Juego de Citas
Capítulo cuatro: Búsqueda del tesoro (Segunda parte)
Ya era la hora, todo Japón estaba expectante, sintonizando el canal donde se transmitiría el sexto episodio del nuevo programa del famoso mentalista Asagiri Gen.
El programa empezaría en tres… dos… uno…
—¡Bienvenidos una vez más, mi hermoso público! —Gen se hizo presente bajo un reflector, con la música pegajosa sonando a todo volumen y los aplausos del público acompañándola—. ¡Gracias por sintonizarnos en este nuevo episodio de Juego de citas! ¡Hoy es el turno de nuestro cuarto pretendiente, el apasionado Hiroshi-chan! —Aplaudió con entusiasmo, a lo que el público gritó con ganas para mostrar su apoyo y emoción.
—Este pretendiente me gusta mucho —dijo Luna, que no se perdía ningún programa al igual que Ryusui. Sai también estaba allí ese día, pero según él estaba programando algo, aunque sus dedos apenas y sí se movían sobre las teclas desde que el programa empezó. Kirisame, Kinro y Ginro estaban de visita en la mansión Nanami ese día también.
—¡Esta vez volveremos a la "habitación del amor", donde hay un nuevo escenario para la búsqueda del tesoro de hoy!
La cámara cambió a la habitación enorme que ya habían visto un par de veces, solo que ahora estaba pintada de blanco y gris, llena de engranajes enormes girando, pistones, tuercas y otras cosas mecánicas.
Después de un giro aéreo de 360 grados, la cámara enfocó a Kohaku y Hiroshi, parados lado a lado frente a la puerta de la habitación, mirando a su alrededor.
—¡Bienvenidos a su aventura de hoy, parejita!~ —Gen entró a la habitación con una lluvia de pétalos que hizo a Kohaku tener malos recuerdos—. Hoy es otra búsqueda del tesoro, por supuesto, ¡veremos qué tan bien le va a nuestro querido Hiroshi-chan! Pero antes… —Alzó una manga y de ella sacó un largo pañuelo de color rojo—. ¡Oh! ¡¿Pero qué tenemos aquí?!~ ¡Este no es cualquier pañuelo, va en un lugar muy, muy especial!~
—Es para vendarme los ojos, ¿verdad? —Hiroshi se oyó resignado.
—¡Correcto!~ Veo que eres muy listo en verdad~ —canturreó, guiñando un ojo—. Kohaku-chan~ ¿me harías el favor de vendar los ojos de tu querido pretendiente?
—Muy bien. —Tomó el pañuelo y se acercó a Hiroshi para rodear su cabeza y máscara de león con la tela. Seguía detestando esa máscara.
—Auch, apretaste un poco demasiado fuerte… —se quejó levemente.
—Lo siento. —Desajustó el nudo—. ¿Mejor?
—Mejor. —Su sonrisa fue notoria bajo la máscara.
—Me gusta la química entre estos dos —murmuró la madre del matrimonio con cinco hijos.
—Daisuke es mejor —dijo la cuñada.
—¡Sebastian es mejor! —rebatió el hijo pre-adolescente.
—A mí no me importa quién gane, yo solo veo el programa por Gen —murmuró la hija adolescente. Los demás miembros de la familia prefirieron no hacer comentarios.
—¡Muy bien, ahora nuestro querido Hiroshi tiene los ojos vendados! —exclamó Gen, mirando a una cámara—. Un detalle crucial, pues en esta ocasión… ¡deberán desactivar bombas!
Todo el público jadeo, mientras que Kohaku cruzó los brazos con una mirada escéptica. Hiroshi se llevó las manos a la cintura y volteó la cabeza hacia Gen, y aunque estaba enmascarado y vendado era obvio que debía tener las dos cejas muy arqueadas.
—¿En serio? —La voz de Hiroshi salió goteando hartazgo.
—Bueno, son bombas de pintura, brillantina y pétalos —Kohaku le envió una mirada asesina—, pero si una sola bomba estalla, habrás perdido tu desafío y la próxima semana tendrás un castigo, Hiroshi-chan. Además, Kohaku-chan perderá el regalo que le hiciste.
—Bien, entonces solo nos queda ganar. —Sonrió confianzudamente—. Kohaku, confió en ti para ayudarme a desactivar estas bombas. —Se volteó hacia ella.
—Estoy aquí. —Desafortunadamente, ella estaba a dos metros de a dónde estaba mirando, pero igual le sonrió—. ¡Ja, no te preocupes! ¡Mis ojos son tuyos, y te aseguró que tengo una vista muy buena!
—Lo sé. —Asintió, sin perder la sonrisa.
—Excelente, excelente~ —canturreó Gen—. Entonces, les daré su primera pista… Para encontrar el tesoro, deben desactivar las dos bombas. Para desactivar las dos bombas, deben evitar todos los obstáculos. ¡Tienen cuarenta y cinco minutos, mucha suerte!~
Sin más que decir, Gen se retiró de la sala.
—Muy bien, Kohaku… ¿Qué hacemos? ¿Por dónde tenemos que ir? —preguntó él, con voz tranquila a pesar de la situación.
—Supongo que tenemos que encontrar alguna clase de obstáculo —murmuró, pensativa, mirando por todos lados—. Aquí no hay mucho, solo engranajes y cosas mecánicas raras. —Se acercó a una tuerca gigante y la pateó, arrancándola del piso y dejando un agujero—. Ups…
—¿No hay ningún camino? ¿Algún sitio por el que podamos pasar con algo de dificultad?
