Capítulo 29
El sur del continente WWW era un desierto árido y ocre donde reinaba la piedra. Dondequiera que miraran, los adolescentes no vieron ninguna vegetación. Nubes oscuras y pesadas flotaban encima de sus cabezas como una capa de plomo. En medio de esta meseta se alzaba un volcán imponente: el humo que escapaba de su cráter indicaba que todavía estaba activo. Koushiro volvió a sacar su computadora.
– Con toda probabilidad, Zhuqiaomon estaría en el volcán.
– ¿Al interior? exclamó Mimi.
– Entonces, ¿cómo vamos a liberarlo? dijo Sakae preocupada.
– Continuemos, tal vez haya un acceso, dijo Joe mientras se ponía en marcha.
Todos le siguieron, inseguros frente a este paisaje hostil. Gomamon y Palmon parecían particularmente inquietos.
– Sabes Joe, le dijo Gomamon a su compañero, no hay vida aquí, ni agua... No estoy acostumbrado a evolucionar en estas condiciones...
– Tampoco hay vegetación, dijo Palmon; solo pensarlo me da escalofríos...
– Mientras no estemos atacados no hará falta que digievolucionéis, trató de tranquilizarlos Joe.
– Sin embargo, dudo que liberar a Zhuqiaomon sea tan simple, dijo Koushiro. Recordad el enigma de la cueva Azulongmon, era un verdadero rompecabezas...
Ryudamon no decía nada; se preguntaba si podría ayudar a sus amigos esta vez. No había sido capaz de evolucionar en la cueva de Azulongmon y tenía miedo de que fuera otra vez impotente para liberar a Zhuqiaomon.
Al acercarse a la base del volcán, los jóvenes vieron de repente un relieve brillante que no habían percibido a distancia.
– ¡Un lago! exclamó Sakae, sorprendida.
– ¡El agua es tan clara! dijo Joe.
– ¡Vamos a poder beber! se alegró Mimi.
Pero cuando se arrodilló en la orilla del lago para tomar agua, los ojos de Palmon se abrieron y la detuvo de inmediato:
– ¡No, Mimi, espera! ¡El agua de este lago es ácida!
– ¿Eh? ¿Pero qué dices, Palmon?
– Había oído hablar de un lago en el mundo digital cuya agua corroe todo lo que entra en contacto con ella, pero no sabía que estaba en el continente WWW. ¡El color translucido que tiene es característico!
– Es verdad, ¡yo también he oído hablar de este lago! asintió Gomamon con la cabeza. ¡No hay duda, es éste!
Mimi alejó inmediatamente las manos del agua, asustada y decepcionada. Sakae se acercó a ella y sacó una botella de agua de su mochila:
– Toma, Mimi. De esta agua puedes beber.
– Gracias, dijo la chica agarrando la botella.
Todos bebieron un poco y luego levantaron la vista hacia el volcán: que los dominaba con su impresionante altura. Sus laderas surcadas por antiguos flujos de lava le dieron escalofríos a Joe: ¿qué pasaría si una erupción empezase mientras estuviesen escalando la montaña? Del cráter del volcán salía un humo amenazante.
– ¿Zhuqiaomon está ahí? susurró Mimi.
– Sí, confirmó Koushiro.
– ¡Mirad! exclamó de repente Sakae.
Estaba señalando algo muy cerca del cráter. Todos entrecerraron los ojos y percibieron una estructura metálica con chimeneas y tuberías.
– ¿Es una fábrica? exclamó Mimi, incrédula.
– Eso parece, dijo Koushiro.
– ¿Quién tuvo la loca idea de construir una fábrica en la cima de un volcán? dijo Joe, sorprendido.
– Podría ser la entrada a la prisión de Zhuqiaomon, dijo Sakae.
– Tiene razón, dijo Koushiro. Hay que averiguarlo.
– ¡Pero esta montaña es tan alta! suspiró Mimi. Nos llevará horas llegar a la cima...
– Puedo llevaros allí, sugirió Tentomon. Soy el único digimon aquí presente que puede volar si evoluciono.
– Podría ser una buena idea, le agradeció Koushiro.
