Capítulo XIV:Después del empate...
¿quién ganó la apuesta?
Cada quien se fue con su equipo. En el Toho no todos estaban en el bus; Ken, Paola y Kazuki no aparecían por ninguna parte, así que el entrenador decidió partir sin ellos. En el bus del Nankatsu Mamoru se veía pensativo mientras todos los demás festejaban.
-Sabía que lo lograríamos –dijo Ryo sonriendo satisfecho
-¡Somos tricampeones! –exclamó Hajime emocionado
-No olviden que el Toho también es campeón –les recordó Sanae no menos contenta por su victoria
-Lo importante es que nosotros logramos nuestro objetivo –aclaró Kisugi contento- Además Tsubasa podrá ir a Brasil con Roberto
-Pero antes debemos pensar en la selección –analizó Tsubasa sonriendo- Varios de nosotros fuimos convocados
-Es cierto, además Genzo y Taro se unirán a nosotros –comentó Ryo
-Me pregunto cuándo llegarán –se dijo Taki feliz de imaginarse en la selección
-Cómo reaccionará Genzo cuando sepa que Mikami mandó a Paola al Toho y que ahora es amiga incondicional de Kojiro –musitó Mamoru pensativo sin dejar de mirar por la ventana
-No creo que eso le preocupe –opinó Sanae tranquilamente- Genzo decidió que la vida de su prima se llevara a cabo independientemente de la suya, nunca se ocupó tanto de ella
-¿Qué tienes Mamoru, pareces triste –notó Kisugi preocupado- ¿Pudiste hablar con Takeshi?
-Sí, pero no pude hablar con Paola. No sé qué le pasó que salió corriendo antes que yo llegara
-Seguro se le cae la cara de vergüenza, ella juraba que el Toho nos ganaría por mucho –se burló Ishizaki haciendo caras
-No digas eso Ryo –lo espetó Mamoru mirándolo con enojo- Además no creo que haya sido por eso, a ella le pasaba algo más
-Seguro discutió con el novio, típico –comentó Kumi irónica
-Dejen de ocuparse de la vida de otros. Si Paola y Ken tuvieron algún contratiempo no es cosa suya, no se metan –les dijo Tsubasa aburrido
Paola, por su parte, había salido corriendo sin rumbo fijo. Ken la siguió hasta cierto punto pero después la perdió de vista. Kazuki logró encontrarla, pero la vio demasiado triste como para hablar con ella de lo ocurrido, así que decidió sentarse junto a ella en una plaza y acompañarla en silencio.
-Mejor vete, quiero estar sola –murmuró su amiga cabizbaja
-No me iré, estaré contigo hasta que decidas regresar –contestó su amigo tozudamente
-No quiero regresar, no por el momento
-¿Te decepcionamos? –preguntó Kazuki entristecido
-No, no lo hicieron –negó ella con la cabeza
-Entonces por qué te pusiste así
-Tú lo sabes...
-No, ya no sé nada, dímelo tú
-No quiero hablar del asunto –pidió Paola, evitando mirar a su amigo
-Estaré aquí por si quieres que alguien te escuche
Varios minutos de silencio los envolvieron, hasta que por fin se rompió con la confesión de Paola.
