Juego de Citas
Capítulo trece: Escape Room (Parte 1)
—Lamento no haber podido cenar contigo el martes —murmuró Kohaku mientras Ruri peinaba su cabello, preparándola para ir a la fiesta en celebración del cumpleaños de Suika—. El estúpido programa de Gen me tiene demasiado ocupada.
—No te preocupes, de todos modos ya habíamos acordado que lo festejaríamos el sábado. —Suika le sonrió con comprensión—. Todos estamos muy ocupados, incluso yo trabajé hasta tarde el martes en el laboratorio.
—No debiste exigirte tanto en tu cumpleaños. —La miró con reproche.
—¡Está bien, me gusta ayudar! Además, todos ustedes se esforzaron mucho por hacerme una fiesta hoy y sé que tú también debes estar cansada por tanto trabajar de día y además estar en ese programa durante las noches.
—Ja, no es tan cansado estar en el programa, mayormente es una hora. —Una vez Ruri terminó con su cabello, Kohaku fue a buscar el vestido fucsia que Yuzuriha le había preparado para la ocasión—. Lo que es cansado es aguantar a todo el mundo después, hablando sin parar del programa, y gente siguiéndome y fotografiándome todo el tiempo. ¡Eso sí es muy molesto!
—Por suerte ya no falta mucho para que terminen los dos meses que dijo Gen-san al principio, ¿verdad? —preguntó Ruri, ahora peinando el cabello de Suika—. ¿Dijiste que quedan unas tres semanas?
—Eso dijo Gen, aunque no lo entendí del todo. —Hizo una mueca—. Creo que quedan dos semanas de desafíos y luego debo escoger a uno de los cinco.
—¿Y lo harás? —preguntó Suika, mirándola con ojos tristes—. ¿Vas a escoger a uno de ellos?
—Yo no… No debería responder a eso. —Apartó la mirada nerviosamente.
—No queremos saber por morbo o por ser fanáticas del programa, queremos saberlo por ti —intervino Ruri, también luciendo preocupada—. ¿Te gusta uno de los cinco? Y si es así, ¿estás segura de lo que sientes? No quisiera que tomes una decisión de la cual te puedas arrepentir…
—Lo estoy pensando… —Terminó de cambiarse con un suspiro—. No se preocupen. Cual sea la decisión que tomé, me aseguraré de pensarlo bien.
Siempre fue impulsiva, pero en algo como esto sabía que debía ser más cuidadosa. Gen también le advirtió al respecto, diciéndole que varios corazones estaban en peligro de ser rotos y lo más importante era que ella estuviera segura de su decisión una vez llegara el final.
Sus palabras no tranquilizaron del todo a Ruri y Suika, pero dejaron el tema y terminaron de prepararse para no llegar tarde a la fiesta de la más pequeña, que se celebraría en la mansión Nanami, aunque los principales organizadores fueron Yuzuriha y Gen.
La fiesta tenía una temática de máscaras, a lo que Suika aprovechó para utilizar una versión moderna de su casco-sandía, viéndose tan adorable que Kohaku no pudo evitar abrazarla todo el tiempo.
Al llegar al lugar, se colocó su propio antifaz, que era una simple mascara rosada con forma de mariposa.
—¡Suika, ya llegaste! —Yuzuriha llegó junto a Taiju y su pequeño hijo Kinji—. ¡Ven rápido, el banquete ya va a empezar!
—¡Ja, esa es mi parte favorita! —Kohaku también los siguió, mientras que Ruri se quedó atrás para esperar a Chrome y su hijito Ruchiru.
Se sentaron en una mesa amplia, enfrente del matrimonio Saionji y su pequeña hija que tenía poco de nacida, la pequeña Umi.
—Aw, cada vez que la veo se pone más linda. —Kohaku se inclinó sobre la mesa para poder ver mejor a la pequeña bebita de cabello blanco y ojos verdes, como su padre.
—Gracias. —Ukyo y su esposa le sonrieron felizmente.
Los dos se veían muy contentos con su hijita y Kohaku de nuevo sintió ese deseo ardiente de llegar a ser mamá algún día.
Pero… quizás ese sueño no estuviera muy distante… O al menos eso esperaba.
Sus sentimientos ahora mismo eran algo confusos, la verdad no estaba tan relajada como había querido hacer creer a su hermana y a Suika, pero se negaba a seguir estancada en fantasear que podría tener algo con Senku. No después de que le dijo lo que sentía y él ni siquiera le hizo caso, sino que la ignoró y le preguntó por el estúpido programa, dejando claro que su confesión no significó nada para él.
Ugh, que bueno que Senku nunca venía a las fiestas, porque de verdad no quería verlo.
Empezó a comer tranquilamente, aprovechando para beber un poco de sake.
—¡OH, SENKU! ¡Pudiste venir! —El grito emocionado de Taiju la hizo escupir todo su sake de golpe.
De inmediato se limpió la boca y volteó, viendo que Senku estaba llegando en compañía de Mirai, Tsukasa y Minami.
Fue muy sorpresivo ver a Senku allí, pero se quedó todavía más sorprendida al ver que él, al igual que los Shishio, estaban usando máscaras de león casi idénticas a la que tenía Hiroshi.
Minami se sentó junto a Kohaku, con una sonrisa de disculpa.
—Lo siento, nos lo cruzamos cerca de dónde vendían las máscaras y Mirai lo invitó a venir con nosotros —le susurró la reportera, mientras Senku se sentaba junto a Ukyo, casi en frente de Kohaku.
Kohaku lo miró fijamente y Senku le sostuvo la mirada solo unos segundos, antes de comenzar a servirse bocadillos y hacer como si nada.
—¿Por qué tienen esas máscaras? —preguntó Suika, boquiabierta.
—¿Qué no lo sabes? Las máscaras de los galanes de Juego de Citas son lo más vendido del momento —comentó Mirai.
Kohaku empezó a mirar alrededor del salón de fiestas, notando que, efectivamente, mucha gente traía las máscaras del programa, en especial las máscaras de Daisuke y Hiroshi.
—Yo estuve a punto de comprar una máscara de Sebastian —comentó Minami—, pero seguramente hubiera sido difícil comer con esa, así que compré la de Hiroshi. Me gusta más Tatsuo, pero su máscara no tiene mucho chiste. Solo es una mascarilla y lentes de sol.
—A mí me gusta Daisuke, pero su máscara se había agotado —lloriqueó Mirai.
Tsukasa frunció el ceño mientras se quitaba su máscara, nada contento de escuchar a su hermanita gustando de un chico que de hecho no estaba muy lejos de su edad.
—Por favor, no hablemos del programa por hoy —pidió Suika—. A Kohaku no le gusta que la molesten con eso, ya en el trabajo le preguntan mucho al respecto.
Todos estuvieron de acuerdo y se dedicaron a comer mientras más gente llegaba, Gen también se sentó en su mesa, aunque se congeló por un momento al ver a Senku allí, pareciendo todavía más sorprendido al ver la máscara que traía.
Kohaku notó cómo Gen intercambiaba miradas con Yuzuriha, que hizo un gesto muy disimulado de encoger los hombros hacia el mentalista, mismo que frotó sus sienes por un momento antes de sonreír nerviosamente y empezar a alabar la belleza y madurez de Suika, felicitándola por su cumpleaños.
Luego de la comida Gen se lanzó a todo un espectáculo de magia que se ganó los aplausos de todos los invitados.
Kohaku, sin embargo, no le prestó mucha atención.
Había sentido la mirada de Senku sobre ella toda la noche, pero cada vez que volteaba hacía él siempre apartaba la mirada. ¡Maldición, tenía su corazón enloquecido!
Y eso que se había prometido no dejarse afectar tanto por él como antes, pero aquí estaba ahora, hecha un desastre solo por tenerlo cerca.
Solo pudo dedicarse a beber más y más sake, intentando ignorar la sensación de su mirada sobre ella.
Luego del show de magia, Francois trajo el pastel para Suika, enorme y sabor sandía, claro, y todos comieron con grandes sonrisas, conversando alegremente, hasta que trajeron más postres y además un espectáculo de obra de teatro que recapitulaba las aventuras que todos pasaron en el mundo de piedra.
Para cuando terminó el espectáculo, Kohaku estaba tan borracha que su cabeza le daba vueltas.
Todo el mundo empezó a bailar y los más tranquilos empezaron a retirarse, incluso la propia Suika, que alegó tener mucho trabajo en el laboratorio mañana a pesar de ser domingo, aunque eso era igual para todos los científicos que eran explotados por Senku. La cumpleañera se fue con Chrome y su familia, o bueno, toda su familia menos Kohaku, que insistió en que quería bailar un poco y luego iría a casa.
Extrañamente, Senku tampoco se fue, incluso aunque él era el explotador y adicto al trabajo por excelencia. Kohaku decidió no prestarle atención y fue a bailar a la pista, llevándose una botella con ella.
