Santos Revueltos
Capitulo XXII
La Caída del Dragón
Por Anako Hiten
Al final de la tarde, Marin había regresado, y justo en ese instante, Seiya y Saori se habían dignado a salir a la luz, tanta actividad los había dejado muy hambrientos. Se encontraron en la cocina con la Amazona, que se ofreció para prepararles algo. Minutos después, ya estaban listos unos quince emparedados, y una jarra que contenía un líquido rojo con fresas flotando.
—Gracias Marin— dijo Saori sirviéndose en una copa— ¿Qué es?
—Es un ponche que aprendí a hacer hace unos meses— explicó Marin— tiene un poco de licor, así que Seiya, no…
—Muy tarde, Marin— dijo Saori observando risueñamente a Seiya, que ya llevaba su tercera copa— traga tan rápido que no saborea lo que se mete a la boca.
— ¡Te vas a embriagar si sigues tomándotelo así! —le reprendió su maestra.
—Tengo un estómago de hierro, Marin, no me emborracharé tan rápido— se defendió Seiya, ahora engullendo un emparedado.
— ¿De hierro? —dijo Saori muerta de la risa— ¿O de huecos? Porque parece que nada de lo que comes te satisface¡siempre estás con hambre!
—Menos mal que tienen cocineros, Athena— comentó Marin negando con la cabeza— sino usted no tendría descanso en la cocina.
Luego de más o menos una hora de plática, y ya en la sala, una pequeña cosa con cabello rojo apareció de la nada frente a ellos, mirándolos traviesamente.
— ¡HOLA¿CÓMO ESTÁN?
— ¡Kiki¡Qué gusto verte! —exclamó Seiya revolviéndole el cabello— ¿Qué te trae por aquí, amiguito?
—Vine a visitarlos— respondió el pelirrojo con su usual guiño.
— ¿Y qué traes en la bolsa, Kiki?
— ¿Esto? Se lo quité a Shiryu,— dijo el niño entregándole una pequeña bolsa de papel a Seiya— dijo que era para ti.
— ¿Para mí¿Y dónde está ése dr…? —Seiya se quedó en silencio cuando escudriñó la bolsa. Toda su cara se puso roja y salió disparado a su recámara para esconder el bendito paquete. Cuando regresó, Marin y Saori lo miraron inquisidoramente.
— ¿Y ahora qué te pasa, Seiya¿Qué era eso?
—N-nada Marin, no es nada…
—Cada vez tienes menos cordura, cariño— dijo Saori divertida— estoy segura de que fueron los dulces que te dio Mu.
— ¿El señor Mu te dio dulces, Seiya? —preguntó el niño sentado en el suelo— ¡Cada vez que le pido me dice que no!
—Y hace bien— expuso Marin señalando a su alumno— ¿Te quieres poner como él?
— ¿Qué quieres decir? — dijo Seiya haciéndose la víctima— ¿Piensan que soy un tonto por comer tantos dulces?
—No Seiya,— negó Saori, quien comenzaba a manifestar los efectos del ponche— pensamos que por comer tantos dulces eres tonto.
— ¿Qué no es lo mismo?
—Es todo lo contrario— contestó Marin, confundiendo más al pobre Pegaso.
—Un momento… soy un tonto… porque como muchos dulces… porque como muchos dulces soy tonto… —Seiya se debatía arduamente, mas no entendía nada de lo que le decían esas mujeres.
— ¿En serio no entiendes? —preguntó Kiki— ¿Eso es lo que hacen los dulces?
—Menos mal que lo entiendes, pequeño, te evitarás muchos problemas con eso— dijo Marin riéndose de la cara del niño, que miraba a Seiya aterrado, como si lo último que quisiera en el mundo fuese comer golosinas.
A la vez que Seiya se halaba el cabello tratando de descifrar el "acertijo" de Saori y Marin, una persona entró a la casa, y dirigió una mirada asesina hacia Kiki.
— ¡TÚ¡¡¡PEQUEÑO DEMONIO! — dijo el individuo señalando al pelirrojo, que se escondió detrás de Marin.
—Shi-Shiryu…
— ¡SHIRYU¿Qué te sucedió? —preguntó la diosa mirando sorprendida al muchacho— ¿Por qué estás en ése estado?
A decir verdad, la imagen de Shiryu era bastante pintoresca: su negra cabellera estaba llena de lodo o algo parecido, así como una hoja de lechuga marchita que la adornaba; su ropa estaba desgarrada y sucia, y además le faltaba una sandalia. Seiya, que dejó su prueba mental para otra lejana ocasión, se le acercó desternillándose de risa, pero de repente frunció el ceño y retrocedió horrorizado.
— ¡APESTAS¿DÓNDE ESTABAS METIDO?
— ¿Por qué no le preguntas al pequeño Kiki? — gruñó el dragón histérico, observando al niño de reojo.
— ¿Kiki¿Él te hizo éso?
