¡Y estoy de vuelta, con un pequeño epílogo para terminar esta historia! Si el fluff del capítulo anterior os gustó, éste tendría que gustaros también.
¡Buena lectura a todos!
Epílogo
Ocho meses después
– ¡Taichi, date prisa! ¡Vamos a llegar tarde! exclamó Hikari.
– ¡Ya voy, ya voy!
Delante del espejo del cuarto de baño, el chico intentó por tercera vez atarse la corbata correctamente. Finalmente, le consiguió y miró su reflejo con una expresión dubitativa: nunca se acostumbraría a llevar un traje, pero tenía que admitir que ese gris le quedaba bastante bien. Aunque bueno, ir exclusivamente con colores oscuros para tal evento hubiera quedado un poco raro, así que había elegido una corbata naranja. Salió del cuarto de baño y se puso un par de zapatos que había comprado especialmente para la ocasión. Hikari le estaba esperando en el umbral, elegantemente vestida de amarillo.
– ¡Vamos, apresúrate! Hemos prometido a Yamato y Takeru que nos juntaríamos con ellos y todavía tenemos que recoger a Meiko y Sakae.
– No te preocupes, llegaremos a tiempo.
Los dos adolescentes bajaron al piso donde vivían Meiko y Sakae y tocaron el timbre. Meiko les abrió la puerta de inmediato: llevaba una blusa malva y se había recogido el pelo en un moño donde había colocado una flor de franchipán.
– ¡Estoy lista! Solo tenemos que esperar a Mimi.
– ¿Está en tu casa? se sorprendió Hikari.
– Sí, me ayudó para maquillarme, porque… nunca lo hago, dijo Meiko sonrojándose. ¿No es demasiado?
– No, te queda muy bien, dijo Taichi sonriendo.
La chica miró al adolescente con los ojos brillantes. En ese momento Mimi salió de la habitación de Meiko con un gran sombrero rosa en la cabeza.
– ¡Ya está!
– ¿Dónde está Sakae? preguntó Hikari.
– En casa de Koushiro, explicó Meiko. Le ayudó para comprarse un traje.
– Le ponía nervioso irse solo de tiendas, se rio Mimi. Sakae tiene buen gusto, ¡estoy segura de que habrá encontrado algo elegante!
Los cuatro adolescentes llegaron al pie de su inmueble y tomaron la dirección del bloque de edificios donde vivía Yamato. El adolescente los estaba esperando en un banco, Takeru y Sora a su lado. La chica, que sentía mucho apego por la moda tradicional japonesa, se había puesto un hermoso kimono rojo. Yamato vestía un traje negro, mientras que Takeru había optado por un traje verde oscuro y una camisa blanca; un bombín gris le cubría la cabeza. Hikari le observó con una expresión de aprobación que no escapó al adolescente, pero no hizo ningún comentario.
– ¡Al menos podrías decirme que me encuentras elegante!
– ¿Por qué, ya que lo leíste en mis ojos?
Por su parte, Meiko felicitó a Sora por su kimono.
– ¿Al final te vas con nosotros?
– Sí, ya que pasé por la casa de Yamato, él me propuso acompañaros.
– Perfecto, dijo Taichi. Los demás se juntarán con nosotros directamente allí.
Llegaron al parque media hora después. En ese mes de abril, las temperaturas ya eran suaves y por todas partes volaban centenas de pétalos de cerezos. Detrás de los invitados, una capilla de estilo occidental había abierto sus puertas.
Los adolescentes localizaron rápidamente a sus amigos en la multitud: Sakae se encontraba a lado de Koushiro, vestida con un flamante vestido naranja. El chico, con traje y pajarita, parecía preguntarse si ese atuendo convenía para la situación. Afortunadamente, llevaba la mochila que contenía su ordenador y eso era un buen punto de anclaje. Joe no tardó en aparecer con Chisako que le cogía del brazo. El adolescente estaba maldiciendo los transportes que casi les habían hecho llegar tarde, pero sus protestas cesaron inmediatamente cuando Chisako le dio un beso en la mejilla.
– Hoy no vas a refunfuñar ¿verdad?
