientras descendía las escaleras de su inmueble, lloraba.

– Señor, ¿se encuentra bien?

La voz de Taichi sacó a Nishijima de sus recuerdos. El adolescente le miraba inquieto. Nunca había visto a su profesor tan conmovido. Nishijima se repuso, tosió, y después dijo gravemente:

– Durante esta disputa, Hime me hizo reproches muy similares a los que hoy ha podido hacerte Meiko. No pude medir el dolor que provocó en ella la muerte de su digimon. La desaparición de nuestros amigos fue la chispa que hizo explotar toda la pena que encerraba en su corazón después de tantos años. Sufrimos los dos, pero cada uno reaccionó de una manera diferente a este sufrimiento. Lo que consideraba como una manera de sobrepasar esta desgracia y de protegernos, era considerado por Hime como una cobardía. Esta discusión marcó el fin de nuestra relación.

– Es triste.

– Sí, pero cuando lo pienso hoy, me digo que pudo haber sucedido de otra manera. Es por eso que te cuento todo esto. Para que no cometas el mismo error con Meiko. Ella te necesita. Todos los Niños Elegidos la necesitan. Debes mantener encendida la luz que ella lleva en su interior, a fin de que nunca se deje consumir por las tinieblas…y que nunca se convierta en lo que Hime se convirtió.

– Sí, lo entiendo.

Permanecieron un instante en silencio, con los ojos fijos sobre en la ribera. El horizonte palidecía y declinaba hacia un aura verde turquesa: el alba se acercaba.

– ¿Puedo pedirle algo, señor?

– Sí, lo que quieras.

– ¿Por qué finalmente aceptó usted trabajar para la Agencia?

Nishijima sonrió:

– Lo hice por vosotros, Niños Elegidos.

– ¿Por nosotros?

– Después de nuestra discusión, Hime partió para trabajar para la Agencia. Yo, hice mi último año de instituto, después fui a la universidad para estudiar Letras y Caligrafía. Cuatro años más tarde, obtuve mi título. Es el verano de ese mismo año que fuisteis al digimundo por la primera vez, tus y tus amigos, y que Vandemon y sus esbirros invadieron el mundo real. Este ataque demostraba que Hime tenía razón, y daba razón a su convencimiento de que los malos digimons resurgirían. Hacía cuatro años que no había visto los digimons. Imagínate mi sorpresa al descubrir que otros niños como nosotros lo habíamos sido, habían sido elegidos para tener un compañero digimon y combatir las fuerzas delas tinieblas… Desde el balcón de un inmueble, os vi, a Yamao y a ti, ser atravesados por las flechas de Angewomon y de Angemon para permitir a vuestros digimons digievolucionar hasta el nivel Mega…si, os vi vencer a Vandemon. No puedes ni imaginar la impresión que me produjo saber que existían nuevos Niños Elegidos.

– ¿Qué pensó usted en ese momento?

– Creo que inconscientemente, transferí sobre vosotros la responsabilidad que tenía sobre mis amigos desaparecidos. Si vosotros habíais sido elegidos, mi deber era protegeros, a fin de que…no vivieseis lo mismo que nosotros habíamos vivido.

Taichi miro a su profesor y se acordó lo que le había dicho, en el Instituto, y después en el laboratorio: "Sueña en grande". Era entonces por eso que el señor Nishijima le había animado tanto a realizar sus sueños. Para que él pudiera hacer lo que sus amigos muertos no había tenido el tiempo de hacer. Su profesor continúo:

– Me presenté en la Agencia Establecida para solicitar un puesto. Mi estatus de antiguo Niño Elegido hizo que me aceptasen inmediatamente, aunque nunca he llegado al grado de Hime. Ella, durante estos cuatro años, había medrado en el organigrama de la Agencia. Ella había desarrollado su conocimiento informático; siempre fue muy inteligente en el Instituto, pero ahora ella se volvió brillante.

– ¿Fue complicado para usted volver a trabajar con ella?

