Lily Evans

Aún recordaba perfectamente aquel día, parecía que el tiempo se había esfumado desde entonces. Los siete años que llevaba en Hogwarts, ahora que lo pensaba transcurrieron como segundos. Sin embargo, ningún detalle de su descubrimiento y de su estancia se borraba de su memoria, cada recuerdo era algo latente que podía volver a revivir cuando quisiera.

Solo tenía once años cuando en una misteriosa mañana del 7 de Junio una enorme lechuza golpeo su ventana. Su hermana Petunia había dado un grito de horror al ver aquel enorme y feo animal en su casa, pero Lily se hallaba tranquila, como si toda su vida hubiese esperado que algo así sucediera.

-Tranquila Petunia- le indico a su hermana - O la pondrás nerviosa ¡Mira! -Le indico de sorpresa con su dedo índice un pequeño sobre que venía amarrado en una pata de la lechuza haciendo saltar a Petunia a un lado -Trae correspondencia. -Con confianza desato el nudo que aferraba la carta a la pata del animal y comenzó a examinar el sobre -Va dirigida hacia mi… dice mi nombre gritó impresionada. -Petunia que se hallaba cerca de ella le dirigió una mirada cargada de asombro y desagrado.

El señor Thomas Evans, quien había oído todo el alboroto desde su placido sillón ubicado enfrente de una enorme pantalla de televisor, corrió a donde se encontraban sus dos hijas y tomó con asombro el sobre que le había extendido Lily.

-"Lo Trajo ella para mi".

Le indico a un animalejo que se hallaba acomodado en la ventana esperando recibir una respuesta. Observo el sobre y le dio unas cuantas vueltas, aunque se veía totalmente indefenso, que lo hubiese traído una lechuza era un suceso bastante extraño como para desconfiar del insignificante sobre. Alguna vez en su vida había escuchado que los magos transportaban su correspondencia de esta forma, pero había sido un cuento, por esta misma razón se sintió aun más confundido.

-Llama a tu madre- Le indico Thomas Evans a su hija Petunia que aun continuaba con una expresión de espanto, la muchacha inmediatamente obedeció a su padre y corrió despavorida hacia donde se encontraba la señora Evans, que al escuchar aquel relato miraba incrédula el rostro blanco y rubicundo de Petunia.

Tomaron la carta nerviosamente y comenzaran su lectura no sin miedo, temiendo que una terrible noticia apareciera entre las extrañas hojas adornadas con una tinta brillante y verde.

COLEGIO HOGWARTS DE MAGÍA Y HECHIZERÍA

Director Albus Dumbledore

(Orden de merlín, Primera clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos, Jefe Supremo Confederación Internacional de Magos).

Estimada señorita Lily Evans:

Tenemos el placer de informarle que usted tiene una vacante en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista con el equipo y libros necesarios. Esperamos su lechuza no más tarde del 31 de Junio.

Muy cordialmente

Minerva Mc Gonagall

Directora Asistente.

Thomas Evans releyó la carta una y otra vez, pensando que había ocurrido alguna clase de equivocación, pero era evidente que esto no podría haber sucedido. La señora Evans en cambio, sabía que estoy podría llegar a pasar en su familia, sin embargo nunca espero que una de sus hijas fuera la afortunada, por lo que esto era motivo de orgullo. Le dirigió una larga mirada a Thomas que de inmediato pareció comprender lo que su esposa quería decirle, entonces se apresuro hablar dirigiéndole una gran sonrisa a Lily que esperaba atónita un respuesta.

-¡Vaya! Exclamó Tenemos una bruja en la familia.

Petunia había puesto cara de espanto y desprecio ante esta noticia, su hermana era un fenómeno asqueroso e imposible, la magia jamás había existido ¿Qué pensarían los demás si supiera de aquella aberración?

A pesar de esto sus padres actuaban con total normalidad, se veían orgullosos, cosa que no se explicaba ¿Cómo era posible todo esto?

Se quedo inmóvil unos instantes observando a su hermana que parecía aun más asombrada que ella, luego sin decir nada subió las escaleras y se refugió en su habitación, con la firme decisión de olvidar aquel terrible suceso. Su Hermana siempre había sido una aberración, a veces movía cosas de los lugares sin tocarlo, otras las rompía sin tirarlas. Todo esto era signo de su enfermedad, como lo llamo ella…

...….