—Bueno… —Volvió a mirar alrededor y la cámara hizo una perspectiva de las cosas que estaba mirando también—. ¡Oh, creo que lo tengo! Hay como esas cosas de… esas caminadoras raras que hay en gimnasios, aunque hay engranajes gigantes en medio, ¡pero creo que puedo caminar sobre ellos si tengo cuidado! Y si me caigo solo tengo que agarrarme de los tubos raros que hay cerca. ¡Ja, es muy sencillo!
—Y-ya veo… —Hiroshi tragó saliva pesadamente—. No creo que yo pueda pasar por ahí…
—Puedo cargarte —ofreció alegremente.
—No, gracias. —Bufó, volviendo a llevarse las manos a la cintura—. ¿Qué tal si pasas e intentas buscar la bomba? Entonces solo… grita lo que ves y trataré de desactivarla.
—Muy bien, si tú lo dices. —Decidió hacerle caso, él era el tipo listo, ¿verdad?
—Tengo la ligera sospecha de que esto saldrá mal —dijo la señora Saionji, mirando fijamente a la televisión mientras amamantaba a su hija. Ukyo ese día estaba tan cansado que estaba durmiendo a su lado en el sofá, con la cabeza en su regazo.
Kohaku no perdió tiempo, corrió hacia la caminadora que parecía tener ciertos puntitos extraños y saltó para acabar de pie sobre uno de los dientes del engranaje gigante, corriendo cuidadosamente diente por diente, pero a una velocidad superior a la que giraba el engranaje, por lo que pronto se subió a el engranaje todavía más grande que había detrás, bajo por el más pequeño, piso la punta redondeada de un tubo y brincó hasta acabar segura en el suelo otra vez, ¡todo en tacones!
—Wow, ella es demasiado genial para cualquiera de los cinco, la verdad —murmuró el padre del matrimonio de los cinco hijos, y absolutamente toda su familia asintió, muy de acuerdo.
—Pero Daisuke es el más digno —agregó la cuñada.
—¡No, Sebastian! —rebatió el pre-adolescente.
Los dos empezaron a pelear lanzándose palomitas de maíz al rostro hasta que la madre los mandó a callar y comportarse.
En la televisión se vio a Kohaku encontrando una maleta bastante grande, misma que abrió y en la que pudo ver un reloj lleno de muchísimos cables de distintos tamaños y unas hojas con instrucciones raras.
—¡Creo que encontré la bomba! —le gritó a Hiroshi, para luego decirle también a gritos todo lo que veía.
—¡Tendrás que leerme las instrucciones! ¡Solo con la descripción de la bomba no puedo trabajar!
Kohaku frunció el ceño de inmediato, mirando las instrucciones con disgusto.
¿Por qué tenían que ponerle un examen en esta cosa? Se sentía como si estuviera en las pruebas de astronauta otra vez.
—Hay un dibujo de un laberinto extraño con forma de corazón, pero está dividido en cuatro partes y le salen muchos tubos extraños —le explicó—. Al lado hay instrucciones más raras… dice cosas extrañas… "Todas son venas, no hay arterias" —leyó—. "Esta bomba es como el amor, te llega a las piernas, las hace temblar, te llega a los pies, los hace bailar, llega a los órganos del abdomen, en forma de mariposas, y llega a la pelvis como deseo y pasión". —Ladeó la cabeza—. ¡Ja, no entiendo nada! ¡¿Tú sí?!
—Creo que lo tengo… Llegar a las piernas, pies, órganos del abdomen y pelvis, es la función de la vena cava. Y si los cables representan venas, dejando fuera a las arterias… ¡Kohaku, corta el cable más grande!
Ella no dudó en hacerle caso. Por alguna razón, había algo en su voz que le inspiraba confianza.
Cortó el cable con los dientes y de repente una banderita con la palabra "Felicidades" surgió del reloj.
—¡JA, lo logramos! ¡Desactivamos la bomba! —Lanzó el reloj a la lejanía, sin importarle que explotara e hiciera un enchastre de pintura y brillantina, y volvió con Hiroshi sosteniendo las hojas—. ¡Eres increíble, lo adivinaste!
—Aw, hacen un buen equipo. —La hija más pequeña del matrimonio con cinco hijos se enterneció.
—Creo que a Kohaku le gusta mucho este —murmuró Luna—. A mí también —agregó, lloriqueando.
—La pista era bastante obvia. —Hiroshi rio entre dientes—. ¿Las hojas no dicen nada más?
—Ah, sí, solo leí la primera. —Volvió a leer las hojas—. Mmm, dice que debemos encontrar una especie de compartimiento oculto entre las tuercas y activar algún botón del color del ácido bórico… Por favor, dime que sabes qué es esa cosa. —Lo miró con pánico.
—Por supuesto, no te preocupes. —Sonrió enormemente, de nuevo mirando a dos metros de distancia a donde realmente estaba Kohaku—. Es color blanco, aunque es medio incoloro, pero es un poco blancuzco, así que debe ser eso.
—¡Muy bien, entiendo! Ahora debemos buscar ese compartimiento oculto.
—El mentalista dijo que las bombas están entre los obstáculos. Busca otro sitio con obstáculos.
Kohaku paseó su vista por la zona, encontrando otra zona con una cinta caminadora extraña y tuercas y engranajes más pequeños por doquier, aparte de muchas cosas que parecían motores y arrojaban mucho vapor, tanto que sería difícil pasar por allí, aunque solo debían ser unos diez metros de camino.
—Creo que lo tengo, y creo que esta vez puedes venir conmigo también. —Tomó su mano sin pensarlo dos veces y comenzó a arrastrarlo como cometa al viento.
Llegaron a la cinta y Kohaku no perdió el tiempo andando con cuidado, corrió a través de los obstáculos, saltando los engranajes y tuercas, evitando los pistones que entraban y salían del suelo de la nada, escalando un enorme motor y sacudiendo el vapor para que no estorbara a su prodigiosa vista.