— ¡NO! —se defendió kiki— Y-yo no…
— ¡MIENTES¡FUE POR TI QUE ME PASÓ ESTO! —le gritó Shiryu, lanzando las bolsas que cargaba y a punto de sentarse.
— ¡NI LO PIENSES, SHIRYU! —chilló Saori— ¡BÁÑATE ANTES DE SENTARTE EN ALGÚN MUEBLE DE ÉSTA CASA!
— ¡AAARGH, MOCOSO¡ESPERA A QUE TE AGARRE! —exclamó Shiryu agarrando al pequeño por una oreja, mientras que Saori se reía por lo bajo— ¡PAGARÁS POR ESTO!
— ¡Ay, ay, ay¡Mi orejita! —se quejaba Kiki— ¡No puedes conmigo, dragón!
El niño desapareció de pronto, dejando a un dragón echando humo por la cabeza.
—Grrr… ése niño… voy a… grrrr…
—Cálmate, Shiryu— dijo Marin tapándose la nariz— Es sólo un niño.
— ¡SE SUPONE QUE ES UN APRENDIZ DE CABALLERO!
—Cuéntanos lo que pasó,— dijo Seiya, pero Saori lo interrumpió.
— ¡NO¡PRIMERO BÁÑATE!
—No seas así, cariño— dijo Seiya— ¡Apuesto a que es una historia muy graciosa!
— ¡Vaya que lo es¡Jajajajaja!
— ¡No lo van a creer¡Jajajaja!
— ¡Ikki¡Hyoga!
— ¡BASTARDOS¡USTEDES…!
— ¡JAJAJAJA! —Hyoga se acercó al dragón, sin poder reprimir sus carcajadas— ¿Cómo lograste salir de ésa alcantarilla?
— ¿Alcantarilla? —inquirió Seiya, mirando al dragón de pies a cabeza— ¿Te caíste… en una alcantarilla?
— ¡Sí, y fue muy divertido! — dijo Ikki quitándole la lechuga del pelo a Shiryu.
—Pobre de ti, Shiryu— dijo Saori— Bueno, sentémonos, porque quiero escuchar esta historia— todos obedecieron, menos Shiryu— Oh, lo siento, tú también puedes sentarte¡lo de bañarte era una broma!
—Vamos, amigo, siéntate y cuéntanos, queremos saber cómo es que caíste tan bajo.
Shiryu levantó una ceja, se sentó y comenzó a hablar:
—Venía de comprar unas cosas, cuando me distraje con algo, y en ése momento de distracción ALGUIEN me quitó una de las bolsas.
— ¿Kiki? —preguntó Marin.
—¡Sí! Y como el "niño" no tenía idea de qué era eso, me lo preguntó muchas veces, sacándome de quicio— continuaba el dragón rascándose la cabeza— Al no decirle, me elevó por los aires con su FASTIDIOSA Y NO DESARROLLADA PSICOQUINESIS, amenazándome con dejarme toda la tarde ahí si no le decía… y así fue. Pero como el muy "·$& NO SABE CONTROLAR ESE PODER, me caí cuando se teletransportó, y fui a parar ¡EN UNA SUCIA Y PESTILENTE ALCANTARILLA!
— ¿Ya está aprendiendo a utilizar la psicoquinesis? —preguntó Saori maravillada por la hazaña del niño— ¡Qué buen aprendiz!
— ¿Buen aprendiz¡ME LANZÓ A UNA CLOACA!
— ¡SÍ PERO FUE SU CULPA! —vociferó el pelirrojo apareciendo de nuevo en la sala— ¡NO ME QUISO DECIR QUE ERAN LOS CONDONES!
— ¿Condones? —masculló Saori petrificada— ¿ésa era… la bolsa de Seiya?
—Eh… bueno… yo le dije que los comprara, cariño— dijo Seiya hundiéndose en su sillón.
— ¿Y ustedes presenciaron todo el espectáculo? —quiso saber Marin, mirando a los dos pájaros que no paraban de reír.
—No, sólo vimos a Shiryu dentro de la alcantarilla— dijo Hyoga divertido— ¡Y nos dio mucha risa!
—Y nos pidió que lo ayudáramos— siguió Ikki con su infalible odiosidad— ¡Pero por favor, era una tonta alcantarilla!
— ¡TENÍA UN PIE ATORADO, MAL AMIGO! —exclamó Shiryu a punto de ahorcarlo.
— ¡SI ERES UN CABALLERO DE VERDAD, UN PIE ATORADO EN UN DESAGÜE NO ES UN GRAN OBSTÁCULO!
— Además, amigo, fue muy gracioso verte así— dijo Hyoga secándose las lágrimas que involuntariamente dejó salir— tan indefenso… y lo mejor fue la lechuga… ¡JAJAJAJAJAJA!
—Grrrrrrrr…— Shiryu los miró muy encolerizado, y dándose la vuelta— Con permiso, Saori, Marin, voy a ducharme.