La música era alta, las luces verdes y rojas se paseaban por todas partes y la gente no dejaba de bailar y gritar con entusiasmo. Kohaku no fue diferente, bebiéndose la botella mientras sacudía su cuerpo al ritmo de la música.
Le pareció que Mozu se acercó a ella de pronto, intentando unirse a su baile, pero de inmediato le gritó que fuera a molestar a sus fanáticas y a ella la dejara en paz.
Creyó que funcionó, pero entonces sintió unas manos en la cintura y sintió una vena hincharse en su sien.
—¡¿Quieres que te mate, bastardo?! —gritó con dificultad, demasiado borracha para hablar correctamente.
Volteó ceñuda, esperando ver al idiota de Mozu, pero en su lugar se encontró con una máscara de león.
—¿Hiroshi?... —Entrecerró los ojos, tambaleándose mientras terminaba de darse la vuelta hacia él.
Su vista estaba desenfocada, pero pronto pudo darse cuenta del cabello blanco-verdoso y recordó que Senku tenía la estúpida máscara.
—Casi —dijo él, riendo—. Estás demasiado borracha, leona, te vi casi caerte tres veces. Mejor vete a casa.
—Tú no me dices a dónde ir. —Se zafó de él y comenzó a caminar a ciegas entre la gente para alejarse más de ese cretino cabeza de lechuga.
—¿Vas a perder el sentido común solo por estar enfadada conmigo? —Senku la siguió hasta que salieron del salón de fiestas. Ella gruñó y comenzó a subir por las escaleras hasta el segundo piso, queriendo perderlo con su velocidad, pero se tambaleaba tanto que tuvo que abrazarse al pasamanos mientras subía—. Vas a matarte por terca, leona.
—¡N-no soy una leona! —chilló, enfadada, finalmente llegando al segundo piso y buscando cómo alejarse más de él.
—Déjame llevarte a tu casa, vas a preocupar a tu familia.
—¡Ellos saben que puedo cuidarme sola! —Caminó rápidamente hasta la escalera que daba al tercer piso—. ¡Y no necesito ayuda, mucho menos la tuya! —Volvió a abrazarse al pasamanos, pero entonces su tacón se rompió por tanto andar pisoteando y casi se cae, pero Senku estuvo allí para sujetarla por la cintura, volteándola hasta que quedó cara a cara con él, que ahora se había quitado la máscara.
—Sé que estás molesta, pero este no es el momento para rencores irracionales. Déjame llevarte a casa.
—No es irracional. —Quiso empujarlo lejos, pero casi se cae otra vez y él rápidamente la abrazó contra su cuerpo, a lo que ella envolvió sus brazos alrededor de su nuca casi en automático, mirándolo fijamente.
—Estoy muy seguro de que esto es diez billones por ciento irracional —murmuró él, mirando directo a sus ojos—. Todo contigo siempre es irracional…
—Lo sé —murmuró amargamente, de repente sintiendo sus ojos picar—. Por eso no me quieres, ¿verdad?... —Su voz se quebró levemente.
Mierda, estaba muy borracha y muy emocional. ¡Y en el peor momento posible!
—Leona ilógica. —Negó con la cabeza, riendo por lo bajo—. Ya te lo dije, yo también puedo hacer cosas irracionales cuando quiero… y hago muchas de esas cosas por ti.
—¿Cómo qué? —Le frunció el ceño—. No me mientas, Senku. Tú no eres así.
—Sí, no lo soy, pero ya te he ocultado muchas cosas. —Chasqueó la lengua, cargándola con dificultad en sus brazos para volver al segundo piso, lejos de las escaleras.
La bajó, dejándola apoyada contra una pared para que no siguiera tambaleándose, eso mientras ella seguía con los brazos envueltos alrededor de su nuca.
—¿Me has ocultado cosas? —preguntó, confundida.
—Muchas —Apartó la mirada, luciendo no muy contento consigo mismo—, pero ya no quiero mentirte más, Kohaku… —Inclinó su rostro hacia abajo, quedando nariz a nariz con ella.
—¿Mentirme?...
—Hay algo que debo decirte. —Tomó aire—. Mira, no me importa lo que diga el mentalista, ni su estúpido programa, debes saber que…
—¿El programa? —Frunció el ceño, pegándose a la pared para tomar distancia y mirarlo con desconfianza—. ¿Qué tiene eso que ver con esto?
—Todo. —Él bajó la cabeza todavía más, haciéndola sentir acorralada entre él y la pared—. Había estado esperando que te dieras cuenta tú sola, pero… me harté de ese montón de mierda. —Suspiró largamente, bajando más su rostro, tanto que ella cerró los ojos, creyendo que iba a besarla. Él pasó sus labios de largo y se fue a su oído, sin embargo—. No quise mentirte, pero no sabía cómo pedir perdón.
—¿De qué hablas? —Negó con la cabeza, con la bruma del alcohol haciéndole difícil concentrarse en las cosas raras que estaba diciéndole—. No entiendo nada, Senku.
—Debo decírtelo —murmuró él en su oído—. Debes saber la verdad. Yo… —Lo oyó tragar saliva—. Ese primer día, llamé al programa, pero no como yo mismo. No con mi propia voz… Leona, yo soy…
Lo siguiente que susurró en su oído la hizo quedarse tan estupefacta que se desmayó. O quizás fue porque estaba demasiado borracha. Quién sabe.
Lo siguiente que supo fue que estaba despertando en su habitación, con su hermana preocupada a su lado, y sin recordar absolutamente nada después de beber el último sorbo de la última botella de sake.
—Senku-san te trajo aquí —le dijo Ruri—. Él… dijo que si querías reclamarle podías llamarlo.
—¿Reclamarle por qué? —Frotó su cabeza, confundida.
—No lo sé… No hicieron nada ayer, ¿verdad? —Se sonrojó un poco.
—¡N-no! Al menos no lo creo. —Sujetó su cabeza—. No recuerdo mucho después de que se fueron.
Decidió ir a trabajar a la jefatura ese día, queriendo distraer su mente de Senku entrenando un poco con los nuevos reclutas.
Por supuesto, la foto de Senku cargándola inconsciente fuera de la fiesta volvió a hacer estallar el internet, pero a todo el que le preguntara solo le dijo la verdad: que estuvo muy borracha y Senku la llevó a casa de su hermana.
Las guerras en redes sociales eran tan ridículas. Seguía sin verles el sentido.
Cuando llegó a su casa después de trabajar, empezó a prepararse algo de comer y de pronto su celular sonó.
Se sorprendió al ver que era Senku el que la llamaba.
—¿Senku? —Atendió sorprendida—. ¿Pasa algo? ¿Me necesitas para algún trabajo?
Él se quedó en silencio un largo rato, antes de suspirar como si quisiera arrancarse todo el aire de los pulmones, sonando exasperado y hasta cansado y quizás ¿molesto?
—No, no pasa nada —masculló con frialdad, antes de colgar.
¿Y ahora qué demonios le pasaba?
Arrojó su celular despectivamente a su cama y negó con la cabeza.
Al diablo con él, ya se prometió olvidarlo y era lo que iba a hacer.
.
¡Era lunes! ¡El tan esperado día del primer galán, el callado Sebastian!
—¡Bienvenidos a una nueva semana en su programa favorito, Juego de Citas! —Lanzó una lluvia de pétalos de flores—. ¡Empieza una nueva semana con nuevos desafíos! Y, además, es una de las últimas semanas para nuestra primera protagonista~. ¡Por favor, reciban con un fuerte aplauso a nuestra parejita del lunes! ¡Sebastian-chan y Kohaku-chan!
Todo el público ovacionó de pie mientras los aludidos entraban al escenario.
—¡SÍ! ¡Al fin volvió el mejor de todos! —El hijo preadolescente del matrimonio con cinco hijos aplaudió de pie, feliz de ver a su galán favorito en pantalla.
—Este también me gusta, aunque el favorito es Hiroshi —comentó Luna ahora sentada en el sofá junto a Sai, mientras que Ryusui estaba en el sillón. Carlos y Max estaban en unos cojines en el suelo a su lado, tomando palomitas de su tazón de vez en cuando, resignados en que no se iban a ir de Japón ni de la mansión Nanami en un largo tiempo.
—¡Yo deseo que gané Sebastian! —clamó Ryusui—. ¡Lo apruebo como marido para Kohaku! En especial desde que estuve en el programa el lunes pasado. —Sonrió misteriosamente.
—Oh~, pero no es todo~ —canturreó Gen de pronto, sorprendiendo al público y a la parejita—. ¡Reciban también con un fuerte aplauso al cuarto galán, el queridísimo y apasionado Hiroshi-chan!~
—¡¿EEEEEH?! —Todos se fueron de espaldas.
¡¿Qué hacía el galán del jueves allí en pleno lunes?!
—¿Hiroshi? —Kohaku se quedó con la boca abierta al ver al cuarto galán llegando al escenario también.
—Tampoco sé qué hago aquí —aseguró él, sonriendo relajado.