Para Hiroshi fue un viaje muy diferente, al ser arrastrado por Kohaku y tener una venda en los ojos. Se golpeó el pie al menos unas cinco veces con tornillos y tuercas, un pistón saliendo de la nada le dio en el muslo, muy cerca de la entrepierna, haciéndolo chillar un poco, se golpeó de cara con un motor y el vapor lo hizo toser unos buenos dos minutos incluso después de que pasaran los obstáculos. Solo entonces Kohaku se dio cuenta del mal estado en el que se encontraba.
—Ups, lo siento. ¿Estás bien?
—Sí, sí, descuida. —Tomó aire, y de repente entrelazó sus dedos con ella, haciéndola sonrojarse un poco—. Valió la pena si con eso pude sostener tu mano. —Sonrió ladinamente.
—A-atrevido. —Kirisame se quedó con la boca abierta y la cara roja por su desfachatez.
Kohaku apartó la mano y empezó a buscar el compartimiento con el botón que necesitaban.
—¡Oh, aquí hay una manija! —Encontró una diminuta manija en una pared y la tomó, abriendo un compartimiento que tenía tres botones—. Hay un botón rojo, uno verde y uno blanco.
—Bien, presiona el blanco.
Kohaku lo hizo y de inmediato en el centro de la habitación surgió del suelo una especie de podio con otro reloj lleno de cables dentro de una caja de cristal.
—¡Esa debe ser la última bomba! —Tomó a Hiroshi esta vez por la muñeca y comenzó a arrastrarlo de regreso, ignorante a sus lloriqueos de tener que volver a pasar por lo mismo.
Se pararon delante del podio de madera y Kohaku notó que tenía una inscripción en el centro.
—Dice "no me puedes ver, no me puedes encontrar, aunque estoy en cada lugar, cinco veces más". —Ladeó la cabeza, mirando a Hiroshi, que se llevó dos dedos a la barbilla, pensativo.
—¿No dice nada más?
—Mmm… —Kohaku rodeó el podio, viendo que detrás había, efectivamente, otra inscripción—. ¡Ja, sí hay más! Dice "sin mí, el objeto iría a mucha mayor velocidad".
—Je… —Hiroshi esbozó otra de esas sonrisas ladinas suyas—. Lo tengo. Es una analogía a la famosa materia oscura.
—¿Materia qué?
—Existe la materia normal, de lo que estamos hechos tú y yo, los planetas, las estrellas, agujeros negros, galaxias, etc. Luego está la materia oscura, una que no podemos ver, pero es cinco veces más abundante que la materia ordinaria. Se la detectó, entre otros factores, por el movimiento de las estrellas y las galaxias. Por ejemplo, si una estrella sale disparada de su galaxia, la velocidad de esta al alejarse del centro gravitatorio debería aumentar gradualmente, poniéndolo en palabras simples, y al salir de la galaxia la velocidad debería aumentar considerablemente porque la gravedad es causada por la materia. Si la estrella se aleja de la galaxia, de la materia, debería aumentar su velocidad en gran medida, pero se comprobó que la velocidad no es la esperada, por lo que se llegó a la conclusión de que había más materia rodeando una galaxia de la que creíamos, materia que no podemos ver. Materia oscura.
El público se quedó en silencio ante esa explicación, muchos no entendieron ni pio, otros apenas y sí entendieron y estaban teniendo problemas digiriéndolo, y muy pocos ya lo sabían.
—O-oh, vaya, eso es muy interesante. —Kohaku rio, con gotas de sudor bajando por su frente—. Creo que Senku una vez me habló de eso, pero nunca lo… Eh, olvídalo. —Mejor no hablar de él.
—Si hay algo que no entendiste de lo que te dije, puedo explicártelo —le ofreció Hiroshi.
—Dudo mucho entenderlo de todas formas. —Le restó importancia—. En fin, ¿cómo desactivamos la bomba? Ah, y no puedo abrir este contenedor de cristal, no sin romperlo, al menos.
—Debemos encontrar algo que no está a simple vista, probablemente —dedujo—. Sin mí el objeto iría a mayor velocidad… —repitió lo que ella había leído—. Kohaku, ¿ves alguna cinta caminadora que vaya más lenta que las otras?
Kohaku paseó su vista por el lugar, caminando un poco alrededor para examinar las cintas caminadoras.
—Aquí —dijo a los pocos segundos—. Esta es más lenta, y además es de color negro, mientras que las otras son grises.
—¡Bien hecho! —Corrió con entusiasmo hacia donde escuchaba su voz, solo para caerse de cara al suelo al tropezarse con una tuerca—. Auch…
Kohaku lo ayudó a levantarse y vio con interés como él se acomodaba su máscara con un poco de pánico.
—Bueno, ¿ves algo útil por aquí? ¿Algo que quizás esté impidiendo que la cinta vaya a mayor velocidad?
—Aquí hay un panel de control extraño, creo —reconocía un panel de control por tantas visitas al laboratorio de Senku—. Hay una ranura y una palanca de metal metida de forma rara. Voy a sacarla.
Apenas sacó la palanca, la cinta empezó a ir más rápido. Se lo dijo a Hiroshi con emoción.
—¡Excelente! Con esta palanca probablemente puedas retirar el contenedor de cristal. —Esas palabras detuvieron a Kohaku justo un segundo antes de que pudiera estrellar la palanca en el contenedor para hacerlo añicos.
—¡Ah, sí, claro! ¡Eso es exactamente lo que estaba pensando! —Rio nerviosa, sacando la caja y dejándola en el piso—. ¿Y ahora qué? ¿Cómo la desactivo?
—¿Hay algún cable negro por ahí?
