Pasando mis brazos por las largas mangas de mi sudadera adidas blanca, empecé mi última semana antes de noche buena. Ese lunes me había levantado inusualmente pronto, tal vez se debía a mi nerviosismo por ver a Hana, o quizás simplemente por que aquella noche había tenido uno de mis sueños húmedos con Hana del que tras despertarme, no había sido capaz de volver a dormir.
Aquel sábado yo esperaba que fuera diferente a todas las noches buenas que había tenido últimamente, es decir, solitarias y decepcionantes, si mi plan surtía efecto aquella semana, Hana pasaría la navidad conmigo y yo me sentiría la persona más feliz del mundo.
Cuando terminé de vestirme y desayunar, me encaminé hasta mi garaje para coger mi bici y salir rumbo a la escuela. Me sentía extrañamente feliz y deseoso de empezar mi día y aun que parecía extraño hasta pensé que ojala las vacaciones empezaran el sábado y no el viernes. Eso me daría un día menos para ejecutar mi plan. Pero no importaba.
Cuando llegué a la escuela esta se encontraba casi vacía, razonablemente y por experiencia, pensé que de nuevo había llegado tarde, pero recordando que aquel día había madrugado, entendí que el hecho de que aun no hubiese nadie por allí incordiando, se debía a que faltaban aun 20 minutos para el inicio de la primera clase.
Cuando me disponía a irme a mi aula a esperar allí dormido al profesor, algo me llamó la atención. Alguien se acercaba por el mismo camino por donde yo había venido momentos antes y ese alguien tenía una llamativa cabellera pelirroja.
Sintiendo como mi corazón saltaba ante la sola visión del chico, una sonrisa apareció en mi boca sin que yo pudiera evitarla. Hanamichi parecía que aun no se había percatado de mi presencia, el muchacho parecía perdido en sus pensamientos y sin saber si quiera a donde se dirigía.
Con sigilo me acerque a el hasta colocarme a su espalda y antes de que el chico se diera cuenta mis brazos le abrazaron por detrás pegándole a mi pecho. Hanamichi lanzó un grito por la sorpresa, pero por lo visto ya ni necesitaba mirarme para saber quien era.
- Zorro estupido! ¿Se puede saber qué estas haciendo?- Hanamichi se liberó de mis brazos para darse la vuelta y mirarme enfadado
- ¿Es que acaso no te puedo saludar?- Dije yo con la cara que hubiese podido pertenecer a cualquier angelito de esos que salían continuamente por la tele en navidad.
Pero Hana no se lo tragó, y tras darme un golpe en la cabeza, que tuvo más intención que fuerza, se dispuso a irse de allí y dejarme con la palabra en la boca. Sin embargo yo no estaba de acuerdo con el por lo que volviendo a cogerle por la cintura lo acerqué a mi cuerpo de tal modo que nuestros pechos quedaron completamente pegados.
- ¿Es que no te da vergüenza el saber que alguien puede venir en cualquier momento y vernos así?- Preguntó Hanamichi sonrojado e intentando zafarse de mi agarre, sin embargo yo no lo solté.
- Vamos Hana, todavía no viene la gente, además es a ti a quien le avergüenza, no a mi.
Mis brazos le apretaron más aun alrededor de su cintura mientras mi boca se acercó a su oído para susurrarle con una voz llena de sensualidad.
- ¿Es que acaso me vas a decir que no te gusta estar así?- El evidente temblor del chico era clara señal de la respuesta, pero como buen cabezón que era, Hana me empujó logrando que nos separásemos un poco.
- ¿Y que me dices de Haruko? Se que no te cae bien, pero es mi novia y siento como si la estuviese engañando.
Aquello me dejó tan sorprendido que le solté, pero Hanamichi se quedó frente en mí con una mirada inquisidora. ¿Me importaba si la tipa esa sufría cuando se enterase de que Hana era mió? La primera respuesta que me venía a la mente era que no. ¿Por qué me iba a importar lo más mínimo lo que esa coneja sufriera cuando había sido ella la que me había quitado a mi Hana? Pero mi parte razonable de la mente, aquella no influenciada por las hormonas, que vale... Era poca, pero allí estaba, me decía que aquello estaba mal.
- Lo siento, pero ella no es razón suficiente como para que desista- Dije decidido, Hanamichi suspiro frustrado y vi que ahora estaba sonrojado, pero de furia.