El joven sacó su digivice de su bolsillo y Tentomon se convirtió en Kabuterimon. Estiró sus cuatro largos brazos de insecto y bajó la cabeza: Koushiro se subió a su cuello mientras que Joe, Mimi y Sakae se sentaban en sus manos, con sus digimons en sus brazos. Kabuterimon despegó hacia la cumbre del volcán. En menos de cinco minutos llegó a la cima.
Lo que habían visto desde el suelo era efectivamente una fábrica. De tamaño pequeño, constaba de un solo edificio que parecía un cobertizo coronado por dos chimeneas.
– A ver si hay alguien, dijo Joe acercándose.
Encontraron una puerta que no estaba cerrada. La deslizaron sobre sus railes y entraron. Un olor crepitante a fuego y a metal fundido flotaba en el aire. La fábrica contaba con una única sala de producción donde unas cintas transportadoras llevaban piezas desmontadas, mientras que dos enormes estufas ardían a su derecha. El calor que producían creaba olas turbias en la atmósfera.
– ¿Sentís? dijo Sakae. El suelo está caliente...
– Es verdad, asintió Mimi, mirando hacia sus pies.
– ¡Claro, ahora lo entiendo! exclamó Koushiro. ¡Esta fábrica funciona gracias a la energía geotérmica!
– ¿La energía geotérmica? repitió Mimi.
– El calor del volcán calienta probablemente unas reservas de agua que no vemos y que permiten a unos alternadores crear la electricidad necesaria al funcionamiento de la fábrica.
– Increíble...
– Aún con todo, es muy peligroso que esta fábrica esté tan cerca del cráter del volcán. Los constructores de este lugar no reflexionaron mucho…
– ¿Qué se fabrica aquí exactamente? se preguntó Joe.
Sakae se acercó a las cintas transportadoras y examinó las piezas.
– Hay lienzos, barras de metal... pero no entiendo para qué sirve todo esto.
– Me recuerda a la fábrica que visitamos en la isla File, dijo Joe.
– ¡Venid a ver! exclamó de repente Mimi.
La chica se había acercado a la parte trasera de la sala de producción. Sus amigos se unieron a ella y se dieron cuenta de que estaban directamente frente a la ladera del volcán: la fábrica había sido construida sobre ella, sin muro intermedio. Docenas de símbolos cubrían esta pared.
– Es... alfabeto digimon! exclamó Koushiro.
Joe entrecerró los ojos: una larga grieta corría por la ladera del volcán.
– ¿Sería...
–... la entrada a la prisión de Zhuqiaomon? adivinó Mimi.
Sakae se había acercado a un cuadrado esculpido en la pared en el cual estaban grabados símbolos digimon más pequeños que los otros. Este cuadrado le recordaba algo.
– ¡Koushiro, mira! Es exactamente como el acertijo grabado en la cueva de Azulongmon que daba indicaciones para liberarlo.
El joven se acercó: Sakae tenía razón. Sacó su computadora y comparó la secuencia del grabado frente a él con los datos que ya tenía.
– ¡Tengo una traducción del mensaje!
– ¿Qué dice? preguntó Joe.
– "Del Guardián del Sur este volcán es la prisión. Cualquiera que quiera liberarlo de sus cadenas tendrá que encontrar la excepción al programa. Se debe borrar un único carácter, sino la Bestia Sagrada estará sellada para siempre en su cárcel. La clave final se encuentra en el corazón del hombre que fue el antiguo compañero del pájaro de fuego. "
– Al menos podemos estar seguros de una cosa, dijo Mimi, Zhuqiaomon está encarcelado aquí.
– Sí, ya que él es el Guardián del Sur del mundo digital, asintió Koushiro.
– Pero, ¿a qué se refiere el acertijo cuando habla de "la excepción al programa"? se preguntó Sakae.
– ¿Y qué carácter tenemos que borrar? se preguntó Joe.
Koushiro contempló el alfabeto digimon, el encadenamiento de símbolos...
– ¡Sí, eso es! ¡Es evidente!
– ¡Qué es evidente? preguntó Sakae.
