Segundo capitulo… la verdad ya ni me interesa si la historia les termina de convencer o no, porque me he enganchado y hasta nuevo aviso continuaré con ella… espero que me apoyen, mira que por escribir burradas tampoco me emociono… se supone que este se pone un poquitín más denso… ojala resulte .
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Los personajes son originales de J. K: Rowling. Que yo les de algunos toques no significa nada, de todos modos ella es la que gana dinero y yo ni fama alcanzo. Pero ya saben, al menos puedo juguetear con algunos de ellos… y hacerles cosas…
Harry Potter es marca registrada.
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Capítulo II:
Intervención.
Miércoles.
La lluvia caía como un espeso manto tiñendo anticipadamente al que se apuntaba como un dulce otoño. Sirius jugueteaba con los chicos de la casa, mientras la señora Weasly les servía sopa caliente. No había manera de salir ese día, así que escolares y trabajadores no tuvieron más remedio que refugiarse allí.
En medio de un día abiertamente deprimente era extraño ver al gruñón de Remus Lupin tan animoso. Por alguna tonta razón podía sentir que algo ocurriría, pero no podía detectar qué, así que para disminuir la ansiedad se volcó totalmente a ordenar su habitación, archivó documentos que había llevado del trabajo y hasta emparejo sus calcetines.
11.30 a.m.
No había caso… se iba a volver loco sin algo que hacer. En medio de su abatimiento un inesperado sonido lo sacó de su ensimismamiento.
Timbre
¿En un día cómo aquél? ¿Quién era capaz de salir con semejante…?
¿Remus? – habló la señora Molly fuera de su habitación – una muchacha lo busca…
¿Nymphadora? Nunca se había alegrado tanto de saber de ella… al menos tendría algo que hacer… algo que no resultaba desagradable en absoluto. Se encontró con su figura en el mismo instante en que abrió la puerta y la besó sin mesura. La muchacha entró en la habitación y se quitó el empapado abrigo. No tenía mucho que contar, la vida de ciudad era monótona e inexplicablemente solitaria a pesar de estar rodeado de tantas personas.
En el límite de la franqueza, Lupin no quería ver a su novia, sólo que, bueno, ya que estaba allí, el tiempo corría y no quería permanecer en ese estado de falsa pasividad. Y de todos modos ¿para qué otra cosa habría ido ella a verle sino era por lo mismo? Comenzó a besarla, lento primero, como un loco frenético apenas 3 segundos más tarde. Ella insistía en hablar un par de estupideces, las cuales él satisfacía con un "um-hu" y otro "¿podemos hablar de eso más tarde?". Instantes después ella comenzó a mostrarse algo más receptiva y cooperativa con las intenciones de su novio. Las palabras que utilizaban comenzaron a tinturarse de una vulgaridad exuberante y excitante… Entre caricias y profanos susurros Remus recordó algo demasiado tarde: había olvidado el seguro de la puerta.
Sirius Black los observaba con una complacencia que no se molesto en ocultar.
¿Qué haces aquí? – preguntó Remus, casi avergonzado de que le hubiera descubierto en tales andanzas - ¿Quién te crees para entrar así en mi dormitorio?
No sabía que estabas tan… ocupado. Tenía una duda con este informe y bueno…
¿Traes trabajo a casa?
¿No lo haces tú también?
Nymphadora estaba abochornada, eso era claro y categórico. Por su parte Remus no sabía como reaccionar. Por un lado se sentía completamente vulnerado, por otra la situación no le parecía del todo… incómoda.
Hablaremos más tarde, Sirius – dijo, con lo que el muchacho se retiro, no sin mirarlo insidiosamente. - ¿Estás bien? – le consultó temeroso a su compañera
¿A ti que te parece? No fue la situación más agradable, a no ser que para ti esto raye en la normalidad…
¿Por qué lo dices?
¿Acaso no lo viste? Este tipo se comportó como un perfecto descarado, quien sabe cuanto tiempo llevaba observando y tú, bueno, nada ¿verdad? Por ti que se nos uniera…
De qué hablas mujer… - exclamó descontrolado - ¿Cómo te atreves?
Bueno, ¿Qué quieres que piense? Cualquier hombre con sus pantalones bien puestos se habría abalanzado sobre él…
Creo que te equivocas, Nhym… eso hacen los otros…
Deja las ironías… Talvez sea hora de dejar las cosas hasta aquí…
Pero que cosas dices… son los riesgos de vivir con otras personas… ni siquiera me dijiste que vendrías, ¿Qué esperas que haga?
No esperaras que dé todas las respuestas… Me voy, te llamó pronto.
Espera, no te pongas así… no es el mejor minuto para conducir… Nymphadora…
Pero no hubo palabras suficientes para convencerla de un cambio de parecer y mucho menos de que había un motivo razonable para quedarse.
