La mañana de su cumpleaños era fría, su padre festejo con ella en el desayuno y de regalo, le dió más dinero, olvidó darle un beso y un abrazo, cosa que hubiera sido más que suficiente para ella, pero al parecer el trabajo de su papá hacia que tuviera la cabeza en todo menos en su hija, Kasumi la llamó antes de irse a la universidad, Nabiki envió apenas un mensaje, era el primer año que festejaba completamente sola y deprimida, no había forma de llenar el vacío que cada vez se hacia más grande, odiaba que todo giraba en torno a el dinero, ¿es qué acaso todo el mundo se olvidaba de sus sentimientos cuando tenían la cartera llena?.

Se fue con pocos ánimos de seguir festejando, prefería quedarse en su cama y dormir todo el día, así terminaría más rápido y podría dejar de sentirse poca cosa, al subir a su auto inhalo muy profundo, conteniendo las lágrimas, su padre pidió que lo llevara al aeropuerto de camino a la universidad, provocaría que llegara tarde a su primer clase, pero ganaba unos minutos más para estar con él, su mala suerte no terminaba ahí, al despedirse, le dijo "Adiós hija cuídate mucho y se buena niña, nos veremos después de año nuevo", salió corriendo, ni siquiera notó sus acuosos ojos, Akane se quedó pensando "pero ibas a regresar antes, papá me habías prometido regresar antes" evidentemente las promesas ya no importaban tanto como antes y si le decía algo, seguro se vería infantil haciendo berrinches porque su papá prefería trabajar que pasar las fiestas con ella. Quiso llorar, se contuvo, no podía llegar a la universidad con los ojos rojos, no quería causarles lastima a sus amigas, menos aún porque se habían entusiasmado tanto en organizarle algo para su cumpleaños, intento pensar en otras cosas para distraerse.

Las clases transcurrieron con normalidad, durante el receso algunos de sus compañeros la festejaron con pastel en la cafetería, Ukyo propuso saltarse la última clase, no habría temas nuevos puesto que era el último día de clases y si se iban antes les daría tiempo de irse a arreglar, todas estuvieron de acuerdo, llegaron a casa de Akari comieron ligero, Kodachi destapó la primer botella de champaña y bebieron en lo que se relajaban un poquito antes de empezar a arreglarse.

En ese rato comenzaron un juego de verdades y retos, confesaron quien les gustaba, con quien se habían besado, hasta donde habían llegado, una típica charla de chicas, Akane se sintió sorprendida de lo abiertas que eran al hablar de esos temas, para ella sólo había tenido un chico, su primer novio, Shinnosuke con él fue su primer beso, su primer caricia, su primer "faje", la primera vez que lo intento y la segunda y aunque nunca tuvieron sexo como tal, ambos eran inexpertos, sí, había sido el primer chico al que sintió amar de verdad, después de mudarse habían intentado mantener su relación a distancia, con el tiempo se dio cuenta Shinnosuke que ya no encajaba en su vida y se alejó, dejándole el corazón en las manos. No podía confesarles a sus amigas sexualmente activas que ella seguía siendo técnicamente virgen, hasta la inocente y tierna Akari tenía más acción que ella, la que se veía que ya lo había experimentado todo era Shampoo no era su intención juzgarla ni nada por el estilo, pero ella no tenía pelos en la lengua para hablar del tema, se auto denominaba como una dominatix, no conocía aquella palabra, pero por lo que entendió, a Shampoo le gustaba "llevar las riendas", bien por ella, era simpática, realmente quería agradarle, ser su amiga, era la única del grupo a quien todavía sentía apática con ella.

Ukyo sacó una botella de whisky y sirvió unos tragos llamados Manhattan, en su vida jamás los había probado, no quería quedarse atrás así que bebió con ellas, era la primer fiesta a la que salía con sus nuevas amigas, debía quedar bien con ellas, sobre todo porque era en su honor, no podía defraudarlas o parecer aburrida, debía estar a la altura de las circunstancias, para las seis de la tarde, Kodachi propuso empezar a arreglarse, Akane saco un sencillo vestido negro entallado lo combinaría con unas finas zapatillas rojas abiertas, con correas a juego y pintaría sus labios del mismo color, era lo más atrevido que había usado, o al menos eso pensaba ella, obviamente sus amigas no estuvieron de acuerdo.