– Los caracteres escritos en esta pared son un programa de ordenador. Tenemos que encontrar la excepción al programa, es decir encontrar el símbolo que no pega con al resto...
– O sea, ¿tenemos que encontrar el error? entendió Joe.
– Exactamente. Creo que es este carácter erróneo que mantiene cerrada la prisión de Zhuqiaomon. Actúa de candado. Entonces solo hay que...
– ¡Borrarlo! dijo Mimi, triunfante. ¡Y entonces, se abrirá la puerta!
– Absolutamente. Sin embargo, si entiendo bien el acertijo, solo tendremos una oportunidad. El texto dice que se debe borrar solo un carácter. Si nos equivocamos, Zhuqiaomon estará encerrado para siempre.
– Esto no es nada estresante, bromeó Joe.
– Respeto a la frase final del enigma, dijo Sakae volviéndose hacia Mimi y Joe, creo que es una referencia a sus símbolos: "La clave final yace en el corazón del hombre que antaño fue el compañero del pájaro de fuego".
– Sí, es una alusión al excompañero de Zhuqiaomon, Eiichiro, de quien nos habló el Sr. Nishijima, confirmó Koushiro. El "corazón" sin duda se refiere a las cualidades que poseía Eiichiro y que los símbolos de Joe y Mimi encarnan actualmente.
– ¡Mirad! exclamó Mimi. ¡Aquí están las ubicaciones de nuestros símbolos!
Apuntaba al pie de la pared cubierta por el alfabeto digimon. Dos pequeños nichos habían sido excavados en la piedra para recibir los símbolos que liberarían a la Bestia Sagrada.
– Perfecto, solo nos queda encontrar el error en el programa, concluyó Joe.
– Me voy a encargar de esto, dijo Koushiro. Sin embargo, es probable que me lleve un poco de tiempo.
– No te preocupes, mientras no seamos...
No pudo terminar su frase ya que una explosión resonó afuera. Toda la fábrica tembló y las barras de hierro cayeron de sus cintas transportadoras con un eco metálico. Unas brasas saltaron de los hornos crepitantes y enrojecieron el suelo. Los adolescentes corrieron hacia la puerta de la fábrica: dos criaturas amenazantes acababan de llegar a la cima del volcán. Uno se parecía a un ángel caído con alas blancas y negras; su cabello rubio contrastaba con la dureza de su rostro pálido. El otro se parecía a un anciano con un abrigo estampado con motivos geométricos; estaba armado con un cetro.
– ¡Lucemon! ¡Barbamon! gritó Sakae, asustada.
Ryudamon sintió que la ansiedad tensaba todos sus músculos: esta vez, no tenía que ser débil. Tenía que evolucionar. ¿Pero cómo? Joe tragó saliva: tenían que darle a Koushiro tiempo para descifrar la pared si querían liberar a Zhuqiaomon. Era el mayor del grupo y le correspondía proteger a sus amigos ya que Taichi no estaba para guiarlos. Iba a sacar su digivice, pero Mimi dio un paso adelante. Joe se quedó sorprendido de la determinación feroz que vio en la cara de la chica, cuando ella era habitualmente pacífica.
– ¡Koushiro, entra a la fábrica y descifra la pared! dijo. Nosotros nos encargamos de los demonios. ¡Tenemos que liberar a Zhuqiaomon!
Koushiro asintió, sorprendido por la firmeza de su amiga. Joe le dijo a Sakae:
– Quédate con Koushiro. Si la situación se vuelve crítica, te llamaremos. Por el momento, prefiero que estés a salvo.
– Entendido.
– Pero, Sakae, ¡yo también quiero pelear! protestó Ryudamon.
– Tenemos que ayudar a Koushiro por el momento, respondió su compañera.
– Koushiro, ¡voy con Gomamon y Palmon! lanzó Kabuterimon a su compañero.
– Vale, ¡ten cuidado!
