Santos Revueltos

Capitulo XXIII

Huevos Fritos… ¿o Congelados?

Por Anako Hiten

— Será mejor que te disculpes con él, Kiki— le recomendó Saori.

— Sí, lo sé… lo siento— dijo el niño bajando la cabeza.

— No te preocupes, las travesuras de Seiya son mucho peores— le dijo Hyoga guiñando un ojo— ¡Y no es un niño como tú!

Kiki sonrió y desapareció. Seiya miraba extrañado al cisne, que estaba muy sonriente… excesivamente sonriente…

— Oye, tú estás más feliz que de costumbre. Desde hace días no te veía así.

— Sí, es que… —Hyoga se ruborizó y se perdió en los recuerdos de lo vivido con Camus.

— El ya resolvió su problema— explicó Ikki pegándole en la cabeza— ¡Despiértate pato!

— ¿Oye, y por qué los golpes? —se quejó Hyoga— Bueno, tengo algo que decirles, amigos…

— ¡Habla! —exigió el Pegaso.

— ¡Camus y yo somos pareja! —exclamó el ruso sonriendo enormemente— ¡Ayer nos declaramos!

— ¿En serio? —preguntó Saori sorprendida, y evidentemente feliz por el muchacho— ¡Ah¿No es el amor maravilloso?

— ¿Y por qué lo dices así? —preguntó Ikki extrañado— ¿Acaso tu…?

— ¡Si Ikki¡Seiya y yo también somos novios! —dijo la diosa tomando a su koi de la mano.

Ikki y Hyoga sonrieron felices por Seiya, que desde hacía varios años estaba profundamente enamorado de Saori, y sabían lo que sufría el pegaso por la "indiferencia" de la mujer. Ambos se miraron con complicidad, y rieron: ya sabían el por qué de los condones.

— Entonces los únicos solteros somos Shiryu y yo¿no? —dijo Ikki nostálgico.

— Y Shun, o el ya--

— Sí Marin— la interrumpió el fénix tranquilamente— Está con el… con Afrodita.

— ¿AFRODITA! — exclamaron Seiya, Marin y Saori boquiabiertos.

— ¿Es en serio? —preguntó Seiya sin poder creerlo— ¿Fue por eso que peleaban ésta mañana?

— Sí, pero ya resolvimos todo— explicó Ikki mientras todos, excepto Hyoga, no salían de su asombro— Shun lo ama demasiado como para que yo me entrometa.

— ¡DEBERÍAMOS HACER UNA FIESTA! —chilló Saori emocionada, pero los demás la miraron con cara de fastidio— No me miren así¡es para celebrar la magia del amor! Hyoga, Seiya, ustedes me entienden¿verdad?

— Si te soy honesto, no, no te entiendo. En lo que va de mes has organizado cuatro fiestas y tres… cuatro… cinco reuniones— dijo Hyoga recordando las veces que se emborrachó durante el mes.

— ¡Sí! El cumpleaños de Shun, el de Shaka, el regreso de Kanon…— dijo Seiya contando con los dedos.

— TU cumpleaños— dijo Ikki mirando a Saori.

— La inauguración de la fundación aquí en Atenas— siguió Hyoga— las dos cenas en el restaurante de Miho…

—La reunión de compromiso de Marin y Aioria… — dijo Seiya mirando sonriente a su maestra— Y la de ayer, que no tuvo motivo alguno.

—Deberías calmarte, Saori¡o terminarás arruinada por organizar tantas fiestas! —dijo Ikki.

—Oh, lo lamento… es que… adoro ver a todos los Caballeros felices juntos— chilló Saori con lágrimas en los ojos— embriagándose y bromeando, olvidando viejas peleas, rencores…

—Amor, tranquila— dijo Seiya sin saber qué decir para calmarla, pero de pronto recordó en qué fecha estaban— Además¡Shiryu y Dohko cumplen años muy pronto, así que tendremos dos fiestas!

— O una muy grande…— dijo Marin por lo bajo.

— ¡SÍ, ES CIERTO! —exclamó muy contenta la diosa— ¡Y ya tengo el motivo de la fiesta¡EL TIGRE Y EL DRAGÓN!

—Creo que va a volverse loca con esto de los "eventos sociales" — le musitó Ikki a Hyoga— Sólo mírala.

— ¿Y qué vamos a hacer? Es nuestra diosa y es la que manda— dijo Hyoga mirando a Seiya con compasión— Lo siento por él, aunque si te digo la verdad, no sé cuál de los dos está más chiflado.

Pasados unos cuarenta minutos, Saori se había retirado a dormir, y Shiryu bajó, muy limpio y perfumado, como siempre estaba, y su cabello se encontraba arreglado en una larga trenza.

— ¡OHHH¡QUÉ DIFERENCIA! —exclamó Seiya viendo al ahora limpio dragón.

— ¿Prepararás la cena, dragón? —preguntó Ikki.

— ¡Sí! Voy a preparar tortillas— dijo Shiryu con ínfulas de chef experto— ¿Y las bolsas que traje?

—Saori te las dejó en la cocina— contestó Seiya, tomando el ponche preparado por Marin— Pero hay un proble--

Seiya le iba a comentar a Shiryu que iba a dificultarse su cena, pero el dragón había entrado ya a la cocina. Seiya, que sabía cómo reaccionaría su amigo, se tapó los oídos.