—Hay varios, pero son mucho más grandes que los demás.
—Bien, córtalos todos.
Kohaku le hizo caso y de nuevo obtuvieron una banderilla de "felicidades" y se abrió un compartimiento en el podio.
—Es otro reloj —le dijo a Hiroshi—, pero este no tiene cables ni nada. De hecho, es de madera, y tiene algunos botones.
—Creo que ese es tu regalo, entonces. —Rio entre dientes, finalmente quitándose la venda—. Lo hice con mis propias manos, para ti. —Le sonrió, con ojos suaves.
—¡Oh! —Miró con sorpresa el reloj—. Tengo uno de muñeca que nunca uso, pero este es mucho más bonito. —Sonrió sinceramente.
Hiroshi rio.
—Bueno, además le agregue la función de funcionar como alarma, le puedes grabar canciones y poner alguna hora para que suene. O ponerlas solo porque sí. —Encogió los hombros—. Lo que quieras.
—Muchas gracias. —Su sonrisa fue radiante y Hiroshi se le quedó mirando un buen rato, antes de apartar la mirada, llevándose las manos a la cintura.
—Bueno, el mentalista todavía no ha entrado, así que creo que nos queda un tiempo para charlar si quieres. ¿Por qué no me cuentas algo de ti? Para conocernos mejor y eso.
—Ja. No creo que haya mucho que contar. Trabajo la mayor parte del tiempo… aunque si quieres escuchar de mi sobrinito podría estar horas hablando. —Ambos rieron.
—Bien, ¿y qué hay del programa? Quizás no debería preguntarte esto, pero me da curiosidad… ¿sientes que podrás cumplir tu objetivo de enamorarte?
Kohaku se revolvió, incómoda.
—Quizás —dijo finalmente, y Hiroshi apartó la mirada.
—¿Hay alguien en específico que te haga sentir eso?...
—A este chico se le notan los celos a kilómetros. —La señora Saionji se rio por su comportamiento.
—Yo… —Kohaku volvió a removerse, abrazándose a sí misma—. No estoy segura.
Hiroshi pareció querer preguntar más, pero en ese momento Gen entró a la habitación.
—Gen, yo te amo, pero ¡qué mal momento! —La adolescente del matrimonio con cinco hijos empezó a lloriquear abrazada a su padre, que palmeó su cabeza.
—¡Muy bien, parejita, se les acabó el tiempo! ¡Felicidades en completar la búsqueda del tesoro! —Aplaudió para ellos—. ¡Ya es hora de volver al escenario!
Regresaron al escenario donde fueron aclamados por el público, parecía que Hiroshi estaba ganando una buena cantidad de fanáticos.
—¡Muchas gracias por sintonizarnos hoy, mi querido publico! ¡Mañana será el turno del último pretendiente, el parlanchín Ark-chan! ¡No se lo pierdan! ¡Quizás hayan sorpresas!~
Con un guiño y una lluvia de pétalos, el episodio llegó a su fin.
.
El séptimo episodio de Juego de citas fue tan anticipado como los anteriores, aunque el pretendiente que tendría su cita ese día no era el favorito de muchos, por no decir que era el menos favorito de los cinco según las encuestas que estaban comenzando a hacerse en las recién resurgidas redes sociales.
—¡Bienvenidos al último programa de esta semana, mi amadísimo público! —Gen se presentó ante su audiencia con una lluvia de pétalos y la música empalagosa de siempre—. ¡Como siempre muchas gracias por su inmenso amor y apoyo! He escuchado que la venta de televisores ha aumentado gracias a nosotros~ —canturreo, riendo felizmente.
—Compraría todos los televisores de la tienda por ti —susurró la hija adolescente del matrimonio de cinco hijos, babeando al ver a su ídolo en pantalla.
—¡He comprado todos los televisores de la tienda por este programa! —exclamó Ryusui mientras chasqueaba los dedos—. Así cada uno tiene su propia pantalla. —Ahora tenían varios televisores en la sala, ya que tenían más visitas (hoy se sumaron Nikki y Suika), y en especial para que Sai tuviera más problemas fingiendo que no miraba el programa.
—El día de hoy tendremos la cita de nuestro quinto pretendiente Ark-chan y Kohaku-chan, ¡y será otra vez fuera del set!
—Hmm, pero Daisuke hizo eso primero. —La cuñada del matrimonio con cinco hijos levantó la barbilla orgullosamente.
—¡Pero esta vez será en vivo! —afirmó Gen, haciendo a la cuñada hacer pucheros mientras varios de sus sobrinos se reían de ella—. ¡Ark-chan y Kohaku-chan están ahora mismo en las orillas de un lago, esperando a completar su desafío de búsqueda del tesoro!~ Me pregunto cómo les irá~ —tarareó, guiñando un ojo hacia la cámara.
La cámara cambió a mostrar un lago bien iluminado por decenas de reflectores, aunque pronto se mostró que Kohaku estaba sola y con rostro bastante malhumorado.
La cámara volvió a Gen, que empezó a sudar un poco mientras miraba nerviosamente a varias personas fuera del escenario, posiblemente el director y los productores. Alguien corrió a darle un nuevo auricular con micrófono con varios botones, que Gen se colocó con rapidez, casi con pánico.
—¿Qué está pasando? —se preguntó Ukyo, que hoy estaba despierto para ver el programa, mientras su esposa se atragantaba con palomitas y su hijita dormía en su cuna.
—Eh, Kohaku-chan. —De repente, la cámara se dividió en dos, una mostrando al rostro nervioso de Gen y otra al rostro enfadado de Kohaku—. ¿Dónde está Ark-chan?
—¡Ja, me encantaría saberlo! —Cruzó los brazos—. Llevo veinte minutos esperándolo.