- ¡Eres muy egoísta! ¡Solo te preocupas por lo que tú quieres sin ver si quiera a los demás que te llevaras por delante!
- ¿De verdad piensas que ella sufriría mucho si la dejas? ¡¡¡Solo lleváis dos semanas! ¡Ni que os amaseis con toda el alma!
- Esa no es la cuestión- Respondió él en un grito, y yo interiormente salte de la alegría al darme cuenta de que el chico no había negado mi suposición de que no se amaban.- Yo ya te he rechazado, ¿Por qué no te rindes de una vez?
- Por que si lo hiciera ya no sería yo mismo- Solo conteste y de un tirón le volví a agarrar, pero esta vez mis labios buscaron los suyos con furia en un beso desesperado.
- ¡¡Suéltame!- Gritó, y apoyando las manos en mi pecho intentó separarme, pero no pudo. Yo en el fondo tenía la esperanza de que no estuviese haciendo demasiada fuerza por que en realidad Hanamichi era capaza de ganar a fuerza bruta a cualquiera.
- Entonces dame un beso. ¿Quieres que te deje...?- Una sonrisa adorno mis finos labios y Hana abrió los ojos como platos- Pues entonces quiero que seas tu el que me bese por una vez.
- ¡No pienso hacer eso!- Yo simplemente le agarre más fuerte y me dispuse a volver a unir mis labios con los de el, pero el pelirrojo giró la cabeza y dijo en un susurro lleno de frustración- ¿Si lo hago prometes dejarme?
- Sí- Fue mi respuesta. Hanamichi entonces me miró y yo casi me derretí allí mismo como un bombón al sol cuando sus mejillas sonrojadas y aquellos ojos llenos de vergüenza estuvieron frente a mí. El chico era la viva imagen de la belleza.
Entonces Hanamichi bajo su cabeza atrapando mis labios entre los suyos y yo ya no fui capaz de pensar algo más. Sus carnosos labios se movían con vacilación sobre los míos dejando un agradable cosquilleo allí donde tocaban. Mis manos fueron a su cintura, pero esta vez no le empuje contra mí sino que las deje allí a modo de confianza.
El pelirrojo tenía los ojos cerrados y parecía que no era consciente de lo que hacía, por un momento la idea de que estuviese pensando en su novia me dejó frío, pero entonces el chico apoyó sus manos en mi cintura y esta vez fue él el que me acercó a su cuerpo.
Sus labios se abrieron y yo deje que su lengua pasará a mi boca y fuera recibida por la mía. Era un sueño. Pero como todos los sueños, este también tenían que acabar, pero no fue de forma brusca como ocurría normalmente, Hana lentamente se separó de mi y dejó apoyada su frente en la mía, su aliento rozándome los labios era algo realmente excitante sin embargo el beso solo me había dejado por dentro una sensación de ternura hacía el chico.
- Espero que estés contento. Yo no soy gay Rukawa- Dijo muy convencido y yo solo solté una risilla
- Yo tampoco lo soy Hana- Cuando el chico separo su frente de la mía para mirarme con sorpresa y desconfianza me apresure a aclarar- Tu eres la excepción. Eres el único chico que me gusta.
Sus mejillas, que aun se encontraban algo sonrojadas, pasaron en un momento a parecerse a dos tomates. El chico se separo completamente de mi y después de carraspear me soltó como si fuera lo más normal del mundo.
- A mi me pasa algo parecido, no creo que fuera capaz de besar a cualquier otro chico.
Y se fue... Así sin más. Acababa de dejarme hecho una masa derretida allí en medio del colegio y el chico se iba sin darse cuenta de lo que había conseguido con sus palabras. Cuando logre recuperarme lo bastante como para volver a ser persona, mi rostro mostraba una de esas sonrisas que empezaban a ponerme nervioso por la cantidad de veces que empezaban a aparecer. Era aterrador el solo pensar que alguien me viera con esa cara de idiota.
Tras unos minutos más, cuando deje de fantasear con las palabras de Hanamichi sobre ser yo el único para el, al fin pude ir a mi clase a esperar a la profesora. Me parecía raro que aun nadie hubiese aparecido por la entrada de la escuela, pero pensé que era mejor no buscarle 5 patas al gato, habíamos tenido suerte y punto.