—¡Estás aquí como el invitado especial!~ ¡Y para ser el tercer participante en nuestra emocionante nueva temática! ¡Esta semana tendremos un emocionante juego de "Escape Room"!
—¿Qué es eso? —preguntó Sai, confundido.
—Oh, se volvió una moda bastante popular pocos años antes de la petrificación —exclamó Luna, hinchando el pecho con orgullo, feliz de saber algo que el brillante Sai no sabía—. Son habitaciones donde te encierran y tienes que resolver algunos misterios, puzles o lo que sea para escaparte en cierta cantidad de tiempo. Creo que se suele jugar con un grupo de amigos.
—¡JA, JA! ¡Suena divertido! ¡Me aseguraré de organizar un juego así para nosotros y nuestros amigos pronto! —clamó Ryusui, entusiasmado por la idea.
—¡En la "habitación del amor" todo está preparado para que tengan una emocionante aventura jugando a escapar del lugar! ¡Además, el estudio ha sido agrandado para darnos dos habitaciones extra que funcionaran como otras salas de escape! Por lo tanto, tienen que escapar de las tres habitaciones antes de que se les acabe el tiempo~. Y claro, deben hacerlo en compañía de Hiroshi-chan~. Pero ojito, porque si ganan las Escape Rooms entonces el galán del día recibirá un premio. Si pierden, sin embargo, el galán invitado recibirá el premio.
—¿O sea que mi trabajo es sabotear a Sebastian? —preguntó Hiroshi, con una mueca.
—No del todo~. Puedes elegir sabotearlo, sí, pero no olvides el objetivo principal de este programa. Todos ustedes quieren enamorar a Kohaku-chan, ¿no es cierto?~ Entonces, ¿cómo vería ella que sabotees a otro galán?
—Sería algo absolutamente despreciable y bajo. —Kohaku cruzó los brazos bajo su pecho, mirando desconfiada a Hiroshi.
—Y si eliges sabotear puede que Sebastian-chan esté en tu día y te lo regrese. Por otro lado, en vez de querer sabotear a tu rival, podrías intentar aprovechar algo de tiempo con ella~ —canturreó Gen—, pero te lo advierto, este día sigue siendo de Sebastian-chan, así que ten mucho cuidado con qué eliges hacer.
—Entiendo. —Hiroshi suspiró, mirando a Kohaku de reojo—. Nada de trampas, entonces. Ayudaré.
Kohaku le sonrió y Hiroshi agrandó su sonrisa.
—Ow, odio admitirlo, pero son lindos juntos. —Luna lloriqueó al ver a Kohaku tan cercana a su galán favorito.
—¡Pasemos de inmediato al primer Escape Room! ¡No querrán que el tiempo se les acabé!~
Gen guio a la pareja del día y al invitado extra a la "habitación del amor" donde habían celebrado la mayor parte de los desafíos de búsqueda del tesoro la primera semana de retos.
La cámara cambió de imagen, mostrándoles la habitación remodelada para ser un Escape Room en toda la regla. Ahora estaba pintada de gris brillante, tenía una gran pantalla en una pared, el resto de paredes tenían varas de madera sobresaliendo, por alguna extraña razón, algunas tenían el grosor de un cañón y otras eran tan finas como palos de escoba, también un par de varas tenían símbolos escritos, cosa que Kohaku notó fácilmente gracias a su visión. Había varias cajas apiladas en un rincón y el piso parecía estar dividido en varias secciones, algunas más grandes y otras más pequeñas.
—Qué lugar tan extraño —opinó Kohaku, mirando a todas direcciones.
—Su objetivo es ir a la siguiente habitación a través de esa puerta —Apuntó a la puerta junto a la enorme pantalla— y luego atravesar también la tercera y última sala de escape, para así volver al escenario antes de que se terminé el programa. Como ya perdimos tiempo en explicaciones y también debemos asegurarnos de cerrar a tiempo, tendrán solo 50 minutos para vencer a las tres Escape Room. Si pasan ese tiempo, perderán el desafío, o sea, perderá Sebastian-chan.
—¿Qué es lo que debemos hacer? —preguntó Kohaku, ansiosa.
—Si veo que no avanzan, les daré una pista en diez minutos, mientras tanto… ¡arréglense ustedes!~ ¡Su tiempo ya empezó a correr! ¡Buena suerte!~ —Sin más, Gen se marchó, dejándolos encerrados allí.
Maldito murciélago.
—¿Y ahora qué? —preguntó ella.
—Bueno, las Escape Room suelen tratarse de resolver pequeños enigmas para lograr salir de la habitación o bien pasar al siguiente nivel —explicó Hiroshi, mientas que Sebastian fue directo a la gran pantalla, comenzando a examinarla—. Debemos encontrar algo que resolver para avanzar.
—Ja, creo que lo entiendo, ¡suena divertido!
—Esta pantalla sin duda es la clave para pasar a la siguiente habitación —habló Sebastian de pronto—. Instalada en ella hay un pequeño compartimiento que probablemente contenga una llave. Y también hay un cable en el otro lado. —Levantó el cable en su mano enguantada—. No es un cable para conectarla a una fuente de poder, sino que es un cable para conectarla a una computadora.
—¡Pero aquí no hay computadoras! —exclamó Kohaku de inmediato.
—No a simple vista, debemos buscar.
—No hay nada lo suficientemente grande aquí como para esconder una computadora —murmuró Hiroshi, mirando a todas direcciones—. De seguro está repartida en partes y debemos armarla.
—Separémonos y busquemos —dijo Sebastian, dirigiéndose a las cajas del rincón—. Si encuentran algo útil, llévenlo al centro para que todos podamos ver. Luego de cinco minutos evaluaremos lo encontrado.
—Bien, organizarse es lo más importante al trabajar en equipo. —Ukyo asintió con aprobación a la estrategia de Sebastian.
—¿Qué sentido tiene separarse si las cajas solo están en un rincón y en el resto de la habitación no hay nada? —comentó Hiroshi con sequedad, yendo tras Sebastian para revisar las cajas también.
Kohaku no hizo caso a la queja de Hiroshi y empezó a mirar por la zona, buscando algo sospechoso.
—Aquí solo hay herramientas —murmuró el cuarto galán mientras ayudaba al primero a vaciar las cajas—. Lo único que podría servir como componente para una computadora son estos cables y estos tornillos. —Sacó un par de bolsitas con distintos juegos de cables de varios colores y tornillos verdes.
—Todas parecen algún tipo de llave de apriete de distintos tamaños —habló más para sí mismo Sebastian—. ¿Habrá que juntarlas entre ellas de algún modo? Las Escape Room suelen ser rebuscadas.
—¡Ja, quizás deberían echarles un vistazo más cercano a esas herramientas! —Kohaku, a pesar de estar al otro extremo de la habitación, logró percibir que en el mango de algunas de esas herramientas había más símbolos raros, símbolos como los que aparecían en aquellas extrañas varas de madera.
Hiroshi y Sebastian intercambiaron una mirada con todo y sus máscaras y rápidamente empezaron a separar las herramientas con símbolos del resto de utensilios, dejándolas en el centro de la sala.
Kohaku se trepó a las varas y llegó a lo más alto de la habitación, asegurándose de observar bien cada vara clavada en las paredes hasta encontrar todos los símbolos.
—¡Las varas con símbolos son doce en total! —le gritó a Sebastian una vez estuvo segura.
—También tenemos doce llaves con símbolos —confirmó Hiroshi—. Supongo que debemos sacar las varas con esto.
—La mayoría de varas con símbolos son las más gruesas, fácilmente podrían tener componentes de computadora ahí dentro —afirmó Sebastian, tomando una llave y acercándose a una de las varas bajas con símbolo.
Se aseguró de que el símbolo coincidiera y encajó el extremo de la llave en la vara de gran tamaño, comenzando a girarla con dificultad.
Al ver que Sebastian tenía problemas, Kohaku bajó y se dispuso a ayudarlo.
—Hace mejor pareja con él —aseguró Luna, deseando que Hiroshi quedara soltero al final, y para ella.
Kohaku quitó la vara sin problema y de inmediato notó que había algo adentro, era una caja con un aparato extraño en él.
—¿Qué es esto?
—Una pulsera antiestática —dijo Hiroshi—. Es un elemento de protección, especialmente utilizado para armar computadoras. Sirve para no dañar los componentes electrónicos con descargas de electricidad estática con la que se carga el cuerpo humano, es algo muy básico, aunque yo nunca las usaba y jamás tuve problemas. —Encogió los hombros, con una sonrisa despreocupada, antes de mirar nerviosamente a la cámara—. P-pero claro, cualquier ingeniero está en la obligación de recomendarles el uso de una para novatos y principiantes que quieran armar su propia computadora. Ejem. —Tosió.
—Permíteme. —Sebastian sacó la pulsera de su caja y tomó la mano de Kohaku en su mano enguantada, haciéndola sonrojarse levemente por la delicadeza con la que la estaba sosteniendo, aunque él solo colocó la pulsera con cuidado y luego se alejó—. Sigamos obteniendo el resto de componentes, el tiempo se acaba. —Fue a buscar otra llave.