— Por suerte supuse que algo así pasaría gracias a Dios que llegue a tu vida a amiga, toma este es mi obsequio para ti —dijo Ukyo extendiendo una caja negra hacía Akane —feliz cumpleaños nena, ya deja de comportarte como una niña y vístete como la hermosa mujer que eres.

Tendo recibió el regalo y abrazó a su amiga, se veía que era un obsequio caro, incluso la maldita caja parecía elegante, el moño era de tela, lo deshizo jalando de uno de sus extremos y al abrir la caja estaba forrada de rojo por dentro, envuelta en papel blanco había un pedazo de tela color plata, lo saco y no le encontraba la forma, ¿Era una estola? ¿Una pashmina? Era muy poca tela imposible que sea un vestido, ¿Una blusa? Si claro una blusa, la sobrepuso en su cuerpo y vió la forma, el corpiño estaba compuesto por dos triángulos, uno para cada seno, seguramente, sujetos por un cordón casi imperceptible que se amarraba por el cuello, tenía un profundo escote que llegaba justo a la altura de sus senos, de la cintura estaba bastante ceñido y la falda del vestido apenas llegaba por debajo de sus nalgas, la espalda estaba completamente abierta, eso debía ser una blusa, con unos leggins de ¿cuero? Sí, cuero se vería genial.

—Ooh es preciosa, lástima que no tengo nada con que usarla esta noche.

—¿Qué? ¿El vestido? Se me ocurre… ¿Qué tal si sólo usas el vestido con tus tacones rojos y un diminuto bolso— cuestionó Ukyo conteniendo la risa ante la inocencia de Akane.

—Yo tengo un bolso que iría perfecto con el look, iré por él— dijo Akari.

—¿Qué? ¿Es un vestido?.

—Pues que esperabas— respondió Kodachi rodando los ojos— ven déjame maquillarte, para este tipo de vestidos entre más natural luzcas mejor, si te pintas mucho parecerás callejera, pero si haces lo contrario lucirás con clase e inalcanzable.

Entre todas la ayudaron a arreglarse, para las ocho de la noche estaban listas para ir a cenar, Kodachi vestía un traje sastre negro con tenues líneas verticales en color oro, pantalones pegados a la cadera sin camisa ni brasier, saco a juego cerrado por dos botones, zapatillas altas abiertas y negras, una pedicura impecable, su tradicional coleta alta, parecía una celebridad, Akari recogió su cabello en un chongo alto "despeinado" un vestido de dos piezas, el top ceñido al pecho en color rosa palo y una falda larga color crema, sin joyas, Shampoo usaba un tradicional vestido chino increíblemente corto, en color rojo con adornos blancos y negros, peino su cabello en dos chonguitos altos dejando el resto suelto, zapatillas negras cerradas y Ukyo portaba una camisa amarilla transparente que dejaba ver claramente su bralette negro a juego con el pantalón negro, había dejado su cabello suelto.

Era la primera vez que Akane usaba un vestido de seda, sentía que no portaba nada de ropa, por suerte Akari no sólo le presto su bolso también le dió un abrigo para poder salir de la casa de lo contrario se congelaría. Llegaron al restaurante y cenaron sushi, ahí volvieron a pedir bebidas, esta vez gin tonic´s, la temperatura de Akane se elevaba y estaba segura que era gracias al alcohol, también debía darle las gracias porque comenzaba a despreocuparse de todo el torbellino que solía habitar en su cabeza, se quitó el abrigo y camino hacia los baños, en su trayecto atrajo la mirada de varios y les sonrió coqueta, pudiera ser la mezcla de bebidas etílicas en ella, pero esa noche, por fin, se sentía completa.

—Bueno chicas es hora de irnos, la reservación es a las diez, dividamos la cuenta en cinco— dijo Shampoo con prisa, ninguna sospechaba porque se veía tan ansiosa por llegar al club.

—¿Qué estas loca? Es el cumpleaños de Akane obvio hoy no paga ella— contrarrestó Ukyo.

—¡Aay! no chicas, como creen, divídanla en cinco— dijo Akane buscando su tarjeta en el diminuto bolso que le había prestado Akari, mismo al que sólo le cupo su tarjeta y celular.

—Akane linda es tu cumpleaños, ya déjenlo así, esta vez invito yo— dijo Kodashi.