Joe, Mimi y Koushiro sacaron sus digivices: éstos se iluminaron y sus digimons evolucionaron. Gomamon y Palmon, al igual que Kabuterimon, alcanzaron el nivel adulto: Ikkakumon y Togemon aparecieron. Luego los digivices de los Niños Elegidos volvieron a brillar y sus respectivos símbolos permitieron que sus digimons llegaran al nivel último: apareció Zudomon, armado con su martillo indestructible, seguido de Lillymon con su cañón y de Mega Kabuterimon, listo para lanzar una descarga eléctrica. Se alzaron frente a Lucemon y Barbamon.
– No nos venceréis dos veces, se rio Lucemon, revelando sus esferas malvadas.
– No conocéis nuestro poder, respondió Zudomon.
Golpeó el suelo con su martillo y la montaña tembló. Al mismo tiempo, Lucemon lanzó sus bolas de energía:
– ¡Gran Cruz!
Koushiro entró corriendo a la fábrica, abrió su portátil y se sentó frente a la pared cubierta de símbolos. Tenía que traducir este programa lo más rápido posible para descubrir donde estaba el error. Sus dedos comenzaron a teclear con furia. La temperatura del horno de la fábrica hizo aparecer un hilo de sudor en su frente. Sakae había entrado tras él en la fábrica con Ryudamon.
Afuera, Lillymon intentó desviar el ataque de Lucemon:
– ¡Cañón de flores!
Su disparo golpeó las bolas de fuego de Lucemon sin llegar a destruirlas. Las esferas se desviaron de su trayectoria y arrancaron una parte del techo de la fábrica. Unos trozos de chapa volaron.
– ¡Al suelo! gritó Joe tomando a Mimi por el hombro.
Se agacharon para evitar que los trozos de chapa les hirieran. Barbamon se rio entre dientes:
– ¿Pensáis que vuestros digimons pueden vencernos permaneciendo en el nivel último? ¡No tienen ni la más mínima oportunidad! Además, estamos en un volcán, ¡y el fuego es mi elemento!
Barbamon levantó su cetro y unas llamas negras salieron disparadas del suelo. Los dos adolescentes retrocedieron, pero Mimi apretó los puños: ¿sus digimons no eran lo suficientemente poderosos como para luchar contra estos dos demonios? ¡Muy bien, iban a hacerse más poderosos! Mimi blandió su digivice nuevamente y Joe la imitó. Intercambiaron la mirada y asintieron: tenían que proteger a sus amigos. Sus digivices emitieron una luz potente: Zudomon se convirtió en Vikemon y Lillymon se transformó en Rosemon.
– Quizás el fuego sea tu elemento, Barbamon, dijo Vikemon, ¡pero el hielo es mío! ¡Ventisca ártica!
Vikemon golpeó el suelo y varios picos de hielo surgieron de la tierra para rodear a sus enemigos. Rosemon saltó y atacó también:
– ¡Tentación prohibida!
Lucemon aguantó el ataque y se tambaleó. Rosemon sonrió, pero Lucemon se enderezó rápidamente. Barbamon volvió a agitar su cetro: el hielo de Vikemon se derritió al instante. Los digimons de los Niños Elegidos apretaron los dientes. Mega Kabuterimon despegó a su turno y exclamó:
– ¡Cuerno mortal!
La descarga eléctrica estalló. Lucemon evitó el ataque con agilidad y la utilizó para alimentar sus propias bolas de energía. Diez esferas brillantes se materializaron delante de él y las proyectó hacia los digimons de los Niños Elegidos:
– ¡Gran Cruz!
Su ataque golpeó a Mega Kabuterimon y Rosemon que cayeron al suelo.
– ¡Rosemon, no, levántate! le gritó Mimi, ansiosa.
– ¡Mega Kabuterimon, aguanta! dijo Joe.
Dentro de la fábrica, Koushiro trabajaba tan rápido como podía. Ya había traducido la mitad del programa y no había encontrado ningún error. Al lado de Sakae, Ryudamon miraba fijamente la puerta de la fábrica entreabierta. Se escondía cuando hubiera tenido que estar ayudando a los demás digimons y esto le hacía sentirse cobarde.
Barbamon voló de repente hacia el cráter e hizo girar su cetro: el magma fundido se alzó del volcán y el demonio le proyectó hacia Rosemon, Vikemon y Mega Kabuterimon. Vikemon levantó sus mazas y lanzó:
– ¡Ventisca ártica!