— ¿Qué te pasa, Seiya? —Marin lo miró extrañada.

— ¡MALDI---! —el grito malsonante de Shiryu retumbó por toda la cocina y la sala. Hyoga desde su lugar, le preguntó a Shiryu:

— ¿Sucede algo?

— ¡LOS HUEVOS! —se escuchó de nuevo la voz de Shiryu— ¡Están todos rotos!

Kiki se escondió detrás de Seiya, temiendo ser culpado por los huevos rotos.

— Tranquilo Kiki— le dijo Marin revolviéndole el cabello al niño— Ya te disculpaste.

— Sí, pero… está furioso de nuevo— chilló el pelirrojo— Mejor me voy con el señor Mu. ¡Adiós! — el chiquillo desapareció sin dejar rastro. Marin sólo se reía, le recordaba mucho a Seiya cuando era niño… bueno, ahora podría decir que eran casi iguales. Al mismo tiempo, Shiryu salió de la cocina, echando humo.

— ¿Y AHORA CÓMO PREPARARÉ LAS TORTILLAS SIN LOS HUEVOS?

— Es fácil, pídeselos a Hyoga— dijo Ikki con sus piernas cruzadas y sus ojos cerrados.

— ? — el cisne no entendió el comentario— ¿A mí?

— ¡Pues sí, a ti¿Qué los patos no ponen huevos? —exclamó Ikki abriendo sus ojos y fijándolos triunfalmente en Hyoga.

— Aquí vamos de nuevo…— dijo Seiya negando con la cabeza.

— Sinceramente…— bufó Shiryu, aún enojadísimo, y se metió en la cocina para ver qué diablos hacía de cenar.

— ¿Y POR QUÉ NO LOS PONES TÚ? —chilló Hyoga comenzando a enfadarse— ¡ASÍ SALDRÍAN FRITOS AL INSTANTE!

— ¡AQUÍ LA HEMBRA ERES TÚ¿O ME EQUIVOCO?

— ¿AH, SÍ, MACHITO?

— ¡SÍ, MUJERCITA! —Ikki pensaba rápidamente algo para que se callara, hasta que al fin se le ocurrió. Puso una voz muy chillona y comenzó— "¿Estás con Milo? Dime mi amor¿tú y Milo se quieren?"— Marin y Seiya no podían aguantar la risa— "¡estoy celoso, estoy celoso!"

Hyoga cerró sus ojos con rabia y se dirigía a la cocina, pero a mitad de camino se volvió y apuntó al fénix con un dedo, moviéndolo en círculos.

— ¿Qué intentas hacer? —Ikki lo miró como si estuviese loco— ¿Marearme con un dedo?

Hyoga simplemente se dio la vuelta nuevamente, y entrando a la cocina se topó con Shiryu, que registraba la nevera buscando algo que lo ayudase.

Ikki se puso de pie, pero al momento cayó de frente al piso. Al mirar sus piernas vio que estaban totalmente congeladas.

— ¡PATO AMANERADO¡VOY A QUEMARTE LAS MALDITAS MANOS!

Hyoga, desde su lugar, sonreía maliciosamente, mientras escuchaba a Shiryu quejándose de tener amigos tan ociosos.

— Esto de cocinar sin los ingredientes es tan… —suspiró rendido el dragón— ¿Vienes a ayudarme o a burlarte de Ikki?

— Ambas— dijo Hyoga cogiendo un cuchillo— Pero te advierto que no se cocinar.

— ¡ENTONCES SAL DE AQUÍ Y NO ESTORBES, PATO TONTO!

— ¡ÓYEME Y A TI QUE TE PASA! —le gritó Hyoga, un poco sorprendido por el humor de su amigo— ¡QUERÍA AYUDARTE, PERO SI TE PONES ASÍ ENTONCES VETE A LA --!

— ¡LARGO!

Hyoga, muy alterado, se fue directo a su habitación, murmurando cosas como "dragón de m!€®$" y "me vengaré por decirme pato".

Media hora después, Shiryu salió de la cocina con cuatro enormes emparedados de atún y pepinillos, se veía bastante satisfecho.

— Lamento la demora, pero tuve problemas decidiendo qué preparar— se disculpó Shiryu, con un mejor humor.

— Gracias— dijo Marin recibiendo el emparedado que le ofreció Shiryu— ¡Tienes un genio terrible cuando te pones de mal humor!

— Esh pod esho que no me de ashedqué— decía Seiya al tiempo en que se atragantaba con el sándwich— Me hubieda danshado de un shodo godpe a da adcantadilla donde estuvo.

— Lo lamento, es que hoy no fue un buen día para mí,— comentó Shiryu tomando asiento— ¡Pero ya estoy mejor!

— ¡A ver si aprendes modales, caballo retardado! —le regañó Ikki a Seiya— ¡No debes hablar con la boca llena, idiota!

Seiya tragó y miró a Ikki con cara de niño malcriado, pero no mencionó una sola palabra.

Luego de tanto comer y conversar otro rato, los cuatro cayeron rendidos en la sala; entre el ponche de Marin y el cansancio acumulado se durmieron entre el sofá y el piso del lugar. A las diez de la noche, todos los habitantes de la mansión Kido estaban profundamente dormidos. Pero en el Santuario la cosa era diferente. Era una noche bastante agitada, casi nadie podía dormir, y la madrugada fue mucho peor…