-¿Sabes? Cuando llegué a Japón tenía miedo, miedo de que me rechacen
-Nadie te rechazó
-Genzo sí lo hizo, y también sus amigos –recordó la joven dolida- Lo único que yo necesitaba era un poco de paciencia y amistad. Era muy pequeña cuando llegué, no conocía a nadie, creí que con el tiempo Genzo me entendería y me querría, pero no fue así
-Nosotros te queremos –aseguró Kazuki con una leve sonrisa
-Pero él no, y es de mi familia. Sus amigos sólo se burlaban y me alejaban, creían que era la mejor medicina para una niña tan odiosa
-Por eso los odias –dedujo su amigo conmovido
-No sólo por eso. Cuando Mikami me iba a traer al Toho todos estaban en casa de Genzo, vieron cómo me iba. Lo único que escuché fueron palabras de burla acerca de que todo iría mejor si yo me iba, que era como una peste
-¿Quién dijo eso? –preguntó Kazuki, apretando un puño con rabia
-No lo sé, tampoco me interesa –contestó Paola vagamente- Lo que sé es que nadie me quería ahí y como nadie me quería no tenía por qué ser amable con ellos. No pueden poner mi carácter como excusa, porque cuando yo llegué al Toho me comportaba igual, pero ustedes se acercaron a mi, no me rechazaron. Al contrario, mientras peor me portaba trataban de demostrarme que podían ser mis amigos, sobre todo tú, y no sabes cuánto te lo agradecí y te lo agradezco todavía
-Sabía que detrás de esa máscara de maldad y groserías, estabas tú, mi mejor amiga –confesó Kazuki sonriendo con ternura- Nosotros somos o fuimos como tú, tratando de alejarnos de quienes podían dañarnos, así que por eso te entendimos
-Nunca les hice nada a los amigos de Genzo, pero igual me odiaban
-No creo que Genzo te odie
-Yo creo que sí –admitió Paola con amargura
-Jajaja, creo que morirá de la sorpresa cuando sepa que eres amiga de Kojiro –rió Kazuki imaginando la cara del portero japonés
-No me importa, Kojiro significa más para mi que Genzo. Él sí supo ganarse mi aprecio, de todos modos, tal vez él y yo somos iguales. Nadie supo tratarnos, pero ya nos rechazaban
-Ven –le dijo él poniéndose de pie y extendiéndole una mano- Vamos a tomar algún refresco que muero de calor, mira que me hiciste correr cuando recién terminaba de jugar
-Está bien –accedió ella esbozando una sonrisa- Pero yo pago, porque tú eres el campeón y yo debo de celebrar eso y que seas mi mejor amigo –agregó, tomando la mano de Kazuki, poniéndose de pie y marchándose con él
Luego de unas 2 horas Paola y Kazuki regresaron al Toho. Entraron al comedor para cenar y sus amigos ya estaban ahí. Ken no levantó la cabeza de su plato para saludarlos, los demás bromeaban acerca del tiempo que desaparecieron juntos.
-Paola, cuando te vi salir corriendo, creí que estabas escapando con la bandera del campeonato, jaja –se burló Matsuki, desatando la risa de los otros
-Hasta me hiciste alegrar, jaja –añadió Koike divertido
-Kazuki, tengo una duda ¿no estabas cansado luego del partido? –inquirió Kojiro como quien no quiere la cosa- Creo que engañaste a todos porque en la cancha no dabas un paso más, pero sin embargo, saliste corriendo tras Paola
-Seguro la fuerza de su corazoncito bajó hasta sus piernas, jaja –bromeó Shimano
-Les pido disculpas a todos, no debí hacer lo que hice –se excusó Paola mientras sus amigos seguían riendo- Y claro que me dá mucha alegría que hayan salido campeones
-Te disculpamos si nos devuelves la bandera, jaja –alegó Matsuki divertido
-Qué chistoso –murmuró Kazuki malhumorado
-Sí, Paola, dónde llevaste la bandera, ¿no la regalaste? –preguntó Ken sonriendo sarcásticamente y sin levantar la mirada- Es que no sería lo primero que regalas
-Basta Ken –le pidió Kojiro seriamente
-¿Por qué no lo explicas? –siguió el karate keeper apretando los dientes, levantándose de su asiento y apoyando violentamente las manos en la mesa, pero sin levantar la mirada- O acaso no confías en nosotros, porque supongo que le contaste a todos lo de tu apuesta...
-Ken... –musitó Paola apenada
-Qué apuesta –preguntó Kazuki escéptico
-¿No les dijiste que apostaste con un amiguito tuyo a que ganaríamos? –insistió Ken sarcástico mirándola fijamente- Hummm, pero según recuerdo apostaste también que no me anotarían ni un gol. Pues lo siento, perdiste, ¿ahora qué harás, ¿irás a festejar con ellos? –añadió mirándola fríamente, saliendo luego del comedor dando un portazo
-¡Ken! –estalló Kojiro indignado
-¿Apostaste, ¿con quién? –preguntó Kazuki incrédulo
-Luego les cuento, ya vengo –contestó Paola avergonzada, saliendo tras Ken- Escúchame –le pidió cuando lo alcanzó cerca de unos jardines del colegio
-Qué quieres decirme –respondió él secamente sin voltear- ¿Regalaste la bandera, qué novedad
-Por qué me tratas así, si salí corriendo fue porque quería ganar, sé que fue algo absurdo de mi parte, pero igual salimos campeones, ¿no?
-El campeonato no es el asunto aquí –aclaró él volteando a mirarla con el ceño fruncido- Te lo preguntaré una última vez y espero que seas sincera: ¿dónde está tu medalla?
