-¡No otra vez! –se lamentó Paola refunfuñando, viendo a los del Nankatsu
-Qué ocurre –le preguntó Ken que había estado distraído
-Mira hacia allá –señaló ella con un gesto de la cabeza
-Ignóralos –sugirió Kojiro sin cambiar su actitud altanera
-Trataré
-Kojiro, parece que sólo podremos vernos en la final –comentó Tsubasa sonriente, acercándose a ellos
-Así parece –respondió el capitán del Toho sin mayor sorpresa
-Asegúrense de llegar a la final, los estaremos esperando –los desafió Paola con soberbia
-Por qué tan segura –la increpó Ryo harto de su actitud
-Porque somos los mejores –aseguró ella entrecerrando los ojos
-Ya vámonos, ven Paolita –le dijo Kazuki, tomándola por los hombros
-Parece que en el Toho todos son habladores -comentó Mamoru hiriente, deteniendo la marcha de Paola, quien se volteó inmediatamente a verlo
-¿Me hablas a mi? –inquirió ofendida
-Por qué, ¿acaso eres la única aquí? –ironizó Mamoru viéndola fijamente
-Óyeme, mejor cuida tus palabras –advirtió Ken apuntándolo con un dedo
-Yo me defiendo sola –aclaró Paola molesta- Prefiero ignorarlo, al fin que el único del que debemos preocuparnos en el Nankatsu es de Tsubasa
-No deberías subestimarnos –aconsejó Sanae cruzándose de brazos
-No hablo contigo, niñita del corazón roto, así que cállate –se burló Paola mirándola con sorna, dejando a la muchacha estupefacta
-Qué te pasa, nadie te está molestando –la atacó Hajime enojado
-Pues claro que no –aseguró Ryo con tedio
-¡Dejen de fastidiarme! –exclamó Paola mirándolos, por milésima vez en su vida, con desprecio
-Vámonos –le dijo Kazuki seguro, tomándola del brazo y marchándose con ella
-Qué insoportable –comentó Ryo irritado
-Deberías controlarte –aconsejó Mamoru al verla irse
-Yo hago lo que quiero –respondió Paola volteando nuevamente --U
-Bien, ya vámonos, ven conmigo –le pidió Ken, tomándola de la mano y llevándosela finalmente
-Adiós torpes –se despidió Paola con sarcasmo
-¡Vaya ayudante! Deberías aconsejarle que se calme, o les causará muchos problemas –sugirió Tsubasa sorprendido
-Ella hace lo que quiere –respondió Kojiro sin inmutarse-. Bueno, como no tengo nada que decirles, adiós...
Los del Toho se marcharon tras Ken, Paola y Kazuki, que ya estaban metros más adelante.
-Para mi que es más que la ayudante del entrenador –comentó Ryo pícaramente
-Cierto, es la segunda vez que la veo agarrada de la mano con Ken –notó Hajime en el mismo tono que su amigo
-Pues seguro es algo más que su amiga –acotó Kumi con malicia- De todas formas, no nos importa
-No lo creo, a Ken le gusta coquetear con todas –aseguró Mamoru fastidiado
-No lo crees o te niegas a creerlo. ¿Qué te pasa Mamoru, ¿conoces a esa muchacha? –preguntó Ryo curioso
-No, no la conozco –mintió él con nerviosismo
-Ya vámonos –les pidió su capitán viéndolos resignado
Los del Nankatsu se dirigieron a su bus, una vez adentro, mientras los llevaban a su sede de concentración todos charlaban y bromeaban, menos Mamoru que miraba distraído por la ventana.
-En qué piensas Mamoru –le preguntó Ishizaki curioso, sentándose junto a él
-En nada –contestó éste suspirando
-Ya deja de pensar en esa muchachita –le aconsejó Kisugi, volteando a verlo- Es bastante odiosa, a mi también me sorprendió
-Sí, se parece a Kojiro. Y aún así Kojiro queda corto –bromeó el defensor cara de mono
-Se comportó muy grosera con nosotros –comentó Sanae indignada
-Pues sí, si quieren conocer de dónde la sacaron pueden buscar sus antecedentes policiales, jajaja –se burló Ryo a carcajadas
-Sí, jajaja –le siguió Hajime divertido
-Ya cállense, ni la conocen –les dijo Sanae, sin poder evitar sonreír por la ocurrencia
-Mejor olvida que la conocimos –le sugirió Hajime a su amigo, dándole unas palmaditas en la espalda
-Es cierto, ya no te preocupes. Lo importante es lo que nosotros hagamos, olvídate del Toho –añadió Sanae maternalmente
-Lo que a mi me preocupa es encontrarla otra vez –confesó Ryo asustado
-Cierto, si tenemos la mala suerte de encontrarla a solas tal vez nos descuartice –opinó Hajime preocupado
-Dejen de hablar de ella –exigió Mamoru mirando a sus amigos- Como dice Sanae no la conocemos, al menos...eso creo
-¿Qué dijiste? –inquirió Ryo con curiosidad
-Nada, nada –los despreocupó el mediocampista del Nankatsu, con un gesto de la mano, retornando la mirada al paisaje citadino de Tokyo
