Capítulo XV:¿PAOLA SE VÁ DEL TOHO?
Paola se encontraba en uno de los jardines de su colegio, leyendo sentada en una banca de mármol. Entonces alguién se acercó a hablarle, indicándole que la buscaban en la Dirección.
-¿Puedo pasar señor Director? –preguntó la joven, entreabriendo la puerta de su oficina luego de tocar
-Pasa, pasa muchacha –le pidió el hombre cordialmente
-Gracias –contestó ella notando que el Director no se hallaba solo
-Mira, te vinieron a buscar –le dijo el hombre con una sonrisa
-Hola –saludó Genzo sonriente, volteando a verla
-¿Qué haces tú aquí, ¿dónde está Mikami? –inquirió Paola enojada
-No pudo venir, pero me dijo dónde podía recogerte –contestó su primo tranquilamente
-Mejor los dejo solos para que hablen –dijo el Director del Toho notando el ambiente de tensión, saliendo de su oficina
-No me iré si no viene Mikami a recogerme –se obstinó Paola cruzándose de brazos
-Veo que sigues tan terca como siempre –comentó Genzo fastidiado- Por lo demás sí que cambiaste, nunca te hubiera reconocido, creciste mucho
-No me interesan tus comentarios hipócritas, contigo no me iré –contestó Paola ácidamente
-No insistas, te irás conmigo, mis padres te están esperando
-Ya te dije que no me voy, además ni me despedí de mis amigos. No me dijeron que vendrían por mi tan pronto
-Irás a casa, mis padres quieren estar contigo unos días antes que te vayas
-¿Qué casa, ésta es mi casa –aclaró Paola indignada
-No voy a discutir contigo, vé a recoger tus cosas que nos iremos hoy –insistió su primo imperturbable
-Está bien, pero tendrás que venir conmigo, no pienso cargar mis maletas –alegó la muchacha haciendo un mohín de disgusto
-Camina, yo voy tras tuyo –le pidió su primo suspirando resignado
Ambos salieron de la dirección con rumbo a la habitación de Paola. La joven caminaba altiva, mientras Genzo iba detrás de ella. Todos en el colegio los veían extrañados. Kazuki alcanzó a verlos y fue a hablar con Paola.
-¿A dónde vas, ¿quién es él? –preguntó intrigado- No me digas que es...
-Sí, es él –respondió su amiga con fastidio- Genzo, te presento a Kazuki, mi mejor amigo
-Hola –saludó Genzo con un gesto de la cabeza
-Hola –murmuró Kazuki extrañado- ¿A qué vino? –inquirió luego a su amiga
-Te dije que un día tendría que irme, vino por mi –explicó ella tranquilamente
-No puedes irte tan pronto –alegó Kazuki incrédulo- Ni siquiera te despediste de los demás
-Les dejaré una nota, de todos modos prefiero evitar las despedidas tristes –admitió Paola evitando mirarlo a los ojos mientras continuaba con su camino
-¿Y de Ken? –inquirió su amigo en voz baja
-Ya no importa si me despido o no de él –contestó la muchacha con fastidio
-No hablas en serio –murmuró Kazuki entristecido
-Hablo en serio –aseguró Paola mirándolo fijamente- Mejor me apuro, Genzo no es un dotado de paciencia –acotó apresurándose
-Te escuché –hizo notar Genzo aburrido
-Y quién dijo que no quería que escuches –alegó mordazmente, luego le habló a Kazuki con cariño deteniéndose un rato- Cuídate ¿sí? No creas que no me comunicaré con ustedes, les llamaré y te mandaré algo
-Quédate –le pidió su amigo tomándola de la mano
-No puedo y lo sabes mejor que nadie –contestó ella cabizbaja, zafándose con suavidad- Adiós, ¡ah! Y quiero que sepas algo y que se lo digas a los muchachos: nunca les fallé, no les mentí jamás, ¿Cómo iba a traicionarlos?. Si tuve entre mis manos una bandera que no fuera del equipo fue porque tenía que cumplir una apuesta, nunca fallaría a mi palabra
-¿Y eso?
-Ya lo entenderás –concluyó su amiga sonriendo con tristeza, alejándose, mientras Kazuki la siguió con la miarada- ¡No me hagas quedar mal en la Selección, esfuérzate mucho, te estaré viendo! –gritó Paola despidiéndose con una mano
-¡No te fallaré, te lo prometo, ¡adiós Pao! –se despidió Kazuki agitando el brazo
Una vez en su habitación Paola se puso a recoger sus cosas, poniéndolas cuidadosamente en unas maletas muy grandes. Luego de terminar agarró una pequeña maletita, dio media vuelta antes de salir y vio con nostalgia el que hasta ese entonces era su dormitorio.
-Vámonos –murmuró saliendo
-¿Te trajiste toda una casa o qué? –exclamó Genzo indignado- Mira el tamaño de tus maletas
-Tú dijiste que las cargarías, así que ¡arriba! –respondió ella sonriendo burlona
-Ni loco llevo yo solo todo eso –reclamó el muchacho fastidiado, sacando su celular- Llamaré al chofer para que me ayude
-No sabía que ahora andabas en el carro de tus padres
-Era inevitable, sé lo mucho que odias caminar
Genzo llamó al chofer y con su ayuda sacó las maletas de Paola. En la salida, Paola se encontró con sus amigos.
