Primero quiero pedir disculpas por el retraso, hasta me han escrito para decirme que haber que pasaba XD. Lo que ocurrió es que yo ya tengo escrito todo el fic, pero el capítulo 6 lo tenía guardado en otro ordenador al que no me fue posible acceder hasta hace solo unos días. Por lo que tuve que esperar ya que no quería escribir de nuevo ese capítulo y que me quedara diferente y tuviese que cambiar algo de la historia. Espero que os guste y de verdad que lo siento mucho

- ¡¡Rukawa!...¡¡¡¡Rukawa!- Mis ojos se abrieron levemente sin ser aun capaz de captar ni un ápice de la realidad, pero cierta parte de mi cabeza insistía en que debía dejar de dormir. Sin embargo no habría sido yo mismo si no hubiese ignorado aquello y volver a meter mi despeinada cabeza debajo de mi mullida almohada.- ¡RUKAWA QUIERES DESPERTAR DE UNA MALDITA VEZ!

Vale, aquello si que me despertó al instante. Mi cabeza se levanto como si debajo hubiese tenido un muelle para mirar quien había sido el psicópata que me había gritado de aquella manera en mitad de la noche.

Sin embargo, cuando pude enfocar algo entre las sombras de mi cuarto, mis ojos se abrieron ante la sorpresa de encontrarme justo al lado de mi cama dos figuras bastante conocidas ya para mí.

- ¿Que hacéis vosotros aquí?- Grite exaltado sentándome de golpe en mi cama sin ser aun consciente de mi desnudez, por suerte la sabana que me tapaba se quedo en mi cintura escondiendo ciertas partes que prefería no tener a la vista.

- Hemos venido a verte, por supuesto.- Por un momento me pregunte si es que estaba en alguna clase de pesadilla. Pero cuando mi vista se posó en la ahora más nítida figura de Kei, supe que parecía demasiado real como para estar soñando.

- Un momento... ¿Como habéis logrado entrar en mi casa?

- Bueno... veras...- Ante la evidente vacilación de Haku para contestar mis ojos se entrecerraron. Aquello no sonaba nada bien- Estuvimos llamando a la puerta mucho rato, pero tras ver que no tenías intención de abrir decidimos entrar por... esto... por la ventana.

Les miré sin poder creer lo que oía. ¿Por cuál ventana se suponía que habían entrado aquellos dos? ¿Y por qué demonios lo habían hecho?

- Espero que todo esto tenga una explicación muy lógica si no queréis pasar el primer día de navidad en la cárcel por allanamiento de morada.

- Nosotros no queríamos molestar, lo que ocurre es que estábamos por la calle paseando por casualidad cerca de aquí cuando vimos a Sakuragi salir de una casa, que también por casualidad sabíamos que no era la tuya. Entonces, como buenas personas que somos, decidimos ir a ver quien vivía allí. ¿Y sabes con quien paso la noche buena ese estúpido pelirrojo? Con su ex-novia.

Haku no respiro ni una vez mientras soltaba toda aquella sarta de paridas. Después fue el turno de su amigo para seguir con la explicación.

- Como recordaras, nosotros somos tus fans número 1 y 2. Yo el uno por supuesto- Ante esto el gruñido de protesta de Haku fue bien sonoro, pero el rubio, ignorando por completo a su amigo siguió con su "lógica explicación"- Bueno como iba diciendo, al ser tus mejores fans, creímos que era nuestro deber asegurarnos de que tu novio no te ponía los cuernos. Por lo que muy silenciosamente, nos escondimos para ver que hacían ellos dos en la puerta de su casa. Y bueno... - Kei pareció vacilar en sus siguientes palabras- Si entramos en tu casa a mitad de la noche por una ventana que tuvimos que abrir con un poquitin de fuerza por nuestra parte, fue por que creímos necesario decirte que tu novio te engaña con la tipa esa. Les vimos besarse al despedirse.

Yo solo suspire hondamente, recordándome que el asesinato, por muy justificado que estuviera, era motivo de cárcel. También intente ignorar el dolor que me había causado el saber que Hanamichi efectivamente había pasado la noche en casa de su novia.

- Solo una cosa más antes de echaros a patadas de mi casa... ¿En que estado se encuentra mi ventana en estos momentos?

- Ehhh... Bueno depende de por donde se vea. Yo la encuentro algo triste sin ningún adorno de navidad. Claro que tu casa es muy bonita y dentro de eso también entran las ventanas...