Aquel día paso muy rápido, aun que claro, el que me pasara prácticamente todas las clases durmiendo probablemente tuviera mucho que ver en ello. Cuando llegó la hora del entrenamiento me encontraba fresco y descansado para seguir mi acercamiento con mi pelirrojo.
- ¡¡¡Rukawa! -Escuché de pronto mientras entraba por la puerta del gimnasio, no reconocí la voz masculina que me llamaba, pero al darme la vuelta pude ver que eran los dos chicos que se habían unido a las porristas recientemente y hasta hacía nada me habían estado gritando barbaridades.
Disimuladamente miré hacía todos los lados posibles para buscar una forma de escapar de ellos, pero cuando mis ojos por fin dieron con un lado más o menos aceptable, es decir, detrás de uno de los bancos que adornaban el gimnasio, ambos se encontraban ya junto a mi mirándome con ojos de corderitos. Yo solo pude sentir un escalofrío ante esto.
- Ehhh ¿Queríais algo?
- SI... ¡Te queremos a ti!- Gritó el más bajo de los dos. Yo le sacaría una cabeza y aun que el chico parecía bastante guapo con ese pelo rubio y aquellos ojos verdes, yo simplemente pensé que era una pesadilla. El otro, casi su opuesto con el pelo negro y casi tan alto como yo, me miro con sus ojos oscuros brillando con decisión y me soltó
- Hemos hecho un planin, ya no habrá problema alguno.
- ¿Planin?- Pregunté intentando que mi miedo no fuera evidente. ¿De que demonios hablaban? Me sonaba muy mal...
- Pues el de ti... Teníamos que organizarnos de alguna manera... Bueno aun que si a ti te van los tríos Kei y yo estaríamos dispuestos.
Mi cara en algún punto de la conversación debió mostrar lo estúpido que me sentía, pero el tal Kei y su amigo pervertido solo me miraron con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Perdón?- Solo pude decir, y ahí el rubio empezó a hablar.
- Bueno, como dejaste claro el otro día que eres gay, pero que el chico por el que vas, Sakuragi, no te hace ningún caso, nosotros hemos decidido estar contigo para consolarte. Pero como no nos decidíamos cual de los dos, decidimos que te repartiríamos para ambos. Claro que yo también estoy dispuesto a un trío.
Retrocedí lentamente, como con miedo de que de buenas a primeras aquellos me saltaran encima y me terminaran violando allí en medio de todo. Los dos solo me siguieron de cerca esperando mi respuesta.
- Esto... Chicos siento decíroslo pero...
- Aghhh, lo ves Haku, el no quiere un trío- Dijo el rubio al moreno con enfado, después se volvió a mi mostrando en su rostro adoración y dijo- No te preocupes, haremos todo lo que nos pidas, mira en este planin lo hemos aclarado muy bien
El chico me entregó una cartulina y cuando vi lo que en ella ponía poco me faltó para caerme allí mismo. Era una especie de horario. Todas las noches a las 11 tenía una cita con Kei. Los lunes tocaba solo besos, los martes mamada, los miércoles magreo... Miré incrédulo como todo el horario se extendía lleno de cosas por el estilo. Y aquellas eran lo menos fuertes. Después estaban como el misionero o el perrito y muchas más que jamás había escuchado y que decididamente no quería aprender. Por lo menos no con ellos.
- Chicos veréis... Me siento muy alagado y eso...- Les dije, y rece por que una negativa se la tomaran bien- Pero es que yo... Bueno yo esto... ya tengo con quien estar- Cuando Vd. como sus ojos perdían aquel brillo estupido y era remplazado por algo parecido al enfado, me asuste e intenté expresarme con pesar- De verdad que es una pena, si no estuviera tan enamorado de Hanamichi yo me lo montaría con los dos. De verdad. Pero... por ahora no va a poder ser.
- Pero Rukawa, nosotros estamos dispuestos a hacer lo que tu quieras para que le olvides. Después de todo tres es mejor que dos.
Yo tenía mis dudas sobre aquello, pero de pronto mi alma calló a mis pies cuando a mi lado vi la figura de mi pelirrojo. Lo único que me faltaba era que el hubiese escuchado todo, y por la cara que tenía mientras me miraba me dio la mala espina de que así había sido.