Una pared de hielo se levantó ante los digimons para protegerlos de la lluvia de lava. Este muro helado detuvo el magma, aunque éste dañó considerablemente a la pared de hielo. Joe apretó los dientes: Vikemon no duraría mucho contra Barbamon si el demonio usaba el poder del volcán. Mientras tanto, Rosemon y Mega Kabuterimon intentaban repeler los ataques de Lucemon. Este último multiplicaba las bolas de energía en su dirección. De repente, levantó una enorme esfera oscura y amenazante. Estaba llena de un líquido tan negro como la tinta china: el agua del Mar Oscuro. Mimi sintió que su estómago se contraía: ya había visto esta esfera negra en la cueva de Azulongmon. Atrapaba a los digimons que entraban en contacto con ella para hacer que retrocedieran a su nivel más bajo. Tenían que evitar que Vikemon, Rosemon o Mega Kabuterimon se vieran afectados a toda costa. Mimi sabía que no podría soportar ver a sus parejas sufrir. Lucemon sonrió con desprecio y lanzó una bola malvada hacia Mega Kabuterimon. El insecto escarlata sintió que la sustancia congelada del Mar Oscuro lo atrapaba; luchó, pero en vano: ya no podía moverse. Rosemon trató de liberarlo:
– ¡Tentación prohibida!
Desgraciadamente, su ataque rebotó en la masa oscura sin ningún efecto. Vikemon estaba luchando contra Barbamon y no podía ayudarlos. Lucemon se rio otra vez y decidió divertirse un poco con su enemigo. Agitó su mano de izquierda a derecha. La esfera que encarcelaba a Mega Kabuterimon se sacudió en todas las direcciones, debilitando al digimon que encerraba. Entonces Lucemon proyectó la bola de energía hacia abajo. La esfera bajó toda la ladera del volcán y aterrizó cerca del lago ácido.
– ¡Mega Kabuterimon! gritó Mimi.
El grito penetrante de Mimi hizo que Sakae y Koushiro se sobresaltaran. Se levantaron y corrieron hacia la puerta de la fábrica. Lucemon había seguido por los aires la esfera que encarcelaba a Mega Kabuterimon. Los ojos de Koushiro se abrieron, Sakae sintió que su corazón latía más rápido. Ryudamon, horrorizado, miró la esfera gigante creada por Lucemon. La bola debilitó aún más a Mega Kabuterimon, como un monstruo que digiriera su presa. De repente, la bola explotó y Motimon cayó al suelo, exhausto.
– ¡Motimon! gritó Koushiro.
Mimi, Sakae y Joe se habían puesto pálidos. Koushiro dio un paso adelante para ayudar a su compañero, pero Joe lo contuvo:
– No, Koushiro, ¡no te vayas!
– ¡Pero es mi compañero digimon!
– ¡Te necesitamos aquí!
– ¡No te preocupes Koushiro, ¡vamos a salvarlo! le aseguró Mimi con determinación. ¡Rosemon, vamos!
El digimon con cabeza de flor giró hacia su compañera y agarró su mano al vuelo. Levantó a Mimi en el aire y bajaron hacia el pie del volcán. Aterrorizados, Joe, Koushiro y Sakae la vieron correr sola hacia Lucemon. El Señor Demoníaco se paró delante de Motimon y generó nuevas bolas de energía en sus palmas. El pequeño digimon era lo suficientemente débil como para que acabara con él. Motimon, sin fuerza, se acurrucó en el suelo.
En ese momento, Lucemon fue golpeado por una poderosa patada de Rosemon. Mimi había soltado la mano de su compañera y aterrizó cerca del lago. Se apresuró a recoger a Motimon en sus brazos.
– No te preocupes, estás salvado, dijo ella abrazándolo.
Al mismo tiempo, Rosemon fue golpeada por un ataque de Lucemon y cayó al suelo.
– ¡Rosemon! gritó Mimi. ¡No regreses a tu forma bebé por favor, te necesito!