—Parece que no contesta las llamadas de nuestra gente. —Gen suspiró exageradamente—. Bueno, le daremos cinco minutos para presentarse. Si no llega perderá el desafío y posiblemente sea reemplazado también…
—¡Sí, que no llegue! —La cuñada del matrimonio con cinco hijos aplaudió con entusiasmo ante la idea.
Todos en el publico empezaron a murmurar. La verdad, a nadie le importaría demasiado que Ark fuera reemplazado, sus fans eran muy escasos y tampoco parecían contentos con su ausencia.
Justo cuando Gen estaba a punto de anunciar que tomarían una llamada del público mientras esperaban, de repente dos manos surgieron de detrás de la espalda de Kohaku y la tomaron de los hombros.
—¡BU!
—¡WA! —Kohaku reaccionó por instinto tirando un puñetazo hacia atrás.
—¡AUCH!
La cámara enfocó a Ark retorciéndose arrodillado en el suelo mientras sujetaba su estómago.
—¡Oh! ¡Aquí está! —Gen aplaudió, aliviado—. ¡Excelente, excelente! ¡Podemos continuar con el desafío de hoy! ¡Nuestro último reto de búsqueda del tesoro!
El público aplaudió sin mucho entusiasmo.
No hubiera estado mal que ese molesto Ark fuera reemplazado, en opinión del público.
—¿Se puede saber dónde estabas? —Kohaku cruzó los brazos mientras miraba con fastidio al chico con el ridículo casco del gran Saiyaman.
—Estudiando el terreno. —Sacudió sus pantalones y se puso de pie con dificultad—. Lamento la demora.
—Al menos se disculpa —dijo Luna, que era de las pocas que sentía cierto agrado hacia Ark.
—¿Estudiando el terreno? —Kohaku no lo entendió para nada.
—Ajá, nos pedirán construir un bote así que…
—¡Ark-chan, los spoilers no son permitidos! —Gen cortó la transmisión de pronto, cortando el audio y apareciendo en pantalla, para luego sonreír nerviosamente al público—. ¡Bueno, parece que ya no es ningún secreto el desafío que deben enfrentar nuestra parejita de hoy! ¡En el lago hay diminutas islas de pocos metros de ancho, y una de ellas contiene el tesoro! El regalo que Ark-chan trajo para Kohaku-chan, por supuesto. Para llegar a las pequeñas islas, deberán construir un bote con sus propias manos, o bien utilizar cualquier medio que puedan para llegar al tesoro, también pueden nadar si así lo quieren, ¡pero en el lago hay peligrosas pirañas devora humanos que los dejarán fuera del juego!
El público jadeó ruidosamente.
—¿Hablas en serio? —Kohaku miró fijamente a una cámara.
—No, son robots, claro. —Rio divertido—. Se los encargué a nuestro querido Dr. Xeno. ¡Un aplauso para él, por favor! —Un reflector apuntó a Xeno parado junto a las gradas, en compañía de Stanley.
El público se volvió loco, aplaudiendo con emoción por el famoso científico.
—¡AW! ¡Mi ship! —La hija adolescente del matrimonio con los cinco hijos se volvió especialmente loca al ver a Xeno y Stanley en pantalla.
Alguien le dio un micrófono a Xeno, que se volteó hacia una cámara.
—Los robots pirañas están hechos con lo último en tecnología. Como muchos saben, en los últimos años hubo un enorme avance tecnológico gracias a los conocimientos brindados por Whyman, y estas máquinas poseen cierta inteligencia artificial capaz de imitar comportamientos animales, para crearlos también tuve la ayuda de la formidable Dra. Elise Coutta, aclamada científica especializada en neurociencias. Aunque claro, las pirañas reales no tienen mucho interés en morder seres humanos, pero estas sí. —Sonrió de forma macabra a la cámara.
—Y sí los muerden al menos cinco veces —Gen continuó con el discurso— quedará registrado en una computadora, y perderán el desafío~ —canturreó—. Si pierden, Ark-chan recibirá un castigo la próxima semana en consecuencia.
—La fuerza de la mordida es leve, los dientes son de un material similar al cartón —siguió Xeno—, pero quedará registrada toda mordida sin falla. El robot es en esencia un simple juguete capaz de nadar en el lago solo unos metros debajo de la superficie, pero su I.A le permite cazar a su presa y buscar morderla con desesperación. Y su presa, son ustedes.
—Uy, es tan malo. —La hija adolescente del matrimonio con cinco hijos estaba mirando a la televisión con corazones en los ojos.
La cámara volvió a Ark y Kohaku, mostrando que ninguno de los dos parecía tan preocupado como se sentía el público. Kohaku parecía bastante indiferente, y Ark estaba babeando, con las manos temblorosas.
—Tengo que atrapar una de esas cosas y desmantelarla para estudiar sus circuitos —murmuró Ark soñadoramente, casi lanzándose al lago de no ser porque Kohaku tomó su muñeca, rodando los ojos.
—Eres como un niño —se burló, riéndose un poco.
—Muy bien, muy bien, se nota que están ansiosos de empezar~ —canturreó Gen, guiñando un ojo a la cámara—. ¡Muchas gracias al Dr. Xeno y a la bella Dra. Coutta por haber participado en el episodio de hoy! ¡Un fuerte aplauso! —El público dio una gran ovación mientras la cámara enfocaba a Xeno devolviendo el micrófono—. ¡Y ahora sí, vamos con nuestra última parejita de la semana! ¡Ark-chan, Kohaku-chan, tienen 45 minutos para encontrar el tesoro! ¡Mucha suerte!~
La cámara volvió a la pareja, que ahora estaban recogiendo linternas de unas mochilas que les dejaron previamente.