Cuando entró por primera vez a Diagon Alley acompañada de su Padre, jamás pensó que podría llegar a existir un lugar como este. Su padre deambulaba con naturalidad por las atestadas calles de la avenida principal como si todo aquello lo fuera, era raro que el estuviera tranquilo si al igual que ella jamás había entrado a un mundo tan distinto como al que acostumbraban habitar. Gente con vestimentas estrafalarias se deslizaban apresuradas por las distintas tiendas que poblaban las calles, las había de mascotas, librerías, droguerías, de varitas. Pequeños hombrecitos corrían acelerados, tenían un rostro feo y poco amigable, una nariz larga y puntiaguda al igual que sus orejas y hábiles manos que transportaban libros y paquetes singularmente envueltos, parecían comerciantes, pero no le importo mucho tiempo, pues su mirada se dirigió a un imponente edifico repleto de aquellos curiosos personajes.

-Este es el lugar que me han indicado para conseguir dinero- El señor Evans le señalo a Lily que miró asombrada El dinero nuestro no sirve en este lugar, pero podemos hacer unos arreglos. -Tu padre es un haz de los negocios.

Una enorme lista de útiles les indicaba un serie de materiales que debía poseer para comenzaran el año escolar, libros de embrujos, de transformaciones, de defensa contra las artes oscuras, de pociones. Pensó que esta última sería su materia preferida, siempre le había encantado la idea de manejar un caldero y preparar cosas inimaginables, por lo que fue inmensamente feliz al recibir su primer libro "filtros y pociones mágicas".

Al terminar las compras de libros y materiales manuales se dirigieron la tienda de uniformes. La señora Malkin, una mujer gorda que vestía con una abundante capa, amablemente subió a Lily a una pequeña silla y comenzó a tomar sus medidas, le indicaba extrañas maromas y posiciones, por lo que dudo bastante de las capacidades de la modista, sin embargo, para su sorpresa con un simple movimiento de varilla, la señora Malkin hizo aparecer un paquete señalando que todos los uniformes ya estaban listos. Este asombroso suceso hizo que Lily recapacitara, comprendiendo que aún faltaba lo más importante (a su parecer), la varita.

Cuando entró a Ollivander, un extraño hombre la saludó. A esas alturas era ridículo pensar que alguien era curioso, porque todo lo que estaba sucediendo lo era, sin embargo este hombrecillo seguía siendo algo inusual, Pensó Lily. Pues le hablaba como si la conociera y supiera cuales eran sus preferencias. Tomó sus medidas desde la punta de su dedo, que le hizo extender, hasta la articulación media del antebrazo y después de esto hizo aparecer algo entre sus manos.

-Ya sé cual es la varita perfecta para usted- Indico con una gran sonrisa -Diez pulgadas y un cuarto de larga, elástica hecha de sauce, una varita blanda especial para encantamientos -Se la acerco a las manos -Tómela, estoy seguro que la varita la escogerá a usted.

Y no se equivocaba, un brillo emano de la varita e iluminó el rostro de Lily, que maravillada pensó que esto no podría estar ocurriendo y que pronto despertaría…

Ahora que lo pensaba después de siete años, el sueño aún no acababa. Mil cosas maravillosas comenzaron a pasar en su vida.

Jamás olvidaría aquel día en cual piso por primera vez Hogwarts, un sombrero cantante y parlanchín le había dicho algo que guardaría en su memoria por siempre…"tu valor cambiara muchas cosas", después de esto había gritado sobresaltándola ¡Griffindor!. Por lo que apenas tuvo tiempo para pensar en todo ello y ya había corrido a sentarse con sus compañeros de casa que la vitoreaban con silbidos y aplausos. Muchas cosas de aquel lugar no las había comprendido en primera instancia, de hecho aún con 17 años le eran un misterio, de todas formas se había adaptado a las normas, se desenvolvía correctamente, era buena alumna y apreciada por sus pares. Jamás había asistido a un castigo, quebrantado una norma o hecho algo indebido. Su estancia en Hogwarts era algo mágico en su vida que no quería estropear por pequeñeces.

