¡Muy buenas a todos otra vez! Como prometido aquí viene la continuación, no podía dejaros con el suspense del capítulo anterior. Espero que os guste y vuelvo enseguida con el epílogo :)
Buena lectura a todos :)
Capítulo 64
Taichi abrió lentamente los ojos: se sentía mareado y durante unos segundos su vista permaneció borrosa. Pestañeó y su vista se hizo más nítida: un inmenso cielo se desplegaba por encima de él y unas nubes abultadas llenaban ese lienzo azul con su algodón. El aire olía a hierba cortada y un viento cálido le acarició la cara.
Taichi parpadeó: si estaba muerto, pudiera ser que ese lugar fuera… ¿el paraíso? Se enderezó, un poco aturdido todavía. En ese momento sus ojos se agrandaron: a su lado estaban extendidos todos sus amigos: Yamato, Sora, Koushiro, Joe, Mimi, Takeru, su hermana Hikari, Daisuke, Miyako, Iori, Ken y también, un poco más lejos, el Sr. Nishijima y la Sra. Himekawa. Tenían los ojos cerrados y su expresión era serena, liberada de toda angustia. Al fin y al cabo, pensó Taichi, no era sorprendente: todos habían muerto al mismo tiempo. Sin embargo, cuando levantó la cabeza y miró un poco más lejos, se dio cuenta de que se equivocaba.
Estaba sentado en medio de una pradera recubierta por un césped exuberante: margaritas, dientes de león, pensamientos violetas y campanillas iluminaban esa alfombra verde. A su alrededor, enormes cubos de juego para niños se apilaban en torres multicolores. En sus caras estaban dibujos corazones, conejos, camiones, caritas risueñas, gatos y aviones. Entre esas torres crecían árboles llenos de frutas; las manzanas y las cerezas parecían estar esperando que una mano se extendiera hacia ellas para recogerlas.
Pero sobre todo, miles de huevos de todos los colores salpicaban esa gran pradera. Algunos eran naranjas con puntos morados, otros rojos con cuadrados azules, otros rosas con rayas índigo, otros amarillos con estrellas verdes. En lugar de algunos huevos, sin embargo, había una cuna.
Entonces Taichi entendió que se encontraba en el Pueblo del Inicio.
Y que, por lo tanto, estaba vivo.
En ese momento, sus amigos recuperaron lentamente la conciencia. Se sentaron un poco turbados y miraron el paisaje que los rodeaba. En sus ojos, Taichi vio que ellos también entendían. Entendieron que habían sobrevivido y una sonrisa de inefable alegría iluminó sus rostros, mientras algunas sentían que lágrimas corrían por sus mejillas.
– ¿Estamos... vivos? murmuró Mimi con la voz vibrante de emoción.
– ¿A pesar de toda la energía que le dimos a nuestros compañeros? añadió Joe, incrédulo.
– Es increíble, asintió Ken.
Takeru no podía apartar los ojos de la llanura llena de digi-huevos.
– Los bebés han vuelto a renacer…
– Significa que el mundo digital está en paz, dijo Iori.
– Es maravilloso, dijo Hikari, juntando sus manos contra su corazón.
– Fue gracias a Yggdrasil, dijo Meiko. Ahora que tiene alma, ha podido cómo revivir el mundo que creó.
– Ha vuelto a ser el dios del mundo digital Gennai y su amigo imaginaron hace doce mil años, añadió Koushiro.
– Es incluso más que eso ahora, observó Sora. Es un ser vivo por de pleno derecho, que puede amar y comprender a todos los digimons...
– Y también a los humanos, añadió Yamato. Es lo que quería desde el principio.
– Finalmente ha alcanzado su objetivo, dijo Sakae.
– Pero… ¿qué ha pasado con nuestros digimons? preguntó Miyako.
Los adolescentes se enderezaron y miraron a su alrededor. En ese momento, un ruido proveniente de unos arbustos cercanos les llamó la atención. Se acercaron y unos quince bebés digimons saltaron de repente de entre los matorrales:
– ¡Taichi!