Una rabia quieta se apoderó de Remus. No tenía nada que ver con lo que acontecía con su novia momentos atrás, no, sino que esto lo obligaba a pensar, a ver que el reflejo en el espejo no era sino la cáscara de un cuerpo vacío e inerte.
No consiguió llegar a su habitación. Se quedó frente a la chimenea en la sala común, esperando nada, a ver si alguna luz se aparecía de pronto. Sólo varias horas más tarde se acercó Sirius con dos tazones de chocolate y una frazada. Su expresión era serena, casi tranquilizadora.
¿Fumas? – le preguntó al alicaído jefe.
Sí – contestó este, apurando su cigarrillo
Bebe esto… te hará sentir mejor… ¿Quieres hablar?
Talvez…
¿A qué te refieres con eso?
¿Quién demonios te crees? – dijo apesumbrado y sin fuerzas - ¿Crees que en cinco días puedes invadir mi vida como si me conocieras? No me conoces, oíste, nadie me conoce, así que no intentes pasarte de listo conmigo ¿Qué… qué haces?
Sirius lo rodeó con sus brazos y a pesar del forcejeo no lo soltó. Apenas Remus se liberó intentó golpearlo, pero su puño se detuvo a milímetros del rostro del amable chico.
Vamos, golpéame de una vez…
No quiero que me digas lo que tengo que hacer
Quizás ya sea hora de que alguien lo haga.
Lupin bajó el puño y se acurrucó en el borde del sofá. Sirius le acercó un par de cojines y le ofreció nuevamente el chocolate. Bebió un sorbo largo y por primera vez en mucho tiempo reabrió aquél tema que lo perturbaba.
¿Qué te trajo aquí, Sirius?
Ya te lo dije, me aburrí de la ciudad… necesitaba espacio, algo de libertad, ya sabes, tener la sensación de sentirme vivo…
¿Y lo lograste? – Black lo miró con una expresión de abierto desconcierto – Es decir – prosiguió Remus - ¿En verdad crees que en este lugar alcanzarás eso que te propusiste?
Da lo mismo el lugar, Remus, lo importante es si te lo propones o no. A ti te perturba algo mucho más importante que eso, de mayor trascendencia. Me refiero a que una persona desconocida no puede desequilibrarte de este modo ¿no? – Remus se sintió tentado a contestar algo completamente diferente.
No, eso sería darte demasiado crédito…
Me refería a tu novia… - la mención del chico coloró de rosa las mejillas del rubio – no parece que la conocieras de hace mucho.
No, la verdad es que fue algo más bien fortuito, pero tampoco quiero atribuirle a ella mi estado, no sería justo.
¿Y entonces? No pretenderás refugiarte en tu trabajo toda la vida…
¿Tan notorio es?
La verdad no, pero no he podido dejar de notarlo…
¿Por qué tendría que importarte? Ni siquiera eres mi amigo…
¿Qué podría ser más terrible que serlo?
Remus le sonrió. Era cierto, hace mucho que no tenía un amigo en el cual confiar, con el que compartir la soledad que lo embargaba. De pronto quiso llorar y no pudo… y es que llevaba mucho tiempo conteniéndose. Como si Sirius le leyera los pensamientos volvió a abrazarlo y está vez nadie opuso resistencia. Se quedaron así por un buen rato hasta que Remus sintió deseos de hablar otra vez.
¿A qué se debe todo esto? Eres así con todas las personas o…
No te precipites, Remus. Una cosa es estar así contigo, la otra es fabricar juicios de valor sobre tus propias acciones. Tómalo con calma… después de todo, tú tampoco me conoces.
Lupin cerró sus ojos y se aferró al cuerpo que lo rodeaba con calidez. Aspiró el aroma varonil que lo envolvía y se apoderó de sí mismo. Se dio valor para hacer lo que quería hacer desde que se topó con ese desarrapado. Le acarició el pecho y el rostro. Jugó con su pelo y besó sutilmente su cuello. Ascendió hasta llegar cerca de su boca y a minutos de obtener lo que ansiaba, Sirius besó su frente.
Demasiado pronto, Remus… hay más cosas en juego… medítalo
El delgado chico se puso de pie, arropó la frazada, dio un último sorbo a su chocolate y se dirigió a su habitación sin voltear ni una vez siquiera. Remus se abrazó a un cojín y quedó una solitaria idea rondando en su cabeza el resto de la noche.
- Ya caíste otra vez, bendito idiota…
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Y qué dicen? De a poco se va armando la cosa… Me gusta que no sea demasiado predecible… me refiero a lo que está por venir… si creen que esto tira a meloso casi dulce carioso (de carie) me avisan y me esfuerzo por no caer del todo en ello. Más reviews, criticos criticones… espero sus palabras con interes.
Naru.