- Hana! Esto... Le estaba diciendo a estos lo mucho que te quiero y que por ello no podía estar con... - Mis palabras murieron en mi boca al ver la sonrisa falsa que entonces me dedicó el pelirrojo
- Tranquilo Rukawa, tu vete a hacer tus tríos que por mi no hay problema.
Sinceramente no sabía que pensar. ¿Era aquello un modo que el pelirrojo vio para librarse de mí? ¿O acaso podría estar celoso? Esta última opción era algo que de solo nombrarla hacía que mi corazón latiera más rápido de lo normal.
- Chicos- Dije de pronto mirando a Kei y Haku con una sonrisa maliciosa y cogiendo a Hana de una mano- Tendréis que disculparnos, pero debemos arreglar ciertas cosas... Ya sabéis... Los celos son algo muy malo.
Después de mis palabras vino el caos. Hanamichi me gritaba a todo pulmón que si me había vuelto loco o acaso debía visitar a un psicólogo, mientras que los otros dos chicos se quejaban por que ellos también querían participar en la "reconciliación". Sin hacer caso a nadie simplemente arrastre a Hana a uno de los vestuarios cerrando la puerta tras de mi para evitar posibles accidentes con terceros. Una vez le solté, solo le empuje contra una de las paredes y sin poderme contener me lance a capturar sus labios. Fue un beso abrasador, sin pizca de ternura, simplemente quería demostrarle lo mucho que le deseaba. Y Hanamichi lo pilló.
El pelirrojo pasó sus brazos alrededor de mi cuello atrayéndome hacía el para después ayudar a profundizar el beso. Mis manos encontraron el borde de su camiseta y poco a poco se lo subí acariciando la piel que dejaba al descubierto. Era delicioso.
- Espera... No debemos hacer esto, el entrenamiento está a punto de empezar y...
- Shhh, no pasa nada. Solo déjame tocarte un poco más- Mis manos llegaron a sus pezones acariciándolos y pellizcándolos sin fuerza apenas, pero Hanamichi arqueo su espalda en busca de más contacto.
- Esta mañana me dijiste que me dejarías en paz si te besaba.
- Pero eso fue entonces. Y cumplí con lo que dije
Las protestas del chico se perdieron cuando mi boca de nuevo le besó. Mi lengua le recorría humedeciendo el beso mientras que una de mis manos bajó hasta los pantalones de el. Por encima de la tela pude notar que no era yo el único que estaba excitado. Hana soltó una exclamación ante el leve contacto y sus mejillas se tiñeron de rojo mientras se arqueaba por el placer.
Sin embargo el darme cuenta de que estábamos en un vestuario y con todo el equipo esperándonos fuera fue como si me echaran un cubo de agua helada encima. No podía hacer aquello en un momento así. Por lo que lentamente retiré mis manos del chico quien emitió una leve protesta, y después mis labios se retiraron de los suyos.
- Tal vez tenías razón. Este no es lugar, nos esperan.- Vi como los ojos del pelirrojo se abrían como platos y después su ceño se fruncía. Estaba claro que aun que su cuerpo reaccionara su cerebro aun no terminaba por aceptarlo.
- Me las pagaras- Fue lo único que dijo antes de salir de allí dejándome a mi con una erección de narices.
Aquel entrenamiento fue más bien aburrido. Hana me evitaba como la peste y en las gradas mis porristas femeninas parecían un mar de lagrimas mientras que Kei y Haku las decían que los tres habíamos quedado para montarnos un trío. Yo solo suspire ante esto, había cosas inevitables en esta vida, y los pervertidos eran una de ellas.
Cuando terminamos el entrenamiento Hanamichi salió de allí sin ducharse si quiera y yo me quede con las ganas de pillarle para otro "momento de pasión". Frustrado me fui a mi casa y pasé la tarde viendo la tele mientras recordaba todos los momentos que había tenido a Hana en mis brazos.
Los días pasaron rápidamente, mi plan iba avanzando a un ritmo acelerado y según desde mi punto de vista, con muy buenos resultados. Llegó el jueves y yo hubiese podido jurar que conocía a Hana mejor que su propia novia. Día tras día le había asaltado cuando tenía la suerte de pillarlo solo para demostrarle cuento lo amaba y deseaba. El resultado había sido que Hana poco a poco se había ido confiando. Cada encuentro se mostraba más y más dispuesto a mis caricias.