- ¡¿Se puede saber de que mierda estás hablando!

- Bueno tu preguntaste...

- Sabéis muy bien a lo que me refiero- Grite a aquellas dos personas que a mi juicio, y probablemente al de cualquier persona normal, estarían para visitar un manicomio urgentemente.

- Pues... Bueno no es que este rota, lo que se dice rota... Esto quizás el cierre ha sufrido algún pequeño contratiempo, pero nada del otro mundo.

- ¿Y eso quiere decir que...?- Intenté pacientemente a que se decidieran por decírmelo de una maldita vez.

- Bueno sigue estando tan bonita como siempre, pero ya no cierra.- Dijo Kei con una bonita sonrisa que yo, por supuesto, odié.

Levantándome completamente de mi cama, me puse frente a ellos con los brazos en jarra y la expresión más feroz que poseía. Y hubiese dado resultado si los otros dos hubiesen sido capaces de mirarme a la cara. Pero se encontraban demasiado ocupados mirando mi cuerpo en toda su gloriosa y vergonzosa desnudez. Cuando mi mirada siguió la de ellos me di cuenta de mi error, y corriendo me volví a la cama para taparme.

- ¿Es eso una indirecta Kaede?- Dijo medio divertido medio shockeado Haku. Era una mezcla extraña de emociones, pero el chico en verdad era toda una contradicción.

- Fuera de mi casa... ¡¡Ahora!

- ¿Por qué te enfadas con nosotros? Con quien deberías estar enfadado es con tu novio que paso la navidad con esa chica en vez de contigo.

Algo de mi dolor ante aquellas palabras debió de verse en mi rostro, ya que al momento tenía a los dos chicos sentados junto a mi e intentando consolarme con frases como "Tranquilo Kaede, el no te merece, además para eso estamos nosotros que somos mejores que el en la cama" o " No se que viste en el, tu eres como un dios, bello y resplandeciente, y nosotros te adoraremos como tal"

- Chicos... no pasa nada, en verdad el y yo no somos nada.- Ante la cara de sorpresa de los dos chicos, empecé a contarles mi historia. No se muy bien por que lo hice, quizás por que en aquel momento me sentía solo o quizás por que necesitaba de alguien que me diera esperanzas o ánimos. La cosa es que media hora después los tres nos encontrábamos en mi cocina tomando un colacao con galletas.

- Ese chico es retrasado- Dijo Kei, y ante la mirada de furia que le lance, el solo dijo- Sabes que tengo razón. No se como puede resistirse a ti, y menos por alguien como esa sosa.

- Tal vez lo único que pasa es que yo me hice demasiadas ilusiones

- No seas tonto Kaede, nadie se acuesta con otra persona sin sentir atracción por ella. Eso sería toda una contradicción. A menos que lo haga por dinero o algo así. Pero tú no le pagaste ni le chantajeaste ¿Verdad?

- Por el amor de dios... Claro que no.

- Entonces no hay más que decir. Te olvidaras de el y punto.- Las palabras del rubio fueron un duro golpe, pero por suerte Haku salió en mi ayuda

- No seas tonto Kei, sería estúpido renunciar a estas alturas. Lo que tiene que hacer es algo que obligue al pelirrojo a decidirse. Algo definitivo.

- Ya hice de todo- Susurre con voz cansada- Pero nada funcionó.

- Te acostaste con el, ¿No? Yo no diría que no funciono.

- Pero eso solo sirvió para que el se alejara más de mi-Un silencio pareció apoderarse de la sala y solo mi cucharilla chocando contra mi taza de colacao pudo oírse. Los dos chicos se fueron a sus casas poco después y sin llegar a nada claro. Tanto Kei como Haku me dijeron que cuando las vacaciones terminaran los dos me ayudarían con el pelirrojo.

Y así pasaron los días hasta llegar el martes. Para cualquier chico de casi 17 años, el martes hubiese sido vacaciones de navidad, pero para los miembros de mi equipo, aquel maldito martes era como otro cualquiera y debíamos ir a entrenar. La razón era desde el punto de vista del entrenador más que valida. Ya que teníamos partido el viernes, debíamos esforzarnos por ganarlo.

Por lo que yo, tras pasarme dos días enteros comiéndome la cabeza de lo que sucedería cuando por fin viera de nuevo a mi pelirrojo, me encontré caminando nervioso hacía mi escuela a las 5 de la tarde. Cualquiera que me hubiese visto por aquel camino sin mi bici se hubiese llevado un susto de muerte, pero es que nadie sabía que tras haber estado un día entero de "limpieza profunda" en mi casa subiendo y bajando escaleras, aquel día tenía unas agujetas que solo con doblar las rodillas me entraban ganas de llorar.