—Un bote en 45 minutos, Asagiri Gen no tiene piedad. —Ark rio por lo bajo mientras revolvía cosas en su mochila—. O eso diría si no hubiera estado ya explorando la zona.
—¿A qué te refieres?
—No son idiotas. Ya no hay sol, y esos reflectores solo iluminan las cercanías del lago. No es fácil hacer un bote desde cero, al menos no en cuarenta y cinco minutos. Hay algunos árboles de tilo cerca de aquí, un buen tronco para crear un bote rápido solo tallando, pero incluso así tardaría mucho. No soy un artesano y supongo que tú tampoco, e incluso luego de tallarlo hay que pasarlo por encima del fuego para asegurar que funcione correctamente. Es por eso que nos dejaron un montón de troncos de tamaños específicos para que hagamos una balsa rápida. Seguramente querían que camináramos perdidos por ahí buscando materiales un buen rato antes de darnos cuenta. —Sonrió descaradamente a la cámara, como burlándose del equipo de producción.
La cámara no lo mostró, pero todo el público en el escenario vio la mueca de molestia mal disimulada de Gen. Parecía que incluso a él le caía mal Ark.
—Qué mal me cae —murmuró Nikki viendo el programa sentada junto a Suika, a lo que Sai asintió, de acuerdo con ella, para luego volver a fingir que estaba programando algo.
—¿Cómo estás seguro de eso? —preguntó Kohaku.
—Nos dejaron cuerdas —le dijo, sacando un par de rollos de hilo de la mochila—. Y clavos y un martillo para darle más seguridad a la balsa. —También le mostró eso—. Es evidente. —Cerró la mochila y se la cargó al hombro—. Encontré varios troncos, no todos, así que tendremos que buscar un buen rato. Mejor empezar. Sígueme.
Aunque con mala cara, Kohaku lo siguió.
Ark le enseñó todos los troncos que habían sido dejados por los productores y, una vez supo cómo eran, Kohaku encontró fácilmente el resto gracias a su gran visión. Luego se pusieron manos a la obra para construir la balsa.
—También deberíamos tener remos —dijo Ark, dejando dos ramas gruesas cerca de Kohaku—. Ataré dos rocas a los extremos, les daré una forma similar a una pala y con eso debería bastar.
Tardaron poco más de veinte minutos en tener todo listo, todo mientras Ark no dejaba de parlotear sobre las primeras canoas que construyó la humanidad.
—Más que canoas, se las llama piraguas, y se encontraron restos de una que data de hace aproximadamente diez mil años atrás. Bueno, eso sin contar los tres mil setecientos años, entonces serían trece mil años atrás. ¡¿No es emocionante, de todas formas?! Y luego está la distribución a nivel mundial, porque las más antiguas se encontraron en Europa, aunque Asia no se queda muy atrás, y los diseños tampoco son tan diferentes. De hecho, hasta se dice que… —La audiencia estaba harta de escuchar a este tipejo, muy a diferencia de Kohaku, que parecía entretenida de oírlo mientras trabajaban en construir la balsa.
Una vez terminada y asegurada, Kohaku colocó la balsa en el agua, y ambos vieron con emoción que flotaba sin problemas en el agua.
—¡Lo logramos! —exclamó felizmente.
—¡Todo gracias a tu eficiente trabajo! Nada mal, leona.
Kohaku se congeló por completo.
—¿Qué?... —Volteó lentamente hacia Ark, que ya estaba probando la balsa apoyando un pie en ella—. ¿C-cómo me… llamaste?
—¿Mmm? —No pareció prestarle mucha atención.
—¿Me dijiste… "leona"? —preguntó, con los ojos muy abiertos.
El público estaba confundido. ¿Eso que tenía de importante?
—Sí. —Encogió los hombros—. El científico importante ese te dijo así el otro día en su llamada, ¿no?
—¿Hablas de Senku? —preguntó en un susurro. Ark asintió—. Oh, eso… E-eso es algo que solo Senku me dice y… ¡y no me gusta! —Cruzó los brazos—. No me llames así.
—Oh, ¿te molesta el apodo? —Ella asintió solemnemente—. Muy bien, en ese caso… seguiré diciéndotelo. —Rio descaradamente.
Kohaku sintió su ceja temblar.
—No. —Dio un paso amenazante hacia él, que retrocedió, sorprendido—. No puedes llamarme así —recalcó, con voz muy seria—. S-solo Senku me dice así. —Apartó la mirada, apretando los puños.
Se suponía que odiaba el apodo, pero la idea de que alguien más la llamara así se sentía… incorrecta. Solo Senku podía hacerlo.
—Hay algo de mí que no sabes… —Las palabras de Ark la hicieron volver a verlo con ojos expectantes, porque de repente su tono de voz fue increíblemente serio.
Todos los espectadores se sentaron al borde de sus sillas, preguntándose qué diría ahora.
—Yo… —Ark se acercó a ella y se inclinó, dejando que su casco estuviera casi rozando con la nariz de Kohaku—. Debes saber que a mí… me encanta molestar a la gente, leona. —Sonrió de forma absolutamente despreciable y burlona.
Absolutamente todos en el público se cayeron de cara en el suelo.
¡Ese tipo era insoportable!
Kohaku sintió una vena hincharse en su sien, pero sonrió dulcemente, confundiendo al idiota con casco, justo un segundo antes de que le clavara una patada en la mandíbula, lanzándolo a la balsa de espaldas.
¡Ja, que le dijera leona si quería, pero no iba a salir bien librado como Senku! Él era al único al que le toleraba los apodos horribles. Chrome y este tipejo iban a pagar las consecuencias.
El público aplaudió emocionado al ver que le dio su merecido a Ark. ¡Kohaku era una protagonista genial!