—Pero…

—Dije que lo dejen así, es más, es mi regalo para Akane, yo pago— dijo y llamo al mesero— no aceptes nada de estas señoritas, yo pago la cuenta.

Salieron del lugar bastante alegres, los tacones rojos, de Akane se atascaron en una coladera al intentar subir a la limosina, por suerte un chico con trenza que pasaba por ahí evito que callera al piso, no logro ver su cara pues su cabello, aunque corto si lo llevaba suelto le tapaba los ojos y más cuando tropezaba. Lo que sí pudo sentir fueron sus brazos, fuertes y perfectamente bien definidos, la alzo por la cintura desatascándola de la coladera, Akane apenas atino a tomarlo del brazo con el que la levantaba y encoger las piernas, un pequeño grito de sorpresa escapo de sus labios, la dejo de pie frente a la puerta de la limosina, ella giró para poder agradecerle, pero el chico ya había empezado a andar.

—Gracias — gritó, él no volteó a verla, apenas alzo una mano a la altura de su cabeza dándole la espalda y siguió caminando.

—¿A quien le gritas? — preguntó Kodachi.

—Al chico que me ayudó.

—¿Qué? — preguntaron todas.

—Estuve apunto de caerme y ese chico me sujeto — dijo apuntando con el dedo hacía la dirección que tomo el chico.

—Les dije que no la dejáramos hasta atrás— dijo Ukyo reprendiendo a todas en general — debimos dejar que ella subiera primero, pero bueno, no paso nada ya vámonos— el chofer de la limosina encendió el motor, tenía instrucciones precisas sobre la ruta de aquella noche, el servicio terminaría en cuanto las dejara en el club, para el momento en que las chicas salieran, habían acordado pedir un uber cada una, se supone que no habría fallas en ese plan, todo habría salido perfecto si no fuera porque una de ellas planeaba el secuestro de otra.

Al llegar al club la limosina las dejo en la puerta, entraron sin necesidad de formarse, la anfitriona del lugar las dirigió desde la puerta ofreciéndoles margaritas de bienvenida, hasta el lugar de su reservación, era una mesa oblicua con tres sillones, dos individuales a los costados y en el centro uno largo donde cabían perfectamente tres personas, las botellas de champaña estaban enfriándose al centro de la mesa, habían dispuesto de unos cuantos postres también, una tabla de quesos y carnes frías y un pequeño pastel. Al parecer sus amigas habían hecho el pedido del paquete completo, la música sonaba alta, pero no era molesta, todas las paredes estaban cubiertas por espejos y lo poco que no estaba cubierto se notaba que estaba pintado de negro, había candelabros rojos con cristales de fantasía adornándolos. Se acercaron dos meseros vestidos con pantalones negros y corbata de moño, el pecho lo llevaban desnudo completamente aceitados, lo que resaltaba su bien formado cuerpo, ambos eran atractivos, preguntaron si deseaban algo más las señoritas. Akane pidió un vaso con agua, ya se sentía mareada y la velada pintaba para más, ella suponía que si bebía algo sin alcohol se normalizaría, lo que no sabía sobre las "políticas del lugar" es que por cada "vaso con agua" que alguien pidiera se le "multaba" con un shot de vodka para toda la mesa, ni hablar todas bebieron.

Parecía un antro común, como cualquier otro, a excepción de los dos escenarios perfectamente iluminados, las mesas de las esquinas con tubos, otras mesas tenían jaulas y otras dos, regaderas, todo perfectamente acomodado dentro del lugar, contaba también con una gran pista de baile. Akane no entendía porque el inmobiliario se veía de esa manera, era su primera vez visitando un "antro" no quiso parecer ignorante preguntando.

Para las once de la noche todo el lugar estaba lleno, sólo había señoritas sentadas en las mesas, ningún hombre, "Que raro" pensó, pero tal vez ese era un lugar sólo para mujeres, para mayor seguridad, "Sí, seguro es por eso, ellas vienen a divertirse sin preocuparse por que algún degenerado las moleste", obviamente se dió cuenta de su error al momento en que todas las luces se apagaron y las mujeres empezaron a gritar eufóricas, una pizca de miedo la quiso asaltar, pero el anfitrión comenzó a hablar por el micrófono.