….…

Sino hubiera estado tan aburrida con la poción que preparaba, jamás se habría perdido en sus pensamientos y derramado un frasco con extraño olor que apenas si pudo leer la etiqueta. Slughorn, el profesor, le dirigió una mirada de decepción. Severus Snape, un muchacho de rostro pálido y greñudo, que había observado todo soltó una sonrisa triunfal. Lily Evans había cometido su primer error en clase de Pociones, lo que le serviría para alegrar todo su oscuro día.

-Lastima Señorita Evans- exclamó Slughorn al final de la clase -Su elixir ha sido todo un éxito, pero tendrá que quedarse limpiando el desastre que ha dejado en mi salón.

Pareciera que el profesor Slughorn puso especial énfasis en ser oído, pues todos se voltearon y vieron a Lily, sorprendidos ya que jamás escucharon a un profesor reprendiéndola ni el la forma más leve, como ahora.

-Debe de estar molesto por que no has asistido a las reuniones de ese estúpido grupo que tiene y como te ha visto cometer un error, te ha puesto en vergüenza delante de todos -dijo Alice -Y lo que me da más rabia , es que Severus Snape gozó con tu castigo… ¡Que Asco de Mago!- Exclamó Alice en voz alta al verlo pasar.

-No importa -Respondió Lily a su amiga -De todas formas ha sido culpa mía, si hubiese estado atenta a la clase y no en otro lugar jamás hubiese derramado ese frasco y… -vio sus manos -No tendría las manos manchadas ni con este olor pestilente.

-Pero ha sido una injusticia… -continuó Alice -Tu jamás has cometido un error en clases, hasta hace poco eras la preferida de Slughorn.

-Las cosas cambian -Dijo finalmente Lily -En todo caso me alegra que me deje en paz, así no estaré obligada a asistir a esas molestas reuniones.

Ambas continuaron caminando por lo enredados pasillos de Hogwarts hasta llegar a la sala común de Griffindor, en donde se encontraron con la señora gorda que vestía con un anticuado vestido rosa retocado durante los últimos años.

-Buenos días Jovencitas- Las saludo con afectada elegancia- Su clave por favor…

-A contrario sensu (en sentido contrario) -Le contestó Lily de inmediato. No tenía ánimos de iniciar una charla con la señora gorda, la que le dirigió una mirada de desdén.

El molesto James Potter

Sentado en un sofá a un lado de la chimenea se encontraba un muchacho de pelo negro y alborotado que jugaba con una snich, parecía gozar lanzarla al cielo y cogerla de una marea particularmente difícil. Sus amigos, especialmente Peter Pettigrew, un muchacho pequeño regordete y rubio, aplaudía ansioso la destreza de James, sin embargo este no se inmutaba, pues continuaba con sus piruetas repetitivamente que cada vez se hacían más dificultosas. Sin embargo se detuvo de súbito al ver abrirse el agujero en la pared de la sala común. Una muchacha delgada con una abundante mata de cabello rojo y unos impresionantes ojos verdes almendrados, entraba acompañada de su amiga.

-¡Evans! -Se puso de pie y camino hacia ella decididamente -Supe que Slughorn te ha castigado -Comento sin ánimos de burlarse mientras despeinaba su cabello.

-Potter -dijo Lily mirándolo severamente- Hoy no tengo ganas ni tiempo para escuchar tu bromas. El profesor Slughorn me ha castigado al final de la clase… -admitió con vergüenza -Pero no le hallo lo divertido al asunto, he tenido bastante con la sonrisa de Snape para que tu vengas a reírte de mi ahora.

Dicho esto se marcho hacia su cuarto dejando a James de pie junto a Alice, lo cuales se miraron impresionados sin nada que decirse, ambos se habían odiado desde su primer año en Hogwarts y esta no sería la ocasión para ajustar cuentas, por lo que cada uno siguió su camino Alice hacia las habitaciones y Potter a donde se encontraban sus amigos.

-Mala Suerte, Cornamenta -exclamó Sirius Black Con viveza -Creo que Evans estaba de mal humor…

-Slughorn la ha castigado siendo que Lily siempre ha sido su alumna favorita- Dijo Remus Lupin que había dejado de leer el gran libro que tenía apoyado en sus rodillas -Y peor aún Quejicus no ha tenido la molestia de ocultar su felicidad durante la clase de pociones, lo que la ha hecho sentir aún más desdichada…

-Pero a nosotros siempre nos castigan…-agrego Peter.