-Está bien, seré sincera –aceptó Paola suspirando profundamente- No lo sé, la perdí, se me cayó
-Se te cayó o la regalaste
-¿Qué dices? –se ofendió ella- Nunca la regalaría, me la diste tú
-No creo que te importe –espetó el muchacho dolido- Mira, tu amiguito me la devolvió –añadió mostrándola la cadena de plata
-¿Qué amiguito, ¿por qué me hablas así? –le reclamó Paola indignada
-Quién más que Mamoru
-¿Cómo la tenía? –indagó ella curiosa
-Creo que yo debería preguntarte eso, no tú a mi
-Te juro que no sé cómo la tenía
-No me jures nada, ya no te creo...
-¿Qué? –musitó la muchacha dolida
-Hasta apostaste, me apostaste, ¿tanto confiabas en mi, pues te defraudé
-No te aposté, quería demostrarle que tú eres mucho mejor que él, y no me defraudaste
-Pues creo que la respuesta es obvia, si tanto te importaba el regalo que te dí por qué se lo diste a él
-No se lo di –insistió Paola impaciente
-Entonces qué casualidad que lo haya tenido –siguió él sin entender- Mira, me quiero ir de aquí, no me siento bien –agregó, volteando para irse
-Nunca te mentí –murmuró Paola entristecida
-Eso no lo sé –respondió Ken decepcionado, alejándose
Paola sólo atinó a verlo mientras se iba, sin decirle nada más. Cerró los ojos y suspiró profundamente, se dio media vuelta y se fue caminando lentamente. Al pasar por un pasillo levantó la mirada y leyó el cuadro que había sobre la puerta "Dirección", tocó a la puerta y entró en el lugar.
Por la noche, en el Toho todos estaban en sus dormitorios, menos Takeshi, que en una esquina del colegio esperaba a alguien.
-¡Takeshi! –llamó alguien en voz baja, acercándose lentamente
-Por fin llegaste –susurró Takeshi
-No sabía qué decirles a mis amigos para poder salir –explicó Mamoru misterioso
-Ven, acompáñame –le pidió el chico del Toho, y luego de hablar con el celador entraron en el colegio y se dirigieron al área de los dormitorios. Sigilosamente caminaron por unos pasillos, por fin, se detuvieron frente a una puerta- Aquí es, mantente tras mío –ordenó en voz baja
-Pero...
-Guarda silencio –le pidió, tocando luego a la puerta, entonces se escuchó correr el seguro, la puerta se abrió mostrando a alguien que se asomó
-Takeshi, qué haces aquí –inquiró Paola sorprendida, en susurros
-Alguien quiere hablar contigo –confesó su amigo
-¿Conmigo, pues quién
-Yo, yo quiero hablar contigo –confesó Mamoru saliendo de la oscuridad
-¡Qué hace él aquí! –exclamó Paola tratando de controlar el volumen de su voz
-Por favor, no te enojes conmigo, pero creo que tienes que hablar con él –explicó Takeshi
-Está bien, entra –accedió al fin la muchacha luego de analizarlo- Y tú Takeshi...mejor hablamos mañana
-Buenas noches –se despidió su amigo con una sonrisa de complicidad
Con una seña de la cabeza, y observando que no haya curiosos, Paola hizo pasar al muchacho a su habitación y posteriormente cerró la puerta con seguro (no piensen mal XD). Mamoru entró tímidamente. La habitación no era muy grande, pero se veía cómoda, con todo lo necesario como para una estancia placentera.
-Siéntate –ofreció Paola con un gesto de la mano
-Gracias –respondió él algo cohibido, sentándose en el sillón más próximo
-Vé al grano, a qué viniste –preguntó la muchacha sentándose en una silla frente a él- Está prohibido que recibamos visitas, menos de noche
-¿Recibiste tu medalla? –inquirió él curioso
-No, Ken se la quedó, pero supe que tú la tenías –contó amargamente
-Sí así es –confirmó el chico algo incómodo, notando entonces que una sombra de tristeza había en los ojos de la muchacha- ¿Te pasa algo, pareces triste
-No, no tengo nada –contestó ella secamente, arreglándose el cabello nerviosamente- Qué querías decirme
-Ya recordé que eres la prima de Genzo –contó Mamoru tranquilamente
-¿Y? –preguntó ella sin inmutarse
-Bueno, no es eso de lo que vine a hablar, sólo quería que lo supieras
-Habla claro, a qué viniste
-Estuve pensando y creo que la apuesta que hicimos es muy tonta, así que...
