-Apúrate Kazuki o llegaremos tarde –le reclamó Paola impaciente
-Para qué quieres ir a ver a otros equipos –preguntó su amigo curioso, colocándose unos lentes de sol
-Pues para analizarlos –contestó ella, como si fuera algo muy obvio
-Ya estoy, vámonos –le dijo Kazuki, poniéndose una gorra negra con una letra K bordada en blanco
Ambos amigos se dirigieron al estadio donde se llevaban a cabo los partidos del campeonato. Buscaron un buen lugar en las gradería y se pusieron a ver atentos el partido que ése momento jugaban los del Furano.
-Pues…parece que en Furano todo se basa en el juego de equipo y en la vitalidad que Hikaru pueda darles –comentó Paola pensativa
-Sí –murmuró Kazuki adormilado, resbalando de su asiento
-Si quieres vete, yo me quedo –le propuso su amiga algo fastidiada
-¿Y dejarte sola, ni lo pienses –reaccionó éste, mejorando la postura
-Como quieras, él único que sale perdiendo eres tú –contestó Paola encogiéndose de hombros
Kazuki miró de reojo a su amiga y lanzó un bufido de resignación. Ambos no notaron cuando detrás de ellos se sentaron unas muchachas, cuya conversación Paola escuchó sin querer.
-¿Cuándo se lo dirás? –le preguntaba una chica de lentes a la amiga que estaba junto a ella
-Nunca, no me atrevería –respondió tímidamente la otra
-Pero Yoshiko, debes decírselo
-Hikaru no debe saberlo, prométemelo
-Oh...bien –accedió su amiga nada convencida, después de analizarlo unos segundos
-Mira, ya terminó, vamos a verlos –le hizo notar la otra joven, poniéndose de pie y marchándose nuevamente
-Vaya, parece que las tontitas enamoradizas abundan –se burló Paola siguiéndolas con la mirada
-¿Qué dijiste? –preguntó Kazuki que estaba en la luna de Paita
-Nada –contestó su amiga de pocas pulgas al sentirse ignorada
-Ya me aburrí, me voy –suspiró Kazuki poniéndose de pie
-Bueno, nos vemos más tarde –le dijo Paola mientras él se dirigía a la salida- Espera, voy contigo, me compro algo y vuelvo –pidió ella siguiéndolo
Ambos salieron de las graderías; poco más allá Kazuki tomó una ruta distinta a la de su amiga y se fue. Paola se dirigió al kiosco a comprarse unos refrescos, entonces se encontró con Sanae y Kumi, que aparentemente también querían comprar algo.
-Vaya, vaya, miren con quién me encontré –comentó Paola sarcástica, destapando su lata de refresco
-Hola, ¿viniste a ver al Furano? –preguntó Sanae cordialmente
-Sí y qué –contestó la chica del Toho con desplante
-Por lo que veo sigues de mal humor –opinó la ayudante del Nankatsu sin inmutarse
-¿Y Ken? –intervino Kumi con ironía
-Qué, ¿lo estás buscando? –se burló Paola
-No, sólo pregunto, como los ví juntos ayer –agregó la otra ayudante del Nankatsu
-Lástima que a ti Tsubasa no te dá ni la hora –respondió Paola mordaz
-Basta, Kumi –le pidió Sanae, evitando la risa por el comentario, que quiérase o no, le agradó bastante
-Dime Paola, ¿eres la ayudante del entrenador o la ayudante de Ken? –preguntó Kumi con malicia picada por la otra chica
-Qué, ¿te interesa mucho?
-Lo que quiere decir es que ayer te vimos con Ken –aclaró Sanae evitando una trifulca
-Y qué con eso –inquirió Paola de mal humor
-Pues nada, al menos no pensamos mal –explicó Kumi sin dejar el tono irónico
-¿Piensan? –se sorprendió la chica del Toho con sarcasmo
-Mejor vámonos, los muchachos nos deben estar esperando –aconsejo Sanae viendo su paciencia agotarse
-¿No te cansa andar de arrastrada? –le preguntó Paola sin miramientos, viéndolas irse
Sanae se detuvo por un momento, dolida por el comentario, pero la ignoró y se fue, jalando a Kumi del brazo. Paola sonrió triunfal, había algo en tratar mal a los del Nankatsu que la llenaba de dicha. Una vez que terminó su refresco se dirigió nuevamente a las graderías, y como Mamoru llegaba tarde, entró corriendo al estadio y sin querer fue a dar contra ella.
-¡Torpe! –exclamó Paola adolorida, sobándose el brazo
-Disculpa, yo… -trató de explicarse Mamoru, entonces levantó la mirada y vio de quién se trataba
-Pero si eres tú, con razón –dijo la chica con fastidio al reconocerlo- Creo que organizaré una colecta para poder comprarle a todos los del Nankatsu un cerebro
-Discúlpame entraba muy apurado –se excusó el joven apenado
-No me interesan tus excusas, fíjate por dónde vas –lo increpó Paola enojada, retomando su camino
-¿Por qué siempre eres tan agresiva? –le preguntó Mamoru contrariado
-¿Yo, jajaja, no me digas que te asusté
-Claro que no
-Ja, mejor me voy –dijo la ayudante del Toho, dando media vuelta y retirándose
-Espera, no te vayas –le pidió el mediocampista del Nankatsu siguiéndola
-No sabía que eras masoquista –se burló Paola sin detener su camino
-No me respondiste, ¿por qué no te agradamos? –inquirió él caminando junto a ella
-No te des importancia, nadie que no esté en el Toho me simpatiza
-¿Nos verás jugar? –preguntó Mamoru con una sonrisa
-Qué, me vas a dedicar un gol o qué, jajaja –dijo Paola sarcástica, apresurando el paso
-Sí, si quieres te dedico uno que le meta a Ken –respondió el chico mordaz, deteniendo de una vez la marcha de Paola
-¿Tú, ¿meterle un gol a Ken? –preguntó ella incrédula volteando a verla con los ojos entrecerrados- No me hagas reír
-Te apuesto a que sí lo puedo hacer
-¿Me estás retando?
-Te apuesto lo que quieras a que sí logro anotarle, y no sólo un gol –la desafió Mamoru muy seguro de sí mismo
-Bien, bien, me parece correcto –accedió ella complacida- ¿Qué apuestas?
-Tú dime
-Lo que pida el ganador
-Trato hecho –contestó el muchacho, extendiendo una mano
-Esta apuesta la ganaré fácilmente –dijo Paola triunfal estrechando su mano
-Ya veremos. Tu amiguito confía tanto en él que le dolerá que yo le anote un gol
-No me gusta tu tonito, pero bueno. Ya me voy
-Adiós –se despidió Mamoru viéndola irse y continuando con su camino
-¡Qué tontos son los amigos de Genzo! –murmuró Paola mientras se alejaba
-¿Genzo? –musitó el joven sorprendido al escucharla, volteando a verla