El problema estaba, que si bien el chico parecía ceder, también su relación con la cerda parecía ir viento en popa. Cada vez que lo veía agarrados de la mano o haciéndose arrumacos mi corazón parecía partirse un poco más. Y teniendo en cuenta que el chico no había iniciado ni una vez por su deseo un acercamiento conmigo, aquello dolía bastante.
Aquel jueves era el último día de instituto y el sábado por fin noche buena. Pero por suerte aun quedaba el entrenamiento para ver al pelirrojo. Cuando llegó la hora de ir al gimnasio, yo me encontraba más que ansioso por verle. Aquel día en el recreo el pelirrojo no había dado muestras de vida por ningún lado y yo había desperdiciado un tiempo precioso. Pero solo me dije que más tarde podría estar a solas con el.
No sabía lo equivocado que estaba. Aquel jueves Hana por lo visto no tenía intención de acercarse a mí, y estaba haciendo todo lo posible por llevar a cabo dicha tarea. El pelirrojo se pegó como una lapa a los demás chicos del equipo y evitaba a toda costa mi mirada. Cuando el entrenamiento estaba a punto de acabar, yo pensaba que aquello no podía ir peor. Pero de nuevo me equivocaba. Cuando me dirigía a ducharme una frase de Hanamichi me hizo pararme en seco y de pronto todo lo que me veía capaz de hacer era llorar.
- ¿Qué vas a hacer el sábado?- Le preguntó Ryota al pelirrojo. Este con una sonrisa solo dijo
-Iré a casa de Haruko a pasarla con su familia- Fue un golpe bajo. Algo que me por poco me hizo caerme allí mismo de rodillas. Pero volviendo a mí mascara fría para no dejar ver lo que sentía, me dirigí como pude a las duchas.
Intentando evitar a todos los chicos, me esperé a que se hubiesen duchado todos para minutos después entrar yo a las duchas vacías. Encendí la regadera e instantes después podía sentir como el agua caliente caía por mis desnudos hombros y bajaba por mi cuerpo relajándome.
Con mis manos apoyadas en la pared y la cabeza gacha dejando caer el agua libremente por mi desnudad, ni cuenta de di de cuando alguien más entró en las duchas y se paró detrás de mi. Sin embargo si que fui consciente de como unas manos se posaron en mi espalda acariciándome.
Mis instintos lo primero que hicieron fue hacerme voltear para golpear al que osaba tocarme, pero cuando mis ojos chocaron con unos castaños solo pude quedarme allí inmóvil viendo incrédulo a un Hanamichi totalmente desnudo que me miraba sonrojado y con mucha vergüenza.
- ¿Qué haces aquí? - Fue lo único que mis estúpidos labios pudieron decir. Hanamichi solo sonrió de forma algo triste y bajando la cabeza incapaz de mirarme a los ojos, susurró
- Yo... Yo ya no puedo más. Pensé que podía ignorarte, pero no es así- Aquello me había dejado con la boca abierta, pero si en aquel momento hubiera apostado mis manos por que nada podría sorprenderme más, las siguientes palabras del pelirrojo me dejaron prácticamente helado.- Hazme tuyo Kaede.
El oír mi nombre por primera vez de sus labios y aquella petición hizo que mi cuerpo se estremeciese y con algo de miedo, como si aquello simplemente fuera un espejismo y fuera a desaparecer de un momento a otro, alcé mi mano para posarla sobre su mejilla.
- No sabes lo que dices- Por primera vez en mucho tiempo, dejé que mis instintos tiernos mandaran en mi. En realidad lo único que quería en aquel momento era lanzarme sobre el chico y hacer exactamente lo que el había pedido, pero una pequeña parte de mi se negaba a aprovecharse de un momento de debilidad del pelirrojo. Quizás era por lo mucho que le quería, o quizás solo por miedo a salir lastimado de aquello, pero la cosa es que me quede parado allí en medio de las duchas completamente desnudo y mirando tristemente al otro chico.- Vete de aquí anda... Es lo mejor.
Pero entonces dos cosas sucedieron que decidirían mi futuro. Hanamichi se lanzo contra mí y pegó su cuerpo desnudo al mió completamente. En ese mismo instante me di cuenta que así se helara el infierno, ya no había vuelta atrás.