Si esto se lo hubiese contado a Mitsui o a Hana se habrían pensado que era un maniático de la limpieza o algo así, ya que la última y única vez que estuvieron en mi casa yo había estado de limpieza, pero es que tras encontrarme con tres armarios tan llenos de mierda como para asustarme el solo mirarlos, había decidido dejar la tarea de vaciarlos para las vacaciones de navidad.

Antes de poder darme cuenta y de tan metido que estaba en mis pensamientos, ya había llegado al colegio. Era deprimente estar allí un día de vacaciones en el que los demás alumnos estarían ahora durmiendo una merecida siesta, pero sin una queja, me dirigí hasta donde me esperaban los del equipo.

- ¡¡¡Kae!- Oí de pronto que me llamaban, no me hizo falta voltearme para saber quienes era. Solo Kei y Haku habían tomado la costumbre de llamarme así y es que desde aquella noche en la que se habían metido a mi casa, ambos me habían visitado día si y día también.

- Hola chicos. No pensé que al final fuerais a venir.- Los dos solo me miraron algo enfadados. Yo solo pude sorprenderme de nuevo al mirarles los rostros y es que me había enterado que aquellas dos personas tan distintas físicamente eran primos. Lejanos, pero primos.

- Te lo dijimos ayer... Tienes que tomar más pescado para la memoria Kae- Una enorme gota debió resbalar entonces al escuchar las palabras de Kei, pero más grande fue aun cuando su primo le dijo pegándole una colleja

- Estúpido, no es pescado... ¡¡Es zanahoria!

- ¿Zanahoria? ¿Eso no era para la vista? Quizás es para las dos cosas...- Desde luego la tontería debía ser contagiosa para que yo respondiera eso...

Los tres nos adentramos en el gimnasio y allí vimos como los demás ya estaban en la cancha estirando mientras que el entrenador les gritaba todo tipo de "ánimos"

- Bueno Kae, te esperamos ahí arriba, después vamos todos a tu casa. Alquilé una película que quiero que veas.

Yo no pregunté cual era la película por miedo a la respuesta y me fui por fin a entrenar. Mi vista busco una cabellera pelirroja, pero para mi desilusión mi pelirrojo aun no había llegado.

Pero solo hicieron falta unos minutos para que Hanamichi entrara por la puerta, y nada menos que acompañado por su querida novia. Yo al verlos juntos sentí como mi corazón se encogía por el dolor. El chico parecía que aun no me había visto y en aquel momento se dirigía a las gradas con su Haruko. Yo los seguí con la mirada y justo cuando ambos se iban a dar un beso para despedirse algo debió notarse en mi expresión, o quizás fue simple coincidencia, la cosa es que de las gradas mismas se oyó un grito que se escuchó por todo el gimnasio.

- ¡¡¡Kae!- Era Haku, quien saludaba con su mano alegremente- ¡Recuerda dedicarnos una canasta! ¡Si no hoy no iremos a tu casa!

Yo solo pude agradecerle aquel gesto, el chico había conseguido que me distrajera y dejara de ver a Hanamichi. Pero no duró mucho y antes de poder evitarlos mis ojos le volvieron a buscar. Hanamichi seguía en las gradas, pero ahora me miraba a mí y en sus ojos pude distinguir una extraña expresión que no fui capaz de comprender.

El entrenamiento pasó sin ninguna novedad, Hanamichi evitaba el contacto tanto físico como visual conmigo, aun que a veces, cuando mi mirada se desviaba hacía su figura podía captar como el me veía de reojo. Y eso no hacía más que ponerme nervioso. Si algo del entrenamiento se podía resaltar era que yo, entre los nervios y mis agujetas, no di una con la pelota.

Cuando por fin terminó el entrenamiento, yo me dirigí directamente a las gradas, me ducharía en mi casa ya que el entrar en las duchas no me apetecía en aquel momento. Traería demasiados recuerdos que por ahora preferiría dejar de lado.

Pero justo cuando estaba pasando junto a la novia de Hanamichi y sus amigas, las palabras de una de ellas me hizo pararme en seco.

- ¿Y te a invitado a su casa por la noche? Eso solo puede significar una cosa. Además si me dices que vais a estar solos...