Sebastian y Hiroshi se encargaron de las varas de menor tamaño y más pegadas al suelo, mientras que Kohaku se columpió ayudada de estas para llegar más alto y encargarse de las que estaban más cerca del techo, además de que ella tuvo que encargarse de las grandes que eran más difíciles de sacar.
No les tomó mucho tiempo y pronto sacaron la última y más grande de las varas, que traía varias cajas.
—Aquí están las piezas del gabinete y las placas de la memoria RAM —murmuró Hiroshi, revisando todo—. Hmm, todo esto es para crear una computadora bastante poderosa, pero con pocas funciones.
—Parece uno de los últimos modelos creados en el laboratorio principal de Tokio —agregó Sebastian.
—Sí, hicimos uno igualito allí hace pocos meses. —Hiroshi asintió—. Aunque este tiene menos funciones.
—Y menos poder.
Kohaku miró de Sebastian a Hiroshi con curiosidad.
—¿Ustedes trabajan juntos? —preguntó, curiosa.
Sebastian y Hiroshi se congelaron por completo, rectos como una regla, antes de intercambiar una mirada por detrás de sus máscaras.
—Yo… Sí, trabajo en el gran laboratorio principal de Tokio. —Hiroshi tosió incómodamente otra vez—. No sabía que teníamos un químico industrial allí, sin embargo. Y menos trabajando en computadoras. —Entrecerró los ojos al mirar a Sebastian.
—Soy más bien un colaborador ocasional, tengo mi propia empresa —aclaró Sebastian, despreocupado.
—Yo trabajé en esa computadora que mencionan —le dijo Sai a Luna, que lo miró curiosa—. Y no recuerdo la intervención de ningún químico industrial en el proyecto.
Hiroshi siguió mirándolo un momento, antes de empezar a juntar las piezas.
—Muy bien, debemos armar esto. Solo veo que faltan dos cosas vitales para ello, sin embargo —dijo el cuarto galán—. Un destornillador y pasta térmica. No estaban en las cajas ni en las varas.
—Pero no hay más varas con símbolos —murmuró Kohaku, volviendo a repasar con la mirada las varas de madera que llenaban las tres paredes.
—Debe haber algo que no notamos. —Sebastian también empezó a mirar—. ¿No notas nada fuera de lo común? ¿Nada que sobresalga?
Kohaku empezó a prestar más atención a las varas de madera, no solo buscando símbolos, sino cualquier cosa fuera de lo normal.
—Creo… que lo encontré —dijo ella de pronto—. Hay varas de un metro, sesenta centímetros y treinta centímetros, creo, y el grosor de todas varía, pero todas las varas de treinta centímetros tienen el mismo grosor delgado. —Volteó a ver a Sebastian con ojos brillantes—. Excepto esas dos. —Extendió los dos brazos y señaló a puntos opuestos de la habitación—. Esas dos son más delgadas.
Oyó a Sebastian exhalar una risa seca.
—Tan eficiente como siempre. Esas deben ser.
Kohaku y Hiroshi sacaron las varas y encontraron dentro la pasta térmica y el destornillador, y Sebastian y Hiroshi empezaron a armar la computadora para luego conectarla al monitor.
Mientras ellos trabajaban en la computadora, Kohaku notó otra cosa, pero no en las paredes, sino en el suelo de la habitación del amor.
El suelo estaba dividido en varias secciones algunas grandes y otras pequeñas, separado por parches metálicos, parches que además estaban atornillados con botones del mismo color verde chillón que los tornillos que estaban en la bolsita que encontró Hiroshi en las cajas del rincón.
¿Acaso eso sería importante?
—Oye, Sebastian —llamó al primer galán, que volteó la cabeza en su dirección, dejando que Hiroshi conectara la computadora al monitor—. Mira esto. —Le mostró los tornillos y le explicó lo idénticos que eran a los de antes—. ¿Crees que sea importante? —le preguntó.
—Puede ser. Vale la pena intentar. —Fue a tomar el destornillador, pero en ese momento la pantalla se encendió, mostrándoles directamente un montón de letras y símbolos raros que Kohaku no entendía del todo, con una palabra en grande arriba de todo.
—¿Qué es un crucigrama? —indagó, ladeando la cabeza.
—La palabra clave es Kohaku, son seis filas a rellenar. —Hiroshi sonrió ladinamente—. Esto será rápido.
Sebastian empezó a explicarle a la chica qué era un crucigrama mientras desatornillaba los tornillos verdes del suelo, y Hiroshi se concentró en leer la primera pista.
—Escala de temperatura propuesta por un físico e ingeniero polaco de origen alemán —leyó—. ¿Eh? Ese es el grado Fahrenheit, ¿no?
—Sí —confirmó Sebastian, leyendo algo en un par de hojas que sacó de un compartimento en el suelo.
—¡Eso no tiene una K por ningún lado! —se quejó Hiroshi.
—Las pistas que hay en la pantalla son falsas —murmuró Sebastian, acercándose al monitor—. Aquí están las pistas reales. La pregunta es tan sencilla que no vale la pena ni decirla. La respuesta es kinesiología.
Hiroshi hizo una mueca y le quitó una hoja a Sebastian, y entre los dos lograron descifrar las otras cuatro preguntas, antes de trabarse al llegar a la última letra.
—En verano, es común que yo te irrité. Cuando llegó, arde el suelo y solo quieres que termine —leyó Hiroshi, frotando su cuello—. Tiene una U como segunda letra, y las casillas son seis. No estoy seguro de a qué se refiere.
—Arde el suelo… Debe tener algo que ver con el sol y el calor —reflexionó Sebastian—. Por otro lado, un solárium me irrita mucho, pero la U no está en el sitio correcto. —Bufó—. Maldición, estamos perdiendo mucho tiempo.
Kohaku, también preocupada, miró fijamente a la hoja que sostenía Hiroshi, antes de mirar al monitor al que solo le faltaba una palabra.
—Veamos… P-podría ser un sol fuerte… La palabra podría ser fuerte. —Aunque no muy convencido, Hiroshi probó suerte e insertó esa palabra, siendo rápidamente compensado con un pastelazo de crema en la cara—. ¡Oh, por favor!
—¡Lo olvidaba!~ —La voz de Gen resonó en la habitación—. Si se equivocan en este tipo de cosas recibirán un pequeño castigo, así que mejor vayan con cuidadito~.
—Tengo un par de ideas, pero me niego a intentarlas sin estar seguro. —Sebastian retrocedió varios pasos lejos del monitor.
—Creo que yo correré el riesgo —dijo Kohaku una vez se le ocurrió una idea que podría encajar.
—¿Qué cosa? ¿Estás segura? —Hiroshi pareció incrédulo.
Kohaku introdujo las letras correctas en el teclado que aparecía cuando dabas un toque a las casillas y de inmediato el compartimento que Sebastian señaló antes se abrió, revelando una llave.
—¿Cuatro? —preguntaron a la vez los dos galanes, sorprendidos al ver que esa era la palabra ganadora.
—Sí, pensé en eso de que hacía arder el suelo —murmuró Kohaku, sonriendo al tomar la llave—. ¡Ja, cualquiera que esté mucho fuera se da cuenta! A veces es a las tres, a veces a las cinco, pero mayormente hace más calor a las cuatro de la tarde.
—Je, tiene razón. —Sebastian sonaba extrañamente complacido—. Te doy… mis felicitaciones.
—¡Gracias! ¡Ahora debemos avanzar!
La segunda habitación era más pequeña, pero no menos rara que la anterior.
—Vaya… Pareciera que estamos en un tablero de ajedrez —murmuró Hiroshi, viendo que todas las paredes tenían cuadros como si fueran un tablero y además en el techo estaba el mismo cuadro, pero con las piezas de ajedrez colgando, pegadas a las casillas. Además, de las paredes salían escaleras larguísimas conectadas de lado a lado a la habitación a la altura de dos metros, algunas incluso se curvaban en formas raras. Habían cuatro luces en los rincones de cada pared, y parpadeaban de forma muy molesta.
Kohaku no perdió tiempo y avanzó para explorar el lugar, sin embargo, apenas avanzó sobre un par de casillas cuando un pastelazo salió volando en su dirección y la casilla bajó sus pies empezó a temblar de forma incontrolable. Gracias a sus reflejos logró esquivar el pastelazo y salir de la casilla, pero esta nueva casilla hizo exactamente lo mismo y no le quedó de otra que correr al lado de los chicos.
—¡Esa cosa no me deja avanzar! —se quejó.
—Ah, un clásico de cuidar dónde pisas. —Hiroshi rio por lo bajo—. Tenemos que descubrir cuál es el camino correcto.
—Probablemente tenga que ver con eso. —Sebastian señaló al techo—. Las piezas están repartidas como si ya fuera un juego a punto de ser ganado, el rey está en jaque y no le quedan muchas más opciones antes del jaque mate.