—¡JA, es bueno ver que la balsa funciona! —Kohaku se subió con los dos remos, sentándose junto a Ark, que estaba frotando su mandíbula con una mueca.
—Tienes mucha fuerza, leona. —Kohaku le dio con el palo del remo en la cabeza—. ¡AGH!
—Ponte a remar, tenemos que explorar las islas.
—Menos mal que son pequeñas —murmuró, todavía con voz adolorida.
A los pocos minutos de remar, empezaron los problemas con las pirañas robots, que se colgaban de los palos de los remos para brincar hacia ellos con desesperación, retorciéndose como asquerosos gusanos para intentar morderlos a toda costa.
Tal vez no hubiera sido tan problemático de no ser porque Ark estaba desesperado por tomar los robots como si fueran juguetes. Kohaku pateaba las pirañas, sacudía los remos, pegaba puñetazos en el agua y los lanzaba de regreso al agua, mientras que Ark perdía el tiempo sin remar solo para intentar juntar un puñado de pirañas y atarlas con las sogas que les dieron, cosa que le salió mal dos veces y él acabó con tres mordidas en las manos. Al final, solo pudo conseguir dos pirañas funcionales y una destrozada.
—Confórmate con eso y ponte a remar —le ordenó Kohaku, sintiendo un tic en el ojo a este punto.
—Pobrecita, ya está tan harta como todos nosotros —murmuró Nikki, negando con la cabeza.
—Como tú digas, leona.
—Ese chico quiere morir. —La señora Saionji rio a carcajadas cuando Kohaku le estrelló el remo en el estómago a su cita de esa noche.
Llegaron a la primera isla que era solo de unos siete metros con muchos arbustos y dos árboles.
—No parece que haya nada en especial aquí —dijo Kohaku, subiéndose a un árbol para ver mejor a esa isla y a las otras más cercanas.
Aunque fuera de noche, el lugar estaba muy bien iluminado por los reflectores.
—Si tu vista es tan buena como dicen, entonces no debe estar en ninguna de las islas de esta zona —exclamó Ark—. Vamos más allá, todavía nos quedan más de diez minutos.
Kohaku remó sola porque Ark era más bien un lastre a la hora de remar, y pronto llegaron a otro grupo de mini-islas, pero ni siquiera tuvo que subir a un árbol o salir del bote, desde la balsa vislumbró algo que no encajaba con el paisaje.
—Es… ¿una canasta?
—Je, lo encontraste. —Ark estaba muy relajado recostado en la balsa con los brazos tras la cabeza—. Ese es mi regalo para ti, sí.
—¿Le regaló una canasta? —Luna hizo una mueca de decepción—. Definitivamente, Hiroshi sigue siendo mi favorito.
Ark y Kohaku llegaron a la pequeña isla con un solo árbol y varios arbustos con flores coloridas, y la chica tomó la canasta que estaba semi-oculta por las flores.
Apenas tomó la canasta, un aroma delicioso llenó sus fosas nasales.
—Bueno, nos quedan como ocho minutos. —Ark sacó una manta de la mochila y la tendió en el césped—. Tengamos un picnic, ¿te parece?
Kohaku no lo pensó dos veces, se sentó junto a él y sacó varias fuentes de la canasta. Había brochetas, hamburguesas, dos envases de ramen instantáneo y una fuente con un simple y jugoso trozo de bistec con papas a un lado.
—C-carne… —Baba empezó a chorrear por la boca de Kohaku, que miró a la comida como si fuera lo más hermoso del mundo.
—Tengo un termo con agua caliente para esta porquería poco saludable. —Ark tomó los envases de ramen y les colocó el agua, para luego sacar dos pares de palillos—. Come rápido, yo solo comeré esto, lo demás es para ti, es tu regalo.
Kohaku no perdió tiempo en lanzarse a comer el ramen como una desesperada, casi llorando de gusto porque los malditos programas de Gen siempre la obligaban a retrasar su hora de cenar.
—¡Este regalo es el mejor de todos! —exclamó, terminando el plato de ramen y pasando al bistec. Estaba frío, ¡pero sabía a comida de dioses!
—Escuché cuando hablaste con el idiota número dos —dijo Ark.
—Otra vez llamando idiota a mi Daisuke. —La cuñada del matrimonio con cinco hijos todavía quería ahorcar al quinto galán.
—Dijiste que te gustaba la carne de res —siguió Ark—, así que te traje esto. Es mejor un regalo con la garantía de que te gustaría. —Kohaku se detuvo de comer por un momento, mirándolo con ojos brillantes—. Después de todo, necesito que te enamores de mí para ganarme ese viaje a la luna que dijo el científico ese. —Volvió a sonreír con descaro.
Kohaku rodó los ojos y volvió a llenarse la boca, pero no parecía estar molesta, la sonrisa no se le iba del rostro mientras comía.
A diferencia de Kohaku, el público sí que estaba muy descontento.
—Al menos la escucha —opinó la señora Saionji, pero no estaba tan convencida.
—Es un interesado —dijo Nikki, negando con la cabeza.
—No me agrada. —Toda la familia del matrimonio con cinco hijos estaba de acuerdo en eso.
Se acabó el tiempo mientras Kohaku comía y Ark parloteaba sobre lo emocionado que estaba del viaje a la luna que supuestamente se ganaría sin dudas, y la cámara regresó a Gen.