- No lo se. Hanamichi ha estado muy raro últimamente y la verdad es que ya no se que esperar a estas alturas.

- Vamos Haruko, no te hagas la inocente- Eso lo dijo una chica del pelo corto mientras miraba pícaramente a su amiga. Yo solo sentí como mi bilis cada vez pujaba más por salir de mi cuerpo- Será mejor que compres condones... Jajajajaj

Eso fue lo último que fui capaz de soportar. Empujándolas a ambas al pasar por su lado, me dirigí con la vista baja hacía donde me esperaban Kei y Haku. No les dije nada de lo que había oído, simplemente que necesitaba salir de allí urgentemente. No hizo falta más, en menos de 10 minutos los tres estábamos en mi casa mientras yo me paseaba por todo mi comedor maldiciendo a la guarra de Haruko, a mi mala suerte y a el mal gusto de mi Hana, por lo menos en cuanto a chicas se refería.

- ¿Pero que fue lo que oíste exactamente?- Preguntó Haku ya harto de mis maldiciones y mis idas y venidas. No les había dicho una palabra cuerda en todo el rato desde que habíamos abandonado el gimnasio.

- Hana... - Fue lo único que salió de mis labios

- ¿Hana? ¿Qué pasa con el?- Al no obtener ninguna respuesta mía, los dos chicos se levantaron del sillón y me agarraron por los brazos para que dejara de dar vueltas.- ¿Qué demonios ha pasado Kaede?

Al ver la seriedad de sus rostros, no pude soportarlo más y mis ojos terminaron llenándose de lágrimas que no derramé.

- El... El la invitó a su casa y... Se van a acostar.- ¿Como explicarles que aquello no solo dolía por imaginármelos juntos? ¿Como explicarles que si ellos se acostaban lo único que mantenía mis esperanzas se acabaría? ¿Como decirles que el que yo hubiera estado con Hanamichi y su novia no era lo único que me permitía poder sonreír aun? Era algo que yo tenía de el, algo que me pertenecía solo a mi y que en cierta forma mantenía vivas mis esperanzas.

Pero una vez más había subestimado la comprensión humana. Los dos chicos parecieron entender lo que yo temía y sin más me abrazaron dándome apoyo.

- Quizás después de todo el no te merezca Kae. Yo ya te lo dije, si el la elije sobre ti... No debe estar muy bien de la cabeza. Y yo nunca te dejaría salir con un loco mono pelirrojo.

Aquella tarde la película fue cancelada. Yo necesitaba estar solo y aun que los dos chicos se negaron a irse, no les quedo otra opción cuando uno a uno les cogí a la fuerza y les eché. Puede que eso fuera algo cruel, pero de verdad que en aquellos momentos necesitaba de algo de soledad para aclararme las cosas. Últimamente mis días había girado torno al pelirrojo y el ya no tener más que ver con él, dejaba un vacío en mi vida y en mi corazón imposible de rellenar.

Los días pasaron y yo parecía incapaz de hacer nada útil. Lo único que hacía que me levantara de la cama era el hecho de que Key y Haku aparecieran todos los días en mi casa y me arrastraran para que me vistiera por lo menos. Si no hubiese sido por ellos el trago hubiese sido mucho más amargo.

Sin embargo pronto llegó el viernes y con él, el tener que enfrentarme a mis temores. Debía ver a Hanamichi. Era algo inevitable y aun que la parte razonable de mi mente me gritaba que tarde o temprano lo tenía que ver, mi parte irracional gritaba que era mejor la parte de tarde.

Haku y Kei, que se habían convertido en mis sombras, me acompañaron al partido. Intentado ignorar aquel impulso de salir corriendo en dirección contraria, me armé de valor para lo que a mi modo de ver, sería la peor prueba a la que me había enfrentado.

- Quita esa cara Kae. Parece como si en cualquier momento fuera a aparecer ante ti un verdugo para ajusticiarte y cortarte la cabeza

Mis labios se estiraron en una verdadera sonrisa. Una de esas que hacía días no mostraba- ¿Que pasa Kei...? ¿Acaso has vuelto a ver películas francesas de esas antiguas tipo la mascara de hierro?

- Mmmm, pues mira, sí. ¿Pero es que a quien no le gusta ver esa película con mi Leonardito de protagonista y por partida doble? Lo adoro en su faceta mala, claro que en la inocente y tierna... Dios también tiene su morbo.

Ahí si que me reí de veras. Por lo menos hasta que al mirar a Haku vi que tenía la cabeza gacha y los puños apretados. Cuando por fin levantó la cabeza pude ver algo que yo mismo estaba mostrando últimamente con frecuencia. Celos.