– Al principio, sí. Nuestras relaciones eran frías, pero poco a poco volvimos a hablar y nuestra relación se volvió más cordial, aunque sin volver a lo que había sido antes.

Taichi observo Nishijima. Sus ojos brillaban cuando evocaba a la señora Himekawa, aunque una arruga sobre su frente tradujese arrepentimiento y tristeza. Él la amaba aun.

– Al trabajar para la Agencia, pude aprender más sobre vosotros. Hime e yo nos aseguramos de que Meiko y Meicoomon estuviesen a salvo. Paralelamente, me propusieron vigilaros gracias a la coartada de ser profesor en vuestro instituto. Al final mis estudios en letras y caligrafía me fueron inútiles, ya que fue en esa especialidad que conseguí ser contratado como profesor. Ahora, estoy con vosotros en el mundo digital y no tengo otro deseo que hacer más por vosotros de lo que pude hacerlo diez años antes por mis amigos.

Taichi miro a Nishijima, lleno de reconocimiento:

– Ya lo hizo, señor, cuando me salvó la vida

– Gracias…Taichi, susurró Nishijima con una sonrisa.

– Nos habéis ayudado mucho, usted y Baihumon. Creo que sus amigos estarían orgullosos de usted.

El profesor le dirigió una mirada afectuosa y llena de gratitud. Taichi añadió:

– En cuanto a mí, debo agradecerle por todo lo que acaba de decirme. Lo veo todo más claro. Si me permite, me gustaría ir a hablarle a alguien ahora.

Nishijima tuvo una sonrisa sutil, sabiendo de quien se trataba.

– Ve.

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Meiko había encontrado un claro donde ella se había sentado para despejar sus ideas. Después de que ella se hubiese enfadado contra Taichi, la cólera había rápidamente cedido al arrepentimiento en su corazón. Se arrepentía de haberse mostrado tan vehemente. Ella le quería tanto, pero…él no la entendía. Había echado todo a perder. Ella no había podido ayudar a sus amigos a liberar Azulongmon, y esa noche, ella no había conseguido liberar a Ken y Gennai. Se sentía impotente y terriblemente sola. Había abrazado sus rodillas con su cabeza entre ellas. Había llorado en silencio. Entonces, Hikari y Takeru habían aparecido para reconfortarla. Los cuales estaban también enfadados contra Taichi. Meiko miró con ternura a Tokomon y Nyaromon y les sonrió:

– Habéis estado increíbles, los dos. Vi vuestra digievolución desde la pagoda.

– ¡Gracias! se sonrojó Nyaromon

– ¡Gracias! añadió Tokomon con su habitual ceceo.

– ¿Cómo lo hicisteis?

Nyaromon y Tokomon se miraron, perplejos.

– Sentí que toda la luz se apagaba en Hikari cuando la desesperanza la invadía, recordó Nyaromon. Y de un golpe, esta luz se reavivó, explotó…Pero ella no estaba sola. Tenía como dos sentimientos que le daban vida.

– Sí, la esperanza y la bondad, afirmo Tokomon.

– Es exactamente lo que sentimos Takeru y yo, confirmó Hikari.

– Es esta unión de la luz y de la esperanza que multiplicó nuestras fuerzas, aseguró Tokomon.

– Sin embargo, se extrañó Meiko volviéndose hacia Hikari y Takeru, ¿creía que teníais ya un compañero digimon para la digievolución del ADN entre vuestros amigos que Yggdrasil sumergió en el coma?

– Es verdad, admitió Hikari, pero cuando nuestros digimons se fusionaron con los de Iori y el Miyako, se encontraban a un nivel inferior de evolución….Mientras que esta tarde, nuestros digimons estaban en nivel mega.

– Quizás tengamos muchos potenciales compañeros para la fusión del ADN según el nivel de digievolución en el cual nuestros digimons evolucionan juntos, reflexionó Takeru.

– Sí, quizás, murmuró Hikari. Pero lo que ha pasado hoy entre Holydramon y Seraphimon, entre Takeru y yo, era…más fuerte.