Lucemon avanzó, amenazador. Extendió la mano nuevamente ante él para materializar un nuevo ataque. Fue entonces cuando el agua ácida del lago comenzó a burbujear. Lucemon se paró, Rosemon y Mimi se dieron la vuelta. Unas olas potentes agitaron el agua y una sombra apareció debajo de la superficie. De repente surgió un ser horrible: su cuerpo viscoso y maloliente parecía hecho de un líquido gris infame que apestaba a kilómetros. Sus piernas goteantes terminaban en unas garras tan largas como un brazo. Detrás de las placas de metal cosidas en su cara se podían ver dos ojos demacrados y locos. Los dientes que llenaban su boca parecían más bien colmillos.
– ¡Un Raremon! exclamó Rosemon.
– ¿Un Raremon? repitió Mimi, en pánico.
– No es sorprendente que pueda vivir en este lago ácido, ¡es un verdadero muerto viviente!
El Raremon miró a todos aquellos que lo habían molestado. Lucemon sonrió.
– Esto se está poniendo muy interesante.
En lugar de dirigir sus esferas hacia Rosemon, Lucemon apuntó al Raremon. Las bolas de energía golpearon al digimon que se enfureció inmediatamente: sacó una pierna humeante del lago ácido y aplastó todo a su paso. Vomitó un líquido asqueroso que parecía estar formado por el ácido del lago en el cual vivía. Mimi y Rosemon saltaron hacia atrás. Lucemon se burló:
– Y ahora, ¡vamos a ver qué podéis hacer contra un digimon loco y un demonio que os van a matar!
El Raremon expulsó otra vez su vómito ácido. Rosemon se puso delante de Mimi y aguantó el ataque. Antes de que ella pudiera responder, Lucemon le envió sus esferas malvadas en la espalda. Rosemon cayó de rodillas. Mimi, en pánico, leyó el dolor en la cara de su compañera.
En la cima del volcán, Joe, Koushiro y Sakae habían presenciado la aparición de Raremon sin poder hacer nada. Joe giró la cabeza en dirección de Vikemon: Barbamon todavía lo bombardeaba con magma que Vikemon conseguía repeler con su hielo, pero las fuerzas comenzaban a fallarle. Al lado de los tres adolescentes, Ryudamon miraba fijamente a Lucemon y Raremon que habían acorralado a Rosemon. De repente sintió que la ira y la revuelta le invadían. Ya no podía dejar que sus amigos pelearan en su lugar; necesitaban su ayuda. Sin previo aviso, Ryudamon corrió hacia el pie del volcán.
– ¡Ryudamon! exclamó Sakae, corriendo tras él.
– ¡Sakae, no hagas eso! gritó Koushiro, sin poder contenerla.
La chica y su digimon bajaron la cuesta a toda prisa bajo la mirada atónita de Joe y Koushiro. Ryudamon llegó al pie del volcán, Sakae detrás de él. El pequeño digimon se apresuró para echar una mano a Rosemon. Abrió la boca y lanzó un sable en dirección a Lucemon, pero el demonio lo desvió como un mosquito. Sakae se había juntado con Mimi.
– ¡Sakae! exclamó Mimi. ¡Estás loca! ¡No te quedes aquí!
– ¡Sí, quiero ayudarte! Ryudamon tiene razón. Ya no podemos quedarnos escondidos. ¡Yo también soy una Niña Elegida! dijo la niña con firmeza.
Lucemon y Raremon dispararon su ataque al mismo tiempo: las bolas de energía del demonio y el vómito corrosivo de Raremon volaron hacia Mimi y Sakae. Ryudamon, horrorizado, vio a sus amigos en peligro y se precipitó hacia ellos.
Al mismo tiempo, el digivice de Sakae se encendió.
Samy: ¡muchas gracias por tu último comentario, soy muy feliz que la historia te siga cautivando! Gracias también por animarme a que escriba más historias, la verdad es que he empezado también otra fic de otro fandom, pero por el momento la escribo solo en francés, a ver si me animo a traducirla al español :)
Agradezco también a todos los lectores que sigen esta fic o que la están descubriendo, espero que este capitulo os siga gustando. ¡Hasta pronto! :)