- Con ese culo y esa carita de ángel...- Kei seguía hablando sin darse cuenta de la mirada del moreno y yo entonces me di cuenta de que había estado tan centrado en mis problemas que no había sido capaz de darme cuenta de lo que era tan evidente a mi alrededor. Haku estaba colado por su primo lejano.

Empecé a preparar uno de mis planes para ver como podía unir a aquellos dos, pero antes si quiera de empezar nos encontramos frente al gimnasio. Y frente a Hanamichi.

El pelirrojo me miró entonces, pero de pronto se sonrojó y apartó la mirada. Mi alma se calló a mis pies y me di cuenta de que probablemente Hanamichi había hecho algo con su novia y se sentía demasiado culpable como para mirarme si quiera a la cara. El pelirrojo podría ser muchas cosas, pero se había preocupado por mí y sabiendo mis sentimientos por el, seguro que en aquellos momentos se arrepentía de lo que había pasado entre los dos.

Compuse lo mejor que pude mi mascara de frialdad para que no se notaran mis ganas de llorar y entre junto con mis dos recientes amigos a la cancha. Durante todo el partido me comporte como un verdadero capullo. Mis ojos en ningún momento prestaron demasiada atención a Hanamichi y volví a ser durante aquella hora el mismo frío e indiferente Rukawa de antes.

Mis compañeros parecían algo preocupados, pero yo solo los mantenía alejados de mi con miradas de desden. Cuando terminó el partido, me dirigí sin decirle una palabra a nadie hacia el vestuario y una vez estuve protegido de las miradas interrogantes de los demás, mi mascara volvió a caer dejando ver todo el dolor que sentía en aquellos momentos.

- Rukawa- Escuché una voz detrás de mi y reconocí a Mitsui sin darme si quiera la vuelta

- ¿Qué quieres?- Dije en un tono indiferente mientras apretaba mis puños. Aun no olvidaba que aquel chico había ido a ver me a mi casa cuando se preocupó por mi, no quería tratarlo mal, pero tampoco quería que viera mi dolor.

- Ayudarte- De pronto pude sentir como sus brazos me rodeaban por la espalda y apoyaba la cabeza entre mis omoplatos. La sorpresa me había dejado totalmente inmóvil- Déjame ayudarte a olvidar.

- Yo... Yo no se de que hablas- Intenté soltarme de su agarre, pero el chico, cociéndome por uno de mis hombros me hizo darme la vuelta para poder verme a los ojos.

- No mientas, a estas alturas todo el equipo esta enterado de tu "relación" con Hanamichi. Y se que estas así por verle a el con su novia.- Evitando su mirada empecé a negar con la cabeza, sin embargo el chico me cogió la barbilla para que no desviara mis ojos de los suyos. - Déjame ayudarte por favor, te prometo que no te presionare a nada, solo dame una oportunidad.

Podía sentir su cálido aliento rozando mi boca. Mitsui se estaba inclinando con unas intenciones más que claras, y yo solo fui capaz de quedarme en espera de lo que vendría. El por que quizás nunca lo sepa. Puede que para demostrarme que podía querer a alguien más o puede que para comprobar que aun ahora, mi futuro no tenía que verse tan gris como yo lo veía.

Cuando sus labios se posaron algo vacilantes sobre los míos y empezaron a moverse como pidiendo en un principio mi consentimiento para seguir, yo le eché los brazos al cuello y le correspondí. No fue un beso de los que me robaban el aliento, eso por lo visto era marca registrada de mi torpe, pero era un beso dulce que me hacía sentirme querido.

Como yo estaba dando la espalda a la entrada del vestuario, no fui conciente del momento en el que una tercera persona entró. Pero Mitsui sí. El moreno solo me agarro de la cadera para acercarme más a si mismo mientras miraba con los ojos entrecerrados como un pelirrojo nos miraba desde la puerta con los ojos bien abiertos.

Hanamichi no podía creer lo que veía, pero tan solo hicieron falta unos segundos para que el asombro diera paso al dolor y el chico salió de allí prácticamente corriendo y tan silenciosamente como había entrado. Y mientras yo me dejaba llevar por el beso de Mitsui, para nada pasional, Hanamichi se iba a su casa no muy seguro de que debía hacer a continuación. Pero si algo tenía claro es que antes de que el día acabase el tenía corazones que romper y otros que reparar.