James que pareció ignorar este comentario fijo su mirada en Sirius que de inmediato comprendió las intenciones de su amigo.

Molestar a Severus Snape era algo divertido, lo habían hecho desde que estaban en Hogwarts, pero esta vez se lo merecía creyeron ambos. Esos aires de superioridad que estaba adoptando últimamente eran irritantes, se burlaba de los integrantes de Gryffindor abiertamente junto a sus compañeros Slytherin y caminaba altivo entre los más pequeños sugiriendo grandeza. Snape verdaderamente se estaba buscando una escaramuza de parte de ellos, por lo que no tardaron en idear un plan para dejarlo en vergüenza en frente de todos.

Esa Tarde durante la clase Transformaciones, corría una leve llovizna que había empapado las ventanas del aula, todos parecían decaídos mientras escuchaban a la profesora McGonagall recitar hechizos, anotaban silenciosamente y para sus adentros pensaban cuan difícil sería la clase de hoy. En esos momentos todo el curso aprovechaba de comentar el nombramiento que recibieron Lily Evans y James Potter, era claro desde un principio que serían nombrados premios anuales. Ambos eran alumnos brillantes, diversos profesores así lo habían dicho en variadas ocasiones, incluso McGonagall por lo que no sería extraño si ellos lo ganaban. Por mientras esto se hablaba durante la aburrida clase, una enmaraña de palabras como un trabalenguas salían de a boca de la profesora, ellos tendrían que recitarlas en su mente, por lo que optaron por resignarse y aceptar que las transformaciones serían un fracaso.

Lily se encontraba lo bastante enojada consigo misma. Sus manos aun sucias expelían un desagradable olor, las había lavado repetitivamente como indicaba el libro de soluciones, sin embargo las manchas seguían ahí, más tarde pensó tendría que ir donde la señora Pomfrey a pedir algunos consejos, pues si seguían en esas condiciones no podría ni cenar.

Se levanto rápidamente al finalizar la clase, parte de su enojo se había disipado, ahora solo faltaba quitar esas horribles manchas de su piel. La transformación la efectuó correctamente por lo que se sentía satisfecha, pocos en la clase lo habían logrado, con excepción del grupillo de Potter, que por supuesto eran expertos en transformar distintas cosas, ya lo había comprobado durante una de las bromas que efectuaba James Potter a Charles Lockhart de Hufflepuff, cuando casi la transforma en una rata, sin embargo Alice se había interpuesto desviando el rayo de la varita de Potter hacia Peter Pettigrew, que impresionado por este particular descubrimiento se divertía a menudo transformando y des transformando a su amigo que lo permitía.

-¡Señorita Evans! -Exclamó la señora Pomfrey al verla llegar- ¿Qué ha pasado con su manos? -miró horrorizada las manchas que cubrían la piel de Lily.

-Me he manchado con rutácea…

-Si…-Dijo la señora Pomfrey puedo olerlo.

Sentó a Lily en una silla mientras traía los materiales para comenzar hacer la limpieza, al parecer la tarea no era nada fácil, por lo que miro sorprendida cuando la señora Pomfrey le dijo que se aplicara un extraño ungüento durante una semana.

-¿Y las manchas¿Y el olor? -Preguntó asustada.

-No te preocupes querida…-La tranquilizo desaparecerán ahora, el ungüento es para que no se arruinen tus manos con lo que te he puesto.

Lily sonrió, efectivamente las manchas estaban borrándose y el olor había cambiado por el agradable aroma a rosas que tenía el ungüento. Se despidió amablemente de la señora Pomfrey y se dirigió a la salida del hospital, pero para su sorpresa esta estaba obstruida. Dos muchachos de Slytherin cargaban a Severus Snape que traía sus dos manos colgando elásticamente como si no tuviera huesos. Realmente lamentaba lo que le había ocurrido y trato de ayudar, sin embargo Quejicus le dirigió una feroz mirada cargada de antipatía con lo que la obligo a retroceder.