Nuestros labios se buscaron ansiosos mientras Hana me pegaba a la pared de la ducha para poder entrar aun más en contacto. Su boca se abatía sobre la mía mientras su legua luchaba por tomar el control de la situación. Mis manos se posaron entonces en su trasero apretándole contra mí, y mi miembro, para entonces más que excitado, rozo con el suyo y sin poder resistirme empecé con una fricción que nos hizo jadear a ambos.
Hanamichi, abriendo sus ojos me miró, y en aquel momento la imagen que vio le dejó completamente perdido. Yo no lo sabía, pero con el pelo chorreando y pegado a mi enrojecida cara, mis ojos cerrados y mis labios hinchados por sus besos, representaba la misma imagen de la sensualidad y Hanamichi lanzando un ronco gruñido me cogió de las nalgas para hacer que rodeara su cintura con mis piernas y ahondar el contacto de nuestras excitaciones. Ondulando sus caderas, el pelirrojo hizo que poco a poco todo pensamiento racional que quedaba en mi mente desapareciera.
Cuando me di cuenta de que estaba a punto de explotar, hice que Hanamichi parara. Empujándolo por los hombros y bajando mis piernas, el chico me miro confundido pero entonces yo le cogí y dándome la vuelta le pegué a la pared intercambiando los lugares.
El esperó pacientemente que volviera a besarle, pero yo con una sonrisa ladina solo dirigí mis labios a su cuello besando allí lo bastante fuerte como para que la marca durara por un tiempo. Mi lengua lamía aquella columna bronceada mientras mis manos acariciaban su pecho. Podía oírle gemir y eso me estaba haciendo perder el control de mi cuerpo. Pero intentando ignorar mi propia excitación, mi boca bajo por su pecho para detenerse en sus pezones. Allí mi lengua lamió cada uno de ellos absorbiendo y mordiendo sin llegar a dañar aquella sensible piel.
Podía sentir sus uñas clavarse en mi espalda, pero no me importó. Apartando mi boca de uno de sus pezones, mi lengua lamió un camino hasta su ombligo y allí se paro jugando alrededor de este.
- Ahhh, Kaede yo...- Gemía el chico, y yo solo le acaricié los muslos mientras mi boca descendía aun más. Dejando pequeños besos cerca de su miembro, intenté prepararle para lo que haría a continuación, pero cuando le miré a la cara, Hanamichi tenía los ojos cerrados y parecía completamente perdido en el placer.
Cuando mi mano cogió su miembro, sus ojos se abrieron mirándome sorprendidos, pero antes de poder hacer nada más, mi lengua lamió la punta de su pene lentamente, deleitándome con su sabor. Hanamichi debió de perder entonces todo pensamiento ya que volvió a gemir echando su cabeza hacía tras.
Mi lengua entonces recorrió su miembro en toda su longitud mientras mis manos subieron a masajear sus testículos.
- Ahhh, joder Kaede...- Hanamichi me lo estaba pidiendo, aun que probablemente el inocente chico no sabría ni lo que pedía, pero yo simplemente metí en mi boca todo su hinchado miembro absorbiendo y después empecé a mover mi cabeza masturbándole. No hizo falta casi nada del tiempo para que el chico se corriera en mi boca.- Lo si... lo siento
Yo le mire mientras lamía de mis labios la sustancia blanca que aun quedaba allí y volviendo a subir uní mi boca a la de el para que probase su propio sabor.
- No te disculpes. Eres delicioso. Nunca me cansaré de decirlo.
Hanamichi me beso dulcemente en los labios mientras su manos me rodeaban por el cuello para volver a acercarme a el.
¿Estas seguro de esto?- Le pregunte a mi pesar. El asintió con las mejillas aun sonrojadas- ¿No preferirías ser tu el que me tome?
Teniendo en cuenta que hasta hace nada el chico era completamente derecho, aquella pregunta me pareció de lo más lógica, pero el pelirrojo solo negó con la cabeza mientras me susurraba al oído.
- Yo no se como hacerlo. Podría estropearlo todo. Tómame.
Ante la visión de un Hanamichi completamente empapado, desnudo y a mi completa disposición, mi pene pareció saltar en busca de satisfacción. Yo dulcemente le hice darse la vuelta apoyando sus manos en la pared y me arrodillé detrás de el.