—¿Eh? —Kohaku no entendió nada de lo que dijo.
—Parece una partida corta, porque hay muchas piezas en el tablero, solos unas cuantas piezas están a los costados como si hubieran sido comidas. —La cámara enfocó al techo, demostrando que Hiroshi tenía razón en su observación—. Muchos de los peones siguen en sus posiciones iniciales.
—Kohaku pisó las primeras dos casillas sin problema, ¿quizás es seguro asumir que debemos pisar solo donde están las piezas? —se preguntó Sebastian.
—¡Ja, voy a comprobarlo! —Kohaku no lo pensó dos veces y corrió desde los escalones donde estaban parados hasta el tablero, pasando las primeras dos casillas y saltando hasta donde estaba un alfil, viendo que no pasó nada malo—. ¡Ja! ¡Parece que tenías razón!
—Pero si ese es el caso… —murmuró Hiroshi.
—Sí, lo sé. —Sebastian negó con la cabeza—. Es demasiado fácil, incluso aunque tiene el doble de casillas que un tablero normal.
—¡Ten cuidado donde pisas, Kohaku! —exclamó Hiroshi al verla seguir avanzando.
—Debes estar atenta —dijo Sebastian, comenzando a seguirla, mirando todo a su alrededor.
Hiroshi también lo siguió, todavía más cauteloso de sus alrededores.
Kohaku saltó a la posición de una torre y luego, cuando quiso saltar a la posición de otra torre, pero de las piezas blancas, de pronto la casilla empezó a temblar y varios pastelazos se lanzaron en su dirección.
—¡Demonios! —Volvió a la posición anterior.
—Como pensaba, no podemos pararnos donde están las piezas blancas —dijo Sebastian—, solo donde están las piezas negras. Eso agrega mucha dificultad, porque las últimas cinco filas solo tienen piezas blancas, no se podría llegar de un salto.
—Pero podríamos usar estas escaleras, ¿no? —Kohaku miró a las escaleras que se cruzaban de pared a pared—. Yo puedo colgarme con facilidad si salto.
—Ni muerto llegó a saltar suficiente para colgarme —exclamaron Hiroshi y Sebastian al mismo tiempo, antes de intercambiar una mirada.
—Además —Sebastian carraspeó—, solo una escalera llega hasta casi el final del tablero, pero está en una zona donde tampoco hay piezas negras, no podríamos llegar a ella.
—Entonces debe haber otra forma, ¿o esto será solo para despistarnos? La otra puerta está al final del tablero, pero parece cerrada. Nos faltaría la llave de todos modos —masculló Hiroshi.
—Si corro realmente rápido y me sujeto a esa escalera antes de que me lleguen los pasteles o el piso tiemble, creo que podría llegar al final —dijo Kohaku.
—Pero nos dejarías aquí varados. —Hiroshi hizo una mueca.
—Tengo una teoría —murmuró Sebastian, que desde hace rato tenía la vista en alto, con el pico de su máscara apuntando al techo—. Si fuera tan simple como pisar solo donde están las piezas, ¿por qué se habrían molestado en hacer que el tablero de arriba se vea como un juego de verdad, donde las piezas negras están a punto de vencer?
Hiroshi comenzó a estudiar el techo con atención, frotando su barbilla con un dedo.
—Si estás pensando lo que creo… Es arriesgado, pero podría funcionar.
—¿De qué hablan? —Kohaku no entendía nada.
—Debemos terminar el partido —declaró Sebastian—. Podemos deducir qué otras casillas podemos pisar en base a qué movimientos reales haríamos para dejar al rey blanco en jaque mate. El único problema es que solo podemos pisar las casillas específicas en las que dejaríamos las piezas, no las casillas que recorren para llegar al punto en el que permanecen quietas. Y para avanzar el juego debemos usar al caballo, las torres y alfiles y a la reina.
—No entiendo…
—O sea que debemos recorrer gran cantidad de casillas sin tocarlas para llegar a las que podemos pisar —explicó Sebastian—. Y para eso claramente están las escaleras.
—Pero la única que puede subir eres tú, Kohaku —afirmó Hiroshi.
—Podría cargarlos —ofreció ella.
—Eh… —A ninguno de los dos pareció gustarle mucho la idea.
—Daisuke si dejaría que lo cargue, por eso es perfecto para ella —opinó la cuñada del matrimonio con cinco hijos.
—Bueno, no parece que tengamos mucha opción. —Finalmente, Hiroshi cedió—. Lo mejor es avanzar los tres hasta el final del tablero.
—Bien. —Sebastian también se resignó.
Le indicaron a Kohaku a cuál casilla debía ir y ella de inmediato saltó para colgarse de una escalera.
—¿Y cómo piensas llevarnos? —preguntó Sebastian, para luego atragantarse cuando ella envolvió las piernas alrededor de su cintura y lo levantó del suelo sin mucha dificultad, comenzando a avanzar por las escaleras.
Sebastian acabó con el pico de su máscara enterrado entre los pechos de la mujer, pero a ella no le molestó y simplemente lo llevó hasta la casilla segura y luego fue a buscar a Hiroshi, solo que a él le hizo una seña para que le diera la espalda y así lo agarró y lo llevó a la casilla segura, donde apenas cabían ellos dos.
—¡Ja, ahora es tu turno de cargarme! —exclamó divertida, saltando a los brazos de Sebastian, que de inmediato se tambaleó y casi cae al suelo, de no ser porque Hiroshi sostuvo su muñeca, rodando los ojos y luciendo molesto.
—Uy, empieza a parecer mal tercio. —La señora Saionji rio, interesada por la tensión entre los tres.
—¡Bien, hora de repetir proceso! —declaró Kohaku, muy motivada—. ¿Creen que puedan cargarme entre los dos para que llegue a esta escalera?
Kohaku se paró en las manos de los dos galanes, que parecían estar haciendo bastante esfuerzo para aguantarla, y saltó a la escalera más cercana. Sebastian le indicó a dónde ir y ella volvió a capturarlo entre sus piernas, de nuevo sin que le importe mucho tener el pico de pájaro de su máscara entre los pechos. Luego llevó a Hiroshi, que le dio la espalda y no le dijo ni una sola palabra en las otras tres veces que repitió el proceso hasta que llegaron a la escalera final.
—Este es el jaque mate —dijo Sebastian—. Ahora debes llevarnos a la casilla del rey blanco.
—O directamente fuera del tablero, ya da igual —masculló Hiroshi, malhumorado.
Kohaku lo miró confundida, antes de volver a saltarle encima a Sebastian para que la cargara en lo que los tres compartían casilla. Y de nuevo Hiroshi los ayudó a no caer.
No fue difícil llevarlos hasta la casilla del rey blanco, y Hiroshi salió del tablero rápidamente, y, aun con él fuera y la casilla lo suficientemente grande para dos personas, Kohaku volvió a saltar a los brazos de Sebastian, que esta vez sí que se fue de espaldas, aunque por suerte fuera del tablero.
El golpe contra el suelo hizo que el sombrero de Sebastian saliera volando y la punta de un mechón de cabello se asomara por debajo de su máscara.
Sebastian, casi con pánico, llevó la mano a cubrir ese mechón y lo acomodó fuera de la vista de todos para que ya no sobresaliera.
Kohaku, todavía encima de él, ladeó la cabeza. Solo alcanzó a ver que la punta del mechón era de un color oscuro, pero parecía…
—Oigan. —Hiroshi se acercó a ellos pisoteando—. Se acaba el tiempo, ¿quieren perder o qué?
La pareja del día se levantó del suelo y los tres se acercaron a la puerta, viendo que tenía un candado que necesitaba una combinación de números para abrirse.
—¿Tenemos que buscar números secretos? —se preguntó Kohaku, dándole otro repaso a la habitación.
—Ya los tenemos —declaró Sebastian, despreocupado.
—¿Los tenemos? —Kohaku y Hiroshi se sorprendieron.
—Las luces llevan parpadeando desde que entramos —dijo Sebastian como única explicación.
—Ah. —Hiroshi bufó—. Claro, código morse.
—¡Oh! —Kohaku no había notado que las luces parpadeaban en intervalos a veces más cortos y a veces más largos—. ¡Ja, eres muy perspicaz, Sebastian! —Lo miró con admiración.
Hiroshi cruzó los brazos y arrugó todo el rostro, entrando a la última habitación con ellos sin decir nada.
En la tercera Escape Room los esperaba un mini lago de crema verde que además olía a cebolla, por lo que Kohaku arrugó la nariz de inmediato. Sobre el lago había dos delgadas tiras de metal que llegaban de un lado a otro, y más allá había una especie de entrada a un laberinto.
Al lado de cada tira de metal había dos botones que decían "retraer" y "extender".
Sebastian se inclinó y probó los botones, viendo que eran para guardar las tiras de metal y para volverlas a desplegar.