El joven se sonrojó y pensó que su novia tenía razón: hubiera quedado mal quejarse un día así. Sonrió, se encogió de hombros y besó a la chica a su vez. Finalmente, Daisuke, Miyako, Ken y Iori se unieron a ellos en ese momento: habían tomado el camino equivocado y habían tenido que corregir su trayectoria. Daisuke llevaba un traje por primera vez en su vida y no encontraba el atuendo práctico en absoluto. Ken se había puesto un traje ocre que contrastaba con el color oscuro de su cabello, mientras que Miyako había optado por un vestido y un gran sombrero. Cuando vio el de Mimi, se apresuró a compararle con el suyo. Iori suspiró, murmurando una frase que empezaba por "ah, las chicas..." mientras se ajustaba la corbata.
– Veo que ya estamos todos, dijo una voz a sus espaldas.
Todos los adolescentes se dieron la vuelta: el Sr. Mochizuki y el Sr. Tagaya estaban llegando.
– Sí, ahora solo esperamos a los novios, asintió Sakae.
– No tendrían que tardar mucho, dijo Joe.
Efectivamente pronto en el parque llegó un automóvil con chófer. Se detuvo cerca de los invitados y una de las puertas traseras se abrió: el Sr. Nishijima, vestido con un elegante traje blanco, salió el primero. Fue a abrir la otra puerta y la Sra. Himekawa bajó del coche a su vez. Todas las chicas murmuraron cuando vieron su vestido de novia, que recordaba a los vestidos europeos de los años 1930. Nada de florituras, nada de faldas amplias: reflejaba perfectamente su estilo. Unos largos guantes les cubrían los brazos hasta los codos y en su cabello recogido en un moño brillaban pequeñas perlas.
Los Elegidos sonrieron y hicieron una guardia de honor para los novios, quienes les saludaron; luego todos entraron a la capilla.
Un silencio intemporal acompañó la ceremonia, bañada por la luz resplandeciente de las vidrieras. Cuando el sacerdote terminó su bendición, se volvió hacia la audiencia y preguntó:
– ¿Alguien quiere decir algo?
Los Niños Elegidos intercambiaron una mirada y se inclinaron hacia Taichi: el chico asintió y se puso de pie.
– Me gustaría hablar.
Caminó hacia el altar donde estaban el Sr. Nishijima y la Srta. Himekawa y tomó el micro que le entregó el sacerdote. Se aclaró la garganta y miró a sus amigos, quienes lo animaron con un breve movimiento de cabeza. Taichi respiró hondo y se volvió hacia los novios:
– Sr. Nishijima, Srta. Himekawa, en nombre de todos los Elegidos aquí presentes quiero agradecerles. Juntos, luchamos para restaurar la paz entre el mundo digital y la Tierra. Hemos librado muchas batallas, experimentado muchas dudas, y estuvimos a punto de morir en varias ocasiones, pero nunca hemos perdido la esperanza. Gracias a nuestros esfuerzos, los hombres y los digimons pronto podrán coexistir como lo habían deseado los Jomons. Dentro de unos años, estoy convencido de que todos los seres humanos tendrán un compañero digimon, y aunque la oscuridad nunca desaparecerá por completo, la unión de hombres y de los digimons siempre mantendrá la luz más fuerte que la oscuridad. Ustedes dos, cada uno a su manera, nos han enseñado cuanto significa ser un Niño Elegido. Por eso y en nombre de todos mis amigos, les deseo que sean muy felices.
El Sr. Nishijima y la Srta. Himekawa miraron fijamente a Taichi, profundamente conmovidos. Luego se volvieron hacia los otros adolescentes y les sonrieron. El Sr. Nishijima observó a esos niños que se habían convertido en adultos: podían estar orgullosos de ellos. Sonrió y dijo:
– Gracias a todos.
Un cóctel esperaba a los invitados en el exterior de la capilla; las copas de vino y champán brillaban bajo los rayos del sol que atravesaban los cerezos en flor. Sin embargo, los Elegidos sabían que el resto de las festividades ocurrirían en otro lugar, en un pequeño comité. Entorno a las ocho de la tarde, los invitados se fueron del parque y el Sr. Nishijima se volvió hacia Koushiro:
– ¿Está todo listo?