La chica intercambió una mirada con Takeru y sonrojaron. Sabían bien los dos lo que habían sentido en el momento en el que sus digimons habían digievolucionado su ADN. En ese mismo momento, oyeron un ruido entre los arbustos. Se volvieron: era Taichi.

– Hermano…murmuró Hikari.

Taichi les miró durante un largo rato a los tres. Éstos no vieron ningún enfado en su rostro. Permanecieron en silencio hasta que finalmente, Taichi les dijo gravemente:

– Sé que os he hablado duramente, hace un momento. Quería excusarme ante vosotros. Fue solamente…que tuve miedo por vosotros. Desde que hemos vuelto al mundo digital, quizás me he tomado demasiado en serio mi cargo de jefe. He querido reparar cualquier eventualidad que Yggdrasil pudiese imaginar para cortarnos nuestro camino hasta las Bestias Sagradas, ser lo más estratégico posible…hasta un punto tal, que, lo reconozco, no os presté la atención debida. Lo siento, Hikari, por no haber entendido que lo que te había conducido a ir al Mar Oscuro, fue la generosidad que siempre has tenido por nuestros amigos. Esta misión era muy peligrosa, pero nacía de un sentimiento generoso, y…te entiendo, Takeru, que hayas querido acompañar a mi hermana

Taichi posó luego su mirada en Meiko:

– Hikari, Takeru, ¿podríais dejarnos solos?

Hikari y Takeru intercambiaron una mirada, después se alejaron del claro. Taichi se sentó sobre sus rodillas frente a Meiko. La miró intensamente, y ella leyó en sus ojos el arrepentimiento y el valor:

– Lo siento de veras, Meiko. No supe ver que me necesitabas. Cuando te dije antes que partiésemos al mundo digital que prefería que pusiéramos nuestra relación de lado por el momento, me equivoqué. Creía que eso que sentíamos el uno por el otro podía ser un obstáculo a nuestra misión. No me daba cuenta que eso podría hacernos más fuertes. Sé que debiste sentirte muy sola, sin poder encontrar tu lugar en nuestro grupo. Entiendo que quisieras ir en socorro de Takeru e Hikari. Perdóname por no haber sabido comprenderte. Ahora, voy a estar para ti.

Meiko, sorprendida y emocionada, miró a Taichi:

– ¿Qué es lo que te ha hecho cambiar de opinión por nosotros?

– Digamos…que alguien me ayudo a ver más claro.

Meiko sonrió y las lágrimas corrían por sus mejillas en silencio. Pero esta vez, eran lágrimas de felicidad. Taichi, agitado, tomó sus manos entre las suyas. Meiko se estremeció pero no las retiró. Se miraron. Taichi se acercó. Meiko se alteró, roja de esta repentina proximidad. Taichi la dispuso entre sus brazos y la apretó con él. El corazón de Meiko saltaba en su pecho. Pero este malestar fue inmediatamente remplazado por un sentimiento de plenitud que la invadió enteramente. Esta marca de ternura inesperada le procuraba serenidad y seguridad. A su vez, ella paso sus brazos sobre su espalda y le abrazó.

En la linde del claro, Nishijima sonrió: Taichi lo había hecho. El profesor retomó el camino al campamento. Mientras caminaba, encendió el aparato que le permitía comunicarse con el mundo real: el director de la Agencia Administrativa y el señor Mochizuki debían de ser informados de lo que había pasado en el Mar Oscuro.


Samy : Muchas gracias por tu última review, me ha tocado mucho saber que te gusta mi manera de narrar las peripecias y que esta historia responde bien a todos los vacíos que dejó Tri. Era mi objetivo cuando empecé a escribir esta historia. Aprecio también que te gusten los desarrollos sobre los pensamientos de los personajes, siempre trato de cuidar estos párrafos. Muchas gracias por tus ánimos y ¡hasta pronto! :)

Una vez más, agradezco a todos los lectores que siguen esta historia y espero que los que la están descubriendo puedan disfrutar de la aventura :)