—Parece que es el único modo de cruzar —dijo Sebastian luego de mirar por unos segundos—. Debemos apresurarnos, se nos acaba el tiempo para que acabe el episodio. El problema es… que no creo que mi equilibrio sea suficiente para poder pasar por esas tiras sin caer. Y salir de ahí nos restara valioso tiempo.
—¡Ja, yo tengo muy buen equilibrio! —Kohaku se paró frente a una tira de metal y volteó hacia Sebastian—. Te ayudaré. Toma mi mano. —Le extendió su mano con una gran sonrisa resplandeciente.
Sebastian se quedó inmóvil un momento, pareciendo mirarla fijamente.
—Aw, está idiotizado. —La madre de los cinco hijos se conmovió.
Luego de dudar un segundo, Sebastian tomó la mano de Kohaku y empezaron a caminar por las tiras de metal juntos, ya que no estaban muy distantes entre sí.
Mientras caminaban, Kohaku no dejó de sonreírle a Sebastian, que parecía no poder quitarle la mirada de encima, incluso con su máscara.
La cámara de pronto enfocó a Hiroshi, que tenía una mueca de profundo disgusto y empezó a apretar los puños con fuerza.
De pronto, Hiroshi se arrodilló frente a las tiras de metal, frente a los botones.
—Oh, no. —Ryusui se dio cuenta de inmediato.
Hiroshi llevó su mano al botón de la tira de Sebastian, el que decía "retraer".
Todo el público contuvo la respiración.
—¡No, Hiroshi! ¡No lo hagas! —clamó Luna, extendiendo la mano a la televisión—. ¡Eres un buen chico, no lo arruines!
—Kohaku lo va a odiar si hace eso —murmuró la señora Saionji, abrazándose a su esposo, ambos preocupados.
—Dijo que podía sabotearlo, pero es una mala idea —habló el padre de los cinco hijos—. La chica no se lo va a perdonar.
Sebastian y Kohaku ni cuenta se dieron de las intenciones de Hiroshi, los dos tomados de la mano y mirándose fijamente mientras avanzaban.
—¡No lo hagas! —gritó alguien el público, viendo todo por la gran pantalla en el escenario.
—¡No, Hiroshi! ¡Tú eres mi favorito!
—¡Te hará quedar muy mal!
—¡Perderás a la chica!
Todos en el publico gritaban desesperados, incluso aunque el cuarto galán no podía oírlos.
Hiroshi tenía la mandíbula muy tensa y su mano casi encima del botón que haría caer a Sebastian. Posó un dedo sobre el botón y todo el mundo se quedó sin aliento.
Finalmente, Hiroshi soltó un largo suspiro y alejó su mano, convirtiéndola en un puño mientras se ponía de pie y se cruzaba de brazos, esperando a que la pareja del día acabara de cruzar para luego cruzar él, que tenía un equilibrio decente y logró pasar al otro lado sin problemas.
El público suspiró aliviado.
—¡Ja, bien hecho, Hiroshi! —Kohaku le sonrió—. Estaba por ofrecerte mi ayuda también, pero vi que podías solo.
Hiroshi pestañeó lentamente, antes de devolverle la sonrisa, viéndose más relajado.
—Aw, todavía tienen posibilidades. —La hija adolescente del matrimonio con cinco hijos se conmovió por el cuarto galán.
Cruzar el laberinto no fue muy difícil, de hecho, lo difícil llegó cuando se encontraron con la última puerta, la que los devolvería al escenario, puesto que la llave estaba metida en un enorme cubo congelado de esa crema verde maloliente con olor a cebolla, encima de una mesita de metal.
—Nos quedan menos de ocho minutos —dijo Sebastian, sonando algo ansioso—. Tenemos que sacar la llave rápido o perderemos.
—¡Ja, solo la romperé! —Kohaku le encajó una patada al cubo de hielo, haciéndolo estrellarse contra una pared.
El cubo se agrietó bastante, pero no se rompió casi nada.
Kohaku gruñó y empezó a pegarle patadas una tras otra al cubo, hasta que el tacón de su zapato moderno se quedó atorado y, al hacer fuerza para sacarlo, se rompió.
—Ja, esto no habría pasado si usara los zapatos de la aldea —masculló para sí misma, maldiciéndose por hacerle caso a Yuzuriha en usar zapatos modernos solo porque eran más lindos.
Se quitó el zapato roto y empezó a patear con la otra pierna, aunque pronto el tacón sufrió el mismo destino y cuando quiso patear con el pie desnudo pudo sentir la horrible contextura de esa cosa y le dio demasiado asco continuar.
—¡No quiero seguir así, es repugnante! ¡Mejor denme otro zapato!
Sebastian gruñó por lo bajo.
—Quedan solo cuatro minutos. —Desajustó un poco su corbata, viéndose nervioso—. Podríamos intentar golpearlo contra el piso o… —Se calló de pronto, mirando a la mesita de metal—. Eso es. Usa eso. Debería ser más rápido.
—¡Ja, realmente eres listo! —Kohaku volvió a sonreírle, antes de empezar a usar la mesita para romper el resto del hielo, y a una velocidad increíble, tanto que solo le tomó dos minutos dejar la llave en apenas una piedra de hielo.
Kohaku se detuvo antes de golpearla otra vez, notando que la llave era de madera.
—Es de madera, será mejor que tenga cuidado. —Uso una de las patas de la mesa para romper con velocidad el resto, hasta que la mitad de la llave quedó expuesta—. ¡Ja, la tengo!
Abrieron la puerta y la cámara cambió al escenario, donde Gen recibió a los tres con una sonrisa.
—¡Felicidades, lo lograron justo a tiempo! —Gen hizo llover papelitos de colores sobre ellos—. ¡Como ganaron las Escape Room, el premio se lo lleva Sebastian-chan! Kohaku-chan, debes escoger entre dos cosas que quieras darle a Sebastian. Te daré las dos opciones.
—Muy bien…
—Primera opción: Puedes aceptar que Sebastian-chan te dé un besito en la mejilla. —Kohaku se sonrojó profundamente—. O puedes aceptar tener una cita con él luego del programa. ¿Qué eliges?~
Kohaku estaba a punto de elegir la cita, sin gustarle del todo la idea del beso, pero entonces se lo pensó mejor.
Si elegía el beso… ¿Sebastian tendría que quitarse la máscara?
—E-elijo… lo primero.
Todos en el público jadearon.
—Bueno, ¡pero que sea ahora, Sebastian-chan!~ Se nos acaba el tiempo~.
Sebastian suspiró largamente, mirando de un lado a otro, antes de llevar una mano al costado de su máscara, corriéndola levemente hacia un costado mientras se acercaba a Kohaku.
Su barbilla, sus labios y parte de su nariz quedaron expuestas, y Kohaku se inclinó para intentar ver mejor, pero entonces Sebastian tomó su mano y bajó el rostro, impidiéndole echar un buen vistazo.
Con delicadeza y lentitud, Sebastian posó un suave beso en el dorso de su muñeca, arrancándole un jadeo de sorpresa.
Acunó su mano y besó el otro lado de su muñeca también, y Kohaku pudo sentirlo sonreír contra su piel, contribuyendo más a enrojecer sus mejillas.
Sebastian se apartó rápidamente y reacomodó su máscara, mientras muchas mujeres en el público suspiraban de amor por él.
—Es todo un caballero —opinó la madre de los cinco hijos.
—¡Es el mejor! —aseguró el hijo pre-adolescente.
—¡Y con eso concluye el episodio de hoy!~ —canturreó Gen, poniéndose delante de la cámara antes de que pudiera seguir filmando el rostro rojo de Kohaku y el rostro repleto de fastidio de Hiroshi—. ¡Sintonícennos mañana para más emocionantes Escape Rooms que pondrán a prueba a nuestra codiciada protagonista! ¡No se lo pierdan!
.
—¡Llegó el martes de Daisuke!
—¡Hurra!
—¿Me preguntó que galán lo acompañara hoy?
El público aplaudió con mucha emoción cuando Gen llegó al escenario y presentó a Kohaku y Daisuke como la pareja del día, pero entonces llegó alguien que hizo que el entusiasmo de la gran mayoría del público quedara muerto y enterrado.
—¡OH, NO!
—¡¿Por qué él?!
—¡Son otros cuatro y tenía que tocar ÉL!
Efectivamente, Ark llegó al escenario con una sonrisa llena de pedantería, pareciendo disfrutar del odio del público.
—¡Oh, Dios! ¡SÍ! —Sus porristas, que estaban vestidas de forma normal, sacaron sus pompones de la nada y empezaron a chillar de emoción.
—¡Ya saben las reglas! ¡Tienen que lograr escapar antes de que se acabé el tiempo! Si Ark-chan quiere puede sabotear a Daisuke-chan, pero hacerlo no te dejaría muy bien parado frente a tu amada, ¿no crees?~
Ark lo miró en silencio un segundo, antes de sonreír maliciosamente.
—Ese asqueroso por supuesto que va a intentar sabotearlo —murmuró la cuñada del matrimonio con cinco hijos.