- Tranquilo- Susurre al notar como se tensaba. Mis manos sujetaron su cadera y sin poder resistirlo deposite un beso húmedo en cada nalga. Eran demasiado apetecibles y redondeadas. Entonces, cogiendo el jabón y enjabonándome uno de mis dedos, lo empecé a deslizar por su entrada lentamente.
El chico se tensó aun más, pero cuando mi otra mano se deslizó para acariciarle su miembro, pareció relajarse y entonces mi dedo pudo moverse con más libertad. Cuando sentí que estaba lo bastante preparado, un segundo dedo se unió al primero y moviéndolos ensanche lo que pude aquella entrada virgen.
- Eso duele- Gimió el chico. Mi mano masajeo más rápido su pene y entonces el pelirrojo pareció olvidarse del dolor. Yo saqué mis dedos de su interior y sin poderme contener deje de masturbarle para abrir sus nalgas y deslizar mi lengua por su entrada. Hanamichi gritó exaltado, pero momentos más tarde el chico gemía sintiendo como sacaba y metía mi lengua en su interior.- No tienes que hacer eso.
Yo solo le ignore y un rato después me levanté de nuevo rodeando al chico por la cintura con mis brazos y dejándole saber lo excitado que estaba presionando mi miembro en sus glúteos.
- Espero que no te duela demasiado- Con una mano guié mi pene hasta su entrada y después lo deslice por esta lentamente. Sentí como el pelirrojo se volvía a tensar y supe que estaba sufriendo. Mi mano entonces bajó hasta su miembro semierecto para excitarle, y funciono. En poco tiempo el estaba gimiendo de nuevo y yo completamente dentro suya.
Empecé a moverme lentamente en su interior, pero Hanamichi parecía no sentir nada excepto dolor por aquello, por lo que por un momento pensé retirarme, pero entonces una de mis envestidas toco un punto sensible en el pelirrojo que le hizo gritar de placer. Mis envestidas se volvieron más y más fuertes, sentía como mi corazón parecía estar a punto de salirse de mi pecho y la respiración jadeante del otro chico me dijo que Hanamichi estaba igual que yo. Mi mano le masturbó hasta que sentí que estaba a punto de correrse, entonces mis envestidas aceleraron y el pelirrojo en poco tiempo se derramó entre mis dedos. Yo acabé poco después en su interior.
Ninguno de los dos nos movimos, ambos estábamos demasiado cansados y yo solo deje que mis brazos le rodearan mientras mi cara descansaba en su espalda. Cuando mi respiración se tranquilizó un poco, levanté mi cabeza y separándome de el, le pregunté:
- ¿Estas bien?- Hanamichi no me miró, simplemente se quedó allí con la mirada baja y apoyado en la pared. Yo me asusté- ¿Tanto daño te hice?
Sin embargo el pelirrojo se dio la vuelta de pronto y aun sin mirarme salió de la ducha. Yo le seguí y cuando le alcancé le agarre del brazo para que se diera la vuelta a mirarme.
- ¿Qué ocurre?
- Yo...- Su voz sonaba ronca, y cuando por fin levantó su mirada yo desee que no lo hubiese hecho. En sus ojos se mezclaba la confusión y el pesar. Algo muy distinto de lo que yo estaba sintiendo en aquellos momentos.- Lo siento
Susurró y cuando mi agarre se aflojó por la impresión, Hanamichi prácticamente salió corriendo de allí dejándome con un peso horrible en el corazón. Aquellas palabras habían dolido más que cualquier golpe físico.
El pelirrojo mientras tanto terminaba de vestirse para huir de allí. En su mente la imagen de Haruko le recordaba una y otra vez su engaño y Hanamichi se sintió entonces como una basura. Por satisfacer su deseo había caído en la tentación y no solo había engañado a su novia si no que se había aprovechado de mí. Aun podía recordar mi mirada dolida, y el pelirrojo, sin poder contenerse más, empezó a llorar sin importarle que la gente le viera por la calle.
Aquella noche buena la pasé como todas las demás, solo y amargado. Sin embargo mi mente solo podía darle vueltas a lo que había pasado con el pelirrojo y solo con imaginarme que en aquel momento debía estar junto a su novia, mi alma se hundía un poco más. En aquellos momentos no sabía si el haberle hecho el amor a Hanamichi había conseguido algún avance o por lo contrarió me había separado de una vez por todas de el
Continuara...