—Buenas noches damas y señoritas, ¿Están listas para divertirse? Recuerden guardar sus celulares, en "Club Dayoff" protegemos la diversión de cada una, asegúrense de no tomar fotos ni videos mientras estén aquí, no queremos que regañen a ninguna de ustedes por culpa de otra y entonces sí ya están listas, denle la bienvenida a "Duck", las extraño mucho y tiene una nueva rutina para ustedes.

En ese instante comenzó a sonar una canción lenta, pero con ritmos muy sugerentes, una luz iluminó el centro de la pista de baile, apareció un chico ojiverde con cabello negro y largo, vestía como oficial de la marina, sus movimientos eran armoniosos, al ritmo de la música, primero se despojo del saco y lo arrojo al piso con fuerza, haciendo gritar al unisonó a todas las chicas del lugar, con gran habilidad y en un sólo movimiento ya estaba de cara contra el piso levantó el rostro y su mirada revelaba seducción la cual iba dirigida a la audiencia femenina al tiempo que comenzó a mover levemente las caderas de arriba ha abajo, fue aumentando el ritmo al compás de la música, era cadenciosa en la forma que lo hacía, dió un salto para ponerse de pie, acariciaba su pecho de forma muy sugerente hasta llegar al botón de su pantalón para desabotonarlo y deshacer de él bajándolo con lentitud mostrando sus piernas marcadas por el ejercicio, bajo del escenario para dirigirse al lugar de Shampoo, bailó frente a ella de manera sexy, recargó una rodilla en su sillón, tomándola por la nuca e inclinándola a su entrepierna, simulando una excelente felación no sin antes haberle dado una sonrisa pervertida, la soltó y dejo un beso en su mano, regreso al escenario donde culminó su rutina. Al terminar todas aplaudieron.

—Así que ¿¡este es un lugar de esos!? — preguntó Akane o más bien afirmo, gritando para que todas en la mesa pudieran escucharla.

—Sí — respondieron todas.

—¿Te gusta? — cuestionó Akari acercándose a su oído.

—Sí, sí es perfecto, nunca había estado en un sitio así.

—Qué bueno, temía que fuera demasiado para ti, dentro de un rato más viene mi obsequio—le dijo guiñando un ojo.

Akane pudo imaginar a que se refería y no supo reconocer si se entusiasmó ante la expectativa o sólo le agradaba pasar tiempo con sus amigas, era su oportunidad de afinar su relación con todas, incluyendo a Shampoo, pasaron al escenario varios chicos más, uno vestido de bombero, otro de doctor, uno como tarzán, otro como pirata, hubo un baile con seis chicos, definitivamente jamás volvería a bailar Y.M.C.A sin recordarlos.

Llego la "atracción principal" las luces volvieron a apagarse, había un ruido de fondo, como si se tratara de alguien talando árboles y entonces, el ruido paró dando paso una canción impertinentemente sensual, en medio del escenario estaba un leñador sentado en una silla de madera, camisa a cuadros, roja, pantalones de mezclilla increíblemente ajustados, pareciera que estaban pintados, descalzo, su cabello negro azabache estaba en forma de trenza, a diferencia de los demás, él no sonreía ni hacia contacto visual, más bien parecía orgulloso, sus clavículas eran perfectamente visibles, su piel ligeramente apretada por la camisa le daba un toque especial de lucir endemoniadamente irresistible para cualquier mujer, resaltando cada fibra de su musculatura, hombros anchos, redondos, espalda de acero, fuerte, completamente varonil.

Akane estaba perdida observándolo, desde que lo vió en medio de la pista no aparto la mirada ni un segundo, pudieran ser todos los tragos de la noche, pero se sentía arder por dentro, nunca en su vida había experimentado tal placer de sólo observar a alguien quitándose la ropa. Introdujo a dos chicas a su espectáculo, a una de ellas la colocó detrás de él y tomándola de las manos la hizo acariciarlo por el pecho hasta el cierre de su pantalón, una y otra vez, a la otra la hinco frente a él, paseaba su pulgar por sus labios, como estaban tan cerca de ellos, Akane pudo escucharlo cuando le ordeno él chico.