James Potter, Sirius Black y Peter Petigrew, pensó ¿Quiénes más podrían ser los culpable de la desgracia de Snape?

Caminó hacia el patio furiosa tratando de encontrarse con alguno de los Culpables del accidente anterior. Severus Snape más que cualquier otro sentimiento le producía una profunda lastima, siempre fue víctima de los abusos del grupo de Potter, no tenía muchos amigos y aunque la hubiese llamado "asquerosa Sangre sucia" por ser hija muggles en cuantiosas ocasiones, seguía sintiendo pena por él. De todas formas lo defendía, era su naturaleza ser así.

-Es divertido agredir a alguien cuando sois más -Le dijo Lily a Sirius, que la observo divertido.

Era un muchacho atractivo y elegante que tenía muy claro las cualidades que poseía, por lo que se acerco a Lily con una sonrisa maliciosa y tocó su hombro.

-Vamos Evans, era Quejicus ¿A quien le importa? -Preguntó mientras se reía y miraba a James que se acercaba hacia ellos con su snitch en la mano -O bien…Si lo defiendes tanto ¿A caso te gusta?

-Bueno… -contestó Lily enfadada- si me gustara es asunto mío y si lo defiendo es porque estoy aburrida de que abuséis de las personas ¿Creen que es divertido lanzar maleficios a todo el mundo, Tal vez lo haya sido cuando tenían 15 años y eran unos mocosos, pero ya sois mayores de edad y creo que se han retrazado un poco en lo que respecta en su madures…

-Creo James…- Sirius se dirigió a su amigo que observaba risueño a Lily, ignorando lo que le había dicho- Que Evans nos encuentra unos entupidos retardados…

-No podrías haber traducido mejor las palabras de Lily, Black -dijo Alice que se había aproximado al grupo al observar que estaba su amiga, traía su varita en la mano como si estuviera dispuesta a lanzar maleficios contra alguno de los dos.

-Vamos Crowe, guarda esa varita tú sabes que sería incapaz de apuntar la mía contra una mujer y no creo que quieras obligarme a hacerlo -Le advirtió Sirius a Alice que se veía muy decidida a no guardarla…

-Cuando Alice se disponía a decir unas palabras contra Sirius que se hallaba desprevenido.

-¡Expelliarmus! Gritó James haciendo Volar la varita de Alice.

-¡Expelliarmus! -gritó Lily al unísono de James dejando que la varita de este también escapara de sus manos.- ¿como es sentirse indefenso Potter? -preguntó con una sonrisa mientras atrapaba con su pie la varita…

Un grupo grande de alumnos de varias casas se habían reunido alrededor de ellos, todos observaban curiosos lo que estaba ocurriendo. Lily Evans había desarmado a James Potter, eso últimamente era un gran suceso.

-¡Vamos Evans! No me hagas lanzarte un maleficio…Dime que saldrás conmigo y daré por olvidado este episodio…

-No lo creo… -respondió divertida.

-¡Accio varita!-Bramó James en su mente y la varita nuevamente estaba en su manos.

Ahora cuando se hallaban los dos de pie apuntándose listos para lanzar algún hechizo. Peter Petigrew comenzó a reír

-¡Evans quedarás convertida en Sapo!- exclamó

-¡Langlock! -lo apunto Lily y la boca de Colagusano se lleno de pegamento.

-Bien Evans ni siquiera yo lo habría hecho mejor -río James…

-Y yo que pensé que está tarde sería aburrida Cornamenta -Aplaudió Sirius.

-Yo no lo encuentro nada de divertido Señor Black.

Todos se volvieron al escuchar aquella voz. La profesora Minerva McGonagall se encontraba viendo todo el horrible episodio.

-¡Guarden esas varitas!- les ordenó -Los quiero a todos en mi oficina.

En la oficina de la profesora McGonagall, Lily y Alice miraban temerosas el escritorio vacío, jamás habían sido reprendidas, con excepción de esta tarde cuando Lily derramó rutácea en la sala de pociones, por lo que en estos momentos sintieron pánico al haber roto una regla y ser descubiertas.

