Capitulo VII: "Campo De La Inocencia"

"I still remember the world from the eyes of a child...

Slowly those feelings were clouded by what i know now.

I still remember the sun, always warm on my back...

Somehow it seems colder now...

Were has my heart gone, trapped in the eyes of a stranger.

I want to go back to believing in everything and knowing nothing at all."

"¡Baja ya de ahí, Kanon!" Grito el niño de apenas diez años

"¡Ya Saga, un rato mas!" Le contestó el otro chico desde arriba del árbol

"Debemos entrenar, el maestro se enojara" Le recordó su hermano mayor…mayor solo por cuestión de segundos

"¡Demonios, Saga!" Exclamo ofuscado el menor, le agradaba estar ahí, ya que podía ver perfectamente el recinto de las amazonas. "¡¡Ahí voy!" Aviso y se dejo caer, justito justito, sobre su hermano, terminando ambos despatarrados en el piso

"¡UF, Kanon, compórtate" Dijo mientras lo alejaba y se paraba

"Vamos a jugar" Dijo entusiasmado

"Kanon, debemos entrenar" Le explico con extrema paciencia

"¡Uf!" Suspiro Kanon y se sentó en una roca. Por que su hermano tenía que tener alma de adulto. Saga se acerco a su hermano y enredo sus dedos con los azules cabellos de Kanon

"Uno de nosotros será santo de Atena" Comenzó el mayor

"Lo sé" Contesto en un susurro el gemelo, mientras era calmado con las caricias

"Debemos entrenar, por la promesa, ¿Recuerdas?" Pregunto Saga

"Sí…" Kanon tomo la mano de su hermano entre las suyas "Lo recuerdo" Contesto con tristeza mientras se incorporaba

"Solo nos tenemos nosotros, Kanon"

"Sí" Fue la simple respuesta del menor, mientras sus pupilas se encontraban con su par gemelo. Amaba a su hermano, era su única familia y ambos tenían una promesa por cumplir. No importaba quien se hiciera caballero, pero uno de los dos tendría que llegar.

"Vamos, Aioros nos espera" Le dijo Saga mientras le tomaba la mano a su hermano

"Sí" Kanon no quería ser santo, él solo quería vivir en paz, tranquilo junto a su hermano, siempre juntos.

Cinco años mas tarde…

"Yo lo veo en ti, Saga ya no te mientas" Una patada sobrevoló la cabeza de Saga pero este la esquivo con éxito y contraatacó

"¡Basta, Kanon!"

"Podemos tenerlo todo, tu y yo, Saga" Una piña, Saga la esquiva

"No, yo soy fiel a la diosa"

"¡MENTIRA!" Grito furioso Kanon y se abalanzo contra su hermano. Saga cayo de espaldas y Kanon se sentó a horcajadas sobre su pecho para retenerlo "No te mientas mas" Le espeto

"Kanon, ¿Qué te ha pasado, por que estas así?" Le preguntó con tristeza

"Lo de la diosa es una gran mentira, nos usan. ¡Es que no te das cuenta!"

"No, la diosa…"

"¡BASTA, tu eres como yo, eres la paria del santuario…"

"No…"

"Sí, lo veo en tus ojos…"

"Basta…" Saga volteo el rostro, no quería seguir escuchando

"Eres santo de géminis, pero no eres puro, eres como yo…

"…Basta" Cerro los ojos

"Hay maldad en ti" Concluyo y luego se levanto. Saga se levanto y se marcho, Kanon lo siguió. Sabia perfectamente donde iba, al pueblo a encontrarse con esa niña. Pero ese día había algo distinto en su hermano…

Unos días después

"Lo has reconocido al fin…los dos podemos ser la cabeza del santuario e impartir nuestra justicia" Dijo Kanon emocionado, pero el semblante de Saga era indescifrable. Cabo Sunion fue el destino de Kanon, Saga solo le dedico unas secas palabras. Pero el menor de los gemelos, supo y comprobó, que había maldad dentro de su hermano. Saga vio por última vez a su hermano, a través de los barrotes de la celda de Cabo Sunion. En su mente mil pensamientos rondaban (Sobre todo las palabras de Kanon), su alma estaba destrozada y su corazón desecho. Sintió que muy pronto todo cambiaria. Así que fue a despedirse de la única persona que le había traído paz…ese fue el último día que Saga vio a Aralea y a Kanon…todo lo que ocurrió después, ya se es conocido…

"Mamá va a tener un bebe, un hermanito" Le contó la mujer sonriente mientras se tocaba su vientre. Los dos niños, una niña y un niño de cinco años, se miraron sin demostrar emoción alguna…pero ellos solos comprendían sus miradas

"¿No están felices?" Pregunto el padre del chico a ambos niños

"Sí que lo están" Confirmo la madre de la niña. Pero Kalos y Kaina no lo estaban, alguien llegaría para perturbar su intimidad, alguien no bienvenido

"Bueno…vayan a jugar" Dijo la mujer la ver que su hija y su hijo adoptivo no daban señales de nada. Kalos tomo a Kaina de la mano y juntos salieron al patio trasero de la casa. Kaina se sentó cerca de su hermano y lo abrazo, apoyando su cabeza en su pecho

"Nadie nos separara" Dijo Kalos con una voz que no parecía la de un niño de cinco años

"¿Me lo prometes?" Pregunto la niña mientras que cernía con mas fuerza los brazos entrono a su hermano

"Te lo juro con mi vida, eres mía y solo mía, no te voy a compartir"

"Ni yo a ti, hermano" Prometió ella

Diez años después…

El niño los seguía a todos lados, solo quería jugar con ellos. Pero sus adorados hermanos mayores nunca volteaban a verlo, nunca le regalaban una sonrisa y nunca le hablaban. Siempre caminaban tomados de la mano y hablando en susurros para que nadie los escuchase. Pero Lysander solo quería que Kaina y Kalos, sus hermanos, le prestaran atención y que no lo dejaran atrás cuando él se caía. Ellos solo atinaban a verle con sus ojos vacíos y volvían a murmurar cosas entre ellos.