— Abre la boca—sin dudarlo un segundo la chica hizo caso, él saco una botella de su cinturón de herramientas y derramo el líquido sobre ella — Ponte de pie— nuevamente, ella, le obedeció, tomó a la chica a su espalda y la llevo al frete de la otra

— Bésala —ninguna objeto, mientras ellas creaban su propio espectáculo, él se les acerco, agarrando la mano de cada una y las hizo desabrochar su pantalón sin dejar de besarse, tomó ambas nucas, logrando separarlas, se acercó lo suficiente como para que ellas, y todas en general, pensaran que se volvería un beso de tres, pero no, él sólo se mantuvo ahí, incrementando el morbo de todo el público, se separo y les señalo la salida de la pista, las chicas volvieron a sus lugares, las luces del lugar cambiaron de color, paseándose por todo el lugar.

Destino o casualidad, él redirigió su vista a ningún punto en específico, Tendo seguía observándolo, por fracciones de segundo, sus miradas se encontraron, sin proponérselo ambos sonrieron, inconscientemente sabían a quien le estaban regalando ese destello de sus labios.

El baile continuo hasta que terminó la canción, quedó tan sólo en tanga masculina, antes de salir de la pista de baile, volvió a fijarse en Akane, guiñándole un ojo, después recogió su ropa y se fue.

—Vaya que ESE es el que te ha gustado ¿verdad Akane? —dijo Akari sin intentar disimular su estado etílico y es que para ese momento de la noche ya ninguna estaba en sus cinco sentidos.

—No te preocupes Akane es el mejor del lugar— apuntó Ukyo inclinándose una copa más de champaña.

—Deberíamos pedir otra botella, estas ya se acabaron— dijo Kodachi arrastrando las palabras.

—Que buena idea, si, deberíamos pedir otra— dijo Shampoo con bastante nerviosismo, cosa que ninguna noto, la única que no se veía ebria, sino más bien ansiosa, era ella.

—Ok, pero yo la pido— apunto Akari guiñando un ojo cómplice con Ukyo, llamó al mesero e hizo su pedido.

Akane estaba desorientada, completamente divertida, pero sentía que si se quedaba dormida ya no despertaría hasta el día siguiente, sus amigas seguían conversando sobre los chicos del lugar, ella sólo las escuchaba, hasta que alguien tapo sus ojos, subió las manos intentando descubrirse, pero una voz fuerte le dijo — relájate, todo está bien— sintió como la tomaban en brazos y la cargaban.

Con mucho cuidado la depositaron sobre algo bastante confortable, demasiado grande para tratarse de una silla o sillón, tal vez ¿una cama?, retiraron la tela que cubría sus ojos, estaba en una habitación muy compacta, apenas cabían dentro una cama individual, una silla alta con una bocina sobre ella y él chico que tenía de frente.

—¿Quieres una copa? - le extendió una copa de champaña.

—No, gracias, ya bebí mucho esta noche— contestó Akane intentando adaptar su vista a la luz roja del lugar.

—Vaya, intente ser amable— comentó el chico de la trenza dando un único trago a la copa y vaciando su contenido de inmediato, la tomó por la nuca y jalo hacia él, impactando sus labios contra los de ella, sintió como una lengua ajena intentaba abrirse paso a su boca, derramando champaña en el acto, no sabía cómo reaccionar, estaba impávida, hasta que sintió presión en el agarre en su cabello, dejando escapar un lastimero gemido, lo que aprovecho Ranma para invadir por completo su boca en un beso agresivo, duro, vertiendo por completo el trago que guardaba en su boca, ligeras gotas escapaban por las comisuras de sus labios, él mantenía sus ojos abiertos, observándola con recelo, ella poco a poco bajaba la guardia hasta que se permitió cerrar los ojos y abandonarse al decadente placer de besar a un desconocido.

—Siéntate— ordenó él apartándose de ella— ¿Quieres música? —no espero a que respondiera, prendió la pequeña bocina, —Tu amiga pago por tres botellas más de cristal, por lo que tienes derecho a tres canciones y no más— dijo con un toque de desprecio

—¿A qué te refieres? — pregunto Akane, sin comprender.

— A que sólo bailare tres canciones y luego te vas— dijo él volteando a verla, no podía dejar de mirarla a los ojos, estaba perdida, ahí no había más que ingenuidad.

—Sabes cómo funciona esto ¿verdad? — no hubo respuesta —por cada botella de champaña que pidan se les regala un baile privado, con cualquier chico de este lugar, pero si piden tres de golpe, llegan a mi tarifa y les bailo yo, tu amiga pidió tres y pidió el baile para ti.