– ¡Está todo listo! confirmó, colocando su ordenador en el césped.
Todos los Niños Elegidos apuntaron sus digivices hacia la pantalla y el portal al mundo digital se abrió. Uno por uno, luego fueron aspirados por el túnel numérico...
... y aterrizaron a orillas de un lago.
El sol poniente iluminaba al agua con reflejos dorados y ondulantes. Unas pequeñas olas refluían suavemente a los pies de los Niños Elegidos, como un susurro apenas audible. El aire cálido arrastraba un olor a madera perfumado por el sol. Los adolescentes sonrieron: era el lago de la Isla File, el primer lugar del mundo digital que habían descubierto. En medio de la extensión de agua se encontraba un islote en el cual había estado un autobús. En lugar del medio de transporte, un banquete cubierto de flores dejaba escapar el aroma de platos apetitosos y de una tarta de varios pisos. En la lengua de tierra que unía el islote a la orilla del lago, los compañeros digimon de los Niños Elegidos les estaban esperando.
– ¡Guau, Palmon, que banquete hermoso! exclamó Mimi, asombrada.
– Ryudamon, ¡qué feliz estoy de volver a verte! dijo Sakae abrazando a su compañero.
– Habéis hecho un buen trabajo, Patamon, le felicitó Takeru.
– Hemos seguido todas las recetas, dijo Meicoomon con orgullo.
– Parece muy apetitoso, dijo Daisuke a la atención de Veemon.
– Hemos cocinado todo el día, añadió Piyomon.
– ¡Solo estábamos esperando a que lleguéis para poder comer! concluyó Agumon, cuyo estómago hacía ruido.
Los Niños Elegidos se rieron y en ese momento Bakumon y Bearmon salieron de los matorrales.
– Felicidades, dijo Bakumon, acercándose a los recién casados.
– Somos muy felices por vosotros, agregó Bearmon.
– Oh, Bakumon, murmuró la Sra. Himekawa con lágrimas en los ojos. ¡Gracias!
Lo abrazó mientras Bearmon saltó en los brazos el Sr. Nishijima. De repente, se escuchó un crujido entre los arbustos del bosque que se encontraba a proximidad del lago. El Sr. Nishijima y la Srta. Himekawa se dieron la vuelta y sus ojos se agrandaron: centenas de digimons acababan de emerger del bosque; sus ojos brillaban. Entre ellos, los Niños Elegidos reconocieron a dos rostros familiares.
– ¡Leomon! exclamó Meiko.
– Wizardmon, murmuró Hikari, sin habla.
– Pero… ¿cómo habéis podido?… balbuceó Takeru. Creía que los digimons que habían muerto en el mundo real no podían renacer...
Tailmon sonrió y se volvió hacia Koushiro.
– Reutilizamos el programa que salvó a Meicoomon, y con la ayuda de Yggdrasil pudimos resucitarlos.
Todos los adolescentes se volvieron hacia el joven informático, mudos de asombro. Koushiro sonrió con malicia.
– Queríamos haceros una sorpresa con los digimons.
En ese momento, unos pasos resonaron detrás de ellos.
– Yo también soy feliz de volver a veros, Elegidos.
Todos los adolescentes se dieron la vuelta y sus ojos se abrieron como platos: un hombre acababa de salir del bosque. Estupefactos, no pudieron apartar la vista de ese rostro, de esa túnica blanca, de esos ojos azules que tan bien conocían...
– ¿Gennai? ... murmuró Ken. ¿Tú también, has...?
– Sí, he podido renacer. Ya que hibridé mi alma con la de un digimon hace doce mil años, adquirí la capacidad de resucitar si muero como cualquier otro digimons. Sin embargo, para poder hacerlo necesitaba que el Pueblo del Inicio Digimon estuviera reconstruido. Gracias a vosotros, la maternidad de los digimons existe de nuevo. Llevo casi ocho meses esperando volver a veros.