"Nadare, mírenme nadar" Les grito Lysander al ver que sus hermanos se sentaban en la orilla del lago. El niño se saco la ropa y se zambullo en el agua. Los mayores observaron los movimientos de 'eso' que se hacia llamar su hermano, de ese estorbo que perturbaba su circulo. Le observaron nadar a la parte mas profunda, observaron como sus pequeños brazos se desesperaban por mantenerlo a flote. Observaron como se hundía y emergía del agua, pidiendo ayuda, tratando de respirar. Vieron sus ojos llenos de terror y espanto de que moriría y sus hermanos no harían nada para ayudarle. Se hundió y no volvió a salir. Kalos y Kaina se observaron, tomados de la mano y comenzaron a susurrar cosas que solo ellos entendían.

Tres días después, encontraron el cuerpo del niño en la otra orilla del rió. Los mayores solo hablaban en voz baja y veían a su madre llorar…el estorbo ya no estaba. Desde ese día, los supuestos gemelos comenzaron a socializar con el pueblo, a tener amigos…súbditos en realidad. Pero en su fuero intimo, siempre fueron ellos dos, dos como lo fueron en esta vida…y en la anterior.

"¿Es aquí?" Pregunto la niña de diez años. Sus cabellos rubios y ojos verdes delataban su condición de adoptada. Miria miro a su esposo, Ario, la situación era difícil

"Sí, es aquí donde descansan tus padres, Briseida" Le contesto Miria. La niña observo las simples cruces que solo rezaban: PELAGIA y MANDRAS. Solo eso. Dos cruces blancas e inmaculadas en el medio del árido santuario. Como odiaba esa palabra: Santuario.

"¿Mi hermana?" Pregunto

"Eh…" Miria miro a su esposo buscando ayuda

"Bri, a tu hermana no la han encontrado nunca" Le respondió Ario

"Umm" La niña supo que su hermana estaba bien, lo sintió dentro, su hermana no estaba con sus padres. Ella aun recordaba a los habitantes del santuario. Recordaba al niño rubio, como su hermana mayor y a su hermano mayor, ambos siempre paseaban por el pueblo, la mirada del mayor era amable y todos le admiraban…. Briseida volteo el rostro hacia el otro lado del cementerio, un chico de cabello rojo como el fuego, cruzaba el cementerio. Iba cubierto con una capa blanca, pero los destellos del solo delataban su condición, ya que estos pegaban de lleno sobre su armadura dorada. (NdA: ¡Atención, el chico este es Aioria, es que en Episode G, este muchacho tiene el pelo teñido de rojo. Así que decidí usar esto, ya que se ubica, más o menos en esa época.). "El también sufre" Dijo por lo bajo Briseida, el muchacho llevaba un ramos de flores silvestres y sus ojos verdes se encontraban ausentes.

"¿Has dicho algo?" Pregunto Miria

"No, nada" Contesto la niña, el muchacho de cabello rojo se había perdido entre la arboleda. Miria miro con tristeza a su esposo, quería tanto a esa niña. Ellos nunca podrían tener hijos y esa niña era lo más preciado que tenían. Pero su dulce rostro muy pocas veces mostraba una sonrisa, siempre estaba triste.

"Bri…" Dijo Ario. Briseida miro a su padre adoptivo y luego a su madre, ellos siempre lo habían echo todo por ella, siempre estaban cuando se los necesitaba. Los miro y le regalo una gran sonrisa

"Nos vamos ya" dijo ella. Desde ese momento trataría de sonreír siempre, sus padres fallecidos así lo hubiesen querido. En su vida no habría odio, ni violencia…por que por culpa de esos sentimientos sus padres habían sido asesinados. Tomo las manos de padres adoptivos, en su vida solo habría lugar para sonrisas,. Al salir del cementerio se encontraron con la imponente figura del patriarca. Briseida se lo quedo observando, aunque llevase esa mascara que cubría por completo su rostro, ella sabia que él también sufría. El patriarca miro a la niña, sus ojos le hicieron recordar a alguien, pero no supo a quien, un recuerdo de su pasado que su actual personalidad no quiso evocar. Los dejo pasar y observo como se marchaban, pudo sentir (en esa fracción de segundos) que los ojos de la niña penetraban en su alma…el patriarca sacudió la cabeza y se concentro en lo que había ido a hacer. Vigilar al santo rebelde, al de sangre impura, el único que podría desbaratar sus planes.

Briseida dejo su dolor en el santuario, muy dentro de ella tuvo el presentimiento de que algún día, volverían a verse.