– ¡Yamato!
– ¡Sora!
– ¡Koushiro-kun!
– ¡Mimi!
– ¡Joe!
– ¡Takeru!
– ¡Hikari!
– ¡Mei!
– ¡Sakae!
– ¡Daisuke!
– ¡Miyako!
– ¡Iori!
– ¡Ken-chan!
Sus compañeros digimons, que habían vuelto a su forma bebé, se arrojaron a sus brazos con un brote de alegría y felicidad. Los Niños Elegidos, abrumados por la emoción, los abrazaron con fuerza. Como ellos, sus digimons habían sobrevivido a ese increíble gasto de energía para renacer junto a ellos.
– ¡Ya era hora, llevamos dos días esperando que te despiertes! exclamó Chibimon.
– ¿Dos días? exclamó Daisuke, con Chibimon a aupas. ¿Llevamos dos días dormidos y no has hecho nada para despertarnos? ¿Cómo voy a hacer para retomar los entrenamientos de fútbol después dormir tanto tiempo?
– Takeru, ¿sabes qué? le dijo Tokomon a su compañero. ¡He visto a Elecmon! ¡Ha regresado para cuidar de los bebés!
– ¡Está genial! se entusiasmó el joven.
– Mei-chan, dijo Meiko, mirando a su compañera. Nunca te había visto en este nivel de evolución, pero tengo que admitir... ¡que eres muy mona así!
– ¡Gracias, Meiko! ¡Estoy tan feliz de volver a verte!
– ¡Hikari, reencontré el silbato que me diste! exclamó Nyaromon, mostrándole a su compañera el silbato que llevaba alrededor del cuello.
– Me hace feliz que lo tengas siempre contigo, le dijo cariñosamente la joven.
– ¡Taichi, tengo hambre! exclamó Koromon.
– ¡Lo contrario me hubiera sorprendido! se rio su compañero mientras lo levantaba por encima de su cabeza.
– Koushiro, ¿cree que podremos tomar té oloong juntos? preguntó Motimon.
– ¡Claro! Ahora podremos hacer todo lo que queremos.
Mientras se reían, dos pequeños digimons se acercaron a los únicos humanos que aún no se habían despertado. Frotaron sus narices contra las mejillas del Sr. Nishijima y la Sra. Himekawa y a ese contacto recuperaron la consciencia. Se enderezaron lentamente, estupefactos de seguir vivos, y entonces notaron a los dos pequeños digimons que se encontraban a su lado.
– ¡Daigo!
– ¡Maki!
– Pero… vosotros sois… tartamudeó el Sr. Nishijima.
– ¡Sí! ¡Somos vuestros compañeros! Después de que Yggdrasil hubiera restaurado el mundo digital, ¡la fusión de las Bestias Sagradas desapareció y regresamos al nivel bebé!
– Entonces, ¿eres la forma bebé de Bakumon? entendió la Sra. Himekawa, tomando el digimon en sus manos.
– ¡Sí, eso es! ¡Mi nombre es Gummymon!
– ¡Y yo soy la forma de bebé de Bearmon! dijo orgullosamente el otro al Sr. Nishijima. ¡Me llamo Wanyamon!
Los dos adultos miraron cariñosamente a sus compañeros y les tomaron en sus brazos; se quedaron así durante varios minutos, saboreando ese maravilloso sentimiento de simbiosis con su digimons. Finalmente, Gummymon se apartó de la Sra. Himekawa y preguntó:
– ¿Podemos ir a jugar con los demás?
– ¡Sí, los otros digimons han dicho que van a jugar un partido de fútbol con Daisuke! añadió Wanyamon.
– ¡Por supuesto, adelante! La Sra. Himekawa asintió con la cabeza, sonriendo.