Entraron a la habitación del amor, la primera Escape Room, que ahora estaba transformada en una especie de playa pequeña artificial con un mini mar y un montón de objetos regados en la arena.
—¡WUUU! ¡Tú puedes, Daisuke! —gritó alguien en el público.
—¿Por dónde empezamos? —preguntó Kohaku, algo emocionada porque estas cosas le resultaban divertidas.
—N-no lo sé, la puerta está allá. —Daisuke señaló al rincón opuesto al mar artificial—. Y tiene dos candados, así que supongo que debemos buscar dos llaves.
—Cerca del mar hay cañas de pescar —murmuró ella, acercándose a las aguas y observando que dentro había esos peces pirañas que aparecieron un par de veces antes.
—Las pirañas siempre aparecen cuando está Ark —comentó la cuñada del matrimonio con cinco hijos—. Debe ser una señal de que es un carroñero.
—Esas cosas me traen malos recuerdos —masculló Ark con sequedad al ver a las pirañas.
—Deberíamos intentar pescarlas mientras buscamos las llaves, por las dudas —dijo Daisuke con timidez.
—¡Bien! Ark, tú puedes pescarlas. —Kohaku miró al quinto galán.
—¿Y quién dijo que voy a ayudar? —Sonrió descaradamente, apoyándose contra una pared.
—Ow, está bien si no quieres. —Daisuke se resignó y empezó a acomodar las cañas en el mar artificial.
—¡Es tan amable! —gritaron en el público.
—¡Incluso con ese cretino!
—¡Es tan perfecto!
—Ja, eres escoria. —Kohaku lo miró mal, antes de dedicarse a ayudar a Daisuke.
Ark bufó y se llevó las manos detrás de la nuca despreocupadamente.
—A veces me agrada y a veces no —murmuró la señora Saionji, contrariada respecto al quinto galán.
Luego de terminar de poner las cañas de pescar en el mar artificial, Kohaku y Daisuke se separaron para buscar más pistas, y Daisuke encontró algo interesante.
—¡Mira, Kohaku! Es un detector de metales. —Se lo enseñó con emoción—. ¡La llave debe estar enterrada por aquí! ¡Hay que buscarla!
—¡Ja, buen trabajo, Daisuke!
—¡Ay, tienen tanta química juntos! —chilló la cuñada del matrimonio con cinco hijos.
—Tenía más con Sebastian. —Su sobrino pre-adolescente le sacó la lengua y ella le dio un zape.
Un anzuelo picó mientras Daisuke buscaba y Kohaku fue a revisarlo, tomando una piraña en manos. Cuando comprobó que no tenía nada, bufó y la dejó en una caja que había cerca.
Volteó a ver a Ark mientras revisaba las otras cañas, viendo que ya no estaba apoyado contra la pared, sino que estaba curioseando unos objetos raros que había en la arena.
Él volteó a verla y Kohaku de inmediato le frunció el ceño y apartó la mirada, queriendo dejarle claro que no estaba contenta con su actitud.
—¡Oh, el detector encontró algo! —exclamó Daisuke con entusiasmo, antes de hundirse hasta la cadera en la arena, soltando un agudo grito no muy varonil.
—¡Daisuke! —Kohaku y el público gritó con pánico.
La chica corrió a rescatarlo de inmediato.
—¡Piensa en frío o acabarás hundida también! —le gritó Ark, corriendo a tomar su hombro para calmarla.
Ella lo miró con enojo.
—¡Necesita mi ayuda!
—Es un programa para todo público, no le harán nada. —Suspiró, exasperado—. Solo acabaran retrasándose y me obligaran a tener que sacarlos, probablemente. —Soltó su hombro y tomó una caña de pescar que estaba justo al lado de las arenas movedizas—. Usaré esto para marcar el límite de hasta donde caminar.
—Muy sensato. —Ukyo asintió con aprobación.
Ark usó la caña de pescar para ver qué partes de la arena se hundían y logró marcar un circulo no muy grande, como de un metro y medio de diámetro.
Daisuke no entró en pánico, sabiendo que no le harían daño en el programa, por lo que había puesto el detector fuera del circulo y estaba esperando pacientemente la ayuda.
—Es tan valiente. —Varios en el público lloraron con admiración por el segundo galán.
Una vez el circulo estuvo completo, Kohaku tomó los brazos de Daisuke con sus dos manos y lo jaló con cuidado para sacarlo, cosa que no fue difícil, a lo que todos suspiraron aliviados mientras lo veían sacudirse la arena.
—¡Oh, las cañas! —Kohaku corrió a revisar las cañas de pescar, puesto que tres habían picado.
Las revisó y vio decepcionada que ninguna tenía una llave, solo una tenía pegada una piedra extraña.
—Nada, aunque quizás esta piedra sea importante. —Tomó la piedra y la miró sin mucho interés.
—¿Quizás haya que usarla para romper algo? —se preguntó Daisuke, inseguro.
Ark suspiró, viéndose como si estuviera rogándole a alguna divinidad por paciencia.
—Es un imán… —murmuró como si fuera obvio.
—¡OH! —La pareja del día se sorprendió y Daisuke se sonrojó, avergonzado por no haberlo notado antes.
—¿Para qué servirá? —se preguntó Kohaku, mirando alrededor, buscando por alguna pista—. Bueno, creo que nos ayudaría a pescar las pirañas más fácilmente.
—Podríamos probar, no se me ocurre nada más. —Daisuke encogió los hombros.
—Agh, bien, yo me encargó. —Ark perdió la paciencia y le quitó el imán a Kohaku, lo ató a la caña de pescar que estaba junto a las arenas movedizas y arrojó la piedra allí, dejándola hundirse.
La piedra se hundió por completo y Ark esperó un minuto antes de tirar de nuevo, sacando al imán, que ahora tenía pegado la llave.
—¡Ja, lo lograste! —Kohaku elevó los puños al cielo con entusiasmo.
—Mu-muchas gracias. —Daisuke le hizo una reverencia.
—No lo hice por ti, idiota número dos. —Ark bufó y fue a la puerta, dispuesto a abrir el candado.
—¡Oh, pero aún falta el otro candado! —exclamó Kohaku—. ¡Falta encontrar una llave!
—Mira de nuevo con esa vista absurdamente buena que tienes, leona —comentó Ark, desinteresado, mientras abría el candado.
Kohaku miró con más atención y su mandíbula cayó al ver que, de hecho, el otro candado ni siquiera estaba cerrado del todo.
—Oh, era un señuelo, que alivio. —Daisuke rio nerviosamente.
Pasaron a la segunda sala de escape, que era una biblioteca infestada de gatos dando vueltas por la zona, con fuentes de comida y agua, maullando.
—Aw, gatos. —Daisuke sonrió felizmente—. También me gustan mucho.
—Odié que volvieran a domesticar tan rápido a estas cosas —bufó Ark, comenzando a mirar alrededor de la habitación—. Aunque debo admitir… que tengo cierta predilección por los felinos. —Sonrió descaradamente al mirar a Kohaku, que le dedicó una mirada asesina.
—La puerta no tiene candado —murmuró Daisuke, acercándose a revisar la puerta al otro lado de la biblioteca—. Tiene barras de metal, pero no tiene ningún tipo de cerradura, clave ni nada, solo estas cinco barras de metal. ¿Entonces con qué método debemos abrirla? —se preguntó, rascando su cabello castaño con incertidumbre.
—Podría romperla a patadas —propuso Kohaku, sonriente.
—No seas ilógica, ni tú podrías con barras de metal. —Ark soltó una risa burlona y ella lo miró de forma asesina otra vez.
—M-mejor buscamos la forma. —Daisuke rio nerviosamente, y un poco temeroso.
—Pues no veo nada raro —murmuró ella—. Aquí solo hay libros, escritorios, macetas y gatos. No veo símbolos ni nada fuera de lugar.
—Debemos seguir buscando, debe haber. —Daisuke empezó a sacar libros, intentando encontrar una pista.
Ark empezó a ojear los cuadros, cuando de pronto un gato que estaba dormido sobre una maceta en un escritorio se levantó y gruñó disgustado cuando la maceta se movió hacia arriba.
Cuando eso paso, de repente una sexta barra de metal salió de arriba hacia abajo, uniéndose a las otras cinco en bloquear la puerta.
—¡La maceta! —Kohaku corrió a examinarla y la presionó hacia abajo, viendo que la sexta barra volvía a subir, saliendo de su camino.
—Ah, claro. —Ark rio entre dientes—. Seis escritorios con seis macetas plantadas en el mismo punto, debí imaginarlo.
—Debemos poner presión sobre las macetas —dedujo Daisuke de inmediato, tomando un puñado de libros de los estantes—. Un gato común pesa entre tres a cuatro kilos, cuatro o cinco libros deberían bastar para reemplazar su peso.
—Je, nada mal, idiota número dos. —Ark empezó a tomar libros también.