—Oh —fue lo único que se le ocurrió decir a Akane.

—¿Los quieres o no? - pregunto escéptico Ranma.

—No lo sé, ¿quieres hacerlos?

—Realmente no, no suele molestarme mi trabajo, pero hoy no estoy de humor— Akane no sabia que responder a eso.

—Bueno tenemos la champaña corriente que te dan de cortesía con "este" paquete, ¿quieres? O tendré que obligarte otra vez.

—Tomare una copa— respondió Akane sonrojándose, claro que quería ser "obligada" otra vez, pero no era ese tipo de mujer, debía controlarse.

—Pues tendrá que ser más de una copa, debes terminártela en tres canciones y debes salir completamente sonriente de aquí—le sirvió su primera copa e inclinó la base a su boca para hacer que bebiera de un trago su contenido, Akane repaso sus labios con la lengua.

—Creo que si quiero esos bailes- dijo aun más sonrojada.

—¿Cómo te llamas?

—Akane.

—Akane eres una niña traviesa ¿verdad? — preguntó Ranma bebiendo directo de la botella, volviendo a hacer lo mismo, pero en esta ocasión Akane correspondió al beso desde el principio.

Ranma se separo despacio de ella, dándole tiempo a retraer sus brazos del fornido pecho de él, observar a esa extraña señorita lo hacia olvidar por un rato su mal humor, tenerla ahí con los ojos cerrados, con una ligera abertura en sus labios intentando jalar aire a sus pulmones, él bien sabia que estaba prohibido, besar, tocar (de más) a las clientas, ser irrespetuoso, en fin un sin número de absurdas clausulas, pero sobre todas, la más importante, no acostarse con ellas, su mal humor regreso al sentir su hinchado miembro, ¿Era posible que con un beso ya sintiera ganas de poseerla? ¿De verdad quería arrancarle el ridículo intento de vestido que usaba? No era necesario intentar usar su imaginación, con tan fina tela los pezones de la chica se distinguían perfectamente alzados, coronando sus redondos pechos, quería someterla, sus ojos se inyectaron de sangre, su ser se volvió peligroso, quería una presa y ella estaba ahí.

Era obvio que se trataba de una chica inocente, probablemente nunca había salido de noche a un sitio como ese, trato de calmar sus nervios, inicio con un baile que trataba de simular el sexo, la recostó en la cama dándole la espalda, jalo de su cadera para pegarla a su entrepierna, permitiéndole a ella sentir su voluminosa erección, si fuera otro, alzaría su vestido como un pervertido y se restregaría en su bien formado trasero, mejor cambio de posición, la coloco viendo hacia el techo y él meció sus caderas sobre ella, invitándola a tocarlo, para ambos era electrizante ese instante, cayó sobre ella haciendo flexión con sus brazos recargando su cadera en la entrepierna de Akane, si no fuera por la ropa estaba seguro de que perdería el control. La chica era hermosa y tenía un aura de inocencia pura, que ganas de deshacerse de ella, hacerla gritar su nombre una y otra vez durante toda la noche, necesitaba volver a tomar el control de sus actos antes de cometer una locura, se puso de pie, invitándola a acompañarlo en el baile, la mantuvo pegada a él, delineaba su figura con sus manos, la música dentro de la pequeña cabina ya se había detenido, pero ellos seguían tocándose.

—Ya es hora de salir de aquí— dijo él viéndola directamente a los ojos

—¿He? O sí, si —afirmo Akane bajando la mirada, todo el tiempo mantuvo un ligero sonrojo en sus mejillas.

La dirigió de vuelta a su mesa, sus amigas ya habían destapado la segunda botella.

—Vaya creímos que ya no volverías— bromeó Ukyo.

—Feliz cumpleaños Akane— dijo Akari en su oído y después la abrazo, aparentemente, todas ya se encontraban bastante ebrias.

Ranma no se despidió apenas la dejo, vio a Shampoo y su mal humor regresó a su aumentando tres veces, esa maldita mujer lo ponía fatal, jamás había conocido a alguien tan aprovechada como ella, nunca le comentó a su compañero de piso lo pensaba de su novia, no era su problema, seguramente eran amigas y esa angelical chica no debía ser muy diferente a la zorra que tenía por novia su amigo, que lastima, quizá la juzgo mal. Shampoo también lo reconoció, ya se acercaba la hora para ejecutar el plan, debía empezar a distraer a sus amigas, el último número de la noche era un espectáculo con todos los chicos bailando, encerraron a dos en las regaderas, otros bailaban por todo el lugar ofreciendo acercamientos a distintas mesas, Ranma se mantuvo al centro.