James y Sirius se pasaban tranquilamente alrededor del aula esperando la llegada de McGonagall, para ellos era algo común esperar a los profesores que sentenciaban sus castigos, habían cumplido más de 101 en todos los años que llevaban en Hogwarts, por esto nada de lo que sucedía en estos momentos era algo nuevo, la única particularidad era la presencia de Evans y de Crowe.

Lily le dirigió una mirada cargada de odio, pero este que la observaba se defendió rápidamente.

-Yo no fui el que atacó primero Evans así que no me culpes a mí por el castigo que recibirás…

-No te he dicho nada- contestó Lily.

-Lamento decirlo, pero Cornamenta tiene razón, ustedes iniciaron la pelea Se burló Sirius de ambas -Si Lily no hubiese defendido a Quejicus nada de esto estaría sucediendo…

-¿Por qué son tan crueles? -Preguntó Lily a ambos que estupefactos no supieron que responder- ¿Qué les ha hecho Snape para que sean tan…tan…malvados?- James miró a Sirius que guardaba silencio -No me vengan con la estúpida respuesta de que lo atacan porque existe, pues aunque sea arrogante y pertenezca a Slytherin jamás los ha atacado, al contrario parece esperar que ustedes se dirijan a él cuando se encuentran aburridos o con alguna otra tonta excusa. Lo han hecho padecer el ridículo ante todos durante toda su vida, hoy le han desaparecido los huesos de sus brazos… ¿Por qué no lo dejan en paz y se dedican a sus propias vidas en vez de estar atormentando las del resto?..

-ejem…ejem… -carraspeo la profesora McGonagall para interrumpir a Lily, había oído todo lo que la muchacha había dicho, a si que al sentarse le dirigió una sonrisa- Lo que han hecho hoy…-afirmó recuperando la seriedad -Ha quebrantado una regla que se les ha repetido durante todas sus estancias en Hogwarts, en la cual se les advierte que no deben hacer uso de la magia durante los recreos ni en los pasillos del castillo…La conducta de algunos de ustedes no me parece extraña -Les dirigió una seria mirada a James y a Sirius- Sin embargo, Señorita Crowe, Señorita Evans, me sorprende lo que he visto esta tarde, han lanzado un hechizo para dejarle pegada la boca a un compañero de su misma casa y han participado en un enfrentamiento contra estos dos caballeros aquí presentes … Con Respecto al Señor Pettigrew una vez que haya salido de la enfermería ustedes dos le informaran que castigo debe cumplir; Pero en este momento me preocupa decirle que harán todos ustedes, en equipo -Todos se miraron sin entender lo que pasaba -Ya que hoy han ofrecido un pésimo ejemplo a sus compañeros más pequeños, ayudaran a remendar su error durante dos meses en donde les repasaran la materia de la clase de transformaciones que yo haya efectuado en el día a los alumnos de primer año de Gryffindor, en algún salón que les destine…¿Entendido?- todos asintieron con la cabeza -Bien entonces retírense a sus cuartos y yo les avisare cuando comenzamos.

-Pensé que sería un castigo terrible- suspiró Alice una vez que hubo salido de la oficina de McGonagall- Al fin de cuentas no será algo tan aburrido, mi hermana, Lena, ha entrado a primero y de todas formas pensaba ayudarla con sus clases.

-Si, creo que si.

Contestó indiferente Lily mientras se encaminaba junto a Alice a las habitaciones. El día ya había sido bastante largo y lo único que necesitaba en esos instantes era un poco de reposo, una charla solo la debilitaría aun más, por lo que guardo silencio hasta llegar a su cama y quedarse profundamente dormida.

-Me imagino que Crowe y Evans habrán de estar felices por el castigo que McGonagall nos ha dado- Se quejo Sirius- después de todo a ellas les gusta hacer ese tipo de cosas- Le dedico una mirada a James que lo escuchaba atentamente -Bueno…tu también debes estarlo, tendrás un tiempo extra con Lily Evans, quizás…río maliciosamente Se de cuenta que tienes bonitas cualidades Cornamenta.

-¿Sabes que creo Canuto? -James dijo seriamente- Lily Evans me odia, perdón nos odia -sonrió tristemente Y-a viste lo que nos ha dicho en la oficina de McGonagall. De todas formas no pierdo nada con insistir- río -Ahora Canuto vamos a la cocina a conseguir algo de comida, muero de hambre- Se quejo.