-¡Ah, la apuesta! –recordó Paola- Pero no sé quién ganó
-Creo que empatamos –murmuró Mamoru sin dejar de sentir incomodidad al estar solo con ella
-¿Entonces ambos tendremos que cumplirla? –preguntó Paola en un tono levemente divertido
-Creo que sí, al menos en parte –admitió el joven, desenvolviendo un paquete que traía consigo y que se trataba de una bandera- Mira
-Qué es eso
-La bandera que me pediste –explicó Mamoru satisfecho, extendiendo el blasón
Paola se acercó a verla detenidamente: efectivamente, era una bandera con los colores del Nankatsu en la que decía: "no somos los peores, somos los mejores, al igual que el Toho")
-¿La bandera? –inquirió la muchacha gratamente sorprendida
-Sí, pero como verás no dice lo que originalmente acordamos, lo cambié -reconoció Mamoru sonrojado- Además creo que tengo derecho a no disfrazarme de pollo y a simplemente mostrar la bandera
-Por mi parte, no te felicité frente a mis amigos –analizó Paola sonriendo levemente
-Y no tienes que hacerlo, sólo quiero que pases un día conmigo –pidió el muchacho con vergüenza
-No sé si agradecerte o echarte de aquí –lo increpó Paola frunciendo el ceño- Pero... está bien, un trato es un trato –añadió suavizando el gesto
-Sabía que podía confiar en ti –aseguró Mamoru sonriendo complacido
-¿Confías en mi? –indagó ella boquiabierta- ¿O sea que me creíste cuando dije que cumpliría la apuesta?
-Claro que te creo, ¿por qué no habría de hacerlo? –preguntó él encogiéndose de hombros
-No todos me creen –admitió Paola cabizbaja
-Pero, tendrás que acompañarme por toda la ciudad con la bandera –acotó Mamoru, notando la tristeza de su interlocutora
-¿Acompañarte? –preguntó viéndolo extrañada
-Sí, ambos debemos anunciar que somos campeones, ¿no?
-Creo que sí –aceptó Paola más animada- Pero tendremos que hacerlo pronto
-¿Por qué, si es por Genzo que llegará pronto...
-No es por él –lo interrumpió la joven- Mira, te lo diré, al fin que da igual. En unos días me iré
-¡¿Qué!
-Regresaré a Alemania, pero no me preguntes más –le pidió restándole importancia al asunto, tomando la bandera- Qué bonita, no creo que la hayas hecho tú
-No, Sanae me ayudó
-¿Sanae?
-Sí, me dijo que yo solo no podría –confesó Mamoru haciendo un puchero, de repente un golpe en la puerta los interrumpió
-Espera aquí, yo abro –susurró Paola extrañada, dirigiéndose a la puerta y asomándose- ¿Qué haces aquí? –preguntó sorprendida
-Tengo que hablar contigo, porque... –trató de explicar Ken avergonzado, bajando la mirada y descubriendo la bandera- ¿Qué es esto? –preguntó, quitándole el objeto
-Dámela –exigió la joven tratando de recuperarla
-Qué demonios es esto –exclamó su novio ¿o ex novio? Como sea, leyendo la inscripción- ¿De dónde la sacaste?
-Dámela, no es mía
-Esta bandera es del Nankatsu –dijo Ken desconfiado, mirándola y entrando abruptamente en el dormitorio, viendo al visitante- ¿Qué hace él aquí?
-Ken, vete, te lo suplico –le pidió Paola abrumada, mientras Mamoru no decía nada, simplemente se levantó en actitud defensiva
-Claro que me voy, ¿cómo pudiste? –exclamó decepcionado- Nunca creí que nos traicionarías así –añadió, marchándose luego de arrojar la bandera al piso
-No los traicioné –murmuró Paola acongojada, cerrando la puerta
-Creo que me iré, no quiero causarte problemas –le dijo Mamoru apenado, recogiendo la bandera
-Los problemas me los causo yo sola. Por favor, no le cuentes nada a tus amigos
-No te preocupes. Pero... quiero preguntarte algo más
-¿Qué es?
-¿Por qué nos odias?
-Sólo correspondo a sus sentimientos, eso es todo –respondió Paola simplemente- Ahora será mejor que te vayas, adiós
-Adiós...
Mamoru le dedicó una última sonrisa y se fue, aun analizando la respuesta de la Wakabayashi.