El Sr. Nishijima y la Sra. Himekawa vieron a sus digimons saltar con energía hacia los otros bebés, como si tuvieran muelles en el cuerpo. Entonces el Sr. Nishijima se volvió hacia la Srta. Himekawa y la miró con ternura. La mujer captó su mirada y le observó también.
Estaban vivos. Después de tanto sufrimiento, mentiras, luchas y sacrificios, después de que ambos estuvieran a punto de morir, se habían reencontrado. Habían cambiado mucho desde la primera vez que habían pisado el mundo digital, sin embargo la misma luz, la misma esperanza aún brillaba en sus corazones. Maki pensó que el optimismo que iluminaba la mirada de Daigo nunca se había apagado desde tantos años. Ese hombre, que podía a veces parecer ingenuo, escondía en realidad un valor increíble. Mucho más valor de lo que había podido mostrar últimamente. Daigo leyó en los ojos verdes de Maki una paz que no había visto en su mirada desde mucho tiempo y esa mirada liberada del sufrimiento valía todos los tesoros del mundo a los ojos del profesor. Finalmente, había reencontrado a la Maki que quería volver a ver, y nunca le había parecido tan hermosa como ahora.
Suavemente tomó la mano de la mujer en la suya, y murmuró con una voz profunda:
– Pasamos por muchas dificultades los dos...
– Es verdad.
– Muchas veces pensé que te iba a perder.
– Yo pensaba que ya te había perdido. Pensaba que nunca volverías a confiar en mí, Daigo.
– Nunca podría hacer eso… me preocupo por ti, Maki.
La mujer sintió que su corazón se aceleraba y que sus mejillas se ruborizaban. El Sr. Nishijima sonrió y añadió:
– ¿Recuerdas lo que te dije hace diez años?
Maki sonrió. Sí, lo recordaba. Aunque las palabras de Daigo le habían parecido ñoñas aquel día, ahora se arrepentía por haberse burlado de él. Daigo sonrió al recordar su comportamiento de adolescente:
– Hace diez años, te pregunté si aceptarías que fuera tu nuevo compañero. En ese momento, ambos pensábamos que nunca volverías a ver a Bakumon, pero luchaste por reunirte con él y lo conseguiste. Gracias a los nuevos Niños Elegidos, pudimos liberar al mundo digital de la influencia nefasta que lo perjudicaba desde doce mil años. Hemos vivido separados durante mucho tiempo y ahora por fin estamos juntos. Entonces, ya no tendría sentido que te hiciera la misma pregunta que hace diez años. Así que me gustaría preguntarte otra cosa.
La Sra. Himekawa sintió que su corazón latía con fuerza. Daigo la miró a los ojos y dijo suavemente:
– Maki Himekawa, ¿quieres casarte conmigo?
El corazón de la mujer dio un vuelco y un calor incontrolable la invadió. Las lágrimas llenaron sus ojos, miró fijamente a Daigo y finalmente, balbuceó:
– Sí... sí, Daigo, quiero casarme contigo.
El profesor sonrió, la tomó por la cintura y la abrazó. La mujer cerró los ojos: hacía tanto tiempo que no había sentido el calor de sus brazos, el olor de su piel... Cada uno podía sentir el aliento del otro en su cuello. Sus labios se rozaron, lentamente, como una caricia que retrasaría el momento en el cual sus bocas volverían a encontrarse después de diez años. Su beso fue largo y suave, apaciguando la sensación de haber superado todas las pruebas que se habían interpuesto en su camino. Cuando se separaron el uno del otros, se sonrieron el uno al otro y miraron el Pueblo del Inicio. Se pusieron de pie y vieron, a lo lejos, que los Niños Elegidos habían iniciado un partido de fútbol con sus digimons.
– ¿Nos unimos a ellos? propuso el Sr. Nishijima.
– Eres realmente como un niño, Daigo...
– Es que he tenido que serlo para nosotros dos estos últimos años…
Maki no pudo evitar sonreír. Luego se volvió hacia el hombre y dijo con un tono de desafío:
– ¡El que llega último pierde!