-No dijiste que te ibas –comentó Kojiro sombríamente
-¿Te ibas a ir sin despedirte? –le preguntó Matsuki dolido
-¿Te hicimos algo para que quieras irte? -inquirió Shimano entristecido
-Hola Kojiro, no sabía que eras amigo de Paola –se sorprendió el portero del Hamburgo- ¿Cómo has estado?
-No creo que te importe –respondió Kojiro secamente- De todos modos he estado bien ¿y tú, cómo te trató Alemania
-No me puedo quejar –contestó Genzo notando que no era muy bienvenido que digamos- Paola ya vámonos...
-Espérame en el auto, enseguida iré –le pidió su prima, Genzo hizo un gesto con la gorra y se fue con el chofer
-¿Y? –insistió el tigre japonés
-Tenía que irme algún día, el momento llegó, eso es todo –explicó Paola cabizbaja
-¿Por qué? –preguntó Koike apenado
-Es algo inevitable...
-¿Te están obligando? –sospechó Takeshi alarmado
-No, en realidad debo hacerlo, es por mi bien
-No te entiendo –reconoció Kojiro confundido
-Mira, cuando era pequeña estuve muy enferma, los médicos no sabían qué tenía –contó la joven- Los huesos me dolían mucho, así que todo el tiempo me la pasaba con médicos cuidándome. Poco a poco fui mejorando y mis tíos decidieron traerme para estar en contacto con gente de mi edad para que me sintiera mejor. Sin embargo Genzo no me aceptó, así que por eso llegué al Toho
-Eso no explica que te vayas –alegó Shimano indignado
-Sí que lo explica. Los médicos me dijeron que luego de unos años yo debía volver a realizarme unos análisis para saber cuánto había mejorado, si no es muy alentador el pronóstico tendré que quedarme allá
-Pero si estás bien, ¿volverás? –preguntó Takeshi esperanzado
-No sé, no creo –admitió Paola con tristeza- Mis tíos quieren ir a radicar a Alemania porque Genzo ya juega allá y quieren que yo vaya con ellos
-Quédate con nosotros –le pidió Imai
-Qué más quisiera yo, pero no puedo, toda mi familia está allá
-¿Y nosotros acaso no hicimos una familia contigo? –inquirió Kazuki dolido
-No me lo hagan más difícil –les pidió Paola aguantando las ganas de llorar- Nunca me vieron llorar y no permitiré que el último día que me vean me vean llorando. Adiós muchachos
-Sabes que siempre seré tu amigo –aseguró el capitán del Toho con una sonrisa- No te olvides de nosotros, te extrañaremos, toma –le dijo, entregándole una camiseta del equipo- Es una camiseta del equipo firmada por todos, espero que siempre la conserves contigo
Paola recibió el presente conmovida, además de un abrazo de despedida de Kojiro. Uno a uno todos sus amigos se acercaron a despedirse de ella. El último fue Kazuki, quien no pudo evitar derramar una lágrima.
-Más te vale llamarme si algún alemán quiere sobrepasarse contigo –le dijo abrazándola con fuerza
-Claro que lo haré, te extrañaré mucho –contestó su amiga, limpiando con delicadeza la lágrima con una mano
-Ken no vino –notó Kawabe preocupado
-Lo busqué por todas partes, no lo encontré, creo que fue a su casa –respondió Furuta disconforme
-Despídanme de él, díganle que nunca quise herirlo –pidió Paola sonriendo levemente con amargura- Pero él me hirió más, yo nunca le mentí pero él no creyó en mi. Denle esto por favor –dijo, entregándoles una pequeña caja envuelta en papel de regalo- Adiós muchachos, a los que vayan a la selección los veré por la televisión jugando en el mundial juvenil, a los demás, pues no dejaré de escribirles
Paola les sonrió y se fue. Subió a su automóvil y se despidió de ellos desde la ventana con un gesto de la mano. Sus amigos la siguieron con la mirada, Kazuki bajó la mirada y una nueva lágrima se deslizó por su mejilla, dio media vuelta y se fue. Poco a poco todos se fueron, menos Kojiro, que se quedó parado en el mismo lugar como esperando algo. De pronto alguien apareció atrás de él.
-Fue una cobardía que no hayas venido a despedirte –comentó simplemente el moreno jugador
-No podía, estoy muy enojado –alegó Ken sin inmutarse
-Pues que el enojo te dure mucho –le dijo su amigo mirándolo con dureza- Porque no creo que vuelvas a verla nunca más, no sé qué le hiciste pero la heriste mucho. ¡Ah, toma, te dejó esto –agregó entregándole la cajita y dispuesto a irse-) Nunca me imaginé que harías algo así, te desconozco, ella nunca te hubiera fallado, pero tú sí le fallaste por unos celos absurdos que ni los tenías bien fundados
Kojiro se fue enojado, dejando a Ken mirando absorto la cajita. La abrió y en ella encontró un pequeño dije de cristal que tenía la forma de una media luna. Debajo de ella había una notita que decía: "¿Sabes, la luna está destinada a estar sola, porque es simplemente un astro sin luz, y jamás debe pretender acercarse al sol, además nunca podría hacerlo, porque es imposible. Por toda la eternidad ha sido y será así: el sol nunca podrá unirse a la luna. La luna recibe la luz del sol para poder brillar, pero sólo es por poco tiempo, luego sigue como al principio: en la oscuridad. Gracias por todo el tiempo que compartiste conmigo, lo único que lamento es que cuando más te necesité no confiaste en mi, pero no importa, yo seguiré, contigo...o sin ti. Adiós, tal vez para siempre. PAOLA" (lamento el momento cursi ¬¬)