—¡G-gracias! —Daisuke pareció genuinamente feliz de ganarse un cumplido del galán menos favorito, provocando sentimientos encontrados entre el público.
Cuando colocaron los libros sobre todas las macetas, las barras desaparecieron, pero la puerta detrás seguía cerrada y sin ningún tipo de cerradura.
—Probablemente tenga un mecanismo similar a las barras —sugirió Ark—, solo debemos encontrar qué es lo que lo activa.
—C-creo que podría tener algo que ver con los cuadros —tartamudeó Daisuke, inseguro.
—Sería muy cliché, pero no me sorprendería del mentalista. —Ark empezó a ojear los cuadros, al igual que los otros dos.
Pronto encontraron un cuadro de Albert Einstein, y Ark notó que sus ojos no eran normales.
—Están mirando hacia la derecha en vez de al frente. —Bufó—. Qué trillado.
—¡Ja, en esa dirección hay un libro llamado "biografía de Albert Einstein"! —leyó con su gran vista.
—Intenta sacarlo —pidió Ark, bostezando, aburrido.
Kohaku intentó sacar el libro, pero en vez de poder sacarlo del estante este actuó como palanca y la puerta finalmente se abrió.
—¡Hurra!
Llegaron a la terca y última Escape Room, que era otro laberinto al igual que ayer, solo que sin lagos de crema asquerosa, directamente habían tres caminos que podían tomar.
—M-mejor permanecer juntos —pidió Daisuke de inmediato, nervioso.
—Mejor separarnos —dijo Ark de inmediato.
—Estoy de acuerdo con Daisuke, mejor quedarnos juntos —murmuró Kohaku.
—Muy bien. —Ark cedió rápidamente ante Kohaku.
Empezaron a avanzar por el laberinto sin preocuparse demasiado, puesto que la habitación no era tan grande como para que pudieran perderse.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo cuando Ark pisó un bloque en el suelo que se hundió, activando una trampa.
—¡Ark! —Kohaku lo tomó del brazo y logró apartarlo a tiempo para esquivar el pastelazo en la cara. O en el casco.
—Estuvo cerca… —murmuró Ark, retrocediendo un paso, solo logrando pisar otro bloque trampa que se hundió y de repente se quedaron a oscuras.
El público jadeó espantado al no ver nada, pero entonces en la habitación se activaron unas muy tenues luces en el piso que no dejaba ver más que las siluetas de la pareja del día y el galán invitado.
—Maldición, ¿y ahora cómo arreglamos esto? —exclamó Kohaku, molesta.
—Esto acaba de volverse mucho más complicado —dijo Daisuke, temeroso—. M-mejor intentar no pisar más trampas, aunque será difícil sin luz…
—Mejor quedarnos cerca. —Kohaku tomó la muñeca de Ark y empezó a jalarlo hasta la silueta de Daisuke, pero entonces pisó un bloque trampa.
Unas paredes surgieron desde el piso y Kohaku estaba a punto de salir de allí antes de quedarse encerrada, pero entonces Ark la jaló hacia atrás, sorprendiéndola tanto que no alcanzó a reaccionar y acabó encerrada entre cuatro paredes con el quinto galán.
—¡Ese bastardo lo hizo apropósito! —gritó indignada la cuñada del matrimonio con cinco hijos, lanzándole unas cuantas palomitas de maíz a la televisión.
—Sabía que lo iba a sabotear tarde o temprano. —Sai negó con la cabeza mientras Luna asentía resignada.
—¡¿Por qué diablos hiciste eso, bastardo?! —reclamó Kohaku al galán del viernes—. ¡¿Ahora cómo vamos a salir de aquí?! —A pesar de que estaba tan oscuro, todos podían imaginar la expresión de enfado que tenía ahora.
—Je, ¿de verdad creíste que empecé a ayudarlos solo por la bondad de mi corazón? —Rio maliciosamente, acercándose hasta que sus rostros quedaron a pocos centímetros—. Estaba esperando el momento oportuno para apuñalar al idiota número dos por la espalda y quedarme contigo.
—¡BASURA!
—¡Bastardo!
—¡BUUUUUUU!
Todos en el público empezaron a abuchearlo y maldecirlo, mientras que sus porristas solo estaban sonrojadas por lo sexy que les parecía ese traidor oportunista.
—¡JA! ¿Crees que me gustaría una escoria poco caballerosa y que solo ve por sus propios intereses como tú? —Le dio un leve empujón para alejarlo de ella.
—He sido así desde el principio, desde que me conociste. —Soltó una risa algo melancólica, confundiendo al público y a la protagonista—. Y aun así, sé que te gusto por lo menos un poco desde el principio.
—¡Ja! ¡Yo nunca…!
—Y —continuó él— no pienso dejarles el camino fácil a los otros idiotas. Te quiero solo conmigo, leona. Ya me harté de esperar.
—¿Qué?... —Ella se quedó sin aliento mientras la silueta de Ark se acercaba a la suya.
Todo el público jadeo cuando él bajó tanto su casco que quedaron nariz contra nariz (o contra la punta del casco más bien).
—No tienes idea de cuánto tiempo llevo queriendo hacer esto… —susurró él en voz muy baja, acercando sus labios a los de Kohaku, que solo pudo quedarse inmóvil y boquiabierta.
Todos en el público sintieron como el alma se les iba del cuerpo cuando vieron que Ark se apoderaba de la nuca de la protagonista, pasando los dedos con lentitud por esa zona, antes de bajar la cabeza y besarla… en el cuello.
—¡A-ATREVIDO!
—¡Pervertido!
—¡Denúncienlo por acoso!
—¡Es un urgido!
El público estaba hecho una furia y seguridad apenas podía contenerlos, mientras que las porristas de Ark se habían desmayado.
Kohaku ahogó una exclamación al sentir el toque suave en la piel de su cuello. Los colores le subieron por todo el rostro y hasta las orejas, y rápidamente le dio una bofetada a Ark que lo mandó a estrellarse de cara en una de las paredes que los aprisionaban.
—¡AGH! —El golpe fue tan fuerte que el casco se desacomodó y, cuando Ark bajó la cabeza, el casco se salió.
Todo lo que alcanzaron a ver de la silueta fue que traía el cabello amarrado en una coleta desordenada, pero él rápidamente se colocó el casco otra vez.
—¡¿E-están bien ahí?! —preguntó Daisuke, más que nervioso.
De pronto, las luces volvieron en su máximo esplendor y las paredes bajaron, dejando al segundo galán ver a Ark con la mejilla hinchada y a Kohaku sujetando su cuello, con el rostro humeando y rojo brillante.
—Lamento informarles~ —La voz de Gen sonó en la habitación— que el tiempo se les acabó. ¡Lo siento mucho, Daisuke-chan! Por favor diríjanse a la puerta, ya está abierta~.
—Oh… —Los hombros de Daisuke se desplomaron y él solo pudo ver al suelo con tristeza.
—¡Todo es culpa de ese maldito pervertido ridículo Saiyaman! —gritó histérica la cuñada del matrimonio con cinco hijos, siendo retenida por su cuñado para no ir a golpear al televisor.
Los tres llegaron al escenario y todos en el público empezaron a abuchear a Ark y halagar y animar a Daisuke, pero ni así le levantaron el ánimo al galán del día.
—Muy bien, estamos muy, muy cortos de tiempo. Ya saben, Ark-chan recibe el premio, ya que Daisuke-chan perdió. Las opciones son la misma que ayer, Kohaku-chan. ¿Qué elijes?~
—Nada —declaró ella, todavía sonrojada y todavía molesta.
—¡¿Nada?! —Gen la miró boquiabierto y Ark pareció indignado.
—No puedes obligarme a darle nada. —Levantó mucho la barbilla—. Y ese bastardo ya me dio un estúpido b-b-beso, ¡así que no me molesten! —Se marchó del escenario pisoteando.
Ark no le quitó la vista de encima mientras se iba, pero al final solo pudo reír para sí mismo, negando con la cabeza.
—¡Muy bien, eso fue todo por hoy! —exclamó Gen, levantando los brazos al cielo para hacer llover pétalos de flores—. ¡Cada vez estamos más cerca del final!~
—Y de mi victoria —declaró Ark detrás de Gen.
—¡No me interrumpas! ¡Por favor!~ —Gen carraspeó—. ¡Nos vemos mañana en un nuevo episodio de su programa favorito con la intrincada temática de Escape Room! ¡¿Qué otras sorpresas le esperaran a nuestra protagonista?! ¡Descúbranlo aquí en Juego de Citas!
Con un guiño y otra lluvia de pétalos, la pantalla finalmente se quedó en negro.
Continuará...
Holaaaa :D
Este capitulo me quedó larguisimo, pero quería llegar al día de Daisuke xD
El siguiente probablemente llegue hasta el día de Ark!
Y ya estamos cerca de la recta final del programa! owo
Ya saben cuál es el giro q se viene? OwO
Ojala q este cap les haya gustado!
No olviden q se les ama!
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