– Es increíble, dijo Sora. Soy tan feliz de volver a verle, Gennai…
– No tanto como yo, respondió Gennai. Habéis salvado el mundo que había creado con mi amigo hace doce mil años... gracias a vosotros, el mundo digital por fin es lo que habíamos soñado que fuera: un mundo donde hombres y digimons pueden vivir juntos en paz. Para agradeceros, me uní a los preparativos que los digimons han organizado para vosotros.
– Por cierto, añadió Gomamon tosiendo levemente, ya que habíamos convidado a Leomon y Wizardmon, hemos pensado que sería una pena que sean los únicos en aprovechar la noche, así que hemos ampliado un poco la lista de los invitados...
– ¡Y finalmente, hemos invitados a todos los habitantes de la isla! concluyó Wormon alegremente.
Los Niños Elegidos se echaron a reír.
– ¡Lo habéis hecho bien! dijo el Sr. Nishijima.
– Hay que decir que además de Gennai, recibimos ayuda de otra persona, explicó Gabumon.
– ¿Ah sí? ¿De quién? preguntó Miyako.
En ese momento, una luz intensa brotó del bosque y los contornos de una silueta tomaron forma en un aura de claridad: Yggdrasil caminó hacia ellos, resplandeciente de vida y de calidez. Todos los Niños Elegidos inclinaron la cabeza en respeto al dios del mundo digital.
– Bienvenidos, Elegidos, les saludó. Ayudé a vuestros compañeros porque quería que esta boda fuera una oportunidad para agradeceros por todo lo que habéis hecho por el mundo digital... y por mí.
Los Niños Elegidos sonrieron y asintieron. En ese momento, la Sra. Himekawa se acercó a Yggdrasil y lo miró fijamente. El dios también la miró intensamente.
– Maki... si he podido cambiar, fue gracias a ti. Entonces, te deseo que seas el ser humano más feliz de la Tierra.
La mujer sonrió, sus ojos llenos de gratitud.
– Gracias.
Todos juntos atravesaron la lengua de tierra que unía las orillas del lago con el islote donde les esperaba el banquete y se sentaron.
La velada fue animada y festiva. Flotaba en el aire aromas de carne a la parrilla, de arroz, de pan dorado y de tarta con crema. Miyako había traído equipo de audio y los digimons improvisaron una pista de baile. El Sr. Nishijima y la Srta. Himekawa abrieron el baile, seguidos por Taichi y Meiko, Sora y Yamato, Sakae y Koushiro, Joe y Chisako, Takeru y Hikari, Ken y Miyako, Mimi y Daisuke, y Iori bailó con todos los digimons que se le ofrecieron. Su risa se mezcló con la música y permanecieron despiertos toda la noche, a la luz crepitante de unas grandes hogueras. Cuando se durmieron, en las primeras horas de la mañana, una sonrisa se extendía por sus labios.
Unas horas después, el sol amaneció sobre el mundo digital. Un nuevo día empezaba; un día de paz.
FIN
Y… ¡ya está! No me lo creo que haya llegado al final de la publicación (y traducción) de esta historia, ¡me ha tenido ocupada tantos meses! (un año y ochos meses para ser exacta, qué locura). No actualicé siempre de manera muy regular, os pido disculpas por ello y espero que no os haya impedido seguir la trama narrativa. Traducir una historia tan larga del francés al español fue todo un desafío para mí, pero ha merecido mucho la pena. El fandom hispanohablante de Digimon es realmente súper activo y es un placer poder intercambiar con los lectores gracias a las reviews.
Quiero agradecer a todos los lectores de esta historia, a los que la han seguido desde el principio y a los que la han descubierto de manera más reciente. Cuando veía el número de visitas en mis estadísticas me daba un montón de energía para seguir adelante.
Gracias también a todos los que me dejaron unas reviews, ya lo mencioné pero es increíble la participación de los lectores hispanohablantes en el fandom. Para mí es un placer poder intercambiar con vosotros y como autora siempre me ayuda ver lo que os ha gustado o no en los capítulos.
Espero que esta fic os haya hecho viajar y soñar, y que esta continuación alternativa a Digimon Tri. os habrá parecido convincente.
¡Gracias a todos!
Emilie-san.