—¡Muy bien, muy bien, felicidades a nuestra parejita de hoy! Pronto un bote irá a recogerlos —anunció Gen, con una gran sonrisa—. ¡Hoy fue un gran día! ¡Lograron encontrar su tesoro y completar oficialmente el desafío de la semana, la búsqueda del tesoro! —Gen lanzó una lluvia de pétalos, extendiendo los dos brazos—. La próxima semana habrá una nueva temática, ¡nuevas aventuras para nuestros galanes y nuestra codiciada protagonista!~ —Guiñó un ojo a la cámara—. ¡No olviden sintonizarnos el lunes para más romance, más emoción y más intrigas! ¡Esto ha sido Juego de citas, el programa número 1 en Japón!
Gen lanzó un guiño a la cámara y la pantalla finalmente se quedó en negro.
.
El sábado, Kohaku se levantó más tarde de lo normal.
Estaba un poco cansada, un poco estresada, y con la cabeza llena de dudas y pensamientos que normalmente no se molestaba en tomar en cuenta, pero ahora que se había decidido a olvidarse de Senku todo cambió.
Decidió no ir a trabajar a la construcción ese día, de todos modos no era obligatorio trabajar los fines de semana, aunque normalmente siempre iba.
Se dedicó a entrenar en el patio de su casa, intentando mantener su mente alejada de los sentimientos tan extraños que la estaban abrumando por culpa del programa de Gen, y así estuvo la mayor parte de la mañana hasta que Chrome la llamó para ayudarlo a cargar unos materiales del laboratorio para llevar a su casa luego del almuerzo. No tuvo problemas en acceder.
Fue trotando hasta el laboratorio, que no estaba muy lejos de su casa, y no se molestó en detenerse a responder preguntas de toda la gente en la calle queriendo saber cosas sobre el programa.
Ayudó a Chrome en lo suyo y estaba dispuesta a regresar a su casa trotando e ignorando a todos, hasta que de pronto un auto se detuvo frente a ella. Un auto que conocía muy bien.
—Hola, leona. —Senku bajó la ventanilla con una sonrisa ladina—. ¿Quieres que te lleve? Así podremos hablar de cómo solo yo puedo llamarte así. —Rio burlón mientras los colores se le subían al rostro.
—¡Ja, espero que no te hayas hecho ideas raras! —A pesar de que su cerebro le gritó que no lo hiciera, su cuerpo no la obedeció y se subió al auto de Senku—. Me refería a que apenas puedo tolerarte a ti, menos voy a tolerar a otro idiota con ese horrible apodo.
—Ajá, claro. —Rio mientras conducía.
—¿Y tú qué hacías viendo el programa, de todos modos?
—Estaba en casa de Taiju y Yuzuriha.
—¿Otra vez?
—Sí.
Kohaku lo miró con escepticismo, pero entonces por el rabillo del ojo notó a una niña pequeña a punto de cruzar la calle justo en la que Senku iba a doblar.
—¡Oh, no! ¡Senku, DETENTE! —Él pisó el freno de golpe, deteniéndose a solo un metro de la asustada niña pequeña, que se quedó paralizada en su sitio. Bajaron del auto y la niña de inmediato empezó a llorar a gritos, a lo que Kohaku la tomó en brazos, susurrándole palabras tranquilizadoras.
—¿Dónde están los padres de esta niña? —Senku empezó a voltear a todas partes, perplejo.
Kohaku le hizo la pregunta a la pequeña, que se calmó un poco y también empezó a mirar por doquier.
—N-no lo sé… Yo… yo quería atrapar mi globo y… ¡WAAAA! —Empezó a llorar otra vez.
—Simplemente genial. —Senku bufó, empezando a alejarse.
—¿A dónde vas? —Kohaku lo siguió con confusión, quedándose con la boca abierta al verlo dirigirse a un puesto de globos.
—El primer paso es que deje todo ese llanto absurdo. —Compró tres globos y se lo tendió a la niña—. Oye, mocosa —la llamó—. Toma. Ahora deja de llorar. Buscaremos a tus padres.
La niña miró con ilusión los globos, y una sonrisa grande y sincera afloró en su carita.
—¡Gracias! —El rostro de Senku se ablandó y le devolvió la sonrisa.
—De nada.
Kohaku también sonrió, y los tres empezaron a caminar por las cercanías, preguntando a un par de personas y recorriendo el camino que la niña les dijo que tomó.
Justo cuando Senku estaba por llamar a la policía, los padres de la niña aparecieron.
—¡Ayami, aquí estás! —La abrazaron, llenos de alivio, luego se sorprendieron de ver quiénes la habían rescatado—. L-los astronautas que salvaron el mundo… ¡M-muchas gracias! —Se inclinaron.
—¡Sí, muchas gracias! —De pronto Ayami se bajó de brazos de sus padres y se abrazó a las piernas de Senku y Kohaku—. ¡En especial gracias por los globos!
—Eres una pequeña interesada, ¿eh? —Senku rio suavemente, alborotando el cabello castaño de la niña.
La chiquilla solo se rio, antes de marcharse con sus padres.
Kohaku se le quedó mirando a Senku, viéndolo sonreír mientras los veía marcharse. Apartó la mirada cuando él volteó a verla.
—Vamos… te llevaré a casa.
Volvieron al auto y viajaron en silencio un par de minutos hasta llegar a casa de Kohaku.
Kohaku abrió la puerta para salir, pero en ese momento Senku tomó su mano.
Volteó a verlo con la boca por los suelos cuando lo sintió entrelazar sus dedos.
—¿S-Senku?
De pronto, él soltó su mano como si quemara.
—Te veré en el programa —le dijo, y ella salió del auto, demasiado aturdida para contestar.
Fue mucho después que se extrañó por esa forma de despedirse.
¿Desde cuándo admitía tan libremente que sí veía el programa?
Continuará...
Holaaaa :D
Lamento la demora, intentaré que no vuelva a pasar D:
Muchas gracias por su apoyo :3
Teorías? OwO?
No olviden que les ama!~
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