—Nuevamente agradecemos su preferencia chicas, esperamos hayan pasado una gran velada con nosotros, nuestros chicos comenzaran a dar sus rondas por cuarenta minutos, si desean comprar boletos para un baile privado es ahora, mientras tanto todas las demás no se vayan sin disfrutar de la pista, adelante chicas suban a bailar —anuncio el anfitrión, ya pasaban de las doce, la gran mayoría de las presentes habían consumido grandes cantidades de alcohol, muchas mujeres subieron a bailar a los distintos escenarios, otras se retiraban con los chicos a las cabinas, unas pocas se iban del lugar.

—Creo que yo me retiro amigas, ya me siento muy mal— dijo Shampoo fingiendo embriagues.

—No, no puedes irte, aun no me quedo dormida, eso significa que la noche todavía es joven —dijo Kodachi sujetando otra botella y empinándola en su boca.

— Si, ¿qué paso Shampoo? Venimos a festejar— contestó Ukyo sin abrir los ojos recargada en su brazo.

—Pero si Akari ya se quedo dormida, es hora de irnos.

Su plan era sencillo, debía deshacerse de sus amigas y sin que ninguna se diera cuenta llevar a Akane con ella, si alguien preguntaba tenía la coartada perfecta, nadie podría ver con quien se fue, en ese instante le surgió una idea.

—Subiré a Akari al uber, Akane ¿me ayudas?

—Seguro —dijo de inmediato, pero en realidad ni siquiera se podía mantener de pie, todo le daba vueltas y su visión era borrosa.

Shampoo tomó su celular y mandó un mensaje a su novio, naturalmente el mensaje estaba codificado, "Ya me voy, te veo en casa" era la señal para que Mousse apagara las cámaras de vigilancia, mismas que cada veinticuatro horas dejaban de grabar, el encargado debía vaciar el contenido de las grabaciones en una memoria alterna y se mantenían por cinco años, después de ese tiempo se eliminaban para siempre, sin embargo ese es un gran punto ciego, si las cámaras se apagaban por cualquier motivo no habría grabaciones que ver. Mousse tomó a una de las clientas más ebrias que vio y la llevo a la cabina próxima a la puerta de salida, en su trago de cortesía introdujo una muy baja dosis de pastilla para dormir, la chica en cuestión de minuto y medio se quedo dormida, él pudo salir sin ser visto y ocultarse en la puerta, detrás de las pesadas cortinas de la entrada.

Ahí estaba Shampoo ayudando a dos chicas a sostenerse en pie, llego un auto y subió a una de ellas, la recostó en el asiento trasero y ella subió al de copiloto, la otra chica se quedo recargada en la pared, Mousse supo que se trataba de Akane Tendo, se acerco a ella por detrás, ofreciéndole ayuda, pero la chica estaba completamente ida, la metió detrás de bambalinas y la llevó a la misma cabina en la hace poco estaba, disolvió dos pastillas enteras en un vaso con agua y se lo dio de beber. Akane cayó completamente dormida.

Tomó a su clienta en brazos y la llevó de nuevo a su mesa, las amigas que la acompañaban le hicieron la burla por quedarse dormida, se retiraron del lugar sin hacer preguntas.

En menos de veinte minutos Ukyo y Kodachi se dieron cuenta de la "fuga" de sus amigas, por suerte la cuenta ya estaba pagada, tomaron sus cosas y se fueron, no tenían por costumbre enviarse mensajes para saber si ya habían llegado a sus hogares, hubiera sido de ayuda, pero ningúna sospechaba que algo realmente malo pudiera pasarles.

Las coartadas estaban listas, Mousse estuvo trabajando todo el tiempo, Shampoo acompaño a Akari hasta su casa usando la cuenta de uber de Akari, desde su celular había pedido un uber a casa de Akane mismo que juraría ante cualquier persona que en efecto llevó a una señorita en completo estado etílico a su casa, ninguna de sus amigas podría sospechar nada, todos los cabos estaban atados. Nada podía salir mal.